Sei sulla pagina 1di 11

FRANCISCO PERALTA DÁVALOS

Amor es donación
y
otros comentarios sobre el amor
AMOR ES DONACIÓN
Francisco Peralta Dávalos

En el amor es más importante el dar que el recibir

“Lo contrario a amar no es odiar, es usar, es utilizar a la


persona”. La mejor manera de definir al amor es: donación,
donación y entrega. Buscar solo el bien de sí mismo en la
relación de pareja es un error, eso es egoísmo, mientras que
desear, buscar y trabajar por el bien del otro, eso es amor.

Generalmente se dice que hay que buscar a una persona


que te haga bien en tu vida, una pareja que te ayude a ser
una mejor persona, lo cual es muy bueno, pero para nada
suficiente. Es necesario reflexionar y pensar en la contraparte,
el bien que nosotros podemos hacer a nuestra pareja y lo que
estamos dispuestos a hacer (o dejar de hacer) para lograrlo,
incluso sin esperar nada a cambio.

El desear el bien del otro es algo bueno, podríamos decir


que es el primer paso o el primer escalón de la escalera; hay
que ir más allá. En el amor no solo se desea el bien, sino que
se busca hacer el bien a la persona amada, es decir; no
bastan buenas intenciones sino que implica un acto de la
voluntad, acciones concretas, constantes y sonantes, como
diría el poeta Pablo Neruda “El amor no se mira, se siente”.

Se ama con obras, no solo con palabras. Dicta el dicho


popular que “del dicho al hecho hay mucho trecho”, es una
realidad, hablar cuesta menos trabajo que actuar, ahí es
donde radica lo loable de la persona que ama, en los actos de
donación que concretiza, pasando del mundo de las ideas al
mundo de las acciones.

Además de hacer, también hay que dejar de hacer. La


donación implica en sí misma una renuncia, pero en este caso
no es una renuncia que limite o lastime a la persona, por el
contrario, resulta positiva y enriquecedora. En el amor
autentico se renuncia a lo que puede resultar un obstáculo
para donarse y entregarse al ser amado en búsqueda de su
bien, de su felicidad, lo cual resulta paradójico porque, en el
amor, buscando la felicidad del otro se obtiene la propia
plenitud y felicidad. De tal manera que la lógica del amor
parece diferir a lo que estamos acostumbrados, ya que aquí
no obtenemos más si buscamos acaparar más, obtenemos
más en la medida en que nos entregamos, así es el amor, el
amor es donación.

En el amor es más importante el dar que el recibir. Una


de las frases más representativas dentro de la película
mexicana “El estudiante” (2009) dice que “pensamos que
amar es tener derechos, pero la ironía del amor es que se
funda en renuncias. Pensamos que amar nos legitima a tener,
nos olvidamos que amor es ceder, darse”. ¿Y tú qué tanto te
donas en tu relación? o podría reformularse la pregunta, ¿y tú
estás amando realmente a tu pareja?

EL MOTOR DEL AMOR

Existe una reflexión donde un


viejo indio decía a su nieto: "Me siento
como si tuviera dos lobos peleando en
mi corazón. Uno de los dos es un lobo
enojado, violento y vengador. El otro
está lleno de amor y compasión." El
nieto preguntó: "Abuelo, dime ¿cuál de
los dos lobos ganará la pelea en tu
corazón?" EL abuelo contestó: "Aquel
que yo alimente".

Pareciera, de primera mano, que las parejas tienen dos


posibles destinos: el que sean una pareja unida, feliz y
exitosa, o bien, el que la pareja “fracase” y se separe, siendo
esta segunda posibilidad la que parece ir ganando terreno
poco a poco en la actualidad. Pero y… ¿de qué depende que
nuestra pareja sea una pareja “exitosa” o una pareja que
vaya rumbo al “fracaso”?: principalmente dependerá del
proyecto de pareja que nosotros elijamos y “alimentemos”.

El que unas relaciones de pareja funcionen y otras se


rompan no tiene mucho que ver con la “suerte” o con meras
circunstancias, pero sí con cuestiones mucho más concretas
de nuestro actuar en la vida de la pareja. Si llevamos nuestra
relación de pareja al ritmo que nos maraca la mera
improvisación y nos dejamos solo llevar por la marea, lo que
podríamos esperar cosechar no sería mucho.

