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Universidad de Guadalajara

Centro de Estudios e Investigación en


Comportamiento

El rol de la respuesta en los juicios de causalidad

Edith Marlen Feregrino Nuñez

De forma mecánica la causalidad se puede entender como que un evento A ejerce un

cambio en un evento B, de tal forma que A determina que B cambie. Con base en esta idea,

se considera causa a un evento que precede a otro y qué a la vez, su ocurrencia permite

observar un resultado. Conocer esta estructura causal, tiene un valor adaptativo para los

organismos ya que entender que eventos se relacionan entre sí puede permitir predecir

eventos futuros, así como permite manipular el mundo a fin de conseguir ciertos resultados

(Leising, Wong, Waldmann, & Blaisdell, 2008).

Suponiendo entonces que conocer la estructura causal de los eventos tiene ventajas

adaptativas, surge la pregunta ¿Cómo es que los organismos identifican que A es la causa

de B? Algunas de las propuestas que permiten acercarse a una respuesta a esta pregunta,

son la asociativa y la cognitiva. La primera por su parte, señala que los sujetos asocian la

ocurrencia de un evento A con la presentación del resultado; y que estas asociaciones

pueden darse en binomios (i.e. A-B, B-resultado) relacionados por un nodo común (i.e. B)

o mediadas por la “representación” de una relación entre estímulos (i.e. A  B-resultado)

(Hardy, Mitchell, Seabrooke, & Hogarth, 2017).

Por su parte, las propuestas cognitivas señalan que la atribución de causalidad en

humanos esta mediada por procesos encadenado de razonamientos, lo que supondría que su

juicio de causalidad depende de si la probabilidad e intensidad del resultado son iguales

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ante diferentes estímulos; lo que lleva a inferir que tan solo uno de ellos no podría ser la

causa y no estímulos en conjunto (De Houwer, Vandorpe, & Beckers, 2007); también se ha

sugerido que los juicios de causalidad podrían ser mediados por la memoria de los sujetos

sobre la relación que se establece cada estímulo con el resltado (Melcher, Lachnit, &

Shanks, 2004).

Como se puede notar, ambas propuestas implican explicaciones totalmente

diferentes; sin embargo, comparten la característica de que las explicaciones se centran en

cómo cierto evento de estímulo adquiere una función “explicativa” que permite a los

sujetos inferir si esta es o no una causa de los resultados obtenidos. Lo que, de cierta forma,

deja de lado el papel que juega la respuesta, si es que lo tiene, en los juicios de causalidad.

De acuerdo con la teoría del modelo causal, se ha sugerido que al analizar los

juicios de causalidad el responder no forma parte de la relación de causalidad ya que dicha

relación es independiente de la respuesta; también se señala que la posible función que

puede desarrollar la respuesta es de “filtro” que permite descartar de entre los diversos

estímulos que pudieran ser una causa de aquel que de hecho lo es (Leising et al., 2008).

Un estudio que se enfocó en analizar cuál es el posible rol del responder en los

juicios de causalidad es el estudio de (Blaisdell, Sawa, Leising, & Waldmann, 2006). En su

Experimento 1 se analizaron los efectos de permitir que los sujetos generaran un estímulo

que previamente se asoció como causa común a la entrega de agua azucarada. Las ratas

eran expuestas a dos tipos de entrenamiento, para la mitad de las ratas se les presentó una

luz/click (L) seguido por un tono (T) al que a su vez le seguía el agua azucarada (F); para el

otro grupo L fue seguido por la presentación simultanea de un ruido (N) y F. Durante la

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prueba, el palanqueo de los sujetos podía resultar en T (Intervención-T) o N (Intervención-

N) para dos grupos, mientras que para los otros dos N y T eran acoplados a cuando los

otros dos grupos los produjeran. Todos los sujetos pasaron por las mismas pruebas.

Los resultados mostraron que los sujetos presionaron más la palanca cuando esto

resultaba en la ocurrencia de T en comparación a las otras tres pruebas, lo que muestra que

los sujetos identificaron a T como causa con mayor probabilidad que a N. Aunque en el

estudio se destaca la importancia del tipo de entrenamiento, como de causa común (i.e. L-T,

L-F) o de causa directa (N-F), una interpretación que se puede hacer de estos resultados es

que, muestran que un elemento clave para la identificación del evento causal fue la

respuesta, ya que no haber observado diferencia en las entradas de cabeza en ambas

pruebas de N (i.e. de observación e intervención) se puede interpretar como que N no se

asoció con el responder y por tanto los sujetos no diferenciaron el rol que podría ejercer su

conducta respecto a esta señal. Por lo que podría considerarse que esta clave no tuvo ningún

control sobre la conducta.

