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Un dantesco apagón de más de cien horas a escala nacional, aparte de ser algo
inaudito a estas alturas de la historia, se ha tornado en un escenario inédito para
el país surreal que ya estamos acostumbrados a sufrir a diario. Se trata de navegar
durante días entre lo trágico y lo patético.
Pudimos observar y conocer durante esas largas horas sin energía eléctrica una
cantidad impresionante de estampas de todo tipo. PASIVIDAD IMPOTENTE. Por
una parte, todo un pueblo postrado en la impotencia y en la furia reprimida, sin
capacidad de reacción y de reconducción de ese potencial atómico emocional.
Liderazgos lejanos y marchas masivas sirvieron para drenar algo ese Orinoco de
dolor.
DOLOR DESGARRADOR. Hospitales y centros de salud colapsados e inservibles
que se convirtieron en morgues ampliadas, debido al indetenible número de
fallecidos, por causa directa o indirecta de la carencia eléctrica para equipos y
servicios. En los barrios, hogares que vieron perecer a ancianos y enfermos
postrados, debido al calor insoportable y la deshidratación crónica. Padres de
familias desesperados buscando aquí y allá un medicamento para sus niños o agua
potable o leña para preparar algo de comida. Cantidades devastadoras de pérdidas
materiales en alimentos y bienes de todo tipo, ya que la electricidad desde hace
siglos se ha convertido en un aliado imprescindible del bienestar social.
Procesiones continuas, de kilómetros de gente pobre y menos pobre, hacia las
quebradas cercanas y hacia los pocos puntos de toma de agua. La carencia del vital
líquido hacía más desesperante la desolación.
Hogares enteros sumidos en tristeza, ocio y pasividad, al no tener otra opción que
matar el tiempo en taburetes colocados en las aceras y hablando de cuanta
ocurrencia pudiera venir en mente. Y así otros intentando salvar lo poco que les
quedaba en los refrigeradores y neveras. Colas interminables para repostar
gasolina, comprar hielo, recargar botellones o para conseguir un punto del vecino
cercano que disponía de alguna planta eléctrica.
EL CORAZÓN NOBLE Y SOLIDARIO DEL VENEZOLANO. Hubo los bien situados que
con su dinero lograron hacerse su “isla de tranquilidad” en algún hotel o refugio
para el caso.. También los indolentes, e incluso los buitres que se aprovecharon
sádicamente de la situación, convirtiendo en pérfido negocio la necesidad más
crítica de la gente: cobrando exageraciones por el agua potable, por recargar un
celular o por vender un producto. No les permitirá la conciencia disfrutar de ese
lucro extraído del dolor del prójimo.
Pero junto a esto vimos personas moviendo su mejor sentimiento de solidaridad
para auxiliar con transporte, alimentos, combustible o agua a los más vulnerables,
sean ancianos, mujeres o niños. Comerciantes que prefirieron regalar todo antes
que dejarlo perder, profesionales de la salud desvelándose a favor de pacientes
muy delicados. Iglesias llenas a pesar de las adversidades, intentando aliviar el
hambre y la sed en las barriadas más golpeadas, familias enteras orando y
compartiendo afecto e historias en medio de la oscurana, niños recreándose con lo
´mínimo y jóvenes desconectados de las pantallas intentando reiniciar el hábito de
la cercanía personal a los suyos.
Y así mil momentos más dentro de una sola tragi-película social. Fue un doloroso
retorno a las cavernas en pleno siglo XXI.
Algunos aprendizajes…
1. La increíble trascendencia malévola de un solo hombre y sus secuaces al
querer imponer, con obstinación criminal, un modelo fracasado y destructivo
que ha alcanzado proporciones genocidas indiscutibles.
2. ¡Nunca más los mesianismos populistas y las ofertas emocionales y simplistas
de felicidad! Socialismos, sectas y movimientos seudo-religiosos pecan del
mismo patrón de engaño y frustración.
3. La impresionante resistencia de todo un pueblo, capaz de sufrir las peores
calamidades con un sentimiento combinado de estoicismo admirable y de
masoquismo estéril y sin sentido. Estaban dadas las condiciones para una
reacción social contudente, pero apenas hubo escaramuzas sin mayores
efectos.