El motor del amor es fundamentalmente la decisión de


amar, la elección y determinación de amar a esa persona por
la que he optado como mi compañera de vida. Para amar
hace falta determinación, “tomar al toro por los cuernos”, no
podemos sentarnos y simplemente esperar que todo funcione
de maravilla solo porque sí, nosotros tenemos que trabajar y
hacer que la relación funcione.

Pero no todo se queda solo en la elección y decisión de


amar, sino que esto se tiene que ver reflejado en la realidad
de nuestra vida cotidiana, de lo contrario nos quedaremos en
una fase “romántica” del amor, sería como tener el motor
listo… pero no lo echamos a andar. El motor del amor se
“echa a andar” con los detalles, con nuestro tiempo,
dedicación y energías que destinamos a la relación; con el
nivel de prioridad que le damos. Al amor hay que
“alimentarlo” para que sobreviva y “gane la pelea”.

Por ahí se dice que “la pareja perfecta no existe”, y es


así, no existe, pero nosotros podemos irla haciendo en la
medida en que trabajemos y nos esforcemos por lograr tener
nuestra propia “pareja perfecta”, eso… dependerá de
nosotros.
DE ENAMORADOS A AMADOS

“Casi todos sabemos querer, pero


pocos sabemos amar”, así
comienza la canción “Amar y
querer” compuesta por Manuel
Alejandro y famosa en su
interpretación por José José. Las
siguiente línea de la canción dice
“Y es que amar y querer no es igual”,
de las líneas mencionadas podemos
hacernos dos preguntas bastante
interesantes: si amar y querer no es igual, ¿cuáles son las
diferencias entre uno y otro? y ¿por qué pareciera que,
efectivamente, muchos saben querer y pocos amar?

Tal vez la respuesta se encuentre en que cuando nos


enamoramos, nuestro cerebro se encarga de la producción de
algunas sustancias las cuales son responsables de la
característica sensación de bienestar, de una aparente
“felicidad” que pareciera emanar del simple hecho de
escuchar o de ver a la pareja, incluso, en muchas ocasiones,
del simple hecho de pensarla.

Los dos principales neurotransmisores involucrados en el


proceso y la etapa del enamoramiento son la Feniletilamina
(FEA) y la Noradrenalina, de tal manera que podemos afirmar
que cuando estamos enamorados, nos encontramos bajo el
influjo (de manera natural) de algunas sustancias que nos
hacen percibir la realidad de una manera un tanto distinta y
nos hacen pensar y actuar de cierta manera que normalmente
no haríamos.

El enamoramiento es finito en cuanto a que esta etapa,


en promedio, no suele pasar de los dos años, es decir, la
sensación de bienestar y “felicidad” producida por los
procesos neuro-químicos de nuestro cerebro se termina, el
enamoramiento acaba y nos enfrentamos a la “realidad”. Es
en esta etapa crítica en la que muchas parejas terminan la
relación, principalmente las que basaban su relación al nivel
de las sensaciones simplemente.

El Amor, a diferencia del enamoramiento, no se


encuentra definido o determinado por neurotransmisores;
éste se vale principalmente de un acto de voluntad, de ver al
otro tal como es, una persona con virtudes y defectos, a la
cual elijo de manera libre donarme y entregarme,
compartiendo un proyecto de vida en común. “El verdadero
amor comienza cuando termina la euforia y las personas
sienten un deseo profundo de tener intimidad y de ser
amadas”, apunta muy bien Gary Chapman.

Dicho lo anterior, nos damos cuenta de las diferencias


entre estar enamorado y amar, y cómo es que el
enamoramiento es solo la antesala del amor, etapa muy
importante, pero la más “sencilla” de conllevar como pareja.
Amar implica mayor complejidad en cuanto a que es
necesario el desarrollar herramientas adecuadas para la
solución de conflictos, para lograr una adecuada convivencia y
la búsqueda de metas en común para así tener una sana
relación. Para amar se necesita un cierto grado de madurez
personal.

Y tú, ¿ya estás preparado para amar?

PARA TODA LA VIDA

Los novios se casan para estar


unidos y compartir el camino de la vida,
no para separarse. Es por eso que
cuando se llega a tener una ruptura de
la relación resulta tan doloroso. La
vocación al matrimonio no es algo “de
un rato” o temporal, sino algo
trascendental. El amor exige eternidad.

