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La experiencia de un Psicoanalista
Psicólogo Clínico-Psicoanalista
Resulta que la Carrera de Psicología es muy peculiar y dependiendo de las escuelas, presupuestos y
métodos que abracen las distintas enseñanzas de las corrientes psicológicas uno tendrá un tipo de
formación u otra, por lo tanto los psicólogos recién graduados saldrán al mercado laboral no solo
sintiéndose más o menos preparados para ello, sino tambien con diferentes criterios dependiendo de
qué paradigma u aplicación psicológica abrazó cada nuevo profesional en su formación.
Generalmente, cuando la enseñanza es principalmente moral, es decir cuando le dicen a uno durante
la carrera que uno “debe” hacer tal o cual cosa, o “debe” llegar a tal o cual resultado, pero el cómo
llegar, deja una sensación de que algo saldrá muy mal en algún momento, o siquiera nunca uno ha
experimentado tal o cual proceso o camino siquiera en uno mismo, puede que suceda lo que a los
psicólogos clínicos que se decidieran por tratar a las personas como psicoterapeutas o siquiera
entrevistarlas para evaluarlas. A muchos nos pasó que ni siquiera podíamos asegurarnos a nosotros
mismos que no dañaría a alguien al salir al campo laboral, esto no solo hace surgir una angustia al
enfrentarse a tales exigencias y cuidados, sino tambien tienen como consecuencia diversas toma de
decisión basadas en el “no sentirse preparado”
En este texto cuento mi experiencia con el psicoanálisis y cómo esta experiencia me ayudó a
enfrentar estos desafíos y la angustia propia de una cierta incertidumbre.
1) Si no has sido formado en una escuela psicológica elige una y estúdiala a profundidad.
En la vida real aunque creamos de que existe una psicología única basada en la “observación de
la conducta” esto no es cierto cuando se enfrenta uno a la práctica clínica por ejemplo. Existen
varios paradigmas y cada paradigma mira y construye su problemática a partir de su experiencia
y ordenamiento lógico y metodológico. Que no haya un solo paradigma en Psicología tiene que
ver con vicisitudes históricas, relaciones de poder, corrientes filosóficas, teológicas y
científicas y la propia totalidad que implica al ser humano. Es un problema del que no se libra
ninguna ciencia social. La sociología, por ejemplo, tiene tres padres clásicos, con presupuestos
y métodos distintos e incompatibles cada uno (Durkheim, Weber y Marx). Este no es un
problema que debería un estudiante de grado cualquiera encontrarse al final de su carrera, pero
si uno sigue, como es mi caso, y no trata ya de resolver ese problema durante la formación de
grado, al final se presenta con fuerza. Mi decisión por el psicoanálisis además de haber
experimentado el proceso de cambio en mi mismo, paso además por la coherencia interna y la
profundidad de lo que planteaba.
Hacerse de tiempo para estudiar siempre es bueno, hacerse preguntas, registrarlas y tratar de
resolverlas por medio de lecturas de escritos, investigaciones o consultando con los colegas
con más experiencia o con otras experiencias es una gran actividad. En el psicoanálisis esto es
crucial no solo por la formación personal del psicoanalista, sino por el propio proceso
psicoanalítico que es llevado con los analizantes, en el sentido de que todo el proceso es
empujado por un deseo que es el deseo de Saber. El mismo psicoanálisis parte de que el
síntoma esconde un saber sobre el sujeto, un saber que no se sabe. Un saber inconsciente.
4) Para hacerse psicoanalista uno debe hacerse supervisar el trabajo propio por un colega con
experiencia clínica.
5) Si uno quiere tratar a otra persona, antes que nada uno “debe” tratarse con otro profesional
Personalmente creo que cualquier persona que trate con otras personas debe psicoanalizarse por
profilaxis, uno evita mucho desacuerdos y problemas después de conoces esa parte de uno que
rechaza de si mismo. Pero en psicoanálisis es más que necesario, al punto de que puede que
uno no llegue a ser psicoanalista si realmente no lo desea. El propio tratamiento evita que uno
trate a otras personas con motivaciones o intereses que uno no gobierna, por ejemplo el hecho
de que querer dirigir la vida de los demás, por demás pernicioso en psicoanálisis.