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Cinco tipos de simbiosis

Históricamente, la simbiosis recibió menos atención que otras categorías de


interacción entre las diferentes especies biológicas, como por ejemplo la
depredación o la competencia. Hoy en día, sin embargo, se le considera una de las
fuerzas selectivas más importantes detrás de la evolución.
La biología actual define la simbiosis como la interacción cercana y persistente entre
dos o más especies biológicas. Los organismos involucrados en la simbiosis son
llamados simbiontes y pueden relacionarse de las siguientes maneras:

Mutualismo
El mutualismo es la forma de simbiosis en la que se benefician ambos individuos de
especies diferentes. Se trata de una relación simbiótica muy estrecha, donde suele
existir contacto físico y bioquímico, y es fundamental desde el punto de vista de la
biología evolutiva. Las relaciones mutualistas son muy abundantes, son
fundamentales en la ecología y hay ejemplos en todos los reinos.
Ejemplos. Los ungulados (como las vacas) y las bacterias que habitan en su rumen
y otras partes de su aparato digestivo han coevolucionado para formar sistemas
complejos de desdoblamiento de la celulosa y otros carbohidratos recalcitrantes,
con beneficios innegables para ambos organismos. Algunas especies de hormiga
protegen a pulgones de sus depredadores a cambio de la melada que éstos
obtienen de las plantas. Tal vez la forma de simbiosis más significativa que
conocemos sean las micorrizas: Entre el 90 y el 95% de las plantas terrestres
presentan este tipo de simbiosis con hongos de diferentes filos. Las plantas obtienen
minerales (fosfatos y otros) y agua de los hongos y éstos obtienen carbohidratos de
las plantas.

Comensalismo
El comensalismo es una clase de relaciones entre dos organismos de especies
distintas en la que un organismo se beneficia sin afectar al otro. La palabra
comensal, que se deriva del latín medieval commensalis, o “compartir la mesa”, es
suficientemente descriptiva. El comensal obtiene alimento y/u otros beneficios
(locomoción, resguardo, soporte) sin dañar, ni favorecer al huésped, y por lo general
recibe presiones evolutivas profundas para adaptarse a los hábitos y fisiología de la
otra especie, mayor en tamaño. En la actualidad se está llevando a cabo un diálogo
constante entre los expertos sobre la posibilidad de que el comensalismo sea
inexistente en su forma absoluta: es decir, por muy neutra que sea la relación,
siempre habrá grados ya sea de mutualismo o parasitismo. El más claro ejemplo de
esto es el efecto de bacterias comensales en el tracto gastrointestinal humano.
Ejemplos. El pájaro carpintero bellotero hace orificios en el árbol Melanerpes
formicivorus sin, en apariencia, efecto alguno para esta especie. Los peces payaso
viven a salvo entre los tentáculos venenosos de las anémonas, una especie
depredadora por naturaleza. Un sin número de especies microscópicas de ácaros
se alimentan de los deshechos de piel y pluma de tanto aves como mamíferos; la
mayoría sin dañar al huésped.

Parasitismo
En este tipo de simbiosis se beneficia una especie (el parásito) mientras que la otra
(el huésped) es perjudicada. A diferencia de los depredadores, los parásitos no
matan a su huésped, son por lo general mucho más chico que éste y viven en él
durante largos periodos de tiempo. Los parásitos tienen un grado muy alto de
especialización y un ritmo de reproducción muy rápido, reducen la aptitud biológica
de su huésped al tiempo que aumentan la suya. Cabe marcar una diferencia
importante: los parásitos no matan a su huésped, pero los organismos llamados
parasitoides sí lo hacen. La naturaleza nos ha dado ejemplos fascinantes de
coevolución y coespeciación en casos de parasitismo donde las dos especies
involucradas han tenido que adaptarse constantemente, una a la respuesta
inmunitaria y la otra a las consecuencias debilitantes del parasitismo. Buena parte
de nuestra fisiología está dedicada a protegernos contra los parásitos, desde la
estructura de la piel, la saliva y los ácidos gástricos hasta el sistema inmunitario
mismo.
Ejemplos. El protozoario Plasmodium, también conocido como el parásito de la
malaria, infecta a diferentes animales vertebrados a través de la picadura de la
hembra de un mosquito de Anopheles y por su causa mueren hasta 3 millones de
personas en el mundo cada año. La mayoría de las 20 mil especies del filo de los
platelmintos, como los tremátodos y los cestodos, son parásitos; en diferentes
etapas de su ciclo biológico pueden infectar moluscos, insectos y vertebrados, y
hacen uso de varios tipos de reproducción.

Amensalismo
El amensalismo es una relación negativa, se produce cuando una especie resulta
perjudicada y la otra no experimenta cambios. También se utiliza esta palabra para
describir interacciones competitivas de carácter profundamente asimétrico. Este
último caso suele presentarse cuando dos especies consumen mismo recurso pero
una de ellas lo adquiere con una rapidez desproporcionada.
Ejemplos. Una especie de escarabajos fitófagos se alimenta del mismo tipo de
arbusto que el íbice ibérico, pero en cantidades que no afectan la disponibilidad del
recurso; la cabra, por el otro lado, consume tanto y tan rápido que provoca su
eliminación. Un bosque, por el simple hecho de existir, da lugar a un oscurecimiento
de la superficie bajo las copas de los árboles, impidiendo el crecimiento de muchas
especies vegetales. El hongo de la penincilina forma una relación de antibiosis con
un espectro amplio de bacterias, a las que destruye sin obtener ningún beneficio.
Sinecrosis
Sinecrosis es un término que se utiliza rara vez, debido a su carácter: se trata de la
relación entre dos especies que destruye a los individuos de ambas especies. No
es común, pero se han conocido casos de parasitismo extremo donde el fin del
huésped es tan repentino que no se completa la reproducción del parásito y a su
vez muere.
Ejemplo. La infección de un ser humano por Toxoplasma gondii puede causar
estragos en una persona y, en caso de embarazo, provocar la muerte de un feto.
Pero esta relación también marca el fin de T. gondii pues requiere de un anfitrión
felino para completar su ciclo reproductivo.
Hay otra forma de clasificar las relaciones de simbiosis, dependiendo de la
interacción física de ambos simbiontes. Cuando un simbioto habita dentro del otro
(ya sea de manera intracelular o extracelular), se denomina endosimbiosis; cuando
vive en la superficie del otro simbioto, se llama ectosimbiosis. La bióloga Lynn
Margulis explicó, en su teoría evolutiva de endosimbiosis o simbiogénesis, la
existencia de las mitocondrias y otros organelos en la célula, que habrían existido
previamente de manera independiente en forma de bacterias endosimbiontes, antes
de incorporarse en un solo organismo. La vida, dijo Margulis, no ocupó el planeta
entero a través del combate sino mediante interconexiones biológicas.
Curiosamente, el significado de “simbiosis” antes de que fuera adoptado en el siglo
XIX para referirse a especies biológicas era: “personas que viven en comunidad”.
Así, una simbiosis mutualista en sociología sería la relación de dos sociedades o
grupos humanos en la cual ambas partes obtienen beneficios a través de la
cooperación y la solidaridad, en vez de la competencia y la depredación.
Autor y traducciones: IIEH
Fuentes:
Interacciones biológicas
Ecología, de individuos a ecosistemas

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