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La sociología de la educación: una puerta de entrada al campo disciplinar (resumen)

Mariano Indart

“El mundo desigual puede ser leído por la óptica del opresor,
o por la óptica del oprimido. Resulta una lectura tan diferente
una de la otra como entre la visión de Ptolomeo,
al observar el sistema solar con los pies en la Tierra,
y la de Copérnico, al imaginarse con los pies en el Sol. “

Fragmento de PAULO FREIRE: UNA LECTURA DEL MUNDO, Frei Betto.

Introducción

Intentar presentar un campo disciplinar es una tarea compleja y riesgosa, ya que los criterios a
adoptar pueden ser variados, siempre arbitrarios y discutibles. El caso del que nos ocuparemos, la
sociología de la educación (SE), no es la excepción, e incluso podríamos decir que el problema se
complejiza al tratarse de una disciplina derivada de una de mayor envergadura y a la que refiere:
la sociología.
Los numerosos trabajos de SE, las más de las veces ensayos y las menos investigaciones validadas
y confiables, son difíciles de interpretar cuando no se hace explícita una referencia, un encuadre,
que permita apreciar desde dónde se realizan los análisis, cuáles son los marcos teóricos desde los
cuales se observan los sistemas educativos y su relación con el orden social.
La intención de las líneas que siguen es brindar elementos para una presentación del campo de la
SE, utilizando criterios no neutrales, y que tienen que ver con nuestro posicionamiento político-
ideológico sobre la función que cumplen y deberían cumplir la educación y los sistemas educativos
en las sociedades modernas. Dichas dimensiones, consideramos, subyacen a todo conocimiento
científico y humanamente objetivo, impidiendo la neutralidad política, haciendo que los saberes
se constituyan en críticos o cómplices de un estado de cosas, de un determinado orden existente.

El conocimiento en ciencias sociales

Todo conocimiento, ya sea que pertenezca al ámbito del sentido común o al de las disciplinas
científicas, es una construcción social. Los sujetos elaboramos conocimientos a partir de nuestras
capacidades intelectuales, afectivas, físicas, etc. siempre situados en un determinado espacio-
tiempo histórico, y mirando la realidad desde alguna posición en el espacio social.
El conocimiento que no aspira a la objetividad, el que pertenece a la doxa, es el que no reniega de
sus rasgos subjetivos, es más, afirma y reconoce que ese saber es parcial y no neutral, y que
seguramente va a entrar en conflicto con otros saberes producidos desde otros “puntos de vista”.
Distinto es el caso del conocimiento científico, el relacionado con la episteme, que busca producir
saberes objetivos, fundamentados, contrastables.
Sin embargo, aún este conocimiento científico, como sostiene Foucault, no deja de ser
perspectivo, es decir, no constituye un reflejo exacto del objeto de estudio, ya que sus condiciones
de posibilidad provienen de una imposición, del poder de aquellos con capacidad para instalar sus
criterios de validación por sobre otros. Compartimos esta forma de entender el proceso, que
sostiene que no hay entonces una “verdad objetiva”, un “algo allá afuera” que deba ser captado
por la ciencia, sino que el mismo investigador, al observar, construye el “objeto de estudio”. Puede
y debe hacerlo objetivamente, pero aun tomando los mejores recaudos no podrá decir “la verdad”
de aquello que observa, porque ello supondría contemplar todos los puntos de vista posibles
Esto hace que en las últimas décadas se comience a hablar de “discurso científico” en lugar de
“teoría científica”, para intentar evitar la naturalización que se ha producido del concepto de
“teoría” como sinónimo de “verdad objetiva”, en gran parte debido a la herencia positivista, que
sostiene la “neutralidad” del conocimiento científico.
En nuestro caso seguiremos hablando de teorías, aunque debemos entenderlas como discursos,
como paradigmas1, es decir, como marcos teórico-metodológicos que se construyen desde
determinada perspectiva, con criterios de construcción y validación que no dejan de estar en
posibilidad de ser cuestionados desde otros paradigmas.
Si bien lo afirmado anteriormente es válido para toda disciplina científica es habitual que
en ciencias sociales “coexistan” paradigmas, es decir, que sobre un mismo objeto de análisis se
construyan conocimientos distintos, sin ser, como esperamos haya quedado aclarado, opiniones,
sino conocimientos objetivos, validados, fundamentados, pero desde diferentes modelos y
supuestos teóricos (que inevitablemente provienen de supuestos político-ideológicos diferentes).

1
Concepto introducido por T. Kuhn para aludir a la validez del conocimiento científico en un momento
histórico determinado. Dicha validez proviene de la misma “comunidad científica” y por lo tanto está sujeto
a corroboración permanente y a la posibilidad de que se produzcan épocas de “revolución científica”, donde
entran en disputa el paradigma vigente con uno nuevo que propone mejores posibilidades de falsabilidad.
Para el caso de temáticas vinculadas con la educación podemos mencionar, como ejemplo,
que si observamos el papel del conocimiento que circula en las escuelas desde la perspectiva
hegemónica es probable que aceptemos que la escuela transmite, a través del currículum, saberes
que provienen de diversas disciplinas para, de esta manera, ampliar la “cultura general” del
educando, colaborando con su socialización. Si en cambio miráramos este proceso de enseñanza-
aprendizaje desde la perspectiva crítica, como lo hace Althusser, veríamos que lo que en realidad
transmite la escuela, en sus diferentes materias pero también a través de otros mecanismos, es la
ideología de la clase dominante en el capitalismo, es decir, de la burguesía, con el objeto de que
los educandos no tomen conciencia crítica del lugar que les toca ocupar en la sociedad y de esta
manera reproducir las relaciones de explotación capitalistas.
Ninguna de las perspectivas puede afirmar que dice “la verdad” de lo que pasa en las
escuelas, sino que han construido teorías, es decir, discursos científicos, desde diferentes
“paradigmas”. Podemos afirmar entonces existen lecturas muy distintas del proceso educativo
que derivan luego en programas de acción políticos muchas veces opuestos para actuar sobre cada
problemática, y ninguno de ellos pueda adjudicarse una imposible neutralidad.

