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Investigación histórica (Campione Daniel).

Texto 1 Chiaramonte; Texto 2 Mitre; Texto 3 Milciades Peña; Texto 4…; Texto 5 Levene

Historia Oficial. Mitre y López. Asociada al poder y necesaria para ser fundacional, al tener
Argentina un Estado en ese período pero necesitar una nación.-

Antes del 1880 la Argentina no ocupaba efectivamente ni la mitad del territorio que reclamaba
propio, existía un sistema muy frágil en términos de infraestructura de transporte y
comunicaciones, etc. No tenía un el monopolio de la fuerza y tenía que lidiar con fuertes poderes
regionales, todavía la República no tenía su capital y no existía un plan sistemático organizado por
alguna élite. Recién cuando puede resolver estos problemas comienza un principio de
“homogeneidad cultural” al eliminar al indígena y una “unión nacional” en vías de consolidación. El
aparato estatal se apropia de las funciones que antes tenía la Iglesia. Esta consolidación del
estado le daba sustento a una clase dominante.-
Dentro del trazado de una cultura oficial, la historia del país tendría un lugar de privilegio, al
contribuir a la conformación de una tradición que podía ser usada para fundamentar la
preexistencia de una supuesta identidad nacional, y así fecundar la legitimidad de las instituciones
estatales, el régimen pco y la Constitución que le daba forma, el federalismo y la existencia de los
estados pciales, las fuerzas armadas, el aparato educativo, todo ello hundiendo sus raíces en el
pasado. La Revolución de Mayo, las guerras de independencia, la lucha c/ la tiranía de Rosas y la
batalla de Caseros, la organización nacional que ésta última había hecho posible, la gesta
civilizadora de las presidencias de Mitre y Sarmiento estaban llamadas a ser hitos fundantes de la
nacionalidad y el Estado. El colegio primario, el servicio militar obligatorio y las festividades
vendrían a consolidar este proyecto. Esto significa que el Estado sería el encargado de construir
ese ideal de Nación. La fuerte inmigración europea obligaría a profundizar y acelerar esta idea de
identidad y el amor a la patria. la denominación de “espacio vacío” y “desierto”, era un llamado al
ocupamiento que el capitalismo se encargaría de hacer.-
La incorporación del pasado a la legitimación del presente fue gradual y comenzó de atrás hacia
adelante. Se edificó un culto a los héroes, que se reprodujo a través de los programas escolares,
nombres de ciudades y calles, monumentos, que encontraba en la historiografía erudita oficial las
bases del culto. El ciudadano arg recibiría el impacto de ese relato histórico desde la escuela
primaria. La tarea historiográfica se integró a la obra de uniformación cultural emprendida por la
generación del 80, que buscaron instaurar un aprendizaje de la historia nacional que sirviera como
generador del amor a la patria. Se buscaba construir una idea de nación, no pudiendo ser el actor
destinado a realizar esa invención otro que el estado.-

Fundada en esta etapa, convertida en canon para el tratamiento académico y educativo y


periodístico de nuestra historia, incorporada al sentido común de las clases subalternas por
múltiples vías, la historiografía liberal oficial estuvo llamada a tener larga vigencia. Comenzó a ser
puesta en duda cuando se hicieron visibles los límites del orden agroexportador, de la asociación
con G.B. y de la explosión de modernidad de la Arg internacionalizada y culta del centenario.-
Los iniciadores de esta tradición fueron B. Mitre y Vicente F. López, que dedicaron parte de su vida
a construir una historia argentina de pretensión integral y libros sobre guerras de independencia y
sus 2 próceres pcpales (Mitre: La historia de Belgrano). Campione menciona a deán Gregorio
Funes, Pedro de Angelis y Luis Domínguez cómo los primeros historiadores, pero estos no
tendrían la función y el protagonismo que se alcanzarían Mitre y Vicente F. López, escribiendo
mayormente por encargo gubernamental. Estos serían los que configuraría la historia nacional
oficial del pasado. Un aspecto importante a considerar es que ambos forman parte de la élite
dirigente gobernante. Solo con Mitre y López se configuraría claramente una historia nacional
oficial del pasado, a través de obras que transmitían una visión integral del pasado nacional. La
escritura de la historia no era todavía obra de profesionales sino de grandes intelectuales. Mitre
fue gral, fundador del diario La Nación, gobernador de la pcia de Bs. As., presidente de la nación,
fundador de la Unión cívica, poeta, estudioso de las lenguas y culturas indígenas e historiador.
López fue ministro de pcia y de nación, fundador de Unión cívica, dramaturgo e historiador. Mitre
sería reconocido como fundador de una historia científica basada en pruebas documentales
rigurosas, a diferencia de López buscaba testimonios orales y tradicionales, con fuerte propensión
a la invención, como por ej. Las escenas del cabildo abierto del 22/05, salidas de su mente y sin
embargo no por eso dejaron de ocupar un lugar central en el relato que se transmitía a los
alumnos de las escuelas. Asimismo marcó el camino para una interpretación optimista de la
historia argentina, la cual estaba destinada a la prosperidad económica y al gbo de las
instituciones. López en cambio, tendrá una visión pesimista frente a la organización federal del
país y a su régimen presidencialista, sosteniendo como ideal de régimen pco una republica
conservadora y parlamentaria, descreyendo tb del sufragio universal, defendiendo una visión más
filosófica literaria y creativa frente al seco rigor documental de Mitre.-
La educación escolar y los textos de divulgación posterior combinarían las visiones de los dos
clásicos a la hora de configurar la versión oficial. La historia escolar con fechas patrias, próceres,
propensa a la anécdota y al tono moralizador, debía más a López que a Mitre. Aunque este último
es considerado el padre fundador de la historiografía argentina. Ambos fueron precursores de lo
que en el S. XX se constituiría en la Nueva Escuela Histórica, ya profesionalizada, con la biblioteca
nacional, el Archivo General de la Nación y la Universidad de Buenos Aires como instituciones
culturales por excelencia.-

