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Una y más formas de criar

La forma en que los padres cuidamos y educamos a nuestros hijos es diferente en cada región; el
grupo social al que pertenecemos nos proporciona pautas de comportamiento que influyen en la
manera de construir relaciones con nuestros niños. “El entorno es importante porque proporciona
a los padres una historia propia […], y también actitudes, conductas y normas, basadas en la
cultura.” (Oates, 2007, p. 10)

Nuestro país está lleno de matices interesantes en la crianza, en algunas regiones por ejemplo, los
niños permanecen cerca de su mamá el mayor tiempo posible durante los primeros meses de vida,
son cargados con el rebozo y son alimentados con leche materna a libre demanda en cualquier
momento del día. La mamá platica con su hijo mientras realiza sus labores diarias, sabe que el
bebé la escucha, lo mira, le habla de los fenómenos que ocurren su alrededor como la lluvia, el
crecimiento de las plantas, los sonidos de los animales y le cuenta historias de su familia y de su
pueblo. Las mujeres de dichas comunidades también van mostrando a sus hijos las sensaciones del
contacto con la naturaleza como el calor del sol, el agua fresca de los ríos, las texturas lisas o
ásperas de las piedras. Si bien, los contextos sociales y culturales de cada familia pueden ser
diferentes, encontrar los propios recursos para salir adelante en el medio donde viven será una
tarea primordial.

Adoptar un estilo de crianza propio es una tarea que se construye con la práctica y se encuentra
sujeta a factores internos (genética, estructura psicológica, emociones, valores, creencias) y
externos (sociedad, tradiciones, costumbres, lugar) con un enfoque común, lograr el bienestar del
niño. Lo deseable es que las familias provean un ambiente protector para los niños, se encarguen
de satisfacer sus necesidades básicas y los resguarden de eventos estresantes.

La paternidad es una oportunidad para actuar de forma consciente en la interacción con nuestros
niños. Es importante aprovechar la capacidad humana de autoobservación y reflexión para lograr
reconocer las experiencias que fueron positivas en nuestra vida e identificar aquellas que nos
causaron daño o que simplemente no deseamos trasmitir. Depende de nosotros construir
prácticas de crianza que impulsen un desarrollo pleno, modificando aquellas que perjudican el
desarrollo de los niños.

Para orientar tu estilo de paternidad no pierdas de vista las pautas de crianza que describimos a
continuación.
¿Qué necesitas?

Toma un momento para reflexionar: ¿Cómo te relacionas con tu hijo?, en tu forma de cuidarlo,
¿qué impulsa su desarrollo y qué le afecta?, ¿qué puedes mejorar?

Manos a la obra

Siéntete seguro al criar a tu hijo y ten presente las siguientes acciones:

Cuídalo y atiende sus necesidades oportunamente; respetándolo en todo momento.

Muéstrale tu cariño sin condiciones.

Sé paciente: él crece, aprende y madura a su propio ritmo.

Ayúdale a comprender su mundo, platícale, descríbele su entorno.

Permítele que se mueva y juegue libremente en espacios seguros.

Bríndale tiempo de calidad, juega y comparte momentos significativos con él.

Enséñale con tu ejemplo, recuerda que tú eres su referente y el punto de partida para configurar
su propia persona.

Al pasar tiempo juntos, evita el uso de cualquier aparato electrónico, de esta forma tu atención
estará centrada en el niño favoreciendo una relación de calidad.

Referencias:

Alzate, S., Cuervo, L., Díaz, Y., Galvis, L., Gómez, J., et. al. (2014) 1, 2, 3, por mí. Crianza en los
nuevos tiempos. Colombia: Litoimprent Artes Gráficas.

Faber, A. y Mazlish, E. (2011). Cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que
los niños hablen. México: Editorial Diana.

Oates, J. (Ed.) (2007). Relaciones de apego: la calidad del cuidado en los primeros años. La primera
infancia en perspectiva 1. Reino Unido: The open university.

Normas sociales y culturales que debilitan el estatus del niño en las relaciones con sus padres o
fomentan la violencia hacia los demás, los castigos físicos o la rigidez de los papeles asignados a
cada sexo.

