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LA TEO RIA D E L

CAMBIO SOCIA L
Cuatro perspectivas

por

JOI-IN McLEISH

Traducción de
J uan J osé U ir ii .i .a

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO
PRÓLOGO

Este breve estudio pretende ser lectura para estu­


diantes de los departamentos de estudios sociales,
educación y psicología social de las universidades
y colegios. Constituye un intento por exponer
cuatro teorías del cambio social de importancia
contemporánea, e indicar al estudiante algunas
de las normas que pueden emplearse para eva­
luarlas. He tenido cierto cuidado de evitar todo
dogmatismo, ya sea tratando de imponer un asen­
timiento precipitado, ya un abierto recliazo de
puntos de vista que son complejos y elaborados.
Este autor acepta la frase de John Stuart Mili
según la cual se debe prestar atención a todas las
opiniones, ya que nadie es capaz de captar la ver­
dad absoluta sobre ningún tema, mientras que
todos los seres humanos pueden ver distintos as­
pectos o partes de su totalidad. Especialmente al
evaluar las cuatro teorías de la sociedad y del
cambio social se debe adoptar este principio: hay
cierta complementariedad y generalidad en estas
teorías, que deben acallar al erudito a la violeta,
y que exigen considerable reflexión antes de ha­
cer un juicio sobre ellas.
J ohn M c L eish

[7]
NOTAS BIOGRÁFICAS

K arl Marx

K arl M arx (1818-1883) nació en Prusia, hijo de


un abogado judío que se convirtió al protestan­
tismo cuando Marx aún era niño. Después de una
brillante carrera escolar y universitaria (Escuela
Superior de Tréveris, las universidades de Bonn y
de Berlín, doctorado en Filosofía en 1841), a Marx
le resultó imposible obtener un puesto universi­
tario por causa de sus opiniones radicales y de su
origen judío. Después de una breve carrera como
director de varios periódicos (que fueron sucesi­
vamente suprimidos por la censura), habiendo sido
expulsado de Francia, Marx se estableció en Lon­
dres, donde falleció en 1883.
En sus opiniones teóricas fue Marx el primero
de los comunistas modernos, liabiendo desarrolla­
do las teorías características y básicas del deter-
minismo económico, la revolución social y la
supresión de las distinciones de clase. Las princi­
pales influencias sobre su pensamiento fueron su­
cesivamente la filosofía dialéctica hegeliana, el
socialismo utópico francés y la economía política
inglesa (Adarn Smith, Ricardo y otros). Durante
muchos años, Marx constituyó el impulso intelec­
tual del movimiento revolucionario en la mayoría
[9]
ÍO NOTAS BIOGRAFICAS
de los países que contaban con una clase obrera
ígnoiante y explotada (Alemania, Francia, Rusia)
e intentó guiar a las masas proletarias de todos los
países a la revolución por medio de la Primera
:/ Internacional, que él mismo fundó en Londres,
en 1864. Desempeñó un gran papel al inspirar!
interpretar o justificar las revoluciones de 1848,
la Comuna de París de 1871 (de la que creyó que
sería el prototipo de revolución comunista, y he­
raldo de la nueva sociedad). Marx es la principal
autoridad sobre la teoría y la práctica comunistas
en todos los países de la Europa oriental. China
y Cuba, donde han ocurrido revoluciones comu­
nistas. Entre una mitad y un tercio de todos los
seres humanos que hoy viven, aceptan implícita­
mente sus ideas como descripción correcta de la
realidad y de su condición social.
Dur,inte toda su vida, Marx trabajó en exce­
lente camaradería con Eriedrich Engels, que es el
cofundaclor del niarxism.o, incluso de la teoría
del materialismo dialéctico, la revolución social y
el socialismo científico. Aunque exigiendo la abo­
lición del “matrimonio burgués”, Marx llevó una
, vida conyugal sumamente feliz con Jenny von
Westphalen (desde 1843). Jenny descendía del IX
Duque de Argyll (Archibald Campbell), que fue
decapitado por orden de Jacobo II de Escocia en
1G8I. Viviendo a menudo en gran pobreza en Lon­
ches, la familia Marx (padre, madre, dos hijas y
un viejo servidor) a menudo lograron sobrevivir
empeñando la plata de Argyll.
NOTAS BIOGRAFICAS 11

F riediuch E ngels

Friedrich Engels (1820-1895) nació en Barraen, en


la Renania alemana, hijo de un fabricante de pro­
ductos textiles. Después de prestar su servicio mi­
litar, se dedicó activamente a los negocios en la
firma de su padre, Erman y Engels. Vivió en Man-
chester, de 1842 a 1869, y entonces se trasladó a
I.ondres. Además de dirigir un buen negocio hasta
1869 y de cazar regularmente con sabuesos, tra­
bajó íntimamente con Marx organizando desde
Inglaterra el movimiento revolucionario en el ex­
terior. Escribió un gran número de libros y artícu­
los sobre la teoría del socialismo, estrategia mili­
tar en la revolución, filosofía y cuestiones sociales.
Varios de estos textos son ya clásicos: La situación
de la clase obrera en Inglaterra en 1844, La cues­
tión militar y la clase obrera alemana (1865), Ale­
mania: revolución y contrarrevolución (1851).
Como Marx, Engels sabía leer y hablar varios
idiomas. Para su labor en el movimiento revolu­
cionario internacional, se preparó no sólo con un
conocimiento de tácticas militares (la caza de la ^
zorra le parecía un excelente medio de mantener­
se en buena condición física y aprender estrate­
gia), sino c|ue se esforzó por aprender la mayor
parte de las lenguas europeas, con el fin de actuar
como intérprete eñ las conferencias y reuniones
clandestinas, en Inglaterra, con refugiados políti­
cos. Junto con Richard Wagner, participó en la
insurrección de Badén en 1849, aunque no prestó
~ 1 '

12 NOTAS BIOGRAFICAS
servicio activo en las batallas revolucionarias en
la Europa continental.
Como Marx, Engels acabó por abandonar la
idea de que la clase obrera inglesa efectuaría una
revolución comunista, aun cuando su interés en
esta posibilidad resurgió cuando, en 1889, estalló
I la huelga de los muelles de Londres. Engels vivió
durante muchos años con una muchacha irlandesa,
Lizzie Rurns, con quien se casó en 1864. En periodos
de especial estrechez, mantuvo a la familia Marx,
de modo que Karl Marx pudiese tener libertad
I para escribir su gran obra El capital. A la muer­
te de Marx, Engels se dedicó a la tarea de prepa­
rar y escribir secciones del tercer volumen de este
clásico socialista. Aunque tuvo poca influencia
leal sobre el desarrollo de los partidos “supuesta­
mente” revolucionarios del continente durante su
vida —y aún menos sobre los acontecimientos po­
líticos de la Gran Bretaña—, las ideas de Marx y
de Engels, al ser desarrolladas por su discípulo
ruso Vladimii Ilicb Ulianof (Lenin), represen­
tan hoy una ortodoxia establecida para todos los
partidos que tienen un gobierno comunista en el
poder.

B ronislaw M a i .inowski

El profe.sor Bronislaw Malinowski (1884-1942) na­


ció en Cracovia, Polonia. Estudió fisicoquímica
antes de ir a Londres, pero entonces se dedicó a
la antropología cultural, bajo la influencia del
1

NOTAS BIOGRAFICAS 13

psicólogo Wilhelm Wundt. Mientras ocupaba su


cátedra de antropología en la Universidad de Lon­
dres (en la Escuela de Economía de Londres),
pasó largos periodos efectuando trabajo de campo
en Nueva Guinea y la Melanesia. También estu­
dió a los indios liopi de Arizona, a ciertas tribus
de aborígenes australianos, a los cbagga del Africa 1
oriental y a los /.apotecas de México. Principal­
mente su trabajo fue sobre los isleños de 1ro-
briand (sobre los cuales publicó muchas obras dis­
tinguidas) lo que le dio una reputación mundial
como observador de las vidas y la cultura de los
pueblos primitivos.
Pasó algún tiempo en los Estados Unidos, dan­
do cátedra en varias universidades. Buen numero
de sus obras teóricas .se han publicado postuma­
mente, basadas en manuscritos.

S iG M U N D F r E U B

Sigmund Ereud (1856-1939) nació, de padres ju ­


díos, en Freiberg, pequeño poblado de Moravia,
por entonces parte del imperio austrohúngaro.
Después de una brillante carrera escolar, estudio
medicina en la Universidad de Viena, especializán­
dose en fisiología. Un puesto universitario de in­
vestigación le dio oportunidades de trabajar en
neurología. Mas er*a tan mal pagado que Ereud
decidió consagrarse a la práctica médica como neu-
ropsiquiatra. Estudió histeria e hipnotismo en Pa-
14 NOTAS BIOGRAFICAS
I rís durante un año y, a su regreso a Viena, inventó
el método de “ asociación libre”, que constituye el
comienzo del movimiento psicoanalítico.
Pese a la severa desaprobación de sus colegas
médicos, Freud continuó investigando la vida se­
xual y las fantasías de pacientes con enfermedades
mentales, que acudían a él en número cada vez ma­
yor. En un periodo de treinta años, investigó
muchos problemas de la vida psíquica y escri­
bió muchos libros, presentando la visión psicoana-
(ij lítica de la neurosis, la civilización, la prehistoria,
la estética, la guerra, la religión y muchos otros
temas importantes.
Los nazis mandaron a Freud a un campo de con­
centración en 1938, como enemigo de la civiliza­
ción. Goering aceptó un soborno de un millón de
dólares en plata, reunidos por una devota segui­
dora de Freud, la princesa Bonaparte, y permitió
a Freud escapar a Londres, donde falleció en 1939.

G. R a t t r a y T aylo r

G. Rattray Taylor se ha especializado en presen­


tar el conocimiento científico moderno a un pú­
blico culto. Entre sus escritos se encuentran Sex
in History, los Angel-Makers y varios textos sobre
ciencia biológica. Recientemente se ha especiali­
zado en trabajar guiones científicos para la tele­
visión de la BBC.
r
NOTAS BIOGRAFICAS 15

T a l c o it P arson S

Talcott Parsons nació en 1902. Graduado en los


Estados Unidos, fue discípulo de Hobhouse y de
Malinowski en la Escuela de Economía de Lon­
dres. Su tesis para el doctorado (Heidelberg, 1925)
fue sobre la naturaleza de la sociedad capitalista.
A su vuelta a los Estados Unidos, dio clases de
economía y después de sociología en Amberst (su
propia alma mater) y en la Universidad de Har­
vard. En 1946, fue nombrado presidente del De­
partamento de Relaciones Sociales de Harvard.
Pasó un año como profesor visitante (1953-1954)
en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra.
Parsons se interesa particularmente por las sectas
religiosas más oscuras, aun cuando ha escrito dis-
tinouiclas
O obras teóricas sobre la naturaleza de la
sociedad, sobre las relaciones entre la sociología
y la economía y sobre toda una gama de temas
más mundanos. Bajo su dirección, un distinguido
grupo de estudiosos ha hecho importantes contri­
buciones a la cultura, especialmente en el campo
de la psicología social, la dinámica de grupo y la
teoría sociológica.
I. EL MARXISMO Y LA DIALÉCTICA
DEL CAMBIO SOCIAL

E l interés básico del marxismo es el cambio so­


cial: su preocupación principal se encuentra en
descubrir nuevos medios de transformar eficaz­
mente las relaciones humanas. Al comienzo de su
carrera de pensador, siendo estudiante aún, Marx
escribió en uno de sus cuadernos una frase par­
ticularmente memorable: “Hasta ahora, los filó­
sofos sólo han cambiado su interpretación del
mundo; sin embargo, de lo que se trata es de cam­
biar al mundo.” ’
El grueso de los escritos marxistas a partir de
esa fecha puede considerarse como, exclusivamen­
te, un gigantesco esfuerzo por comprender las im­
plicaciones de esta afirmación.
El problema de evaluar el marxismo como teo­
ría del cambio social cristaliza en torno del hecho
de que faltan pruebas decisivas, en forma de in­
tentos de aplicar la teoría básica a casos definiti­
vos. La principal preocupación de los pensadores
marxistas, al parecer, consiste en establecer de la
manera más general el papel directivo de las “fuer­
zas” económicas en la dinámica del cambio social.
1 F. F.ngels, Ludwig Feuerbach (1941), p. 7.^. (El apén­
dice A consiste en las once "tesis" de Marx sobre Feuer-
bach.)
[16]
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 17

Parecen interesarse en la “historia” y la “socie­


dad” antes que en los cambios locales y grupos
humanos particulares que pudiesen aportar una
prueba (sobre bases científicas) de la teoría. El
espíritu del mundo y la idea absoluta de Hegel
ciertamente han perdido categoría, hasta el punto
en que también perdieron ya sus iniciales ma­
yúsculas. Mas la vaguedad y generalidad de la
dialéctica b.egeliana persiste en los escritos marxis­
tas, tendiendo a oscurecer la explicación de la
verdadera dinámica de los cambios sociales e his­
tóricos en particular. Esto es reconocido por En-
gels, quien e.scribe: “El desarrollo de la concep­
ción materialista con respecto a un solo ejemplo
histórico fue una labor científica que habría nece­
sitado años de estudio apacible. . . ” 2
El modo condicional reconoce que la tarea nun­
ca se completó. En realidad, nunca fue empren­
dida seriamente por los fundadores del materia­
lismo histórico. Lo más cercano que los fundadores
del marxismo quedaron de esta tarca, fueron los
polémicos escritos sobre la historia de Erancia (la
Revolución de 1848; la Comuna de París).
En el marxismo nos encontramos con una teo­
ría sociológica que tiene muchas de las caracte­
rísticas de un juicio a priori. La teoría parece
confirmada por ciertas indicaciones empíricas, mas
nunca ha sido establecida en detalle por una rí­
gida aplicación del método inductivo que es ca-

2 I b id ; p. 94.
18 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

racterístico de las investigaciones sociológicas. Es


deductiva antes que inductiva en sus rasgos esen­
ciales.
La historia de la teoría marxista de la innova­
ción social pone en claro este carácter a priori. El
punto de partida fue Hegel. Pensadores religiosos
anteriores a él (por ejemplo, San Agustín) habían
intentado establecer una pauta en la historia, y
los escritores clásicos griegos habían creado una
teoría cíclica para explicar Jos hechos históricos;
mas Hegel fue el primer pensador que intentó
producir una teoría detallada y general, de la evo­
lución y de la coherencia interna de la historia.
La contribución de Marx consistió en comple­
tar la traducción, a términos seculares, de la
explicación cristiana de la historia que permanece
implícita en el cuadro pintado por Hegel del desa­
rrollo del Cosmos. El universo como sistema de
partes interconectadas y siempre cambiantes (“ma­
teria en movimiento”) fue considerado por Marx
como auténtica base existencia! de toda la historia
humana y como requisito del desarrollo social. En
lugar del progreso etapa por etapa, de la idea
absoluta (circunloquio teutónico por “Dios”) de
Hegel, encontramos la idea de progreso que ope­
ra por medio de un conflicto dialéctico que se
considerará como principio universal en las raí­
ces del ser, y cuya base es la existencia material.
Es un concepto del desarrollo, de lo más sencillo
a lo más complejo. Según la visión marxista,
existe un impulso dentro de la materia misma
r
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 19

que mueve todo hacia el cambio. Habla de “una


tensión’’, “ un espíritu vital”, y hasta se siente im­
pelido, a pesar de su enfoque científico, a valerse
del idioma del misticismo (“el qual” de Bohme)®
para expresar la esencia de la cuestión. La mate­
ria, por decirlo así, está en tortura; para escapar,
debe saltar de un nivel de desarrollo a otro. Cita
al teólogo Duns Escoto, con aprobación, por pre­
guntar desde el siglo xni si es posible que la ma­
teria piense^ Según el marxismo, es esta dialéctica
interna, esta aparente contradicción la que cons­
tituye la fuerza motora que se encuentra en las
raíces mismas de la realidad, y que conduce al
cambio. El cambio es la esencia de todas las cosas
y de las relaciones entre ellas.
Las leyes generales del desarrollo cósmico que
Marx tomó de Hegel no necesitan entretenernos
en este punto: tenemos en mente las “leyes” de la
cantidad que se convierte en calidad; la contra­
dicción como base del cambio; la negación de la
negación; etc. Estas leyes ciertamente funcionan
en las teorías sociales de Marx, porque él consi­
dera el desarrollo social simplemente como un ni­
vel especial del cambio cósmico. Mas adoptan una
forma específica en el marco particular de la so­
ciedad humana. A este nivel, seres humanos indi­
viduales y grupos humanos aparecen en el esce­
nario histórico como agentes inconscientes del

3 F. Engels, Ludwig Fcuerbach (1941), p. 85.


4 Ibid., p. 85.
proceso histórico. El impulso al cambio surge ob­
jetivamente fuera de la conciencia y la intención
humanas (“materia en movimiento”). Pero estos
impulsos hacia el cambio y las condiciones del
cambio se “reflejan” en la conciencia humana
como pensamientos, sentimientos, instintos y voli­
ciones. Ésta es la actividad sensoria humana de
la que habla Marx en su primera “tesis” o de­
claración sobre la filosofía de Feuerbach.^
Esta forma humana también es una forma de
“ materia en movimiento”. Mas los factores obje­
tivos del cambio, reflejados en la conciencia, tie­
nen una tendencia subjetiva impuesta a ellos, que
puede describirse en términos como “ideología”,
“ tendencias ideales”, una “conciencia falsa” : un
tipo de lagunas entre las percepciones humanas y
la realidad social existente. Marx reconoce la exis­
tencia de dos conjuntos de leyes que son idénticos
en sustancia pero que difieren marcadam.ente en
su modo de expresión. El primer conjunto de leyes
está relacionado con el desarrollo del mundo
exterior; el segundo tiene que ver con las leyes
del pensamiento humano. Esto significa que, aun
cuando los cambios sociales sean producidos por
el hombre, estos cambios para ser eficaces deben
someterse a leyes ocultas que operan fuera de la
voluntad, la intención y aun la conciencia de los
seres humanos. Las innovaciones sociales de toda
índole, aun cuando a menudo parezcan ser con-

5 Ibid., p. 7.S.
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 21

secuencias de la intención humana, son, en rea­


lidad, resultado de innumerables voluntades huma­
nas que, en grado considerable, están en conflicto
unas con otras. Así, el resultado final de la inno­
vación tiene una calidad de capricho o de acci- J
dente histórico. T al como aparece en su expresión
final, la innovación particular no fue intentada
por nadie, y no es completamente aceptable para
ninguno de los agentes sociales. Así los cambios
sociales de cualquier índole que sean siempre tie­
nen algo de apariencia de accidentes, felices o
infelices. Sin embargo, en realidad, surgen como
resultado de la necesidad histórica, a consecuen­
cia de la operación de leyes inviolables. “ Lo que
es real es racional, y lo que es racional es real” ,
dice Llectel. Marx da otra redacción a esta frase,
un tanto ambigua, en el sentido de que aquello
que es necesario surge; lo que ha agotado toda
posibilidad de nuevo desarrollo ha de morir.®
La fuerza motora del cambio se encuentra para
el marxista en los fundamentos económicos de la
sociedad. Nos dice que el nivel de las fuerzas
productivas de una sociedad dada determina el
nivel general de la cultura, del conocimiento y
de la ideología.’^ Los cambios que ocurren en la
base económica son decisivos. Dependen de leyes

o Marx-Engels, Correspondencia (184G-1895) (19.^6), pági­


nas ,S10 311, 475, 518; cf. Konstantinov, F. V. (1950, 1954, 1955).
T K. Marx, CriLica de la economía política (1904), pá­
ginas 11-13; cf. K. Marx, y F. Engels, La ideología alemana
(1940), pp. 28-29.
22 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

científicas de un carácter causal, determinado. Los


cambios económicos son primeros en orden de
tiempo y de importancia, y van sucedidos por cam­
bios en la “superestructura”. Estos cambios super-
estructurales se relacionan con ideas, como reli­
gión, derecho, literatura, teoría. No son sino
reflejos de cambios en la base. El orden económico
es decisivo, ya que afecta tanto la tasa cuanto la
naturaleza del cambio en nuestras ideas.
En la moderna sociedad industrial, el princi­
pal vehículo de la innovación social es la bicha
de clases, es decir, la lucha de quienes viven ven­
diendo su capacidad de trabajo contra los que
viven explotando el trabajo de los desposeídos.
Como partera del cambio social, la fuerza es el
árbitro entre las clases sociales.® La razón y la in­
tención humanas sólo desempeñan un pequeño
papel al determinar el resultado de las confron­
taciones históricas: de mayor importancia son las
condiciones objetivas, históricamente desarrolla­
das. En particular, son decisivas las relaciones en­
tre las “ fuerzas productivas” de la sociedad y las
“relaciones de producción” . En esta fórmula, Marx
asevera que el resultado final de la lucha históri­
ca, factor decisivo del cambio social, se decide por
leyes causales y relaciones que se encuentran fuera
de la conciencia y la voluntad humanas. Estas leyes
y relaciones se afirman en forma de una necesidad
8 K. Marx y E. Engels, El manifiesto comunista (19.S.5),
pp. 10-20; c¡. F. EngcIs, Le Róle de la violence dans Vhistoire
(1939), p. 130.
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 23

externa ante la cual deben inclinarse todas las


voluntades.®
Es regla general o ley social que lo nuevo entre
inevitablemente en conflicto con lo antiguo. En
la práctica, esto significa que el innovador social
se encuentra pronto cara a cara con las tradicio­
nes sociales, con ideologías irracionales, con inte­
reses creados que operan, unidos, como gran fuer­
za conservadora para oponerse al c a m b i o . E l
innovador que sea lo bastante afortunado para te­
ner de su parte las “ fuerzas de la historia’’ podrá
superar las resistencias al cambio, pero de una
manera que no fue anticipada ni prevista por él.
Inevitablemente habrá diferencias en el grado en
que los innovadores individuales estén conscien­
tes de la situación objetiva (esto incluye las fuer­
zas productivas, las relaciones de producción, la
lucha política, la situación ideológica, el siguien­
te paso dialéctico, etc.). Elabrá, asimismo, diferen­
cias en el grado en que los individuos podrán
asimilar sus propósitos al movimiento dialéctico
general de la historia. Esto es lo que Marx indica
por “conciencia de clase”. I.a conciencia de clase
implica que un enfoque partidarista es esencial
antes de que podamos comprender la naturaleza
de la realidad, y cómo pueden lograrse los cam­
bios deseables. En oposición directa al pensamien­
to liberal, los marxjstas sostienen que el individuo

o F. Engds, Ludwig Feuerhach, op. cit., pp. 54-5H.


10 V. I. Lcnin, Leninski Sbornik, vol. 9, pp. 230-267.
1
24 I.A DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

debe participar en el proceso de cambiar la reali­


dad ames de poder comenzar a entender sus cua­
lidades esenciales. Todo el que trate de compren­
der deberá empezar adoptando una posición que
ya implique un juicio de valor. Como mejor po­
drá triunfar el innovador social será si conscien­
temente adopta una posición de clase y un punto
de vista comprometido. Sólo sobre esta ba.se po­
drá empezar a comprender la relación de las fuer­
zas de clase, y lograr predecir el movimiento in­
manente de las fuerzas productivas y relaciones
de producción en la época histórica dada.i’^
Con referencia al problema particular que aquí
nos ocupa, o sea cómo se efectúa el cambio social,
una de las preguntas centrales es la de la relación
de la iiitelligenlsia o clases educadas con el pro­
ceso social. Acerca de esta ¡rregunta, tal como la
han tratado los marxistas, cabe decir lo mismo
que ya hemos dicho acerca de la teoría general
del cambio social. La relación detallada entre el
individuo y la innovación específica de la cual
podrá considerársele “responsable” (por no decir,
darle crédito) queda en la oscuridad de una for­
mulación abstracta y general entre los escritores
marxistas. Sin embargo, se dan ciertas indicaciones
de qué manera habrá de responderse a esta pre­
gunta.
Ya se se ha indicado la distinción entre base y

11 V. I. Lcnin, Sochineniya, 4a. ed., Moscú, 1947, vol. 14,


p . 343.
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 25

superestructura. Esta distinción fue declarada por


primera vez en una afirmación clásica de Marx:

La totalidad de las relaciones ds producción cons­


tituye la estructura económica de la sociedad, la
verdadera base sobre la que se levanta una .superes­
tructura jurídica y política y a la cual corresponden
formas definitivas de conciencia social. El modo de
producción de los medios materiales de vida deter­
mina, en general, los procesos sociales, políticos e
intelectuales de la vida. 12

Ésta es la doctrina del materialismo histórico.


.\firma que todas las ideas, las instituciones y ca­
racterísticas aparentes de un sistema social dado
son determinadas por la forma en que la gente se
gana la vida, es decir, por el modo de producción
imperante. Como corolario directo, se declara que
la esencia misma de! hombre en cualquier periodo
histórico se deriva de su relación con el proceso
productivo. “La esencia humana no es una abs­
tracción inherente a cada individuo en particu­
lar. En su realidad, es el conjunto de las relaciones
sociales.” ’ * Esto puede interpretarse como la idea
de que el intelectual que, por definición, nunca
participa directamente en el verdadero proceso de
producción, ha de permanecer dedicado a activi­
dades exclusivas de la superestructura. Como agen­
te social productivo, \an sólo le conciernen la crea-
12 K, M;u'x, Critica de la economía polUica (1904), páginas
11-13.
13 VI Tc.sis sobre Fcucrbach, en F. Engels., op. cit.
26 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

ción y la transmisión de la ideología. Mas este


hecho no necesariamente le excluye de una con- |
sideración como innovador social; también es un
principio que la superestructura no sólo es un re­
alejo pasivo de la base económica. Es una fuerza
activa, empleada por todos como instrumento en
i la lucha de clases. Por una parte, es activa en de­
fensa de las relaciones existentes; por la otra, es
un marcapaso en el impulso al cambio que existe
dentro de las relaciones de p ro d u c c ió n .L e n in
atribuye a las ideas la honorable categoría de fuer­
zas materiales. Dice: “la teoría se convierte en
i fuerza m.aterial cuando ha captado a las masas”.
Al decir Marx que las relaciones económicas son
primarias y que los pensamientos, sentimientos y
voliciones son derivativos y secundarios, no está
indicando que los últimos carezcan de importan­
cia. Tampoco excluye la posibilidad de una in­
teracción en dos sentidos entre la economía (la
base productiva) y las ideas (la superestructura
ideológica). Cierto es que para el marxismo la
intelligentsia como “agrupamiento” social (no
constiuiye una “clase”) es menos “fundamental”
que los trabajadores o empresarios. Las socieda­
des humanas tienen capacidad para sobrevivir sin
mucho pensamiento abstracto: en cambio, no
pueden sobrevivir, en absoluto, sin alimentos ni
producción primaria. Mas esto no excluye la posi-

i'i J. V. Stalin, Del marxismo en la lingüistica (1950),


página 4.
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 27

bilidad de que un intelectual en particular, en un


momento particular, pueda ser más valioso para
la vida continuada de la sociedad que un empre­
sario, trabajador, máquina o proceso de manufac­
tura dedicados a la producción primaria de las
necesidades básicas de la vida:

El intercambio de ideas es una necesidad constante


y vital: sin él, es imposible coordinar las acciones
del pueblo en la lucha contra las fuerzas de la na­
turaleza y la lucha por producir los valores materia­
les necesarios; sin él, es imposible asegurar el triun­
fo de la actividad productiva de la sociedad; por
tanto, la existencia misma de la producción social
se vuelve imposible.’ ®

Aunque debemos insistir en que el marxismo


subraya el hecho de que la vida social es esencial- ^
mente práctica, esto no debe interpretarse como
una denigración de la teoría. El hincapié depende
del contexto. Al rechazar toda tendencia al “ idea­
lismo”, los marxistas insisten en la supremacía de
la acción. Mas al enfrentarse al materialismo his­
tórico, subrayan el significado de las ideas, del
pensamiento abstracto, de la teoría para guiar la
actividad transformadora del hombre en la so­
ciedad.” *
Según el marxismo, J a base de todo cambio es
la contradicción. La ley de la contradicción, tam-

15 Ihid., p. 16.
if’ F. Engels, Anti-Dühring (sin fecha), capítulo xn.
28 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

bien conocida como ley de la unidad de los opues­


tos, es la ley más fundamental de la dialéctica
marxista. Según Lenin, “ la dialéctica en su signi­
ficado propio es el estudio de la contradicción
dentro de la esencia misma de las cosas” . En sus
notas filosóficas cita a Filón de Alejandría que,
en la antigüedad clásica, ya había definido los
fundamentos del modo de pensar marxista o dia­
léctico:

Pues, ¿no es la unidad la que se compone de dos


contrarios? La unidad es de tal índole que, dividida
en dos, aparecen los contrarios. ¿No es éste el prin­
cipio mismo que según los griegos, Herácliio, su
grande y cél bre filósofo, reconoció como piedra
angular de su filosofía, y del que se jactó como de
un nuevo descubrimiento?^''

El marxismo conviene con Heráclito en que la


contradicción forma parte de la esencia de todas
las cosas: es absoluta y universal. La contradic­
ción como base del cambio existe en todos los
procesos, desde el principio hasta el fin del desa-
' rrollo de las tosas. Al analizar casos concretos de
cambio cósmico, sea individual o social, el mé­
todo marxista consiste en seguir el movimiento de
los opuestos (“la división del uno y el conoci­
miento de sus partes contradictorias... el cono­
cimiento de la unidad de estos opuestos”).^®
17 V. I. Lenin, Filoso¡skiye Telrady (1947), p. 26.?. (Edi­
ciones Sociales, 19.7.5, p. 279.)
18 Mao Tse-tung, Selected Works (1954), vol. 2, p. 50.
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 29
Sin embargo, debe notarse que las contradiccio­
nes no necesariamente son antagónicas en carác­
ter. El marxismo es, esencialmente, una teoría del
cambio por medio del conflicto, mas reconoce otra
clase de cambio que ocurre sobre la base de
contradicciones no antagónicas. Marx reconoció
esto desde 1845, cuando tenía 27 años de edad.
Pero el punto ha sido muy claramente establecido
en los tiempos modernos por uno de sus discípu­
los más importantes:

Contradicción y luchas son universales y ab.solutas.


