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Educación

ISSN: 0379-7082
revedu@gmail.com
Universidad de Costa Rica
Costa Rica

Araya Umaña, Sandra


Un matrimonio conveniente: el género y la educación
Educación, vol. 27, núm. 2, 2003, pp. 11-25
Universidad de Costa Rica
San Pedro, Montes de Oca, Costa Rica

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=44027201

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Revista Educación 27(2): 11-25, 2003

I. Artículos

UN MATRIMONIO CONVENIENTE: EL GÉNERO Y LA EDUCACIÓN

Sandra Araya Umaña

Recibido 10-III-2003 • Aceptado 13-V-2003

Presentación

En el mundo en general y Costa Ri-


ca no es la excepción, el resurgimiento del
movimiento feminista en la década del se-
tenta y la realización de la primera Confe-
rencia Mundial de la Mujer en 1975 propi-
cian un mayor impulso de las políticas,
programas y acciones para el abordaje de
Resumen: Desde algunos de los feminismos se han la especificidad de las mujeres y la proble-
realizado propuestas para la articulación del género mática que viven cotidianamente.
en la educación. Dichos planteamientos iluminan la
propuesta de equidad de género como un proceso que
Las preocupaciones centrales, en es-
garantice el acceso de las mujeres y los hombres a un te sentido, conforman un amplio abanico
conjunto de saberes, habilidades y destrezas que les que incluye, entre otras, los derechos polí-
permitan estar en mejores y más iguales condiciones ticos y civiles de las mujeres; la igualdad
de vida. de acceso, de promociones y de salarios
La educación constituye uno de los vehículos para
promover la equidad entre las mujeres y los hombres.
dentro del ámbito laboral; su capacitación
Para ello, es imperioso que desde los procesos de for- para el trabajo y proyectos productivos, la
mación docente se incorpore un saber dialógico que importancia de su educación así como la
promueva, en el futuro profesorado, el potencial para necesidad de garantizar su acceso a los di-
la reinterpretación de los contenidos hegemónicos de ferentes niveles y opciones educativas; las
género y con ello facilitar la introducción de cambios
en su práctica laboral y personal.
estrategias para su empoderamiento1, la
diversidad de las estructuras familiares; la
corresponsabilidad de ambos sexos en las
Palabras clave: Feminismos, Equidad de género, tareas de la familia; el hostigamiento se-
Práctica educativa, Formación docente. xual y otras formas de violencia contra las
mujeres.
En educación, el tema de la igualdad
de oportunidades entre mujeres y hombres
ha cobrado especial atención por el recono-
cimiento del papel protagónico que podría
desempeñar la institución escolar, si hace
suyo el abordaje sistemático y sostenido de
las anteriores preocupaciones.
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Como producto de ello, se concibe Para comprender el impacto del sistema educativo
una escuela con capacidad de resignificar sobre los individuos singulares no bastaba con un dis-
curso general: había que analizar cómo se establece
los contenidos hegemónicos de género, es la interacción, en forma muy concreta. Y, por lo tanto
decir, las desigualdades sociales que se incorporar el análisis microsociológico, la considera-
producen a partir de la construcción cultu- ción de lo que ocurre en la escuela y en el aula. Algu-
ral y así contribuir con el establecimiento nos conceptos fueron fundamentales para ello, como
de una sociedad más justa y democrática. toda la aportación foucaultiana relativa a la microfísi-
ca del poder. La escuela, el aula, la interacción cotidia-
Para la consecución de lo anterior, na, permitieron descubrir que el sistema educativo es
los diversos feminismos han planteado mucho más que un expendedor de títulos, es un espa-
propuestas para el abordaje de la igualdad cio de socialización diferenciada, en el que hay reglas
de oportunidades en la educación. Estas sumamente estrictas, aunque invisibles que moldean
propuestas se originan en los países anglo- con gran precisión las personalidades individuales,
que construyen el éxito y el fracaso, que separan a
sajones y por las particularidades de los quienes están destinados a tener responsabilidades y
países latinoamericanos no es conveniente a tomar decisiones, de quienes están destinados a ple-
traslapar en forma automática sus respec- garse a ellas (Subirats, 1999, p. 21-22).
tivas experiencias, no obstante, sus postu-
lados iluminan el planteamiento de la No obstante lo anterior, los análisis
equidad de género que propongo en este de los sesenta y de los setenta provenientes
texto y de ahí su particular exposición. de la sociología de la educación, y en parti-
Veámoslo. cular de la pedagogía crítica, no trataron el
tema de las mujeres como un foco de sus al-
ternativas de liberación. Fue la distinción
Género y educación teórica entre sexo y género, introducida en
la década del 70 por los estudios feminis-
El abordaje sistemático de lo que les tas, la que colocó las particularidades de lo
ocurre a las mujeres en el sistema educati- femenino en el sistema educativo e inició
vo se inicia en la década del 70, fundamen- con ello un nuevo debate acerca del papel
talmente en Estados Unidos y en Europa, que cumplía la educación en la perpetua-
por medio del encuentro entre el pensa- ción y reproducción de las desigualdades
miento feminista y las formulaciones deri- entre mujeres y hombres.
vadas de la sociología de la educación. Es en Francia, Italia, Inglaterra,
En efecto, desde la sociología de la España y Estados Unidos en donde se co-
educación y desde los años cincuenta se mienzan a realizar análisis sobre los di-
empieza a perfilar una tendencia que cues- versos aspectos de la realidad escolar y su
tiona hasta qué punto el sistema educativo forma de incidencia en la socialización de
era, como pretendía ser, un espacio crea- las niñas (Subirats, 1999).
dor de igualdad de oportunidades. Los Si bien quienes escriben sobre peda-
aportes de Berstein (1988) en Inglaterra y gogía feminista no suelen situar sus traba-
Bourdieu (1984) en Francia abren una jos ni sus escritos en marcos específicos de
nueva visión sobre la escuela que posibili- pensamiento feminista, los estudios que
ta analizar el sistema educativo como un surgen presentan diferentes énfasis y
espacio investido por el poder, carente de orientaciones según las líneas de los femi-
neutralidad y, por lo tanto, creador y legi- nismos a los que se adscribieron y, aunque
timador de identidades sociales jerarqui- es difícil mapear todos los feminismos
zadas. Se plantea, por consiguiente, la ne- existentes (Belausteguigoitia y Mingo,
cesidad de una educación emancipadora y 1999), es posible agrupar cuatro tenden-
liberadora comprometida con la supera- cias dentro de las prácticas feministas an-
ción de las desigualdades sociales. glosajonas y, de esta manera, exponer su
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vinculación con la educación: el feminismo oportunidades, 2) socialización y estereoti-