Nueva escuela histórica

Se constituyó sobre una base de profesionalización creciente, en las 2 1º décadas de S. XX. Se


produjo dentro de la universidad, a través del Instituto de Investigaciones históricas de la facultad
de filosofía y letras, y fuera de ella en la Junta de historia y Numismática Aca, antecedente de la
academia nacional de la historia, (su 1º presidente fue Mitre, nació como Junta y progresivamente
adquirió perfil más formalizado, de ámbito de producción y aprobación de la visión oficial del
pasado, contando con apoyo financiero de la nación. A sus actos concurrían funcionarios e incluso
presidentes de la nación. Era de consulta d los distintos poderes públicos sobre símbolos
nacionales, documentos, iconografía, imágenes a usar en los billetes) donde coexistirían
historiadores dedicados más a la pca con los ya más profesionales como Levene, considerado uno
de los fundadores de la N.E.A. Esta representó una historia oficial, al ser una continuidad de la
anterior pero más profesional. Poseía un gran Nº de abogados (E. Ravignani, Molinari, Levene) y
otros profesionales incluso no universitarios (Torre Revello) Profesionalización significa que
ingresa un grupo de historiadores que vive de su profesión, sea como docente o investigador, que
se dedican a la historia a tiempo completo.-

Esta nueva escuela se amparaba en el rigor metódico y la critica concienzuda de los documentos
de acuerdo a preceptos de historiadores alemanes. Buscaba la reconstrucción de los hechos tal
como fueron a través del análisis riguroso de fuentes inéditas. Esta nueva escuela contó con apoyo
del estado, y con fondos para publicaciones, viajes al exterior. Tuvieron en común la reivindicación
del rigor histórico (por eso se apoyaron más en Mitre que en López), dedicación predominante a la
historia política. Su forma de concebir la escritura de la historia, estaba ligada a la visión de la
historia-acontecimiento, centrada en construir una narración en torno a los grandes hechos para
reproducirlos en un sentido positivista. Era poco proclive a entender la historia como proceso de
cambios. Visión de la historia mirada desde arriba, propensa al culto a los grandes hombres y
minorías ilustradas, con poca atención a las masas anónimas. Su método histórico se centraba en
el conocimiento de documentos oficiales, lo que hacia que su visión fuera sesgada hacia lo estatal
o institucional. En mayor medida sus historiadores ya no provenían de las flias patricias como los
de la historia oficial, sino de las capas medias. Profesión de historiador se convertía en un deber
cívico, cuya obligación era exaltar valores patrióticos y raíces de identidad nacional.-

Se continuaba profesando la objetividad del historiador, pensándose al investigador como un


medio para traer el pasado al presente mediante documentos, sin verlo como un intérprete del
proceso histórico. La objetividad se completaba con la pretensión de apoliticismo, entendiendo
que la identificación con el pensamiento oficial no tenía carácter pco sino que era la única creencia
posible para un historiador cabal. Predominaban historiadores con formación jca y no histórica, de
ahí que se dedicaran más a la historia pca, cronológica y documental, sin problematizar las
cuestiones históricas, ya que una vez garantizado el rigor heurístico y establecida la narración
básica de los sucesos, la tarea quedaba prácticamente terminada.-

Al interior de la escuela hubo debates que llevaron a diferencias entre la junta y la academia por
un lado y el instituto de investigaciones históricas por otro. La 1º quedó asociada a una relación
más estrecha con el aparato del estado, con visión historiográfica más propensa a la exaltación
patriótica, excluyendo enfoque crítico, lo que se acentuaría dp de la crisis de 1930.-

