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Mario Citroni, Universidad de Florencia, 2003

“I CANONI DI AUTORI ANTICHI: ALLE ORIGINI DEL CONCETTO DI CLASSICO”

“Los cánones de autores antiguos: los orígenes del concepto de clásico.”

Definición moderna de géneros y de lo clásico

El sistema de géneros literarios y el concepto mismo de género que utilizamos tiene su

fundamento en la teoría renacentista: se reconocen sus características concretas por un

número limitado de obras que lo representan, aunque varíen en diferentes épocas y en la

misma en diversos autores.

Las obras que mantienen sus características más estables son reconocidas como

modelos, como prestigiosas o como imprescindibles, aunque se quiera hacer una variante o

alejarse de ellas. Por esto podemos llamarlas clásicas (aunque no hay que olvidar la

polivalencia de significados de este concepto que serán tratadas a continuación).

Esas características no se reducen a lo formal ya que los géneros son una manera de

expresar artísticamente una visión del mundo. Por eso las obras clásicas son las que han

sabido captar una situación y representarla, es decir, representan la parte creativa de los

autores que supieron plasmar en la obra lo que acontecía (aproximación al concepto

moderno de clásico), no solamente representan la parte fundadora de determinadas formas

exteriores.

Origen de la palabra “clásico”: “estar en una lista”

Se debe tener en cuenta que el uso de la palabra classicus en la literatura latina con

este sentido no es seguro y ni siquiera tiene un correlato exacto en la lengua griega.

Según R. Pfeiffer (History of Classical Scholarship. From the Beginnings to the End of the

Hellenistic Age, Oxford 1968, p. 206) los escritores clásicos serían los ἐ, los

autores insertos en una lista hecha sobre la base de un juicio de valor: ἐ ί ,

como una forma de representación de excelencia literaria y artística sin duda muy arraigada

y muy importante en la cultura griega y latina.


ί (“insertar en la lista”) aparece con este significado en textos tardíos y

solamente referidos a la oratoria:

Jámblico (Filósofo griego neoplatónico), Vida de Pitágoras 18, 80; Focio (patriarca de

Constantinopla del siglo IX), Biblioteca. 20 b, 25; Suda (enciclopedia del siglo X, escrita por

eruditos bizantinos), s.v. ί).

Mientras que su opuesto ἐί (“excluir de la lista”) aparece en Diodoro Sículo

(historiador siglo I), IX fr. 6 y también en autores latinos: Horacio y Quintiliano.

Quintiliano en Instituciones Oratorias da una amplia información sobre la lista de

autores compilados por los gramáticos alejandrinos y para expresarlo utiliza las siguientes

expresiones:

*in ordinem redigere (inst. I 4, 4); in numerum redigere (X 1, 54); ordinem dare (“producir una

lista de autores”, dicho sobre los gramáticos, ibid.); in ordinem venire (“ser compilado in una

lista”, dicho sobre los autores, ibid.);

*numero eximere, I 4, 4 (“suprimir de la lista”);

*recepti scriptores, X 1, 59(“aceptados/recibidos autores”).

Pero el más célebre calco latino de ἐίaparece al final de la primera Oda (vv 35-36)

de Horacio en la que el poeta expresa su deseo de estar entre los grandes líricos:

quodsi me lyricis vatibus inseres/sublimi feriam sidera vertice (Pero si me cuentas entre los vates

líricos, heriré los astros con mi cabeza elevada.)

Las listas y el concepto de “canon” como selección y no como catálogo exhaustivo

La erudición helenística, del siglo III aC. en adelante, había creado varias formas de

ordenamiento por listas para la tradición literaria.

Los ί de Calímaco, modelo de otras obras similares, propusieron un catálogo

sistemático de los autores y obras presentadas en la Biblioteca de Alejandría, con

información biográfica esencial y bibliográfica.


Diferente fue el ordenamiento histórico-biográfico en el que, después de la identificación

del lo propio de cada género) y una breve génesis, siguió una serie,

principalmente cronológica, de los perfiles de sus representantes. Por ejemplo, el perdido

Sobre los poetas de Aristóteles será retomado en Roma por Varrón. Otros ejemplos tardíos

conservados son De grammaticis y De rhetoribus de Suetonio y las vidas de los filósofos de

Diógenes Laercio (historiador siglo III). Lo mismo que Bruto de Cicerón que es en cierto

sentido una variación por la riqueza de contenidos de esta tipología.

