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INTRODUCCIÓN
Para hablar de la Masonería en Bolivia debemos remontarnos hacia los años anteriores a la
independencia del Alto Perú y ver que allí existían logias patrióticas, que agrupadas en las
diferentes provincias alto peruanas, querían hacer de estas tierras sitios libres, sin saber en
el fondo que forma le darían cuando consiguieran la ansiada libertad.
Las Logias en esta época fueron de efímera duración, la de más larga data y de la que hay
documentos, fundada en 1885 fue la de “Obreros del Porvenir” en La Paz bajo la autoridad
del Oriente Peruano, también se fundaron en Oruro “Orden y Libertad” y en Sucre “Trabajo
y Honradez”, Logias que desaparecieron después de la ausencia de su fundador Zoilo
Flores Aponte, quien murió en Chile en 1916.
DESARROLLO.
El origen de la Masonería en Bolivia no está del todo claro, ya que hay poca
documentación al respecto. Sin embargo, se sabe que en el territorio del otrora Alto Perú,
se fundaron las Logias Patrióticas, cuyo origen parece haber sido de las Logias Patrióticas
Argentinas. Lo cierto es que existieron Logias en el Alto Perú; así en 1801 fue develado por
las autoridades españolas un movimiento libertador en el Cuzco con repercusiones en La
Paz, Arequipa, Quito y otros distritos. En la Paz, a consecuencia de esto, es detenido Pedro
Domingo Murillo. Se relata que entre sus pertenencias había “un mandil y un par de fundas
de paño azul bordadas, y una capa verde”. Murillo según se supo, era el V:.M:. de la Logia
“Caballeros de América”, en la que fermentó el movimiento del 16 de julio de 1809;
también la integraban los hermanos Rodríguez Palma, oriundos de Oruro, Victorio y
Gregorio García Lanza, Juan Bautista Sagárnaga, Basilio Catacora y otros.
En 1806 se funda en Chuquisaca “La Sociedad de Independientes”, aparentemente sólo
cultural, pero desarrollaba sus actividades dentro de los rituales masónicos, siendo su
V:.M:. Jaime de Zudáñez. La integraban también Bernardo de Monteagudo, Teodoro
Sánchez Bustamante, Manuel Rodríguez de Quiroga y otros.
“Siendo uno de los más graves males que aflige a la Iglesia y a los Estados la propagación
de la Secta Masónica, ordena a los jueces procedan de acuerdo con la regla, que
determina la vigilancia estricta y apresamiento en su caso de todos los masones,
aprehendiendo además todos sus papeles”.
Esta Cédula Real, por supuesto, fue estrictamente cumplida y varios miembros de la
Hermandad sucumbieron ante las huestes españolas.
Para la lucha por la independencia, llegó a Chuquisaca el Mariscal Antonio José de Sucre,
fundó con don Facundo Infante la Logia “Hiram”, de la que fue su primer V:.M:. . Al dictar
su primer reglamento interno dentro de la Logia, su primer artículo establecía:
“La Masonería en sus diversos ritos, tiene por objeto el progreso de la humanidad
mediante la perfección moral, intelectual y física de los masones. Constituye una familia de
hermanos, rechaza la fuerza y la intolerancia con la divisa Paz y Derecho, respeta las
leyes de cada país y acata a las autoridades legítimas”.
Los únicos documentos fehacientes que muestran la existencia de una Logia en la ciudad de
La Paz, en 1820, son los acumulados por Rosendo Gutiérrez del más tarde Gral. José
Ballivián y Segurola, publicado por la Universidad Técnica de Oruro en el libro Facetas del
intelecto boliviano.
El Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana ingresó a la Masonería después de la
batalla del Cerro de Pasco (6 de diciembre de 1820), cuando siendo oficial realista se rindió
a San Martín y abrazó la causa patriótica. En 1829, Santa Cruz funda la Logia “En el
Oriente del Titicaca”.
Cabe destacar la figura señera de Zoilo Flores Aponte que es considerado como el
precursor de la masonería boliviana. La persecución hizo que fuera desterrado del país,
porque este patricio espiritualista nació en Santa Cruz el 27 de Junio de 1837, falleciendo
en Santiago de Chile en 1916. Su obra fue notable, sus notables ideales le llevaron inclusive
a exaltar las virtudes de prelado de la Iglesia, fuera de perseverar sin desmayo, aún en los
momentos más difíciles de su consagrada acción grandiosa de lealtad y amor a la Orden
Masónica, volcando su gran capacidad hacia el ámbito anhelado del bien y la moral que
eran el blasón más querido al igual que su profunda veneración y amor a su Bolivia de
ensueño.
