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Evolución de Conceptos en Integración Sensorial:

Una Nosología Propuesta para el Diagnóstico

Lucy Jane Miller, Marie E. Anzalone, Shelly J. Lane,


Sharon A. Cermak, Elizabeth T. Osten

La integración sensorial es un área de práctica de larga duración y crecimiento en la terapia


ocupacional. El debate y la discusión con los colegas nos han llevado a desarrollar una taxonomía
propuesta que refleja un nuevo esquema de clasificación para mejorar la especificidad del diagnóstico.
La nosología propuesta aquí está basada en los datos empíricos publicados por primera vez por Ayres
(Ayres, 1972b, 1989) que han evolucionado en base a información empírica y teórica. Esta nueva
nosología proporciona un punto de vista para la discusión e investigación.
Dos tendencias sociopolíticas contribuyen a la actualización de las ideas presentadas.
Primero, existe un llamado a lo largo de los servicios de salud y desarrollo hacia la práctica basada en
evidencia (Sackett, Richardson, Rosenberg, & Haynes, 1997). La precisión diagnóstica es crucial para
la homogeneidad de las muestras en la investigación empírica, afectando la validez de los resultados.
Segundo, la condición de trastorno de procesamiento sensorial (TPS) ha sido recientemente
reconocida fuera de la profesión de la terapia ocupacional en tres referencias de clasificación
diagnóstica: la Clasificación Diagnóstica de Trastornos de Salud Mental y del Desarrollo de la Infancia
y Niñez Temprana, Revisada (conocida como DC: 0-3 R) (Zero to Three, 2005), el Manual Diagnóstico
para Infancia y Niñez Temprana del Concilio Interdisciplinario sobre Trastornos del Desarrollo y el
Aprendizaje (ICDL, 2005), y el Manual de Diagnóstico Psicodinámico (PDM Task Force, 2006). Los
manuales incluyen taxonomías diagnósticas con subtipos de TIS sugeridos por un comité de
terapeutas ocupacionales, quienes ayudaron a desarrollar guías para la especificidad diagnóstica
relacionadas a los trastornos de base sensorial (Miller, Cermak, Lane, Anzalone, & Koomar, 2004).

Legado de la dra. A. Jean Ayres


El término disfunción de integración sensorial fue utilizado por primera vez por Ayres en 1963
(Ayres, 1963). Una pionera con grados educativos en terapia ocupacional y psicología académica y
postdoctorado en neurociencias, Ayres exploró la asociación entre el procesamiento sensorial y el
comportamiento de niños con trastornos de aprendizaje, de desarrollo, emocionales y otros, en
revistas científicas y posteriormente en su innovador libro, Integración Sensorial y Trastornos de
Aprendizaje (Ayres, 1972a). Sobre la base del conocimiento de las ciencias neurológicas y la
observación detallada del comportamiento infantil, Ayres teorizó que el procesamiento sensorial
limitado podía dar como resultado variados problemas funcionales, a los que llamó disfunciones de
integración sensorial. La condición se basaba inicialmente en estudios de los Test de Integración
Sensorial de California del Sur (Ayres, 1972a), y luego desde estudios de los Test de Integración
Sensorial y Praxis (SIPT; Ayres, 1989) y observaciones clínicas relacionadas.
Investigadores posteriores aclararon los variados usos del término integración sensorial
(Bundy, Lane y Murray, 2002; Clark y Primeau, 1988). La teoría de integración sensorial se refiere a
constructos que discuten cómo el cerebro procesa la sensación y las resultantes respuestas motoras,
conductuales, emocionales y de atención. La evaluación de integración sensorial es el proceso de
evaluar personas por problemas en el procesamiento de sensaciones. El tratamiento de integración
sensorial es un método de intervención. El término original de Ayres, disfunción de integración
sensorial, se refiere al trastorno como un todo.
Ya que Ayres publicó y enseñó sobre la integración sensorial (Ayres, 1965, 1972a), su nuevo
marco de referencia fue utilizado, principalmente en la terapia ocupacional. Las primeras
conceptualizaciones de Ayres refieren seis síndromes de disfunción (Ayres, 1972a), refinados
posteriormente con datos desde su nueva batería de pruebas (Ayres, 1989). Aunque las propias
conceptualizaciones de Ayres evolucionaban frecuentemente en tanto ella completaba nuevos
estudios empíricos, no se ha propuesto ninguna sugerencia de evolución sustancial de la
conceptualización del diagnóstico original de Ayres desde su última publicación en 1989 (Ayres, 1989).