Pero la forma en que nos proponemos resolver las con­
tradicciones o, en otras palabras, las formas de la
lucha, difieren según las diferencias que hay en la na­
turaleza de las contradicciones. Algunas contradiccio­
nes est:ín marcadas por la existencia de un antago­
nismo abierto, otras no. Cuando consideramos el desa­
rrollo concreto de las cosas, algunas contradicciones
que originalmente no eran antagónicas cambian y
se vuelven antagónicas: algunas contradicciones que
originalmente eran antagónicas, cambian y se vuel­
ven no antagónicas.

Cuando estamos pensando acerca del cambio so-


C ía e intentando identificar las causas, las con­
tradicciones básicas que buscamos son de tres prin­
cipales especies: contradicciones entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción: con­
tradicciones entre la base económica y la super­
estructura ideológica; y contradicciones que pueden
19 Texto del discur.so del 27 de febrero de 1977, p. 2.
30 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL
r LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 31
1
existir dentro de la propia superestructura. Tam ­ En una serie de cartas escritas en 1890, 1893 y
bién hemos de recordar que la ley de la contra­ 1894, Engels amplifica y condiciona los principios
dicción opera dentro de la esfera del pensamien­ cardinales del materialismo histórico antes expues­
to humano. Esto nos ofrece un cuarto campo de tos, tal como los ofreció Marx. En cartas a Schmidt,
investigación. Al estudiar el cambio, el método a Mehring, y a Starkenburg, define más precisa­
, marxista consiste en identificar la contradicción mente los tipos de interacción y los procesos que
^ fundamental. Esto aporta la clave que nos capa­ operan en la producción de la ideología .21 Éste es
cita a interpretar y comprender todo el movimien­ un concepto básico cjue ha de comprenderse an­
to en términos marxistas. Al mismo tiempo, he­ tes de poder captar en su plenitud la visión
mos de comprender el hecho de que estamos marxista de las realidades sociales. La distinción
observando un proceso dinámico o siempre cam­ entre base y superestructura económica queda rei­
biante. Esto significa que hemos de esperar que terada por Engels en estas cartas. No se retira la
la contradicción principal sólo sea tal durante un ley fundamental: que el modo de producción
periodo limitado; aparecerán nuevas formas de determina, a la postre, los conceptos filosóficos, \
lucha dentro de la realidad que estemos estu­ religiosos, artísticos y literarios. Pero se añaden va­
diando; se establecerá la unidad de los opuestos; rias condiciones importantes. Son éstas tan fun­
la negación será, a su vez, negada, y el nuevo Uno damentales que abarcan un seilalamiento comple­
sufrirá una escisión en elementos nuevos; las con­ tamente nuevo. En este punto, la teoría del
tradicciones antagónicas cederán ante las no an­ materialismo histórico cobra una flexibilidad y
tagónicas; habrá así un flujo eterno. Citando los una sutileza que son apropiadas a la compleji­
cuadernos filosóficos de Lenin: dad de las interacciones en los grupos humanos.
El análisis de Engels comienza con el modo de
La dialéctica. . . estudia cómo los opuestos pueden
ser idénticos y cómo se vuelven idénticos (cómo cam­
producción. Con ello se refiere a procesos pro­
bian y se vuelven idénticos) —en qué condiciones se ductivos particulares, tales como máquinas, fuer­
transforman unos en otros y se vuelven idénticos—, za laboral, nivel del desarrollo técnico, modo de
por qué la mente humana no debe considerar estos distribución prevaleciente y todas las demás rela­
opuestos como cosas rígidas, muertas, sino como en- ciones materiales que tienden a satisfacer las ne­
I tidades vivas, condicionales, mutables, que se trans­ cesidades físicas de una'sociedad determinada. Así
forman unas en otras.20
20 V. I. Lenin, op. cit., p. 76 (edición francesa, p. 90), 21 Marx-Engels, Correspondencia,pp. ■ 177-484, 510-512,
(.'/■ E- Engels, La dialéctica de la naluralez.a, 19-10, 516-519.
32 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

definido, el modo de producción constituye la


base económica. Existen ciertas leyes fundamen­
tales que operan a este nivel, totalmente inde­
pendientes de la voluntad y la conciencia huma­
nas. Estas leyes y estas relaciones productivas
determinan a lo, postre el carácter ele todas las
demás relaciones sociales y personales.
En la primera etapa de semejantes determina­
ciones causales, surgen ciertos “ reflejos” o “refle­
xiones” de la base económica. Ante todo, dentro
del propio modo de producción podemos encon­
trar, en temprana etapa, cierto desarrollo de la di­
visión del trabajo que produce divergencias de
i interés. Pero al mismo tiempo, aún deben desem-
peñai'se ciertas funciones sociales comunes, si se
quiere que sobreviva la sociedad. Estas necesida­
des sociales básicas hacen surgir una clase de fun­
cionarios que son seleccionados, o que se seleccio­
nan a sí mismos para desempeñar estas funciones
sociales dentro del marco social de la división del
trabajo. Engels se refiere aquí a las funciones
de la contabilidad social, fijar el calendario para
establecer las estaciones, salvaguardar la sabiduría
sagrada y profana del grupo, etc. Sin embargo,
inevitablemente estos funcionarios comunes desa­
rrollan intereses que son distintos de los del
grupo productivo. Se vuelve su tarea autoasignada,
políticamente independiente de quienes los em­
plean. Según Engels, de esta manera surge el Es-
1.a dialéctica del cambio social 33
tado. El Estado es el jorímer “reflejo” de la base
económica.
Es un tanto lamentable que la palabra “reflejo”
(término clave en la epistemología marxista y la
teoría del proceso social) nunca quede adecuada­
mente definida. En este contexto, explica Engels
que los “reflejos” de la base económica son análo­
gos a los del ojo humano. La imagen de la retina
es producida por la luz que pasa por una lente con­
vexa: ésta invierte la imagen. La realidad aparece
de cabeza, y las cosas aparecen puestas al revés.
Ahora bien, el sistema nervioso (que en el caso de
la vista humana sirve para reinvertir la imagen)
falta en el proceso social. Por medio de esta
burda metáfora, que desafía toda interpretación
literal o científica, Engels pretende expresarnos
la idea de que las relaciones reales entre el Es­
tado y la producción (a saber, los funcionarios del
Estado parasitan a los productores primarios) se
encuentran establecidas a la inversa. En otras pa­
labras, el Estado parece ser primario, y los pro­
cesos productivos secundarios. Así les parece a los
participantes, no sólo en lo concerniente a la fun­
ción, sino también por lo que hace a las secuen­
cias históricas. Esta clase de reflejo fantástico de
la realidad es exactamente lo que expresa nuestra
palabra “ideología” .*
El conflicto de intereses que brota en esta tem­
prana etapa entre los productores primarios y los
funcionarios del Estado se manifiesta, ante todo.
34 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

como lucha política. Mas esta lucha es de natu­


raleza extremadamente oscura, porque también apa­
rece en forma “invertida” o refleja. La lucha di­
recta por el dominio de los medios de produc­
ción, la lucha entre las dos clases sociales que
ahora han surgido, se transforma en una lucha
política. Y esta lucha política es simplemente un
reflejo invertido y fantástico de la lucha de cla­
ses que está de.sarrollándose al nivel último de
la producción económica. Al menos en esta etapa
del desarrollo social, la lucha política es una es­
pecie de “boxeo de sombra”.

En general, el movimiento económico se impone.


Pero ha de sufrir repercusiones del movimiento po­
lítico que ha establecido y al que dotó de indepen­
dencia relativa; se ve afectado por movimientos del
poder del Estado, por una parte, y de la oposición
que esto engendra, por la otra.^^

Según la versión de Engels, podemos distinguir


en sucesión lógica el mismo tipo de desarrollo
natural por el que los ámbitos relativamente in­
dependientes del derecho, la religión, la filosofía
y la ciencia son invertidos en el curso de esta
lucha. Aunque éstos son, fundamentalmente, re­
flejos de la base económica, empiezan a llevar
una vida relativamente independiente, interac­
tuando e influyendo unos sobre otros. También
interactúan con la base económica. La naturaleza
22 Marx-Engels, C o r r e s p o n d e n c ia , p. 480.
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 35

y calidad de las interacciones entre distintas par­


tes de la superestructura, entre la base y la super­
estructura, entre distintas partes de la base eco­
nómica, se alteran con el paso del tiempo. No es
posible especificar, por adelantado, qué secciones
en particular habrán de interactuar; tampoco po­
demos decir cuáles serán las fuentes de influencia
predominantes, ni cuál será el resultado particu­
lar. Cada caso concreto debe ser estudiado j)or el
método marxista; habrán de tornai-se decisiones
particulares, habrá que emprender la acción apro­
piada, como corresponde a personas comprometi­
das. El movimiento general de la historia es llano,
y la determinación última de la ideología por
procesos y relaciones económicas es cierta. Mas
resulta antidialéctico percibir la base económica
y la superestructura ideológica como opuestos po­
lares, inmutables. Tampoco debemos estereotipar
nuestro pensamiento, diciendo que lo primero es ^
causa y lo segundo efecto en un sentido absoluto.
“Todo el vasto proceso procede en forma de in­
teracción (aunque de fuerzas muy desiguales,
siendo el movimiento económico, con mucho, el
más fuerte, más elemental y más decisivo)” .^'^
Se encuentra en la naturaleza misma de la ideo­
logía (ya sea religiosa, filosófica, científica, lite-
ria, artística o la cjonciencia común) el hecho de
que permanezcan desconocidas las verdaderas re­
laciones entre los fenómenos. Como hemos visto.

23 Marx-EngcEs, C o r r e s p o n d e n c ia , p. 484.
30 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

estas relaciones aparecen normalmente en forma


invertida. La ideología es un proceso consciente,
I pero procede sobre la base de una conciencia
j falsa. Es característico de la producción de ma­
terial ideológico el que nos dediquemos a pensar
sin estar conscientes de los procesos remotos que
en realidad determinan el contenido de nuestros
pensamientos. Como los determinantes reales de
la acción social han de permanecer desconocidos
por siempre para el ideólogo, se inventan deter-
' I minantes falsos. En otras palabras, sólo pueden
percibirse las fuentes de la innovación social en un
reflejo más o menos fantástico, invertido, de cabe­
za. Así, por ejemplo, los conceptos religiosos, las
ideas filosóficas, las visiones literarias, la expre­
sión artística y los modelos científicos comparten
la característica de que son falsamente considera­
dos por quienes los miran como entidades que
no reejuieren otra explicación aparte de que exis­
ten. Engels concede que las construcciones ideo­
lógicas tienen cierta relativa autonomía; en rea­
lidad, que aun pueden influir sobre los procesos
económicos. Pero manifiestan una básica inver­
sión, inherente al hecho de que reciben su ser
simplemente como reflejos económicos, en que
todo está invertido. Es un hecho que la ideolo­
gía reacciona sobre la base económica para mo­
dificarla: pero más importante es notar c[ue en
último análisis el modo de producción es prima­
rio, y la ideología secundaria; que la base eco-
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 37

nómica habrá de imponerse. El reconocimiento de


esta realidad es lo que distingue al Utopismo de la
Ciencia.
Dentro del ámbito de la propia ideología po­
demos descubrir una dimensión de realidad-irrea­
lidad. La religión y la filosofía se elevan por en­
cima del derecho, la política y la ciencia. Y ello
por dos razones: la relación entre religión y fi­
losofía y la realidad económica es más tenue;
y (según la frase de Engels) filosofía y religión
han heredado un mayor sedimento de “ hojaras­
ca” ¡rrehistórica. En este punto, Engels introduce
un concepto no explicado: sostiene que los falsos
conceptos de religión y filosofía (espíritus, fuer­
zas mágicas, visiones erróneas de la naturaleza y
del ser del hombre) surgen en tiempos prehistó­
ricos sobre una “ base económica negativa” . E s t a s
falsas ideas tienden a influir negativamente sobre
la producción, y actúan para mantenerla a un
bajo nivel. Esto puede significar que se apartan
recursos productivos del uso social para satisfacer
a deidades particulares, o para amueblar la últi­
ma morada de los reyes. Resulta difícil compren­
der lo que significa una “base económica nega­
tiva” , a menos que para Engels sea una manera
de decir que las diversas categorías de magia, de
espíritus, de deidades, se producen espontánea-
menle. T al idea es absolutamente contraria a los
conceptos básicos del marxismo. Una vez más.
¡ b i d ., p. 482.
38 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

plantea otra suposición que parece contradecir


sus suposiciones básicas: que “sin duda sería pe­
dante tratar de descubrir las causas económicas
de todo este disparate primitivo”.
Pese al hincapié hecho en el carácter irracio­
nal de la ideología, el marxismo insiste en que
la sociedad está integrada por agentes conscientes
que avanzan con deliberación y pasión hacia me­
tas definidas.^» El cambio social no es producto
de fuerzas ciegas e impersonales; es resultado de la
reunión de innumerables voluntades y acciones
humanas. Nada ocurre sin un proposito conscien­
te, sin una meta humana establecida intencional­
mente. Mas debe observarse que no es una volun­
tad humana partiexilar la que determina la fuerza
de los acontecimientos. Es esto lo que hace que
los cambios sociales parezcan tener, en sí, una
calidad aleatoria o caprichosa. La voluntad ge­
neral es una especie de decisión del promedio,
que no es deseada por ningún agente en par-
ticular.2^ Por ello, parece imperar el azar. Pero
el “azar” mismo está integrado por una multi­
plicidad de causas, en su mayor parte desconoci­
das, cada una de las cuales aporta una pequeña
cantidad al efecto general. La causalidad reina,
pero la naturaleza de las leyes de desarrollo so­
cial permanece desconocida para los participantes.

25 Ibid.
2« F. Eiigels, Ludwlg Fcuerbach, op. cit., p. 58.
27 Marx-Engels, Correspondencia, p. 518.
LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL 39

Sólo están conscientes del contraste entre sus


■ intenciones y el resultado generalas La relación
causal entre el hecho y las causas predeterminan­
tes debe ser determinada por un análisis de cada
situación concreta. El marxismo nos permite de­
cir, de manera general, que el análisis será la for­
ma más productiva si empezamos por el desa- i
rrollo de las fuerzas de producción. El carácter
de las relaciones de clase, las interrelaciones entre
construcciones ideológicas y entre éstas y la base
económica, el equilibrio de las fuerzas de clase;
éstos son los elementos más importantes de la
situación total a la que habremos de dirigir nues­
tra atención en una etapa muy temprana. Los
participantes individuales en el proceso social de- ^
ben ser considerados como representativos de una
clase y de un interés de clase. Pueden tener más
o menos conciencia de su interés y lealtad econó­
mica, pero al mi,sino tiempo tienden a todo tipo
de fantasías superestructurales. Éstas funcionan de
tal manera que oscurecen el carácter del proce.so
social en el que todas participan. También oscu­
recen, en mayor o menor grado, la relación entre
hechos sociales e interés de clase.
La teoría marxista del cambio social es un for­
midable instrumento intelectual. Ha hecho sur­
gir considerables^ controversias. Le han llovido

2S Cf. Carta a Blocb, ibid., pp. 475-477.


2ü CJ. Carta a Blocii, Marx-Engels, Correspondencia, pá­
gina 511.
40 LA DIALÉCTICA DEL CAMBIO SOCIAL

críticas desde los puntos de vista ético, filosófico,


histórico, político y muchos otros. No nos propo­
nemos detallar estas críticas, ni evaluar la teoría
desde un punto de vista general. En lugar de una
critica generalizada, nos parece más útil en esta
etapa del de.sarrollo de la teoría social aceptar el
■ marxismo como modelo de trabajo del cambio
j social, y ponerlo en marcha. Esto puede hacerse
viendo hasta dónde hace más comprensible una
situación social particular o una innovación so­
cial. En otras palabras, es apropiado considerar
la teoría como contribución a las ciencias socia­
les, en lugar de criticarla en términos generales
como doctrina política. Se vuelve necesario, en­
tonces, ver hasta qué punto las hipótesis y con­
ceptos generales son válidos en casos particulares.
Y al hacer este intento, aceptamos la premisa
básica de que la ciencia social, como cualquier
otra ciencia, avanza intentando falsas hipótesis
por pruebas empíricas, y no como resultado de
una crítica filosófica.
II. E L E Q U IL IB R IO SO C IA L Y E L CA M BIO
SO C IA L : E L F U N C IO N A L ISM O
D E M A LIN O W SK I

L a t eo r ía del luncionalisnio, desarrollada por


Malinowski, presupone que todos los procesos so­
ciales han sido causalmente determinados. De he­
cho, la importancia del funcionalismo en el pen­
samiento social consiste en que ajjlica el principio
de causalidad a cada elemento de la cultura, sin
excepción. La cultura debe comprenderse en el
sentido antropológico; incluye costumbres, tradi­
ciones, instituciones, artefactos materiales, simbo­
lismo. Según la teoría de Malinowski, nada que
pertenezca a este sistema es resultado de una in­
vención caprichosa. Cada pieza se justifica causal­
mente. Esto es así porque, antes de que algo
nuevo pueda incorporarse al sistema cultural,
debe satisfacer alguna necesidad humana. La ne­
cesidad puede ser sencilla, derivada directamente
de nuestra naturaleza como organismos vivos, o
puede ser una necesidad más compleja y deriva­
da. La primera aparición y la continuada super­
vivencia de cualquier innovación en el sistema
cultural forma parte, por tanto, del mismo pro­
ceso de ley universal^ que simultáneamente fija
t B. Malinowski (1960), p. 142.
[41]
42 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI

las estrellas a sus cursos y determina que los va­


rones occidentalizados lleven corbatas negras con
el esmoldng.
El determinante de mayor importancia es la
ley de la supervivencia. Dice Malinowski:

Ningún sistema de actividades crucial puede persis­


tir sin estar conectado, directa o indirectamente, a
las necesidades humanas y su satisfacción. La com­
prensión de cualquier elemento cultural ha de im pli­
car, entre otras cosas, el planteamiento de sus rela­
ciones, instrumentales o directas, hacia la satisfticaón
de necesidades e.senciales... La imperfección del des­
empeño tócnico, la desobediencia de las reglas de
cooperación y la mala conducción de los objetos o
de la gente, en suma, aportan un castigo último del
organismo por el aborto de la secuencia universal.^

Esto podría describirse como la disciplina de la


naturaleza según F-ou.sseau, aplicada a cada aspec­
to del comportamiento humano. Es el principio
danviniano de selección natural, generalizado de
tal manera que actúa sobre sociedades enteras y
\.
sobre cada demento de la cultura del grupo. Es
el principio de la utilidad de Bentham, amplifi­
cado para explicar la continuada supervivencia
de artefactos culturales en la vida social y para
explicar su desaparición al agotarse su utilidad.
Desde el punto de vista práctico, la importan-

2 I h id ., p. 41.
EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSK.I 43
cia del funcionalismo consiste en aportar un es­
quema analítico por medio del cual podemos em­
prender un análisis sistemático de cualquier socie­
dad o de cualquier institución social.'^ El esquema
de análisis de Malinowski es, a la vez, universal
y pertinente. Las categorías analíticas pueden
emplearse para analizar sistemas sociales estacio­
narios o dinámicos. Quedan en claro la anatomía
y la fisiología del sistema social. Cada elemento
encuentra su lugar en la economía total del .sis­
tema social.
Malinoxvski considera que la unidad de análi-,
sis cidtural es la institución.'* Esto significa cjue
un análisis de la cultura podría comenzar por
enumerar exhaustivamente las instituciones que
se encuentran en ella: cosas como organización
de la familia, grupos de edad, “grupos mejora­
dos’’, sistemas de castas, organizaciones de ciudad,
sociedades secretas, etc. Puede considerarse que
éstas representan las moléculas sociales. Una nue­
va descomposición por medio del esquema funcio-
nalista puede darnos un cuadro completo de la
sociedad en funcionamiento siempre que incluya­
mos una descripción de las interrelaciones de estas
diversas instituciones dentro del sistema social.
La existencia de cualquier institución depende
del acuerdo, entre sus miembros, sobre un con-

s B. Malinowski (1960), pp. 53, 141; cf. B. Malinowski


(194.5).
r Ibid., pp. 42 ss.; (194.5), p. 50.
u EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSICl

junto de valores. Éstos son habitualmente de ca­


rácter tradicional (por ejemplo en el caso de la
familia). Los valores constituyen una manera
de definir los objetivos y los propósitos para los
que se unieron los seres humanos asociados con
la institución. También la institución tendrá al­
guna clase de estructura. Esto significa que los
individuos en cuestión se encuentran en relacio­
nes definidas entre sí y con partes físicas especí­
ficas del medio.
Cada institución es analizada poT categorías a
las que se ha llegado sobre la base de ciertas
suposiciones metodológicas; en conjunto, estas su­
posiciones constituyen una especie de conductis-
mo social. El esquema analítico que se deriva de
este enfoque científico a la cultura intenta incan­
sablemente sustituir los factores subjetivamente
basados por otros, objetivamenie determinables.
Así, se interesa en la acción social y en los re­
sultados objetivos de la acción, y para nada en los
motivos individuales. El funcionalista busca leyes
generales que unan el mayor número posible de
hechos. Y estos hechos no son descubiertos por
cogitaciones especulativas sobre datos introspecti­
vos, sino por la observación y el experimenLo de
un comportamiento manifiesto en un área defi­
nida. El primer y principal problema de esta
índole de la empresa científica consiste en des­
cubrir algún método de controlar y limitar el

B ibid., pp. 162-167, lio .


EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 45

discurso académico. El propósito de esta opera­


ción de control es asegurarse de que las conclu­
siones a las que se llegue estén basadas en un
trabajo sistemático y empírico que describa una
realidad externa, y no en una elegancia y refi­
namiento literarios que pueden carecer de toda
comprobación contra la realidad. A este respecto
dice Malinowski:

Toda teoría científica debe partir de la observación,


y conducir a ella. Debe ser inductiva, verificable por
la experiencia. En otras palabras, debe remitir a ex­
periencias humanas cjue pueden definirse, que son
públicas, es decir, accesibles a cualquier observador,
y que son recurrentes y por tanto llenas de genera­
lizaciones inductivas, es decir, predictivas.®

La interpretación que debe darse a esta afir­


mación es que, al describir una cultura por me­
dio de algún esquema analítico, no debemos tomar
nuestro punto de partida en los elementos exó­
ticos, sensacionales o ajenos (método que no
con.stituirí.a un enfoque científico, por muy apro­
piado que pueda ser para el relato del viajero
o el método del periodista). En cambio, hemos
de comenzar basándonos en la ordinaria satisfac­
ción cotidiana de las necesidades más elementa- '
les del hombre. Nuestra tarea es relacionar estas
necesidades y su satisfacción con el comportamien­
to organizado de los seres humanos en una situa-
0 B. Malinowski (I9G0), p. 67.
46 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI

ción social, y con el tipo de estructura social


prevaleciente. “No sólo de pan vive el hombre,
pero si vive básicamente de pan.” "^
Habiéndonos alejado de nuestro punto de par­
tida debemos considerar a continuación las nece­
sidades más complejas, derivadas e indirectas.
Y éstas son tan imperativas como las básicas y
biológicas. Lógicamente, pueden ser históricamen­
te secundarias o pueden ser derivativas; mas el
método de la ciencia consiste en relacionar estas
necesidades económicas o sociales o espirituales
(y su satisfacción) con las necesidades básicas y,
unas y otras, con un sistema de leyes generales
de carácter explicativo.® Esto no implica, en ab­
soluto, que nos veamos obligados a reducir los
imperativos económicos, sociales y espirituales a
las necesidades biológicas de comer, dormir, be­
ber, copular, y defecar. Por lo contrario; las nece­
sidades biológicas y las formas por las que se
satisfacen están atrapadas en un plexus de for­
mas, tradiciones, costumbres, mitologías y sancio­
nes sociales, etc. Según la visión de Malinowski,
ninguna parte del comportamiento humano es
jamás espontánea (en el sentido de “natural”):
comemos, bebemos, dormimos y lo demás según
ciertos modos que se han puesto “de moda” en
nuestro tipo de sociedad. El enfoque funciona-
lista no pretende predecir cómo será resuelto un

7 Ibid., p . 72.
8 B. Malinowski (1960), pp. 85 ss., 120 ss.
EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 47
problema en algún medio cultural en particular,
así como la biología puede predecir cómo las
necesidades básicas serán satisfechas por una espe­
cie dada de animal en estado de naturaleza. Lo
que sí dice es que los problemas humanos, de carác­
ter esencialmente social, serán resueltos por res-^^
puestas culturales, pues estos problemas son a la ’
vez universales y categóricos.
Los imperativos culturales se derivan de tres
conjuntos de condiciones. Éstas son la necesidad
biológica, el medio y las respuestas culturales que
ya están en existencia. Está muy lejos de la in­
tención de Malinowski reducir todos los datos
culturales a un burdo esquema de respuesta a
simples afanes biológicos. Tampoco intenta sepa­
rar los aspectos materiales de! comportamiento
social de los simbólicos. Pero sí está dispuesto a re­
conocer cosas como “conciencia”, “ideas”, “realida­
des espirituales”, “ valores” , “pensamientos”, “idea­
les”, “ creencias” , etc.; siempre que éstas puedan
definirse como identificables en un comportamien- '
to abierto o, en otras palabras, observable.® Pa­
labras y símbolos sólo son reales a través de sus
consecuencias sociales. El pensamiento bello, la
canción o el discurso que se quedan sin expre­
sión, sin canto, inéditos, nunca podrán ser tema
de la investigadóu científica. En realidad, no tie­
nen ninguna realidad cultural.
Plabiendo definido las suposiciones metodoló-

9 Ibid., p. 23.
48 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKl
gicas básicas de Malinowski, consideremos ahora
su esquema analítico. Por lógica, hemos de co­
V} menzar con la institución, ya que ésta constituye
't la unidad social. Al analizar cualquier institución
V..
es conveniente empezar por el plan.^'^ Éste define
el sistema de vaJores (objetivos y propósitos) pol­
los cuales los seres humanos se organizan y entran
en asociación dentro de la institución. El plan no
tiene que ser un documento escrito; en realidad,
éste rara vez es el caso. Tampoco tienen los miem­
bros individuales que estar conscientes de sus ob­
jetivos al unirse a una institución. De hecho, las
más de las veces, al individuo ni siquiera se le
consulta sobre si desea unirse, y normalmente
se le aplican sanciones si trata de apartarse. Po­
demos poner como ejemplo, aquí, el caso de la
familia. El documento matrimonial (que habi­
tualmente se anticipa a la familia en cuestión
de tiempo) normalmente incluye una exclusivi­
dad de relaciones sexuales, la procreación de hijos,
los derechos de propiedad, etc. La institución
de la familia entraña una asociación amistosa
con otros miembros. Esto abarca compañía, ri­
tuales de respeto, formas prescritas de dirigirse
a las diversas generaciones en asociación, y así
sucesivamente. Las implicaciones de estos diversos
planes rara vez se someten al escrutinio racional
por miembros de estas instituciones. Tampoco
otorgan su libre consentimiento a las provisiones

10 ibid, pp. 52, 140, 162.


EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 49

categóricas en cuya formulación no han tomado


parte. No pedimos nacer; tampoco tenemos una
elección en la herencia cultural transmitida por
nuestros padres. Nuestra elección de pareja matri­
monial generalmente es circunscrita y la conven­
ción soda] nos ¡imita, de maneras imprevisibles,
una vez tomada la decisión de entrar en una
relación contractual. Lo seguro es que el tipo
particular de familia en que nacemos, querámos­
lo o no, será tal que satisfaga nuestras necesida­
des básicas en casos normales. También creará
nuevas necesidades y desarrollará modos habitua­
les de satisfacerlas. Estos procesos siguen ade­
lante, en gran parte fuera de nuestra conciencia.
Así, cada uno de nosotros tiende a suponer un
carácter “natural” y “ espontáneo” de las que,
en realidad, son formas peculiares y específicas de
las instituciones sociales que nos imbuyen.
La segunda categoría analítica es la de lo per-
ionfl/.ii Cada grupo humano está organizado so- i
bre la base de la autoridad. Existe cierta división
de funcione.s, cierta pauta de distribución de los
privilegios y los deberes. Estos elementos estruc­
turales normalmente se encuentran íntimamente
correlacionados. Por ejemplo, un tipo particular
de familia tiene cierta estructura basada en una
jerarquía de derechos y deberes. Recompensas e
imperativos de una índole específica van auna­
dos al lugar del individuo, que surge de la división

11 tbüL, pp. 52-6Q.


50 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI

de funciones que capacita a la sociedad y a sus


instituciones a sobrevivir. El sistema está defen­
dido de los efectos del cambio radical por san­
ciones que normalmente van aparejadas a toda
violación de las reglas establecidas. Estas sancio­
nes se aplican diferencialmente, según la posición
de cada quien en la jerarquía institucional. Cada
sociedad tiene y debe tener a su disposición cier­
tos mecanismos para asegurar que sobreviva, como
grupo, de una generación a otra. Normalmente,
esto se logra asegurándose de que las estructuras
específicas definidas por división del trabajo, de
autoridad, de derechos y deberes se reproduzcan
junto con un personal en continuo cambio. La
vida social es muy similar a la de un organismo
complejo. Las células individuales mueren para
ser continuamente remplazadas in situ por otras
nuevas que se encargan de la misma función de
las células muertas. Los procesos de anabolismo
y catabolismo laboran en conjunto para asegurar
que las estructuras y el funcionamiento del orga­
nismo en su medio persistan sin ningún gran
cambio.
I.a tercera categoría analítica que define a la
constitución consiste en reglas o normas.^^ Éstas
son las capacidades técnicas adc(uiridas, hábitos,
normas jurídicas, órdenes éticas, etiqueta, etc., que
son aceptadas por los miembros de la institución,
o que se les imponen. Ninguna organización so­

is Maünowski ((960), pp. 52-66.


EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 51

cial existe por sí misma: toda sociedad se encuen­


tra arraigada en un medio social y natural. Del
medio ha de obtener recursos para satisfacer las
necesidades de su personal lo cpic implica capa­
cidades y tareas que se efectúan de acuerdo con
secuencias y ritos instrumentales tradicionales. En
su esencia, la cultura es un aparato complejo |
que coloca a los seres humanos en una posicitín
ventajosa para enfrentarse a los problemas con­
cretos de su medio. Actúa de manera tal que
transforma la satisfacción de las necesidades, cada
vez más en un proceso de rutina. Y esta mecánica
actúa para conservar la energía humana; sólo
puede surgir y mantenerse si cada quien aporta
su parte de esfuerzo de acuerdo con reglas tradi­
cionales y aceptadas. Es función de las reglas y
normas definir las rutinas establecidas: implícita
y explícitamente definen los propios derechos y
deberes dentro de la estructura de la institución.’^'*
En cuarto lugar, hay actividades. Pueden ser
de muchas clases y representar tipos concretos de
comportamiento, generados por las reglas, y esta­
blecidas ya en el plan. Según Maünowski, las
actividades se desvían invariablemente do las re­
g l a s . E s t o es así, en parte, porque el desempeño
real depende de la capacidad, energía, honradez
y buena voluntad de los miembros. Las reglas
establecen el ideal de desempeño, y las activida-

13 Ihid., p p . 53, l i o .
14 Ibid., p . 5.3.
T
í

52 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI
des representan sn realidad. Mas la realidad no
debe apartarse demasiado ni con demasiada fre­
cuencia del ideal. El límite queda definido por
el punto en que la secuencia universal no se
cumple. Esto puede resultar donde hay una falla
regular en la precisión con tjue los símbolos re­
flejan las realidades, o la falla puede deberse al
hecho de que ciertas necesidades quedan sin satis­
facer. Por medio de sus actividades, el grupo man­
tiene viva la tradición de conocimiento, de ley y
de ética de la cual depende su continuidad.
La quinta categoría del análisis conceptual es
la función de la institución^^ Ésta es resultado
' integral y objetivo de actividades organizadas del
) grupo. En su aspecto más sencillo y básico, la fun­
ción del comportamiento es la satisfacción de im­
pulsos biológicos por los actos apropiados. En el
marco de la cultura humana (fuera de la cual
el hombre es un simple animal), las necesida­
des se satisfacen por medio de actividades espe­
cíficas en que los seres humanos cooperan, em-
' plean artefactos y consumen bienes. La función
está íntimamente relacionada con las necesidades.
A su vez, las necesidades se relacionan con fines
o valores. Malinowski reitera que el valor más
básico en todas las culturas es la supervivencia;
pero es característico de los seres humanos que
sus necesidades básicas y los medios culturales
de satisfacerlas estén aunados a necesidades nue-

IR I b id ., pp. 53, 118-119 p a ss im .


EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 53

vas y derivadas,1** que imponen un nuevo y se-1


cundario determinismo. Como ya se ha dicho,
nuestras necesidades fisiológicas no se satisfacen
de maneras naturales y espontáneas, sino de
acuerdo con nuevas pautas integrales de cultura.
Éstas operan de tal manera que juntan al hom-\ \ I
bre, la sociedad y la cultura en una unidad que
trasciende el impulso animal, transformándolo
en un imperativo cultural. En este punto, pode­
mos definir la función como el papel objetivo que
la institución desempeña dentro del sistema cul­
tural total. Eín antropólogo visitante puede hacer
de la parte que la institución desempeña den­
tro del marco total de la sociedad que esté inves­
tigando una definición afín. Por otra parte, el
plan es más similar a la idea que el grupo mismo
tiene de la institución. Es una declaración deta­
llada de las cosas que espera de la institución.
Así como las actividades divergen de las reglas, así
el plan y la función nunca coinciden exacta- ■
m e n t e . L a discrepancia entre ellas bien puede
ser fuente de energía de la que pueda disponer
el innovador social. Cuando el hiato entre lo
que se espera y lo que en realidad se obtiene se
vuelve demasiado grande, puede esperarse que
algunos miembros del grupo ,se dediquen a cam­
biar la realidad, tratando de acercarla al ideal.
Por último, tenemos el aparato material. Éste'^

IS Ibid., capítulos x y xi.


17 Ibid., p. 53.
54 EL FUNCIONALISMO UE MALINOWSKI EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 55
incluye todos los elementos de la cultura mate­ Los seres humanos se organizan de acuerdo con un
rial; por ejemplo, herramientas, sistema económi­ pian que deíine sus objetivos comunes y que tam­
co, adornos, la impedimenta cultural, etcd® Pero bién determina el personal y las normas de la con­
ducta del grupo. Aplicando estas normas y con el
el aparato material no sólo consiste en objetos
uso del aparato material, los miembros se dedican ,
distribuidos en ciertas relaciones espaciales, en a sus actividades, con lo cual colaboran a la función ^
unas ante otras y el personal de una sociedad integral de la institución.i'>
determinada. Los objetos físicos están atrapados
1 y son transformiados por el proceso cultural. Ad­ La mejor manera de comprender el funciona­
quieren cierta apariencia “de segunda mano” , como lismo es como el intento de ajalicar el principio
si ya no salieran frescos de las manos del Crea­ de la selección natural a todos los elementos de
dor, sino que mostraran la huella de la manipu­ la cultura, sin ninguna excepción. Todo siste­
lación humana. En ellos se desarrolla cierta aura, ma de actividades a las que se dediquen los seres j
un fetichismo que los distingue del artículo humanos está vinculado directa o indirectamen­
natural. Se vuelven parte de la cultura: pierden te con la satisfacción de sus necesidades. Sobre la
su lozanía prístina, para nunca recobrarla. base de este entendimiento, la pauta cultural es
Las relaciones entre estas diversas categorías un sistema cerradamente integrado de hábitos c¡ue
pueden mostrarse en el diagrama. operan para producir la satisfacción óptima, con
el gasto de energía mínimo. Esto se logra a conse­
cuencia del hecho de que las actividades recom­
pensadas suelen instalarse como respuestas habi­
tuales a situaciones dadas. Pc;r otra parte, el no
Personal
reforzar un hábito particular por medio de re-p
compensas hace que el hábito salga del repertorio
Aparato rriateiial
del comportamiento cultural. Si la cultura no
satisface las necesidade.s básicas, ha de ocurrir una
Actividades de dos cosas: o bien los individuos perecen y la
I
Función
sociedad no sobreVíve, o bien la pauta cultural
se modifica de tal manera que garantice la mí­
Malinowski resume así estas relaciones: nima satisfacción de las necesidades básicas.
18 B. Malinowski (1960), pp. 36-42. 18 B. Malinowski (1945), p. 4.3, nota de pie de pdgina.
56 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI
El concepto de necesidad es fundamental en la
teoría de Malinowski. Con esta palabra, define
un conjunto de condiciones que son generadas en
el individuo dentro del marco de la cultura.^*' La
necesidad puede comprenderse como un conjunto
limitador de frenos, que se imponen mediante la
relación entre el individuo, su cultura y el me­
dio natural. Las necesidades más fundamentales
son orgánicas, biológicas. Relacionadas con éstas,
se encuentran necesidades derivadas, más comple­
jas y secundarias, que pueden agruparse bajo los
rubros de necesidades instrumentales, recreativas
e integrativas. Las necesidades humanas básicas
son alimento, calor, refugio y la satisfacción de
ciertos impulsos biológicos. Bajo el rubro de nece­
sidades instrumentales encontramos aquellos im­
perativos que son clasificados como necesidades
económicas, normativas, educativas y políticas. Ade­
más de éstos tenemos los imperativos integrativas:
incluyen conocimiento (ciencia), religión y magia.
El cuarto grupo consiste en imperativos recreati­
vos, como juego, arte, asociación, etc. Dice Mali­
nowski de estas diversas categorías:

Toda teoría de la cultura ha de partir de las nece-


.sidades orgánicas del hombre, y si logra relacionar
las necesidades más complejas, indirectas pero quizá
plenamente imperativas del tipo que llamamos espi­
ritual o económico o social, nos habrá dado un con-

20 B. Malinow.ski (1960), p assh n , pero especialmente pá­


ginas 62-65, 91-131.
EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 57
junto de leyes generales como las que necesitamos en
toda buena teoría científica.21

Esta cita debe interpretarse en el sentido de que


el hombre, liberado del determinismo de la na­
turaleza que ata a todos los demás animales, se
vuelve la víctima y a la vez el agente de otro ¡
determinismo: el de la cultura. Al mi.smo tiem­
po, la cultura se encuentra atada dentro de un
sistema de leyes de bronce: el determinismo de
la naturaleza se eleva a una potencia superior.
I.a ley de la selección natural es abrogatia por
lo que concierne al hombre individual; mas
ahora gobierna a todo el sistema social y cul­
tural dentro del que se encuentra. Por ejem­
plo, toda falla en la secuencia de las actividades
habituaos, por ejemplo, una falla de coope­
ración, o el no traducir fenómenos naturales y
sociales pertinentes en símbolos de grupo, o una
falla en el abasto de herramientas, inevitable­
mente conduce a la gradual extinción de todo
el aparato cultural y, con él, del grupo humano.2-
Esto implica que para comprender todo elemento
de cultura hemos de relacionarlo con el sistema
por el cual se satisfacen las necesidades humanas í
dentro del grupo dado. La cultura es un vasto
aparato, en parte material, en parte conductual,
en parte espiritual, que se desarrolla para capa­
citar al homo sapiens a resolver los problemas
21 Ibid.. pp. 72-7.3.
22 B. Malinowski (1960), p. 144.
58 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI
concretos y específicos planteados dentro del mar­
co de la supervivencia en un medio hostil. A par­
tir del medio hostil de la naturaleza, el hombre
intenta crear un segundo medio, más favorable:
éste es la cultura misma. Le capacita a modificar
la naturaleza de tal modo que se procure lo esen­
cial para las necesidades humanas. Al mi.smo tiem­
po, la cultura crea demandas nuevas; simultánea­
mente, también asegura que éstas se satisfagan.^*
Vemos así que la cultura es una realización in­
tegral y única de la especie humana. Cada cultura
es completa y autosuficiente, ya que ha de satis­
facer la gama de necesidades del individuo y del
grupo. La cultura nos equipa con poderes y talen­
tos que van mucho más allá de nuestras po­
tencialidades individuales aisladas, pero impone
ciertas limitaciones a nuestras actividades y expe­
riencias, restricciones ajenas a nuestros antepasa­
dos antropoides en estado de naturaleza. L e esta
manera se logra la estabilidad social. El grupo
sólo puede desempeñar las actividades necesarias
para la .supervivencia (reproducción y alimenta­
ción de la nueva generación, transmisión de la
pauta cultural) reduciendo drásticamente la espon­
taneidad del individuo. La omnipotencia de la
voluntad del azar queda dentro de los límites
del estahlecimienlo, en interés del ecjuilibrio y la
estabilidad.
Hasta este pnnto, la teoría de Malinowski sólo

2S ibid; pp. 68-G9.


EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 59
se refiere a la conservación social. En su sistema
teórico no parece haber lugar para el cambio, ni
intento alguno por explicar este ubicuo proceso.
I.os críticos han señalado esta supuesta falla del
funcionalismo, sin tener en cuenta el hecho de que
tan palpable anomalía debió de ser obvia también
para los agudos cerebros de la escuela funciona-
lista. Es cierto que las sociedades de que Mali-
nowsky trató en su temprano trabajo de campo
fueron relativamente estáticas.*^ Por consiguiente,
el funcionalismo tiene particular importancia al
explicar cómo tales grupos continúan reprodu­
ciéndose con sólo cambios mínimos a lo largo de
muchas generaciones. Pero aun la sociedad mela-
nesia, por su complejidad y carácter integrativo,
es testimonio de una compleja historia de pasadas
innovaciones. Resulta imposible aceptar, aun so­
bre la autoridad de los mitos y las sagas, que
alguna cultura haya brotado ya plenamente for­
mada a partir de las prescripciones de un héroe
de la cultura o de un Dios. Sólo es posible en­
frentarse al problema clel cambio cultural en tér­
minos de determinaciones causales: ésta es la única
ba.se para el esfuerzo de comprender la realidad
social.
Al considei ar el problema del cambio social a
la luz del funcionalismo hemos de empezar indi­
cando que la teoría no es exclusiva ni ecléctica.

24 B. Malinowski (1937). y sus otras obras sobre la socie­


dad mclariesia.
60 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI
\f
j' Además del principio de función, reconoce otros
dos: evolución y dijusion. Éstos son procesos bá­
sicos cjue el funcionalismo intenta combinar en
una síntesis ú n i c a . C o n respecto a la evolución,
Malinowski acepta el concepto de orígenes y desa­
rrollo como básicos para todo entendimiento del
cambio cultural. Sostiene que ninguna invención,
ninguna revolución, cambio social o intelectual,
ninguna nueva institución ni sistema de creencias
ocurre jamás, salvo para satisfacer nuevas necesi­
dades. En otras palabras, hay un continuo proceso
de adaptación, por el cual la cultura se enfrenta
a las nacientes necesidades del individuo y del
grupo. Las innovaciones culturales pasan por
el tamiz de la selección. Sólo sobreviven las más
apropiadas para subvenir a las necesidades espe­
cíficas de la situación cultural. Nuevos elementos
son asimilados y elaborados por la cultura, hasta
que embonan en el sistema actual. La cultura es
un todo i n t e g r a l , u n a Geslalt si así se desea, que
se modifica continuamente para estar en armonía
con las cambiantes necesidades del grupo y del
cambiante medio natural. La nueva idea, la reve­
lación religiosa, artefacto, invento o principio mo­
ral deben organizarse antes de poder tener alguna
pertinencia social o cultural. Esto significa que
debe ser asimilada como parte de un sistema di-

2.'> li, Malinowski (1960), pp. 17 ss., 24, 213-214.


2« Ibid., p. 1.50. B. Malinowski (19-15), pp. 14, 19, 26, 31,
74, etc., B. Malinowski, c¡. (1960) pp. 41, 215, 218.
EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 61
námico, que debe convertirse abiertamente en
posesión de un grupo social particular, afectando
su comportamiento, antes de que se le pueda con­
siderar como una verdadera adición a la cultura.
Éste es el otro asjjccto de la selección: la nueva
cosa ha de recibir la aprobación social. Esto no
es sino reiterar que la innovación cultural debe
satisfacer una necesidad percibida: sólo sobre esta
basa puede alcanzar vida objetiva y realidad.
También es fundamental el concepto de difu­
sión. Este proceso se ha definido como el présta­
mo tomado de otra cultura, de varios inventos,
aparatos, instituciones o creencias. En último
análisis, no es posible ninguna distinción entre
evolución y difusión. Los elementos se difunden
de una cultura a otra sobre la base de que satis- I
facen necesidades y aseguran la supervivencia. La
difusión opera sobre la base del contacto entre
culturas: pero tal contacto no es un solo acto de
“ préstamo” . Es un proceso integral al que deben
aplicarse las categorías analíticas del funcionalis-
mo.2^ Para el funcionalisla es claro que difusión
y evolución son íntimamente coincidentes: ambas
conciernen a los orígenes. En el primer caso, se
concentra la atención en los orígenes que surgen
del contacto con otra cultura; en el segundo, en
los orígenes por •invención. Por desgracia, Mali­
nowski no se explaya sobre el segundo proceso;
limita su análisis al caso del contacto cultural y

B. Malinowski (194.5), p. vu.


62 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSK.I

«.U
i tan sólo hace constar que pueden surgir innova­
ciones culturales por medio de iniciativa espon­
tánea o de un proceso de crecimiento. Éste es, en
..J" realidad, el aspecto evolutivo de la innovación.
En el contacto cultural tenemos un proceso más
complejo en que algunas instituciones persisten,
más o menos intactas; otras se modifican, y hay
una evolución gradual de nuevas instituciones.
Evolución y difusión se basan en esa cierta duc­
tilidad que es inherente a la naturaleza humana.^s
Esta ductilidad es la base de nuevas necesidades.
Hace surgir, a la vez, un desarrrollo “espontáneo”
[ y también los préstamos culturales. La situación de
contacto, donde dos culturas físicamente se yux­
taponen y mezclan, a su vez hará surgir necesi­
dades nuevas. Para satisfacer estas dos clases de
necesidades nuevas surgen nuevas instituciones,
se modifican las antiguas. Pero el contacto cul­
tural no es un proceso indiscriminado de toma
y daca. Es dirigido por fuerzas y presiones defi­
nidas; a éstas se oponen ciertas fuerzas de la iner­
cia cultural que brotan del sistema en conjunto.^»
Malinowsld describe la secuencia del cambio
de la siguiente manera.^o Existen tres fases del
contacto cultural. Ante todo, tenemos una reserva
de costumbres, creencias e instituciones indígenas.
Este complejo cultural es relativamente estaciona-

28 ibid., p. 8.
2!) Ibid., p. 19.
ao ibid., p . VII.
EL FUNCIONALISMO DE MAUNOWSKI 63
rio, pasivo, en un equilibrio estable. Chocando
con él encontramos una segunda cultura, activa,
probablemente predatoria, ciertamente intrusa.
Esta segunda cultura tiene sus propios intereses,
intenciones c instituciones características. En tercer
lugar, existe el proceso de contacto y cambio.
Éste ¡ruede tomar cualquiera de ties formas: con­
flicto, cooperación, acuerdo. Como resultado, ocu­
rren cambios que afectan tanto la cultura indígena
como la intrusa. \

Las unidades de transformación son institucio­


nes.^^ Éstas adquieren nuevas formas y funciones
al surgir nuevas necesidades en la situación de
contacto. Todo el proceso se somete a una ley
científica. Estamos ante un sistema que consiste,
podemos decir, en dos cuerpos complejos. Este
sistema es perturbado desde una condición ori­
ginal de equilibrio. Dentro del sistema ocurren
ciertos ajustes en el sentido de alcanzar un nuevo
nivel óptimo de satisfacción de las necesidades.
Entonces, el sistema se establece en una nueva
condición de equih.brio.'^^ pos cambios ocurridos
dentro del sistema lo hacen en función de la mo­
dificación, la abolición, el recrudecimiento de las
instituciones. Éstas constituyen las unidades del
sistema. El resultado final es una nueva inte-
tegral, que no con,stituye ni una simple mezcla
de elementos ni una simple yuxtaposición de

31 I b id ., p. 19, pp. 15 ss., 26, 27, 74.


82 jb id - , p. 27.
G4 EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI

elementos parcialmente mezclados. Se desarrolla


una nueva necesidad integral de la situación de
contacto de culturas: una nueva institución inte­
gral para satisi'acerla. Ésta actúa de acuerdo con
una lunción recién definida.
Malinowski difiere de los difusionistas clásicos
Ratzel, Graebner, Schniidt y otros. No subraya la
migración de “rasgos” o “complejos de rasgos”
que viajan y llegan a arraigarse como enclaves
ajenos en una masa no modificada. Antes bien,
su cuadro es de un proceso dinámico de inter­
cambio entre una figura estructurada, migrato­
ria, que penetra en una masa estructurada. De
esta conjunción se produce una nueva estructura,
una unidad, una Geslalt. Esto puede decirse aun
de los artefactos materiales. Adquieren una nue­
va “aura” y ciertamente una nueva función den­
tro de la cultura recipiente. Los movimientos y
las plumas de avestruz de la corista acaso no pue­
dan distinguirse de las plumas del bailarín tribal
africano y de la apariencia del posterior de su
esteatopígica esposa. Pero su danza tiene un sig­
nificado distinto, y el medio ritualizador en que
la efectúa (por ejemplo, puede haber allí unos
magnates de los negocios dedicados al “ consumo
conspicuo”) desempeña una función muy distinta
en el ambiente metropolitano, en comparación
con el kraal.
Por estas razones, el funcionalismo evita el es-
(.pclio de los cjetalles aisladqs de la cultura. Decía-
EL FUNCIONALISMO DE MALINOWSKI 65

ra que el análisis debe conservar la realidad de '


un sistema en funcionamiento. De otra manera se
introduce una modificación que invalida ¡a teo­
ría y desorienta la práctica. Es la diferencia entre
anatomía y fisiología, entre estática y dinámica.
El proceso del “préstamo” cultural es muy pare­
cido al de la digestión; el bocado de alimento es
descompuesto y transformado en materiales que
entonces van a incorporarse a nuevas estructuras.
Como dice Malinowski:

El cambio cultural (no) es un producto estático...


(no) es un sistema de integración temporal o de
unidad armonizada... (no) es una mezcla mecá­
nica. .. Los fenómenos del cambio son nuevas rea- í
lidades culturales..

En términos como éstos, el funcionalismo pinta


el cambio cultural.

