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Nulidad del acto jurídico por

falta de manifestación de
voluntad: supuestos
establecidos por la doctrina
y la jurisprudencia
POR
MITCHEL TORRES
-
FEBRERO 26, 2019

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1. Caso
En la Casación 886-2015, Lima, se declaró fundada una demanda de
nulidad de acto jurídico y en consecuencia nulo un contrato de
compraventa por la causal de falta de manifestación de voluntad. El caso
se resume en cuatro momentos:

1) Celeste otorgó poder a Yolanda para que esta pueda, entre otras
cosas, disponer de sus bienes de manera directa o a través de terceros,
por sustitución[1].

2) Posteriormente, Yolanda otorga poder a Félix para que este disponga


de los bienes de Celeste.

3) Yolanda fallece, y luego de unos años Félix celebra un contrato de


compraventa con Carlos respecto de los bienes de Celeste.

4) En el considerando octavo y noveno de la referida Casación, la Sala


Civil Transitoria de la Corte Suprema concluye que al momento de la
celebración del referido contrato de compraventa el poder con el
que Félix actuó no se encontraba vigente, dado que Yolanda -su
poderdante (apoderada a su vez de Celeste)- había fallecido, y que, por lo
tanto, se configuraba la causal de falta de manifestación de voluntad
regulada en el incuso 1 del artículo 219 del Código Civil.

En la referida Casación, la Corte Suprema considera que la falta de


representación es un supuesto de falta de manifestación de voluntad; sin
embargo, ello resulta incorrecto, pues a la luz del artículo 161 del Código
Civil[2], se trata más bien de un supuesto de ineficacia negocial.

Tal confusión, nos permite advertir la necesidad de establecer con


claridad los supuestos en los cuales un negocio jurídico adolece de la
causal de falta de manifestación de voluntad, y el orden lógico que su
análisis requiere.

2. Cuestión previa: Invalidez e ineficacia del negocio jurídico

El negocio jurídico, en su aspecto fisiológico, tiene dos momentos, el de


validez, en el cual se estudia su estructura[3], y el de eficacia, en el que se
estudia los efectos jurídicos del mismo. La regla general es que un
negocio jurídico válido produzca efectos jurídicos[4][válido y eficaz]; pero
puede darse el caso de negocios jurídicos válidos que no producen
efectos [válido e ineficaz] o casos de negocios inválidos que si producen
efectos [inválidos y eficaces][5].

Un sector de la doctrina explica que la ineficacia es la categoría genérica


que describe todos los supuestos en los cuales los actos jurídicos y
contratos no son eficaces, por no haber producido nunca los efectos
jurídicos o por desaparecer posteriormente los efectos jurídicos
producidos inicialmente. Desde dicha perspectiva, la ineficacia se
clasifica en estructural y funcional.

La primera es denominada también originaria o por causa intrínseca


(invalidez), y es aquella en la cual el negocio “no produce efectos
jurídicos”, o “deja de producirlos retroactivamente”, y que en la legislación
nacional acoge dos supuestos: la nulidad[6] y la anulabilidad. La segunda,
denominada también sobreviniente o por causa extrínseca, supone en
todos los casos un acto jurídico perfectamente estructurado, en el cual
han concurrido todos sus elementos, presupuestos y requisitos de orden
legal, sólo que dicho acto jurídico por un evento ajeno a su estructura
debe dejar de producir efectos jurídicos y que en nuestra legislación
acoge varios supuestos: rescisión, resolución, revocación, suspensión,
desistimiento, inoponibilidad, caducidad, retracto.

3. Sobre la causal de falta de manifestación de voluntad y sus supuestos


de configuración

El artículo 219 del Código Civil regula las causales de nulidad del negocio
jurídico[7]. Cada causal se configura de un modo particular y algunos son
–además– excluyentes. Es decir, los hechos que sustentan cada causal
son distintos (un mismo hecho no puede servir para sustentar varias
causales), y muchas veces la configuración de una causal excluye la
concurrencia de otras (por ejemplo, si se prueba la falta de manifestación
de voluntad no cabe análisis alguno sobre las demás causales dado que
todas estas requieren de manifestación de voluntad).
El inciso 1 del dispositivo antes señalado, establece que el negocio
jurídico es nulo cuando no está presente el componente volitivo[8]. Desde
una perspectiva teórica, la ausencia de manifestación de voluntad
supone la “imposibilidad de referir o imputar eficazmente dicha
manifestación a su pretendido autor (sujeto o parte)”, y acoge los
siguientes supuestos de configuración:

Incapacidad natural.- Es la situación en la que un sujeto se encuentra,


independientemente de su edad, provocada por una causa permanente o
transitoria, como enfermedad mental, vicio o factor parecido, que la
impide querer y entender lo que hace, y por ello ésta no puede crear
consecuencias jurídicas sanas. Aquí se puede hablar de los casos
practicados en estado de inconsciencia o perturbación mental pasajera
como la hipnosis, el sonambulismo o la embriaguez o enfermedad
excluyentes de discernimiento.

