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TEXTOS PUENTE

LA DIFICIL TAREA DE SER JOVEN – BLEICHMAR (14+ años)

La juventud no remite a una simple cuestión cronológica, si bien se define en el


marco de esa etapa de la vida que está entre la adolescencia y algo posterior. En su
definición siempre se hace alusión a la energía, vigor, frescura, que constituyen sus rasgos
principales. Por eso “juventud” alude inevitablemente a la posibilidad de goce y futuro.
“peder la juventud” puede ser tanto del orden del desaprovechamiento del tiempo de
construcción de una perspectiva de vida como la ausencia de placer de los aspectos lúdicos
que la acompañan.

No es absurdo preguntarse cuánto de juventud atraviesa esta etapa de quienes hoy


tienen en la Argentina la edad que se supone su ejercicio, su apropiación, su disfrute,
reducidos a la inmediatez de la búsqueda de trabajo o inmersos en una vida universitaria
cada vez más costosa desde el punto de vista moral y económico, nada garantiza que el
tiempo permita el devenir de algo que culmine o dé curso a una perspectiva de avance.
Tampoco hay garantías de que los tiempos que vienen se constituyan realmente en futuro.

El éxodo que está en el horizonte mítico de toda la sociedad argentina no es sólo un


síntoma de la ausencia de salida, sino del abandono de su búsqueda. El proceso de
desidentificación se acelera, y el sentimiento de pérdida de referentes abarca a todos los
grupos, sean sociales o generacionales.

Llegó la hora de la liquidación de la juventud: ausencia de perspectivas post-


universitarias; jornadas de 14 y 15 horas de trabajo que no dejan margen ni para el café con
los amigos, ni para la vida social que llenaba antes las horas del ocio productivo en las
cuales se complementa la formación de un joven, para aquellos que aún tienen trabajo
actual o futuro. Y el resto que se pudra entre tetrabrik y la deambulación marginal.

Conocemos los dos grandes peligros que acechan al psiquismo en situaciones como
la presente: la pérdida de investimientos ligadores al semejante, que dejan al sujeto
sometido al vacío. Y la desidentificación de sus propios ideales.
Es desde este lugar que podemos, tal vez, contribuir junto a otros a recuperar el
concepto de “joven”, no ya como una categoría cronológica, ni por supuesto biológica, sino
como ese espacio psíquico en el cual el tiempo deviene proyectos, y los sueños se tornan
trasfondo necesario del mismo.

Práctico
Habla de la problemática del universo caótico donde no hay futuro (Argentina).
Incidencia de la sociedad y la problemática social ligada a la forma en que el
adolescente construye su subjetividad.
Juventud  tiene que ver con proyectos, con futuro, dar significado a las
situaciones.
Se necesita tiempo, capacidad de pensar.
CRISIS DE ADOLESCENCIA Y ESCOLARIDAD – CORDIE

“Crisis” sugiere una ruptura del equilibrio. Cierto equilibrio se instala tras la crisis
edípica; el niño ingresa en la latencia, período en el que se construye una imagen propia a
partir de elecciones identificatorias referidas a los ideales familiares o colectivos. Cierta
represión sufre los conflictos edípicos, que podrán resurgir mucho más violentamente en la
adolescencia.
En la primera crisis edípica, lo problemático es fundamentalmente el trabajo de
separación con la madre. Cuando el vínculo es demasiado fuerte, el deseo de aprender
puede resultar letra muerta, las operaciones mentales se bloquean, y se detienen los
procesos cognitivos: a esto le llamamos inhibición intelectual. Esta inhibición no es otra
cosa que la manifestación visible de una falla en la subjetivación.
Con ello queremos decir que el trabajo de simbolización no comienza en este
período; para que el sujeto se amolde a su nueva condición es preciso que la problemática
fálica esté instalada, que la metáfora paterna haya operado desde siempre y que la primera
crisis edípica se haya resuelto.

Las paradojas de la comunicación

La incomprensión y la ausencia de comunicación son los discursos proferidos sobre


la adolescencia. Conservar el contacto, hablar, mostrar que uno sigue ahí, si, pero esperar
confidencias, no. Y hay para esto buenas razones.
El adolescente ya no ve a sus padres con mirada de niño, el padre idealizado de la
primera infancia ha caído de su pedestal y el muchacho discute su poder. El adolescente
necesita tener frente a sí un adulto sólido capaz de soportar el choque de la oposición, un
hombre con el que pueda enfrentarse, medirse, en quien encuentre rasgos con los que
procurará identificarse o, por el contrario, que le promoverán una negativa a la
identificación.
La revuelta edípica brota y se robustece a causa de la madurez sexual,
convirtiéndose el joven en un rival en potencia. Esta problemática edípica puede vivirse en
un enfrentamiento real, con agresividad y rebeldía, pero el conflicto también puede ser
interiorizado y hallar su expresión en el síntoma neurótico, especialmente a través de la
inhibición intelectual y del fracaso. La niña va a “provocar” al padre en el estilo de la
seducción o de la agresión. Al padre le corresponde significar de nuevo la prohibición del
incesto, pero manifestando siempre la atención y ternura. Cuando es la propia hija quien
debe marcar los límites del acercamiento, la resolución edípica se verá perturbada. De lo
que podrán derivar consecuencias nefastas para su vida amorosa ulterior. La sexualidad
femenina tiene sus raíces en el amor o en la detestación del padre vía la posición materna.
Volviendo al varón, la madre es mirada como una mujer deseable, lo cual complica
la relación con ella: cualquier manifestación de cariño demasiado enfática, cualquier
conversación demasiado íntima se vuelve peligrosa, de ahí las muestras de frialdad y
retraimiento.
El adolescente necesita sentir cerca de adultos atentos, amantes, pero no intrusivos.
Para los jóvenes no hay nada peor que ver a sus padres cambiando de opiniones, de
conducta, perdiendo sus convicciones ante la presión de sus hijos grandes, pasando por
ejemplo, de una extrema rigidez a una permisividad incomprensible.
Las paradojas puberales: el cuerpo

El adolescente busca conquistar su autonomía, construir su libertad; intenta


abandonar su dependencia afectiva hacia los personajes edípicos. Ahora bien, teme
exponerse a una nueva dependencia afectiva en el mismo momento en que se procura
desembarazarse de los vínculos parentales.