Sociología y sociología de la educación

La sociología de la educación es una disciplina específica que recién en el último tercio del
siglo XX se ha constituido, a partir de una serie suficiente de autores y trabajos que abordan
temáticas relacionadas, en un campo específico que comienza a tener reconocimiento y presencia
en el mundo académico, la formación docente y en instituciones relacionadas con la educación.
Muchos de los autores que fueron importantes para la construcción de la SE provenían (y
provienen) de otras disciplinas académicas: filosofía, economía, antropología, historia, etc., y al
reflexionar sobre la relación que tienen los sistemas educativos con el orden social general fueron
dando forma al objeto de estudio de la SE.
Para llegar a esto nos parece pertinente revisar el origen de la sociología como ciencia. La
necesidad de pensar científicamente los fenómenos sociales ocurre en la segunda mitad del siglo
XIX, dada la gravedad de problemáticas sociales inéditas surgidas con la industrialización y el
capitalismo, en los albores de la modernidad. Las promesas de desarrollo económico y social que
acompañaron a la Revolución Industrial en Inglaterra y las de democratización del poder en la
Revolución Francesa dieron paso, apenas comenzado el siglo XIX, a un desencanto general
producido por la creciente desigualdad, la explotación de los trabajadores, las ciudades
superpobladas y el hacinamiento, las enfermedades nuevas, una nueva delincuencia urbana.
Fenómenos que hoy pueden parecer habituales en cualquier ciudad, ocurrían por primera vez en
la historia y algunos pensadores consideraron que la única manera de evaluarlos adecuadamente
era hacerlo a través de una ciencia nueva, que se ocupe específicamente de lo social. Nacen
entonces las primeras teorías sociológicas, los tres grandes edificios teóricos surgidos de los
esfuerzos de K. Marx, E. Durkheim y M. Weber.
De allí en más la disciplina ha progresado hasta la actualidad, en un recorrido extenso e imposible
de sintetizar aquí, dando lugar al desarrollo teórico, al avance de investigaciones y a la
colaboración con las políticas públicas, entre otros espacios fértiles para la reflexión sociológica.

Autores y criterios para presentar el campo de la SE

La pregunta principal que busca responder la SE es:

¿Cuál es la relación de los sistemas educativos con el mantenimiento y/o la transformación del
orden social?

Tomando este interrogante como guía, existen muchos autores y trabajos que han intentado
ordenar el campo de la sociología de la educación. Algunos de ellos han sido comentados por S Di
Pietro2, como los de De Ibarrola, Tenti, Ornelas, Petitat, F. Enguita y Tamarit. Una manera
interesante de conocer formas de presentación del campo disciplinar es recorrer los programas de
estudios de las distintas cátedras de SE en diferentes universidades.
En todos ellos se intenta agrupar los análisis de la SE en perspectivas que permitan facilitar la
ubicación de los numerosos trabajos que, sin un encuadre determinado, pueden dar lugar a un
relativismo algo anárquico y disperso. Los criterios adoptados, siempre arbitrarios, suelen ser,
como era de esperarse, similares a los utilizados para la sociología.
Si bien algunos trabajos consideran que una manera de ordenar las perspectivas de la SE puede
ser a partir de la preponderancia dada a los factores objetivos externos y condicionantes de los

2
Di Pietro, S. (2005) : El debate en y sobre educación (o la imposibilidad de una sociología de la
educación); mimeo.
individuos o, en cambio, por la acentuación del protagonismo de los factores subjetivos,
voluntaristas, como motivadores de la acción social que luego termina produciendo fenómenos
que se materializan en relaciones o instituciones, la mayoría de los autores nombrados coincide en
señalar la existencia de una SE hegemónica, derivada de la sociología del orden o consensual y de
una perspectiva crítica o del conflicto, que cuestiona los análisis de la primera, considerándolos
como funcionales el orden social, injusto y desigual, existente.
Tomando este último parámetro, que compartimos, el siguiente gráfico presenta sintéticamente
momentos reconocibles y destacables, desde nuestra mirada, en el desarrollo de la SE desde sus
orígenes hasta la actualidad, sin pretensiones de exhaustividad.

GRAFICO 1-

Perspectivas hegemónicas en SE

SOC. DE LA EL NEOLIBERALISMO EN
EDUCACIÓN EN ESTRUCTURAL-FUNCIONALISMO, EDUCACIÓN Y EL
DURKHEIM Y WEBER DESARROLLISMO Y EDUCACIÓN RESPALDO FUNCIONALISTA

1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
MATERIALISMO HISTÓRICO Y EDUCACIÓN TEORÍAS CRÍTICO- TEORÍAS DE LA RESISTENCIA,
REPRODUCTIVISTA HEGEMONÍA Y POLITICIDAD
S DE LO EDUCATIVO

FREIRE Y LA EDUCACIÓN POPULAR

Perspectivas críticas en SE

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