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Avanzando más allá del legado
La discusión sobre una nueva taxonomía diagnóstica es crecientemente importante, ya que la
intervención, de terapia ocupacional con enfoque de integración sensorial (TO-IS), es utilizada con
muchas personas que no pueden ser evaluadas utilizando el SIPT. De manera importante, el SIPT
formó la base empírica principal para las categorías diagnósticas. Para alcanzar consenso sobre una
taxonomía alternativa para el diagnóstico, Miller y colegas sostuvieron focus groups entre 1998 y 2000
que resultaron en tres publicaciones (Hanft, Miller, & Lane, 2000; Lane, Miller, & Hanft, 2000; Miller &
Lane, 2000). Los resultados no fueron unánimes, pero la mayoría de los participantes acordó que la
terminología para el diagnóstico y el tratamiento del trastorno debían divergir. En suma a esto, se
expresó preocupación en relación al uso del término integración sensorial, el cual muchos
participantes en los focus groups creían a menudo interpretable de formas diferentes dentro y fuera del
área de la terapia ocupacional. (Por ejemplo, el uso del término integración sensorial a menudo es
aplicado a un proceso celular neurofisiológico en lugar de una respuesta conductual al input sensorial,
como propuso Ayres).
El comité consultante de la DC: 0-3 R y el IDCL examinó datos empíricos publicados y no
publicados y consultó numerosas veces en un periodo de 2 años para llegar a un consenso sobre la
nueva nosología para los TIS. La taxonomía que resultó del trabajo del comité resumida primero en
2004 (Miller, Cermak, Lane, Anzalone, & Koomar, 2004), y posteriormente, los subtipos que reflejaban
los componentes del trabajo fueron publicados en los manuales diagnósticos para el ICDL (2005) y el
Zero to Three (2005). Nuestra intención a largo plazo es proponer uno o más subtipos para la futura
revisión del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales IV-TR de la Asociación
Psiquiátrica Americana (2000), a realizarse en 2012.
Kuhn (1996) discutió el proceso de cambio de paradigma que explica la evolución de las ideas
en la ciencia. Durante el proceso, cada nuevo estudio o teoría se construye sobre ideas precedentes y
el cambio ocurre lentamente. A veces, se requiere un cambio sustancial para avanzar. Kuhn (1996)
denominó esto cambio revolucionario ya que, o bien la evidencia empírica desmiente las
conceptualizaciones previas, o suficientes cambios evolutivos se han acumulado para generar una
necesidad de reconceptualización y ajuste paradigmático. Creemos que la integración sensorial como
diagnóstico ha alcanzado el último estado, y así ha alcanzado el punto de tope hacia un cambio de
paradigma.
Desde que Ayres (1963) propusiera por primera vez la teoría de integración sensorial, muchos
teóricos, investigadores y clínicos han desarrollado la teoría. Se han propuesto modelos construidos
sobre el trabajo de Ayres (p. ej., Dunn, 2001; Miller, Reisman, McIntosh, & Simon, 2001; Mulligan,
1998; Parham, 2002; Williamson & Anzalone, 2001), y se ha publicado nueva evidencia empírica
proponiendo conocimientos sobre diagnósticos diferenciales (DeGangi, 2000; Mangeot et al., 2001;
McIntosh, Miller, Shyu, & Hagerman, 1999; Miller et al., 1999; Schaaf, Miller, Seawell, & O’Keefe,
2003).
En un intento de alcanzar el estado de equidad de Kuhn (1996), un estado donde una
profesión acuerda universalmente un cambio de pensamiento, proponemos una nosología que
diferencia subtipos diagnósticos. El intento de este propósito es proporcionar una estructura para
debate escolar.
Nosología propuesta
Las categorías propuestas aquí se basan en trabajos previos de muchos teóricos e
investigadores (p. ej., DeGangi, 2000; Dunn, 2001; Mulligan, 1998). Esta taxonomía diagnóstica no
sugiere cambios en la terminología de la teoría de integración sensorial, el tratamiento de integración
sensorial o el proceso de evaluación de integración sensorial, sólo en la caracterización diagnóstica de
las personas con problemas de procesamiento sensorial. Los subgrupos diagnósticos dentro de la
disfunción de integración sensorial involucran inmensas diferencias individuales en detectar, regular,
interpretar y responder al input sensorial. Proponemos que se haga un diagnóstico en TPS si, sólo si,
las dificultades de procesamiento sensorial limitan las rutinas diarias o los roles.