Las manifestaciones de la crisis


- La depresión
El adolescente no expresa directamente su desasosiego, le faltan las palabras, no
comprende el sentido de su malestar. A esta edad las tentativas de suicidio son frecuentes.
Luego, cuando los adolescentes tratan de explicar su acción, mencionan las dificultades que
a que hemos aludido: angustia respecto de un cuerpo vivido como extraño, malestar que
puede llegar al sentimiento de despersonalización. La tentativa de suicidio no siempre
significa una búsqueda de la muerte sino que aparece más como un deseo de ruptura y de
renacimiento: “acabar con la vida para vivir otr”.
Muchos hacen de este acto una llamada al Otro.
Ciertas tentativas de suicidio parecen tener para el joven un efecto liberador.

- Consumo de droga
El paso a las drogas duras es signo de una renuncia a luchar por la vida, de un
desasosiego insuperable; suele marcar la entrada en la psicosis; el sujeto se tambalea, el
objeto tóxico neutraliza la falta, restituye la ilusión de una completad absoluta y disipa de
ese modo la angustia de desestructuración psicótica.

- Las conductas de riesgo


El adolescente es aficionado a este tipo de prácticas: pueden ser relaciones sexuales
no protegidas, con riesgos de embarazo en la muchacha y de contagio del sida. También
están las conductas de desafío a la muerte deportes peligrosos, inobservancia de las reglas
de conducción automovilística o de motocicletas.
Cuando el sujeto triunfa en pruebas que se impone a sí mismo, cree adquirir de este
modo el derecho a la existencia.
Haber superado la prueba, haberle ganado a la muerte puede significar que se ha
pagado la deuda, que se ha triunfado, que no se le debe nada a nadie. Detrás de estas
conductas hallamos con frecuencia un fantasma de autoengendramiento.

- La violencia
Ella envenena la vida familiar y la vida escolar. Cuando el adulto la siente como una
agresión personal, recurre él también a la violencia: se asiste entonces a un enfrentamiento
imaginario, al juego de quién será más fuerte.
Generado este enfrentamiento, ambos se colocan en un pie de igualdad y la relación
pedagógica se desvirtúa.

- Crisis existencial
El joven vive una situación de urgencia, de hallar para sí una nueva manera de ser,
pero sin separarse de lo que fue él hasta entonces. Si el sujeto no puede recuperar sus
basamentos, buscará escapatorias para su malestar en objetos sustitutos: drogas o acciones a
repetición (juegos, conductas de riesgo, etc) que moderen una angustia ligada a la falta.
¿Por qué ciertos jóvenes no conocen estas dificultades? Porque para ellos, la ruptura
y los cambios se cumplen a partir de bases sólidas; desde la más tierna edad adquirieron
una capacidad de simbolización y de sublimación que les permite integrar nuevas
elecciones identificatorias: se trata de un sujeto bien constituido. A la inversa, una
fragilidad del sujeto que muchas veces no ha sido exteriorizada puede revelarse en forma de
desencadenamiento psicótico o de una grave descompensación neurótica.

La ruptura escolar

Para comprender el sentido de ciertas dificultades escolares surgidas a esta edad.


Esta falta de interés por los estudios puede desembocar en depreciación de si, depresión,
exclusión, etc, que intensifican el desaliento y el fracaso.
Preso del malestar que hemos descripto, el adolescente puede descuidar el trabajo
intelectual, desinteresarse de él por un tiempo. Absorbido por sus transformaciones
corporales, por sus amores y sus conflictos con la familia, las enseñanzas del programa de
estudios pueden parecerle ajenas e insignificantes. Nuevos polos de interés surgen como
ciertos grupos musicales, búsquedas vestimentarias.
El deseo de saber, las ganas de aprender y, de manera más general, todas las
actividades del espíritu, implican el renunciamiento a la satisfacción inmediata, la meta
pulsional se desplaza: se habla entonces de sublimación. Este proceso puede verse
impedido por razones diversas, en consecuencia de una falla simbólica en la estructuración
de sujeto, pero puede resultar también de un predominio de la pulsión durante la crisis de
adolescencia.
Una vez pasada la crisis, el adolescente recupera el equilibrio.
Puede ser también que la crisis se prolongue y que las conductas desviadas se
coagulen: trastornos caracteriales, toxicomanías, por ejemplo. En estos casos podemos
pensar que ha habido cristalización de un malestar más profundo hasta entonces
inadvertido.

- Descompensación psicotica
Un niño puede tener estructura psicótica sin que se note. Lo que él hace ver es una
construcción yoica que puede ser una copia exacta del modelo parental. El se sostiene de
estas identificaciones.

- El fracaso-síntoma en la adolescencia
Fracaso debido a una inhibición neurótica, al que llamamos Fracaso-Síntoma. El
síntoma es la expresión de un conflicto psíquico que el sujeto ignora, y la inhibición
intelectual constituye una de sus formas. Freud indica tres causas posibles de la inhibición:
evitar el conflicto con el ello (las pulsiones), el autocastigo (el superyo) y la patología de
duelo.
En la adolescencia prevalecen sobre todo los conflictos vinculados con las
identificaciones superyoicas (yo ideal, ideal del yo)
La inhibición intelectual es una detencion de las operaciones mentales. Se trata casi
siempre de un conflicto identificatorio con las imagos parentales, especialmente con la
imagen del padre.
La rivalidad edipica y la competencia con el padre, estimulantes en la mayoría de
los casos, pueden volverse también inhibitorias.
Ciertos padres depositan en el éxito de sus hijos la esperanza en una revancha sobre
el fracaso de sus propias vidas. Puede derivar de ello, en el joven, un rechazo brutal de esta
sujeción y una ruptura de todo interes intelectual y de cualquier aspiracion al éxito.
En el momento de asumir sus elecciones de vida, cuando debe subjetivar su deseo,
el sujeto se topa con una prohibición ligada a la culpabilidad del superyo y reprime su
deseo, utilizando un proceso icc, la inhibición.

Papel de los adultos en la crisis de adolescencia

Los padres de adolescentes en crisis suelen atravesar ellos mismos un mal trance.
La sexualidad naciente de los chicos crea una especie de despertar en los padres, a
lo que suceden en ocasiones relaciones extraconyugales con partenaires más jóvenes.
Ciertas madres que sacrificaron su vida para ocuparse de su familia se sienten frustradas y
se deprimen ante lo que viven como un abandono.
Los abuelos toman partido en el enfrentamiento de sus hijos y nietos. Los padres se
ve tironeados entre su posición de hijos respetuosos (o rebeldes) y su papel de padres
responsables, con unos retoños que no dejan de acusar los golpes en los conflictos de las
generaciones que los preceden. La tierna complicidad que anudan con sus abuelos es a
menudo un elemento positivo para la resolucion de la crisis.
El sintoma del adolescente puede ser una respuesta en lo real a un fantasma
fundamental de la pareja o uno de los progenitores.