Capacitar al personal de salud sobre el Maltrato Infantil y como prevenirlo.

Desarrollar competencias parentales, del personal de salud, de estancias infantiles y de escuelas


para prevenir el maltrato infantil.

Realizar campañas de prevención y sensibilización en contra del maltrato infantil.


Establecer convenios de colaboración con otras instituciones y dependencias para fortalecer la
detección oportuna y la prevención del maltrato infantil.

Coordinar las redes de apoyo formales (Ministerios Públicos, organizaciones públicas o privadas,
Organizaciones No Gubernamentales locales) e informales comunitarias.

"Cada cultura moldea a sus individuos a través de la crianza." Entrevista a la antropóloga María
José Garrido (II)

9 Agosto 2012

MIREIA LONG

Publicamos el miércoles la primera parte de esta entrevista a la antropóloga María José Garrido y
hoy continuamos hablando con ella.

Nos ha explicado como la crianza más amorosa se realiza en sociedades no violentas y, a la vez, las
crianzas desapegadas son la base de las sociedades que practican la agresión y la guerra.
Queremos profundizar sobre la manera en la que la crianza de los niños es determinante en la
forma de sociedad en la que vivimos.

¿Se diseña la educación y la crianza para conseguir un ciudadano modelo?

Así es, cada cultura moldea a sus individuos a través de la crianza, favoreciendo ciertos valores en
detrimento de otros.

En los países industrializados de Occidente, se fomenta la independencia, el éxito individual, la


propiedad privada o la competitividad; mientras que en culturas tradicionales impera el concepto
de comunidad sobre el individuo, por lo que se favorece la cohesión social.

Por eso, los valores que se alientan son la reciprocidad, la ayuda mutua, la cooperación y la
solidaridad social. No hay duda de que todas las normas sobre crianza: lactancia, alimentación,
cómo deben dormir, actitud hacia el llanto infantil, grado de contacto físico con los bebés, etc. no
son producto de la casualidad, sino que tienen una función social.

¿Cuál era el papel de los padres en las sociedades tradicionales?

El de transmitir los valores del grupo. La primera socialización de los niños se produce en la familia,
que constituye el primer contexto de referencia sobre el mundo. Nuestro concepto de nosotros
mismos, de las relaciones humanas y del mundo, se gestan en la infancia.

Posteriormente puede atenuarse, pero la tendencia de nuestro carácter, la forma de gestionar


emociones y nuestra cosmovisión, serán las que aprendimos en primer lugar. De ahí la
importancia de la crianza, puesto que en la infancia está el germen de la sociedad del futuro.

Se habla mucho del paradigma de la cultura patriarcal, pero ¿existieron las culturas matriarcales o
habría que matizar este concepto?
No hay consenso entre los antropólogos sobre si existen o han existido grupos matriarcales,
cuestión que puede explicarse porque no se encuentran en ellos características de desigualdad de
género tan marcadas como en los patriarcales.

Los grupos matriarcales parece que no han tenido una desigualdad de poder tan marcada como en
el patriarcado. Pero, más que una primacía política de las mujeres, se trataría de colaboración en
fines comunes por parte de hombres y mujeres.

Aunque su poder se extiende a los ámbitos económico y social, la tendencia es tomar las
decisiones por consenso. En estos contextos, las mujeres son la base de toda la estructura social.
Por ejemplo, se documentó entre los iroqueses (Brown, 1975), donde las mujeres controlaban la
economía local siendo las propietarias de la tierra y controlando las alianzas.

En Malasia, en Negeri Sembilan, las mujeres han sido tradicionalmente las propietarias de los
campos de arroz. En Indonesia, los minangkabau de Sumatra Occidental son matrilineales, así
como los isleños trobriandeses del Pacífico Sur. Los ache de Paraguay son matrilocales, de forma
que, después del matrimonio, la pareja convive con la familia de la mujer.

Por su parte, los nayar viven en la costa de Malabar en la India en grupos domésticos encabezados
por las mujeres. Entre ellos, el marido y la mujer no comparten la misma residencia. Se trata de
una sociedad matrilineal en la que cada uno de los miembros de la pareja vive con su grupo
matrilineal.