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El “procesamiento” sensorial, en lugar de la “integración” sensorial, cuando se utiliza para el
diagnóstico de dificultades de procesamiento de base sensorial, distingue el trastorno de la teoría (a
saber, la teoría de integración sensorial) y de la intervención (a saber, TO-IS). En suma, la terminología
diferencia la condición de TPS del proceso celular de integración sensorial. La especificidad del
diagnóstico mejorará la homogeneidad de las muestras usadas para la investigación científica y
promoverá la identificación de enfoques de intervención para subtipos diagnósticos específicos.
La nosología propuesta, ilustrada en la Figura 1 y descrita abajo, incluye tres categorías
clásicas de TPS. Cada patrón es refinado en subtipos, delineados más abajo.

TRASTORNOS DE PROCESAMIENTO SENSORIAL (TPS)

Trastorno de Modulación Trastorno Motor de Base Trastorno de Discriminación


Sensorial (TMS) Sensorial (TMBS) Sensorial (TDS)

Visual
Dispraxia Trastornos
Posturales Auditivo
Sobre Búsqueda/ Táctil
responsividad Ansiedad
Sensorial Sensorial Vestibular
Sub responsividad Propioceptivo
Sensorial
Olfativo/
Gustativo

Figura 1. Una nueva nosología propuesta para los trastornos de procesamiento sensorial

Patrón 1: Trastorno de Modulación Sensorial (TMS)


La modulación sensorial ocurre cuando el sistema nervioso central regula los mensajes
neurales sobre estímulos sensoriales. El TMS ocurre cuando una persona tiene dificultad al responder
al input sensorial, con una conducta que está graduada en relación al grado, naturaleza o intensidad
de la información sensorial. Las respuestas son inconsistentes con las demandas de la situación, y se
observa inflexibilidad para adaptarse a los desafíos sensoriales que se encuentra en la vida diaria. A
menudo ocurre una dificultad para alcanzar y mantener un rango evolutivamente apropiado de
respuestas emocionales y atencionales. Existen tres subtipos de TMS detallados a continuación.
TMS Subtipo 1: Sobrerresponsividad sensorial. Las personas con sobrerresponsividad
sensorial responden a una sensación más rápido, con más intensidad o con una mayor duración que
aquellas con respuesta sensorial típica. La sobrerresponsividad puede ocurrir en sólo un sistema
sensorial (p. ej. defensividad táctil) o en múltiples sistemas sensoriales (p. ej. defensividad sensorial).
La amplia variación observada en la expresión de la sobrerresponsividad sensorial depende de varios
factores personales y contextuales. La sobrerresponsividad sensorial previene que las personas hagan
respuestas funcionales efectivas. Hay dificultades particularmente evidentes en situaciones nuevas y
durante transiciones. El rango interpersonal de respuestas puede aparecer como una conducta
voluntaria, aparentemente ilógica e inconsistente.
Sin embargo, las respuestas atípicas observadas no son voluntarias; son reacciones
automáticas e inconscientes a la sensación. Generalmente ocurren respuestas más intensas si la
estimulación es inesperada en vez de autogenerada. En suma a esto, el input sensorial a menudo
tiene un efecto sumatorio; así, puede ocurrir una respuesta exagerada repentina a un evento trivial
debido a la acumulación de eventos en el día. Los comportamientos en sobrerresponsividad sensorial
varían de respuestas activas, negativas, impulsivas o agresivas a respuestas de retirada o evitación de
sensaciones más pasivas. La activación del sistema nervioso simpático es un marcador de la
sobrerresponsividad sensorial (Miller et al, 1999), la que puede resultar en respuestas exageradas de