Una de las muchas características


que tiene el matrimonio es que de manera completamente
libre decidimos compartir nuestra vida con el otro, esto es
parte de la donación de nosotros mismos, y el amor nos invita
a que esta donación, a que esta “entrega” al otro, la
realicemos no a medias, por el contrario, sin reservas y
durante toda la vida. Este es uno de los grandes retos a los
que nos encontramos en la actualidad.

Quien no es capaz de amar para siempre, no será capaz


de amar ni un solo día" decía un gran filósofo de nuestros
tiempos, lo cual es una realidad, el amor no es para finalizar,
no es para terminar o como algunos canciones lo mencionan,
para “morir”. Pero pareciera que en la actualidad se nos
dificulta comprender esto y más bien apostamos y optamos
por una versión mutilada del amor, donde se sufre una
especie de inhabilidad para asumir el compromiso y en lugar
de compartir el libro entero de nuestra vida con el otro más
bien sólo queremos compartir algunos capítulos… los más
llevaderos y que no requieran de mucho esfuerzo por
supuesto. En donde lo superficial domina sobre lo profundo y
la sensación se sobrepone a la decisión, convirtiéndonos en
unos incapaces para el auténtico amor.

Cuatro son las características del amor conyugal: libre,


total, fiel y fecundo. De alguna manera cada una de estas
características nos habla de la temporalidad del amor, el amor
es para siempre, y esto se debe a que cuando elegimos a
nuestro esposo o esposa no estamos eligiendo a una cosa,
sino a una persona. Al encontrarnos a la luz de estas
características, nos damos cuenta que el amor se encuentra
más allá, supera y sobrepasa los malos momentos, los
contratiempos y las tempestades por llamarles de alguna
manera. El amor, en sí mismo, habla de esperanza y
confianza. El amor no cuenta con fecha vencimiento o de
caducidad.

La realidad es clara, el número de separaciones y


divorcios se encuentra en aumento, de nosotros dependerá el
asumir el reto del amor y abrazar el compromiso que este
conlleva y no entrar como parte de la estadística. En la
medida en la que vayamos descubriendo la grandeza (y
belleza) del don del amor y tomemos la decisión de asumirlo
con seriedad, es como iremos desarrollando la capacidad de
perdurar en el amor no solo en los buenos momentos, sino
para toda la vida.

LA CONQUISTA CONTINUA

Enamorar y conquistar a una mujer no es algo que se


tenga que hacer una sola vez en la vida. A la mujer se le
conquista todos los días, pero de maneras distintas como
escribió Mario Benedetti, “el amor no es repetición. Cada acto
de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su
propio ritual. Es, cómo podría explicarte, un puño de vida”.

Es un hecho que generalmente el hombre, cuando una


mujer le ha atraído, se da a la tarea de enamorarla, de insistir
y persistir hasta que al fin logra conquistarla. El hombre
acomete para buscar la relación, la mujer cautiva.

De manera muy común y lamentable podemos observar


cómo cuando la relación se ha concretado y el tiempo va
pasando y avanzando, pareciera que la conquista se va
esfumando, que los detalles, las atenciones y el romanticismo
se van marchando poco a poco para ser sustituidos por la
monotonía y la rutina, los cuales son agentes nocivos e
incluso, muchas veces, mortales para las relaciones.

Una situación donde suele darse un intento de re-


conquista, es cuando el vínculo se encuentra en riesgo o
prácticamente ha muerto y no queda nada por hacer, cuando
es demasiado tarde y se realizan actos desesperados por
querer reanimar y revivir algo que ya no existe; pero las
cosas no funcionan así. A la mujer se le conquista siempre, no
solo cuando se le va a perder.
La tarea del hombre no termina cuando ha logrado
enamorar a la mujer con la que desea compartir su vida, es
apenas ahí donde comienza la travesía de la conquista
continua. Lo realmente complicado de las relaciones de pareja
no es iniciarlas, sino mantenerlas. En principio pudiera
parecer un tema superficial, superfluo, pero al revisarlo
detalladamente, en el fondo, descubrimos que de lo que se
trata es de mantener viva la relación, de mantener vivo el
amor que la sostiene.

La mujer suele identificarse rápidamente como el pilar


más fuerte tanto de la pareja como de la familia, pero no
mucho se reflexiona sobre la responsabilidad que tiene el
hombre también y la importancia de que él aporte y participe
activamente. Es una lógica muy simple y concreta, cuando el
varón se involucra la relación progresa y prospera; cuando no
lo hace, ésta se estanca, el vínculo se debilita y agoniza. La
relación de pareja es diádica, no sólo de uno.