radical, el feminismo liberal, el feminismo pos de sexo y 3) discriminación sexual (Ac-
socialista y, en fechas más recientes, el fe- ker, op. cit.). Es por ello que en educación
minismo postestructuralista2. han puesto su atención en: la coeducación;
los patrones de socialización de niños y ni-
El feminismo radical ñas en la escuela y los límites que estos
imponen al desarrollo de ellas; el análisis
Las prácticas del feminismo radical de estereotipos sexuales en los libros de
conciben como el fundamento de la opre- texto; el estudio de las diferencias que se
sión a las estructuras de dominación mas- dan en las actitudes, los comportamientos
culina y patriarcal. En este marco el con- y lenguaje de los docentes y las docentes
cepto de patriarcado adquiere relevancia hacia niños y niñas en el aula y la promo-
como productor de sentidos masculinos y ción y potenciación de las mujeres para su
femeninos, pero centrado en el sistema de ingreso y permanencia en carreras consi-
significaciones masculinas. No obstante, y deradas masculinas.
a pesar de sus aportes, como concepto teó- Los cuestionamientos a estas prácti-
rico el patriarcado fue criticado, en parti- cas apuntan al carácter acrítico de la in-
cular por las feministas socialistas, por el corporación igualitaria de las mujeres a la
carácter omniexplicativo que adquirió. educación y al mercado laboral, así como a
Las prácticas del feminismo radical la ausencia de análisis de la dinámica del
no buscan la igualdad de oportunidades en- modelo capitalista de producción y sus
tre los sexos, sino la abolición de la domina- consecuencias para las mujeres. Por ello,
ción masculina y sus formas de limitación son tildadas de “ingenuas” y “meritocráti-
y definición del conocimiento. En este sen- cas”. Sin embargo, su mayor fuente de crí-
tido, la meta de la educación feminista no tica proviene del esencialismo que las ca-
es la igualdad en el conocimiento, el poder racteriza, pues ubican a las mujeres como
y la riqueza, sino la abolición del género co- si fueran un bloque monolítico, sin distin-
mo realidad cultural opresiva (O’Brien cfr. go de clase, color, opción sexual y etnia, en-
Acker, 1995). tre otros.
En educación, la producción escrita Estas prácticas se han desarrollado
en esta línea presenta dos tendencias fun- fundamentalmente en España, Inglaterra,
damentales: 1) el monopolio de la cultura y Estados Unidos y Australia y son las que
del conocimiento por parte de los hombres han tenido mayor eco en América Latina.
y 2) las normas establecidas para los sexos
en la vida cotidiana de las escuelas. El feminismo socialista
Un aspecto no abordado dentro de es-
ta perspectiva es el que se refiere a cómo El feminismo socialista contribuyó
reeducar a los niños y a los hombres para en parte a la batalla contra las invencio-
la superación de las relaciones asimétricas. nes esencialistas, pero aportando una
El feminismo radical ha tenido gran nueva veta acerca de los orígenes de la
auge en Italia y en Inglaterra. inequidad: “el modelo económico sostenido
a partir del capitalismo es la causa funda-
El feminismo liberal mental de la opresión femenina, pues se
beneficia de ella”. Así, según sus plantea-
La meta fundamental del feminismo mientos, al eliminar el modelo económico
liberal es asegurar la igualdad de oportu- centrado en la acumulación desigual del
nidades de los sexos. En sus prácticas exis- capital, otros tipos de sometimiento y
ten tres temas esenciales: 1) igualdad de opresión desaparecerían.
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Las prácticas derivadas de esta co- transitado del análisis de las formas hege-
rriente han sido influidas fuertemente por mónicas de dominación a la capacidad, las
las tendencias neomarxistas dentro de la estrategias y las alternativas de las perso-
sociología de la educación. Un concepto fun- nas para resistirse al control social. De es-
damental usado dentro de los escritos pro- ta manera, contienen una base neomarxis-
ducidos en esta línea es el de reproducción. ta muy sólida, además de considerar otros
En este sentido, han puesto especial interés aspectos en el análisis de las condiciones
en aclarar la forma en que el género y las de opresión de las mujeres.
relaciones de poder clasistas son reproduci-
das continuamente en el medio escolar; en El feminismo postestructuralista y la
el papel de la escuela en la formación de pedagogía crítica
hombres y de mujeres de clase trabajadora
y en su perpetuación como tales; así como En Estados Unidos, durante la déca-
en la relación que guardan la familia, la es- da de los 80 crece el interés por estudiar
cuela y el mercado laboral con el manteni- las teorías que estudiaban la emancipa-
miento de las relaciones de dominio entre ción y la liberación de grupos marginales.
géneros y clases sociales. Se han especiali- Es así como las teorías de autores como
zado en estudios que evidencian las clasifi- Freire –de circulación en América Latina
caciones de las profesiones, empleos, y tra- desde la década del 70– consolidan en el