En algunas sociedades de Indonesia, África occidental y el Caribe, también hay grupos


matrifocales, cuya organización está centrada en la madre, ya que los varones están lejos durante
largos periodos, aunque no se trate de un matriarcado en el sentido del patriarcado que
conocemos, puesto que el poder político lo ostentan los hombres, aunque son los que ellas
designan, como ocurre entre los Mosuo en China. También en China, los “na” poseen una
estructura social de familias encabezadas por mujeres, sin esposos ni padres, compartiendo la
misma residencia.

¿Sabemos algo de esas culturas sobre su crianza? Me refiero a las matriarcales, matrilocales o
matrilineales y matrifocales.

Los minangkabau, por ejemplo, se caracterizan por un énfasis en incluir lo maternal en la vida
cotidiana. Hacen de lo maternal el eje de la vida y del orden social. Entre los nayar, los niños son
cuidados por el grupo, no conociendo en muchos casos su genitor.

Parece claro que en aquellas sociedades en las que las mujeres controlan los matrimonios y otros
aspectos de la vida social, tanto mujeres como hombres tienen diversas parejas, la sexualidad es
más flexible y se difuminan las responsabilidades de la crianza de los hijos.

¿Nació el patriarcado con la posesión de la tierra y la agricultura?

Aunque todas las sociedades humanas tienen algún tipo de división del trabajo basada en el
género y en la edad, todo parece indicar que, a partir del Neolítico, hace 10.000-12.000 años, con
la aparición y difusión de la agricultura, así como con la domesticación de especies animales, se
produjo el comienzo del proceso de las desigualdades sociales.
Por un lado, al aumentar la producción de alimentos y su necesidad de acumularlos y gestionarlos,
la población aumentó considerablemente, se volvió sedentaria y requirió que ciertos individuos
controlasen este excedente de producción. Se pasó de la reciprocidad a la redistribución y,
posteriormente, al intercambio de mercado, característico de los estados.

También requirió que se regularan las relaciones sociales, al pasar del tamaño de la banda a la
jefatura, y de ésta al estado. Esto pudo ser el germen del patriarcado.

Con la agricultura se separó a la mujer de la producción por primera vez en la historia de la


humanidad, comenzando la separación entre los ámbitos público y privado. La mujer fue
quedando aislada de sus parientes y la sexualidad pasó a estar rígidamente controlada.

¿Los pueblos no agrícolas o no patriarcales son menos violentos?

Está comprobado que la guerra no es habitual en la mayoría de sociedades de forrajeros


(cazadores y recolectores), que suelen ser grupos de tamaño reducido organizados como una
banda, en los que el líder tiene más prestigio que poder político o económico.

También se ha comprobado que los sistemas en donde la filiación y la residencia se basan en la


línea materna, la presión de la población sobre los recursos estratégicos es menor (no es necesario
controlar la natalidad) y la guerra es poco frecuente.

Sin embargo, existe una clara relación entre patriarcado y violencia, a través de guerras,
infanticidio femenino, asesinato por la dote, clitoridectomía, incluso en sociedades
contemporáneas.

La violencia doméstica es un problema de escala mundial, favorecido por el aislamiento de las


redes de parentesco extendido en las sociedades industrializadas. Así mismo, se ha comprobado
que la estratificación de género se reduce notablemente en sociedades matrilineales y
matrifocales.

¿Hay alguna cultura que podamos tomar como modelo para la crianza respetuosa de nuestros
hijos?

En realidad podríamos retomar cuestiones de crianza que se han practicado de forma generalizada
hasta hace no demasiado tiempo en nuestra cultura. Por ejemplo, en zonas rurales, la práctica de
la lactancia prolongada ha sido común. Se trataría de recuperar el instinto, el sentido común y la
confianza en nosotras y en nuestros hijos.