33 B. Malinowski (1945), p. 26.


III. E L P SIC O A N Á LISIS: E S T R U C T U R A
D E LA PE R SO N A LID A D , P O L ÍT IC A
Y CA M BIO SO C IA L

A PARTIR del hecho de que su método para ana­


lizar la neurosis (“ asociación libre”) impuso su
propia demanda de que había que analizar los
sueños de los pacientes, Sigmund Freud se vio obli­
gado a tomar un interés profesional en los pro­
cesos creadores. Para empezar, su interés surgió
de las imágenes oníricas: tuvo que inventar un
método de interpretarlas de acuerdo con algún
procedimiento común.i Esto incluyó una com­
prensión de los distintos “mecanismos” por los
cuales las materias primas de la vida diaria se
convierten en una pauta más o menos coherente
(el contenido onírico manifiesto). Freud descu­
brió que el proceso creador, especialmente en la
piiittira, la escultura y las otras artes visuales,
en la literatura así como en los chistes, estaba
íntimamente relacionado a la creatividad en los
sueños.2 Debido a su muy desarrollada tendencia
a considerar toda cuestión en un contexto univer­
sal, Freud pronto llegó a considerar la creatividad

1 S. Freud (1900), Die Tmumdeutung, 1953, capítulo ii.


íbicL, capítulos v y vi.
[66]
EL PSICOANALISIS 67

como problema general.^ Se interesó por averi­


guar cómo esta función podía relacionarse con los
procesos inconscientes que, según afirmó, se encon­
traban subyacentes en los síntomas neuróticos.
Al nivel más general, Freud consideró que todo ¡
comportamiento Inimano surgía de conflictos in- i
conscientes.'* Creyó que las raíces del conflicto po­
dían descubrirse en la primera infancia. De hecho,
los conflictos originalmente surgen de los im­
pulsos inconscientes de agresión y amor entre el
infante y sus padres. Según Freud, la fuerza
del conflicto edípico y la manera en que se re­
suelve representan las fuentes más poderosas y
determinantes de la personalidad adulta.•'> De un
momento a otro, el comportamiento en el niño
y en el adulto es dirigido por poderosas compul­
siones inconscientes que brotan de las necesidades
y los deseos edipicos. Fstos afanes inconscientes
son dirigidos o inhibidos o transformados, por i
medio de agentes ambientales.
Los mismos principios se aplican por igual al
comportamiento artístico y creador y al compor­
tamiento común y cotidiano. FI comportamiento
artístico exige una explicación exactamente en
los mismos términos y de acuerdo con los mismos

3 S. Freud (190,5, 1908,’ lOlO, 1914); cf. J. W. Gcf/els y


P. W. Jackson (1962), pp. 88-93.
■1 P. Raeff (19.59), pp. 56-64.
t» J. McLeish (1963), capítulo xi para una crítica de esta
opinión.
68 EL PSICOANALISIS

principios que todas las demás índoles de la acti­


vidad humana. Para el psicoanálisis, no importa
cpte la sociedad distinga entre comportamiento
neurótico, criminal, “ normal” u otros tipos. En
cuanto a orígenes y tendencias determinantes, fun­
damentalmente no hay distinción. Dice Freud:
“ Las fuerzas que motivan al artista son los mis­
mos conflictos que llevan a otras personas a la
neurosis.”'®La forma en que el espectador clasifica
el resultado de estos conflictos como “creadores”
o “neuróticos” depende de cómo el inconsciente
haya resuelto el problema de la creciente ten­
sión psíquica generada por los instintos. Por lo
que concierne al tipo de proceso mental y al
significado genuino del resultado en la vida psí­
quica del individuo, la ci'eación artística se en­
cuentra exactamente al mismo nivel que la crea­
ción de síntomas. Tanto las creaciones artísticas
como las neuróticas son de función defensivaJ
La energía emocional reprimida de los impulsos
edípicos se desahoga con igual eficacia por los
síntomas cuanto por la creación artística. Tanto
el arte como la neurosis niegan los derechos de la
realidad: ambos rejrresentan el triunfo del “prin­
cipio del placer”. La diferencia esencial entre
ellos consiste en que la neurosis es de tendencia
regresiva y destructiva, mientras que la obra de
arte es progresiva y constructiva. La enfermedad,

0 S. Freud, Collected Papers, vol. 4, pp. 178-180.


1 Ibid., vol. I, pp. 59-75.
EL PSICOANALISIS 69

aunque sirve a un propósito defensivo esencial,


no permite que se realice toda la potencialidad
del paciente. La neurosis es mutiladora. En cierto
sentido es autodestructiva, por lo que concierne
al paciente. Por otra parte, la reducción de la
tensión por medio de la creación artística se en­
cuentra en la línea del progreso. La creación en un
medio externo libera la energía en todos los nive­
les de la psique; las barreras internas caen y se
echa una base para el futuro desarrollo de la
psique.®
í’reud también creía en una relación evolutiva
entre los juegos infantiles, el ensueño y la crea­
tividad. Esta relación queda explicada por su idea
de que los conflictos edípicos encuentran expre­
sión en cada una de estas actividades, que sirven
para reducir las tensiones generadas por estos con­
flictos. Estas relaciones también quedan confir­
madas por el hecho de que el contenido mani­
fiesto del producto artístico, es decir, aquello de
que el producto parece “ tratar”, se refiere disi­
muladamente a las experiencias y deseos repri­
midos de la infancia.
Según la teoría psicoanalítica, los síntomas neu­
róticos son “sobredeterminados”. Es decir, con­
flictos actuales recubren las tempranas experien­
cias traumáticas en una secuencia continua que
se remonta a ia primera infancia. Así, precisa­
mente del mismo modo, el producto artístico no
8 I b id ., vol. 4. pp. 181-182.
% EL PSICOANALISIS

sólo es una respuesta a la experiencia actual:


capta resonancias de experiencias anteriores, in­
cluso y especialmente las de la infancia. Como
los ensueños, la creación imaginativa es una con-
i tinuación del juego de la infancia. Y como el
juego, es catártica. Sirve para liberar emociones
que, cuando han sido reprimidas durante un
periodo largo, causan daños y quizá neurosis.
La espontaneidad del artista está modelada so­
bre la vida irreflexiva del niño. La energía psí-
c|uica esencial para la creación se genera en el
inconsciente. La intención artística consciente está
momentáneamente en armonía con ciertos impul­
sos reprimidos, que son liberados por un canal
particular (producto artístico) exactamente del
mismo modo que los deseos reprimidos son expre­
sados por los niños en el juego y por los adultos
en el sueño. En el arte como en el sueño, la
censura no está en guardia porque los deseos edí-
jricos (destructivos, incestuosos, caníbales, obsce­
nos) han logrado adoptar un disfraz satisfactorio.
Así como la censura endopsíquica queda engañada
durante el sueño por la transformación del con­
tenido latente en símbolos oníricos,® así el sim­
bolismo del arte jrermite a similares impidsos pa­
sar inadvertidos al dominio público.
Por virtud de una conjunción particular, de lo
que Freud llama una “sintonicidad del incons-

9 S. Freud, Die Traumdeutung (1953 edil.), pp. 310-338,


339-404.
EL PSICOANALISIS 71

dente y del ego”, ambos se colocan, por decirlo


asi, en línea para el artistad® Esta sintonicidad
(una armonía de intención seria otra manera de
describirla, pero esto implica un elemento de deli­
beración consciente ajeno a esta teoría) hace posi­
ble unas realizaciones especiales, perfectas y crea­
doras. El inconsciente también logra imponer sus
impulsos re^rrimidos de una manera abrumadora
al ego, que normalmente siente repulsión hacia
ellos; queda capacitado a suprimir toda oposi­
ción ya c[ue por el momento cuenta con el apoyo
—en lugar de la oposición activa— del ego. El
proceso normal en nuestra vida psíquica es la re­
presión, por el ego, de las ideas “espontáneas”,
que “brotan libremente”. La crítica, que sólo es
una de gran número de los mecanismos represivos
de cjue dispone el ego para defenderse contra el
inconsciente, por lo general estrangula la idea
al nacer. O puede obligar a la idea a adoptar un
disfraz tal que prevenga su libre asociación con
otras ideas relacionadas. Así quedan inhibidas es­
tas ideas afines; no encuentran expresión. La crea­
tividad c]^ueda sofocada. El intelecto obliga a la
imaginación a llegar al punto en que se impone
la esterilidad. En apoyo de su idea, Freud cita a
Schiller:

^'^e parece a mí que, en el ca.so de un espíritu crea­


dor, es como si el intelecto hubiese retirado de las

10 S. Freud, Collecled Papen, vol. 4, p. 121.


72 EL PSICOANALISIS

puertas a sus guardianes: las ideas acuden en tropel,


y sólo entonces pasa revista e inspecciona a la mul­
titud. Vosotros, dignos críticos, o como queráis lla­
maros, tenéis vergüenza o temor a la momentánea y
pasajera locura que se encuentra en todos los ver­
daderos creadores. Es ia mayor o menor duración de
esta condición la que distingue al artista pensante
del soñador. Por ello, os quejáis de esterilidad; re­
chazáis demasiado pronto y discrimináis demasiado
severamente.^!

Freud cree que el impulso investigatorio está


conectarlo con la curiosidad infantil, especialmen-
¡ te acerca de cuestiones sexuales. Este tipo de cu­
riosidad se desarrolla en muy temprana etapa; las
más de las veces, cerca del tercer año de vida.
La curiosidad sexual queda conectada muy inti­
mamente por la teoría psicoanalítica con la an­
gustia del niño acerca de las verdaderas relaciones
que existen entre padre y madre; sin embargo,
todas las fuerzas de la represión se movilizan
contra este interés de la infancia, como en reali­
dad van contra cualquier expresión espontánea
de la sexualidad durante la infancia. Tres posi­
bilidades se abren como resultado de esta batalla
infantil entre las fuerzas de la naturaleza y los
agentes de la civilización. Primero, la curiosidad
sexual puede tener el mismo destino que tienen
algunas otras manifestaciones de sexualidad du-

11 F. .Schiller escribiendo a Korner el P? de diciembre d


1788, citado por S. Freud, L a in t e r p r e t a c ió n ele lo s su e ñ o s.
EL PSICOANALISIS n

rante la infancia. Es sometida a la extinción.12


Si éste es el restdtado, y la extinción es total, la
actividad libre del individuo habrá quedado re­
ducida de por vida, ya que se habrán extinguido
por completo el sentimiento sexual y la origina­
lidad. Esta consumación, que ocurre con bastante
frecuencia, por lo general resulta de la combina­
ción de un poderoso mecanismo individual de
represión, aunado a las estrechas prohibiciones
educativas y religiosas de los padres. En la se­
gunda posibilidad, el desarrollo intelectual del in­
dividuo es lo bastante avanzado para soportar
las fuerzas represivas. Mas éstas no se dejan ven­
cer por completo, aunque en este caso la psique
logra eludir los peores resultados de su ataque.
El impulso investigatorio es obligado a quedar
latente, por decirlo así, hasta que una conjunción
favorable de fuerzas le permita expresarse. Pero
este modo de expresión normalmente adoptará la
forma de un razonamiento compulsivo. La creati­
vidad del individuo permanece en una relativa
bajamar. El impulso hacia la innovación ha sido
mutilado, si no se ha extinguido por completo.
Los impulsos espontáneos que queden tendrán
que aliarse con el intelecto crítico y analítico
para sobrevivir. Pero apenas es viable esta unión
de intelecto y esppntaneidad: es la espontanei­
dad la que habrá que sacrificar. El tercer caso

12 S. Freud, Ensayos sobre la sexualidad (1953), vol. 4,


página 10.3.
74 EL PSICOANALISIS

produce el resultado más perfectamente desarro­


llado desde el punto de vista de la realización
artística. En este caso, la energía, que por natu­
raleza va asociada a la curiosidad sexual infantil,
se transforma. Esta energía (conocida, además,
como libido) pierde su carácter sexual por el
proceso de sublimación. En otras palabras, la libi­
do es completamente apartada de sus orígenes
y se transforma en curiosidad. Estando el impulso
investigatorio sexual infantil “purificado” de ele­
mentos eróticos, ya no es necesaria la represión.
La energía total (catexia) que en un tiempo estuvo
a disposición de la curiosidad libidinal, queda
ahora sin reserva ni inhibición, a disposición del
impulso artístico o de otro impulso creador. Por
consiguiente, el impulso creador pierde ese carácter
compulsivo y neurótico que se encontró asociado
al segundo caso, ya que ahora ha sido completa­
mente liberado de las influencias compulsivas de
la represión. La creatividad se eleva a un nuevo
nivel, muy por encima del de la sexualidad infan­
til: aparece como originalidad y espontaneidad casi
sobrehumanas.
Éste es un planteamiento sumario de la visión
freudiana de la actividad creadora. Es una base
necesaria para comprender la teoría psicoanalí-
tica de los orígenes del cambio h i s t ó r i c o . E l

lii S. Freud, Leonardo da Vinel, pp. 46-.70.


14 G, R. Taylor, The Angel Makers (1958), cj. también
Sex in History (1954).
EL PSICOANÁLISIS 75

tratamiento más elaborado de esta cuestión es el de j


G. R. Taylor. Sus ideas constituyen la explica­
ción más comprensiva y coherente del proceso
social dada por exponentes de esta teoría. Suma­
mente fructífero resulta considerarlas, pues están
fundamentadas en datos empíricos, y aceptan la
disciplina del método y del hecho. La teoría del
cambio social de Taylor trata de compensar las in­
suficiencias de que muchos psicólogos están cons­
cientes en el enfoque del historiador a la historia.
Éstas son el carácter ingenuo de las suposiciones
psicológicas sobre la base de las cuales se atribu­
yen motivaciones a personajes históricos; el hecho j
de que el historiador dependa de los prejuicios '
y juicios de valor de su época y grupo particula­
res; la relativa incoherencia y carácter contradic­
torio de las explicaciones de las tendencias y
movimientos históricos; la falta de definición psi­
cológica en la caracterización de individuos y co­
rrientes históricas; las contradicciones que se en­
cuentran en las explicaciones de acontecimientos
análogos u opuestos; y el hecho de que realmente
no se explique ninguna de las supuestas a.socia-
ciones entre la personalidad y los hechos.i'’’ Pero
la crítica del historiador es simplemente inciden­
tal a la principal tarea de Taylor. Según él, ésta
consiste en aportar aquellos conceptos y explica­
ciones psicológicas que se necesitan para superar

15 G. R. Taylor, 7'hc Angel Makers (1958), p. 342.

< , , 'ó.
7G EL PSICOANÁLISIS
las flaquezas que se encuentren en las explicacio­
nes prevalecientes del cambio social.
Debe ponerse en claro que al aportar estos
conceptos, Taylor está moviéndose enteramente
dentro del universo psicoanalítico del discurso,
f'ío considera ninguna explicación psicológica de
otra índole. Su principal intento es establecer nexos
entre la psiquiatría y la historia. Pero también
debe decirse que el uso c|ue Taylor da a la in­
tuición difiere del de Freud. Se trata de una
intuición disciplinada y compleja, que encuentra
un placer en procesar la pátina y el polvo del
hecho empírico registrado en los registros histó­
ricos, diarios, periódicos y libros de la época.
A diferencia de Freud, Taylor trata de establecer-
nexos históricos reales, en lugar de sustituir co­
rrientes de pensamiento analógicas e interpreta­
ciones psicológicas basadas en asociaciones más o
menos libres.’ " La construcción b.ásica empleada
para explicar el cambio ciertamente se ha tomado
de la brumosa aunque ocasionalmente elocuente
escuela del dogmatismo freudiano de la Europa
central. Pero su voz es la del empirismo inglés.
El punto de partida para la investigación del
cambio social es la teoría de las identificaciones
I; parentales.’ ’ Según la teoría psicoanalítica, el
niño, aún al pecho de su madre, manifiesta ya un

IB Cf. y. McLcish (19G3), capitulo xi.


IT G. R. Taylor (19.G4 y 1958). pp. 148, 171-177, 200-
205, 258-259, etcétera.
EL PSICOANALISIS 77
sentimiento sexual. En realidad, este periodo de
desarrollo es la primera etapa de la sexualidad,
la oraZ.i® El niño no tiene conciencia de que es
un objeto, distinto de los demás objetos del uni­
verso.’ " Su prroceso mental inconsciente opera para
persuadirlo de que al mamar —oralmente— asimila
la madre a sí mismo. Por tanto, de dos maneras,
por sexualidad y canibalismo, se identifica con la ■!
madre."" La identificación es el primer nexo emo­
cional con el mundo exterior. Pero este nexo
emocional no es un amor-objeto como nosotros
lo entendemos. La identificación es una clase pe­
culiar de amor propio que no reconoce una fron­
tera del egn que nos separe del resto del universo.
En las formas en que se expresa, la identificación
no puede distinguirse fácilmente del amor-objeto.
Pero, en realidad, en sus orígenes, el amor del
infante a la madre es de carácter narcisista.
El proceso de identificación sólo se distingue
con gran sutileza de una segunda clase de mecanis­
mo de defensa llamado inlroyección. junto con
la leche maternal, el infante asimila ciertas carac­
terísticas psicológicas de la madre. Éste es el pro­
ceso de introyección; va aunado al deseo de tener,
de retener y de incorporar el objeto material que
el niño teme estar en peligro de perder. La iden-

18 W. Healy y A. F. líronncr (1949), p. 110.


10 S. Freud, Tres ensayos sobre la sexualidad (19,53),
p p . 171-206.
20 W. FIcaly y A. F. Bronner (1949), p. 81.
78 EL PSICOANALISIS

tificación es una expresión del deseo de conver­


tirse en el objeto; la introyección, por otra parte,
representa un intento inconsciente por transformar
el objeto en uno mismo al digerirlo. El identifi-
cador materno, en el caso habitual, muestra todas
las características que van asociadas a una madre
amorosa. Los procesos gemelos de identificación
e introyección actúan para producir una blandura,
una preocupación por el bienestar, una emocio-
nalidad espontánea y expresividad en el niño al
crecer.
En una etapa posterior, el niño encuentra a su
padre como objeto de interés especial. Sobre la
base de ,su sentimiento común hacia la madre y del
cuidado que el padre tiene hacia él (similar a, y
sustituto del cuidado que su madre le mostró en
el pasado), el niño se identifica con el padre.
Esto se expresa en forma de un deseo incons­
ciente de ser como él, de crecer como él, de ocu­
par su lugar de muchas maneras. Según la teoría
freudiana, la identificación con el padre llega a
enfocar el deseo específico de ocupar su lugar
( sexualmcnte con la madre. Éste es el origen del
complejo de Edipo.
El deseo incestuoso introduce un elemento hos­
til en la relación entre padre e hijo. Consciente
o inconscientemente, se convierten en rivales hos-
* tiles. Deseos de muerte y todo tipo de impulsos
agresivos van dirigidos o abiertamente expresados
por el hijo hacia el padre. La vida psíquica del
EL PSICOANALISIS 79
hijo queda complicada por emociones ambivalen­
tes que incluyen actitudes de amor-odio dirigidas
no sólo hacia el q^adre, sino también hacia la
madre.21
Con unos padres que muestran una actitud de
aceptación y amor, y durante el proceso de cre­
cimiento, los impulsos destructivos del complejo
de Edipo son desviados hacia canales creadores.
La mayoría de los niños naturalmente introyec-
tan elementos de ambos padres: los impidsos des­
tructivos serán “civilizados” por componentes más
amab’es y aceptados de ambos padres. La mayo­
ría de la gente .se desarrollará hasta llegar a la
adultez como cierto tipo de personalidad “equili­
brada” por lo que concierne a las características
paternales y maternales. Pero también son posi­
bles ciertos tipos extremos de desarrollo. Éstos se
basan en parte en la constitución física, en las
prácticas de crianza, y en ciertas cualidades anor­
males particulares de los padres.
Taylor considera que dos casos son de especial
significación. En el primer caso, una variedad
de incidentes y actitudes genera la convicción in­
consciente, en el niño, de que su madre no lo ama
y lo ha traicionado. Por ejemplo, un destete muy
súbito puede ir seguido por una enseñanza de
control de esfínter piuy estricta. Unos castigos
severos al niño pueden ir acompañados por una

21 S. Frcucl, Complete Works, Standard edit., vol. n, 19.77,


pp. 46-48; ibid., vol. 19, 1961, pp. 31-.89, 48-49.
80 EL PSICOANALISIS
marcada preferencia, libremente expresada, por i
el amor del padre. Por consiguiente, la relación de
identificación puede llegar a transformarse clara­
mente en su opuesto polar: el rechazo. Un amor
que en todo caso es, por su naturaleza misma,
ambivalente, se transforma en un odio arraigado.
Esto encuentra expresión en muchos tipos distin­
tos de actitudes y comportamientos manifiestos e
inconscientes. Por una parte, ahora la identifica­
ción es completa con el padre. Según la termino­
logía de Taylor (adaptada de Flugcl), el patrismo
se convierte en la tendencia inconsciente dominan­
te. Y esta tendencia básica se expresa en una gran
variedad de actitudes y prácticas. Característica­
mente, el patrista o idcntificador con el padre (que
puede ser de cualquier sexo) está poderosamente
comprometido con un régimen autoritario de dis­
ciplina. El patrista considera a las mujeres consti­
tucionalmente inferiores. Son el “sexo débil” : esto
en realidad significa que se debe tener gran cui­
dado de su virtud y castidad. El patrista, en su
comportamiento y habla, actúa sobre la creencia
de que la influencia de las mujeres debe ser sis­
temáticamente debilitada por intervención legal,
dándoles una educación inferior o ninguna, y por
toda clase de convenciones sociales, formas y estilos,
como el arte, el atuendo, la religión, los modales,
etc.22 En un régimen patrista, todo esto se combina

22 G. R. Taylor (1958), pp. 171 ss.


EL rSICOANALISIS 81

para indicar a los hombres la inferioridad de las


mujeres.
Por otra parte, el niño puede percibir a su pa- j
dre no como modelo, sino como indeseable intru.so.
La madre es considerada como fuente de senti­
mientos tiernos, de cuidado por los intereses del
niño contra un padre odiado, de comodidad en
un medio psicológico relativamente hostil. Estas
actitudes conducen al proceso de identificación ex-p
elusiva con la madre, o nialrismo. La identifica­
ción con la madre se desarrolla sobre la base de
un régimen infantil libre que incluye un destete
lento y benigno, una benévola enseñanza de con­
trol de esfínter, una educación no restrictiva, y
una buena disposición de la madre a entrar en el
mundo de juego y fantasía del niño. Por tanto,
el matrista tiende a hacer gran hincapié en el bie­
nestar, y casi ninguno en la propiedad. Considera
que la principal meta de la vida es el placer, no I
el deber. Sabe evaluar la felicidad; se esfuerza
por alcanzar la igualdad de las mujeres, y también
trabaja por numerosas causas sociales que tienden
a disminuir el sufrimiento y a derribar las barre­
ras cjue la sociedad erige en el camino de la aso­
ciación humana.
Al elaborar esta teoría, Taylor se interesa par­
ticularmente en el ?igío xvin en Inglaterra (1700-
1850). No tiene dificultad para establecer la exis­
tencia de los tipos extremos de comportamiento y
de actitudes asociadas al patrismo y el matrismo.
82 EL PSICOANALISIS

Esta parte de su obra no sólo consiste en poner


nombres a fenómenos ya conocidos. Demuestra una
conexión interna entre todo tipo de actitudes y
cualidades. Ciertamente, se sabía que éstas existían
antes de que él se refiriera a ellas, pero simple­
mente se les consideraba como tipos interesantes
de excentricidad, no cuestión para una explicación
histórica. Por ejemplo, Taylor ha mostrado cómo
el autoritarismo está íntimamente asociado al cul­
to de una deidad paterna. Éstos se encuentran
junto con el antifeminismo y con una actitud pri­
mitiva y restrictiva en cuestiones sexuales. El pa-
trismo se expresa en coherentes actitudes hacia el
arte, la investigación científica y la propiedad.
Le preocupan conceptos de castigo muy estricto a
las irregularidades sexuales en especial: se seña­
lan la masturbación y el homosexualismo como los
tipos más odiosos de comportamiento desviado.-^
Por otra parte, el matrismo se expresa en acti­
tudes liberales en política, religión y cuestiones so­
ciales. Va asociado a un alto concepto de la natura­
leza, frecuentemente personificada como mujer. Es
característico del matrismo el encontrarse normal­
mente asociado a la deferencia hacia las muje­
res. Comparado con el patrismó en el aspecto
histórico, adopta una actitud más comprensiva ha­
cia las flaquezas humanas comunes y manifiesta
una simpatía fraternal hacia los humildes. Los

2.S G. R. Taylor, Sex in Hislory, 1954.


EL PSICOANALISIS 83

que se identifican con la madre suelen preocuparse


excesivamente por el incesto como problema social . |
y personal, y casi no preocuparse por el hornose-'
xualismo, preocupación central del patrista conser­
vador. Muchas otras actitudes sociales y cualidades
personales se encuentran unidas en los conceptos
seminales de matrismo y jratrismo.
Taylor intenta justificar la idea de que el cam­
bio social obedece a unas leyes de causación sub­
yacentes. Reconoce en la historia cierto movimien­
to de carácter fasal. Durante algunas fases, do­
mina el patrismó. Van seguidas por periodos en
que el matrismo se difunde y constituye la corrien­
te dominante. En tales periodos históricos, estamos
observando extremos de desarrollo social. Matris-
tas y patristas son tipos desequilibrados, por no i
decir neuróticos. Suelen estar tan atrapados en sus
conflictos edípicos que casi no hacen ninguna
aportación a la vida social. Sin embargo, el que
se identifica con la madre suele ser un innovador
social, mucho más que el patrista. Esto se debe a
que el patrista está convencido de que todo cam­
bio representa una critica a la anterior generación
de padres. Pero el matrista tampoco será el que
promueva cambios grandes y útiles. En el caso más
usual, estará tan dedicado a la busca del placer
y la satisfacción de ‘ las necesidades de su propio
ego que será totalmente incapaz de dedicarse por
completo a los cambios sociales deseables. Cuando
la sociedad se encuentra en un punto de equili-
84 EL PSICOANALISIS
V-
brío, consistente en individuos con identificacio­
nes parentales mixtas, es cuando ocurren los ma­
yores cambios, incluso las grandes realizaciones
sociales.2^
I.a teoría de las identificaciones parentales no
es más que una pequeña parte de esta visión. El

matnsmo-patrismo representa la primera gran dico­
M tomía que nos capacita a distinguir entre indivi­
duos de diversos tipos. Esta clasificación lleva con­
sigo la máxima variación individual en los aspectos
social, religio.so, artístico y conductual. Como se ha
dicho, matrismo y patrismo son extremos polares;
la mayoría de la gente se encuentra en la gama
media, mostrando identificaciones parentales mix­
tas. Habiendo clasificado a los individuos como
matristas y patristas, queda mucho por decir antes
de que contemos con algún cuadro detallado de
ellos como personas r e a l e s . T a y l o r se interesa
en los tipos, mas también se interesa en las cua­
lidades exclusivas de individuos particulares. El
puritano, el romántico, el clasicista, el cuáquero y
otros aparecen extensamente en sus páginas. Va
más allá de una simple tipología, tratando de com­
prender las cualidades peculiares de individuos
como John Howard, I-Iannah More, Lord Byron,
Shaftesbury y muchos otros. Generalmente escoge
para su estudio individuos representativos; es de-

2-4 G. R. Taylor (1358), pp. 234-235, 348, 353.


23 I b id ., pp. 204 j,s,
EL PSICOANALISIS 85

cir, los que han ejercido influencia sobre grandes


grupos.
El método de elección que Taylor emplea al
tratar de explicar diversos tipos e individuos con­
siste en relacionar sus específicas estructuras de
personalidad con su temprana educación y expe­
riencias de i n f a n c i a . E l problema principal de
este periodo de la historia, el siglo xvni y comien­
zos del XIX, consiste en explicar cómo las actitudes ^
y normas de la clase media mercantil llegaron a
ser aceptadas por la clase gobernante. Taylor se in­
teresa, ante todo, en explicar el origen de las acti­
tudes y sentimientos puritanos y el modo en que
llegaron a ser aceptados como costumbres sociales
dominantes. Considera que estas actitudes y senti­
mientos surgieron de la experiencia de la nursery.
Las preguntas que plantea se relacionan con la
obsesión (puritana) por la culpa, su preocupación
por la muerte, su moral severa y la calidad estre­
chamente circunscrita de su vida emotiva y volicio-
nal. La clave de la e.specífica constelación de ras­
gos que Taylor descubre en una variedad de prác­
ticas de la nursery incluye este grupo: permitir
c¡ue los niños “griten hasta saciarse”, práctica ge­
neral en el siglo xviii; la dañina costumbre de
envolver estrechamente a los infantes con bandas,
impidiéndoles todo, movimiento; el abrumador
hincapié hecho por los padres en las consecuen­
cias supuestamente funestas de la masturbación;

2G ibid., pp. 310, 323-333.


8G EL PSICOANALISIS

la severa enseñanza de control de eslínier practi­


cada por acjuellos padres y su insistencia general
en la higiene personal; el temprano y súbito des­
tete característico de este grupo; la proscripción
de toda muestra de afección maternal; las frustra­
ciones orales resultantes de una combinación par­
ticular de temprano destete y exceso de alimenta­
ción; las extraordinarias demandas hechas al niño
de tiernos años con respecto al aprendizaje de
memoria; el reforzamiento colateral en sermones,
plegarias, arrepentimiento y muerte; por último,
los extremos castigos inevitables desde la temprana
infancia, habitualmente asociados a la mención de
terror irracional o recompensas sobrenaturales. Es­
tos métodos de educación infantil Cjuedan ilustra­
dos con detalles reales, tomados del material bio­
gráfico. Concluye Taylor:

Se verá que ¡os diversos factores actúen de tal ma­


nera que se refuercen unos a otros. Los tabúes geni­
tales probablemente ayuden a crear la fijación anal.
I.a insistencia anal en la contención, motiva el uso
de las fajas para envolver a los niños; éstas con-
/v tribuyen al fondo de agresión. La agresión fortalece
los deseos de muerte, y éstos reafirman la culpa. A su
vez, la culpa asegura la transmisión de los tabúes
genitales, y asi se completa el círculo. Otros nexos se
sugerirán por si solos: por ejemplo, la mutilación
emotiva resultante de la afanisis* es lo que permite

* Afanisis (Ernest Jones) es una condición de agota­


miento emocional producido en los niños a los que se
r EL PSICOANALISIS

al padre ser tan severo, mientras que las diversas


87

[rustraciones crean la situación en que puede evocar­


se la afanisis. Por ejemplo, es notable ver cómo el
grupo puritano no sólo practicaba estas acciones,
como dejar que el niiáo gritara hasta saciarse, las me­
jor calculadas para producir el efecto deseado, sino
que atacó precisamente aquellos actos de la clase su­
perior, como mandar niños a las granjas, que eran los
que más probablemente crearían el efecto opuesto.
Esto no es accidental. Por ejemplo, precisamente por-
cpie el puritano evalúa la coniención, emplea las báñ­
elas de envolver, y porque está cmocionalmcnte inhi­
bido puede ver, impávido, llorar a un niño hasta ago­
tarse, en tanto que una persona más sensible se sen- »'
tilia movida a intervenir. A la inversa, una persona
excesivamente sensible intervendría demasiado pron­
to, "malcriando” así al niño.^i
Esta descripción ilustra una cadena circular de
causas y efectos que, si no se contiene, puede re­
sultar en la melancolía y el suicidio. En realidad,
éstos fueron fenómenos extremadamente comunes
en Inglaterra, de acuerdo con este sistema de
educación. La cadena podía romperse de otras
maneras, aparte del suicidio o la enfermedad
mental. Dejando aparte la demencia total (típi­
camente esquizofrenia o manía religiosa), la “ con-
versión”28 era un modo común de empezar una
nueva vida.
permite "llorar ha.sta sacihrse”. De acuerdo con este autor,
va asociada a una incapacidad permanente de sentir nin­
guna emoción.
27 G. R. Taylor (1958), p. 33.8.
28 ib ic L , pp. 104 ss.
88 EL PSICOANALISIS

La conversión como recurso psicológico estuvo


asociada históricamente a los metodistas y cristia­
nos evangélicos activos durante este periodo. La
importancia psicológica de la conversión se en­
cuentra en la convicción absoluta de que Cristo
murió por la salvación personal del individuo
que acaba de “despertar”. Iba precedida muy co­
múnmente, como en el caso de Hannah More, por
la muerte del padre o de algún pariente cercano.
Normalmente, seguía a una larga vida de opresión
por un abrumador sentimiento de culpa, de depre­
sión y de temor a un Dios ofendido. La experiencia
iba acompañada (a veces, consistía enteramente en
ella) por una enorme iluminación de los espíritus,
un alivio del miedo a la muerte y al castigo
eterno, aunado a una gozosa expectativa de alcan­
zar la vida eterna. Parece probable, según Taylor
y a la luz de las investigaciones de Kinsey, que
la suprema convicción de la condenación perso­
nal, y la opresión del espíritu característica de
este grupo se basasen en la culpa por la mastur-
bación.29 La naturaleza de la literatura escrita
acerca de los supuestos efectos físicos, mentales y
espirituales de esta práctica, junto con los méto­
dos indudablemente empleados por los padres
para poner alto a tales libertades entre los niños^®
casi seguramente habrá producido un gran mí­

an jhid., pp. .^2fi-,S27.