bajos femeninos como menores, peor paga- campo educativo la aparición de la pedago-
dos, fuera del campo de la tecnología, la gía crítica, cuyos principales exponentes
computación y los puestos de dirección. son Henry Giroux, Peter Mclaren y Donal-
Según Acker (op. cit.) y Gore (1996), do Macedo3.
gran parte del trabajo feminista socialista El nacimiento de la pedagogía críti-
en educación consiste en la formulación de ca introdujo un nuevo marco de reflexión y
argumentos teóricos, en investigaciones análisis teórico que rompía con la forma
históricas o en análisis políticos. Compa- tradicional de enfocar el pensamiento edu-
rativamente hay pocos estudios empíricos cativo, aunque como se anotó supra, el gé-
sobre los procesos en la escuela, por lo que nero no era objeto de análisis del impacto
desde este feminismo es incipiente el dise- del poder o del discurso de la opresión.
ño de prácticas educativas dirigidas al sa- En este contexto, la construcción
lón de clases. teórica del feminismo postestructuralista
Críticas provenientes de las mujeres acentúa el análisis de la interrelación de
negras contribuyeron a que el feminismo los diferentes vectores que construyen la
socialista tomara conciencia de la intersec- diferencia, privilegiando un vector u otro
ción de factores como el género, la clase y (el género, la raza, la orientación sexual,
la sexualidad en el modelaje de las niñas y entre otras) según sea el contexto. Desde
de las mujeres tanto dentro como fuera del sus filas, la pedagogía crítica ha sido fuer-
aula escolar. temente criticada (Gore, 1996, Ellsworth,
En forma paralela, en la sociología 1999; Lather, 1999; Orner, 1999) no solo
de la educación, han surgido estudios que por la ausencia del tratamiento de la dife-
han tratado de dar mayor peso a la forma rencia en sus diversas expresiones, sino
en que las personas y los grupos en gene- también por su universalidad y utopía da-
ral se resisten a las ideologías dominantes do el carácter sumamente abstracto del
y a los procesos de control social (Giroux, lenguaje que utiliza.
1985). Ambos aspectos interactuaron para Estos cuestionamientos han produ-
la aparición de los estudios culturales den- cido textos (McLaren, 1997; Apple, 1997)
tro del feminismo socialista, los cuales han que intentan articular las diferencias de
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género y de orientación sexual dentro del riesgo que conllevan los planteamientos fe-
discurso de la pedagogía crítica4. No obs- ministas postestructuralistas por su esci-
tante, Freire y Macedo (cfr. Belaustegui- sión meticulosa de las diferencias, lo que
goitia y Mingo op. cit.) señalan que es im- dificulta aún más las acciones de moviliza-
posible estructurar una pedagogía que ción de los grupos sociales.
combata todas las formas de opresión a las No obstante, sus planteamientos, así
que están sometidas las personas por lo como los de los demás feminismos, han co-
que se hace necesario que cada forma par- locado en la agenda de discusión un punto
ticular de opresión derivada de factores ta- de encuentro: ya no se trata de describir
les como la clase social, el género, la raza, diferencias de comportamiento entre niñas
la sexualidad, la edad, sea abordada por y niños, sino de saber qué se puede hacer
pedagogías individuales que ataquen uno para que la escuela deje de ser sexista y
a uno dichos factores o bien a un binomio discriminatoria para las mujeres y por en-
acoplado de éstas. de sea un espacio promotor de la equidad
La discusión no está agotada, en entre los sexos.
particular entre las feministas postestruc-
turalistas estadounidenses, inglesas o aus- La equidad de género: propuestas
tralianas. Sin embargo, para el caso de educativas
América Latina es necesario contextuali-
zar esta discusión. El modelo dominante en el sistema
Efectivamente, según mi criterio, las educativo actual es el de escuela mixta. Es-
críticas a esta pedagogía así como las pos- te modelo establece estatutariamente el
turas del feminismo postestructuralista principio democrático de igualdad para to-
deben tomarse con cautela, debido a la es- das las personas y defiende la educación
pecificidad de las realidades sociales lati- conjunta para mujeres y hombres como un
noamericanas y, más particularmente, las compromiso básico del sistema educativo.
educativas. A ello hay que sumar la inclu- En consecuencia, la provisión de educación
sión de esta pedagogía –aunque con un ca- tiene que ser la misma para todas las per-
rácter marginal (Gore op.cit.)– en los pro- sonas en el ámbito curricular y pedagógico.
gramas de formación docente de aquellos Este modelo no reconoce las desi-
países, lo cual expresa una notable dife- gualdades entre los hombres y las muje-
rencia con respecto a las experiencias pe- res, pues el principio del que parte es el de
dagógicas formativas de los países latinoa- la “homogenización” de la enseñanza. En
mericanos en general y de Costa Rica, en consecuencia, el género no es una variable
particular. relevante para el trabajo escolar. El reco-