El instituto tendía a reclamar para sí una profesionalidad más rigurosa, una preocupación más
desinteresada por la investigación, con un sentido más crítico de parte de alguno de sus miembros
como Ravignani, Molinari hacia el poder, a diferencia de la Academia. Más allá de los matices, los
miembros de ambas instituciones no dejaron de ubicarse como intelectuales orgánicos de la clase
dominante. Fueron co-autores de un canon histórico que luego se proyecto sobre el sistema
educativo y los documentos oficiales con influencia hasta nuestros días. Puno culminante fue
publicación de Historia de la Nación Arg, bajo presidencia de Agustín P. Justo, obra de
historiografía liberal en la que participaron Barba, Ravignani, Levene, Torre Revello, Pagano, Rojas)
el estado nacional se comprometió en la publicación de esta obra, dispuso apoyarla por decreto y
por ley afectó parte del presupuesto para su publicación. Lo que demuestra la importancia que se
le daba a la escritura de la historia dentro de la clase dominante y el estado que buscaba la
uniformación de la visión histórica, como parte del aparato la ofensiva del estado en pos de fijar
de modo definitivo una historia oficial en un momento de crisis gral del orden socioeconómico y
pco, sobre todo en un momento en que empezaba a despuntar con fuerza el revisionismo inicial.-

Una característica de esta historiografía era su tendencia la distanciamiento temporal, a solo


ocuparse de periodos vividos por generaciones pasadas y no por las contemporáneas al
historiador. Con mayor atención al periodo colonial y años emancipación. La historia de la nación
arg. Culimnaba en 1862, momento en que se produce con victoria de Mitre en Pavón la unificación
del país bajo predominio de Bs. As. y que el volumen dedicado a Rosas se postergó por años por lo
conflictivo del período para aquietar las pasiones. En su mayoría las obras historiográficas
versaban sobre periodos no posteriores a los años 60 del S XIX, período al que luego tb apunto el
revisionismo.-

Ricardo Levene fue el máximo exponente de la historiografía liberal, cuya obra Ensayo histórico
sobre la revolución de mayo y mariano moreno de los años 20 fue el complemento de la obra de
Mitre en cuanto a canon de interpretación de periodo de independencia, y entronizar a la 3º figura
de los próceres. Fue autor de la tesis de que las indias no eran colonias, sino territorios
incorporados de forma directa y plena a la corona española, contribuyendo a la leyenda rosa de
una dominación española tolerante, guiada por voluntad civilizadora y evangelizadora y no por
ansias de riqueza. Destaca su perfil de abogado-historiador que pretende interpretar la historia a
través del derecho, exacerbando tendencia a visualizar conjunto del proceso histórico desde la
mirada de las clases dominantes y del aparato estatal.-

La Academia Nacional de la Historia fue el núcleo de la historiografía erudita, apoyada por poderes
públicos, encargada desde el estado de prestar las bases para la articulación del pasado y el
presente, con la historia como invitada de honor en la conformación de la argentinidad. Fue una
historiografía oficial que sufrió la acción del revisionismo desde los años 30 aunque sin perder
espacio académico, volviendo a ocupar espacio central dp de 1955. Con aparición de historia social
no implicó que esta historiografía tradicional perdiera posición frente a poderes públicos, como tb
el dominio de mayoría de cátedras universitarias. Recién pierde su predominio en lo académico y
en lo estatal dp de 1983 frente a las ctes modernizadoras.-