80 A. Ellis y A. Ab.-irnel (edits.), Encyclopae.dia of Sexual
Beha:iour, vol. I, pp. 188, 204-215: Kinsey ct allera, 1048.
EL PSICOANALISIS 89

mero de masturbadores compulsivos, obsesionados (


por la carga del pecado y el temor a la muer­
te, pero incapaces de desistir. El círculo vicioso,
—masturbación compulsiva, que produce poderosos
sentimientos de culpa, los cuales refuerzan la
compulsión de masturbarse— sólo podía romperse
en su eslabón más fuerte por medio de la conver­
sión religiosa. .Se levantaba la carga de la culpa y
nacía una esperanza nueva que hacía posible una
reforma en este comportamiento sexual.
La pregunta básica que Taylor se propuso re.s-
ponder, y a la que nos hemos referido antes, es
uno de los problemas históricos centrales de los
siglos X V I I I y X I X . Es ésta: ¿cómo logró la clase
media mercantil imponer sus ideas de comporta- ^,
miento mora!, de modales y de religión al resto
de la sociedad? En su busca de materiales rela­
cionados con esta pregunta descubrió Taylor C|ue
los registros históricos no apoyan la visión tradi­
cional de la moral de los siglos xviii y xix.®i El
! i í)
cambio de las actitudes matristas a las patristas
ocurrió mucho antes (1790-1800) de lo cpie co­
múnmente se supone, y no estuvo asociado, en t
absoluto, a las ideas y prácticas de la monarquía.
En realidad, Taylor propone la teoría de que el
ímpetu de los moralistas había empezado a per­
derse desde antes de que Victoria subiera al
trono.®2 Queda en pie el hecho de que sí ocu-

31 G. R. Taylor (1958), pp. 83-86.


32 ibicL, p. 104.
90 EL PSICOANALISIS
rrió ua cambio social. Pero el triunfo de las ideas
de clase media no fue tan completo como gene­
ralmente se cree, ni ocurrió en la época que tra­
dicionalmente se le asigna. Las clases bajas casi
no fueron afectadas por las ideas morales, religio­
sas y sociales de la clase media. Las clases supe­
riores tenían muy pocas convicciones genuinas
auténticas desde el fin del periodo; cierto es que,
por diversas razones, algunos miembros simula­
ban tener ciertas creencias y prácticas, ninguna
de las cuales experimentaban internamente.
Sigue en pie el hecho conocido de que la reli-
gióti de la clase media del periodo comúnmente
iba asociada a las “virtudes mercantiles” : ahorro,
minuciosidad en la diaria tarea, asignar un alto
valor al buen empleo del tiempo, etc. Los rasgos
de orden, obstinación, austeridad y una obsesión
por la higiene corporal han sido señalados por
Freud como pertenecientes al llamado carácter
“ anal”.'^'^ El interés en el dinero, característico
de este grupo, pertenece a la misma estructura
básica de la personalidad. El amor anal se expre­
sa en forma de presentes materiales, en lugar de
una expresión de ternura. Y ello porque la per­
sonalidad anal está severamente limitada en sus
capacidades de sentir y expresar emoción. Así,
el amor generalizado o un sentimiento positivo
dirigido a los grupos sociales es expresado por

íiS S. Freud (1908), Collected Papers, edición de I9f9, pá­


ginas 45-50.
EL PSICOANALISIS
este tipo de carácter en forma de filantropía,
obras de beneficencia y patrocinio. Los sentiniien- i
tos casi no intervienen, para nada. El filántropo
no necesita entrar en las verdaderas necesidades
de Cjuienes reciben su caridad: en realidad, el
filántropo a menudo expresa en privado su extre­
ma aversión al objeto de sus obras benéficas. La
constelación de rasgos de tipo anal va recubierta
por una actitud general de posesividad y espíritu
de propietario que forma parte de la esencia de
esta estructura de personalidad. El odio, la frus­
tración y la agresión asociados al complejo de
Edipo alcanzan aquí un nivel especialmente alto
de desarrollo. El sadismo es una manifestación
común al nivel anal de la sexualidad.
Si creemos en la opinión psicoanalítica, la fuen­
te de la personalidad anal .se encuentra en la '
nursery. En el normal proceso de crecimiento,
el niño pasa primero por la etapa oral. En la
segunda, etapa, ciertos placeres y frustraciones si­
guen siendo asociados a la zona de la boca, pero
el ano impone su supremacía como zona erógena.
Sucede a la boca como centro básico de placer y
de frustración. La fuerza vital o libido, que pre­
viamente se expresaba en forma de sexualidad
oral, ahora se manifiesta por medio de las fun­
ciones excretorias. La estricta

enseñanza de con-
trol de esfínter y la obsesión por la limpieza
corporal asociadas a la educación puritana pueden
í !!
ar Ibid., S. Freud (1905), pp. 173-243.
i 'V ; l
resultar en una fijación de la libido al nivel
anal. La absoluta inhibición, por los padres pu­
ritanos, de toda expresión de sexualidad genital
(siguiente etapa del normal desarrollo del niño)
tiene un efecto similar a atar o fijar las energías
de que se dispone. La libido queda fijada al
nivel anal: no se le permite progresar natural
y espontáneamente hasta el nivel genital. El prin­
cipal punto establecido en este argumento es que
existe una pauta coherente que vincula ciertas
principales cualidades de la personalidad purita­
na, y que esta coherencia no es a c c i d e n t a l . E n
particular, la mejor manera de comprender las
especializadas “virtudes mercantiles” es considerar
que pertenecen a una constelación de rasgos ge­
nerados por el temprano condicionamiento al ni­
vel infantil.'*'’ La educación tan sólo pone el rema­
te a una estructura que ya está completa desde
antes de que el niño empiece a leer, mucho antes
de que pueda afectarlo ninguna otra influencia
social aparte de la de la familia.
Dada esta particular pauta o constelación de
rasgos (interés en el dinero, laboriosidad, con­
fiabilidad) es claro que el poderío económico, y
como consecuencia directa el poderío político,
inevitablemente caerán en manos de la clase me­
dia. Aquellos individuos pertenecientes a las clases
inferiores que tengan la misma visión y estructura

ss G. R. Taylor (19!58), pp. H8, ,829.


38 Ibid., p p . 161-165.
EL PSICOANALISIS 93

de personalidad ascenderán por la escala social.


Tenderán a subir socialmente y a volverse miem­
bros de la clase media. Y también las clases supe­
riores gradualmente adquirirán una apariencia de
vii'tud de clase media, conforme los nuevos gober­
nantes afirmen su hegemonía social.’”' Algunos
miembros de las clases superiores en realidad se
convertirán a la moral y la religión patristas, y ’
educarán a sus hijos a la nueva manera. Los
p.sicoanalistas probablemente concederán C[ue, a
un burdo nivel de análisis, podemos interpretar
los cambios sociales e históricos por los factores
económicos. Pero, según las suposiciones de Tay­ III
-n
lor, tanto el espíritu del capitalismo como el
ethos del puritanismo son efectos que brotan i
de una causa común. La asociación entre capita­
lismo y protestantismo a la que tanta importan­
cia dan Weber, Trocltsch y Tawney no es una i
relación de causa y efecto, l'ampoco es una con­
junción natural e inevitable. El hecho es (]ue las
“virtudes comerciales’’ no se derivan del cristia­
nismo: surgen a pesar de las más claras directivas
contra ellas que se encuentran en el Nuevo Tes­
tamento. Son los elementos anales de la persona- :
lidad puritana los que constituyen la verdadera (
fuente de las “virtudes mercantiles’’,®’’ y que ex­
plican e! carácter moralizador de este grupo (que
no tiene ninguna conexión con la religión como

37 G. R. Taylor (19.58), pp. ,3.34-3.3().


38 ¡ b i d . , pp. 96, 161, 164.
94 EL PSICOANALISIS

tal). I.a intensidad con que estas características


seudorreligiosas se expresan en la personalidad
puritana se debe a la fuerza de la identificación
con la figura paterna. Las dos clases de aparente
factor causal, identificación con el padre y fija­
ción anal, deben explicarse por la crianza en la
li nursery del niño puritano. La moral patrista co­
bró el predominio en el siglo xviii como conse­
cuencia directa del triunfo comercial de las clases
medias mercantiles; históricamente, fueron los por­
tadores del “ mensaje”. Ésta es, en suma, la res­
puesta de Taylor al problema histórico antes
planteado.'’’®
La personalidad anal manifiesta una notable
fascinación por las palabras; esto se debe en parte
a los elementos obsesivos de esta estructura de
personalidad. El orden, rasgo destacado y defini­
tivo del carácter anal, se extiende a las cuestiones
verbales como a todo lo demás. Uno de los rasgos
más sorprendentes del puritano es la extraordi­
naria importancia qtie atribuye a la palabra
escrita y hablada.'*® La religión, para él, es cues­
tión de un libro inspirado, cuya lectura en cierta
forma mágica y misteriosa da la salvación. El
fundamentalismo bíblico es forma característica
de la religión puritana. La genealogía de Moisés
tiene para la salvación el mismo significado que
el Sermón de la Montaña. En materia de edifi-

s» Ibid., pp. 338-357.


p. 148.
■ «) Ibid.,
EL PSICOANALISIS 95
cación, un sermón (que en una ocasión fue real­
mente pronunciado) sobre el texto bíblico “por
tanto” tiene el mismo valor que uno sobre el
texto “amaos los unos a los otros”. Los sermones ,
ejercen un atractivo peculiar sobre el patrista
anal. No basta con escuchar dos o tres extensos
sermones los domingos. Deben ir suplementados
por “lecturas familiares” de sermones impresos.
Las plegarias de la familia también forman una
parte normal, en realidad la más importante, de
la vida cotidiana. El hombre religioso está “dis­
puesto a la plegaria” en cada momento del día.
Al educar al niño, el precepto y no el ejemplo «
es considerado como el método más eficaz. Y a la
inversa, se atribuye una cualidad siniestra y má­
gica a las afirmaciones en contra de la religión."*^
La blasfemia es señalada como crimen peculiar­
mente horrible, que merece el instantáneo castigo
de Dios y, si éste no llega, un severo castigo del
Estado. El delito de blasfemia se extiende para
cubrir gran número de casos, muchos de los cua­
les no tienen ninguna referencia directa con el
nombre de Dios. También se condena la lectura
de novelas. Esto es así aun cuando (como en
Coelebs in search of a Wife, de Hannah More),
la novela haya sido conscientemente escrita para
inculcar la virtud y la verdad religiosa'*^ Las

■*1 C f. S. Freucl, sobre “Animismo, magia y la omnipoten­


cia del peiisamicnlo”, capítulo iii de T o le m y ta b ú .
42 G. R. Taylor (19,58), pp. 171-177.
9fi EL PSICOANÁLISIS

obras de teatro, aun leídas, la poesía y los escritos


seculares: todo esto queda bajo la misma prohi­
bición. El vocabulario del habla cotidiana debe
ser constantemente purificado de palabras que pu­
diesen tener algún significado sexual o físico. Los
eufemismos o las palabras extranjeras para las fun­
ciones del cuerpo sólo son permisibles hasta el
punto en que, por uso común, su significado
se haya vuelto tan conocido que compartan la
original calidad pecaminosa de sus equivalentes
en la lengua materna.
Según Taylor, el puritano encuentra su opues­
to polar ejemplificado en los románticos de fina­
les del siglo xviii y comienzos del xix. El con­
traste puede ilustrarse en un c u a d r o .'* ^

T ipo puritano, patrista T ipo romántico, matrista

1. Cree en la maldad in­ Cree que el mal está en el


herente al hombre. medio.
2. Cree en un Dios re­ En un Dios benéfico y
moto. preocupado por nosotros-
3. Inhibido en su habla y Espontáneo, sin inhibicio­
comportamiento. nes.
4. Disciplinario autócra­ Demócrata en sus actitu­
ta, con un sentido de des, con un .sentido de pa­
aislamiento personal. rentesco con ¡os demás.
5. Cree en la sujeción de Prolemiiiista, por la igual­
las mujeres. dad de los sexos.

4.-! IbicL, p p . 171-177.


EL PSICOANALISIS 97

6. Desconfía ele la ciencia Apoya la ciencia y la edu­


y ele la educación po­ cación popular.
Br pular.
7. Preocupado por los te­ Preocupado por los temas
mas homosexuales. de incesto.
8. No cree en la posibi­ Tiene tendencias arcádicas
lidad del progreso. y utópicas.
9. Tiene cierto horror de Expresa un profundo amor
1 la naturaleza. a la naturaleza.
. 10. Le disgustan los niños Le gustan los niños e in­
• y los animales, basado siste en la bondad y espon­
en la teoría de la de­ taneidad del niño.
pravación natural.
,

El hecho de que algunos de los más sobresalien­


tes románticos ingleses se volvieran conservadores
(patristas) al llegar a la mediana edad en sus acti­
tudes sociales no escapó del ojo de Taylor. Explica
este cambio citando dos procesos. En primer lu­
gar, existe el normal proceso de cambio, cuya
base deja sin definir. En segundo lugar, reconoce
otro rasgo dicotómico que hace surgir nuevas po­
sibles variaciones del tipo. Existe una división
que separa a quienes tienen “ego de paredes del­
gadas” de quienes tienen “ ego de paredes grue-
sas” .'*'* El tipo de paredes delgadas tiene grandes
dificultades para disociarse de los demás y de la
naturaleza: la frontera de su ego es relativamente
indeterminada. El méjor ejemplo es el romántico
alemán E. T . A. Hoffman. Hablando por boca

44 G. R. Taylor (1958), 189 ss.. 193, 198.


98 EL PSICOANALISIS

de uno de sus personajes, dice: “ Mi propio ego,


víctima de un cruel accidente, se disolvió en for­
mas extrañas y se alejó flotando sobre el mar de
las circunstancias.”''®
d tema de la perturbación del ego y su susti­
tución es muy común en las obras de Hoffmaii
y en las de los autores alemanes de la escuela
romántica. También se encuentra en ciertos gru­
pos ingleses, no necesariamente matristas, como
son los románticos. Los platónicos de Cambridge,
cuyo mejor representante es Henry Moore, mues­
tran con gran claridad esta tendencia del “ego
de paredes delgadas”, aunque fueran patristas en
sus opiniones morales y sociales.^» Por otra parte,
el puritano manifiesta un ego con límites gruesos,
I impermeables. Así, le resulta difícil entrar en
verdadera comunión con los demás, siraoatizar,
comprender e influirlos en un marco humano,
social. Si suponemos que la personalidad puede
cambiar por cambios progresivos a lo largo dcl tiem­
po, como consecuencia de ciertos tipos de experien­
cia, entonces no tendremos dificultad para expli­
car los cambios de actitudes sociales de (por ejem­
plo) Wordsworth o Coleridge. Según Taylor, estos
cambios surgen de un progresivo engrosamiento
de las paredes del ego, posiblemente hasta con­
ducir a una aceptación de las opiniones patristas

E. T. A. Hoffman, citado, C. R. Taylor, ob. cit., páai-


iias 189-19.8. ^ ^
40 G. R. Taylor (1958), pp. 19.8-20.8.
EL PSICOANALISIS 99

por estos escritores, con cambios en sus identifi- ^


caciones parentales debidos al paso de los años.
Desde luego, es posible qtie unos individuos pri­
mero rechacen y después acepten la imagen del
padre. Esto puede suceder, por ejemplo, en la
conversión.47 En realidad, la situación es fluida í
y dinámica por lo que concierne a las identifi­ *1
caciones parentales. Para Taylor, éste es un pos­ !Í
tulado necesario. De otra manera, sería difícil
conipt'ender cómo podrían cambiar las costumbres
en la religión y la moral. Si las prácticas de
educación de los hijos se transmiten de genera­
ción en generación, aun tomando en cuenta los
matrimonios entre distintas clases y la movilidad
social, resulta difícil ver cómo podría ocurrir al­
gún cambio básico en las actitudes sociales, a me­
nos que el esquema psicológico sea lo bastante
flexible para incluir ciertos tipos de dinamismo,
que producen cambios a largo plazo.
El concepto de las fronteras del ego es importan­
te para capacitarnos a comprender cómo es posible
que puritanos y románticos puedan acercarse unos I
a otros en ciertos aspectos de conducta. Por una
parte, ambos son individualistas. Pero la cali­
dad de su individualismo se expresa en distintas
pautas de vida. Esto queda explicado de la ma­
nera siguiente:
El patrista de paredes gruesas es individualista en el
sentido de que tiene una sensación de aislamiento
47 Ibid., p. 199.
100 EL PSICOANALISIS

de sus congéneres, y por ello está capacitado para


mantener en operación un sistema económico basa­
do en la suposición de que los hombres son unidades
aisladas, que sólo responden a fuerzas mercantiles y
no se dejan influir por simpatías, tradiciones o im-
pidsos irracionales. Por contraste, el romántico tiene
un poderoso sentimiento de parentesco con los de­
más, y rechaza los esquemas económicos competitivos
en favor de los cooperativos. Pero el romántico es
individiiali.sta en el sentido de que admira la unici­
dad individual, mientras que el patrista desea que
toda la gente se someta a un tipo ideal. Podemos
J decir que el patrista de paredes gruesas es un indi­
vidualista económico, pero un conformista moral."'®

: La distinción aclara también la naturaleza de


j íi los impulsos filantrópicos de los dos grupos. El ro­
mántico responde en forma de un impulso espon­
táneo de piedad hacia alguna verdadera víctima
del infortunio. Se interesa en descubrir y socorrer
las necesidades reales del individuo presente en el
aquí y el ahora. Es una flaqueza suya el ser incapaz
de entrar en algún programa general y continuo de
beneficencia dedicado a ayudar a grupos que se en­
cuentran lejos, fuera de su vista. En contraste, el
puritano considera que la caridad es un deber t|ue
se le ha impuesto como principio abstracto. Fácil-
: mente participa en programas para organizar la ca­
ridad impersonal, dirigida típicamente a causas re­
motas de su vida cotidiana. Así, puede oponerse

48 G. R. Taylor (1958), p. 23,8.


1
■M
..'►sil
EL P S IC O A N A L IS IS 101

enérgicamente a la esclavitud en el extranjero y or­


ganizar una gran campaña para su abolición, sin i
ahorrarse ningún esfuerzo; pero al mismo tiempo,
permanece relativamente insensible a los aprietos
de la gente que se encuentra por decirlo así
ante su puerta, padeciendo condiciones quizá peo­
res que las de los esclavos negros en las Indias
occidentales. O si es lo bastante agudo para per­
cibir este hecho, no siente ninguna obligación de
hacer algo al respecto. También es cieno que
cuando por fin se deja conmover por la condi­ ' ’]
ción de un individuo que está cerca de él, no
muestra ninguna comprensión de la verdadera ne­
cesidad que se debe satisfacer. En lugar de pan
ofrece piedra: y, lo más común, acaso, una Biblia."*®
La diferencia de profundidad de sentimiento y :!i
participación con otros también está determinada
por la inhibición del impulso. Es rasgo central II
de la educación del puritano contener la espon­
taneidad y el impulso natural, casi en grado abso­
luto. Como consecuencia, el puritano manifiesta
cualidades de literalidad en grado muy marcado.
Esto se encuentra en todos los aspectos del com­
portamiento del puritano patrista, anal, de pare­
des gruesas.®® Para él, la inspiración bíblica no

"19 Ibid., pp. 2 4 7 -2 4 8 ; nos v ie n e a la m en te W illia r a


W ilb c r fo r c e a e ste resp ecto. El co n tra s te en tre su a c t it u d
h a c ia la e s c l a v i t u d de lo s n e g r o s y la e s c l a v i t u d s a la r ia l ha
s id o e x te n s a m e n te e s tu d ia d a por lo s I la m m o n d .
Ibid., p p . 89 ss.
102 EL PSICOANALISIS
sólo es cuestión del sentido de un pasaje deter­
minado: se extiende a las palabras aisladas, aun
a las comas. La Biblia, y en particular el Antiguo
Testamento, contienen una guía completa para
todo: comportamiento moral, doctrina religiosa,
historia de los judíos, conocimiento científico, pro­
blemas de la vida diaria (a la que se pueden
encontrar soluciones en cualquier pasaje, al azar),
la vida futura: en realidad, todo. Una patoló­
gica ausencia de imaginación y de sentimiento
espontáneo resulta de esta clase de educación.
Por su pane, el romántico cultiva la imagina­
ción por todos los medios a su alcance. Cuentos
de hadas, historias y novelas, un vivido uso del
color en la vida cotidiana, el principio no repre­
sentativo en el arte, vestimenta y modales elabo­
rados, insistencia en lo “natural” del paisaje y la
jardinería, el uso del adorno en la arquitectura
y la decoración de interiores: éstos representan
sólo unos cuantos modos en que la imaginación
se cultiva, y aun se le da rienda suelta. Vemos
así que el grado de espontaneidad o falta de ella
nos da otra dimensión que debe incorporarse al
estudio de la personalidad y de la historia.
La agresión —sádica en su carácter— también
es común entre los patristas. Taylor explica esto
sobre la base de la hipótesis de frustración-agre-
sión .''2 El niño, apretadamente envuelto en sus

53 Ibid., pp. 89 ss., 211 ss.


52 J. Dollaid, et allera (1944).
EL PSICOANALISIS 103

pañales, bruscamente destetado al tener menos de


una semana de edad, que crece en un medio res­
trictivo y punitivo, con cada uno de sus impulsos
naturales asfixiado en cuanto nace, puede desaho­
garse I’orando de una parte de la enorme carga
de amargura e infelicidad generada por estos mé­
todos. Pero gran parte de la cantidad total de
frustración se transforma, por fuerza, en impulsos
agresivos. Muchos de ello.s encuentran expresión
abierta. Por ejemplo, este sistema mismo de criar
a los niños es testimonio de impulsos sádicos y
agresivos de los padres. Puede presumirse que están
infligiendo una parte de las frustraciones que
ellos mismos sufrieren durante su infancia. En
este siglo también es común la violencia personal ■
entre marido y mujer. Los castigo;; personales y
una barbarie ritualir.ada practicada sobre los dé­
biles e indefensos son, de hecho, endémicos entre
los grupos patristas. Y al lado de las formas de
agre.síón más abiertas, florecen otras más disimu­
ladas.^®
El sistema matrista de crianza y educación de
los hijos, en cambio, es tolerante, no violento. Las
clases superiores “raimaron” a sus hijos, mediante
todo tipo de tolerancia. Rara vez o nunca se cas­
tigaba a los niños; se les permitía aprender su­
friendo las consecuencias de sus propios actos, de
acuerdo con los principios de Rousseau. El con­
cepto patrista, que la primera tarea de la educa-

53 G. R. Taylor (1958), p a s s im .
104 EL PSICOANALISIS
ción es “ quebrantar la voluntad del nifio” era
ajeno a este sistema de educación. Cuando exigía
expresión la agresión quedaba cuidadosamente
limitada por formas prescritas, como el duelo. “El
corte directo” no era más que parte de un gran
número de métodos formales de expresar disgusto,
quedando la agresión abierta expresada por míni­
mas indicaciones físicas.
' De esta manera, Taylor desentraña los secretos
X-í del cambio histórico. Los factores psicológicos se
consideran como causa necesaria dcl proceso de
cambio social.
La personalidad del hombre es la variable a
la que los mecanismos sociales van aunados para
causar alteraciones en las actitudes y hábitos de
? los grupos y en el sistema social. Hasta aquí,
Taylor ha empleado seis grandes variables de per­
sonalidad al explicar el cambio:

1. la naturaleza de las imágenes parentales in-


troyectadas, sean paternales o maternales;
2. el nivel de fijación de la libido infantil, sea
oral, anal o genital;
3. el carácter de los límites del ego, sea de pa­
redes gruesas o delgadas.
'l 4. el grado en que se expresa la agresión abier­
v' ta, sea extrema o ausente;
5. la presencia o ausencia de extremos senti­
mientos de culpa;
G. la espontaneidad de la resjruesta en contras-
EL PSICOANALISIS 105

te con extremas inhibiciones de impulso natural


y comportamiento expresivo.•’>'*

Teóricamente, esta clasificación es capaz de ge­ c-


nerar noventa y seis tipos de personalidad. Si con­
sideramos que quienes rechazan a la madre o re­
chazan al padre son tipos especiales, distintos
de los patristas y matristas respectivamente, la
clasificación extendida genera ciento noventa y dos
tipos de posibilidades teóricas. Taylor no parece
baber hecho este cálculo. Pero sí tiene algo que
decir acerca de la frecuencia con que se manifies­
tan tipos particulares en el periodo investigado.
No hay ninguna razón teórica para que toda com­
binación concebible de estos elementos no surja en
la vida real, y por ello podemos esperar que los
diversos tipos aparezcan en números aproximados.
No obstante, aunque en la vida real pueden encon­
trarse ejemplos de casi cada combinación, lo notable
es que, en la práctica, la mayor parte de las combi-1
naciones sean raras: a veces, sólo puede encontrarse
un ejemplo. Por contraste, una o quizá dos combi­
naciones aparecen con gran frecuencia. Más aún: las
proporciones se alteran gradualmente. La identifica­
ción con el padre es más común que la identifi­
cación con la madre durante este periodo y, al avanzar
el siglo, el sentido de culpa y una inhibida identi­
ficación con el padre se vuelven aún más comunes.
De manera similar, aparecen con creciente frecuen­
cia características anales. De allí se sigue que grandes
influencias culturafes —probablemente en el campo
S'i G. R. Taylor (19,58), pp, 200-205.
106 EL PSICOANALISIS
del medio infantil— debieron de estar en acción para
producir este resultado.®®

Tiene cierto interés, para tomar un ejemplo, el


que Taylor no pudiese identificar a ningún recha-
zador de la madre durante todo este periodo de
150 años.®®

Resumamos la idea de Taylor: asevera cjue cier-


[j tos tipos de proceso psicológico constituyen la ex-
i plicación última de los fenómenos históricos. La
personalidad, moldeada por medio de las prácticas
de educación infantil a las cjue queda sometida
cada nueva generación, es la verdadera fuerza
I motora de la historia. En el periodo analizado, el
proceso histórico consiste en la lenta difusión,
hacia arriba y hasta cierto punto hacia abajo,
de modales, creencias y normas tomadas de la
clase media mercantil. La razón de la aceptación
de las costumbres de la dase media por la socie­
dad en general se encuentra en su creciente do­
minio de las palancas del poder. Esta creciente
influencia y poder es resultado directo de las ven­
tajas c[ue le corresponden por virtud de poseer
(como parte de su estructura de personalidad) las
“virtudes mercantiles” de laboriosidad, unidad
de idea y ahorro.