Zoilo Flores, creó una maravilla e inolvidable propuesta al mundo espiritual, a esa
expresión de profundo contenido, se le conoce con el nombre de el Testamento masónico
que es también un documento de Fé, frente a los momentos de terrible adversidad. Ese
testamente que lo hacemos nuestro, contemplándose acápites escritos con noble y profunda
entrega del alma misma, hacia el tiempo y hacia la sociedad descreída y aquellos humanos
que siempre denigraron el bello contenido de la doctrina masónica.
Siete Logias Masónicas del territorio boliviano patrocinadas por el Gran Oriente de Chile:
«Honor y Prudencia» N° 44 del Valle de Potosí, con Carta Constitutiva del 17 de enero de
1913; «Illimani» N° 49 del Valle de La Paz, con Carta Constitutiva de 4 de enero de
1918; «Honradez y Trabajo» N° 52 de Valle de Sucre, con Carta Constitutiva de 7 de
agosto de 1917; «Tunari» N° 66 del Valle de Cochabamba, autorizados sus trabajos en
Instancia por Decreto N° 124 de 8 de noviembre de 1926; «Adolfo Ballivián» N° 67 del
Valle de Oruro, con Carta Constitutiva de 6 de noviembre de 1929; «Ayacucho» N° 68 del
Valle de La Paz, con Carta Constitutiva de 1928 y «Anglo Bolivian» N° 69 del Valle de La
Paz, con Carta Constitutiva de 2 de octubre de 1929, con trabajos en el rito de York. Logias
Masónicas que dieron lugar a la organización de La Gran logia de Bolivia constituida el 20
de Noviembre de 1929, siendo su Primer Gran Maestro Norberto Galdo Ballivián. Es
necesario poner en conocimiento que existía una 8va. logia masónica que seguramente por
la distancia o las malas comunicaciones no fue tomada en cuenta, la Logia “Bolívar” N° 22
con Carta Constitutiva del 9 de febrero de 1906 del Valle de Cobija bajo el Gran Oriente de
Manaus – Brasil.
Aquí también debemos mencionar que hubo otro intento anterior de fundar la Gran Logia
de Bolivia y fue en 1928 en que estando de Embajador de Bolivia en Uruguay Don Minor
Gainsborg, industrial y empresario y siendo su secretario Waldo Belmonte Pol, ambos
fueron invitados a la Masonería Uruguaya y allí además de los Grados Simbólicos les
dieron los Grados del Escocismo hasta el 33 y 18 respectivamente. Estos HH levantaron
columnas en La Paz la Logia “Tiahuanacu” y en Oruro la Logia “Linares” bajo el Oriente
de Uruguay, comunicando sus trabajos el 9 de febrero de 1928, pero debido a los
acontecimientos políticos del país hacen que salgan exiliados sin cumplir su misión.
Después de Norberto Galdo Ballivián (1929-1930), Primer Gran Maestro de la Gran Logia
de Bolivia, vinieron los siguientes Grandes Maestros: Filiberto Osorio Téllez (1930-1932),
Federico Martins (1932-1939), Héctor Ormachea Zalle (1939-1940), Armando Bretel
Arrázola (1940-1945), Rodolfo Virreira Flor (1945-1948), Rafael Indaburo Gonzáles
(1948-1957) y (1960-1966), Alfredo Peláez Diez de Medina (1957-1960), José S. Pardo
Rodríguez (1966-1970), José Royuela Albo (1970-1975), Waldo Jáuregui Canevaro (1975-
1978 * 1984), Alfredo Rea Nogales (1978-1984), Manuel E. Contreras Villalba (1984-
1993), José Aramayo Anze (1993-2002), Roberto Auchén Homsi (2002-2008), Rudy
Barbosa Levy (2009-2011), Mario Raúl Cabrera Ruiz (2012-2014) y Jorge Arce Escobar
(2015-2017).
CONCLUSIONES.
De ahí podemos afirmar que esta institución filosófica fue el principal agente difusor del
pensamiento ilustrado, las ideas de independencia, los principios políticos republicanos y
finalmente, de muchos proyectos de reforma social aplicados en el país, contribuyendo con
su acción a cimentar la vida pública y los derechos ciudadanos.
“El destino de una institución, sean sus fines materiales o espirituales, depende en
gran medida, de sus fuentes morales y culturales más profundas; depende también
de cada uno de sus miembros, de los valores que demuestren, de las actitudes y de
las convicciones arraigadas. Se dice que los valores y las actitudes pueden ser
modificados. Es cierto. Y muchas veces las experiencias que vamos adquiriendo en
nuestra vida diaria influyen de manera importante. Por esto, debemos hacer que
esas experiencias alimenten los valores del trabajo y de la responsabilidad, para
seguir fortaleciendo la base de nuestra formación humana”. (Rudy Barbosa Levy)
Valle de Sucre, 10 de octubre de 2016 e:.v:.