Un estudio posterior que se enfocó en averiguar cuál es el posible rol del responder

en los juicios de causalidad fue el estudio de (Leising et al., 2008). En una serie de tres

experimentos examinaron si la respuesta de los sujetos podría ser tratada como una causa

más probable de un resultado que cualquier otro evento externo y arbitrario. En el

Experimento 1, los sujetos fueron expuesto a una condición en que A (Luz parpadeante) era

seguida por X (Tono); en la siguiente condición A era seguida por F (agua azucarada). En

la prueba, se formaron cuatro grupos; el primero de ellos es el de Intervención en que la

respuesta a la palanca resultaba en X, a partir de este grupo se acopló la presentación de X

para los otros grupos. El segundo grupo (Observador-1) solo recibió X, el tercero (Clave

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exógena) recibió B (click) seguido de X y el cuarto grupo (Observador 2) recibió X diez

segundos después de que el sujeto maestro palanqueara. Los resultados mostraron un mayor

número de respuestas a la palanca para el grupo Intervención respecto a los otros dos

grupos, por lo que los autores concluyeron que la presión a la palanca debería ser vista

como una causa alternativa de los efectos de X.

En el Experimento 2, los autores señalan que no haber encontrado diferencia entre

los grupos de Observación 1 y 2 pudo deberse a que ambos experimentaron la misma

historia de asociación A-F, por lo que en este experimento al grupo 4 (Desapareado) A y F

fueron presentados de manera explícitamente desapareada. Los resultados mostraron que

las razones de discriminación del grupo Intervención y Desapareado fueron menores a .5;

es decir, que estos sujetos realizaron menos respuestas de entrada de cabeza durante X que

los otros dos grupos. Resulta interesante este hallazgo debido a que, aunque se replican los

hallazgos del Experimento 1, parecería ser que los sujetos del grupo Desapareado atribuyen

que su respuesta es la causa de F con base en que A no fue asociada con F.

Finalmente, en su tercer experimento, los autores señalan que la función de “filtro”

o descarte que ejerce la respuesta no debería generalizarse a diferentes estímulos, sino que

al ser solo una herramienta que permite descartar causas no debería de ser influenciada por

la cantidad de estímulos. Es por ello que en la segunda fase introducen un segundo estímulo

Y (ruido) que se presenta explícitamente desapareado de F, al mismo tiempo que se

presenta A-F. Las pruebas consistieron en que el palanqueo resultaba en X o Y y la mera

presentación de X o Y, estas se realizaban en dos días consecutivos de manera

contrabalanceada. Los resultados mostraron que independientemente del día en que se

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realizaron las pruebas el responder siempre fue más alto cuando el palanqueo resultó en X,

por lo que estos resultados se suman a los de los experimentos anteriores.

En conjunto los estudios previamente descritos muestran que el responder no

solamente fungió como un “filtro” que permitía descartar la posible causa de F como lo

sugirieron incialmente sugieren Leising y colaboradores, sino que de hecho la respuesta de

alguna manera remplazo a la causa original (A) y paso de tener un “un rol especial” a tener

un rol activo en el juicio de causalidad. Es posible que debido a que la literatura de donde

fueron tomados estos estudios considera al término juicio como un proceso cognitivo haga

que se deje de lado al responder en favor de la búsqueda de una “expectativa”. Por esta

razón, el objetivo del presente ensayo fue analizar estos hallazgos enfocándose en el qué

hacen los sujetos sin considerar los supuestos teóricos de los autores, como parte de un

ejercicio de comparación entre diferentes puntos de vista en ciencia. Se cree que este

ejercicio permite observar que en función de la carga teórica atribuida a los datos es posible

llegar a conclusiones diferentes sobre los mismos datos.

Referencias

Blaisdell, A. P., Sawa, K., Leising, K. J., & Waldmann, M. R. (2006). Causal reasoning in

rats. Science, 311(5763), 1020–1022. https://doi.org/10.1126/science.1121872

Hardy, L., Mitchell, C., Seabrooke, T., & Hogarth, L. (2017). Drug cue reactivity involves

hierarchical instrumental learning: evidence from a biconditional Pavlovian to

instrumental transfer task. Psychopharmacology, 234(13), 1977–1984.

https://doi.org/10.1007/s00213-017-4605-x

Leising, K. J., Wong, J., Waldmann, M. R., & Blaisdell, A. P. (2008). The Special Status of

5
Actions in Causal Reasoning in Rats. Journal of Experimental Psychology: General,

137(3), 514–527. https://doi.org/10.1037/0096-3445.137.3.514

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