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La filosofía de Kant logra conciliar la disputa entre el racionalismo de Descartes y el empirismo británico

aceptando que si bien el conocimiento procede de la experiencia no es suficiente para crear sabiduría.

Adolfo Castilla

Hemos hablado en los dos posts anteriores de la segregación entre ciencia y


psiquismo, pero, por supuesto que muchos hombres desde antiguo no han
creído en tal separación, o segregación, y se han dedicado con gran
reconocimiento social, por cierto, a la filosofía, a la metafísica, a la teología y a
la religión, pero no hay duda de que ha habido un arrinconamiento de ese
mundo, incluyendo la simple reflexión filosófica. Muchos filósofos serios, por
ejemplo, han renunciado con el trascurso de los años a la metafísica, sobre todo
desde que Immanuel Kant la designara como aquello que trata de lo que por
principio escapa a toda posibilidad de ser experimentado sensiblemente por el
ser humano. Y eso a pesar de que algunos filósofos han sostenido que el
hombre tiene una predisposición natural hacia la metafísica, que Kant mismo la
calificara de “necesidad inevitable” y que Arthur Schopenhauer incluso definiera
al ser humano como “animal metafísico”[1].

Precisamente se achaca a Kant el inicio del proceso de descrédito, o


arrinconamiento, de la metafísica en el que han insistido infinidad de
pensadores de los siglos XIX y XX. El conocimiento establecido es que el
racionalismo de Descartes, Leibniz y Spinoza que hundía sus raíces en la
tradición cristiana europea medieval, dominó el mundo occidental hasta que los
padres del empirismo británico, Locke, Berkeley y Hume, sobre todo el último, lo
destrozaran al considerar que todo conocimiento procede de la experiencia
directa del mundo exterior que el hombre tiene a través de los sentidos. La
especulación racional sobre el mundo y sobre Dios y lo metafísico son solo
espejismos, ilusiones, o idealismos. Kant superó a ambas escuelas o sistemas
de pensamiento, aceptando la fuente del conocimiento en los hechos percibidos
pero añadió que la mente humana tiene sensibilidad y capacidad interpretativa
de dichos hechos, que es lo que crea de verdad el saber humano. Los hechos
solos y las percepciones que los hombres obtienen no serían suficientes.
David Hume (1711-1776)

David Hume fue un filósofo escocés, historiador, economista y ensayista


de múltiples áreas del conocimiento. Su mayor contribución a la historia
de la filosofía occidental fue su desarrollo del escepticismo y
del empirismo filosófico.
Usualmente es agrupado con John Locke, George Berkeley y algunos
otros como uno de los empiristas británicos.
Tratado de la naturaleza humana
En su opus magna, Hume se embarcó en la creación de una “ciencia del
hombre” completamente naturalista, enfocada principalmente en la
base psicológica de la naturaleza humana. En este texto se opuso
principalmente a René Descartes con su oposición a la primacía de la
razón (entendida como conciencia) y sustituyéndola por la tradición
como referente de los valores morales en sociedad.
Algunas ideas importantes que desarrolló Hume fueron:
 Las ideas innatas no existen; los seres humanos sólo pueden
conocer por medio de la experiencia, de forma directa.
 El comportamiento mental está gobernado por la costumbre.
 Hay una distinción entre impresiones vívidas y fuertes y las
sensaciones directas o ideas, que son copiadas de las impresiones.
 Era un sentimentalista como algunos de sus colegas escoceses,
que sostenía que la ética estaba basada en los sentimientos
morales antes que en principios morales abstractos

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