DEL PICTOGRAMA AL PENTAGRAMA – CORDOVA

Gutton, dirá que lo puberal crea los materiales sobre los que trabaja lo adolescente.
Lo puberal es la presencia ardiente de la sexualidad genital que activa la interpretación a
pres-coup de la sexualidad infantil, creando representaciones incestuosas y fantasmas de
seducción.
Con la llegada de la pubertad, el cuerpo genital-puberal, seduce al cuerpo todavía
niño. Lo puberal habita en el centro de los procesos adolescentes.
Lo puberal genera el exceso de sensualidad que infiltra al adolescente, mientras que
lo adolescente enternece ese plus, lo apacigua.
El adolescente tendrá que dejar algo se si en el camino; en principio el cuerpo
infantil. Abandonar los restos del yo ideal y sus objetos amorosos, y poner gradualmente en
funciones al ideal del yo como guía.
Se juega siempre un proceso dialéctico entre la fuerza fusionante de lo puberal y los
trabajos separadores de lo adolescente. Lo puberal activa el Edipo genital, lo adolescente
permite su elaboración.

Lo originario puberal en su expresión mas tajante


“Durante los procesos de la pubertad, se afirma el primado de las zonas genitales y
en el varón, el ímpetu del miembro erecto remite imperiosamente a la nueva meta sexual:
penetrar una cavidad del cuerpo que excite la zona genital. Al mismo tiempo, desde el lado
psíquico, se consuma el hallazgo del objeto”.
Freud plantea una simultaneidad entre la aparición de los procesos de excitación
sexual genital y el trabajo psíquico del hallazgo del objeto. Sabemos ahora que hay un largo
recorrido y un tiempo que Grassi denomina entretiempo de la sexuacion, para arribar en el
mejor de los casos a ese hallazgo.
Freud no avanza demasiado, se detiene en la idea de un reencuentro.
Queremos retomar la frase de Freud, “luego de superado el periodo de latencia se
reestablece la relación originaria” para señalar que esta afirmación nos conduce al territorio
de lo originario-puberal deslindado por Gutton.
Recordaremos que lo puberal es inundación, saturación sexual genital incestuosa.
Pulsa por el retorno a la unidad narcisista originaria (puberal), el narcisismo originario entre
madre y lactante. La pubertad, trauma narcisista por excelencia, derrumbe de la
omnipotencia infantil, ofrece al mismo tiempo una solución sexual para su curación. La
solución positiva a lograr es el hallazgo de un compañero genital cooperativo, de un estado
amoroso compartido.
En los primeros tiempos, lo puberal por lo originario es empuje a la búsqueda del
genital complementario, en relación con el genital del otro sexo. Pene y vagina, son ahora
tan fusionalmente complementarios como otrora lo fueran la boca y el pecho. Son tratados
inicialmente como objetos parciales.
Por el supuesto de la complementariedad de los sexos y la búsqueda del
reestablecimiento de la unidad narcisista originaria, ahora puberal, es preciso que la figura
paternal no se presente seductora e inadecuadamente solicita con el hijo/a. En este caso
dificultaría el desasimiento y la exploración de un afuera que demarque un recorrido
pulsional suficientemente alejado.
El descubrimiento del coito es una conocimiento ligado a lo nuevo y lo esta
inscribiendo dese lo originario, como una experiencia placentera, en forma de pictograma
de fusión.
Lo puberal en su versión originaria, es una tendencia anti-separadora, búsqueda de
la repetición de toda experiencia de complementariedad. Lo adolescente, en cambio, es una
fuerza separadora, promueve la búsqueda de lo nuevo; es tendencia a la creatividad.

El adolescente va creando/hallando el objeto con elementos nuevos y retazos


insignificantes de objetos pertenecientes a su pasado, lo que Aulagnier denomina “fondo de
memoria”. El hallazgo, dirá Freud, se completa primero en la fantasía

LA CREACION DEL CUERPO ADOLESCENTE - CORDOVA

La constitución del cuerpo como integración psicosomática, como cuerpo


psíquico/erógeno, que denominaremos “corpsi”. El cuerpo en sus inicios es un soma. Y lo
seguiría siendo de no mediar su encuentro con el Otro, de no ser tocado. Por ese encuentro,
donde era el soma, un cuerpo ha de advenir.
El viviente advendrá la condición de infante a partir de ese encuentro humanizante
que configura lo que Laplanche denomina “situación antropológica fundamental”,
caracterizada por una simetría madre-hijo que deviene estructurante.
Lenguaje del Otro materno, quien con sus sonidos, olores, imágenes y texturas
corporales, su voz, etc. va trazando en ese cuerpo naciente una geografía erógena y
activando libidinalmente el cuerpo. La pulsión es convocada por la sexualidad icc de la
madre. Bleichmar sostiene que la madre sexualiza y da indicio al proceso de suaxuacion del
infans.
En este tiempo fundante que situaremos como los albores de lo originario, el corpsi,
se va constituyendo en el doble encuentro originante con el propio cuerpo y los procesos
psicosomáticos maternos. Las representaciones de lo originario van a materializarse por
medio de pictogramas, que van a inscribir la zona con el objeto complementario, ambos
fusionados, unidos. Por eso el infans va constituyendo su boca fusionada con el pecho.
La estabilidad de la constitución imaginaria del cuerpo estará dada por una sutura
simbólica, que proviene de la mirada y asentimiento del otro. En esa operación
estructurante devienen las identificaciones originantes del yo ideal (identificación
imaginaria) y del ideal del yo (identificación simbólica). No se trata aquí de la construcción
del cuerpo erógeno, ya iniciada, sino de un nuevo acto psíquico: la estructuración narcisista
que funda la imagen cohesionada del cuerpo y del yo como instancia corpórea.

