Sei sulla pagina 1di 9

Tesoros para el Rey

Sabios que vinieron del oriente (procedencia, lo largo de su


viaje, y la misteriosa estrella que guio su caminar)

Bien pudiéramos decir que esa estrella fue como un GPS


(sistema global de navegación por satélite), que les llevó
exactamente al lugar donde estaba el niño, a quien ellos,
por revelación especial, llamaron rey de los judíos.

Abriendo los Tesoros de la Navidad (Mt. 2:1-11)

La llegada de estos sabios del oriente provocó una


conmoción en toda la ciudad. El rey Herodes se asustó en
extremo, y su conciencia le estaba indicando que los días de
su reinado parecían estar por acabarse.

Los escribas fueron consultados acerca del Mesías. Los


habitantes de Jerusalén estaban espantados por la posible
represalia del rey con esta noticia. Pero lo que más les
importaba a estos sabios era que

“su estrella hemos visto en el oriente y venimos


adorarle”.

La vida de estos hombres, su fatigoso viaje y los regalos que


trajeron, nos muestran que la Navidad, más que recibir
regalos, es la ocasión para reconocer al que ha nacido para
traerle sus regalos. Pero vea bien los regalos, porque el niño
que ha nacido también es rey.
¿Cuál sería un regalo para un rey?
Los sabios de oriente escogieron lo mejor.
Al llegar donde estaba el niño “abrieron sus tesoros”.
(Versiculo 11)
Por la vía de la deducción, consideremos cuál es el mejor
regalo con el que debemos llegar a Jesús en esta Navidad.

I. EL REY QUE HA NACIDO MERECE LO MEJOR DE


NUESTRO TIEMPO

1. Tiempo para buscarlo v.1.


Hay una tradición que dice que aquellos sabios duraron
nueve meses desde sus lejanas tierras hasta Belén.

Como quiera que haya sido, estos hombres gastaron


suficiente tiempo para hacer su viaje hasta encontrar al rey
de Israel que había nacido.

Eso incluyó el tiempo de la revelación del nacimiento hasta


que se dio el momento de la salida. Debe considerarse que
ese viaje, por ser tan largo, planteaba una preparación
adecuada.

Así que ellos dedicaron tiempo para obtener la información, la


ropa y la comida para el viaje; y sobre todo, el estudio que
harían acerca de la extraña estrella que finalmente les guiaría
en su viaje. El asunto es que estos hombres no estimarían
cuánto tiempo tendrían que invertir para el viaje, pues se
trataba de lo más importante que les había revelado.

La noticia que han escuchado se refería al salvador del


mundo.
Amados hermanos, ningún tiempo será mejor que aquel que
invirtamos para buscar al salvador, que ya se nos ha
revelado.

Debemos invertir tiempo hasta encontrar lo que se nos ha


revelado
(El ministerio, don, talento….
Tiempo de búsqueda, tiempo de preparación…)

Perdemos tiempo en cosas tan triviales, en lugar de invertirlo


en conocer a Cristo
Pablo había determinado no malgastar el tiempo en la que
otros lo perdían, porque lo que era para él ganancia, lo tenía
por basura “a fin de conocerle” (Fil. 3:7-12).

La única manera de conocer a Cristo es pasando tiempo


con él.

2. Tiempo para publicarlo.


La búsqueda de aquellos viajeros estaba definida. El gozo de
su corazón era hallar al Mesías para confirmar la revelación
dada. Así que estos hombres invirtieron tiempo para llegar a
Belén, tiempo en ver a Jesús con sus padres, y luego
tiempo en regresar para dar a conocer la noticia.

La noche que pasaron en casa de María y José,


escuchando acerca del niño, tuvo que ser el mejor tiempo
de sus vidas.

En aquella noche escucharon a José hablar sobre la decisión


que había tomado respecto al embarazo de María, sin que
fuera de él. ¡Imagínese la historia que le contaría María! Las
mujeres son más precisas en esto. Pero lo más importante
tuvo que ser el tiempo que ellos dedicaron para
anunciarlo en su regreso. No sabemos más nada de
aquellos sabios, sino lo que dicen las tradiciones que
venieron después, pero de una cosa estamos seguros, esos
hombres, al igual que los pastores, tuvieron que regresar
hablando a todo el mundo del niño que había nacido.
¿De qué se habla más en navidad?
¿Sabía usted que en Navidad de quien menos se
habla es de Jesús? ¿En qué se gasta más el tiempo y el
dinero en la Navidad?
Si no hablamos de Jesús en Navidad, no vale la pena su
celebración.