Revisionismo histórico

Nace paralelo a la Nueva Escuela, pasando por diferentes etapas. Hasta la década del 30´ y 40´ la
historiografía liberal era hegemónica, las pocas críticas que aparecían eran más bien una
reivindicación “espiritualista” frente al materialismo y la mercantilización, pero no un ataque a los
fundamentos económicos y políticos del modelo. Todavía no había una visión alternativa
organizada.-
El estancamiento, la recesión, la primera Guerra Mundial, la crisis del 29, fueron todos sucesos que
pusieron en jaque la visión oficial que regía al momento.-
Campione asegura que hay dos corrientes revisionistas. No debe ser asociada solamente a quienes
reivindicaban la figura de Rosas y los caudillos. Hubo una parte de los que cuestionaban la antigua
historia oficial que venía desde la propia derecha. Este grupo estaba vinculado a sectores
conservadores de la burguesía, sobre todo la vinculada a la propiedad de la tierra y cuestionaba,
entre otras, cosas la participación popular luego de la Ley Sáenz Peña, la figura de Hipólito
Yrigoyen y las concepciones del progreso de matriz iluminista, que según esa corriente no se
adapta al origen hispano-católico de nuestro país y visualizaba a lo extranjero como superior, más
avanzado. Lo que pretendía este sector, era buscar la “tradición nacional” y los mitos fundantes,
pero desde un punto diferente de la corriente liberal, es decir, con un vínculo ideológico al
pensamiento hispánico y católico, y no al liberalismo decimonónico francés y anglosajón.-
Además de antiliberal, esta corriente era antisocialista, ya que buscaba lo opuesto a una
revolución social, es decir, la restauración de las tradiciones y los valores abandonados, reivindicar
el orden jerárquico anterior a toda idea de igualación, con el predominio de una elite gobernante.
Los portadores de esta corriente empezaron a aparecer a mediados de la década del 20´ a través
de un periódico llamado La nueva República. Los principales expositores, a la cual podríamos
definir como nacionalista conservadora, fueron Ernesto Palacio y Julio Irazusta.-
Sin embargo existiría otro tipo de revisionismo al cual podríamos denominar como nacionalista
popular, siendo Arturo Jauretche uno de sus principales exponentes. Este revisionismo también
atacaba la tradición liberal, pero él pretendía un proyecto social y político diferente. Autores como
Atilio García Mellid veían a la ideología liberal como la responsable de todos los males de la
sociedad argentina. Luego un sector de los revisionistas defendería la política de Perón
comparándola con la de Juan Manuel de Rosas. Este era un recurso que pretendía legitimar el
presente en un pasado lejano.-
El revisionismo, como se observa, fue bastante heterogéneo. Nunca alcanzó hegemonía en el
terreno académico, en la educación pública y en el discurso oficial, salvo en el período 1973-1976.
Si puede decirse que tuvo mucho espacio en la divulgación y en los medios de comunicación. Otros
autores muy importantes de esta corriente fueron José María Rosa, Fermín Chávez, Raúl Scalabrini
Ortiz, Eduardo Luis Duhalde, Rodolfo Ortega Peña, Jorge Abelardo Ramos y Juan José Hernández
Arregui. Centraron su visión historiográfica en la crítica a la acción del capital británico, el
liberalismo económico y político de los próceres oficiales y en la defensa de la idea federal frente
al centralismo porteño y sobre todo en la reivindicación de la actuación de Juan Manuel de Rosas.
El gobierno de Rosas sería el eje desde el cual revisar la historia del país. Este caudillo encarnaba la
defensa de la soberanía nacional frente al extranjero y la capacidad de generar paz interna y orden
social a partir de la adhesión popular. Paralelamente se reivindica la figura de los caudillos del
interior (Quiroga, Peñaloza y Varela).-
FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) sería el espacio del cual saldrán dos
de los máximos representantes de la corriente revisionista: Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini
Ortiz. El primero hacía observaciones sobre la cultura y la sociedad argentina con fuerte ironía y
hasta por momentos humorística, no fue ni pretendió ser un historiador, pero su prosa con tono
coloquial fue muy eficiente. Scalabrini tuvo un análisis crítico a la política británica en Argentina.-