Por otra parte, los proyectos que nocimiento de las diferencias entre los se-
apoya la pedagogía crítica, que se oponen a xos es entendido, a menudo, como sinóni-
las posiciones opresoras de clase social, mo de discriminación, pues se parte de que
han abierto las posibilidades de cuestionar la institución escolar es democrática y jus-
el sistema educativo y de postular su ine- ta (Bonal, 1997:39).
ludible compromiso con las vindicaciones Por lo anterior, la escuela mixta no
de los grupos marginales. Si en un inicio, ha logrado generar condiciones que asegu-
sus planteamientos obviaron el género o si ren la igualdad entre mujeres y hombres,
en la actualidad lo incluyen bajo la técnica pues el modelo pedagógico dominante tie-
de adhesión, esto no la inhabilita como he- ne un carácter androcéntrico: Ha sido
rramienta teórica para una mayor com- construido teniendo en cuenta únicamente
prensión de las relaciones de desigualdad las necesidades culturales dominantes en
entre los sexos. A ello hay que agregar el la actividad pública y concede, en forma
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oculta, una atención diversa a los hombres la transformación radical del sistema edu-
y a las mujeres y con ello reproduce las pau- cativo modificando su base de poder (Wei-
tas culturales que asignan mayor valor a lo ner y Arnot cfr. Arnot, op. cit.).
masculino en detrimento de lo femenino. Desde esta posición el problema de
La posición de igualdad de oportuni- las mujeres tiene que ver menos con sus
dades se postula en educación como una elecciones y más con su opresión ante la do-
alternativa que contrarresta los efectos de minación masculina en las escuelas. El sis-
la escuela mixta. Desde esta posición se tema educativo se considera enmarcado
plantea como meta educativa la coeduca- por los intereses y la cultura masculina y
ción, o sea, una escuela con objetivos por consiguiente como generador del silen-
orientados a la modificación radical de las cio y la marginación de las profesoras y las
relaciones interpersonales. alumnas en las escuelas. Promueve, por
Es en España, donde esta posición tie- tanto, una reflexión crítica sobre las estruc-
ne una fuerte trayectoria. En países como turas de poder que sustentan y perpetúan
Reino Unido y Dinamarca (Acker, op. cit.; las diferencias y discriminaciones, y alerta
Mette, 1992), la igualdad de oportunida- sobre el peligro de integrar a la mujer a un
des ha seguido una trayectoria similar, mundo masculino, sin cuestionarlo y modi-
aunque con las particularidades prove- ficarlo previamente (Arnot, op. cit.).
nientes del abanico de feminismos existen- La diferencia fundamental entre
tes y la estructura social de cada uno de ambas posiciones es la concepción de justi-
los respectivos países. cia social y la forma de lograrla. Para la
Para el logro de la equidad de géne- posición de igualdad de oportunidades la
ro en la educación, la posición de igualdad justicia social se basa en la libertad indivi-
de oportunidades se centra en la noción de dual y se logra mediante la igualdad de ac-
derechos igualitarios para mujeres y hom- ceso a la educación. En la posición elimi-
bres sustentando que ello se consigue sólo nación del sexismo, la justicia social es
en el momento en que las mujeres puedan equivalente a la eliminación de las barre-
acceder a los espacios normalmente ocupa- ras estructurales y se lograría tomando
dos por los hombres. medidas para asegurar la igualdad de re-
La igualdad de oportunidades ha si- sultados (Bonal, op. cit.).
do fuertemente criticada por grupos femi- En este debate, especial atención
nistas de corte radical por considerar que merece la pedagogía de la diferencia se-
ofrece una perspectiva que se adecua a las xual como una nueva perspectiva feminis-
necesidades de los políticos. Particular- ta radical sobre la educación. Esta pers-
mente, en la medida en que establece es- pectiva surgió en Italia a inicios de los
trategias viables y objetivos aparentemen- ochenta por obra de la Librería de Mujeres
te factibles con los recursos existentes y de Milán y posteriormente de la Comuni-
porque el análisis que sirve de apoyo a es- dad Filosófica Femenina Diótima de la
tas iniciativas tiende a centrar los proble- Universidad de Verona. Consiste, esencial-
mas en las mujeres (Arnot, 1992). De estos mente, en cambiar la sociedad de modo
grupos surge la posición de eliminación que en ella tenga curso lo que una mujer es
del sexismo. y quiere ser, es decir, consiste en la crea-
No obstante que presenta en su inte- ción de la subjetividad femenina; en la in-
rior diferentes ramificaciones –provenien- troducción de lo femenino a lo simbólico;
tes de los feminismos existentes– el grupo en traer al mundo el mundo femenino
que postula la bandera de la eliminación (Diótima, 1996; Librería de Mujeres de Mi-
del sexismo tiene en común su interés por lán, 1987).
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La política de la diferencia sexual no asume ya como Es el discurso de igualdad de oportu-