Por otra parte, hay elementos que se podrían adaptar de otras culturas, como la práctica del
colecho hasta edades avanzadas, que es la norma del sueño infantil en Japón. Aunque sin olvidar
que pertenecemos a una cultura con sus propios símbolos y valores, por lo que lo ideal sería
buscar un equilibrio entre las necesidades biológicas de los niños y las necesidades culturales de
los adultos.
Si hay que llevar a un niño a una guardería y no hay otra opción, podemos compensarle cuando
estemos con él, entendiendo su necesidad de más tiempo con nosotros, por ejemplo. Cada cultura
tiene sus razones y constituyen una adaptación a un medio concreto, que no podemos obviar.

Pero podemos buscar fórmulas para que eso no afecte al desarrollo y la salud infantil, al alterar
sus necesidades fisiológicas y emocionales

.Me ha encantado entrevistar a María José Garrido, una antropóloga especializada en la


antropología de la crianza, pero nos han quedado algunas cuestiones que tratar más a fondo, que
pronto abordaremos.

El interés de la psicología y de varias disciplinas sociales, educativas y de salud que se ocupan de la


infancia y niñez ha sido el de cambiar las pautas y prácticas de crianza tradicionales
reemplazándolas por modernas. Con la preocupación de beneficiar a los niños, este movimiento se
sostiene en el siguiente razonamiento: la crianza tradicional no respeta los derechos del niño/a, no
reconoce sus necesidades sino que supedita al niño/a a las exigencias del adulto, y a métodos
educativos fundados en creencias erróneas. Nuestro etnocentrismo nos hace juzgar como nocivas,
o por lo menos retrasadas, las prácticas de crianza que no reconocen nuestros valores
occidentales modernos. Tenemos una seguridad tal en el avance de la civilización, en el progreso
de la humanidad (significado por los saberes científicos y, en este caso, en los saberes psicológicos,
pediátricos, etc.) que las prácticas que contradicen la idea moderna de niño/a nos producen
rechazo y nos llevan como buenos samaritanos a tratar de cambiarlas por las nuestras.
Desafortunadamente, lo que no se piensa es que el modelo de crianza modernista no sólo implica
estimulación precoz, autoridad democrática, darle mucha atención al niño, permitirle que se
autodetermine, posibilitarle el desarrollo de sus capacidades cognitivas mediante la escolaridad,
sino que implica una concepción individualista de la vida (que exige seguir un modelo basado en el
éxito personal, en la búsqueda del beneficio propio por encima del comunitario). Impone una
concepción de sí centrada en el yo, por oposición al sí mismo compartido, que se piensa en
relación con los demás y actúa en función y en beneficio de ellos. Por otra parte, el buen
funcionamiento de este modelo exige que la familia esté inscrita en un sistema social con un buen
grado de desarrollo industrial y tecnológico, con un excedente de producción que permita que so1
Ponencia en el IX Congreso Colombiano de Salud Mental y del Adolescente, Bogotá, Mayo 26 a 29
del 1999. Psicología Cultural UNIVERSIDAD DEL VALLE PONENCIA 1 lamente sea necesario el
trabajo de los adultos (y no el de los niños ni el de los adolescentes); una sociedad con un sistema
social de salud y educación que permita a cualquiera tener educación y salud gratuitas, de fácil
acceso y a todos los niveles. Las sociedades con desarrollo precario suplen con la cooperación y
colaboración comunitarias la inexistencia de servicios estatales. El énfasis en organización
comunitaria cumple por lo menos dos funciones de crianza para este tipo de sociedades: 1.Todos
contribuyen a la educación y formación de los niños y jóvenes. Esta no es una responsabilidad
exclusiva de los padres; los hermanitos y los ma - yores en general cuidan de los pequeños, y
cuando crecen los corrigen y los enseñan. A su vez, los mayorcitos aprenden al lado de sus padres
las habilida - des y saberes que requieren para su subsistencia económica, y los ejercitan
trabajando a su lado. 2. La socialización se funda en los deberes hacia los padres y la comunidad,
no en los derechos. Por esto, a los niños desde pequeños se les inculca cuáles son sus
responsabilidades, cómo deben comportarse, y la comunidad en su con - junto ejerce control
social para garantizar que, a medida que los niños crezcan, acepten las exigencias sociales y se
inserten en el orden social. Se aprecia así que dos de los pilares de las comunidades con desarrollo
tecno - lógico y económico precario son el trabajo infantil y el sometimiento de los niños a la
voluntad de los mayores. Con lo cual, las sociedades tradicionales se sitúan en las antípodas de la
modernidad: ésta pregona que el trabajo infantil es una forma de maltrato y que los niños deben
ser autónomos y no heteró - nomos. El BID, la UNICEF, la OMS y otros organismos internacionales
des - de hace varias décadas hacen exigencias y plantean recomendaciones que los Ministerios y el
ICBF se apresuran a convertir en programas que buscan fun - damentalmente modernizar la
crianza: - Disminuir la tasa de fecundidad - Disminuir la morbilidad y la mortalidad infantil -
Aumentar la tasa de escolaridad - Erradicar el trabajo infantil - Erradicar el maltrato físico y
psicológico a los niños (clasificándose como maltrato todo tipo de castigo físico). Vistas en
conjunto, las recomendaciones conllevan una visión moderna del niño que se opone a la
concepción tradicional. Pero también implican una concepción de familia moderna: muy pocos
hijos, amados narcisistamente PRESENTACIÓN PONENCIA 2 por sus padres, los cuales aprenderán
a través de la escolaridad y no de la realización de oficios. Lo que dichas recomendaciones no
prevén es que para modernizarse no basta cambiar discursos sino condiciones de vida dando lugar
a una mentalidad y una sensibilidad moderna. Consideremos ahora en detalle tres comunidades
afrocolombianas para analizar en qué aspectos lo tradicional aún es vigente en ellas, y en qué
aspectos la modernidad las ha modificado - tratando de establecer si dicha modernización ha sido
para ellas un beneficio o un problema.