La creación adolescente de cuerpo genital

Con la llegada de la pubertad, el cuerpo infantil se transforma abruptamente. El


cuerpo erógeno se genitaliza.
El cuerpo, otrora infantil y familiar, se transforma en un extraño heterogéneo para la
psique. El resultado de esta mutación es un cuerpo-soma de bordes sinuosos y cambiantes,
que impone un trabajo de familiarización.
El espejo, en tanto función del otro, permitirá una nueva Asunción del yo en el
orden imaginario de las transformaciones operadas en lo real del cuerpo. Entrelazar ese real
corporal con las dimensiones imaginaria y simbólica permitirá la asunción de una imagen
del cuerpo unificada y estable. El espejo, inicialmente corporizado por la mirada
significante materna, es ampliado luego por el juego de miradas familiares.
Llegada la pubertad, el grupo familiar debe ceder su supremacía y dar lugar a la
creación de otros grupos y otros espejos.
La función del espejo generacional adquiere entonces una importancia decisiva.
Este apuntala al adolescente en su proceso de desasimiento y des-identificación de lo
familiar, infantil y favorece la creación de ideales y modelos identificatorios de relevo.
Estos encuentros significantes con los otros tienen también la función de posibilitar
el trazado de un circuito pulsional intrsubjetivo, cuyo recorrido excede el propio cuerpo y el
cuerpo familiar. Este circuito facilita la operación de desinvestir genitalmente el cuerpo
incestuoso parental para poder desasirse de el, enlazando la pulsión a ese circuito que
favorece la socialización adolescente del excedente sensual puberal que inunda el
psiquismo.
El cuerpo propio genital, se ira creando en la adolescencia mediante las
inscripciones e identificaciones resultantes de los encuentros con el otro cuerpo y con el
cuerpo genital de los otros, en una dialéctica constitutiva del si mismo y la alteridad.
El nuevo cuerpo como resultante de encuentros y escrituras múltiples

La apropiación del cuerpo se da a partir del encuentro con nuevos cuerpos, también
en proceso de escritura de lo propio en el otro y por el otro; dado que lo propio no es sin la
otredad.
La vestimenta adolescente con sus marcas significantes generacionales tiene una
dimensión de envoltura corporal. El adolescente utiliza ropas viejas y gastadas, zapatillas
sucias y olorosas que representarían partes de su antiguo cuerpo niño yaciente en el cuerpo
adolescente.
El acopio de ropas en descomposición que caerán cuando finalice el proceso de
creación del nuevo cuerpo, podría ser el equivalente del acto de retener y de figurar el duelo
por las partes del cuerpo infantil perdido.

Lenguajes y escrituras del cuerpo

Durante el entretiempo de la sexuacion, el arduo trabajo de creación/apropiación del


cuerpo se expresa de diversos modos:
Conversiones:
Las transformaciones corporales propias de la adolescencia

Somatizaciones:
a- Con la llegada de a pubertad el cuerpo de la nenes se transforma parcialmente en un
nuevo soma,
b- El cuerpo es sede de trastornos corporales transitorios propios del crecimiento y que
demandan un trabajo psíquico de inscripción durante la adolescencia que
denominamos “in-corporación”.
c- Desencadenamiento de graves trastornos corporales que dan cuenta de un proceso
patológico.

El soma es el lugar de nacimiento y enraizamiento de lo psíquico, que al representar


el encuentro con el otro matero se engendra a si mismo y lo engendra como cuerpo
erógeno, en un proceso de filiación mutua mediado por lo simbólico.
El cuerpo es erógeno, es el cuerpo hecho de palabras y cuerpo de la palabra;
palabras que portan transmisiones provenientes de las generaciones precedentes.
El soma es en cambio, sustancia sin representación y a-histórica, no lleva aun la
marca de sucesivas filiaciones simbólicas.
El cuerpo es la inscripción de lo nuevo en continuidad con lo ya inscripto y
resignificado. Es la incorporación de la historia libidinal del sujeto y su genealogía.

Creación del “cuerpo propio”, alteraciones y alteridad

Cuando fracasan los procesos puberales y adolescentes se producen importantes


alteraciones; el cuerpo genital o sectores del mismo son rechazados y mudan
definitivamente a la condición de cuerpo extraño, de soma compuesto por agujeros y
órganos indescifrables para el sujeto que lo remiten a la dimensión fallida de una castración
que retorna. Entonces lo familiar se torna siniestro.
La estrategia del sujeto adolescente frente a estas perturbaciones se verificara en
intentos de atacar, suprimir o controlar el cuerpo vivido como perseguidor, mediante
ciertas mutilaciones, accidentes, conductas anoréxicas, y finalmente la tragedia del suicidio,
como intento extremo de desembarazarse del objeto incorporado (soma) que anida, sin
representación metabolizante, como una bestia informe cuya alteridad es inasimilable, en el
interior exterior de la psique.
Asumir la alteridad implica una posición ética ente el otro. Convivir como otro con
el otro equivale a convivir con el “propio cuerpo” como alteridad y convivir con la
alteridad de los otros cuerpos.
Hacer propio el cuerpo no significa avasallar su alteridad, ni borrar su resto de
amenidad. El cuerpo propio no nos exime de responsabilidades, cuidas, consideraciones, de
encuentros y placeres compartidos, de rechazos mutuos, etc.
Definitivamente el cuerpo propio es la narración escrita en la carne de los múltiples
encuentros con los otros.