referencia central la discriminación y la injusticia so- nidades inscrito en el feminismo liberal el
cial que sufren las mujeres y en consecuencia ha des-
plazado su interés desde la lucha de la reivindicación
que se ha propiciado desde los sistemas
de mayores derechos e igualdad de oportunidades pa- educativos latinoamericanos. Argentina y
ra nuestro sexo, hacia la afirmación de una existencia Chile son los países que al respecto han ge-
social libre de las mujeres en un mundo común... De nerado mayores propuestas. En ambos
tal modo se ha trastocado el esquema clásico de cierto países el género se ha asumido como uno
feminismo que considera esencial la relación hombre-
/mujer con la finalidad de hacerla más justa y mejor,
de los aspectos centrales de la política edu-
concibiendo las relaciones entre mujeres como el medio cativa, con dos rasgos importantes: es
para llegar a ese objetivo (Piusi, 1999a, p. 277-278). planteado como parte de la educación en
derechos humanos; es formulado como coe-
Efectivamente, una de las caracte- ducación y se postula con dos dimensiones:
rísticas de la pedagogía de la diferencia es “igualdad de oportunidades” y “elimina-
que presenta una línea de pensamiento ción del sexismo” (Tovar, 1997)6.
orientada al redescubrimiento y fortaleci-
miento de las relaciones entre las mujeres Equidad: Una aproximación
como una forma de combatir las estructu- conceptual
ras patriarcales.
Desde esta posición, las mujeres no de- La posición de igualdad de oportuni-
ben buscar igualarse a los hombres, sino dades está iluminada por el feminismo de
más bien exaltar su condición femenina para la igualdad, de raíz ilustrada el cual, a su
combatir cualquier forma de opresión sexis- vez, se articula en torno a las ideas de
ta desde la libertad femenina, la cual se con- igualdad y libertad. Por su parte, la elimi-
quista y se finca en las relaciones sociales nación del sexismo se ancla en el feminis-
con otras mujeres. Retoman el término affi- mo de la diferencia, en el que la noción de
damento (sin traducción en castellano) para igualdad pasa por incorporar la idea de di-
denominar las relaciones de fe, fidelidad, ferencia, es decir, que las mujeres no sólo
confianza y solidaridad entre las mujeres. adquieran posiciones de poder, sino que
Para ellas, la política de la diferencia sexual puedan hacerlo a su modo.
no viene después de alcanzar la igualdad en- A pesar de que ambas posiciones se
tre los sexos, sino que más bien la sustituye. critican recíprocamente es posible cons-
En Italia y desde hace algunos años, truir, a partir de ellas, el concepto de equi-
profesoras de escuelas elementales y de se- dad con una dimensión que trascienda a la
cundaria, educan en la diferencia, marcan- igualdad.
do con un signo sexuado el signo de la liber- Efectivamente, y de acuerdo con la
tad femenina, provocando transformaciones posición de eliminación del sexismo, la
significativas mediante el desplazamiento igualdad de oportunidades no resuelve el
de la autoridad y de la proyección sobre su problema de cómo integrar los valores con-
sexo (actividades educativas con grupos ho- siderados tradicionalmente femeninos y
mogéneos por sexo, aplicación de unidades que de hecho continúan subsistiendo, pero
didácticas para las mujeres, cursos de for- interiorizados solo por las niñas y las muje-
mación y actualización para las profesoras, res. Ello conduce –sin el esencialismo7 de
sexuación de la lengua y de los contenidos algunos feminismos de la diferencia– al re-
de los programas) (Piussi, 1996; 1999b). conocimiento de la diferencia de un modo
Este discurso, junto con el que pro- éticamente desafiante y políticamente
viene de la posición de eliminación del transformador para así crear las condicio-
sexismo, no han tenido ningún impacto nes que coadyuven a la superación de la do-
en América Latina. minación y la desigualdad entre los sexos.
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Para lograr la equidad no basta con Lo deseable es la construcción de una nueva forma de
que las mujeres puedan acceder en igual- vida que permita establecer nuevos equilibrios entre
lo público y lo privado, el trabajo productivo y el re-
dad de condiciones a los ámbitos tradicio- productivo. Pero estos nuevos equilibrios no deben
nalmente considerados masculinos. Se estar basados en un regreso a partir en dos el univer-
requiere la transformación del conjunto so social, y en atribuir una mitad a cada uno de los
de normas sociales y la transformación sexos, sino en que todos los individuos, hombres y
del género, hasta su desaparición, por mujeres, contribuyan equilibradamente a ambos as-
pectos de la vida. Es decir, al establecimiento de un
medio de la fusión de los valores, de las nuevo pacto, o un nuevo contrato, como se ha dicho a
actitudes y de las prácticas histórica- menudo, entre hombres y mujeres, para una parti-
mente atribuibles a las mujeres y a los ción del trabajo socialmente necesario que no tenga
hombres. el carácter de la división sexual del trabajo, sino de la
Lo anterior equivaldría no a la su- asunción individual de parcelas situadas en ambas
esferas (Subirats, 1998, p. 61).
presión de la diferencia, sino más bien a
que ésta –sea de sexo, cultura, de raza, Es posible que la consecución de lo an-
color, de lengua, de religión– deje de ser terior requiera de la asunción de una serie
la base sobre la que se funda y legitima de medidas transitorias que, en primer tér-
una jerarquía de poder y así, de esta for- mino, promuevan que las mujeres se reco-
ma, pasar al reconocimiento de los ras- nozcan a sí mismas como sujetas de derecho
gos constitutivos de la diferencia como y con condiciones para el desarrollo de un
rasgos que presentan un gran valor para proyecto de vida autónomo. El affidamento,
la vida de la colectividad, portadores de en este sentido, es uno de los elementos más
un principio de renovación o renegocia- atractivos de la propuesta de la pedagogía
ción social que los hace deseables por sí de la diferencia sexual pues, ciertamente, es
mismos (Subirats, 1998). necesario generar condiciones para que las
No se trata tampoco de la mal llama- mujeres se (re) descubran como parte de un
da cultura de la tolerancia, pues, aunque en mismo grupo que, por la intervención de
determinados momentos la tolerancia pue- mecanismos patriarcales, se ve a sí mismo
de ser positiva, el término sugiere todavía de manera fracturado. Esto, sin embargo, y
una jerarquía en la que, quien tiene poder especialmente para el caso de los países de
para ello acepta convivir con lo distinto, en América Latina, debe comportar un análisis
la forma de una concesión o de un acto de de los significados, no solo de tener un cuer-
magnanimidad. po de mujer, sino también de tener un cuer-
Así concebida, la equidad significa po negro o un cuerpo indígena que, a su vez,
el proceso que garantiza el acceso de las están asociados a una clase social.
mujeres y los hombres a un conjunto de Lo anterior conduce al segundo com-
saberes, habilidades y destrezas que les ponente de la equidad: la valoración social
permiten estar en mejores y más iguales de las diferencias como una forma de ase-
condiciones de vida. Significa educar en gurar y perfeccionar la justicia. Es decir,
la diferencia y desde la diferencia para como medio para asegurar que cada cual
validar las características humanas (ter- reciba lo que requiere para el logro de su
nura, deseo, solidaridad y raciocinio-lógi- respectiva autonomía. Este componente
co, entre otras) como expresiones del refiere a la dimensión ética de la equidad,
mismo sustrato, no exclusivas de ningu- pues lo que se busca promover es la verda-
no de los sexos y necesarias para la su- dera igualdad como sinónimo de la justi-
pervivencia humana, en general. cia social.
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En efecto, y de acuerdo con el plan- ideológico (Sobrino, 1987), sí puede ser un