Pero la lista interesante para el tema en discusión es la que está atestiguada en

Quintiliano sobre los pocos autores de reconocida excelencia identificados como

verdaderos ejemplares de un género. Quintiliano (Inst. I 4, 4; X 1, 54; X 1, 59) es para

nosotros la fuente principal, y casi única, por el hecho de que solamente los grandes

gramáticos de Alejandría, y en particular Aristófanes de Bizancio y Aristarco de Samotracia

habrían arreglado listas de este tipo.

La tesis de Wilamowitz (Die Textgeschichte der griechischen Lyriker, “Abhandl. der Königl.

“Gesellschaft der Wiss. zu Göttingen”, Philol.-hist. Kl., N. F., Bd. IV, 3, Berlin 1900, pp. 4-11

e 63-71) según la cual eran en realidad las listas exhaustivas de todos los autores

conservados en el momento en que los gramáticos las formularon, encuentra hoy poco

consenso.

Pero Quintiliano extiende la lista con algunos autores del primer helenismo y otros más

recientes, dejando en claro que no quiere hacer un catálogo de biblioteca, lo que

demostraría un criterio de selección y no de exhaustividad:

*X 1, 57 index e bibliotheca sumptum, “lista elegida/tomada de la biblioteca”;

*X 1, 104 nos genera degustamus, non bibliotecas excutimus, “nosotros probamos los

géneros, no examinamos bibliotecas.”

El carácter mixto y compuesto de la estructura de la revisión quintiliana confirma tanto la

larga duración del prestigio como la de la operación de cánones cerrados y restringidos,

tanto de dinamismo como de fluidez con el cual las listas de autores relevantes pueden

extenderse y variar en diferentes edades y diferentes autores y en relación con diferentes

funciones y propósitos.
La palabra canon, es un término griego que solamente se usó en la literatura eclesiástica

(Eusebio de Cesarea, padre de la historia de la Iglesia) para indicar los libros aceptados

como auténticos e inspirados por Dios.

El término se utilizó por primera vez en 1768 por Ruhnken para referirse a las listas de

los gramáticos alejandrinos. Pero sugiere una estabilidad y rigidez normativa que en

realidad esas listas nunca tuvieron (Historia critica oratorum Graecorum : Itaque ex magna

oratorum copia tanquam in canonem decem dumtaxat retulerunt: Antiphontem,

Andocidem, Lysiam, Isocratem, Isaeum, Aeschinem, Lycurgum, Demosthenem,

Hyperidem, Dinarchum).

Ambigüedad de la palabra “clásico”

La ambigüedad de este concepto viene dada porque la palabra tiene un significado

axiológico, para el cual "clásico" es el trabajo reconocido como excelente y un significado

tipológico, para el que "clásico" es el trabajo que tiene ciertas características formales y de

contenido que se oponen a un trabajo que puede ser calificado de barroco o manierista.

Pero estas características (equilibrio, armonía, compostura, naturalidad, racionalidad, etc.)

son discutibles y mutables con el tiempo, lo mismo que la atribución de excelencia a una

obra.

El término “clásico” en la literatura latina

El único testimonio antiguo del término classicus con significado similar al moderno se

encuentra en un pasaje muy famoso de Gelio, quien lo atribuye a Frontón cuando califica de

clásicos a los escritores del pasado que constituyen autoridad en términos de usos

lingüísticos:

Gell. XIX 8, 15: quaerite, an “quadrigam” et “harenas” dixerit e cohorte illa dumtaxat

antiquiore vel oratorum aliquis vel poetarum, id est classicus adsiduusque aliquis scriptor,

non proletarius (“Investigad si ‘cuádriga’ (quadriga usada en singular) y ‘harenas’ (harena

usada en plural) se dijera en aquella cohorte/grupo más antiguo ya de ciertos oradores ya

de poetas, es decir un cierto clásico y contribuyente escritor, no proletario”).