Campione demuestra que las herramientas teóricas y metodológicas del revisionismo eran
bastante precarias y había escaso manejo de las fuentes primarias y el rigor histórico era
cuestionable. El grueso de la producción se centraba en la historia-relato, basada en los hechos y
no en los procesos con la ilusión de establecer “lo que realmente ocurrió”. Se proponía un culto a
los nuevos héroes. La escuela no tuvo en su mayoría historiadores profesionales, estaban
excluidos de la Academia Nacional. Su institución madre fue el Instituto de Investigaciones
Históricas Juan Manuel de Rosas, siendo José María Rosa el que más aportará al desarrollo de este
lugar. Este historiador reivindicaba al Pueblo y la sabiduría popular, contra la oligarquía. Tendía a
invertir los relatos tradicionales proponiendo versiones alternativas con componentes
conspirativos y conjeturas forzadas.-
Una fuerte crítica que hace Campione a esta escuela es que ha vivido de la inversión de las
posiciones de la historia oficial, es decir, uno podría leer perfectamente la historiografía liberal
sin leer la revisionista, pero no puede hacer lo contrario. Esto significa que una vez desplazada y
deslegitimada la historiografía oficial, el revisionismo no pudo crear su propia hegemonía.-
Peronismo e historiografía
La llegada del peronismo al poder implicaría varios cambios en la historiografía, fuera revisionista
o no. Las bases peronistas se sentían identificadas con los caudillos federales, los defensores de
los gauchos y la plebe urbana de la época, contra la élite ilustrada apoyada por poderes externos.
El hombre común el pueblo anónimo, el descamisado, las masas, eran enaltecidas por la retórica
peronista. Lógicamente la historiografía liberal quedaba cuestionada por este cambio. Por eso se
dice que el peronismo estaba ligado tradición revisionista, pero no de una manera liberal ni
completa, sobre todo en sus inicios. Por ejemplo se siguió rindiendo homenaje al panteón liberal
poniéndole nombre a los ferrocarriles Urquiza, Mitre, Sarmiento y Roca, además de los
indiscutidos San Martín y Belgrano. Hubo cierta continuidad en las universidades, la cual seguía
ligada a la “Nueva escuela histórica”. Según Campione, Perón, siempre pragmático, prefirió no
incorporar el debate sobre el pasado a los conflictos del presente, por ello eludía pronunciarse
públicamente a favor de todos los planteos del revisionismo. Sin embargo, en términos generales,
los revisionistas adoptaron o aprovecharon una situación favorable desde el punto de vista
político. Se traza una línea San Martín-Rosas-Perón.-
Luego del derrocamiento de Perón, en los años 60´ y 70´, habría una fuerte movilización popular
y una apropiación por parte del peronismo, con su líder exiliado, de un revisionismo que enaltece
a las masas y la lucha popular. Claro que había matices, por ejemplo, Rodolfo Puiggrós y Ortega
Peña los cuales estaban claramente vinculados al peronismo, tenían una visión reticente de Rosas
al que consideraban representante de la oligarquía, destacando al federalismo antirrosista. Otro
rasgo era la “radicalización anti-intelectualista”, sobre todo la ligada a la izquierda que era
considerada un sirviente de la oligarquía.-
Con la llegada de la dictadura y la posterior reincorporación de la democracia, el revisionismo
habría perdido la batalla. Si bien la historiografía liberal había sido desplazada, la corriente
revisionista no había podido imponerse, no sólo por las flaquezas metodológicas y teóricas
expresadas, sino también porque no contaba con un sustento institucional y una red de apoyo
académico.-
El arribo de Menem al poder, volvió a colocar al peronismo en el gobierno, pero no sus políticas ni
su doctrina, de hecho, trabajó en políticas que el propio revisionismo identificaba como
entreguistas y cipayas.-
El predominio que el revisionismo había logrado sobre el gran público se fue diluyendo. Lo
reemplazó la diversa producción de Félix Luna, el auge de biografías y el esplendor de la novela
histórica. Pensadores de orientación nacional-popular como Horacio González, Alcira Argumedo y
Norberto Galasso, ya no parecen estar volcados a las temáticas de la época de oro de los 60´ y 70´.
El revisionismo no está ni estuvo en posición de reivindicar la legitimidad, no parece haber
expectativas para un recambio y todo indica que se dirige a una progresiva extinción, dice
Campione.-