SALUD Y TRANSICIONALIDAD – DUEK

Winnicott menciona que el individuo sano es el que se encuentra en el momento


adecuado de su desarrollo madurativo acorde a lo que se espera de su edad. Asimismo,
encontramos en su pensamiento, la idea acerca del logro de la realización personal basado
en el desarrollo emocional.
La salud consiste en la capacidad del individuo que en un medio moderadamente
adecuado y estable puede desarrollar un estilo personal de vivir, incluye el medioambiente
facilitador, “suficientemente bueno”.
Plantea que en el estado de necesidad primaria, la dependencia es absoluta y salud
implica adaptación activa de la madre y el medio ambiente.
El individuo sano es capaz de desplegar sus potencialidades, apto de sentir la
continuidad de su sentimiento de si, alcanzar la madurez y la autonomía. La tendencia a la
maduración forma parte de lo heredado pero que sólo es desplegada gracias al medio
suficientemente bueno.
Madurez para Winnicott es el gradual proceso de pasaje desde la dependencia
absoluta hacia la instalación del desarrollo emocional primitivo, el logro de la dependencia
relativa y el establecimiento gradual de la independencia, en la salud, se podría alcanzar
hacia el final de la adolescencia. Esta etapa es un “hacia la autonomía”, o sea al logro del
desasimiento de los progenitores. Independencia consiste en una interdependencia.
La inmadurez es característica de la pubertad y la adolescencia saludables, es un
rasgo que, sin embargo, la sociedad puede considerarla como enfermedad.
Algunas claves del pensamiento winnicottiano:
Integración: la experiencia emocional inicial revela la no integración y la amenaza de la
potencial desintegración. La integración se produce por la confluencia de los cuidados
infantiles hacia el bebé y de las experiencias instintivas que tienden a reunir a la persona
como un todo, partiendo desde dentro.
La personalización también se construye a partir de los cuidados maternos. Significa
que la persona de uno se halla en el propio cuerpo. Originariamente la psique habita el
soma, y se adquiere el esquema corporal personal, entonces podemos hablar de integración
psique-soma.
En la salud, la integración, la personalización junto con la apreciación del espacio y
del tiempo, o sea, la autocomprensión de que “el ser” se halla en un espacio y un tiempo
propio, tendrá como resultado un estado de unidad que será la organización del yo. El Yo es
el resultado de una secuencia de experiencias subjetivas del niño en relación al medio
circundante, encarnado en primera instancia por la madre y “la preocupación materna
primaria”. La capacidad de adaptación de la madre a las necesidades del lactante (madre
suficientemente buena) va cediendo gradual y proporcionalmente a la capacidad de
tolerancia a la frustración del lactante.
El trauma significa una ruptura en la continuidad de la existencia del individuo y
representa la falla materna.
Dado que el infante no posee la capacidad inicial para la adaptación, tal continuidad
existencial del ser debe ser aportada por el medio ambiente perfecto. Si existen fallos en la
provisión de medioambientales, la actividad de la mente se intensifica y complejiza su labor
pudiéndose transformar en un sistema cerrado. Tal condición lo torna incapaz de producir
cierta reorganización psíquica, reestructuración necesaria durante todo el proceso de
desarrollo emocional, incluyendo en el mismo el atravesamiento de lo puberal que jaquea al
yo. El sistema cerrado se organiza como defensa en tanto esconde al yo del encuentro
espontáneo con el ambiente. La mente es una autoprotección ante el potencial trauma que
amenaza dado que intenta tomar el más absoluto control del cuidado del psiquesoma.
El período de la pubertad a la adolescencia abarca un brutal empuje pulsional,
emocional, representacional y social, envuelve una fuerte amenaza para el sentimiento de
personalización y conlleva la puesta a prueba de la capacidad del sujeto para sostener la
continuidad del yo, impedir la ruptura traumática y hacer prevalecer la mismidad. Este
período de riesgo es también una segunda oportunidad de reprocesamiento psíquico,
fundamental en cuanto alo pulsional y lo vincular.
La salud se refiere a la vida interior y exterior integrada, ese sentimiento de ser-
sentir-hacer articulado constituye una orientación encaminada a la facilitación de la
posterior integración del adolescente al mundo social de los adultos. Por el contrario, el
proceso patológico, en la fase adolescente, implica la falsa madurez, el apartamiento de la
vida interior y la dificultad para recrearse en interaccion con el ambiente externo.
En tanto se completa el desarrollo emocional inicial y se logra la integración, es que
se organiza el yo y se comienzan a registrar experiencias no-yo y las primeras relaciones
con la realidad. Proceso de maduración que provee el sentimiento de sí.

El pasaje del principio de placer al principio de realidad (en freud), queda precisado
para Winnicott como el pasaje de la relación de objeto al uso del objeto. Este logro implica
una fase intermedia en la relación con el objeto en el que el niño intenta destruir el objeto.
El intento de destrucción desempeña un papel en la formación de la realidad porque ubica
al objeto fuera de la persona y adquiere, así, carácter de existencia y valor de uso.
El área de la intimidad, la relación con el mundo externo y la experiencia cultural
son las tres vidas de un individuo sano.

La transicionalidad

Habría en la salud, un fenómeno de ilusión, que es el momento en que el bebé crea


el objeto a medida de la satisfacción de su necesidad, pero este objeto debe ser presentado,
esto es el objeto subjetivo. Esta ya estaba ahí, primer acto de la creatividad del niño. Al
cesar la satisfacción de la necesidad, cesa simultáneamente la existencia del objeto: el
objeto subjetivo es inestable. El objeto está ahí pero existe la ilusión de haberlo creado.
La madre provee al bebé de la capacidad para la ilusión de que el pecho es suyo, en
este caso el bebé siente que el pecho fue creado por él.
En el pasaje del objeto subjetivo al objeto objetivo la exterioridad y la interioridad se
organizan y comienza a haber un territorio que es yo y otro que es no-yo.
En el pasaje del objeto subjetivo al objeto objetivo de la exterioridad y la
interioridad se organizan y comienza a haber un territorio que es yo y otro que es no-yo.
Comienza a registrar poco a poco, que puede comenzar a soportar la desilusión gracias que
la madre comienza a fallar y se abre, en la Salus, una zona de fenómenos transicionales. De
estos fenómenos adquiere gran importancia un objeto, el cual se trata como algo propio y
selo valora espcialmente.
El objeto transicional es una primer posesión, anterior a la total instauración a la
realidad.
La apertura a la zona de transicionalidad implica para el niño la pérdida de la omnipotencia
de la creación pura. En esa zona intermedia encuentra un objeto que es sostenido por un
objeto interno, y que pre-simboliza al objeto externo ansiado, o sea, la madre. La existencia
del objeto transicional le permite tolerar mejor la experiencia de la desilusión, este objeto
facilita el desasimiento y el procesamiento de la relación con el pecho materno.
Este objeto no es un objeto sustituto ligado solamente al apaciguamiento de la
ausencia materna. Constituye la primera posesión del niño no-yo y poco a poco se instituye
como precursor de la función simbólica de la psique.
El objeto transicional esta a mitad de camino entre el objeto subjetivo y el objeto
objetivo. La zona de la realidad interna, la del mundo externo y la transicional, se
interrelacionan: el objeto interno depende del contacto y la adaptación de la madre
suficientemente buena, a su vez, el objeto transicional depende que el objeto interno le
otorgue sentido y vida.
La fase inicial del objeto subjetivo (“creado”) alude a la madre suficientemente
buena. El niño comienza a rechazar al objeto y la madre oscila entre lo que el quiere
encontrar y ser ella misma. Se desarrolla la confianza de la madre en el campo de juego
intermedio. Luego, si todo va bien, se da la capacidad de jugar solo.

Podemos articular así, la gran trascendencia del haber accedido a la transicionalidad


para el atravesamiento de lo puberal-adolescente: el trabajo fundamental del “hallazgo-
construcción del objeto” requiere, de tal capacidad de juego.
“habitar” la transicionalidad posibilita habitar psíquicamente el cuerpo que cambia.
El sujeto, puede metabolizar lo desconocido del propio yo.
La otra gran labor del adolescente es el desasimiento de los padres, se encontrara
con el apuntalamiento en la adquisición del objeto transicional, que colaborara y
posibilitara el crear el relevo de la función materna y paterna o, en cambio, fallará si logra
construir meramente apenas un sustituto de las figuras parentales.
La existencia de lo transicional participa no solo en los orígenes de la formación
subjetiva, sino que permite incluir el sentimiento de confiabilidad tan importante en el
adolescente. Posibilita reeditar la rivalidad edipica revisitada en la pubertad. Da lugar a
imaginar la fantasía de asesinato del rival. Es condicion de encuentro con lo desconocido y
lo nuevo, lo altero del objeto que no le pertenece al yo.
LOS ADOLESCENTES SON EL ESPEJO DE LA SOCIEDAD – JEAMMET

- ¿Qué diferencia a un adolescente de hoy con uno de hace medio siglo?