Pero parece ser que este término en la época tiene un significado metafórico: la

referencia es a la división del cuerpo de ciudadanos en clases por censo, y el autor de la

escritura es classicus si es tan autorizado como los ciudadanos de las clases relevantes para

el censo, o, más probablemente, como son los ciudadanos de la clase de riqueza más alta,

como otro pasaje de Gelio nos testifica:

VI, 13, 1: “Classici” dicebantur non omnes, qui in quinque classibus erant, sed primae

tantum classis homines, qui centum et viginti quinque milia aeris ampliusve censi

erant.(“Se decía ‘clásicos’ no a todos los que estaban en las cinco clases, sino a los hombres

de la primera clase, que tenían ciento veinticinco mil ases o más de patrimonio”).

Un autor clásico se opone a uno proletario, como fiable y autorizado, como alguien de

esa clase social. Este término también aparece en Paulo, Festo 56 (gramático del siglo II) con

la expresión testis classicus para indicar un testigo confiable.

Pero después se encuentra como concepto de "clase social" referido a escritores o artistas

en Cicerón, Acad. II 73, que define desdeñosamente quintae clasis ("de quinto orden", con

referencia a la más baja de las clases del censo) a Cleantes, Crisipo y otros filósofos más

recientes (estoicos) que contrastan con la dignidad superior de Demócrito.

Classicus reaparece en este sentido en los textos del Renacimiento: el más antiguo

reportado está en Melanchthon (reformador religioso y erudito alemán), en la Carta de

dedicatoria de una edición de un folleto de Plutarco, fechada hacia abril de 1519. Como se

sabe, la primera certificación en los idiomas modernos está en francés, en Arte poética (1548)

de Thomas Sébillet (Traductor, ensayista y poeta neoplatónico) donde el término se refiere a

dos "clásicos" de la Edad Media: Alain Chartier y Jean de Meung.

Por eso es probable que el término haya renacido en la época humanística a partir del

significado metafórico de Frontón y luego se haya lexicalizado.

De todas maneras, tanto Gelio como Frontón, tenían en mente un conjunto de escritores

de alto nivel cuando hablaban de clásicos, parecido al significado axiológico actual (de

prestigio). Sin embargo, no se sabe con certeza si son reconocidos por su creatividad sino

más bien porque son autoridad lingüística o lexical. Además de que para ellos esa selección

de autores era antigua, arcaica (antiquore cohorte), que para ellos eran los de época augustal.
¿Qué conforma lo clásico? La  de Aristóteles

Pero la cuestión terminológica no es tan importante como la sustancial, el por qué algo es

clásico. Las listas empezaron con los gramáticos alejandrinos y siguieron con Quintiliano.

Los escritores latinos a menudo eligen un género y una modalidad, expresan la intención

consciente de tener éxito en ocupar un espacio todavía vacío, o no cubierto dignamente, en

un canon ideal de excelencia literaria romana correspondiente a la de excelencia literaria

griega.

Estas listas de autores griegos, y luego romanos han evolucionado más o menos

profundamente con el tiempo, se han expandido a diferentes autores o excluyeron autores

previamente admitidos.

La motivación del canon puede tener propósitos editoriales, de lectura y escolares. Por

lo tanto requiere la definición de prioridades, pero no necesariamente el establecimiento

de listas restringidas y cerradas.

El tema de las listas cerradas tiene que ver con claramente dominar una vasta tradición y

varía, identificando puntos de referencia bien reconocibles y por lo tanto reducido a series

cortas de una extensión dada, que aparece al mismo tiempo memorable y no casual.

En la elaboración de estas listas puede entreverse el concepto aristotélico según el cual

un género tiene una naturaleza propia (, que a partir de un inicio embrional, se

desarrolla un proceso de maduración hasta llegar a un fin () que es la realización

plena de tal naturaleza, la realización de toda la potencialidad del género.

La crítica helenística, fuertemente influenciada por Aristóteles, consideraba entonces que

solo cuando un género había desarrollado las formas adecuadas a su naturaleza, se hace

posible para los autores que son capaces de hacerlo, que produzcan obras perfectas en ese

género. A su vez esto fue un estímulo fructífero para una profunda innovación artística, es

decir, un requisito previo para nuevos experimentos y nuevos logros expresivos.

En cuanto al sentido axiológico del concepto de clásico, son autores incluidos en el

"canon” porque han producido las concretizaciones más emblemáticas de la naturaleza de

cada género literario.


Horacio retoma a Aristóteles quien ve una conexión intrínseca entre la perfección

artística y ciertos rasgos muy tipológicos-formales generales que deriva de la analogía

con esa naturaleza de la cual el arte tenía que ser imitación (mímesis).