4. Estas horas en las que hemos estado sumergidos en un episodio inédito de
subdesarrollo e impotencia, nos vuelven a plantear lo frágil que somos, lo
dependiente que nos hemos hecho al bienestar y al facilismo, lo irritable que
nos volvemos cuando perdemos nuestra zona de confort y lo salvaje que
somos ante el malestar del otro, si no conservamos fuertes reservas de
humanidad y espiritualidad. Hemos de retornar a lo esencial
permanentemente y garantizarlo, pase lo que pase. Un saludable desapego
nos puede hacer más recios para esas inesperadas circunstancias que la vida y
los hombres nos acarrean.
5. Es hora, por tanto, de volver a leer, “bajo la luz de esta oscuridad”, la Palabra
de Dios cuando nos dice “Nos queda poco tiempo. Por lo tanto, los que están
de luto como si estuvieran de fiesta, y los que están de fiesta como si
estuvieran de luto; los que compran deben vivir como si nada fuera suyo, y los
que están usando de este mundo debe vivir como si no estuvieran sacando
provecho de él, porque este mundo que vemos ha de terminar.” 1 Co 7, 29-31
@pwilfredoleonv
Sin desperdicio.... Nancy Colmenares. La primera esposa de Chávez en su nativa
Barinas, es la madre de sus tres primeros hijos, Rosa Virginia, María Gabriela y
Hugo Rafael. Al igual que Chávez, se crió en el ambiente humilde de Barinitas, la
localidad de los llanos venezolanos de donde es originaria la familia Chávez.
Maestra de educación primaria, Colmenares mantuvo una relación inestable con el
militar que terminó por colapsar a mediados de los años 90, poco tiempo después
que Chávez liderara el golpe de Estado contra el presidente Carlos Andrés Pérez, el
4 de febrero de 1992.
Pero llegó tu turno, los plazos se acaban, el término de tu contrato llega a su fin, tu
“ciclo vital” se apaga poco a poco y no de la mejor manera; probablemente
morirás en una cama, rodeado de tu familia, asustada, porque va a tener que
rendir cuentas una vez que des tu último aliento, te vas de esta vida lleno de
angustia y de miedo, allí van a estar los curas a quienes perseguiste e insultaste,
los representantes de esa Iglesia que ultrajaste a placer, claro que te van a dar la
extremaunción y los santos óleos, no una, sino muchas veces, pero tú y ellos saben
que no servirá de nada, es solo para calmar el pánico que hace presa a tu alma
ante el momento que todo lo define.
Dime si en este momento, antes de que te apliquen una nueva inyección para
calmar los dolores insoportables que padeces, vale la pena que me digas que no te
pueden quitar lo bailado, ¡ah! los viajes por el mundo, los maravillosos palacios
que te recibieron, las paradas militares en tu honor, las limousines, los títulos
honorarios, los pisos de los hoteles cinco estrellas, las fastuosas cenas de Estado…
dime ahora que vomitas la papilla de auyama que te tratan de dar las enfermeras,
si era de eso de lo que se trataba la vida, pues ese brillo y el oropel ya no están
entre los monitores y máquinas de resucitamiento que te rodean, esas marchas y
aplausos ahora son tonos y alarmas de sensores que regulan tus signos vitales que
se hacen más débiles.
Tengo la leve impresión que ahora sabes que te equivocaste, creíste en un cuento
de camino y te creíste revolucionario, y por ser revolucionario… inmortal,
convocaste a tu lado a los muertos, a tus héroes, a esos fantasmas que también
creíste con vida, a Bolívar, al Che, a Fidel, al Marx que nunca conociste y que
recomendabas su lectura… el andar con muertos te llevó a la magia y a los
babalaos, te metiste a jurungar tumbas, y a ofrendarle a una corte de demonios y
malos espíritus que ahora te acompañan… ¿Sientes su presencia en el cuarto?
Vienen a cobrar, a recoger lo único que tenía valor en tu vida y que tan malamente
apostaste por la oscuridad y el mal, tu alma.
Bueno, me despido, solo quería que supieras que pasarás a la historia como un
traidor y un cobarde, que no rectificaste cuando pudiste, te dejaste llevar por tu
soberbia, por tus ideales, por tu ideología renunciando a los más preciado, a tu
libertad y a la libertad de los otros, y la libertad nos hace humanos.