55 JI¡id,, p. 204.
58 Ibid.. pp. 200-205.
IV. LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO
SOCIAL

E n la teoría de la acción, Parsons’ en gran me­


dida sigue un sendero ya hollado. Toma como
punto de partida el sistema social, el cual clara­
mente está formado por iustitucioaes que, a su
vez, están hechas de papeles. Y los ¡japeies se gene­
ran a partir de acciones. Por consiguiente, el sis­
tema social ocupa su lugar como uno de varios
posibles sistemas de acción, explicable en térmi­
nos de la teoría general de la acción. Las acciones j
sociales no son más que un grupo de posibles
tipos de acción. Además de la sociedad, hay otros
tres sistemas que caben bajo esta rúbrica de sis­
temas de acción. Se interpenetran e interactúan
unos con otros. Estos sistemas son la naturaleza, la ,
personalidad y el sistema cultural. El sistema so­
cial es considerado como absolutamente indepen­
diente de los otros. Es decir, lógicamente hablan­
do, es totalmente distinto aun cuando, como hecho
empírico, la sociedad esté compuesta de indivi­
duos que comparten una cultura común y una

1 Las fuentes de las teorías de Parsons son especialmen­


te; T. Parsons, y E. A. Shils (1951): T. Parsons (1952, 1954,
1960); T. Parsons y N. Sinclscr (1957); T. Parsons ct altera
(1955, 1961); M. Black (ed. 1961).
[107]
108 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL
vida común. Podemos empezar con la definición
de Parsons:

El sistema social consiste en una pluralidad de per­


sonas interactuantes, motivadas por una tendencia a
la “optimización de la gratificación” y cuya relación
Y'
con sus situaciones, incluso las de uno con otro,
queda definida y mediatizada en términos de un
sistema de símbolos culturalmente estructurados y
compartidos.^

Para el análisis conceptual, el sistema social


puede distinguirse de los sistemas cultural y de
personalidad y del sistema de la naturaleza orgá­
nica. Parsons parece intentar siempre visualizar
problemas de sistemas como cajas vacías, cuyo
número habitual es de cuatro. Por ejemplo, como
ya hemos visto, la realidad en conjunto aparece,
aislada, en las cajas de la página 109.
Estos cuatro sistemas se interpenetran e inter­
actúan entre sí; mas, con propósitos de análisis,
se les debe mantener lógicamente separados. Acaso
por este hecho, la naturaleza “corresponde” al
naturalista, la cultura al antropólogo y el sistema
de personalidad al psicólogo. Esto deja el siste­
ma social en manos del sociólogo, en una admira­
ble y tradicional división del trabajo.
Un sistema puede definirse como un complejo
I de elementos en interacción. Ninguna de las cua­
tro cajas que contienen la realidad está comple-
2 T. Parsons (1952), pp. 5-6.
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 109

lamente cerrada. Cada una admite materiales del


exterior; por ejemplo, el sistema social toma parte
en procesos de íntima interacción con los otros
tres sistemas, cultural, orgánico y de la personali­
dad. Lo mismo ocurre a cada uno de los sistemas.
Son sistemas abiertos, lo que significa que cada
uno tiene transacciones con su medio que, desde
luego, consiste en los otros tres. Cada uno recibe de j
los otros y les envía a su vez.

Sociedad Hombre
(el sistema social) (el sistema de personalidad)

Cultura Naturaleza
(el sistema cultural) (el sistema orgánico)

Los cuatro sistemas también se parecen entre


sí al tener procesos restaurativos integrados que
les impiden “escaparse” . Cada uno tiende a se­
guir siendo un “ estado continuo”, a consecuencia
de varios mecanismos homeostáticos o autorregu- >
ladores. Esto significa que ni los diversos inter­
cambios que ocurren entre sus límites ni los cam­
bios internos que ocurren dentro del sistema
pueden perturbar gravemente los continuos pro­
cesos que mantienen la normal vida del sistema.
En general, éste es un proceso de diferenciación
que, con el paso del tiempo, resulta en un aumen-
no LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

to de la complejidad de cada uno de los sistemas.


También hay un aumento de orden dentro de
cada sistema (aunque es posible que la realidad,
\ en conjunto, quede sujeta a la entropía,** es decir,
i a un gradual agotamiento, hasta la extinción).
En los tres sistemas de sociedad, personalidad
y cultura nos encontramos ante sistemas de ac­
ción. Los principios encarnados en la teoría gene­
ral de la acción se aplican a cada uno de éstos.
f\ Los mismos procesos generales y variables se
encuentran en cada uno. Por ejemplo, cada cual
está dividido en el mismo número y tipo de sub­
sistemas. Esto es así porque, para asegurar la con­
tinuación del sistema, se encuentran en cada uno
exactamente los mismos imperativos funcionales
(o frenos esenciales). Dicho de otro modo, por
su naturaleza misma, un sistema abierto exige
que se satisfagan ciertas condiciones si el sistema
ha de sobrevivir. Según la teoría de la acción,
estas condiciones son tales que cada sistema exige
tener cuatro necesarios elementos o subsistemas.
Un sistema de acción, ya sea naturaleza, cultura,
personalidad o sociedad exige; (A) un subsistema
adaptativo, instrumental, de manipulaciones de
objetos; (G) un subsistema expresivo, consuma-
torio, de gratificación para alcanzar metas; (L) un
subsistema latente, de mantenimiento de pautas
de integración de significado y regulación de ener-

3 T. Parsons et altera (1951). Hacia una teoría genera


de la acción, e,spedalmente el capíluio i.
LA A C C IÓ N S O C IA L Y E L C A M B IO S O C IA L 111

gía; (I) un subsistema integrativo, expresivo, de


manipulación de señales.
Esta estructura puede ilustrarse así;
ó/ í ^ . .
I
í
Subsistema Subsistema de gratificación
adaplativo (A) por alcanzar objetivos (G)

Subsistem a de mantenirnionío Subsistema


de pautas (L) integrativo (1)

En la teoría de la acción, el problema del mé­


todo se resuelve acordando la condición de cien­
cia a la sociología. El método científico es tan
apropiado para estudiar la cultura, la personali­
dad y la sociedad como para estudiar la natura-
Ie;m. Indudablemente, existen ciertas cuestiones
periféricas que aún deben resolverse; pero la pre­
gunta básica, a saber, si los procedimáentos siste­
máticos de la ciencia pueden y deben emplearse
al estudiar el comportamiento social ha de res­
ponderse en sentido afirmativo. El discurso aca­
démico y el método intuitivo pueden generar
hipótesis, mas fallarán si se pretende que ofrezcan
soluciones por todos convenid as.'* En sociología.

Cj. J. f.íc L e i.';li, “ C tin ic a l iiit u ilio n : a tu to r ia l d i s c ii s -


s io n ” . Medical World, m arzo de 19G 3; cf. T . P arson s, y
N. S m c is e r (1 9 5 7 ) , p. 284.
112 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL
es obligatorio el método de abstracción analítica,
como en las demás ciencias. Las explicaciones
teóricas del sistema social deben hacerse en tér­
minos de conceptos y proposiciones lógicas que
puedan comprobarse por medio de algún proce-
i dimiento empírico.
Ciertamente, es imposible abarcar en semejante
análisis toda la realidad empírica. Es esencial la
selección. El esquema científico debe ser sencillo,
pero no bastará cualquier tipo de simplicidad.
La abstracción de la realidad debe proceder
de acuerdo con normas o cánones de método esta-
selección. El esquema científico debe ser sencillo,
relacionarse con una realidad empírica. En tal
sentido, debe ser explicación válida de procesos
y fenómenos que proceden “allá afuera” . Ade­
más, la explicación debe ser conceptualmente pre­
cisa. Es decir, debe ser parca de conceptos e hipó­
tesis; debe ser no repetitiva y no tautológica.®
rpb •

El ideal al que aspira la ciencia consiste en ge-

5 J. McLeish, The Science of Behaviour (1963), capítulo i.


■ >ú

LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 113

nerar un sistema de proposiciones analíticas que


estén íntimamente relacionadas de tal manera
que en realidad, sean lógicamente interdependien­
tes. Aun cuando tal vez no fuera así como se origi­
naron en realidad, sí debe ser posible deducir estas
proposiciones de un conjunto de postulados y de­
finiciones priro.arios. Ésta es la tarea a la que se
dedica Parsons, mientras reconoce libremente que
el esquema aportado por la teoría de la acción
está aún lejos de ser completo. Generalizaciones
anteriores, como la sociedad como organismo o
como mecanismo o colección de formas subjeti­
vas, son inútiles si se trata de definir este campo.
Son de tendencia reduccionista: es decir, la materia
de la sociología es conceptualizada en términos de
11
alguna otra rama de la investigación científica,
como la biología o la física.
■ (■ Fiemos visto ya que Parsons concibió el sistema
social como un sistema abierto, interactuante en
formas complejas con los otros tres sistemas que
lo rodean. Por causa de su naturaleza como sis­
tema de acción, se diferencia internamente para
enfrentarse a los cuatro imperativos funcionales:
el subsistema de gratificación por metas So, el
subsistema adaptativo Sa, el subsistema integra-
tivo Si y el subsistenga de mantenimiento de pau­
tas Sj, (véase el diagrama en la p. 112).
Estos subsistemas están abiertos ellos mismos,
y tienen las mismas características de otros sis-
114 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL
temas de acción abiertos. Ciertos intercambios,
llamados insumos y productos, ocurren a través
de los límites de los subsistemas. Normalmente,
estos subsistemas se encuentran en equilibrio, se­
mejando a este respecto al sistema social. Cada
uno funciona de acuerdo con el principio de con-
(I trol homeostático. En suma, la mejor manera de
definir la sociedad es como un sistema en grande
escala, persistente y autosuficiente, de interacción
social. Cae bajo la necesidad de mantener un
gran número de procesos y de subsistemas esen­
ciales para la supervivencia y el bienestar de una
“empresa en funciones” . Citaremos:

Como la organización empírica del sistema es un


foco fundamental, la norma, por así decirlo, debe
ser concepto de un sistema social empíricamente au-
tosubsistente. Si añadimos la consideración de una
duración lo bastante larga para trascender el pe­
riodo de vida del individuo humano normal, el
reclutamiento, por reproducción biológica y socia­
lización de la generación siguiente se convierte en
aspectos esenciales de semejante sistema social. Un
sistema social de este tipo, que cumple con todos
los esenciales requisitos funcionales de la persisten­
cia a largo plazo basado en sus propios recurso.s,
será llamado una sociedad.fi

Las unidades fundamentales que integran el sis­


tema social son actividades, funciones y colecti-
8 T. Parsons (1952), p. 19; c¡. T. Parsons (1961), páginas
30-79.
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 115

vidades. Las actividades se originan en el hecho


de cjue los seres humanos buscan objetivos par­
ticulares que satisfacen necesidades específicas. En
el caso más sencillo, el ego persuade al aUer de
desempeñar con él una acción designada. La res­
puesta del alier al desempeñar el acto obliga al
ego a evaluar su actividad conjunta y a planear
el comportamiento futuro sobre la base de lo
que se ha aprendido. El alter también es obligado
a evaluar no sólo las aperturas del ego, sino su
desempeño conjunto. Esto se efectúa sobre la base
de las gratificaciones que corresponden a cada
cual como resultado de la acción cooperativa.
Este análisis parecerá marcadamente tendencioso
hacia el lado cognoscitivo, pero el acto social
también tiene aspectos dirigidos hacia objetivos,
y afectivos. Tiende hacia ciertos objetivos ya que
conduce, o pretende conducir a cierto fin eva­
luado. Es afectivo hasta el punto en que el ego
y el alter llegan a participar emocionalmente en
su triunfo o fracaso.'^
La interacción de alter y de ego hace surgir un
sistema social. En su forma más elemental, este sis­
tema consiste en un conjunto de expectativas
mutuas. Así como el ego Ira actuado en el pasa­
do, se espera que actúe en el futuro. Esto también
ocurre con el alter. Se. establece un conjunto de
expectativas recíprocas sobre la base de la interac­
ción continua. Estas expectativas son selectiva-
I T. Parsons, op cit., especialmente 1951, 1952, 19G1.
116 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

mente reforzadas, porque es más probable que


recurran las acciones recompensadas que las no re­
compensadas. Estas últimas tienden a salir del
repertorio de la conducta; de este modo, a partir
de la continuada interacción de alter y de ego y de
sus expectativas recíprocas, llegan a diferenciarse
, los papeles sociales. Éstos pueden definirse como
una participación estructurada, normativamente
regulada, por un individuo en interacciones con
concretos y especificados compañeros de equipo.
Ello implica que la interacción habitual entre
dos o más individuos pronto engendra un sis­
tema de reglas que define las pautas de compor-
1 I tamiento permisibles y previstas. Estas reglas se
desarrollan a partir de la general necesidad social
de asegurar la gratificación óptima de las nece­
sidades que van surgiendo.
Un sistema complementario de derechos y debe­
res viene a asociarse a los papeles dados: éstos
surgen de la repetida satisfacción de las expecta­
tivas de manera óptima para los que participan
en la interación. Estos elementos especiales que­
dan resumidos en normas o reglas. Las reglas des­
empeñan diversas funciones: definen los límites de
la acción, especifican las reglas de comportamien­
to, establecen las sanciones y recompensas corres­
pondientes al desempeño de la función, declaran
las situaciones o medios particulares en que se
actúa ésta. Si tenemos una pluralidad de actores
operando de acuerdo con un conjunto de reglas.
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 117

aceptado tendremos la sanción de un sistema de va­


lores sociales, y habrá una colectividad.®
El sistema social no sólo es un simple conglo­
merado de funciones, actividades y colectividades.
Así como la conducta es controlada por ciertas
normas, también así todo el complejo de activida­
des, funciones y colectividades está gobernado por
un sistema de valor.® Los valores difieren de las
normas; por una parte, tienen un mayor grado
de generalidad. Las reglas correspondientes a un
determinado conjunto de papeles son de carácter
específico. En otras palabras, se relacionan con si­
tuaciones particulares y se remiten a funciones
particulares que los actores desempeñan en inte­
rés de la colectividad. Por otra parte, los valores
son universales; al menos, tienden a la universa­
lidad. Definen la orientación de un sistema como
conjunto; puede decirse que los valores legitiman
las actividades de todo el sistema social. Tienden
a apiñarse en torno de las instituciones: por ejem­
plo, hay una gran concentración de valores cen­
trados en la familia, la economía, el Estado, etc. De
hecho, las instituciones pueden considerarse como
integradas por papeles.^® Tienen una relación es­
tratégica con el sistema de necesidades del grupo
social. Asi como las funciones se encuentran en un
bajo nivel de generalidad comparadas con las ins-

8 T. Pausons (19!)2), pp. 41, 97-98, 1.85-1.86, 174-175.
» Ibid., pp. 21,8-215, 163-264; (1961), pp. 43-44.
to T. Parsons (1952), pp. 36-45, 51-58; et allera (1961),
pilgina 65.
lis LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL
tituciones, así también las normas están en un
nivel de genera'idad más bajo que los valores.
Según Parsons, hay tres tipos de institución so­
V)' da!. En el meollo mismo, el sistema social tiene
O
l’
instituciones relaciónales. Éstas definen las recípro­
cas expectativas de las funciones. Algunos ejemplos
de instituciones relaciónales son marido-mujer, pa­
dre-hijo, patrón-empleado, etc. En segundo lugar,
tenemos las instituciones regulativas. Éstas operan
c para regular los intereses de individuos y colectivi­
i dades, definiendo los medios legítimos que deben
emplearse en busca del interés propio. Ejemplos:
la policía, los tribunales, la bolsa de valores, el
parlamento, etc. En tercer lugar, existen las insti­
tuciones culturales. Éstas definen las obligaciones
en relación con las pautas de cultura, y actúan de
manera que orienten al individuo hacia pautas
aceptadas de significado social. Ejemplos de insti­
tuciones cultura’es son: valores aceptados, conoci­
miento organizado, creencias, normas de valor ar­
tístico, etc. Estas varias clases de institución operan
de tal manera que estabilicen los papeles y las
interacciones entre individuos. Cristalizan en for­
ma tangible el nivel de organización y las diferen­
ciaciones cjue ha^ logrado el sistema social. Cada
institución específica de manera única y especial
los valores peculiares de la sociedad dada. Sirve
como locus central: una especie de depósito, por
decirlo así, de funciones sociales. Los recursos
materiales y espirituales se generan, asignan y
utilizan por medio de las instituciones sociales.
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 119

Aparecen unidades concretas en forma de indivi­


duos, actividades y colectividades, que después se
especializan y apiñan en torno de las instituciones.
El sistema social muestra las mismas earacte-
risticas que el comportamiento en general. El
comportamiento va dirigido hacia objetivos; es |í
adaptativo, motivado, guiado por procesos simbó­
licos. Exactamente lo mismo puede decirse de la
sociedad. Todos los sistemas sociales funcionan de
acuerdo con las cuatro exigencias de tender hacia
objetivos, adaptación, motivación y simbolización.
I..a sociedad debe velar por el empleo de los re­
cursos de que dispone. Esto significa, primero, que
la sociedad debe ser adaptativa: individuos y
grupos en sociedad deben poder reconocer y ser
impelidos hacia ciertos fines percibidos como gra­
tificaciones posibles de las necesidades sentidas;
segundo, el grupo debe organizarse hacia el alcan­
ce de sus metas. La unidad social debe ser
preservada de la desintegración por las tendencias
perturbadoras. Dicho de otra manera, las pautas
específicas de actividades, creencias y valores de la
sociedad deben ser salvaguardadas de todo cambio
violento y destructivo; tercero, una combinación
de procesos debe reinstalar las pautas latentes de
orden y trabajo para mantener la tensión a un
nivel soportable. Las diversas unidades sociales de­
ben adaptarse mutuamente, entre sí de manera
continua, de modo que pueda maximizarse su
contribución al funcionamiento eficaz del sistema;
cuarto, se necesita un subsistema integrativo para
120 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 121
facilitar las adaptaciones internas y para adaptar sar los límites de los subsistemas. Los intercambios
el sistema a las demandas de la cambiante situa­ internos son teóricamente posibles a través de seis
ción externa. limites: S^/Sg, S^/Sj, S q/S j, S^/S l, S i /S j,,
como se muestra en el diagrama. También habrá
intercambios a través de los límites externos del
S a, S a. Sg. S gi sistema social y de los circundantes sistemas de na­
turaleza, pensonalidad y cultura. No consideraremos
O qa
A en detalle estos intercambios; Smelser ha dado una
Sa S aí S g, S g, explicación elaborada de ellos, basada empírica­
m e n t e . E l intercambio entre los subsistemas ocu­
rre a través del límite particular que separa al sub-
S| S l, S|¡ sector común de cada subsistema. Es decir, el
c c área en que ocurre un intercambio entre, por
L
ejemplo y S a es el subsector a de cada subsis­
S l, Su S|a ^ii tema. Esto hace teóricamente posibles unos inter­
cambios como los siguientes (éstos no son exhau.s-
tivos):
Como ya se ha dicho, cada subsistema es de ca­
—"ÍÍSs>-
rácter abierto. Cada uno puede dividirse exacta­ -
mente a lo largo de las mismas líneas del sistema
Su --- g
•social, en subsubsistemas adaptativos, integrativos, -ta-
de alcance de objetivos y mantenimiento de pau­
tas. Estas subclasificaciones hacen surgir dieciséis iii. ,Si —ÍSEt- S i
cajas vacías. Hay que llenarlas con un contenido
empírico tomado de la verdadera acción social. Sa -------------- 5»- S|

Los problemas clave al explicar el funciona­


miento de los sistemas sociales se resuelven así en í^G¡.
la cuestión de las interacciones e interrelaciones de
los subsistemas adaptativos, integrativos, de alcan­ '''• S, Sa,
ce de objetivos y mantenimiento de pautas. Clara­
mente, intercambios e interacciones deben atrave- 11 N. Smdser (1959), pp. xii -p 440.
122 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

Se plantea entonces esta pregunta: ¿Qué pasa, en


realidad, a través de los límites entre los subsiste-
J mas? Las transferencias claramente no son objetos
físicos, ni tampoco son comportamiento de los
organismos. El análisis sociológico no trata de ob-
I jetos concretos, sino de abstracciones. Esta sección
particular del esquema analítico de Parsons y de
Smelser no ha sido elaborada hasta el punto en
que pueda dársenos un cuadro muy claro de lo que
realmente ocurre dentro del sistema social en el
caso general. Las dieciséis cajas indudablemente
se han llenado. Pero no está claro cómo y en qué
forma los materiales pasan de una a otra, cuáles
son las condiciones en los límites que facilitan
o permiten los intercambios, cómo puede deter­
minarse la tasa y dirección del flujo en condiciones
distintamente especificadas; cómo el equilibrio
dentro de los subsistemas llega a perturbarse para
empezar; cuáles pueden ser las condiciones de re­
poso, y cuáles son las repercusiones por todo el
sistema como resultado de las transferencias a tra­
vés de los límites. Éstas son preguntas empíricas.
Sólo pueden obtenerse respuestas específicas me­
diante un estudio minucioso de un caso particular
de intercambios en los límites.
Es claro que los insumos al sistema social pro­
ceden, específicamente, del sistema cultural, el sis­
tema de personalidad y el sistema de comporta­
miento del organismo. No hay un insumo directo
procedente del medio físico. Los intercambios con
el medio, en forma de insumos y productos, se
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 123

hacen por medio del organismo condactual. El


insumo consiste en códigos para la organización
de información, disposiciones de necesidades (de
las cuales hay cuatro: adecuación, seguridad, con­
formidad y alimentación) y potencialidad plástica.
Los valores se generan dentro del propio sistema
social. Estas varias índoles de recursos quedan dis­
ponibles como resultado de interacciones del siste­
ma social con cada uno de los otros tres sistemas.
Entran en el sistema social en puntos específicos:
del sistema cultural al subsistema adaptativo, del
sistema de personalidad al subsistema de alcance
de objetivos, del organismo conductual al subsis­
tema integrativo. Los diversos recursos atraviesan
los límites de los sistemas abiertos y son "procesa­
dos” por varios mecanismos. Ciertos productos son
retroalimentados a través de los límites externos a
los sistemas circundantes. Este “procedimiento”
ocurre en la esfera de la acción soda!. De los
recursos hacen uso individuos y colectividades, no
el sistema social como tal. De hecho, el sistema
social simplemente es una abstracción. La trans­
formación de insumos en productos, así como el
consumo de recursos, ocurre en íntima conexión
con las funciones sociales. Como dice Parsons:

La utilización es esencialmente un proceso de toma


de decisiones cada vez más particularizada; oportu­
nidades de acción, facilidades y responsabilidades son
asignadas más específicamente a cada pa.so. Las eta­
pas más generalmente definidas son la asignación a
124 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL
la colectividad, al rol y a la tarea. La función de la
colectividad consiste en definir qué debe hacerse;
la de la asignación al rol, en definir quién debe
hacerla, y la del nivel de tarea, en cómo debe ha­
cerse.12

E.stas relaciones pueden resumirse en un diagra­


ma. Debe recordarse a! contemplar este modelo
abstracto del sistema social, que son los individuos
y las col-eclividades los que interactúan en el sen­
tido físico.
M;-ienia cuiti;ral Sistema de personalidad

Sisíe'na do! medio físico -------------- Sistema clel organismo conductua!

T. Parsons (1961), p. 65.


LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 125
El s ist e m a s o c ia l : in su m o s y pro ducto s

El resultado final de la utilización de los recursos


dentro del sistema social es la realización de las
tareasd^ Existen ciertos mecanismos sociales que
controlan el flujo y el procesamiento de los re­
cursos socia'es y ayudan a asegurar que se cumplan
las tareas.'i"* De estos mecanismos, el dinero ha
estado sometido al análisis más detallado. Para
Parsons, el dinero es esencialmente un modo espe­
cializado de comunicación. Su función social con­
siste en actuar como representación concreta en
la circulación de las expectativas. También actúa
para generar y vincular el compromiso con las
funciones. El dinero ayuda a la asignación racional
de los recursos: tiene en sí algo de la naturaleza de |
un lubricante social.
Muy análogo al dinero es el mecanismo del
compromiso reald'^ El compromiso con los desem­
peños ocupacionales (que generalmente se logra
por medio del mecanismo monetario) permite to­
mar decisiones realistas acerca del uso óptimo de
los recursos. El poder es otro mecanismo social
generalizadoi® que opera para legitimar expecta­
tivas sin una detallada declaración previa de dere­
chos y obligaciones. El poder ayuda en el proceso
de adaptar los intereses conflictivos dentro de la

ni IhicL, p. 65 et altera.
lí T. Parsons et altera (1961), pp. 52, 66.
1!) Ibid., pp. 66-67.
Ui Ibid., pp. 67-68; cf. (1952), pp. 55-57, 332.
12G LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

sociedad: cada bando debe considerar y sopesar


debidamente el poder de que dispone el otro. El
cuarto mecanismo que controla el flujo y la utili­
zación de los recursos sociales es la comunicación^
Ésta toma diversas formas: información, interpre­
tación y evaluación. Los cuatro mecanismos sociales
operan como gobernantes complejos o controles
cibernéticos que mantienen el sistema social en
condición de equilibrio dinámico. Así, según Par-
sons, “la dinámica de los sistemas sociales no es
tanto un problema de la transformación de la
energía cuanto del procesamiento de la informa­
ción”.
El problema del cambio social surge cuando se
perturban las condiciones de equilibrio en que el
sistema funciona no r ma l me nt e . Co mo es bien
sabido por la ciencia física, el equilibrio puede
ser de tres tipos: estable, parcial e inestable. En
un equilibrio estable el sistema, al ser perturbado,
vuelve a su condición original. En el equilibrio
parcial algunas unidades se adaptan y otras no.
En un equilibrio inestable, el sistema se reajusta
continuamente de modo que los elementos ocupen
nuevas posiciones dentro de un equilibrio en cons­
tante cambio.2''’ Al considerar el sistema social, hay
que modificar el esquema de varias maneras. Nin­
gún sistema social permanece inalterado indefini-

17 UmL, p. 68; cj. (1952), pp. ."0, 75, 121, 174-176.


18 ibicL, p. 7í); cf. (1952). pp. SS-S5.
lí» T. Pansons (1952), capUulo ii (1961), pp. 70-79.
20 N. I. Bujaiiii (1925), capítulos 4-7.
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 127

clámente, ni al ser perturbado vuelve sin alteración


a su estado original. La sociedad llamada “estan­
cada” es un “modelo ideal” que simula las condi­
ciones del equilibrio estable. Hay un constante
rem.plazo de todo lo necesario para el limpio fun­
cionamiento del sistema. El remplazo ocurre exac­
tamente a la misma tasa cpie la desaparición de
unidades y recursos. Todas las fuerzas productivas,
incluso la fuerza laboral, permanecen al mismo
nivel. La sociedad no avanza ni retiocede. Sin em­
bargo, este modelo abarca unas perturbaciones
constantes hasta el punto en cjue los productos
sociales desaparecen como elementos. También
abarca el constante restablecimiento del equili­
brio, hasta el punto en que los productos sociales
nacientes ocupan su lugar predestinado en el
sistema.
Un equilibrio inestable es el caso normal. El
crecimiento por diferenciación y rcdiqrlicación es
un factor que actúa constantemente para pertur­
bar el ecjuilibrio social. El crecimiento entraña
cambios y adaptaciones mutuas en los elementos
de que está compuesto el sistema. I,as relaciones
entre la sociedad y los sistemas externos (natura­
leza, personalidad, cultura), son dinámicas, no
estáticas. Si el sistema continúa desarrollándose,
inevitablemente pasará a una condición de equi­
librio inestab'e, coh indicaciones p o s i t i v a s . P o r
otra parte, el cc[uilibrio puede establecerse a ex-

21 Ibiti.
128 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

pensas de ciertos elementos del sistema. Los seg­


mentos se funden, y las reglas particulares desapa­
recen. En algunos casos esto causa una reducción
de la eficiencia: el sistema no llega a satisfacer las
necesidades de sus miembros. En tales casos obser­
vamos un sistema en decadencia, una condición
de equilibrio inestable con indicaciones negativas.22
Equilibrio y cambio son procesos complementa­
rios. El cambio social, según Parsons,^'* se mani­
fiesta primero en forma de un fenómeno en los
límites. Su apariencia se señala por una grieta
en un muro limítrofe. Este rompimiento pone en
juego varios mecanismos de ajuste que entran
en acción en otras partes del sistema. El equili­
brio se ha roto, pero entran en operación procesos
de control para dar un ajuste al sistema. De
acuerdo con este modelo, las fuentes de cambio
pueden identificarse fácilmente como endógenas
(es decir, cjue afectan los límites dentro del sis­
tema) o exógenas (es decir, iniciadas a partir de
uno de los sistemas, fuera del sistema social).2^
En realidad, ambos tipos de cambio actúan jun­
tos. Los cambios exógenos rápidamente producen
cambios endógenos: los cambios endógenos actúan
hacia afuera, para cambiar los sistemas externos.
Esto está en armonía con el hecho de que socie­
dad, personalidad, cultura y organismo físico son
sistemas abiertos, en comunicación entre sí. Los
22 Ibid.
2S T. Parsoiis (1952), p. 482.
2-1 Ibid. (1961), pp. 71-72.
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 129

cambios endógenos de un sistema se identifican


como factores exógenos productores de cambio en
los otros sistemas. Hay muchos tipos de cambios
exógenos que afectan al sistema social: por ejem­
plo, unos cambios genéticos en la población, cam­
bios en las técnicas de explotar la naturaleza, la
repercusión de otros sistemas sociales, como en
la guerra, o en forma de influencias culturales.
Estos cambios son externos al sistema social, pero
ejercen efecto sobre él. Los cambios endógenos son
causados por “ tensiones” dentro del sistema mis­
mo. Estas tensiones son resultado de ciertos dese­
quilibrios entre insumos y productos a través de
los límites de los subsistemas. Varias cosas pueden
ocurrir a estas tensiones: se les puede resolver, se
les puede contener, se les puede aislar o se les
puede compensar mediante cambios en la estruc­
tura del sistema.^®
Los ajustes dentro del sistema normalmente es- /
tarán asociados a la reorganización de las fundo- ''
nes. Esto puede tomar varias formas, que incluyen
la desaparición, la creación o la modificación de las
mismas. Los cambios de esta índole son más com­
plejos y continuos que los cambios cuando las
funciones son afectadas. Smelser reconoce una se­
cuencia de siete pasos cuando la reorganización
de éstos conduce a otros tipos de diferenciaciones

25 Ibid.. cf. T. Parsons (1952), pp. 36, 251, 482-483, 542-


543.
130 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

estructurales dentro del sistema.^'’ Esto no signi­


fica que la diferenciación de cometidos sea la
causa o la fuente del cambio social en el sentido
de que la reorganización de éstos tenga alguna
prioridad de importancia sobre otras posibles fuen­
tes del cambio. Según Parsons, el concepto de un
sistema implica una interdependencia de los ele­
mentos o variables. Esto significa que no hay una
predeterminada secuencia causal en el sentido de
que algún solo factor predominante sea respon­
sable de haber iniciado el cambio. La dicotomía
marxista de base y superestructura no es conside­
rada como útil por Parsons, que tampoco ubica
la fuente del cambio en la economía. El análisis
debe determinar en cada caso cuál es el factor
predominante, cómo se desarrolla el proceso y
cómo se transmite el cambio a través de las partes
del sistema social. Es posible reconocer una jerar­
quía de importancia entre los factores que com­
parten el proceso del cambio social. El foco crucial
se encuentra en el sistema de valores, según Par­
sons. Esto queda confirmado por el hecho de que
aquí los cambios tienen una gran repercusión sobre
otros sistem as.P e ro en cualquier caso particular,
las condiciones del equilibrio pueden ser tales que
factores que generalmente son de escasa importan­
cia pueden ser los causantes de iniciar el cambio.