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lucha, huida, miedo o congelamiento (Ayres, 1972a). Las respuestas emocionales incluyen irritabilidad,
melancolía, inconsolabilidad, o pobre socialización. Las personas con sobrerresponsividad sensorial a
menudo son rígidas y controladoras. La sobrerresponsividad sensorial puede ocurrir en combinación
con otros trastornos de modulación sensorial (p. ej. búsqueda sensorial, sobrerresponsividad sensorial
en sistemas vestibular y propioceptivo) y a menudo es observada de forma concomitante con
trastornos de discriminación sensorial (TDS), dispraxia, o ambos.
TMS Subtipo 2: Subrresponsividad sensorial. Las personas con subrresponsividad sensorial
ignoran o no responden a los estímulos sensoriales en su ambiente. Parecen no detectar la
información sensorial entrante. Esta falta de conciencia inicial puede llevar a apatía, letargo, y una
aparente falta de impulso interno para iniciar la socialización y exploración. Sin embargo, en la
subrresponsividad sensorial, la inacción no se debe a una falta de motivación, sino más bien a una
falla al enterarse de las posibilidades para la acción. Una falla para responder al dolor (p. ej. choques,
caídas, cortes) o a las temperaturas extremas (calor o frío) es típica. El comportamiento de las
personas con subrresponsividad sensorial es a menudo descrito como evitante, difícil de comprometer,
desatento, o auto-absorto. Las estrategias compensatorias pueden llevar a procrastinación, y las
personas con subrresponsividad sensorial a menudo son etiquetadas de “flojas” o “desmotivadas”.
Comúnmente, la subrresponsividad sensorial no es detectada en la infancia temprana. El bebé
puede ser considerado un “bebé bueno” o un “niño fácil” ya que demanda poco de los cuidadores. Sin
embargo, debido a que las personas con subrresponsividad sensorial necesitan un input saliente de
alta intensidad para involucrarse en una tarea o acción, cuando los niños crecen, el nivel de alerta
(arousal) necesario para participar entre cada contexto puede no estar disponible. Son comunes los
reportes de inconsistencia (p. ej., la conducta del niño es aceptable en la casa pero no en la escuela).
La subrresponsividad sensorial, que ocurre en los sistemas táctil y propioceptivo, usualmente lleva a
una pobre discriminación táctil y un pobre esquema corporal, con torpeza. Así, las personas con
subrresponsividad sensorial a menudo tienen como concomitantes trastornos de discriminación
sensorial (TDS), dispraxia, o ambos.
TPS Subtipo 3: Búsqueda/Ansiedad Sensorial. Las personas con búsqueda sensorial ansían
una cantidad inusual de input sensorial y parecen tener un deseo insaciable de sensaciones. Se
comprometen enérgicamente en las acciones y añaden sensaciones más intensas a sus cuerpos en
muchas modalidades (p. ej., comida picante, ruidos fuertes, objetos visualmente estimulantes,
constantes giros). Las conductas invasivas de la búsqueda sensorial pueden influir en las relaciones
sociales con los pares (p. ej., tocan y se abalanzan sobre otras personas, no observan barreras
físicas). La búsqueda sensorial activa a menudo lleva a conductas socialmente inaceptables o
inseguras, que incluyen en movimiento constante, chocar y derribar cosas, saltos, impulsividad,
descuidos, impaciencia, y una sobreexpresión del afecto. Las acciones de estas personas a menudo
son interpretadas como conductas demandantes o que buscan atención.
Algún grado de búsqueda de sensaciones es típico en los niños cuando aprenden, exploran y
dominan nuevos desafíos; sin embargo, los niños y adultos que reúnen criterios para la búsqueda
sensorial son extremos en su búsqueda de input sensorial. Cuando no son capaces de satisfacer
necesidades sensoriales, los niños se pueden volver explosivos y agresivos. Son frecuentemente
etiquetados de “busca-problemas”, “arriesgados”, “malos” y “peligrosos” y rechazados desde la edad
preescolar. Los problemas disciplinarios en la escuela elemental también son comunes. La búsqueda
sensorial extrema puede irrumpir la atención tan profundamente que compromete el aprendizaje o
dificulta las actividades diarias.
También puede ocurrir búsqueda sensorial para obtener un input aumentado cuando hay una
percepción reducida de las sensaciones. Por ejemplo, si un niño no puede sentir bien su cierre, juega
con el cierre una y otra vez hasta tener una percepción adecuada del sentimiento y movimiento del
cierre para poder completar una tarea que requiera el uso del cierre.
La búsqueda sensorial a menudo ocurre cuando la persona intenta aumentar su nivel de
alerta. Para aquellos con búsqueda sensorial, la necesidad de estimulación constante es difícil de
satisfacer, particularmente en ambientes donde se espera un comportamiento tranquilo.
Desafortunadamente, al obtener estimulación sensorial adicional, si no está estructurada, se puede
aumentar el estado general de alerta, lo que da como resultado una conducta aún más desorganizada.
Los tipos específicos y dirigidos de input sensorial, sin embargo, pueden tener un efecto organizador o