teamiento aristotélico, la igualdad debe campo fértil para el cuestionamiento y para
ser para los iguales y la desigualdad para la cooperación en la transformación de las
los desiguales (Libro V de la Ética Nicoma- relaciones entre las mujeres y los hombres.
quea), pues como el estagirita lo advierte:
Si bien es cierto el sistema educativo no puede eliminar
Si las personas no son iguales, no tendrán cosas igua- las desigualdades individuales cuando están insertas en
les. De aquí los pleitos y las reclamaciones cuando los el conjunto social, también es cierto que no hay cambio
iguales tienen y reciben porciones no iguales, o los no social si no empieza a producirse en algún punto de la
iguales porciones iguales... Lo justo es algo proporcio- sociedad y que todo cambio habido en una parte del sis-
nal (Aristóteles, 1967, p. 61-63). tema repercutirá en las otras partes (Subirats,1994: 73).

Así, la equidad sitúa a las personas Para lo anterior es imperativo consi-


en sus dimensiones originales, sin realizar derar la práctica educativa y los factores que
falsas abstracciones de igualdad, que las intervienen en ella. Es indiscutible que den-
distancian de su historia personal, social y tro de éstos, el papel del estudiantado como
cultural. Es decir, somos iguales entre no- actor protagónico ocupa un lugar preponde-
sotros (y nosotras), solo porque somos dife- rante pero, también es incuestionable que la
rentes (Touraine, 1998, p. 63). actividad del estudiantado requiere de una
Las mujeres y los hombres, por con- guía experta y de un medio ambiente esti-
siguiente, son bloques diferenciados tanto mulante que sólo el educador o la educadora
por las condiciones de género como por la y la institución educativa pueden ofrecer
edad, la clase social, la raza, la opción se- (Tedesco, 1998).
xual y la religión. Estos factores interac- En este sentido, debe tomarse en
túan entre las mismas mujeres y entre los consideración que el término educadora o
mismos hombres, generando también dife- educador designa en forma genérica una
rencias en el interior de ambos grupos, las función social cuya misión fundamental es
cuales, para efectos del abordaje de la la de enseñar, la cual, a su vez, se distin-
equidad, deben ser considerados como fac- gue como un acto relacional entre dos o
tores relevantes de las diversas expresio- más personas con un carácter intencional
nes del género. dirigido siempre a facilitar la construcción
de los aprendizajes (Fenstermacher, 1990).
Sin embargo, por las particularidades
El compromiso educativo biológicas y biográficas del profesorado y
del alumnado, así como por el entorno cul-
La equidad entre los sexos debe ser tural y las características del contexto so-
una meta educativa. Por su condición de cial en que se inserta la relación educativa,
instancia pública y el ámbito de captación la enseñanza tiene un carácter eminente-
de una población, que por su ciclo de vida mente social, configurando, por lo tanto,
(niñez, y adolescencia) es más permeable al una red de relaciones interpersonales que
conocimiento y a la innovación (Fischel, están mediatizadas por las características
1994), la educación puede contribuir al di- personales del profesorado y del alumnado,
seño y desarrollo de diferentes estrategias sus cosmovisiones particulares, sus expec-
que permitan la consecución de la equidad. tativas, el currículo explícito y el oculto, los
No se trata de hacer de ella el motor del materiales que se utilizan, la configuración
cambio social, pues como microcosmos que de los espacios, las relaciones afectivas que
es, constantemente se tiene que enfrentar se establecen, los ritmos de aprendizaje y
con las fuerzas que devienen del medio so- por las estrategias de enseñanza que utiliza
cial. Sin embargo, por su contenido político el profesorado (García y Canal, 1995).
20 Revista Educación 27(2), 2003