La diferencia está en que hoy la violencia se ve, y hace medio siglo estaba bastante
escondida. Según los países, también hay menos respeto por el adulto por las cosas, por esta
sociedad que evidentemente tal como está no les gusta. La sociedad ha cambiado y los
adolescentes son su espejo. Los cambios en los adolescentes responden a cambios sociales.
- ¿Cuáles serían esos cambios sociales?
La sociedad hoy es mucho más liberal. En consecuencia los jóvenes tienen más
libertad, sobretodo en el plano de la sexualidad. En este aspecto, la sociedad de hoy no es
comparable ala de hace cuarenta años. Por otra parte, los padres ya no cuentan con aquellos
esquemas culturales con los que contaban hace medio siglo, sino que ahora no saben cuáles
son los límites, qué deben prohibir y qué no.
- ¿Sería algo positivo para el adolescente?
Cuanto menores son las prohibiciones, mayores las posibilidades de equivocarse.
Los conflictos con los padres han disminuido, pero han aumentado los conflictos del
adolescente consigo mismo, conflictos narcisistas. Esto viene a menudo acompañado de lo
que yo llamo depresividad.

- ¿Qué quiere decir depresión?


Hay diferencias con la depresión. Se trata de una especie de morosidad, dudas,
inquietud en cuanto a los medios con que cuenta para realizar lo que según su propio
criterio la vida exige de él en ese momento. El joven tratará de buscar en el exterior lo que
le permita escapar a las depresiones de sus propias exigencias.
Yo no puedo decir que hoy los adolescentes están peor que antes. Antes estaba la
inhibición, el vivir por debajo de las capacidades. Hoy existe el temor de no ser capaz, de
no llegar. Hay algo que tal vez es mejor, hoy los jóvenes tienen la ventaja de expresar el
malestar. Tal vez es mejor en el sentido de que hoy los padres están mas atentos a sus hijos,
pero a su vez tienen poco tiempo para ocuparse de ellos. Tienen dificultades para asumirse
como padres, quieren ser amigos del adolescente, buscan su aprobación y una cercanía que
no es real.
Asi es como los hijos se transforman en padres de sus padres. De ellos el padre
suele espera seguridad, quiere que su hijo lo haga sentir joven.
- ¿Cuál es la explicación?
Están poco tiempo en la casa, se sienten culpables. Cuando llegan tienen pocas
ganas de discutir, de poner límites.
- ¿Qué propondría ud?
Que se empiece con el niño, no hay que esperar a la adolescencia para poner límites.
Al adulto le cuesta entender que el hijo realmente “necesita” el límite. El niño debe desde la
más tierna infancia aprender a “esperar”. No saber esperar es lo peor que le pasa al
adolescente. Se debe conseguir que aprenda que no todo puede ser al instante. Es frecuente
que el adolescente se deprima frente a la espera, no entiende que el esperar forma parte de
la vida. La espera es fuerza, pero no se puede esperar si no se tiene confianza.
- ¿Cree que el análisis del adolescente exige actitudes diferentes del terapeuta?
Con el adolescente, el terapeuta está obligado a tener una actitud de permanente
vigilancia sobre la capacidad de éste para soportar el análisis.
- ¿Qué puede pasar?
Que se sienta desbordado y haga una regresión, asi le seria difícil sortear
dificultades.

Es importante que los padres permitan a los adolescentes hacer sus pruebas. Ellos
deben llegar al convencimiento de que son capaces de hacer tales o cuales cosas fuera de la
mirada de los padres. En general las madres, buscan estar muy cerca del adolescente. Este
hecho les impide probarse, lo cual no es bueno. El padre no debe renunciar a su vigilancia
pero esta no tiene que pesar sobre el joven.

El joven se siente mal cuando muestra a las personas a quienes está mas ligado lo
que les debe.
Necesita que se ocupen de él y a su vez, diferenciarse. Son los padres quienes deben
encontrar una buena distancia. A veces es necesario aceptar la ayuda de un tercero más
neutro (un tío, un amigo. El psicoanalista puede jugar ese rol, aunque no es automatico,
jugar ese rol con el cual es posible hablar de lo que no se habla con los padres, claro que
debe tomar la posición de ambos padres.)

Práctico
Los límites no son reglas de afuera sino una capacidad que se construye en el
adolescente, y tiene que ver con la tolerancia a la espera; no es de esperar que los límites se
acepten, la persona debe poder aprovechar los límites (permiten pensar) y eso se logra con
la espera. Descubrir el beneficio de esperar.

SOLER: EL OTRO PORVENIR

Antes de nacer, el grupo familiar imagina y simboliza al bebé. El bebé es el soporte


narcisista del grupo; y la función de la familia es dar un lugar al nuevo integrante filiándolo
a la cadena generacional, proyectándole ideales y valores, etc.
Si el espacio intersubjetivo está regido por la violencia secundaria, el niño es candidato a
ser tomado como objeto de proyección de los otros. La subjetividad que vendrá, quedaría
reducida a repetir un cuadro ya pincelado por las generaciones anteriores. Por el contrario si
la violencia primaria es la que rige el contrato, además de ser objeto de proyecciones de
figuras ya pintadas; el grupo va a transmitir también la potencialidad vinculante inherente a
todo vínculo.

El espacio intersubjetivo entre un hijo y quienes sostienen las funciones parentales puede
advenir relación de objeto o vínculo. El primero ocupa un lugar de objeto de proyecciones
de los otros; mientras que el vínculo deviene cuando aún cumpliendo el grupo con la
función de transmisión, aloja a la subjetividad naciente como un sistema abierto.

Al portar el grupo la función de la potencialidad vinculante, también transmite algo de la


esencialidad del sujeto: su falta. La transmisión de la potencialidad vinculante conlleva la
transmisión esencial de la falta inherente a todo sujeto, que habilita el movimiento deseante
de búsqueda y construcción.

Para apropiarse de la potencialidad vinculante transmitida por los padres, el hijo tiene que
realizar muchos trabajos psíquicos durante la infancia y la adolescencia, para construir y
conquistar las categorías de vínculo y de alteridad. Que un sujeto construya la categoría de
alteridad implica que pueda considerar al otro en su diferencia: con un cuerpo separado y
deseo diferente. Implica asumir la diferencia del otro y la propia.

La primer experiencia que tiene el infante del otro se juega en un registro pictogramático,
de sensaciones corporales. En la continuidad del vínculo de apego es imprescindible que se
ponga en juego la diferencia, la ausencia. Esto posibilita la creación de la fantasía y el
deseo. Allí reside el primer registro de la alteridad, al modo de una diferencia sensorial.