Un repunte en las denuncias por maltrato infantil registró DIF Hermosillo en marzo pasado, señaló
Bernardeth Ruiz Romero, titular de la dependencia.

Entre septiembre de 2018 y el mes pasado se reportaron mil 532 casos de maltrato a menores:
Sólo en ese último mes fueron 600 los reportes turnados al DIF por parte de la Procuraduría de la
Defensa del Niño y la Niña.

"Estamos canalizando a los niños a los lugares que corresponde o programas sociales según la
edad", indicó Ruiz Romero.

Respecto a los "focos rojos" detectados en la ciudad, detalló que es en las colonias de la periferia y
el Poblado Miguel Alemán donde se concentra esta problemática.

La directora de DIF Hermosillo destacó que la principal prioridad es rescatar a las familias, sobre
todo a la población infantil que está siendo violentada físicamente, por omisión de cuidados u
otros abusos.
https://www.excelsior.com.mx/nacional/2017/06/28/1172399#imagen-2

Luego de años de experiencia en su jardín Risas de la Tierra (donde Magdalena Fleitas ha


implementado una propuesta artística para generar, como ella dice, la magia de aprender), por
primera vez sus vivencias, aprendizajes y conocimientos van dirigidos a los padres. Crianza y arte
nos invita a ubicarnos en nuestra propia infancia, cuando caminar una cuadra era una aventura y
las hojas o las ramas de los árboles se convertían en objetos valiosos, en tesoros. La autora nos
convoca también a educar con los sentidos, a musicalizarnos, promueve la crianza amorosa, el
juego compartido y el arte como herramienta que todos tenemos a mano. Repleto de anécdotas
que ilustran una postura alegre y clara frente a la infancia, y alejado de los consejos de manual de
instrucciones sobre cómo se debe criar a un niño, este libro no evita algunos de los temas más
difíciles para los padres: los límites, el humor como antídoto y el aprender a escuchar a los más
chiquitos, traducir sus berrinches y sus necesidades.

Crianza y arte viene acompañado de un CD para la familia, repleto de coplas, canciones para
cantar mientras bañamos a los chicos o viajamos en el auto, rimas para acariciar a los bebés y
bailar en casa, trabalenguas y canciones populares, en las versiones de Magdalena, de nuestras
abuelas, mamas y papas y los maestros de Risas de la Tierra.

Magdalena Fleitas ha escrito un maravilloso libro sobre el amor a los hijos, la creatividad y la
libertad.

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