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Resumen
El dispositivo del pase surge a partir del texto de Lacan llamado "Proposición
del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela". Por los problemas
que suscita, esta propuesta es aprobada recién en el año 1969 en Asamblea
General, y puesta en marcha algunos años después en la Escuela Freudiana de
París.
…el pase permite a alguien que piensa que puede ser analista, a alguien que se autoriza él
mismo a ello, o que está a punto de hacerlo, dar a conocer qué fue lo que lo decidió, e
introducirse en un discurso del cual pienso que por cierto no es fácil ser el soporte.
[…] Siempre me pareció que la manera con que nuestras sociedades juzgaban a los
individuos seleccionados participaba, por qué no decirlo, de esas leyes de la competencia
que permiten funcionar a la mayoría de los grupos humanos. Yo deseé otro modo de
reclutamiento: el pase. A mi entender, era el primer escalón de un reclutamiento de estilo
diferente, de un orden modelado muy precisamente sobre lo que entonces consideré que
daba especificidad al discurso analítico. (Lacan, 1973, p. 33).
Valga decir que si quien lee un testimonio está bien posicionado, no habrá
riesgo de tergiversaciones u obscenidades. Todo reside en desde dónde lee, para
qué, con cuanto respeto –digamos, más correctamente, destitución subjetiva-
toma la palabra de quienes han tenido el valor de transmitir su propio recorrido de
análisis. En nuestro caso, que es el del estudio de los sueños narrados en
testimonios de pase, hemos encontrado como central, para sortear
malversaciones, no pretender nunca analizar un sueño relatado en un testimonio,
sino simplemente abocarnos al estudio a la letra de las relaciones entre el sueño y
el testimonio mismo, y muy especialmente centrarnos en aquello que el soñante
dice sobre su sueño, vale decir, cómo se relaciona con él, qué le produjo, para qué
le sirvió. En los casos en que los sueños aparecen así relatados, sin ahorrar
detalles sobre la relación del soñante con su sueño, la información que se obtiene
es muy valiosa y respeta el espíritu del autor del testimonio.
Esto nos lleva a otro punto de interés, el de la cualidad personalista de los
testimonios, el hecho de que los testimonios que llegan al público en general –y
por lo tanto, entre ellos a los investigadores- hayan sido narrados en primera
persona. Entre la intimidad de escuela que requiere la puesta en funcionamiento
del pase y la publicación de un testimonio escrito median muchas instancias, y en
ese proceso suponemos que hay una pulido, una selección de lo que se quiere
transmitir más allá de la escuela. Esto es necesario para resguardar la intimidad y
es una condición sin la cual el analista-investigador que utiliza testimonios de pase
estaría incurriendo en faltas graves. Pero una vez que estas instancias han
intervenido, lo que nos llega como testimonio goza todavía de esa cualidad
personalísima que lo vuelve material clínico, aunque desde otra perspectiva de la
clínica.
Esta clínica que se elabora a partir de lo que el analizante puede decir sobre
su propio análisis, sobre su síntoma, sobre su deseo, reviste para nosotros
enorme interés y no puede ser interrogada sino a partir de los hallazgos del pase.
Seguimos a Lacan en su propuesta de que la verdad es una ficción, que toca
en uno de sus costados a lo real –de allí sus efectos sobre el sujeto y su faceta
inefable-, y cuyo otro costado, más simbólico, puede transmitirse a través de
construcciones discursivas singulares. Con esta concepción abordamos los
testimonios publicados por pasantes, aquellos que según Lacan “se arriesgan a
testimoniar lo mejor posible sobre la verdad mentirosa” (1977/2012, p. 601). Es
decir que sólo nos interesa la verdad discursiva que en los testimonios se
transmite, y no una verdad subyacente que se pretendiera buscar más allá del
discurso. La palabra del pasante que ha publicado su testimonio, es en nuestra
investigación soberana; no está ahí para ser puesta en cuestión –aun si decidimos
desestimar algunas de sus versiones-, sino para ser escuchada y puesta a
dialogar con la palabra de otros pasantes y con la teoría, a veces para verificarla,
a veces para refutar alguno de sus postulados o someterlo a discusión.