Nueva historia o Historia social


Es una cte historiográfica de tipo académica no subordinada a la visión liberal, crítica de los
métodos y la cosmovisión de la N.E.H. Se dio a través del centro de estudios de historia social y la
cátedra de historia social dirigida por José Luis Romero en la UBA, quien fue nombrado rector de la
UBA en el momento de producirse la revolución libertadora, momento fundacional de esta cte.-
La preocupación estaba en incorporar los aspectos económicos, sociales y culturales al análisis
historiográfico que hasta ese momento se había centrado en lo político. Conceptos como “Historia
total”, “larga duración”, “estructura” y “coyuntura” aparecen en esta etapa, como tb se construye
un discurso más analítico que narrativo. Se encuadra a la historia dentro de las ciencias sociales.
En términos ideológicos esta corriente parece adecuarse muy bien a la época desarrollista que
vivía la región. No llegan a transformar radicalmente la perspectiva ideológica desde la que se
había constituido la historiografía liberal, tampoco está vinculado el marxismo. Es un ideario
liberal democrático. Sus principales exponentes son José Luis Romero, Gino Germani, Tulio
Halperín Donghi, José C. Chiaramonte, Haydée Gorostegui, Alberto Pla, Roberto Cortés Conde.-

En su período inicial de actuación (1955-1966) no logró ser hegemónica, viendo truncada sus
posibilidades de proyección a partir del 66, al menos en el terreno universitario sí logró convertirse
en predominante a partir de 1984. Esta nueva etapa trajo nuevos autores muchos de ellos
exiliados, como Hilda Sábato, Luis Alberto Romero (hijo de José Luis), Enrique Tandeter, José
Burucuá, Fernando Devoto, Juan Carlos Korol, entre otros. Chiaramonte regresará al país a
diferencia de Halperin Donghi y pasará a dirigir el Instituto e Historia Argentina y Aca de la UBA.-
Después de la dictadura militar del 76 hubo un intento de “despolitización” de la historia,
procurando dejar afuera toda impregnación de tipo marxista, no es que se fuera antimarxista,
pero se procuraba no usar interpretaciones integrales que fueran explicadas desde un marxismo
dogmático. La escuela de annales fue tomada como modelo por la historia social. Se abría pasó a
una visión no conflictiva del presente, al menos, no ligada a la lucha de clases.-
Dp de 1983 la asignatura historia social gral fue restituida y vuelta a ubicar en un lugar central en
el plan de estudios de la UBA, y puesta bajo la titularidad de Luis Alberto Romero. Buscan formar
una imagen del trabajo del historiador caracterizado por el rigor y el compromiso. Se empeñan en
un proceso de acentuada profesionalización de la carrera de Historia, con la regularización de sus
cátedras y plan de estudios y de la tarea del investigador. Muy común fueron las jornadas
interescuelas departamentos de historia, consideradas por Romero como elemento clave en la
hegemonía historiográfica predominante desde el retorno a la democracia. Se dio un importante
proceso de rigidez de la vida académica. Todo convergía hacia la constitución de una comunidad
de historiadores unificada, con sus mecanismos de control académico y cooptación de los más
capaces, y bajo el 2º control de los historiadores sociales.-
Este abandono de la politización llevaba a tomar asuntos que antes habían sido soslayados o poco
valorados por la historiografía anterior, convirtiéndolos en temas por excelencia, como la
convivencia cotidiana, la vivienda, las fiestas populares, las cuestiones relacionadas con el sexo y el
cuerpo, la niñez, la muerte, etc., con el riesgo de que los procesos históricos queden disueltos en
un sinnúmero de enfoques “micro” que no se articulan a fin de comprender la totalidad, e incluso
que las clases sociales con el afán de quitarles su centralidad en el análisis histórico, desaparezcan
casi por completo. Tiende a predominar un enfoque empirista, desligado de la discusión teórica.
El estudio de caso es una de las principales estrategias elegidas. Deja de lado la síntesis y la
integración de esos resultados. En cambio se valoriza el relevamiento más detallado del objeto de
estudio, volviéndose una y otra vez sobre ello. En esta segunda etapa de los 80 y 90, la tendencia
es al trabajo breve y de poca elaboración, circulación rápida entre expertos, publicación en
revistas, todo responde a la cultura del “paper” académico. Los nuevos clásicos de esta escuela
historiográfica siguen siendo obras de los hombres de la camada anterior como Botana, Halperin
Donghi, Gallo. Incluso, hay casos en que las obras más consideradas son de autores extranjeros
como Rock para el radicalismo. Sus principales modelos a seguir en Europa serán Duby, Braudel,
Hobsbawn, entre otros. Campione no es claro a la hora de explicar la ideología política de esta
corriente. Desde mi punto de vista podríamos decir que era una escuela afín al radicalismo, muy
crítica al peronismo, que no condena al capitalismo, pero pretende colocarle límites desde el
estado. Se muestran como “despolitizados”. Campione muy crítico con esta corriente por no
dedicarse con la debida intensidad al período de la última dictadura militar. Sostiene que se asiste
a la formación de un campo intelectual de amplio desarrollo, con sus propias reglas, división
interna del trabajo que lleva casi dos décadas de formación y funcionamiento, no se trata de
historiadores individuales, sino de una cte de un nivel de autoconciencia, organicidad, inserción
académica y diversificación en su accionar difícil de igualar en otros campos de las cs sociales en
nto país. Donde el gradual agotamiento de otras ctes anteriores la ha dejado virtualmente como
dueña de todo el espacio. Muy cuestionada desde la izquierda.-