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autorregulador. Algunos niños con sobrerresponsividad sensorial se comprometerán en tareas de
búsqueda sensorial en un intento de autorregulación (p. ej., la estereotipia en un niño con autismo).
Una dificultad es que los síntomas sobreactivos e impulsivos en la búsqueda sensorial pueden ser
confundidos fácilmente (y a menudo co-ocurren) con el trastorno de déficit atencional e hiperactividad
(TDAH).
Patrón 2: Trastorno de Discriminación Sensorial (TDS)
Las personas con TDS tienen dificultad en interpretar cualidades de los estímulos sensoriales
y son incapaces de percibir similitudes y diferencias entre estímulos. Pueden percibir que el estímulo
está presente y pueden regular su respuesta al estímulo, pero no pueden decir precisamente qué es o
dónde está el estímulo. Se puede observar TDS en cualquier modalidad sensorial. Una persona con
TDS puede tener diferentes capacidades en cada modalidad (p. ej., un trastorno de discriminación
visual o auditiva, pero buena discriminación en todas las otras modalidades).
Los modelos tradicionales de discriminación sensorial se enfocan en las percepciones
visuales, auditivas y táctiles. Es único en el modelo propuesto aquí el enfoque sobre los sentidos
somáticos. La discriminación en los sistemas táctil, vestibular y propioceptivo lleva a movimientos
fluidos, graduados y coordinados. El TDS en estos tres sistemas resulta en habilidades motoras
torpes. El TDS en los sistemas visual y auditivo puede llevar a una discapacidad de aprendizaje o
lenguaje. Una persona con TDS podría requerir tiempo extra para procesar los aspectos
sobresalientes del estímulo sensorial, llevando a un desempeño “lento”. Esto puede dar como
resultado baja auto-confianza, conductas para llamar la atención, y pataletas.
La discriminación sensorial normal constituye el fundamento de un adecuado esquema
corporal, ya que la interpretación precisa de la estimulación sensorial es la base de los mecanismos de
proalimentación (feed-forward) para planificar el movimiento y las respuestas posturales. El TDS a
menudo ocurre con subrresponsividad sensorial, lo que resulta en esquema corporal pobre y dispraxia.
Sin embargo, las personas con TDS también pueden tener sobrerresponsividad sensorial; en esta
situación, se observa que la sobrerresponsividad supera las percepciones discriminatorias del cuerpo.
Patrón 3: Trastorno Motor de Base Sensorial (TMBS)
Las personas con TMBS tienen movimientos posturales o volicionales pobres como resultado
de problemas sensoriales. Los dos subtipos de TMBS se detallan abajo.
TMBS Subtipo 1: Trastorno Postural. El trastorno postural (TP) es la dificultad de estabilizar el
cuerpo durante el movimiento o el descanso para enfrentar las demandas del ambiente o de una tarea
motora dada. El TP se caracteriza por tensión muscular inapropiada, tono muscular hipotónico o
hipertónico, o contracción muscular inadecuada para alcanzar movimiento contra resistencia. Pobre
equilibrio entre flexión y extensión de las partes del cuerpo, pobre estabilidad, pobres reacciones de
enderezamiento y equilibrio, pobre descarga de peso y rotación de tronco, y pobre control oculomotor,
también pueden ser notorios.
El control postural proporciona una base estable pero móvil para los movimientos refinados de
la cabeza, ojos y extremidades, el que surge desde información propioceptiva, vestibular y visual.
Cuando el control postural está bien, el niño es capaz de ejecutar conductas funcionales como
alcanzar cosas y resistir contra la gravedad. Cuando el control postural es pobre, las personas a
menudo se desploman al estar de pie o sentadas, y no pueden mover fácilmente el cuerpo y las
extremidades en posiciones antigravitatorias. También pueden exhibir dificultad en mantener o ajustar
automáticamente una posición para que las tareas puedan ser realizadas eficientemente. Por ejemplo,
cuando escriben sobre un escritorio, podrían necesitar doblarse sobre el papel o reposar la cabeza
sobre el brazo mientras escriben.
Los TP a menudo ocurren en combinación con uno o más subtipos. El nivel de alerta de la
persona (p. ej., sobre o subrresponsividad sensorial) y la discriminación de la información sensorial (p.
ej., TDS) pueden afectar el control postural. El TP puede ocurrir con dispraxia, lo que usualmente
incluye dificultad en actividades de integración bilateral y problemas con actividades rítmicas.
Algunas personas con TP podrían tender a evitar el movimiento, prefiriendo actividades
sedentarias. Otros con TP pueden ser físicamente activos pero carecer de control corporal, y por lo
tanto, comprometerse en movimiento inseguros. La evitación de movimiento debido al TP puede ser