Por ello, quien enseña remite a per- mujeres y los hombres. Ello significa que
sonas de una raza, de una clase social y dicha práctica sería el motor del cambio
un sexo específicos, cuyas biografías es- lo cual induciría, por un lado, la emanci-
tán íntimamente ligadas a la trayectoria pación del profesorado como personas
económica, política e ideológica de sus fa- constructoras de su propio conocimiento
milias y comunidades; a las economías y de su acción, y por el otro, la posibili-
políticas de sus vecindarios y a las rela- dad de convertir la educación en un me-
ciones de desigualdad de la sociedad en dio para la ilustración individual y para
general. Ello hace que en el acto relacio- la acción social colectiva, conectada pro-
nal el papel del profesorado no sea neu- fundamente con los ideales emancipado-
tral debido a que su acción está mediati- res de la racionalidad, la justicia y la li-
zada por lo que cree, lo que dice y lo que bertad (Carr, op. cit.).
hace (Apple, 1997, Postic, 1996). En esta perspectiva, el proceso de
formación docente cobra vital importan-
...en toda determinación curricular hay un posicio- cia, pues desde él se pueden construir las
namiento educativo, hay una intencionalidad acti-
tudinal, una idea subyacente sobre el individuo que
condiciones para que el profesorado se
se pretende formar, una mimesis personal o social constituya en agente multiplicador de la
que se trata de extender y reproducir por medio de equidad entre los sexos. Ello supone una
la actividad de enseñar. Por todo ello la escuela no relación dialéctica entre el cambio cultu-
es una institución en la que se produce de manera ral y las prácticas educativas en la que el
aséptica y neutral transmisión de información so-
bre conocimientos culturales y académicos (Her-
primero, no solo provenga del exterior y
nández y Sancho, 1993, p. 102). actué sobre las segundas sino que, estas
prácticas además de propiciar el cambio,
En virtud de lo anterior, el profeso- serían consolidadas, a su vez, por él.
rado ejerce una forma de poder, una fuer-
za social que puede actuar a favor del cam-
bio o de la continuidad social (Carr, 1996). La formación de educadoras y
En este sentido, la práctica educa- educadores
tiva es más que una actividad; es una
construcción social que expresa supues- El concepto de formación adquiere
tos ideológicos controvertidos, concepcio- distintos significados según el énfasis
nes sociales, educativas y epistemológi- que, entre otros, se le asigne a los pro-
cas, al lado de una multitud de creencias gramas, a las instituciones formativas y
subjetivas, provocando que el cambio a los objetivos (Ferry, 1990, 1997; Fi-
desde la educación adquiera inevitable- lloux, 1996).
mente una dimensión de complejidad. Así, el concepto de formación, al
igual que muchos otros, es susceptible de
Los cambios de prácticas educativas son lentos porque múltiples enfoques.
exigen cambios de contenidos, de estrategias metodo- La noción de formación, sin embar-
lógicas y ello reclama conversiones a nivel subjetivo,
go, adquiere sentido cuando señala una
discursos teóricos apropiados y mejores condiciones
materiales ya que la innovación pedagógica es un acción reflexiva que permite pensar so-
problema de cambio de cultura [el resaltado no es bre lo que se hace, sobre su significación,
del original] (Gimeno, 1989, p. 18). sobre los fracasos y los éxitos que se vi-
ven y sobre la dinámica personal y profe-
La práctica educativa como práctica sional, en general.
reflexiva8 es un elemento clave para pro- La formación es, por tanto, un pro-
piciar el cambio en educación que conlle- ceso de desarrollo individual tendiente a
ve la equidad en las relaciones entre las adquirir o perfeccionar las capacidades
Revista Educación 27(2), 2003 21

de sentir, de actuar, de imaginar, de com- Lo que se espera de todo proceso formativo innovador
prender y, de aprender (Ferry, 1990). es que contribuya a forjar, en los que participan en él,
un conjunto de capacidades, destrezas y actitudes con
A partir de los anteriores enuncia- sus correspondientes fundamentos axiológicos que les
dos se puede afirmar que una formación permitan alternar, recrear y reconvertir continua y
no se recibe. Nadie puede formar a otro u lúcidamente sus habilidades y competencias, según
a otra, pues son las personas las que se lo exijan los requerimientos de los contextos cultura-
forman y se desarrollan. No obstante, si les, sociales y escolares en que les toque ejercer su
quehacer, en que tienen lugar sus prácticas (Cornejo,
bien cada cual se forma a sí mismo y a sí 1999, p. 60).
misma, también es cierto que las perso-
nas se forman solo por mediaciones La acción formativa, actividad for-
(Ferry, 1997). mativa o acciones de formación correspon-
Las mediaciones son diversas: las de, entonces, a un conjunto de conductas,
experiencias vividas, la relación con las de encuentros e interacciones entre las
otras y los otros, las lecturas, las circuns- personas involucradas que puede perse-
tancias, los contenidos de aprendizaje, el guir múltiples finalidades, explicitadas o
currículo y el propio profesorado. no, y por las cuales hay una intencionali-
En efecto, el modelo pedagógico que dad de cambio. O sea, el problema del
adopten las formadoras y los formadores cambio es el problema fundamental (o de-
tiende a imponerse como modelo de refe- bería ser) de la formación docente (Marce-
rencia del estudiantado –en este caso las lo, 1994).
futuras y los futuros docentes–, quienes Para lograr el cambio en la educa-
se ven condicionadas y condicionados a ción, es preciso que, en primer término,
reproducir los procedimientos, las actitu- en los procesos de formación docente se
des, el estilo de comportamiento desarro- haga un reconocimiento del valor de las
llado por las formadoras, los formadores desigualdades sociales procedentes de la
y por la institución de formación. construcción cultural del género. No es el
currículo común ni la metodología homo-
Los efectos de estructuración y de impregnación pro-
ducidos por el dispositivo de formación pueden llegar génea la que garantizará la igualdad de
a ser más fuertes que sus discursos. Es la razón por oportunidades para las mujeres y los
la cual el curso magistral practicado en la universi- hombres sino, la atención a las diferen-
dad, al cual se le agrega el prestigio de un saber in- cias individuales mediante una metodo-
negable y de la autoridad que confiere, queda como el
logía y un currículo lo suficientemente
prototipo de la actividad enseñante, a pesar de todo
lo que se ha escrito y dicho en alabanza de los méto- flexibles y diversificados como para po-
dos activos (Ferry, 1990, p. 61). tenciar el intercambio y la participación
activa del estudiantado en los procesos
Por lo anterior, se espera que todo de aprendizaje, experimentación y comu-
proceso de formación sea innovador y se nicación (Gimeno y Pérez, 1997).
articule y dé respuesta a las nuevas de- La realización plena de lo anterior
mandas de la sociedad. constituye un ideal que servirá de correc-
En la formación inicial debería pro- tivo a la excesiva estandarización de la
ducirse una primera transformación y enseñanza que no ha considerado las ca-
eventuales cambios en las actitudes, valo- racterísticas particulares que la cultura
res y funciones que el futuro o la futura ha conferido a las relaciones entre muje-
educadora atribuye a la profesión docente res y hombres.
y se debería impulsar la adopción de deter- El proceso de formación del profeso-
minados hábitos que influirán en el ejerci- rado puede constituirse en la plataforma
cio posterior de la enseñanza. en donde inicie la concreción de este ideal.
22 Revista Educación 27(2), 2003