Historiografía e izquierda
Nunca fue historia oficial
En la Argentina la historiografía marxista casi siempre tuvo un lugar marginal. Hay que tener en
cuenta que en nuestro país las universidades argentinas fueron más comunes las designaciones
discrecionales que por concurso, la censura y persecución que la libertad de cátedra. Siempre
hubo irrupciones del poder político ante la autonomía universitaria. La izquierda quedaba en una
posición de debilidad en el debate liberal-revisionista. No llegó nunca a configurar una escuela
articulada en el país, estando representada por una serie de autores individuales y con enfoques
divergentes entre sí. Entre los principales historiadores está Rodolfo Puiggrós. Éste representó a
partir del 46 el entronque del marxismo con una visión nacional-popular que reivindicaba
activamente al peronismo, viéndolo como un paso hacia la consumación de la Revolución
socialista, o sea, era un adherente al peronismo, aunque ello no le impidió mantenerse en el
terreno del marxismo y los objetivos anticapitalistas.-
Hubo otra línea de historiografía de inspiración marxista, llamada la “izquierda nacional” que venía
del trotskismo argentino. Tiene como antecedente a Liborio Justo, en los años 30, su principal
postura es que Argentina era un país semicolonial, que necesitaba de una Revolución agraria para
dar paso a la lucha por el socialismo. Esta línea (Liberio, Justo, Norberto Galasso, Enrique Rivera)
veía Rosas como un oligarca y terrateniente porteño, más ligado al mitrismo que a los caudillos
del interior. El autor más conocido de la corriente de izquierda nacional fue Jorge Abelardo Ramos.
También quería transformar al peronismo desde adentro y rechazaba los marxistas antiperonistas
de la izquierda tradicional. Campione le niega rigurosidad y preocupación por la investigación, cree
que lo que más hizo fue utilizar el pasado como arma al servicio de la discusión del presente.
Luego Ramos sería un furioso opositor al peronismo.-
Otro gran exponente de la izquierda nacional fue Juan José Hernández Arregui, para campione fue
el más inteligente y formado. Nunca formó parte de los emprendimientos políticos de la izquierda,
sólo ideológica.-
Milcíades Peña representa un pensamiento marxista que se resiste a toda concesión al
nacionalismo popular. Desarrolló una línea de crítica a la burguesía, porque la considera inapta
para desarrollar una transformación democrático burguesa, incluyendo al peronismo en esta
incapacidad y a la clase obrera que en él se enrolaba. Desarrolla la línea de la historia económica y
social sin abandonar la historia política. Emprende una investigación propia sin adscribirse ni a la
historia oficial ni a su impugnación revisionista. Buscaba cruzar la historia con las disciplinas de las
cs sociales, pcpalmente la sociología y economía. La lucha contra todo intento de instalar una
burguesía nacional, potencial aliada a los trabajadores en una revolución nacional contra el
imperialismo, fue uno de sus leit motivs. Veía la historia desde arriba centrado en las clases
dominantes.-
La década de los 60´ y 70´ trajo una creciente politización y radicalización de la sociedad argentina.
Las miradas se la llevan a China, Cuba, Argelia y Vietnam.-
Una figura sobresaliente inspirada en el marxismo fue la de Osvaldo Bayer, muy elogiado por
Campione. Destaca la calidad de su trabajo, la coherencia, la ética. Escribió sobre el movimiento
anarquista en Argentina, la Patagonia Trágica, Severino Di Giovanni, entre otros temas.-
Campione lo pone a Rodolfo Walsh dentro de esta corriente y como parte integrante de la llamada
resistencia peronista.-
La historiografía producida en el ámbito de los partidos de izquierda
Varios líderes del partido socialista como Juan B justo, Alfredo Palacios, Nicolás Repetto y Américo
Ghioldi escribieron sobre la historia argentina, pero en un tono poco diferenciado de la
historiografía liberal, con una intención más doctrinaria y divulgativa que de investigación. Un
poco más contemporáneos, José Aricó y Juan Carlos Portantiero, ambos no historiadores de
profesión, pero con antecedentes de trabajo sobre hist arg, se reinsertaron o aproximaron a las
estructuras del socialismo.-
Rodolfo Ghioldi por ejemplo, parte de la existencia de una oligarquía latifundista, de raíces
feudales que había obstaculizado el proceso del capitalismo, para asociarse luego al capital
imperialista. De esta manera se hacía necesaria una Revolución democrática, agraria y
antiimperialista, con vistas al socialismo.-
José Ingenieros planteaba dicotomicamente la existencia de fuerzas portadoras del progreso y
otras reaccionarias.-
Otros autores mencionados son Ponce, Agosti, Juan José Real, Rodolfo Puiggrós, Álvaro Yunque,
Ernesto Giudici y Ricardo Ortiz, a quién Campione le atribuye un trabajo muy valioso sobre la
historia económica Argentina.-
En sí la historiografía del partido comunista se basó la interpretación sobre la estructura social
Argentina, el carácter semifeudal de nuestra formación social y las influencias positivistas y
liberales que habían permeado en las corrientes socialistas de nuestro país. El gran problema de
Argentina no era el capitalismo sino la falta de él. Durante más de un siglo las luchas de nuestro
país habían pasado en el enfrentamiento entre los partidarios de un desarrollo capitalista libre de
trabas (Moreno, Rivadavia, Mitre, Sarmiento) y los terratenientes portadores del feudalismo
(Caudillos, Rosas, Roca, etc).-
Hubo una fractura entre el partido comunista tradicional y los adherentes a los movimientos
populares de los años 70 vinculados al peronismo. La historiografía del partido comunista estaba
dirigida a sus militantes, sin la posibilidad de ser tomado en cuenta por otros historiadores y por el
público en general. No ha tenido trabajos serios en los últimos 20 años dice Campione.-
Las fuerzas de izquierda escribiendo su propia historia
Fuera del ámbito académico, existe una tradición de historias de partido, escritas por dirigentes y
militantes, que asumen los estudios históricos como parte de una labor política más gral- Entr ellos
se menciona a algunos autores como Jacinto Oddone, Américo Ghioldi, Codovilla, Abelardo
Ramos, entre otros, los cuales se dedicaron a escribir la historia de su propio partido o de la
izquierda en general en nuestro país.-
La historiografía de izquierda en los ámbitos profesionalizados
El autor dice que la historiografía marxista tiene un problema y es que ha sido siempre vinculada a
una actitud militante, por ello marginada por parte de la academia, la cual no acostumbra
comentar sus trabajos, incluirlos en las orientaciones bibliográficas, ni reconocer sus aportes a la
disciplina.-
Los historiadores de izquierda están caracterizados por tener cierta dispersión y a veces
superposición de actividades. Cada uno tiene su revista, su centro de estudios, convoca a sus
propias jornadas, encuentros, organiza cátedras libres, etc. No parece haber una estrategia
organizada, una política articulada que oponer a las que cuentan con el visto bueno de los poderes
existentes. Un raso en común que tienen estos grupos e historiadores individuales es la elección
predominante de tema y época: la historia de las clases subalternas y de las expresiones de
izquierda en lo pco y cultural, con preeminencia de los años recientes, es decir se introducen en
cuestiones que son eludidas por la historiografía hegemónica, centrándose sobre todo en las
clases y sus luchas como factor explicativo central en el proceso histórico. No son considerados cte
o campo determinado.-

