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PENSAMIENTO CRÍTICO VS CRITICA REPULSIVA; UNA DISCUSIÓN DE LO

QUE SOMOS Y PARA DONDE VAMOS COMO SOCIEDAD.

Esta semana, el país político se vio inmerso en una discusión irracional, en relación con la
posición del presidente Iván Duque de Bloquear de su red social Twitter al hijo del
expresidente Juan Manuel Santos, Martin Santos, ante los constantes ataques que recibía por
cuenta de este por este medio de interacción social y las criticas reiterativas a su gestión,
inclusive a lo que no es de su competencia o hace parte de la labor ejecutiva de otros
gobiernos (incluyendo el de su padre), pero como es común en nuestra sociedad, resulta más
sencillo señalar “culpables”, que proponer soluciones en esta sociedad del espectáculo.

El señor Carlos Vélez Gutiérrez, para el Diario El Tiempo, plantea que Educar en
pensamiento crítico, es una urgencia para Colombia, la necesidad que tienen no solo los
jóvenes desde las aulas, sino la sociedad de hoy en día de formar sobre la base del argumento
ordenado en el estudio de los acontecimientos sociales y a la búsqueda de, sin importar que
sus posiciones sean contrarias a las del común denominador de los miembros de la sociedad,
siempre y cuando, insiste, estas no se basen en argumentos falaces o inverificables.

La sociedad en que vivimos actualmente se alimenta del aplauso, del morbo, de la exposición
y no del argumento y en la construcción solida de conocimientos, nuestra sociedad debe
garantizar el acceso libre a información adecuada y diversa, para que el insulto no sea su
única opción de aquellos que falten de argumentos e ignoran temas de importancia y
relevancia social y global, atendiendo la era de las informaciones que nos concentra.

La crítica repulsiva no debe pelear con el argumento, ni estar al servicio de quienes quieran
constituirse como sus benefactores, la crítica repulsiva no tiene cabida cuando debaten con
argumentos, que aunque se confronten entre sí, estén soportados en el método, la
investigación y la recolección de información, que lleven que el debate sea mayor y permitan
que haya una retroalimentación mutua.

En la relación a mi título el pensamiento crítico y la crítica repulsiva quien marca la diferencia


es el argumento a la hora de afrontar los conceptos, no existe una crítica repulsiva si a pesar
de no acoger una gestión, proceso o argumento, las críticas se elevan con respeto y
proponiendo soluciones, dejando atrás los egos y las consecuciones personales, para pensar
como construir una sociedad mejor y gestor de una corriente de pensamiento que se sustenta
en la concepción científica del conocimiento y no pensar en ser el dueño de una verdad
irrefutable.

Al presidente Duque le diría que asuma las críticas con altura, al hacerse elegir (como fuera)
el debió ser consciente que estaba expuesto a la crítica y que sobre el recayesen las
responsabilidades de las errores del estado de derecho, y la discusión con altura se abre
proponiendo un debate con altura y argumento, con hechos y pretensiones hacia la
construcción de un estado mejor. La respuesta no está en bloquear a nadie ni limitar las
libertades de sus contradictores, la respuesta está en el argumento basado en el conocimiento.

Al hijo del expresidente santos le diría que no permita que limiten su derecho a la libertad de
expresión, que divulgue sus opiniones por el medio que considere ideal y que abra líneas de
debate intelectual, político y filosófico, pero que no entre en el juego de suposiciones basadas
en el irrespeto y el ataque personal, que no contribuyen en nada al afianzamiento de las
instituciones, que su pensamiento no pierda objetividad, que reconozca errores históricos
independientemente de donde provengan.
A la institucionalidad le diría que con valentía defiendan el estado de derecho, que defiendan
los derechos tanto de mayorías como de minorías, que defiendan las luchas sociales históricas
por encima de los intereses momentáneos, que planteen discusiones de corte político y
jurídico que propendan la solidificación de las instituciones del estado y que no se enfrasquen
en sofismas de tipo político que lo único que logran es aumentar la polarización en que nos
encontramos por argumentos personales de los exponentes de la política nacional, que activan
apasionamientos históricos.

Por ultimo al país político lo que le diría es que dejemos de un lado la polarización,
respetemos el argumento del otro con respeto y discutamos sobre lo sustancial, las personas
no son más grandes que las ideas, y son estas las que perduran en el tiempo, que no nos
limitemos mentalmente en discusiones morbosas y basadas en la sociedad del espectáculo,
que nos unamos en pro de una idea de nación y de estado y no nos dividamos por intereses
políticos de quienes dirigen nuestro entorno, seamos críticos de nuestra sociedad y
preguntémonos sobre el rumbo que llevamos y si este es sustancialmente favorable para
dónde queremos ir, para desde esta concepción, aportar argumentos que nos conviertan en
agentes de cambio que contribuyan a una mejor concepción social.

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