Declaración no seria.- Se trata de declaraciones que no tienen efectos


vinculantes, debido a que el agente no desea vincularse jurídicamente, lo
cual resulta notorio y evidente dentro del contexto en el cual se dan. Tales
declaraciones son realizadas como broma, o por fingimiento escénico
(por ejemplo con fines teatrales), o con propósito didáctico (de
explicación)[9], y otros casos semejantes[10]. En todos estos casos
existe una discrepancia consciente entre la voluntad interna y la voluntad
declarada y por lo tanto el negocio jurídico es nulo, aunque un sector de
la doctrina continental lo considere un supuesto de inexistencia o
irrelevancia[11].

Falsificación de firma y documento.- En ambos casos, la declaración no


se puede referir al sujeto al cual parece referida, como autor de esta[12].
Es decir, la manifestación de voluntad no ha sido materialmente
efectuada por el sujeto al cual se atribuye la misma[13].

Violencia física.- Se trata de un hecho realizado por el otro sujeto (o


parte) de la relación jurídica o por un tercero que da lugar a una
declaración no querida por el agente[14]. La doctrina es unánime en
señalar que este tipo de violencia excluye la voluntad de
la manifestación y por lo tanto es una causal de falta de esta[15], siendo
aplicable al inciso 1 del artículo 219 del Código Civil[16], pues provoca la
nulidad y no la anulabilidad del negocio[17].

Error en la declaración.- Llamado también error obstativo, es aquél que


consiste en un lapsus linguae. Es una discrepancia inconsciente entre la
voluntad declarada y la voluntad interna del sujeto. Aquí, aun cuando hay
una voluntad de declarar, falta una verdadera voluntad declarada.

La doctrina considera que en este caso, el negocio jurídico también es


nulo[18]; sin embargo, como nuestro código civil ha asimilado el error en
la declaración al error dirimente o error vicio, o sea, aquél ha sido incluido
en la regulación del error vicio, el cual es inherente a la formación de la
voluntad, estableciendo como sanción la anulabilidad, no podemos incluir
dentro de esta primera causal de nulidad al error en la declaración, aun
cuando es la sanción que le correspondería en sentido estricto.

Los supuestos anteriormente descritos han sido acogidos en alguna


oportunidad por nuestra Corte Suprema de Justicia, y por ello no
entendemos el razonamiento y conclusión arribados en la Casación 886-
2015, Lima. En efecto, en el considerando tercero de la Casación 3254-
2012, Lima, citando a un sector de la doctrina nacional, se indicó lo
siguiente:

“(…) Se tiene por falta de manifestación de voluntad: i) Cuando el sujeto al


que se le imputa la declaración carece de existencia jurídica; ii) Cuando la
manifestación de voluntad no ha sido materialmente efectuada por el
sujeto; iii) Cuando la manifestación de voluntad materialmente efectuada
carece de relevancia negocial, esto es: a) Cuando no esté dirigida a crear,
modificar, regular o extinguir una reglamentación de intereses; b) En caso
de que la misma no demuestre la intención de su autor de quedar
jurídicamente vinculado, además, c) En caso que exista disenso entre las
partes; y iv) Cuando la manifestación de voluntad ha sido exteriorizada por
la presión física ejercida sobre el sujeto. (…)”

Este es, desde nuestro punto de vista, el pronunciamiento judicial más


claro sobre los supuestos de la causal de falta de manifestación de
voluntad, y pone en relieve su característica fundamental: “Con esta se
busca cuestionar la validez de una manifestación de voluntad atribuida a
un determinado sujeto o parte”.

4. Orden lógico para el análisis de la causal de falta de manifestación de


voluntad

El análisis de la causal de falta de manifestación de voluntad requiere del


siguiente orden lógico:

– Primer paso: Se debe verificar la existencia de una manifestación de


voluntad atribuida a un determinado sujeto o parte de un negocio jurídico.

– Segundo paso: Se debe verificar que el hecho alegado para


fundamentar la causal se subsuma en alguno de los supuestos
anteriormente esbozados (incapacidad natural, declaración no seria,
falsificación de firma o documento, violencia física, error obstativo). Es
decir, la manifestación de voluntad atribuida a un determinado sujeto o
parte de un negocio jurídico debe ser cuestionada recurriendo a dichos
supuestos.