Lo extraño
La constitución de la categoría del extraño implicaría una primera simbolización de la
diferencia, de la alteridad del sujeto. Se conceptualizan 3 momentos:

1) El primer tiempo del proceso de reconocimiento de uno mismo es el de no tener


rostro. La falta implica todo el vacío de constitución.
2) El segundo tiempo es el de tener el rostro de la madre. Este momento está fundado
en inclusiones recíprocas. El sujeto es lo que percibe. No hay distancia ni diferencia
entre el sujeto y el otro (la madre).
3) El tercer tiempo se define por la percepción del rostro del otro como otro. Ya se
percibe y registra la diferencia. Esto inaugura la posibilidad de ser diferente de la
madre.

Estadío del espejo


Cuando el sujeto llega a reconocerse en la imagen especular, ya porta con la experiencia de
la teoría del rostro, con la constitución de la categoría de lo extraño. Esta imagen no crea la
alteridad, sino que confirma al sujeto en su alteridad primordial. A través de ésta vuelve a
convertirse en el otro que fue antes y que nunca dejó de ser.

La alteridad del propio cuerpo en el entretiempo puberal-adolescente


El cuerpo erógeno de la infancia empieza a constituirse desde el deseo de los padres, de los
otros. El trabajo puberal-adolescente desordena lo infantil y da lugar a lo nuevo. El cuerpo
sexuado interrumpe como algo extraño. El adolescente podrá investir su cuerpo, tatuarlo,
pintarlo y vivenciarlo con placer. Podrá contar con el grupo de pares como soporte de la
función del espejo: otros en quienes reconocerse e identificarse.

Cuando en la subjetividad predominan procesos de metamorfosis, se vivencia como la


emergencia de algo monstruoso. Esto daría cuenta de un fracaso en la constitución de la
categoría de lo extraño. Cuando predominan los procesos de transformación, los cambios se
vivencian con inquietud y extrañeza, pero sin perder la mismidad del sujeto.

La iniciación sexual en la adolescencia marca un antes y un después en la subjetividad. Con


el otro se escribe el cuerpo genital, donde la vivencia de satisfacción se transforma en
vivencia del orgasmo, y se escribe la alteridad del otro. Esto requiere una conquista y un
pasaje donde los encuentros con el otro dejan de ser relaciones de objeto y devienen
vínculo. En un proceso saludable se construye la categoría de cuerpo sexuado vincular
cuando el encuentro intersubjetivo con el otro deviene vínculo, y esto sólo es posible si
ambas subjetividades inscriben algo de la falta que los define como sujetos.

LA CREATIVIDAD Y SUS ORÍGENES. REALIDAD Y JUEGO CAP.5 -


WINNICOTT

La creatividad, lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivir es la
percepción creadora.
El acatamiento exige adaptación, implica un sentimiento de inutilidad en el individuo, y se
vincula con la idea de que nada importa y que la vida no es digna de ser vivida. Esta
manera de vivir en el mundo se reconoce como una enfermedad. La creencia de que vivir
en forma creadora es un estado saludable y que el acatamiento es una base enfermiza para
la vida.

Los individuos que tienen alucinaciones (“aturdido, volando por las nubes, irreal,
desenfocado”) son esquizoides. Ven el mundo en forma subjetiva y se engañan con
facilidad aunque posean bases firmes en la mayoría de las zonas, tienen mala coordinación,
carecen de estructuras firmes, aceptan un sistema ilusorio. Las personas pueden vivir una
vida satisfactoria y ser esquizoides o esquizofrénicas debido a un escaso sentido de la
realidad. Como así también hay quienes están tan arraigados con tanta firmeza a la realidad
objetiva y no pueden tener contacto con el mundo subjetivo y con el enfoque creador, que
también son enfermos. Los esquizoides son personas poco satisfechas consigo mismas.
Tienen la sensación de disociación y quieren lograr una situación de unidad e integración.
Es preciso que no se produzca la destrucción total de la capacidad de un individuo para ese
vivir creador. El impulso creador es algo que se encuentra presente cuando cualquiera
contempla algo en forma saludable.

Los psicoanalistas usan la teoría de los fenómenos transicionales para describir la manera
en que la formación de un ambiente bastante bueno en las primeras etapas permite que el
individuo haga frente a la pérdida de omnipotencia.

POSMODERNIDAD Y ADOLESCENCIAS – ANGELLI, ALTOBELLI, OTERO

Primera estación: sujetos a la Postmodernidad

Un modo de pensar al sujeto de la postmodernidad, es verlo enfrentado a la ausencia


de garantes simbólicos, que hasta ese momento funcionaban a modo de Gran Sujeto. En la
posmodernidad se abandonó toda referencia a un sistema de valores para estar libres a
intercambios.
Segunda estación: subjetividades adolescentes, la fundación del entretiempo

Condiciones sociales que producen subjetividades con determinadas características:


Lo socio-cultural, aquello que hace que los sujetos sean sujetos de esa época,
envueltos en una red de significaciones que le son propias.
No contemplaremos exclusivamente los factores sociales que llevan a la
adolescencia a “descarrilarse”, a “violentarse” sino a las prácticas sociales de constitución
de una subjetividad en la que este tipo de adolescencia es posible desde el vamos. Importan
las condiciones sociales que producen subjetividades adolescentes amenazadas de caer en
la violencia, la marginalidad y en el abismo de la segregación.

Subjetivar: significa poder pensar y fundar una lógica que remita a otra. La lógica
actual produce fragmentación, subjetividades fragmentadas, vacías de significación. Grassi
plantea la producción de subjetividad como “la acción de dar sentido, de significar y poner
una marca de origen (firmar) un proceso de metabolización”.

La dimensión futuro se desdibuja cuando las prácticas de consumo, el discurso


massmediático, atraviesan silenciosamente, penetrando de un modo persistente y tenaz en
la cotidianeidad.
Nuevos rasgos se producen en la subjetividad actual, rasgos desligados a las
funciones tradicionales de la familia o la escuela.
En estos espacios cohabitan silenciosamente niños y adolescentes, produciéndose.
De acuerdo con Grassi, acercarse al “entretiempo” puberal adolescente resitúa las
coordenadas de espacio y tiempo.
Se trata de recuperar la dimensión del tiempo y el espacio para representar y
representarse.

Tercera estación: la pluma de Renee Kaes, dibuja el Preconciente.