La divulgación histórica
El autor asegura que la escritura de la historia tiene un público mucho más amplio que el ofrecido
por los especialistas y estudiosos. A este público se dedican algunos pocos historiadores rigurosos,
pero sobre todo historiadores aficionados, periodistas y narradores. En Argentina la tradición de
la divulgación nace en los años 30 y 40. Manuel Gálvez con sus biografías noveladas y novelas
históricas perteneció este género teniendo una gran popularidad y constituyendo una buena
manera de difundir su revisionismo. Las novelas de Eduardo Gutiérrez y José Mármol pueden
responder a esta corriente, también las novelas de Mitre y Vicente Fidel López, pero es Gálvez
quien llega a un público verdaderamente amplio. La revista Billiken alcanzaba a niños y
adolescentes hasta los años 70´ y 80´. La academia por su parte hacia una divulgación pero no
escrita, sino en conferencias. En los años 60´ Félix Luna con su revista Todo es historia da origen a
una línea de divulgación revisionista, reivindicó el peronismo sin definirse peronista, y al
radicalismo de la misma manera. La revista se vendía en kioscos de diarios y pasaron por ella las
más variadas tendencias.-
El objetivo de la divulgación parece ser la de disputar con la hegemonía académica liberal, pero no
en un ámbito cerrado sino orientado hacia el gran público. Muchas obras de divulgación
generaron el interés por escritores y textos académicos como los de José María Rosa y la de Jorge
Abelardo Ramos. Los años 60´ son los años del surgimiento de la literatura social, política y
económica (Historia social), por lo cual varias obras de divulgación tenían está tendencia. La
izquierda por su parte también aprovechó este auge aunque su alcance era más bien de la
militancia. En los años 80´ la editorial Hyspamerica lanzó la revista Historia y política con ediciones
baratas de clásicos de la historia. El Diario Clarín con el advenimiento de la democracia lanzó el
libro de Luis A. Romero Historia Argentina. Luego su hijo lanzará Breve historia Argentina. Otros
historiadores como Hilda Sábato, Fernando Devoto, entre otros, empezaron a aparecer en los
diarios.-
Otra forma de divulgación era publicar en editoriales más baratas. Actualmente se considera
divulgación a la circulación de videos, páginas web y televisión por cable. En los años 90´
proliferaron las novelas históricas claramente inscriptos en una operación de mercado de las
grandes editoriales, fabricación en serie y una calidad literaria baja. Se tratan de libros de
acercamiento a la historia basados en anécdotas superficiales, historia de alcoba y demás
banalidades.-

Sobre perspectivas futuras. A modo de conclusión


Todo parece indicar que la historiografía argentina continuará hegemonizada por los grupos de
historiadores que hoy mantienen el predominio luego del retorno de la democracia, los cuales
giran en las universidades tanto públicas como privadas. También es de esperar que la divulgación
se mantenga como hasta ahora y las editoriales sigan lanzando libros baratos, al igual que la
izquierda no logre organizarse en un programa de acción.-
Campione propone una serie de aspectos a considerar para el futuro:
● Terminar con la dicotomía entre historiografía profesional y académica y la historiografía
militante de partido. Hay que articularlas.
● Superar el pensamiento de “becario” el cual busca hacer publicaciones para engrosar un
currículum, y no tener un impacto social.
● Terminar con los “próceres” académicos.
● Pensar en un proyecto social de transformación del presente dejando de lado la
despolitización propuesta por la hegemonía actual.
● Trabajar en la historia de las clases subalternas. No reproducir el enfoque “desde arriba”,
rescatar las luchas obreras y populares tanto de alcance nacional como regional.
● Desarrollar una crítica integral a la corriente hegemónica y proponer alternativas
superadoras. No denunciar para dar vuelta las interpretaciones.
● Revalorizar el compromiso militante con una cosmovisión anticapitalista, antiimperialista y
emancipadora con tendencia de izquierda.
● Generar investigaciones que promuevan el surgimiento de militantes sociales, sin caer en
la historia para historiadores ni en la divulgación superflua y banal.
Para lograr todo esto se necesitan historiadores de tiempo completo, pero también militantes que
con vocación y honestidad intelectual generen nuevas investigaciones sin depender de los
auspicios del establishments.-

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