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diferenciada de la evitación de movimiento debido a sobrerresponsividad sensorial en el sistema
vestibular observando si el niño a) está inestable o asustado en posiciones desafiantes (TP) o b)
parece tener una respuesta aversiva al movimiento (sobrerresponsividad sensorial).
TMBS Subtipo 2: Dispraxia. La dispraxia es una capacidad limitada de concebir, planificar,
secuenciar o ejecutar acciones nuevas. Las personas parecen torpes y pobremente coordinadas en
áreas gruesas, finas u oro-motoras. La dispraxia puede ocurrir en presencia de sobre o
subrresponsividad sensorial, pero ocurre más comúnmente en presencia de subrresponsividad o TDS
en los dominios táctil, propioceptivo o vestibular. Los déficit visuo-motores también son comunes.
Las personas con dispraxia parecen inseguras de dónde está su cuerpo en el espacio y tienen
problemas para juzgar su distancia de los objetos o personas. Parecen propensos a los accidentes,
frecuentemente rompen juguetes u objetos debido a la dificultad de graduar la fuerza durante el
movimiento. Las personas con dispraxia usualmente tienen pocas habilidades en actividades
deportivas. Manifiestan dificultad con las secuencias de acción que requieran calcular tiempo. Las
personas con dispraxia, como la mayoría de los niños, aprenden por ensayo y error, pero requieren
significativamente más práctica de lo común y demuestran una disminuida capacidad de generalizar
las habilidades hacia otras tareas motoras.
A menudo la dispraxia se asocia a problemas ideacionales (p. ej., formular metas o ideas de
acción). Ya que las personas con dispraxia son incapaces de generar nuevas ideas de qué hacer,
pueden recurrir a estrategias rígidas o inflexibles, preservando y prefiriendo lo familiar a lo nuevo. La
ejecución de habilidades motoras discretas (p. ej., levantarse, caminar, prensiones de pinza) pueden
ser apropiadas a la edad y de calidad adecuada. Sin embargo, está comprometido el desempeño de
tareas más complejas y actividades funcionales en un ambiente dinámico. Se observa una particular
dificultad cuando las tareas requieren de una leve adaptación de tiempo en el movimiento.
Muchas personas con dispraxia también tienen problemas con actividades de manipulación
motora fina, al igual que en actividades oro-motoras. Las actividades diarias, como usar utensilios y
vestirse, a menudo son lentas de desarrollar o imprecisas. Las personas con dispraxia a menudo son
desorganizadas y pueden andar desaliñadas.
Algunas personas con dispraxia son altamente creativas y verbales, prefiriendo juegos de
fantasía al verdadero “hacer”. Pueden tratar de enmascarar su dispraxia haciendo el payaso, como
una forma de enmascarar su reticencia para participar en actividades nuevas. Las personas con
dispraxia a menudo son inactivas, prefieren actividades sedentarias como ver TV, jugar videojuegos o
leer un libro, lo que puede dar como resultado una tendencia a la obesidad. Sin embargo, la dispraxia
puede co-ocurrir con TDAH, en cuyo caso la conducta del niño se caracteriza por una actividad
aumentada en el contexto de pobre coordinación. La autoestima puede ser pobre debido a la
insatisfacción con las capacidades y a los repetidos sentimientos de fracaso. Los niños a menudo
tienen baja tolerancia a la frustración y pueden ser percibidos como manipuladores o controladores.
Algunos niños con dispraxia tienen una sobre-dependencia al lenguaje como herramienta
compensatoria. Sin embargo, la dispraxia también puede ocurrir con impedimentos del lenguaje o el
discurso.
Conclusión
Ayres basó sus clasificaciones diagnósticas originales principalmente en el análisis de datos
estandarizados, aunque también se consideraron las observaciones clínicas. El modelo propuesto aquí
se basa en el análisis empírico de subgrupos de niños diagnosticados con disfunciones de integración
sensorial. La nueva nosología propuesta diferencia tres patrones clásicos: TMS, TDS y TMBS, con
subtipos en cada patrón.
Esta taxonomía es propuesta para su uso por clínicos e investigadores para la selección de
muestras en estudios de investigación sustantiva de subtipos para planificar intervenciones. Se espera
una evolución adicional en el pensamiento, ya que nuestra base de conocimiento en esta área crece y
los datos empíricos se expanden. El uso de muestras para atributos específicos de subtipos de TPS
aumentará el poder de los estudios de investigación (p. ej., menor variación inexplicada en las
muestras). El uso de diagnósticos específicos también aumentara la especificidad del tratamiento para
la práctica clínica.