2fi T. Parsons y N. Smclscr (1957), especialmente páginas


252-261. N. Smelser (1959).
27 T. Parsons (1961), pp. 72-74. 75-79, especialmente
página 78; cf. (1952), pp. 484-485, 498-499.
LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL LSI

El sistema de valores es un foco crucial tan sólo


hasta el punto en que normalmente no es afectado
por cambios ligeros del sistema. En realidad, oca­
sionalmente los valores pueden ser sólo marginal­
mente afectados por innovaciones en muy grande
escala. Por ejemplo, en otras circunstancias, puede
producirse un cambio de jefatura, cambios inme­
diatos y súbitos en las orientaciones de valor: éstos
pueden tener consecuencias profundas y de largo
alcance en el sistema social.
Los cambios sociales siempre tienen repercu­
sión.-^ I.a naturaleza de la repercusión depende
de buen número de factores. Por ejemplo, existe
una relación directa entre la repercusión y la mag­
nitud del cambio. Los cambios que tienen gran
repercusión abarcan un gran número de unidades
del sistema. La magnitud de la repercusión depen­
de notablemente de la importancia estratégica de
las unidades afectadas por el cambio. Por ejem­
plo, los diversos cometidos son fácilmente afecta­
dos por pequeños cambios; los valores casi no son
afectados, ni aun por grandes cambios. Para afectar
los valores en el proceso de cambio social, las inno­
vaciones deben ser a la vez de gran escala y
enorme repercusión. Esto se muestra en el hecho
de que los cambios en valores rápidamente afec­
tan las normas y, de vuelta, por medio de las
subcolectividades, a los desempeños. Por último,
la snagnitud de la repercusión depende también

28 T. Parsons (1981), pp. 72-74.


132 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL
de la resistencia que resulta de la complejidad es­
tructural del sistema. La resistencia que un sistema
cualquiera puede ejercer dependerá de la cantidad
de diferenciación y segmentación que haya en él.
Un sistema sumamente diferenciado será más ca­
paz de dispersar la repercusión del cambio que un
sistema consistente en un pequeño número de
segmentos.
Hasta aquí, hemos tratado de un modelo socio­
lógico abstracto. Esto nos ha obligado a dejar de
lado toda consideración de la gente que haya abar­
cado la acción social. Desde luego, son los seres
humanos los que desempeñan las funciones. Sólo
ellos pueden actuar, mantener firmemente los sis­
temas de valores, emplear los recursos, vincular la
sociedad con el medio físico y ubicar, utilizar y
consumir recursos. Con respecto a lo que puede
considerarse como la necesidad objetiva del cam­
bio social, queda por decir que, además de otras
resistencias al camliio, el slatu quo se encuentra
arraigado en las capas no racionales de su estruc­
tura de personalidad. Antes de que pueda ocurrir
el cambio, deben quebrantarse las lealtades an­
tiguas.

E l p r im e r r e q u is it o d e l c a m b io es re tir a r s e e le l a pau-

I ta p r e c e d e n t e . E n o t r a s p a la b r a s , a lg ú n ord en de p r i­

v a c ió n r e la tiv a es in s e p a r a b le d e s e g u ir la s v ie ja s cos­

tu m b res. El e fe c to de la p r iv a c ió n es sobre el in d i­

v id u o y sobre la c o le c tiv id a d del p a ren tesco. T al

e fe c to puede tom a r fo r m a s com o el d e te r io r o de la s


LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 133

c o n d ic io n e s del m erca d o a n tes su p u e sta s, o de la d is ­

p o n ib ilid a d de n u e v a s o p o r tu n id a d e s que no pueden

ap rovech arse d en tro del a n tig u o m arco e s tr u c tu r a l.

T an severa y p r o lo n g a d a p r iv a c ió n r e la tiv a h ará


s u r g ir , a la p ostre, s ín to m a s de p e r t u r b a c ió n .2 9

Los síntomas de perturbación son mayores o me­


nores de acuerdo con el tipo de apoyo y tolerancia
aportado por la nueva estructura en desarrollo.
Una presión excesiva del cambiante sistema social
sobre los individuos y grupos, de una magnitud
tal que les obligue a abandonar total y precipita­
damente sus antiguas costumbres puede hacer sur­
gir síntomas de marcada perturbación psicológica.
Individuos y grupos pueden llegar a quedar fijados
en tipos compulsivos de comportamiento negativo.
Smelser ha mostrado en su estudio de la Revolu­
ción Industrial que la perturbación se manifiesta
como angustia y agresión, en fantasías de Utopías J
y Arcadias, rebelión, retiro y el desempeño ritua-
lizado y compulsivo de cometidos. Estos síntomas
acomjiafíaron a varios cambios en los papeles fami­
liares de hilanderos y tejedores. Una enajenación
compulsiva y un conformismo compulsivo son sig­
nos de perturbación que pueden aparecer cuando
unos cambios demasiado grandes para poder ser
rápidamente asimilados ocurren en el sistema
social.*’'’ Los cambios sociales más profundos van
asociados y marcados por cambios en el subsistema

29 T. Parsons et altera, p. 76.


30 N. Smelser (1959), especialmente capítulos 7-11.
134 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

integrativo. Tales cambios pueden ser producidos


por factores externos. Por ejemplo, pueden tomarse
creencias religiosas de algún otro grupo: así los
ideales ascéticos de! monasticismo, por medio de un
proceso de secularización, hicieron surgir la ética
puritana. De igual manera, comportamiento, idea­
les y creencias no conformistas a lo largo de cierto
periodo se difunden por medio de cierto número
de sistemas sociales.
Hay otra forma en que pueden cambiar los va­
lores sociales, o sea desde dentro. Dentro del sis­
tema existe una profunda resistencia al cambio
de valores. Las reglas, normas y valores más gene­
rales son los que van asociados a la creencia reli­
giosa. Un cambio en perspectiva, y aun la amenaza
de cambio en las prácticas, valores o afiliaciones
: religiosas normalmente tropezará con resistencia en
I grado extremo. Quizá la única vía abierta a la so­
ciedad para cambiar sus creencias más profundas
desde dentro sea por la innovación carismática
(Weber).“i significa que ha de surgir un
nuevo guía, con una nueva doctrina e investido
con poderes milagrosos, al menos en apariencia,
para proclamar las nuevas verdades. Los nuevos
valores llegan a institucionalizarse en una nueva
iglesia que, tarde o temprano, se separa de la anti­
gua. Los portadores de las verdades carismáticas
deben evitar a toda costa ser reabsorbidos por el
sistema de valores existente, si quieren conservar

íu T. Parsons (1901), pp. 74-7.3, sigxiiendo a Max Weber.


LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL 135

vivas sus visiones. Por otra parte, pueden subver­


tir la anterior organización religiosa por medio de I
una infiltración desde dentro. A este nivel, tam­
bién por medio de una revolución pueden modi­
ficarse los sistemas de valores. Pero éste es un pro­
ceso más difícil, que requiere no sólo dirigentes
carismáticos, sino también el empleo de la fuerza.
Así, por ejemplo, la importancia del puritanismo
en la Revolución Industrial se encontró en el he­
cho de que ya había aparecido precisamente en
aquellas áreas y en los grupos específicos cpie des­
pués participaron en la industrialización. Como lo
señaló Weber, la época puritana legitimó no sólo
el lucro, sino también el uso instrumental de los ^
seres humanos. El sistema de valores de la comu­
nidad antigua fue derrocado antes de que se com­
pletaran las revoluciones económica, tecnológica,
política y social asociadas al sistema de fábricas.
Según esta opinión, la anticipación histórica de
lo social por el cambio religioso fue requisito del
progreso relativamente “fácil” de la Revolución <
Industrial en Inglaterra.^*2
En su elaborado estudio de este desarrollo, Smel-
ser reconoce siete etapas en el proceso de innova­
ción social. Son:
1. insatisfacción con el desempeño de roles y el
einp'eo de los recursos;

^2 M. Weber, Zm ética protestante y el espíritu del ca-


pitalismo.
136 LA ACCIÓN SOCIAL Y EL CAMBIO SOCIAL

2. perturbación, que se manifiesta en formas de


angustia, agresión y fantasía;
3. la manipulación de las insatisfacciones por
mecanismos de control social; por ejemplo, los di­
rigentes políticos o religiosos;
4. una etapa en que se fomentan nuevas ideas,
sin que la responsabilidad recaiga sobre los inno­
vadores por aplicarlas;
5. se especifican líneas de acción, con la idea de
llegar a un compromiso con una particular línea
de acción;
6. éstas se prueban sucesivamente, hasta asegu­
rar el triunfo;
7. la rutinización del nuevo proceso, idea o
f valor.^®

83 N. Smelser, op. cit., 1959.


V. TEORÍAS DEL CAMBIO SOCIAL:
UN ANÁLISIS COMPARATIVO

L a s c u a t r o teorías del cambio social manifiestan


varias similitudes interesantes, así como diferen­
cias muy notables. Una vez captadas las teorías
—al menos en lo que concierne a sus postulados
básicos—, el lector ha de enfrentarse a la tarea
de analizar su valor como explicaciones de cam­
bios sociales genuinos. Este escritor no considera
como su función hacer que el lector decida en su
lugar, sino sólo indicarle, y ayudarle a hacerlo,
algunas de las herramientas cognoscitivas necesa­
rias para la tarea de hacer un juicio informado.
Con este fin, es de máxima prioridad comparar
y contrastar las teorías entre si, de muy diversas
maneras.
Volviéndonos ante todo a las similitudes bási­
cas entre las teorías, podemos considerar:

O r íg e n e s y p r o p ó s it o s

Es interesante notar los orígenes de las cuatro


teorías, especialmente- por relación a sus variantes
niveles de generalidad.
La teoría marxista del cambio social está inte­
gralmente conectada con una teoría de la revo-
[137]
UN ANALISIS COMPARATIVO 139

piincipales que estaba destinado a explicar sean


los materiales de sociedades preletradas, es decir,
oiganizaciones sociales rjue tienen sistemas de
estatus pero no división de clases. Ante eso, pare­
cería improbable que el funcionalismo tuviese
pertinencia como explicación de sociedades indus­
triales complejas. Mas esto no necesariamente debe
ser asi. La teoría general es de suficiente abstrae- ¡
don y generalidad para poder aplicarla a ci/aí-'
quier comunidad humana. De hecho, constituye
un intento por definir los imperativos comunes
que surgen de la asociación de seres humanos, y
debe juzgarse sobre tal base.
La opinión de Parsons se basa en todo el desa­
rrollo del pensamiento social, desde Maquiavelo
hasta nuestros días. 1 iene la ventaja sobre Marx,
pero no sobre Maiinowski, de que el estudio em­
pírico de los orígenes y procesos sociales se desa-
riollo en las décadas finales de la última parte
de este periodo. Así, dispone de materiales no
sólo de comunidades modernas sumamente desa­
rrolladas, sino de un intensivo estudio de campo
de los grupos humanos y animales preletrados
y de otras índoles. Este material no sólo ha sido
procesado por el método de abstracción analítica
(método también empleado por Marx); incluye
observaciones y experimentos efectuados por psi­
cólogos, antropólogos y sociólogos sobre la fami­
lia, grupos de trabajo y pandillas, así corno co­
munidades enteras. Se ha hecho un intento por
140 UN ANALISIS COMPARATIVO

evaluar la teoría de Parsons tratando de relacio­


narla con cambios económicos y sociales asocia­
dos a la Revolución Industrial en Inglaterra, así
como en otras íormas.
La teoría de Taylor se deriva, en última ins­
tancia, de la investigación intensiva de las enfer­
medades mentales por el método del psicoanálisis
(“libre asociación”). Se hacen varias suposiciones
acerca de la falta de toda línea divisoria entre el
comportamiento y los procesos psíquicos de neu­
róticos y personas “ normales” . Como base para
grandes generalizaciones se emplean hipótesis es­
peciales acerca de la forma en que se asimila
la experiencia infantil y cómo afecta las estruc­
turas de la personalidad adulta. La técnica me­
todológica de postular una asociación causal entre
entidades o procesos particulares empleada al estu­
diar la historia y la sociedad, es una técnica esen­
cialmente médica (la intuición clínica). Esta téc­
nica implica que todas las demás asociaciones y
procesos son improcedentes. La idea de que el
caso extremo (desequilibrado, “enfermo”) puede
ser el punto de partida desde el cual comence­
mos a comprender el funcionamiento normal se
transfiere de la nosografía al diagnóstico social.
La prueba de la referencia objetiva, es decir, de
que estamos hablando de conexiones reales y no
imaginadas, ciertamente se aplica hasta el punto
en que el registro histórico es saqueado en husca
de datos empíricos en apoyo de la hipótesis del
UN ANALISIS COMPARATIVO 141
condicionamiento de la nursery y de tipos espe­
cíficos de personalidad y comportamiento. Pero,
como en el caso de Marx, la teoría fue totalmen­
te elaborada desde fuera del área del estudio
teórico del funcionamiento social, y antes de ha­
cer ningún estudio especializado del proceso so­
cial. En el primer caso, la derivación fue la filoso­
fía de Hegel; en el segundo, la psiquiatría freu- /
diana.

El “ s t a t u s ” c ie n t íf ic o

Las cuatro teorías claramente son muy apropia­


das para el estudio de las corrientes, por su alto
nivel de generalidad. En cambio, no parecen tan
adecuadas como explicación del detalle específico
de los hechos históricos y sociales. Cada una tiene
sus propias y particulares “cláusulas de escape”
que permiten ciertas explicaciones especiales de
por qué unas innovaciones sociales en particular
no proceden de acuerdo con el modelo general.
El marxismo parece especialmente vulnerable
a esta crítica, hasta el punto en que declara que
la base económica, a largo plazo confirmará su
influencia como primer motor. Esta formulación,
un tanto indefinida, al ser combinada con otras
afirmaciones sugiere que en realidad cualquier
cosa explica todo lo demás. Dicho de otra mane­
ra, nada explica nada. Malinowski hace la misma
142 UN ANALISIS COMPARATIVO

suposición: que todo ocurre porque es necesario;


si no ocurre, esto es ¡rrueba de que no era real­
mente necesario. Este argumento circular nos
recuerda el elogio del lodo de Samos, por Ga­
leno, como panacea médica:

T od o el que bebe es te r e m e d io se recobra en breve

I tie m p o , ex ce p to a q u e llo s a q u ie n e s no le s ayuda;

tod os e sto s m u eren y no r e c ib e n a liv io de n in g u n a


otra m e d ic in a . Por e llo , es o b v io (ju e e sta m e d ic in a

s ó lo fa lla en lo s ca so s in c u r a b le s .

I.a pregunta es si las diversas condiciones que


forman parte de las versiones más elaboradas de
estas teorías del cambio social no son de natura­
leza tal que efectivamente saquen totalmente las
explicaciones del campo de la ciencia, llevándolas
a los ámbitos de la mitología social. La marca
especial de una teoría científica consiste en estar
expuesta a una fal.sación empírica. Una teoría no
debe ser tan flexible que nunca pueda demos­
trarse que estaba en el error. Aunque es cierto
que las cuatro teorías pueden emplearse como
marco para apoyar una versión de casos particu­
lares de cambio social, esto no basta. Una teoría
sociológica es más que una descripción abstracta
y general de las posibles conexiones entre varia­
bles. La falsabilidad también es cualidad esen­
cial; de otro modo, estamos hablando de algo
que no es una teoría científica.
La explicación del cambio social dada por Smel-
UN ANALISIS COMPARATIVO 143

ser (basado en la teoría de Parsons) de que pro­


cede en siete etapas ilustra este punto. Según
Smelser, las siete etapas no necesitan sucedersc
en secuencia ordenada: la regresión siempre es
posible, en realidad, probable. I.a secuencia puede
quedar truncada por la omisión de algunas etapas.
Varias secuencias pueden ocurrir a la ve¿, o una
secuencia puede estar compuesta por varias. No
todas las secuencias son completas, ni todas desem­
bocan en el cambio social. Una vez planteadas
estas diversas condiciones, ¿queda aún algo de la
explicación original? De manera similar, Marx
y Engels dicen que las revoluciones son produci­
das por contradicciones inherentes a la base eco­
nómica, que después aíectan la superestructura de
la ideología. Añaden las siguientes limitaciones:
que, ocasionalmente, la superestructura toma el í
papel de guía y afecta activamente la base; que
las contradicciones dentro de la superestructura
también son capaces de hacer surgir innovaciones
básicas. Después de estas enmiendas, ¿qué queda
de la teoría del materialismo histórico? Asimismo,
Taylor nos informa que los patristas anales de
paredes gruesas pueden desarrollarse hasta ser ma-
tristas orales de paredes delgadas. Mas no hace
ningún intento por definir las condiciones que
producen estos cambios.* ¿No se nos está dando
una simple descripción de los cambios sociales,
en una terminología un tanto excéntrica? ¿No
deben las teorías sociales ofrecer su explicación
144 UN ANALISIS COMPARATIVO

general en términos de una causalidad científica


implícita en el hecho mismo de que existen? El
funcionalismo no está libre de esta crítica. Aquí,
la pregunta es: la gran variedad de “ imperati­
vos en el esquema de Malinowski, ¿explica ade­
cuadamente —o, una vez más, esencialmente en
términos descriptivos— todos los tipos posibles
de comportamiento social? ¿No es el funcionalis­
mo más que la vieja y desacreditada explicación
circular del comportamiento social por el “ instin­
to”, con la única omisión de la palabra “ins­
tinto”?

El d e t e r m in is m o y e l lugar del in d iv id u a l is m o

Las cuatro teorías aceptan el principio de deter-


minismo por lo que concierne a procesos sociales
y respuestas individuales.
El marxismo deja espacio para una lucha de
clases apasionada y partidaria; pero su libertad
se encuentra en el reconocimiento de la necesi­
dad. A menos que el marxista tenga la visión de
un dios, o del propio Marx; a menos que com­
prenda el movimiento de la historia, las cam­
biantes alineaciones y conjunciones de las fuerzas
de clase; a no ser que aprecie las contradicciones
que hay en las fuerzas productivas y su desarrollo
actual, habrán de ser vanos sus esfuerzos por cam­
biar la sociedad. Sea como fuere, las consecuen­
UN ANALISIS COMPARATIVO 145

cias de su acción individual se pierden en esa


enorme resolución de fuerzas e imencioncs que
constituye el proceso social.
En el esquema de Malinowski, las necesidades |
del grupo tienen el mismo carácter supremo. La
aportación del individuo siempre es dentro de un
marco institucional que premia el conformismo.
La innovación social debe ser resultado de una
evolución espontánea endógena; sin embargo, más
comúnmente es resultado de una confrontación
entre la cultura aborigen y la intrusa. Como he­
mos visto antes, hay una interacción entre las
pautas de la cultura exógena, es decir, la intrusa,
y la endógena, es decir, la aborigen, según la
explicación funcionalista del cambio. Resulta una ¡
cooperación, un conflicto o un compromiso entre
las dos culturas. Mas lo que ocurra será resul­
tado de una decisión social que es determinada
por fuerzas y resistencias definidas. La cultura no
sólo es un montón de oportunidades, del cual el
innovador tomará lo que guste. Un determinismo
interno queda impuesto por las condiciones de
equilibrio del sistema social. De manera similar,
cuando las culturas interactúan, el carácter de lo
que una toma prestado de otra no está arbitra- ^
riamente determinado. Existe un legal proceso de
cambio en que el agentó humano participa, pero
más pasiva que activamente.
En el esquema explicativo de Parsons, el indi­
viduo ni siquiera es la unidad no considerada
146 UN ANÁLISIS COMPARATIVO

de un sistema mucho más interesante, como lo es


para Malinowski. De hecho, en términos socio­
lógicos, el individuo no tiene existencia real: el
sistema social no consiste en individuos, en abso­
luto. Se compone de funciones y actos. Éstos son
desempeñados o perpetrados por individuos. No
hay duda de que siempre hay cierto espacio en el
desempeño de un papel particular. No es posible
siquiera prescribir en forma absoluta las acciones
sociales; pero el estilo individual que se expresa
en la forma en que se desempeña el cometido
o en el que se efectúa el acto social es, él mismo,
resultante de otros tipos de determinantes. En el
sistema de Parsons, las innovaciones resultan
rompimientos en las paredes limítrofes entre siste­
mas o subsistemas. Estos rompimientos provocan
intentos de restaurar el equilibrio. No hay duda
de que son los individuos quienes dan las varias
señales de perturbación (agresión, angustia, fanta-
síab Los .seres humanos producen y prueban sus
ideas: las emociones se expresan en el comporta­
miento individual. Mas lo decisivo es “el sistema”.
La iniciativa yace en los procesos limítrofes que res­
tauran el equilibrio.
En la teoría tayloriana del cambio, las imáge­
nes paternas son los primeros motores de la acción
* social. La imagen empieza a formarse durante los
años más tiernos de la infancia, fuera de toda
conciencia. El patrista anal puede encontrar ex­
plicaciones convincentes a sus creencias y compor­
UN ANALISIS COMPARATIVO 147

tamiento, como también puede el matrista oral.


Pero estas explicaciones simplemente son resultado
de la interacción entre una capacidad de abstrac­
ción general (que poseen los seres humanos), las
necesidades de su ego y los impulsos animales.
En otras palabras, son racionalizaciones. El ¡rro-
pio comportamiento social es esencialmente irra­
cional: el comportamiento individual y social tiene
muy poca conexión real con la intención expre­
sada o con cualquier proceso racional de decisio­
nes. Por muy convincentes y al parecer racionales
que sean las razones que se encuentren para el f
cambio social, los participantes están a merced
de las que, para ellos, son fuerzas desconocidas
e ingobernables.
Por tanto, las cuatro teorías reducen el estatus
del agente o innovador social. Cada una lo hace
a su manera característica. Ninguna de ellas re­
conoce al innovador la posibilidad de realizar su
intención exactamente de la manera deseada.
En ningún caso tiene plena conciencia de la na­
turaleza del proceso en que participa. Según la
teoría marxista, el “ agente” actúa todo el tiempo
bajo ciertos engaños sistemáticos. Sus ideas tienen
una relación invertida con los procesos dialécticos
en que, quiéralo o no, se encuentra envuelto.
Tiene una conciencia que falsamente “rel'leja”
la realidad: necesariamente permanece inconscien­
te de la fuente auténtica y las consecuencias de
sus acciones. El “ agente” proletario, no menos
148 UN ANALISIS COMPARATIVO

que los demás protagonistas, se encuentra parti­


cipando en una lucha “falsa” con enemigos a los
que apenas logra identificar. Pero por medio de
este "boxeo de sombra” se ponen en claro cier­
tas relaciones cruciales: a la postre, puede cobrar
conciencia de sus verdaderos intereses. Sin embar­
go, sigue dependiente de alguien más (el intelec­
tual de clase media que no participa activamente
t en la lucha) para formular con claridad sus ide.is
y para desarrollar una política consistente para
toda su clase social. En la teoría de Malinowski,
las necesidades básicas del hombre ciertamente
son primarias. Pero se expresan en una forma so­
cial y sólo pueden satisfacerse dentro del mismo
marco. De hecho, la función predomina en todo:
el individuo debe ceder ante los imperativos so-
■ /ciales. En la teoría de Parsons, el ser humano
ocupa el escenario como simple “actor”, desem­
peñando un papel de acuerdo con las expectativas
de los demás. Sus acciones, su papel, sus sistemas de
valores, las reglas de vida que lo rigen están fijos
de acuerdo con su lugar en el sistema social.
Sobre él pesan los sistemas externos de la natu­
raleza, la cultura y la sociedad. A esto, ha de con­
traponer su propia acción social. No elige libre­
mente (ni puede hacerlo) su actitud ni su punto
de presión, sino (|ue ha de aceptar un lugar y
un papel prestablecidos. El individuo se comporta
como un elemento de un vasto sistema. Tanto el
individuo como el sistema son controlados por
UN ANALISIS COMPARA'IIVO 149

fuerzas de las que necesariamente permanece in­


consciente el individuo. En la teoría de l'aylor,
el hombre es una especie de nudo o de vórtice de
energía libidinal, un simple juguete de impulsos
ciegos e inconscientes que lo tienen a su merced.
Esencialmente, es una víctima: a través de su ex­
periencia en la nur.sery, sus padres han hecho de
él lo que es, una criaiura de hábito y de com­
plejo inconsciente, con cierto grado de esponta­
neidad que es determinado por las fuerzas ciegas
y contrafuerzas impersonales de la libido y del
ambiente.

