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2. La mala poesía es aquella que repite los tópicos más predecibles y desgastados de
supuesta belleza en la forma y el contenido, incluso cumpliendo cabalmente con
todas las normas de la preceptiva o también ignorándolas sin razón.
3. En poesía vale muchísimo decir siempre más con menos. Dejar al lector espacio
para su propia intuición e interpretación. No hay que darle todo explicado, no hay
que contárselo todo exhaustivamente. Y tampoco pensar por él, ni adelantar juicios
de valor en medio del poema. Sólo hay que expresar y poner las cosas al desnudo
ante sus ojos. Nada más. Pocas palabras oportuna y perfectamente dispuestas abren
la mente y el corazón; la verborrea cierra oídos y cerebros.
8. Hay que permitirse, más allá de la buena factura, la buena hechura y la sólida
construcción formal, ese entrecruzamiento inesperado, súbito, de los diversos
sentidos que subyacen bajo la primera intención, la primera idea poética como tal.
Permitir la irrupción repentina del azar, la fuerza aleatoria de los elementos puros
del texto que por sí mismos comenzarán a mostrar una segunda naturaleza, un
nuevo y más interesante trasfondo de realidades desconocidas, lo cual finalmente
concederá al poema mayor poder de sugerencia, trascendencia simbólica,
plurisignificación. La poesía es producto de una combinatoria alquímica que
abandona el discurso lineal de la lógica.
9. Como en la pintura, como en toda obra de arte en general, un buen poema es algo
existente y vivo en sí mismo. Y vale más por lo que es como presencia inédita de lo
real hecho palabra e imagen, que por lo que le ponemos a decir como si fuera un
mensajero, un pequeño instrumento de transmisión verbal al servicio de emociones
epidérmicas o ideas interesadas.
10. Hay que darse cuenta, y recordarlo siempre, de que la poesía (poiesis) es una
constante necesidad de expresión y "desocultamiento del ser", al decir de Heidegger,
una búsqueda de lo invisible, de la verdad que yace enterrada bajo la visión rutinaria
de la realidad.
No debemos olvidar que todo poema es, antes que nada, un texto, una estructura
verbal abierta o cerrada, cargada de intenciones connotativas que superan la simple
función comunicativa. Como estructura, como texto, podemos intentar abordarlo
analíticamente desde las siguientes instancias:
Trascendencia: Alcance e importancia del texto poético. Hasta dónde puede llegar
según el grado de originalidad que aporta al tema, la ejecución que consigue realizar
desde la forma y los recursos de expresión utilizados. Cómo se ve este poema en
medio de los poemas ya reconocidos de otros poetas. Cómo se integra al gran
conjunto hipertextual de la época, cómo se sostiene ahí, cómo lo afecta la crítica, la
percepción del lector inmediato y, finalmente… ¿Cómo será leído en el futuro y aun
en el precario presente de nuestra propia existencia?
Saber que todo lo tragará el olvido es, después de todo, un consuelo. Y que sólo el
instante en que escribimos tuvo o tiene sentido, también.