Notas 7. El esencialismo se caracteriza por sustentar que


existen esferas psíquicas, sociales y culturales
separadas para mujeres y hombres. En esta di-
1. Los estudios de la mujer han buscado un
ferenciación, las posturas esencialistas glorifi-
equivalente en castellano del verbo empower
can y ensalzan a las mujeres por el hecho de ser-
y del sustantivo empowerment. Las revisiones
lo y por la consideración de que son más fuertes,
realizadas señalan que no hay nada inma-
más capaces y más inteligentes. Representa
nente en estos términos. En español signifi-
una versión feminista del eterno femenino.
can “dar poder” y “conceder a alguien el ejer-
cicio del poder” (León, 1997).
8. La práctica reflexiva es un movimiento interna-
cional que se ha desarrollado en la enseñanza y
2. Es necesario insistir que las autoras que cons-
en la formación bajo el lema de la reflexión, y
truyen la pedagogía feminista no mencionan
aporta como novedoso el reconocimiento de
unas líneas de pensamiento referidas a la “pe-
que la producción de conocimiento no es pro-
dagogía feminista liberal”, la “pedagogía fe-
piedad exclusiva de los centros universitarios,
minista radical”, o a la “pedagogía feminista
sino que el profesorado tiene también teorías
socialista”. Tampoco es posible imponer tales
que pueden contribuir a la constitución de
categorías a los trabajos publicados, en los
una base codificada de conocimientos sobre la
cuales, es observable la coexistencia de distin-
enseñanza (Zeichner, 1993).
tas tradiciones de pensamiento feminista aun
dentro de un mismo texto.

3. Según Gore (1996) en la pedagogía crítica es po- Referencias bibliográficas


sible distinguir dos líneas de pensamiento. Una
que hace hincapié en la articulación de una am-
plia visión social y educativa y la otra, que Acker, Sandra. Género y educación. Refle-
muestra una mayor preocupación por el desa- xiones sociológicas sobre mujeres, en-
rrollo de prácticas docentes explícitas adapta- señanza y feminismo. Madrid, Espa-
das a contextos específicos. Proponentes claves
de la primera son Henry Giroux y Peter McLa-
ña: Narcea, 1995.
ren y Paulo Freire e Ira Shor de la segunda.
Apple, Michael. Maestros y Textos. Una eco-
4. Las teóricas del feminismo postestructuralis- nomía política de las relaciones de cla-
ta estadounidense son profundamente escép- se y de sexo en educación. Barcelona -
ticas con relación a estos discursos dado que
el género podría ser solamente un concepto
Buenos Aires - México: Paidós, 1997.
sumado en ellos. (Para ampliar véase Belaus-
teguigoitia y Mingo, op. cit). Aristóteles. Ética Nicomaquea y Política.
Revisión española e introducción de
5. Por supuesto que al igual que con otras teo- Antonio Gómez Robledo. México: Po-
rías sociales es necesario analizar la pedago-
gía crítica con bisturí feminista para detectar,
rrúa, 1967.
relevar y combatir sus rasgos sexistas.
Arnot, Madelaine. ¿La época del igualitaris-
6. En Argentina se creó en 1991 el Programa mo? La política y las prácticas femi-
Nacional de la Promoción de Igualdad de nistas contemporáneas en educación
Oportunidades para la Mujer en el Área Edu-
cativa a cargo del Ministerio de Cultura y
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rricular Ministerial en la que el tema género cativos: Coeducar/Segregar. Grana-
está presente en uno de los seis contenidos es- da, España: Universidad de Grana-
tipulados así como en los objetivos fundamen- da, 1992.
tales en los que el respeto a la equidad entre
los sexos se plantea como un valor a ser inter-
nalizado, como un deber ser, un sentido, un Belausteguigoitia, Marisa, Mingo, Ara-
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Revista Educación 27(2), 2003 23

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Sandra Araya Umaña


Investigadora del Instituto de
Investigaciones para el Mejoramiento de
la Educación Costarricense de la
Universidad de Costa Rica
(IIMEC)

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