Pero… ¿cómo enamorar y conquistar continuamente a la


mujer que se converte en tu compañera de vida?, pareciera
una cuestión complicada y lo es debido a que cada caso en
particular es único y tiene sus características específicas, pero
de manera general se pueden aplicar dos principios básicos:

1. Hay que lograr que la mujer se sienta amada, esto


sólo lo lograremos con tiempo de convivencia de calidad.
Pasar tiempo dedicado única y exclusivamente a ustedes. Esto
es una inversión que rinde grandes frutos.

2. Buscar el no dejar de ser detallistas y espontáneos;


no siempre es necesario que exista un motivo o una razón
para dar algo. Los pequeños detalles son los que alimentan a
las grandes relaciones.

Como antes hemos mencionado, al hombre le


corresponde acometer, conquistar, enamorar “y para estar
total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener
plena conciencia de que uno también es querido, que uno
también inspira amor” acierta de nueva cuenta el poeta
uruguayo Mario Benedetti.

LA VACUNA PARA LA RUPTURA

Pareciera que en la actualidad por


la cantidad de rupturas y separaciones
de pareja que se están percibiendo
podríamos hablar de una epidemia.
“Hay una cierta falta de creencia en el
amor, existe hoy una epidemia de
rupturas conyugales que vuelve a la
gente incrédula en relación con este
tema.” Es lo que dice Enrique Rojas,
especialista en Psiquiatría y Psicología médica, director del
Instituto Español de investigaciones psiquiátricas.

Sobre esto, encontramos que el número de divorcios en


México se cuadruplicó en tres décadas, al pasar de 4 por cada
100 matrimonios en 1980, a 17 en el año 2012, según cifras
del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Cifra
que año con año va en aumento. Otro dato a tomar en
consideración es que las rupturas se van presentando cada
vez a menores tiempos de la relación.

Este contexto es en el que vivimos y para el que


debemos estar preparados, no es suficiente un “a mí no me
va a pasar”, el vivir bajo la fantasía de esta premisa sería
simplemente descuidarnos y bajar la guardia ingenuamente.
¿Qué hacer ante este panorama? La respuesta es clara: hacer
una apuesta sincera y total por el amor.

Enrique Rojas aclara que “en la sociedad actual no existe


una crisis del amor, sino de la persona, se han ido
produciendo hombres cada vez más endebles, más frágiles” y
al mismo tiempo, estamos inmersos en una cierta “ignorancia
del amor”, “la gente desconoce que el amor es un trabajo, es
una labor artesanal”.

¿Cómo pretendemos hacer funcionar algo de lo que no


tenemos la menor idea de cómo funciona y no leemos el
instructivo? O ¿Cómo queremos participar y salir victoriosos si
desconocemos las reglas que rigen el “juego”?. La forma de
irnos “vacunando” de una ruptura será, entonces, ir
conociendo cada vez más lo que es el amor y sus
implicaciones; darnos a la tarea de conocer cada vez más a
nuestra pareja, pero no solo eso, sino ir conociendo y
aprendiendo del amor humano, para que así podamos
valorarlo y apreciarlo, amar el amor humano. Mientras que al
mismo tiempo es necesario ir desarrollando y formando
nuestro carácter para tener el coraje y la valentía de asumir
la tarea y el trabajo que requiere la relación de pareja.

Hay tres cosas muy concretas que podemos hacer y


poner en práctica en nuestra relación para que ésta perdure y
prospere:

1. Dar y recibir: que exista reciprocidad y recordar que


la relación es un trabajo que requiere de ambas partes.

2. No reclamar cosas del pasado: evitar cobrar


“facturas” que ya han sido cobradas o que forman parte del
pasado.

3. Volver a empezar: darse la oportunidad de


renovarse e iniciar de nuevo las veces que sea necesario.

El amor verdadero impulsa a sacar y dar lo mejor de uno


mismo. El hacer perdurar el amor es la mejor garantía para
que nuestro matrimonio funcione, pareciera redundante, pero
así es: el amor que mantendrá unida nuestra relación se
mantiene vivo en la medida en que amamos a nuestra pareja.

Potrebbero piacerti anche