– Tercer paso: Valoración de los medios probatorios que acreditan el


hecho alegado como supuesto de la causal invocada.

Dos ejemplos pueden ayudarnos a entenderlo mejor:

Ejemplo 1: A y B celebran un contrato de compraventa. Mediante dicho


contrato A se obliga a transferir el bien “X” cuyo verdadero propietario es
C, quien al enterarse demanda la nulidad por falta de manifestación de
voluntad, alegando no haber participado en la celebración de dicho
contrato.

Paso 1: El contrato fue celebrado solo entre “A y B”; por lo tanto, es a


estos a quienes se les atribuye manifestación de voluntad.

Paso 2: El demandante (C), no cuestiona ninguna de las manifestaciones


de voluntad contenidas en el contrato cuya nulidad pretende. Es decir, el
hecho alegado “no haber celebrado contrato alguno”, no se subsume en
ningún supuesto de falta de manifestación de voluntad.

Paso 3: La valoración de los medios probatorios resulta impertinente,


pues estos se encuentran destinados a acreditar un hecho que no se
relaciona con ningún supuesto de la causal invocada.

Ejemplo 2: A y B celebran un contrato de compraventa. Mediante dicho


contrato A se obliga a transferir el bien “X” a favor de B. Unos meses
después C, hijo de A demanda la nulidad por falta de manifestación de
voluntad, alegando que la firma de su progenitora fue falsificada por B,
presentando para ello un peritaje y el reporte migratorio en el que figura
que en la fecha que se celebró el referido contrato C se encontraba fuera
del país.

Paso 1: El contrato fue celebrado solo entre “A y B”; por lo tanto, es a


estos a quienes se les atribuye manifestación de voluntad.

Paso 2: El demandante, cuestiona la manifestación de voluntad atribuida


a “A” alegando que la firma de este fue falsificada. Es decir, el hecho
alegado se subsume en el tercer supuesto que hemos esbozado.

Paso 3: El Juez valora el peritaje y el reporte migratorio ofrecido por el


demandante. Si concluye que la firma atribuida a “A” es falsificada
declara fundada la demanda y nulo el contrato; de no ser así declara
infundada la demanda.

Finalmente, debo señalar que nuestro análisis busca coadyudar a una


mejor comprensión sobre esta causal de nulidad. En nuestro próximo
post analizaremos la “imposibilidad del objeto en el contrato de
compraventa”.

[1] Artículo 157 del Código Civil.- El representante debe desempeñar


personalmente el encargo, a no ser que se le haya facultado
expresamente la sustitución.
[2] Artículo 161 del Código Civil.- (…) También es ineficaz ante el
supuesto representado el acto jurídico celebrado por persona que no
tiene la representación que se atribuye.

[3] “(…) la estructura negocial está conformada por el complejo de las


relaciones entre los elementos y los requisitos, la cual está
conceptualizada en una situación estática. Por lo demás, este aspecto
negocial es parte de un proceso jurídico unitario en donde existe una
estrecha relación y unión sucesiva.” (MORALES HERVIAS, Rómulo,
“Inexistencia y nulidad analizadas desde el punto de vista de los derechos
italiano, español y peruano”, en: Revista del Foro, año LXXXVI , No 1, 1998,
43).

[4] ESPINOZA ESPINOZA, Juan, “La invalidez e ineficacia del acto jurídico
en la jurisprudencia”, Editorial Gaceta Jurídica, Lima –Perú, 2008, p. 7.

Sobre la eficacia negocial incide, en suma, como bien ha dicho la doctrina


italiana: “la falta o el vicio de un elemento de estructura en la conclusión
misma del negocio”. (Véase: RESCIGNO, Pietro, “Manuale del Diritto
Privato Italiano”, Casa Editrice Dott. Eugenio Jovene, Nápoli, 1986, p. 360).

[5] Por ejemplo: Artículo 284 del Código Civil.- El matrimonio invalido
produce efectos civiles respecto de los cónyuges e hijos si se contrajo de
buena fe, como si fuese un matrimonio válido disuelto por divorcio.

Si hubo mala fe en uno de los cónyuges, el matrimonio no produce


efectos en su favor, pero sí respecto del otro y de los hijos.

El error de derecho no perjudica la buena fe.