Los N IV E L E S DE G E N E R A L IZ A C IÓ N

Otro respecto en que las teorías convienen entre sí


es que cada una es parte de una teoría general
sumamente desarrollada. Al analizar la innova­
ción social, el marxismo procede partiendo del
más alto nivel de abstracción, el del proceso cós­
mico. El comportamiento social es un aspecto de
la materia en movimiento. Se conforma a las leyes
generales de la dialéctica que por doquier se apli­
can a los sistemas. Aunque hemos de investigar
los casos individuales para descubrir las caracte­
rísticas especificas, de los fenómenos, el marco
general del método y aun la naturaleza de los des­
cubrimientos ya están determinados en sus linea-
mientos más generales. En el caso de la teoría de
150 UN ANALISIS COMPARATIVO

Malinowski, el cambio social encuentra un lugar


ya preparado para él en la teoría general del tun-
cionalismo. La situación de contacto dentro de
la cual se genera el cambio de cultura debe con­
siderarse como un todo integral. La unidad de
análisis sigue siendo la institución. El investiga­
dor se dedica a ver cómo cambian algunas insti­
tuciones, cómo persisten otras, cuál puede ser el
plan de las nuevas instituciones, y cuál es la fun­
ción de! nuevo orden de cosas. En la teoría de
Parsons, el problema del cambio social encuentra
respuesta aplicando la teoría general de los siste­
mas de acción. En términos de los principios de
análisis de sistemas, mucho se sabe desde antes
de investigar siquiera el problema. Los postula­
dos y conceptos necesarios ya han sido aportado.s,
y por medio de ellos puede asimilarse el cambio a
la teoría general. En el caso de Taylor, yace tras
sus teorías especiales un elaborado cuerpo de co­
nocimientos basado en el uso de un método
especial. Este conocimiento aporta un marco ge­
neral de apoyo a las explicaciones especiales, ya
semiformulado antes de estudiar siquiera el campo
en una ojeada preliminar. Las teorías freudia-
nas de la motivación inconsciente no necesitan
un desarrollo especial para aplicarse a la acción
social, de acuerdo con la teoría. En realidad, no
puede hacerse ninguna distinción fundamental
entre comportamiento y acción social. Nadie está
completamente solo nunca; siempre hay al menos
UN ANÁLISIS COMPARATIVO I5I

otro subjetivamente presente, como modelo, como


rival, o como objeto erótico. El ¡tropio Ereud
declara que la distinción entre psicología indivi­
dual y social es falsa: toda psicología es psicolo­
gía social.

F u e n t e s d e c a m b io s o c ia l y r e s is t e n c ia a él

Mientras estipida ciertas cortapisas, cada teoría


localiza la fuente del cambio en una parte espe­
cial del sistema total. A este subsistema, cualquiera
que sea, se le acredita el desempeñar un papel
bastante especial al iniciar y guiar el cambio. En
uno u otro sentido, opera de tal manera que
valida los cambios particulares que han ocurrido.
En el marxismo, la economía desempeña el papel
principal. Las contradicciones —entre fuerzas pro­
ductivas y relaciones de producción, o en el
proceso de producción mismo— engendran el cam­
bio. Todo el sistema, base y superestructura, se
ajusta en una direccicín determinada por las rela­
ciones entre los elementos vitales de la base eco­
nómica. En la teoría de Malinowski, el foco decisivo ^
son las necesidades humanas y su satisfacción. El
sistema cultural se adapta a las necesidades vitales
por un proceso parecido al de la selección natu­
ral. La ley fundamental dicta que el sistema social
provea, para la satisfacción óptima de los im]ie-
rativos básicos. Desde luego, existe una jerarquía.
152 UN ANALISIS COMPARATIVO

aun con referencia a las necesidades (“no sólo de


pan vive el hombre, pero sí vive básicamente
de pan”). En el sistema de Parsons, la diferen­
ciación de funciones es la primera medida y ma­
nifestación de cambio. El proceso, que empieza
aquí, pronto abarca a todo el sistema funcionante.
Según Taylor, el papel principal es desempeñado
por las prácticas de la educación infantil. Es la
personalidad humana la que hace la historia: mas
la personalidad misma es producto de regímenes
tolerantes o restrictivos en la nursery.
Las cuatro teorías reconocen resistencias inter­
nas al cambio. El marxismo las considera basadas
en la necesidad de defender los intereses y las
conquistas de clase; pero las resistencias también
deben explicarse a un nivel más profundo. Marx
señala un proceso general de resurgimiento y de­
cadencia, es decir, en cualquier momento, ciertas
fuerzas están desarrollándose mientras otras están
decayendo. El proceso de cambio se basa en la
oposición dialéctica entre las fuerzas que repre­
sentan lo nuevo y las fuerzas que representan lo
antiguo. El innovador triunfante es el que logra
percibir qué fuerzas están del lado del progreso
y cuáles están muriendo. Debe encontrarse en
posición de dar apoyo efectivo a las primeras,
mientras se opone a las últimas.
Malinowski no está tan dispuesto como Marx
a reconocer, o al menos a describir, las resisten­
cias al cambio. La fuente normal de la innova­
UN ANALISIS COMPARATIVO 153

ción para el funcionalismo se encuentra en el ^


efecto de una cultura sobre otra. Los típicos fenó­
menos asociados al choque de culturas son la
adopción, el rechazo o la transformación de cier­
tas instituciones, junto con el desarrollo de otras
nuevas. El contacto de dos culturas resulta en
cooperación, conflicto o acuerdo. Puede presu­
mirse que en el caso normal hay, en realidad,
una mezcla de las tres respuestas, con un pre­
dominio de una u otra en diferentes etapas. Ma­
linowski parece aceptar el modelo de equilibrio
y ajuste como análogo del sistema cultural. Tam ­
bién en Parsons encontramos este modelo, más
desarrollado. El cambio, según la teoría de la
acción, marca una desviación de algún conjunto
dado de condiciones iniciales. Con la perturbación
de estas condiciones de equilibrio, se sigue un
periodo de mala adaptación, deterioro, tensión
social y confusión. Estos fenómenos conflictivos
indican el comienzo del cambio y las reacciones
de aquellas fuerzas que se le oponen. De hecho,
Parsons oircce un relato, esencialmente muy simi­
lar al de Malinowski, de la perturbación de las
condiciones de equilibrio, con la consecuente agre­
sión, angustia y fantasía. Además de estas reaccio­
nes específicas, Parsons reconoce otros procesos
limítrofes, (}ue soq movilizados inicialmente para
prevenir todo disturbio o para reinstalar las an­
teriores condiciones de equilibrio.
En la teoría de Taylor, la resistencia al cam­
154 UN ANALISIS COMPARATIVO

bio está ubicada en ciertos tipos de estructura de


personalidad. En lugar de un choque entre cul­
turas, Taylor sólo ve un conflicto entre personas.
Aquella particular estructura de personalidad que
integra la identificación con el padre con los ras­
gos obsesivos de la personalidad anal, teme y
resiste al cambio, de cualquier índole. De hecho,
los ra.sgos de obstinación, frugalidad y orden (que
Freud asocia como principales componentes de la
personalidad anal) pueden considerarse como de­
fensas incomscientes que se levantan contra toda
amenaza a los objetos internos introyectados, es­
pecialmente el de la imagen del padre. El ego
de paredes gruesas también constituye una defen­
sa contra las fuerzas dinámicas del medio que
continúan amenazando la integración de la psi­
que. El matrista oral sin inhibiciones representa
el opuesto polar dcl patrista anal, resistente al
cambio. Según dicha teoría, estos dos tipos de per­
sonalidad deben encontrarse en conflicto más agu­
do en una situación de rápido cambio social. En
semejante situación se confrontarán, el primero
de ellos como ultraconservador, y el último como
enemigo del orden establecido.

L a s f u e n t e s d e c a m b io in t e r n a s en el s is t e m a

Los cuatro sistemas están dispuestos a reconocer


la posibilidad de un cambio debido a raovimien-
33835

UN ANALISIS COMPARATIVO 155

tos dentro del sistema. En el marxismo, los pro­


cesos endógenos son considerados como el vehículo
normal del cambio. Hay una maduración de lo
nuevo dentro de la matriz de lo viejo. Este pro­
ceso de maduración procede por acumulación de
pequeñas diferencias cuantitativas: esta fase acu­
mulativa alcanza cierta clase de límite cuando
se sigue un cambio agudo y cualitativo. Lo an­
tiguo muere simultiíneamente al nacimiento de
algo nuevo. En el cambio social, la transforma­
ción evolutiva necesariamente allana el camino
a la revolución. Ambos son ingredientes esen­
ciales del proceso continuo del camino dialéctico.
Malinorvski también reconoce un lento proceso
de cambio evolutivo; pero parece inclinado a
considerar la mayor parte de las innovaciones
como resultado de una difusión de culturas pe­
riféricas, y no como producto de procesos endó­
genos. En la teoría de Parsons, el cambio desde
dentro adopta la forma de una “ innovación ca-
rismática’’. Esto entraña unos cambios marcados
normalmente en los valores religiosos de una co­
munidad; cambios producidos por instrumentos
de algún profeta del poder, que se levanta para
denunciar los modos antiguos y señalar lo nuevo.
Taylor subraya la posibilidad de un lento cambio
secular en las imágenes paternas. No pone en
claro la fuente de este cambio, pero es evidente
que tiene que ser resultado de una influencia
personal. Esto implica un prolongado proceso de
156 UN ANALISIS COMPARATIVO

conversión individual a nuevas actitudes, en la edu­


cación de los niños y otras actividades asociadas
que estén ocurriendo en la sociedad. La transi­
ción, siempre según Taylor, normalmente se aso­
ciará a cambios económicos y sociales. Éstos ope­
ran para producir actitudes y técnicas nuevas,
dándoles prominencia de modo tjue pronto sean
imitadas por gran número de personas. Parece
probable que este tipo de cambio pueda explicarse
como resultado de unos cambios —la ley del pén-
dido— de la moda; los movimientos pendulares
pueden interpretarse como acción seguida por
reacción, engendrando un extremo opuesto en una
interminable secuencia de movimientos irracio­
nales.
Hay algunas similitudes entre las cuatro teo­
rías; se sostienen o caen juntas en estos asuntos.
Mas al evaluar el valor de cada teoría como he­
rramienta analítica, debemos hacer hincapié, aquí,
en las diferencias entre ellas. Los especiales defec­
tos y virtudes de cada una pueden ponerse de
relieve en esta forma, echando una base para hacer
entre ellas una elección racional.

L as d i f e r e í Nc i a s m e t o d o l ó g ic a s

Lo primero que debe decirse es que se emplea un


método distinto al establecer y evaluar hipótesis.
Los cuatro sistemas emplean un método cientí-
UN ANALISIS COMPARATIVO 157

£ico al estudiar la realidad social; pero hay im­


portantes diferencias en la aplicación de este
método.
Marx se vale del método dialéclico, método i
esencialmente crítico y revolucionario. Conscien­
temente se propone captar las contradicciones in­
ternas de una situación histórica dada; esto aporta
la clave de todo el movimiento social. El desarro­
llo social es tratado como estrictamente análogo
a la evolución natural. Se supone que la sociedad
humana es gobernada por leyes que no sólo son
independientes de nuestra voluntad, conciencia e
inteligencia, sino que ella la determina. Es princi­
pio guía del marxismo que las propias leyes cien­
tíficas no son invariables, estando sujetas como
todo lo demás a los procesos universales del cam­
bio. En estos dos principios básicos, el marxismo
difiere en su método de todos los demás sistemas
de análisis social. El marxista debe ver cada etapa
social con ojos nuevos, ya que cada una tiene sus
propias leyes de cambio, que deben descubrirse
a cada vez.
El método de Malinowski es funcionalista. I
Como Marx, excluye las especulaciones acerca de
los motivos humanos, como fuera de caso, concen­
trándose en los factores objetivamente determi-
nables, en especial en «los principales determinan­
tes de los sistemas sociales. Hombre, sociedad y
cultura representan una sola entidad: cada una
puede comprenderse por relación a las otras dos.
158 UN ANALISIS COMPARATIVO

Disociarlas es suprimir el marco que da signi¡icado


al análisis, condenando al fracaso el resultado. Su
enfoque depende de la suposición de que la cul­
tura es un aparato instrumental que capacita al
hombre a resolver los problemas concretos y suma­
mente específicos a los cjue se enfrenta en su
J medio, básicamente los relacionados con la satis­
facción de sus necesidades. Todo lo social es exa­
minado desde este punto de vista, ya que ésta es
la ley básica de todas las .sociedades humanas.
Parsons se vale del método de abstracción ana­
lítica para deducir un sistema de postulados y
proposiciones acerca de sistemas sociales. Al pare­
cer, su objetivo consiste en llegar a un marco
hipotético-deductivo de proposiciones que expli­
que los procesos sociales como caso especial de
leyes generales de sistemas de acción. Su análisis
del sistema social corre paralelo a otros estudios:
la familia, el sistema económico, ciertos heclios
históricos, cambios de grupos pequeños, etc. Se
reconocen las mismas variables y se identifican
procesos similares.
Taylor emplea un método biográfico: hace hin­
capié en los primeros años de la vida, considerados
cruciales tanto para el desarrollo personal cuanto
para los procesos sociales. El método es reduccio­
nista ya que los hechos sociales son conceptuali-
zados en función de una interrelación entre factores
biológicos y ciertos rasgos del destino individual.
Eos conceptos explicativos básicos son el predo-
UN ANÁLISIS COMPARA nV O 159

minio de los factores inconscientes al determinar


las actitudes y el comportamiento sociales; la heren­
cia, por los seres humanos, de constelaciones par­
ticulares de ideas c impu'sos inconscientes, en
particidar, el complejo de Edipo; la oposición
entre las necesidades biológicas y sociales de los
seres humanos; el desarrollo de la personalidad
por diferenciación, a partir de un nudo original­
mente homogéneo de energía libidinal. El método
empleado para establecer las relaciones postuladas
enti'e experiencias infantiles y actitudes sociales es
anecdótico y analógico.

I .A P R E C IS IÓ N P R E D IC T IV A Y E L P O D E R

I-as teorías difieren en su poder predictivo. El


sistema marxista se caracteriza por una robusta
tendencia b aca predicciones sumamente generali­
zadas en gran escala. Es notorio que la escala
de tiempo de estas predicciones debe revisarse
continuamente, conforme ciertas clases de sistemas
sociales muestren poderes de resistencia al cam­
bio predicho mucho más allá de las expectativas
marxistas. Con respecto a las predicciones locales
de cambios políticos y sociales en pequeña escala,
éstas habitualmente.están tan coloreadas por la es­
peranza y la intención propagandística que es difí­
cil tomarlas en serio como pertenecientes al ám­
bito de las predicciones científicas. Lo mi.smo
160 UN ANÁLISIS COMPARATIVO

puede decirse del sistema de Malinowsld, y acaso


más aún que del marxismo. La capacidad predic-
I tiva de su teoría es virtualmente nula. La ex­
plicación de cualquier fenómeno cultural es tan
generalizada que lo explica todo en general, pero
al mismo tiempo nada en particular. Por lo que
concierne a Malinowsld, la interpretación del cam­
bio debe ser siempre ex post fació.
En el sistema de Parsons tenemos un esquema
sumamente detallado con el cual interpretar suce­
sivas etapas de cambio. También se nos ofrece un
modelo de trabajo sobre la forma en que el cam­
bio procede de un nivel a otro; de actividades a
i funciones, normas, valores y viceversa. La facili­
dad con que el esquema de Parsons puede trans­
ferirse sólo con modificaciones nominales de un
^ampo de investigación sociológica a otro, le da
'■ n alto valor de predicción.
Taytor casi logra üarnos el tipo de análisis que
nos permite hacer predicciones: se mueve en el
mismo nivel de abstracción y generalidad que
el sistema marxista. Acaso sea posible, con él, re­
conocer corrientes que puedan describirse como
patrista y matrista. Éstas, probablemente se vincu­
len con uno u otro de los regímenes de nursery
predominantes. Mas no se plantea ninguna regla
que nos capacite a prever la duración de las fases.
Tampoco se nos dice nada de las condiciones que
aseguren que un régimen predominará en lugar
de otro, ni conocemos los factores que conducirán
a la sustitución de una imagen parental por
UN ANALISIS COMPARATIVO 161 0

Otra. No está claro cómo ocurre que sólo predo­


minen dos o tres tipos bien marcados de perso­
nalidad, con exclusión de docenas de otros tipos
posibles.

E stru c tu ra l ó g ic a

La coherencia interna es otra cualidad que dis- j


tingue las cuatro teorías. Puede definirse como el
número de construcciones básicas requeridas por
el sistema y las relaciones lógicas que existen
entre ellas. Por definición, cuanto mayor sea el
número de hipótesis condicionantes, envueltas
en una exposición del sistema, menor será el
grado de coherencia interna.
Juzgada por esta norma, la teoría marxista del
cambio social no muestra un orden muy alto
de coherencia. En cambio, el funcionalismo sí lo
muestra. El número de conceptos básicos es escaso.
Quedan especificados con gran claridad por lo
que hace a la indicación de sus realidades obje­
tivas. En otras palabras, parece mucho mayor .su
potencial “embone” con la realidad empírica.
Muestran una relación interna lógica, formando
un sistema bien trabado de postulados. Son ade­
cuados en sí mismos, sin procesos ni explicacio­
nes suplementarias. En comparación, es baja la
coherencia interna.de la teoría de Parsons. La di.s-
tinción entre subsistemas integrativos y de mante­
nimiento de pautas, entre subsistemas adaptativos
y de alcance de metas es difícil de sostener. Este
162 U N A N A L IS IS C O M P A R A T IV O

tipo de segmentación del sistema social abarca


traslape y repetición: el “embone” de los concep­
tos a la realidad subyacente no parece muy gran­
de. El sistema psicoanalítico, en la modificación de
Taylor, exhibe claramente un alto grado de con­
secuencia interna. Se necesitan pocas construccio­
nes lógicas para definir el sistema, y están cerra­
damente integradas. Hay una relación claramente
definida entre las construcciones analíticas y las
realidades objetivas a que se enfrentan. Esto no
implica necesariamente una correspondencia de he­
cho; tan sólo, que el camino de la construcción
lógica a la realidad es corto y requiere pocos pasos
intermedios.

El c o n c epto d el s is t e m a s o c ia l

Por último, consideremos la naturaleza del cuadro


total del sistema social que nos presenta cada teo­
ría. Tres de las cuatro teorías abarcan el concepto
de un sistema en equilibrio. En el marxismo, se
conceptualiza el capitalismo como sistema que cons­
tantemente se reproduce y al mismo tiempo está en
constante crecimiento; pero el crecimiento, aunque
continuo, no es regular en todas las partes del sis­
tema. Esto conduce periódicamente a un rompi­
miento del equilibrio, señalado por crisis de sobre­
producción; sin embargo, el sistema tiene grandes
facultades de recuperación, de modo que muy
pronto se restablece el equilibrio. La supervivencia
...i,

UN ANALISIS COMPARATIVO I6S

del sistema está garantizada hasta que surge aque­


lla disposición particular que es capaz de desarro­
llar los recursos de producción al máximo nivel
posible. Surge entonces del viejo sistema uno nue­
vo, con nuevos elementos y una nueva disposición
de sus partes. Este sistema también está en equili­
brio constante y, a su vez, está condenado a desa­
parecer. En la teoría de Malinowski encontramos
un estado de cosas muy similar. Pero el equilibrio
es de índole más estable, sin crisis y sin desarrollo
desigual. Ciertamente, el sistema se altera desde
dentro. Pero las mayores alteraciones son produ­
cidas por la intrusión de materiales llegados de
sistemas externos. El cambio no es consecuencia
de un desplome radical del sistema, como en la
formulación marxista. Antes bien, hay un proceso
de asimilación gradual y relativamente pacífica en
los extremos (es apropiadamente empleada la pa­
labra “difusión”). El modelo de Parsons se basa
por completo en el concepto de un estado en equi­
librio. El sistema social está sujeto a innovaciones
periódicas debidas a reajustes internos, segmenta­
ciones, fusiones, destrucciones, etcétera.
Por otra parte, Taylor no cuenta con un con­
cepto desarrollado del sistema social: para él, se
trata simplemente de una colección heterogénea
de individuos, quizás estratificados por clases, y
que ciertamente responden a influencias persona­
les en el curso de los procesos de socialización que
se completan en la niñez. Es cierto que el propio
Freud elaboró un modelo del individuo como sis­
UN ANALISIS COMPARATIVO

tema operante sobre el principio básico de la eco­


nomía de la energía psíquica, y que visualizó el
inconsciente como sistema adaptativo que controla
la conducta; pero este concepto psicoanalítico del
sistema de equilibrio no ha sido extendido por
Taylor a la sociedad.
Un sistema, en equilibrio o no, consta de varios
elementos. Marx distingue entre las fuerzas pro­
ductivas y las relaciones de producción entre la
base económica y la superestructura ideológica.
Si fuésemos a hacer un inventario detallado, pron­
to sería claro que Marx acepta las categorías
de la vida cotidiana (fábricas, obreros, dinero, he­
rramientas, tiempo, materias primas, mercancías,
etc.) como elementos de su sistema. Se dedicó a
tratar de formular leyes abstractas que relacionaran
entre sí a estas entidades. De la misma manera, las
categorías empleadas por Malinowski son muy
terrenas. El sistema cultural está compuesto de
actividades, personal, artefactos, normas, funcio­
nes, planes, aparato material. Cada una de estas
categorías contiene materiales o comportamientos
objetivamente observables. Por su parte, Parsons
no entra en realidades tangibles. Los “ imperativos
funcionales” (mantenimiento de pautas, integra­
ción, adaptación y alcance de objetivo.s) son abs­
tracciones. Los mecanismos de flujo dependientes
(dinero, poder, compromisos reales, comunicación)
también son abstracciones inmateriales, al menos
en lo concerniente a su función social y su apari­
ción. En la teoría psicoanalítica no se hace ningún
U N A N A L IS IS C O M P A R A T IV O 165

intento por lograr un análisis de la sociedad. Per­


manece en gran parte indiferenciada, salvo en fun­
ción de personalidades individuales y vastas clases
sociales.
El concepto de un sistema en equilibrio abarca
el concepto de mecanismos de control. Según la
teoría marxista, el principal mecanismo de control
en el capitalismo es el mercado. La norma de va­
lor t|ueda determinada por la cantidad de tiempo
de trabajo socialmente necesario incorporada a
una mercancía dada. Esta norma opera en un
punto en que la mercancía llega al mercado: allí,
las leyes de la oferta y la demanda intervienen
para fijar los precios. A la postre, el funcionamien­
to de todo el sistema gira en torno de este pro­
ceso de producción e intercambio. Según el fun­
cionalismo de Malinowski, el control de la inno­
vación y del sistema total en general se efectúa
mediante el mecanismo de las necesidades básicas
y derivadas. De manera similar, Parsons señala los
“ imperativos funcionales” como principales con­
troles que actúan para miantener en equilibrio al
sistema. En este esquema analítico hay otros me­
canismos homeostáticos: podemos poner como ejem­
plo el dinero, el poder, la comunicación y los
compromisos vitales. Éstos mantienen en movi­
miento al sistema. Todo el proceso social está
gobernado por el sistema de valor que actúa para
legitimar y definir laá actividades. Según el e.sque-
ma psicoanalítico de Taylor, los controles sobre
el comportamiento muestran el carácter de me-
166 U N A N A U S I S C O M P A R A T IV O

carlismos de defensa. Se ha edificado todo un ela­


borado cuerpo de teoría en torno de la noción
de que el ego debe defenderse contra los impulsos
animales de dentro, y de un medio hostil fuera.
Pero hasta ahora, la teoría no se ha generalizado
para agrupar al comportamiento de tal manera que
resista comparaciones con los otros sistemas. En
este punto, cabe referirse, sin elaboración, a la
obra de Bion (y al método de psicoterapia de
grupo).
El concepto de un “sistema social’’ necesaria-
I mente envuelve la idea de intercambios entre sus
diversas partes. En la teoría del materialismo his­
tórico hay varios tipos de intercambio. Por ejem­
plo, podemos categorizar el sistema en términos de
fuerzas productivas y relaciones de producción.
En el funcionamiento normal del sistema habrá
una íntima conexión entre la forma de las rela­
ciones de producción y el grado de desarrollo de
las fuerzas productivas. Influyen mutuamente,
unas sobre otras. Según Marx, el nivel de desarro­
llo de las fuerzas productivas determina tanto el
tipo de sistema social como la naturaleza de las re­
laciones de producción que hay dentro de él; ya sea
capitalista o feudal, esclavista o socialista, la socie­
dad depende del nivel de desarrollo de la produc­
ción. Es premisa básica de Marx que cuando las
fuerzas productivas crecen, entran en conflicto con
las relaciones de producción. Tomemos sólo un
ejemplo: en una particular etapa de crecimiento
de la base económica, la posesión de esclavos se
UN ANÁLISIS COMPARATIVO

vuelve relativamente improductiva, no lucrativa.


Las relaciones de producción (de señor y esclavo)
actúan entonces como grilletes sobre toda nueva
producción. Las fuerzas maduras de producción
hacen estallar la antigua envoltura de la sociedad
esclava: surge una nueva sociedad, con nuevas re­
laciones de producción. Además de las relaciones
de antagonismo y el desarrollo concomitante, el
marxismo reconoce la relación de “reflejo” entre
sistemas. La superestructura ideológica refleja la
base económica. Los cambios de la economía co­
rren paralelos a cambios del Estado, el derecho,
la religión, la ciencia, etc. Pero debe decirse que la
forma en que ocurre el “reflejo” nunca ha sido i
elaborada, ni siquiera en el sentido más general.
Malinowski no diferencia subsistemas dentro
del sistema cultural, ni considera cómo pueden
ocurrir los intercambios; pero parece que fácil­
mente puede establecerse una conexión entre los
imperativos integrativos (conocimiento, religión y
magia) y (por ejemplo), las actividades económi­
cas de la comunidad. Tomemos un solo ejemplo:
el proceso simbolizador claramente está en ac­
ción en el ritual mágico donde la acción es
representativa del efecto deseado, como en las ce­
remonias para provocar la lluvia. La distinción
establecida por Frazer entre magia “ contagiosa” y
“simpática” nos viene a la mente en este punto.
La danza imita la* cacería, las ceremonias de ini­
ciación corresponden tanto al grupo instrumental
de imperativos (educativos, políticos, normativos
168 U N A N A L I S I S C O M P A R A 'l'I V O

y económicos) así como al grupo integrativo. T o­


dos los imperativos culturales están íntimamente
relacionados con los imperativos básicos. Estas co­
nexiones no han sido elaboradas por Malinowski.
En el escjuema de Parsons existe un intercam­
bio constante a través de los límites de los subsis­
temas. En realidad, éste es el concepto que se en­
cuentra en el meollo de la teoría de la acción y,
en opinión de algunos, puede ser el factor que
defina la balanza en su favor.
r -T ^ irr ’W'
lll^■ ill fluí f\í
í

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i

If
ÍN D IC E

Prólogo 7
|.f
Notas biográficas . 9

Karl M arx . . . . 9 rfvj


Friedrich Engels 11
Bronislaw Malinowskí 12
Signiund Frcud . 13 ¡ity
14
Talcott Parsons 15

I. El marxismo y la dialéctica del cambio


s o c i a l ...................................................... 16
ÍI. El equilibrio social y el cambio social: el
funcionalismo de Malinowski . 41 ' ;
in . El psicoanálisis: estructura de la persona
lidad, política y cambio social 66

IV. La acción social y el cambio social . 107


El sistema social: insumos y productos 125
i
V. Teorías del cambio social: un análisis [V
co m p arativ o .......................................... 137

Orígenes y p ro p ó sito s........................ 137


El status cien tífico .............................. 141 -
El determinismÓ y el lugar del indivi
d u a l i s m o .......................................... 144
' .''>7
Los niveles de generalización . 149
Fuentes de cambio social y resistencia a él 151
[17.8]

!
174 IN D IC E

Las fuentes de cambio internas en el sis­


tema ...........................................................154
Las diferencias metodológicas . . . . 156
La precisión predictiva y el poder .. 159
Estructura l ó g i c a ............................... 161
El concepto del sistema social . . . . 162

B i b l i o g r a f í a .................................................169
.■'4
(f* ■•■i

Este libro se terminó tic imprimir el día


20 de enero de 1984 en los talleres de
Editorial Calache, S. A., Privada del Dr.
Mórquez núm. 81, 06720 México, D. F.
En el tiro de 5 000 ejemplares se em­
picaron tipos Baskerville de 8:10, 9:11,
10:12 y 11 puntos.

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