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von Goethe
Desde las expresiones de belleza que remontan sus orígenes hasta los
tiempos más arcaicos, como la armonía en la música (que más tarde abrió el
camino para el surgimiento de la literatura, a partir de la escritura de los cantos),
llegando a las reproducciones del entorno más recientes con diversidad de
elementos y que son frutos de la modernidad, a la manera del cine (valiéndose de
la proyección del movimiento y el sonido), las historias, versículos y enseñanzas
encontraron su lugar, con interpretaciones tan distintas como los temas que
alberga el libro más importante dentro de la tradición: la Biblia.
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cristiandad en su “Crucifixión” del español Salvador Dalí con tonos difusos de
amarillo surrealista y una cruz tridimensional o la voluptuosidad infernal y
decadencia humana en “El jardín de las delicias” del neerlandés Hyeronimus
Bosch; en la música Isaías devotamente cantado en la lengua del protestantismo
en “Der Messias” por medio del ingenio de Georg F. Händel o la producción
escenificada de Jesus Christ Superstar, sin intención de predica de un mensaje de
fe; en el cine las múltiples adaptaciones hollywoodenses a la pantalla de relatos
del Génesis, Éxodo y los evangelios expuestos actores populares y efectos
ostentosos o las referencias controvertidas en la austeridad del blanco y negro, y
solidez de filmes de Luis Buñuel, como “Nazarín” y “Simón del desierto”, tomando
como base la obra de Pérez Galdós, igual de polémica en la España católica de su
tiempo.
También se pueden encontrar dentro del acervo literario algunas obras que,
por medio de alegorías, crearon una historia completamente distinta, sin perder la
originalidad de la esencia de su inspiración: el relato bíblico. En “Abel Sánchez”,
Miguel de Unamuno representó el tópico de la eterna disputa entre los hermanos
que, además de otras tradiciones como la romana, tiene lugar dentro del Génesis
a través de la funesta historia de los primeros hijos de Adán: Caín (Joaquín),
menospreciado al igual que desgraciado a pesar del esfuerzo incansable, y Abel,
siempre bendito y predilecto ante la mirada divina casi de manera involuntaria. Al
igual que en esta novela, la historia tuvo cabida en la obra de otros autores en
distintas épocas, así como el “Caín” del poeta inglés Lord Byron, “Caín y Abel” en
las flores malignas del bohemio Charles Baudelaire, provocadoras ante la
sublevada estirpe, del Siglo XIX y en la amistad entre la contrariedad por medio de
Sinclair y Demian en la narración homónima de Hermann Hesse del temprano
siglo XX.
En el Siglo XVIII Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) volvió la mirada, llena
de fascinación hacia este legado, llevándolo a una de las tantas obras que lo
posicionaron como uno de los autores más destacados dentro de la literatura
alemana y universal: “Fausto”. Si bien en su época existió dentro del ámbito
literario de la lengua alemana, y en gran parte de los países tocados por la
Ilustración, una gran afinidad hacia los temas de la antigüedad clásica que se
prolongó hasta los años del Romanticismo (por ejemplo: la nostalgia en “Die
Götter Griechenlands” de Friedrich Schiller en 1788 y la mítica muerte y
trascendencia del filósofo en “Der Tod des Empedokles” de Hölderlin ya en 1800),
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dentro de la erudición del poeta de Frankfurt tuvieron cabida las tersas líneas del
siervo justo aunque inconforme del Antiguo Testamento, los personajes heredados
por la tradición griega de los poemas de Homero (Helena y Menelao) y el peso de
un protagonista erudito balanceándose entre el bien y el mal, que surge dentro del
fantasioso pasado de su tierra para arraigarse en el imaginario popular.
Es sabido que durante los años que marcaban el final de la Edad Media y
abrían el paso al Renacimiento (cerca de 1480 a 1540) vivió un hombre conocido
como Georg Faustus en Kneitlingen, quien tenía fama de ser nigromante, realizar
encantamientos y tener pactos con Satanás a cambio de fortuna y fama. 4 Los
relatos en torno a su nombre dieron mucho para decir, tanto en su tiempo de vida
como después de su muerte, pues se fueron publicando en los años posteriores
varios textos que aludían a este personaje místico, caracterizado por el
conocimiento y su compañía auténticamente malvada; entre los primeros son
destacables la “Historia von D. Johann Fausten”, la primera versión en ser
publicada, y el de la autoría del escritor inglés Christopher Marlowe en el Siglo
XVI, el cual logró la popularidad del relato para que incluso llegara a influir en el
joven Goethe y sus compatriotas literatos, quienes desarrollaron en más de una
ocasión, durante el movimiento artístico que llevo hacia el enaltecimiento al teatro
alemán denominado Sturm und Drang la historia. La fascinación por el personaje
fue tanta, que incluso Goethe demoró décadas en poder completar su “Urfaust”,
otros años para que la primera parte viera la luz y algunos tantos, casi en el ocaso
de su vida, para que se sintiera satisfecho con la segunda.
4 Introducción a
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serpiente que condenó a la humanidad a distinguir entre el bien y el mal; la
referencia aparece de nueva cuenta una vez que este personaje, vestido como
Fausto, firma el álbum de uno de sus estudiantes con la leyenda “Eritis sicut deus,
scientes Bonum et Malum”, palabras que utilizó el animal para convencer a Eva de
la desobediencia.5
BIBLIOGRAFIA
5 Génesis 3, 1-15.
6 Job 1-2,13.
7 Job 38, 4.
8 Job 42, 10-17.
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