EL REY QUE HA NACIDO MERECE LO MEJOR DE MIS


ESFUERZOS

1. Esfuerzo para vencer las dificultades v. 2.


El primer asunto que nos plantea el largo viaje de estos
hombres, era el desafío del camino mismo. No era un camino
cómodo, sino que era un camino peligroso y difícil. Había
bandas que se dedicaban a robar y a matar en el desierto.
Por otro lado, considérese que el desierto durante el día
puede superar las temperaturas de cincuenta grados y por la
noche descienden hasta menos cero grados.

La Biblia no nos dice, pero la preparación física de estos


hombres tuvo que ser excepcional para aguantar un viaje de
miles de kilómetros. ¿Cuántos kilómetros caminaron estos
hombres para encontrarse con el salvador? A ellos no les
importó la distancia ni los riesgos hasta encontrar al recién
nacido rey.
En esto hay mucho que aprender.
La verdad es que cuando se trata de los asuntos del
Señor no siempre somos dados a esforzarnos para dar lo
mejor de nosotros.

Con frecuencia repetimos de memoria Josué 1:9, pero esto


no significa que lo obedezcamos. La verdad es que muy
pocos de nosotros caminaríamos tanto para encontrarnos con
el salvador.
Nunca habíamos tenido tan sofisticados medios para darle un
mejor servicio a nuestro Señor, como los que contamos
ahora.
Pero la más simple excusa servirá para no servir al Señor.

2. Esfuerzo hasta encontrar la búsqueda.


La pregunta que hicieron estos sabios es, en definitiva, la
más importante que debe hacerse todo hombre: ¿Dónde
está el rey de los judíos, que ha nacido? v. 2. Note que no
estaba en Jerusalén, la capital política, social y religiosa de la
fe hebrea. La gente de Jerusalén tampoco sabía dónde
estaba el muchachito, pues se alborotaron cuando oyeron
que un nuevo rey había nacido. Herodes no sabía dónde
estaba.

Cuando se le habló de un niño-rey, se perturbó en gran


manera, pensado que con su llegada se acabaría también su
poder. Irónicamente, los únicos que si sabían dónde había
nacido, los escribas y fariseos, se limitaron sólo a ubicar el
lugar dónde nacería el Mesías.
Pero, ¿dónde está el “rey de los judíos”? Entonces, ¿dónde
encontrarlo? Está en Belén, la cuna de su nacimiento. Está
con los sabios que vinieron con tanta alegría buscándolo.
Está con María y José, sus felices padres.

Está allí, esperando con los brazos abiertos para que alguien
le reciba. Está allí, al alcance de todos. Nadie que ponga su
esfuerzo en buscarlo regresará sin tener una respuesta. La
profecía decía: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me
buscaréis con todo vuestro corazón" (Jer. 29:13).

EL REY QUE HA NACIDO MERECE LO MEJOR DE MI


HONOR

¿Quién era el bebé que nació en Belén?


Llama la atención que los sabios del oriente no llegaron
preguntando si el bebé que nació era un maestro, pues ese
hubiera sido un título que habría hecho honor a su doctrina.
Tampoco llegaron preguntando si el bebé era un profeta,
pues eso hubiera hecho honor a su visión de predecir los
acontecimientos más exactos de la profecía universal.

Tampoco preguntaron si el bebé era algún sumo sacerdote,


pues eso le hubiera dado el honor de ser el más competente
intercesor entre Dios y los hombres. ¡No! Ellos no
preguntaron por esos títulos. La convicción que había en
sus corazones, producto de la revelación especial, era
que aquel bebé nacido en un humilde establo para
animales, conocido como el “pesebre de Belén”, era el
Rey, pero no cualquier rey, sino el único que un día
cabalgaría sobre los cielos en un caballo blanco, con un
letrero en mayúscula en su muslo, que diría: REY DE REYES
Y SEÑOR DE SEÑORES (Apc. 19:16).

