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Mediante el Breve Inter caetera de 1493 suscrito por el Papa Alejandro VI, se
otorgó a los Reyes Católicos (Isabel de Castilla y Fernándo de Aragón), en
pago a sus servicios y a su fidelidad a la Iglesia Católica Apostólica y Romana
la autorización y facultades necesarias para evangelizar a los habitantes de
las tierras descubiertas por Cristóbal Colón apenas un año antes.
Cuáles fueron las reacciones de los españoles, que hace cinco siglos llegaron
a las Indias, ante aquel cuadro nuevo de luces y sombras?
El soldado Cieza de León, viendo aquellos tablados de los indios de Arma, con
aquellos cuerpos muertos, colgados y comidos, comenta: «Muy grande es el
dominio y señorío que el demonio, enemigo de natura humana, por los
pecados de aquesta gente, sobre ellos tuvo, permitiéndolo Dios» (Crónica
19). Esta era la reflexión más común.
Excusa
Compasión
Cuando los cronistas españoles del XVI describen las atrocidades que a veces
hallaron en las Indias, es cosa notable que lo hacen con toda sencillez, sin
cargar las tintas y como de paso, con una ingenua objetividad, ajena por
completo a los calificativos y a los aspavientos. A ellos no se les pasaba por la
mente la posibilidad de un hombre naturalmente bueno, a la manera
rousseauniana, y recordaban además los males que habían dejado en Europa,
nada despreciables.
Como es sabido, las imágenes dadas por Colón, después de su Primer Viaje,
acerca de los indios buenos, tuvieron influjo cierto en el mito del buen salvaje
elaborado posteriormente en tiempos de la ilustración y el romanticismo.
Cristóbal Colón fue el primer descubridor de la bondad de los indios. Cierto
que, en su Primer Viaje, tiende a un entusiasmo extasiado ante todo cuanto
va descubriendo, pero su estima por los indios fue siempre muy grande. Así,
cuando llegan a la Española (24 dic.), escribe:
«El, con todo el pueblo, lloraba; son gente de amor y sin codicia y
convenibles para toda cosa, que certifico a Vuestras Altezas que en el mundo
creo que no hay mejor gente ni mejor tierra; ellos aman a sus prójimos como
a sí mismos, y tienen una habla la más dulce del mundo, y mansa, y siempre
con risa. Ellos andan desnudos, hombres y mujeres, como sus madres los
parieron, mas crean Vuestras Altezas que entre sí tienen costumbres muy
buenas, y el rey muy maravilloso estado, de una cierta manera tan
continente que es placer de verlo todo, y la memoria que tienen, y todo
quieren ver, y preguntan qué es y para qué».
La fuerza en la evangelización
Se enfocaron a los niños, sobre todo hijos de caciques, para que ellos
transmitieran las costumbres nuevas, incluso que fueran espías de sus
propios padres que seguían adorando sus dioses a escondidas.
La sobre posición de santos por sus ídolos fue otra estrategia: Tlaloc, dios de
la lluvia se convirtió en San Isidro Labrador, santo de los campesinos.
Quetzalcoatl en Jesús. Tonantzin por Guadalupe, entre otros.
Uno de los más controvertidos fue Fray Bartolomé de las Casas, con
“Brevisima relación de la destrucción de las indias” en la cual retrataba los
abusos -por decirlo suavemente- que sufrían los nativos por parte de los
conquistadores españoles. En parte esta obra fue una denuncia hecha por
Fray Bartolomé, para dar a conocer al mundo entero en bajo qué condiciones
se estaba realizando esta conquista.
Fortuna tuvo Bartolomé por contar con la amistad de los reyes de ese
entonces, quienes permitieron la circulación del libro, llegando a ser
traducido a diversos idiomas. En sus páginas, escritas en antiguo español, se
puede de alguna forma llegar a entender qué llevó a este religioso a abogar
por los indios.
Los primeros religiosos debieron buscar distintas maneras para llevar a cabo
su evangelización: lenguaje de señas, uso de intérpretes y hasta la creación
de “manuales” escritos y dibujados que buscaban lograr una mejor
comunicación.
La sobre posición de santos por sus ídolos fue otra estrategia: Tlaloc, dios de
la lluvia se convirtió en San Isidro Labrador, santo de los campesinos.
Quetzalcoatl en Jesús. Tonantzin por Guadalupe (nombre español), etc.