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En resumen, el diagnóstico apropiado forma la piedra angular de la investigación rigurosa y la
práctica de alta calidad. Esta nueva nosología es propuesta como un paso en esa dirección.
Agradecimientos
Este tema de la Revista Americana de Terapia Ocupacional contiene el trabajo de muchas
personas, que representan el rango de clínicos a investigadores. Se ha hecho un esfuerzo por ser
inclusivos en todos los niveles. Así, los lectores encontrarán información de clínicos e investigadores,
de humanos y primates, usando diseños grupales e individuales, estableciendo el desarrollo de
evaluaciones y los efectos de intervenciones, discutiendo la TO-IS como el único enfoque de
tratamiento y la TO-IS combinada con otros enfoques sensoriales y conductuales. En estos artículos la
definición de déficit de integración sensorial varía en cierto grado, reflejando nuestro esfuerzo de
definir empíricamente estos constructos. Aquí es donde la nosología propuesta entra en juego.
En el área de la terapia ocupacional tenemos un número relativamente amplio de estudios
publicados sobre integración sensorial, pero como se nota arriba y en este volumen, muchos están
cargados de errores metodológicos. Aún tenemos un largo camino por recorrer, pero el trabajo incluido
en este volumen refleja nuestro esfuerzo colectivo de mover nuestra área hacia delante y tener algún
tipo de perspectiva amplia. Mi gratitud va hacia las contribuyentes; agradezco la oportunidad que he
tenido de reunir estos trabajos y avanzar nuestra comprensión sobre el TPS.
Shelly J. Lane.

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