Siendo uno de los sistemas del aparato psíquico el preconciente aparece regido por
el proceso secundario y separado del inconciente por la censura.
El proceso secundario tiene un papel fundamental, ya que cumple una función
reguladora para el proceso primario, transforma los contenidos que están asociados a él en
una estructura inteligible.
En la segunda tópica freudiana, el prcc está vinculado al yo, es el lugar de las
inscripciones del lenguaje.
Se enuncian, en Freud, los componentes de la representación palabra asociados al
sistema prcc y a este punto están asociadas las diferencias entre el sistema icc y prcc, en
tanto en este último la energía se presenta como energía ligada (al lenguaje verbal). Kaes
dirá que además de estos componentes, habrá que considerar la dimensión intersubjetiva.
Para Kaes, el prcc tiene como condición inscribirse en la intersubjetividad. Es
fundamental la función del otro en la formación de esta instancia.
Estas funciones caracterizan al prcc como un aparato de ligadura de pulsión, del
sentido y del vínculo.
La actividad puesta en vocablos y palabras dirigidas a otro le proporciona las
condiciones de una reactivación de la actividad de simbolización. Es un trabajo psíquico de
la intersubjetividad: Otro u otros pueden, en ciertas condiciones realizar un trabajo de
ligadura y transformación que a un sujeto le es inaccesible en ese momento.

Pensaremos al entretiempo puberal adolescente como un espacio y tiempo que debe


construirse, habitarse, para poder trabajar.
Realización de ciertos trabajos psíquicos como: identificación, desidentificación de
lo parental, apropiación de las transformaciones-metamorfosis del cuerpo, simbolización
del trauma puberal, exploración de lo social, del cuerpo, del otro sexo, ensayos originales,
pasaje del yo ideal al ideal del yo, construcción del proyecto identificatorio…
Propiciar condiciones para habitar ese entretiempo es nuestra tarea.

Sobre la transmisión psíquica (Duek)

El secreto necesario: Aulagnier considera como una condición vital crear pensamientos y
arrogarse el derecho a decidir cuales de ellos serán comunicados y cuales permanecerán en
secreto, esta cuestión abre la temática de la intimidad y la individuación.

Freud  “pulsión de saber o de investigar” = aquella en la que se conjugan la pulsión de


apoderamiento sublimada y la pulsión de ver. Aulagnier sostiene que al examinar Freud las
teorías sexuales infantiles (producto de la pulsión de investigar) demostró el papel decisivo que
juegan las preguntas del niño acerca de su origen, éstas remiten a sus propias ideaciones sobre la
escena originaria y sus mitos. Descubrimiento fundamental para la estructuración psíquica y que
lo conduce a la posibilidad de mentir, de esconder al otro y velar a los otros una parte de sus
propios pensamientos.

En el terreno del pensamiento se va a librar una lucha por la autonomía del yo frente al Otro:
“el derecho a mantener pensamientos secretos debe ser una conquista del Yo”, lucha que se dirime
en el proceso puberal adolescente.

Ciertos pensamientos secretos tienen como único fin aportar al Yo que los piensa la prueba de
autonomía tanto del espacio que habita como de su función pensante. Crea un territorio intimo,
secreto, condición para la existencia del Yo.

La patología del secreto: Hay algunos secretos que lejos de sostener, afectan la identidad, afecta
el propio ser, y mas específicamente en el terreno de la subjetividad del niño, adolescente, vínculo
de pareja y la familia. El autor dice que hay familias que se organizan en torno a un secreto y la
particularidad en que debe haber un silencio: “de esto no se habla”, por la fantasía de que el
develamiento del secreto implicaría algo catastrófico.

Algunos autores definen a los secretos familiares como episodios ocurridos en la historia
transgeneracional o en el presente de una familia, información compartida por los miembros,
silenciada, pero que pueden cristalizar la historia.

Toma a Puget: “Algunas familiar quedan estructuradas en torno a secretos grupales que deben
conservarse definitivamente silenciados. La consigna tácita es que sus miembros nunca deben
referirse a lo que saben y menos aún a pensarlo o decirlo todos juntos. Fantásticamente así, se
evita la desintegración familiar que se produciría al difundirse algún hecho penoso o vergonzoso”.

Toma también a Berenstein dice que no tiene tanto que ver con que se le conozca o no, si lo con
que se comente, se enuncie. Algo se percibe pero en forma silenciada.

Duek lo vincula con lo ominoso o lo siniestro en Freud. Plantea lo siniestro como una variedad
de lo terrorífico que se remonta a lo consabido antiguo. Lo ominoso es algo que siendo destinado a
permanecer oculto pone barreras al trabajo de historización o de investigación: de esto no se
puede preguntar. Anula la capacidad historizante del yo en tanto contiene un trozo de historia que
debe ser silenciado, excluido. Transforma el pasado en algo siempre presente, cuestión que plantea
el “eterno retorno” de lo no elaborado. Su develamiento en cambio, recuperaría la posibilidad de
que vuelva a haber historia y a recuperar el devenir del sujeto.

Grassi dice que no tiene que ver con el acto concreto de hacer la pregunta si no la posibilidad a
nivel psíquico de hacer, realizar, facilitar este movimiento de investigación.

Caso clínico: familia judía (por parte de padre) que decide silenciar su religión frente a la
amenaza nazi. Este silenciamiento se transmite en las generaciones, aun teniendo desconocimiento
de el, y se manifiestan en los delirios nazi de uno de los niños de la 3generación. Aquello que fue
instrumental en un momento de la historia de una generación, se vuelve patológico.

El discurso familiar como escritura transindividual en el análisis del niño (Garcia Reinoso)

El autor es médico psicoanalista. Dice que en el síntoma de los niños va a estar incluida la
palabra de los padres, una palabra clausurada para ellos, “se escucha” ya no como palabra, sino
como síntoma en el niño.

Antes de existir por el mismo, el niño existe por y para los otros = lugar en el que el niño
adviene. Es en la cura del niño donde tendrían que hablar los padres (pág. 19).

Pag. 21 → concibe a la fantasía como escritura transindividual (huellas mnémicas en Freud,


huellas donde las palabras están perdidas).

Pág. 22 → fantasmas de la familia actúan sobre el niño, lo ubican en un lugar, lo fijan allí y lo
significan. Niños como portadores de fantasías de la familia, de las que ellos nada saben. El niño
también acaba ubicándose en un lugar que puede ser aquel que le permiten, y desde el cual hablará
aunque no sea el que él desee (cuando esta autorizado a desear)

Pág. 30 → Neurosis infantil penada como el resultado de un entramado de fantasmas actuantes en


el grupo. Transmisión, escritura de textos transindividuales donde están anclados los fantasmas
del grupo familiar: estos aparecen en los síntomas de los niños.

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