Jesús es más que un gran maestro, un profeta singular, un


hacedor de milagros. Él nació como Rey, gobierna como Rey
y vendrá como Rey.

Un día estaremos con ese Rey en la gloria y ante él


echaremos nuestras coronas. Jesús es el Rey a quien
debemos todos nuestros honores.

EL REY QUE HA NACIDO MERECE LO MEJOR DE MI


ADORACIÓN

1. La adoración tiene que ver con la reverencia vv. 2, 11.


Cuando los sabios de oriente vieron al niño dice el texto que
se postraron y lo adoraron. Tomen en cuenta que aun cuando
ellos vieron a María y a José, a quien adoraron fue al niño. El
único que merece toda nuestra adoración desde que nació,
hasta los siglos de los siglos, se llama Jesús.
Jesús nos invita a una adoración diligente, quebrantada y
jubilosa.

Los caminantes del oriente se regocijaron cuando vieron que


la estrella se posó sobre la humilde vivienda donde estaba el
recién nacido rey.
Debemos imitar a esos sabios en su adoración!

Ahora Jesús no es el bebé de Belén, sino aquel al que se le


dio un nombre que es sobre todo nombre, y a él, como decía
el apóstol, le debemos nuestra más sublime adoración,
diciendo: “Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible,
único Dios, a El sea honor y gloria por los siglos de los
siglos. Amén”. (1 Tim. 1:17).
La Navidad debe ser el tiempo de adoración al Rey.

2. La adoración tiene que ver con mi entrega.

Los sabios del oriente no sabían del texto de Deuteronomio


16:16, que dice: “Y ninguno se presentará delante de
Jehová con las manos vacías...”. Sin embargo, ellos
entendieron que entre todas las cosas que llevarían para ese
viaje, no podían faltar los tesoros para el Rey. Ellos trajeron
tres presentes de altísimo valor.
La adoración de estos hombres contemplaba lo mejor que
tenían: oro, incienso y mirra.
Se dice que el oro tenía que ver con la realeza. Jesús es Rey.
El incienso con el sacerdote. Jesús es el gran sumo
sacerdote.
Y la mirra con el Mesías. Jesús moriría por nuestros
pecados.
Sin saberlo, estos hombres profetizaron los más completos
oficios de Jesús. Pero también con ese oro sus padres
pudieron pagar la ida y estadía Egipto, por cuanto Herodes,
después que se vio burlado de los magos, buscó al niño para
matarlo, descargando su ira en la muerte de los inocentes.

Por cuanto el oro representa lo mejor de lo material, el Señor


es digno que le traigamos el fruto de nuestras finanzas.

El incienso tiene que ver con la ofrenda de mi oración al


Señor. Mi adoración no es completa si no me ocupo en la
oración.

Y la mirra era un ungüento que serviría para limpiar y


perfumar al bebé nacido.
Nuestra adoración debe ser un grato perfume, cargada de
entrega y servicio, especialmente para los que no le conocen.
CONCLUSIÓN

Los sabios de oriente vinieron y abrieron sus tesoros


para darle a Jesús lo mejor de lo que ellos tenían. Esto es
la Navidad.

Durante todo el año recibimos todo de Dios. La Navidad, por


lo tanto, nos recuerda que debemos adorar a Dios dándole a
él lo mejor de nuestro tiempo, de nuestros esfuerzos, de
nuestro honor y sobre todo, lo mejor de nuestra adoración. No
podemos conformarnos con darle al Señor lo que no tiene
valor.

Él es digno de mis mejores presentes. ¿Por qué? Porque de


acuerdo a Juan 3:16, Jesús se dio como el mejor de los
sacrificios, se dio como lo mejor para todos los que crean en
él, y se dio como lo mejor para obtener la vida eterna. En
consecuencia, abramos hoy nuestros tesoros para ofrecerle
al Señor lo mejor de lo que tenemos.

En profunda humildad y adoración, vengamos para


ofrecerle el oro que representa lo mejor de mis bienes
materiales, el incienso que representa lo mejor de vida
espiritual y la mirra que representa lo mejor de mi
servicio.

Potrebbero piacerti anche