En estas obras, ya reconocidas como excelentes, trató de identificar las razones internas

de la excelencia, y mantuvo para encontrarlos algunos principios de unidad, de conexión

racional de las partes, de organicidad aplicándoles una grilla interpretativa. Es decir se

une el valor artístico a una cierta tipología formal en la que se revaloriza el pasado y lo

contemporáneo, rechazando lo intermedio, en este caso la producción helenística. Es, de

hecho, el comienzo antiguo del clasicismo moderno, como por ejemplo el tema del

asianismo vs aticismo de la retórica en Dioniso de Halicarnaso (historiador augustal).

OLD
classĭcus , a, um, adj. classis,
I.of or belonging to a classis.
I. To a class or division of the Roman people; only transf., belonging to the first class, of the highest class:
classici dicebantur non omnes qui in quinque classibus erant, sed primi tantum classis homines (opp. classem,
infra), Cat. ap. Gell. 6 ($3), 13, 1; cf. Paul. ex Fest. p. 113, 12: “testes classici,” id. ib. p. 56, 15.—
B. Trop., of the highest rank, classical, superior, standard:
“classicusadsiduusque aliquis scriptor, non proletarius,” Gell. 19, 8, 15.—
C. Subst.: classĭcus , i, m., he that summons the classes of citizens to the Comitia: in Arce classicus oanat tum
circumque moeros, Comment. ap. Varr. L. L. 6, § 92 Müll.—
II. To the military and naval forces (v. infra; and cf. classis, I. B.), but in use only in the sense of or belonging
to the fleet: “classicos milites,” Liv. 21, 61, 2; 26, 48, 12: “bella,” naval, Prop. 2, 1, 28: “certamen,” Vell. 2,
85, 2: “corona = navalis,” id. 2, 81, 2.—Hence,
B. Subst.
1. classĭcum , i, n., a field or battle-signal upon the trumpet: “classicum cecinit,” Liv. 28, 27, 15:
“classicum canere jubet,” Tac. A. 2, 32; cf.: “classicum cani jubet,” Caes. B. C. 3, 82:
“classico adcontionem convocat,” Liv. 7, 36, 9: “cum silentium classicofecisset,” id. 2, 45, 12:
“classica sonant,” Verg. A. 7, 637: “nequeexcitatur classico miles truci,” Hor. Epod. 2, 5; Suet. Caes.
32; id. Vit. 11; Quint. 2, 11, 4; Luc. 4, 186 al.—
“Since only the leadercommanded it to be given: classicum praetorium (al. praeconium),”Prop. 3 (4), 3,
41. cf. Caes. l. l.; Liv. 28, 27, 15; Veg. Mil. 2, 22.—
2. Meton., the war-trumpet: “necdum etiam audierant inflariclassica,” Verg. G. 2, 539; Tib. 1, 1, 4. —
3. Subst.: classĭci , ōrum, m., marines, Tac. H. 1, 36; 2, 11; 2, 17; 2, 22; 2, 67; 3, 55.—
Also mariners, seamen, Curt. 4, 3, 18.

cănon , ŏnis, m. (acc. canona, Plin. 34, 8, 19, § 55;


I.acc. plur. canonas, Aus. Ep. 136; in Cic. Fam. 16, 17, 1, used as a Greek word), = κανών [κάννα, κάνη, a
reed, cane].
I. A marking or measuring line; hence, a rule, canon, model (cf. Lidd. and Scott, under κανών).—
II. Esp.
A. A wooden channel in hydraulic instruments, Vitr. 10, 13 Rod.—
B. Under the emperors, an annual tribute, established by law, in grain, gold, silver, clothing, etc., Spart. Sev.
8; Lampr. Elag. 27.—
C. In eccl. Lat., a catalogue of sacred writings, as admitted by the rule, the Canon, Aug. Doctr. Christ. 2,
8; Hier. Prol. Gal. Aug. Civ. 17, 24; 18, 38; cf. Isid. Orig. 6, 15 and 16.—
D. Also in late Lat., from their shape, in plur.: cănŏnes , um, cannon: et illic figere gunnas suas, quas Galli
canones vocant, quibus validius villam infestare posset, Thom. Walsingham in Henry V. p. 398.

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