[6] Como se sabe, el Código Civil declara nulos una serie de negocios
jurídicos a lo largo de todo su articulado, o por lo menos hace una
referencia expresa a dicho supuesto de ineficacia estructural (invalidez),
así tenemos: V del Título Preliminar, 24, 27, 73, 104, 140, 143,144, 156,
172, 193, 218, 219, 220, 222, 223, 224, 225, 229, 254, 255, 264, 268, 274,
275, 276, 279, 280, 295, 450, 629, 675, 688, 808, 811, 813, 814, 815, 827,
864, 865, 1066, 1092, 1111, 1130, 1167, 1169, 1170, 1207, 1286, 1287,
1304, 1308, 1309, 1310, 1328, 1345, 1352, 1405, 1406, 1408, 1411, 1412,
1425, 1444, 1453, 1520, 1528, 1543, 1562, 1582, 1587, 1605, 1623, 1624,
1631, 1650, 1734, 1780, 1784, 1817, 1858, 1871, 1925, 1927, 1932, 1944,
1945, 1986, 1990, 2001, 2039, 2070, 2079 y 2080.

[7] Artículo 219 del Código Civil.- El acto jurídico es nulo:

1. Cuando falta manifestación de voluntad del agente.

2. Cuando se haya practicado por persona absolutamente incapaz, salvo


lo dispuesto en el artículo 1358 (Derogado por Decreto Legislativo N°
1384).

3. Cuando su objeto sea física o jurídicamente imposible o cuando sea


indeterminable.

4. Cuando su fin sea ilícito.

5. Cuando adolezca de simulación absoluta.

6. Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad.

7. Cuando la ley lo declara nulo.

8. En el caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la ley


establezca sanción diversa.”

[8] “(…) la falta de ella hace que el acto no llegue a ser tal, y por más
relevancia jurídica que el hecho pueda alcanzar, se queda sólo en hecho.”
(VIDAL RAMIREZ, Fernando. “El Acto Jurídico”, Gaceta Jurídica, Lima –
Perú, 2005, p. 90)

[9] ROPPO, Vincenzo, “El contrato”, Editorial Gaceta Jurídica, Lima – Perú,
2009, p. 685

[10] GALGANO, Francesco, “El negocio jurídico”, Editorial Tirant lo Blanch,


Valencia – España, 1992, p. 258.
[11] Para la doctrina este supuesto “entra mejor en las figuras de
irrelevancia o inexistencia jurídica del negocio”. (Véase: BIGLIAZZI GERI,
Lina, BRECCIA, Umberto, BUSNELLI Francesco D. y NATOLI, Ugo,
“Derecho Civil – Hechos y Actos jurídicos”, Tomo I, Volumen 2, Universidad
Externado de Colombia, reimpresión, Bogotá, 1995, 1030).

[12] ROPPO, Vincenzo, “El contrato”, Editorial Gaceta Jurídica, Lima –


Perú, 2009, p. 685.

[13] “(…) QUINTO.- Que, se ha determinado científicamente que la firma


atribuida a la actora ha sido falsificada, pues no procede de su puño
gráfico, conforme se aprecia tanto de la pericia de parte presentada por la
demandante (fojas 02), como de la pericia ordenada por el Juzgado (fojas
437). (…) SÉTIMO.- Que, en el caso sub materia estamos frente a la nulidad
de un acto jurídico por causa estructural, pues ha quedado acreditado que
la accionante no emitió manifestación de voluntad en la formación de
dicho acto jurídico, por lo que no genera derecho, habiendo nacido muerto
el acto negocial, más aún si contraviene el ordenamiento jurídico, tal como
ha quedado demostrado por las instancias de mérito. (…)” (Casación
2709-2011, Lambayeque).

[14] GALGANO, Francesco, “El negocio jurídico”, Editorial Tirant lo Blanch,


Valencia – España, 1992, p. 258.

[15] Así: CARIOTA FERRARA, Luigi, “El negocio jurídico”, Editorial Aguilar,
Madrid – España, 1956, p. 400-401. Asimismo, se ha dicho: “(…) la
violencia es aplicable al numeral 1 del artículo 219 del CC. Cuando se usa
la fuerza física para la celebración del acto de autonomía privada, están
ausentes la voluntad de acción, la voluntad de declaración y la voluntad de
reglamento de intereses.” (MORALES HERVÍAS, Rómulo, en: “Patologías y
remedios del contrato”, Jurista editores, Lima – Perú, 2011, p. 220).

[16] “La violencia física es indicativa de ausencia de voluntad;


configurándose por lo tanto como ausencia de un elemento esencial,
provoca la nulidad y no la anulabilidad del negocio.” (ALPA, Guido, “El
contrato en general”, Instituto pacífico, Lima – Perú, 2015, p. 247).
[17] SCOGNAMIGLIO, Renato, “Teoría general del negocio jurídico – 4
estudios fundamentales”, ARA Editores, Lima, 2001.

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