Esta combinación de atravesamientos, obliga a que las investigaciones de
este corte sean a la vez clínicas –pues involucran al inconsciente del analista-
investigador, como desarrollaremos-, empíricas –pues toman como materia prima
un buen número de testimonios cuidadosamente seleccionados y organizados- y
conceptuales –pues persiguen el propósito de revisar algunos postulados teóricos,
o generar otros nuevos, a partir de los hallazgos realizados-.
Hemos mencionado los beneficios que comporta para nosotros la utilización
de testimonios de pase para investigar en psicoanálisis. Hemos revisado también
algunas críticas que se han hecho a esta elección metodológica y ofrecido nuestra
perspectiva. Nos resta señalar cuáles creemos que son sus principales
limitaciones.
Una de ellas, ya mencionada, es lo que puede haber de sugestión en la
comunidad analítica y cómo sus efectos pueden inmiscuirse en la redacción de un
testimonio. Como dijimos, eso no puede evitarse y es de alguna manera intrínseco
al psicoanálisis y a toda práctica con la palabra. No por ello menoscaba los
hallazgos que la transversalidad del estudio de testimonios permite al analista-
investigador, puesto a su vez en función de analizante. Será prudente, no
obstante, sopesar esos efectos sugestivos, intentar rastrearlos y afinarlos en
función del tema de investigación elegido. Allí, no será igualmente problemático el
haber elegido un tema central a lo que el pase se propone evaluar –el deseo del
analista, por ejemplo-, que haber elegido un tema lateral –el de los sueños que allí
son relatados, las intervenciones que más se recuerdan, etcétera-.
Y otra limitación, mucho más evidente e indiscutible, es que la investigación de
ciertos temas a partir de testimonios de pase sólo permite arribar a resultados –por
así llamarlos, forzando un poco la articulación ciencia-psicoanálisis- concernientes
a los análisis de analistas. En tanto el pase es realizado únicamente por analistas
–definidos en este caso como aquellos que hacen del psicoanálisis un medio de
vida-, los hallazgos de cualquier investigación que parta de una muestra
conformada por testimonios sólo son aplicables a y sólo versan sobre la población
de analistas. Debido al rasgo de singularidad en juego en psicoanálisis, tampoco
podría pretenderse que se trata de hallazgos generalizables a todos los analistas –
y sin siquiera entrar aquí en disquisiciones sobre qué relación con las existencias
tendría ese supuesto “todos”-.
No obstante, otras investigaciones, que pongan en correlación los hallazgos
del pase con la clínica cotidiana -el análisis de legos, por así decir-, sí podrían
observar qué convergencias o ausencia de ellas se encuentran en esa
confrontación.
Enunciadas estas limitaciones, que son al menos las que nos resultan
evidentes en este momento, pasemos a considerar qué uso de los testimonios
puede o debe hacer el analista-investigador; cuestión que no puede evadir el
complejo tema del papel del analista –la participación de su inconsciente y el
efecto de su análisis personal- en las investigaciones que realiza.
Este tema ha sido ricamente desarrollado en el artículo “Reexamen de la
metodología freudiana para una investigación en psicoanálisis hoy” (De Battista &
Askofaré, 2015), cuyas conclusiones vale la pena citar:
El analista es alguien que está advertido del determinismo de su propio inconsciente y por
esto puede responder de otra manera que con el rechazo de las ocurrencias del
inconsciente. Así, el trabajo de investigación hecho por un analista demuestra su
complejidad, habida cuenta de que éste incluye no solamente el trabajo de síntesis de la
consciencia sino también la influencia del inconsciente analizado del analista. (De Battista
& Askofaré, 2015, p. 159).
Referencias