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ANALISIS

La función cotidiana de las mujeres ha estado relacionada con la reproducción


de la vida familiar y la representación de roles domésticos confinados en el
hogar, por lo que el arduo trabajo de la mujer se relega al simple cumplimiento
de lo que sería un deber en virtud del matrimonio. Sin embargo, estos roles del
hogar, termina encerrando un conjunto de la labores que abarca responder por
los quehaceres del hogar, la educación y la salud de sus hijos, atender al esposo,
atender huertas, atender los animales, recoger y vender cosechas y aportar
cariño y afecto familiar.

La mujer ha estado vinculada desde la propia evolución de la familia, la


propiedad privada y el Estado, al trabajo como fuente de sustento familiar y social
(Engels, 1989). A pesar de ello, su papel fue desvalorizado en épocas pasadas
y aun en la actualidad quedan rezagos de pensamientos similares hacia su rol
en algunas labores para las cuales se le considera demasiado frágil1.

La organización de las Naciones Unidas considero en 1975 que la mujer podia


representar un papel importante en la solucion de los problemas que aquejaban
sobretodo a los paises del Tercer Mundo, si se le incorporaba al “desarrollo”. 2

Sin embargo con el cambio que se presenta en los oficios del trabajo de los
hombres, que generalmente se basa en actividades que por distintas
circunstancias hace que hayan épocas de disminución en los aportes de ingresos
económicos para el sustento familiar, ha obligado a las mujeres a aumentar su
participación en la economía rural y el aporte económico en el hogar.

En las mujeres que habitan Barranquillita podemos observar las distintas


transformaciones de su rol y su ser, décadas atrás encontrábamos el rol de la
mujer ama de casa, mientras los hombres junto con su fuerza se centraban en
trabajar y proveer sus hogares supliendo las necesidades básicas.

1
Martínez, I. & Baeza, M. (2017). Enfoques de género en el papel de la mujer rural en la agricultura
cubana. Revista Prolegómenos Derechos y Valores, 20, 39, 29-38. DOI:
http://dx.doi.org/10.18359/prole.2721
2
Beatriz Canabal Cristiani, Revista Mexicana de Sociología, Vol. 56, No. 2 (Apr. - Jun., 1994), pp. 89-103
La explicación de esta diferenciación de roles desde la antigüedad se ha
discutido y aunque en un principio, se pensó que la distinción brotaba
inevitablemente de las características biológicas dispares de hombres y mujeres,
esto se superó con el paso del tiempo, y se comienza a entender que la
diferenciación surge por los comportamientos sociales y no por los argumentos
naturales, aportando la connotación social y la influencia que desde la sociedad
merecía el asunto (Engels, 1989).

Aunque muchas de estas tradiciones se conservan, es inevitable observar cómo


ha evolucionado el reconocimiento que hace la mujer de su papel dentro y fuera
del hogar; las mujeres tiene un protagonismo absoluto en el ámbito rural aunque
quizás no se valore como es debido, ahora se hace más visible su participación
en las actividades productivas y en la toma de decisiones relacionadas con las
mismas. Sin embargo, es evidente que a pesar de las labores productivas que
vienen realizando las mujeres, su trabajo se percibe como una extensión de su
rol de cuidadoras o su rol doméstico. Su trabajo incluye la reproducción de la
vida misma, desde el embarazo hasta la crianza y cuidado de los niños, y la
producción que va de trabajar la tierra, sembrar, cosechar, generar alimentos
que le permiten aportar ingresos económicos al hogar.

Como es el caso de la mujer rural quien no solo se dedica a las labores


domésticas y sino que se reconocen como jefes de hogar, proveedoras de
alimentos y el referente principal para la educación de sus hijos tal como las
mujeres que están en Barranquillita, donde encontramos un rol participativo
dentro de sus hogares y la comunidad, empoderadas de su territorio y de las
acciones que movilizan el quehacer de los habitantes, incluso siendo participes
de las decisiones que se toman en el concejo comunitario con los cargos que
permiten tener mayor injerencia en la toma de las mismas.

Muchas de las transformaciones del rol de la mujer van acompañadas no solo


del reconocimiento de sí mismas, aspiraciones personales, profesionales,
familiares y sociales, del lugar donde se nombran, sino también por la necesidad
desde la economía y/o sostenibilidad de los hogares para abrir paso a la inclusión
de las mujeres a procesos productivos, donde se fomenta una equidad de género
con participación activa de la pareja.
En Barranquillita se logra identificar que las mujeres logran negociar las
relaciones de poder con los hombres lo que llamaría David Gilmore Poder
doméstico, “en mi casa la que manda soy yo” “Nosotras hacemos muchas cosas
desde los oficios de la casa, cuando se puede pescamos, antes barequeábamos,
tenemos cultivos de yuca, plátano, también criamos animales y estamos
participando de un proyecto”, de esta manera las mujeres aportan a resolver las
condiciones financieras de la familia ganando poder doméstico, en esa misma
medida este poder es negociado cuando salen de la vereda en busca de nuevas
oportunidades financieras.

Teniendo en cuenta condiciones de la vereda y su ubicación con cercanía al río


(riesgo latente a inundaciones), la falta de comercio, oportunidades educativas y
laborales, la permanencia en el territorio de la mujer fluctúa y hasta disminuye
porque en su gran mayoría se van en busca de oportunidades, a formarse en los
municipios vecinos donde exploran y conocen otra forma de vivir y mejores
condiciones financieras para apoyar a sus familias, de esta manera en la mayoría
de los casos deciden construir sus nuevas familias y relaciones en otros lugares
construyendo nuevos proyectos de vida “las muchachas uno las manda a
estudiar a otros lugares a Caucasia ellas estudian otras se van a trabajar y así
pueden ayudarnos, nos mandan y cuando se van consiguen sus maridos y hacen
familia… están por todos lados hasta por fuera de Colombia… siempre buscando
mejor vida”.

Aunque en el documento de etnodesarrollo se nombra a las mujeres como


responsables de las labores domésticas y trabajos pesados ocasionalmente
ellas se nombran desde diferentes lugares, no solo como una mujer que se
encarga de las labores domestica sino como una mujer que varía en las múltiples
funciones, desde la organización de la casa, pasando por múltiples formas de
rebusque (siembra de pancojer, cría de especies menores, pesca, barequeo y la
salida de la vereda para poder conseguir nuevas ofertas etc.) además en la
actualidad se están organizando en la prevención de la violencia basada en
género y proyectos productivos mediante la organización social como mujeres
con la fundación Mujeres Valientes Constructoras de paz.
Todo ello es el resultado de las pocas mujeres que permanecen allí que son
adultas y tienen familiares, su origen y una historia que quieren conservar y
desde ahí impulsar a sus hijos a formarse y buscar otras alternativas para que
más adelante sean ellos quienes las ayuden económicamente.

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