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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ


ESTUDIOS GENERALES LETRAS

TRABAJO INDIVIDUAL

Título: Causas sociales del pandillaje como modelo de identidad para los
adolescentes de Lima durante los últimos veinte años

Nombre: Joseph Luis Contreras Coronado

Tipo de evaluación: -

Curso: Taller de Escritura e Interpretación de Textos

Horario: 0142

Comisión:

Profesor: Javier Pizarro

Jefe de Práctica: -

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SEMESTRE 2016-1

I. Tema delimitado
Causas sociales del pandillaje como modelo de identidad para los adolescentes de
Lima durante los últimos veinte años

II. Esquema de redacción


1. Causas sociales internas
1.1 La familia
1.2 Sentimiento de abandono
1.3 Búsqueda de identidad y modelos de vida
2. Causas sociales externas
2.1 La escuela
2.2 Los medios de comunicación
2.3 El gobierno

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Causas sociales del pandillaje como modelo de identidad para los adolescentes de Lima
durante los últimos veinte años

Uno de los problemas más alarmantes de la sociedad limeña durante los últimos veinte años
ha sido la delincuencia en sus diferentes formas. Una de ellas es el pandillaje y es tan común
que solo basta con ver en los titulares de las noticias o caminar unas cuadras en los distintos
distritos de Lima para toparse con algún grupo de pandilleros que atenta contra la seguridad
ciudadana. Generalmente, las personas se centran en las consecuencias que el grupo de
pandilleros de los alrededores puedan traerles para su vida o en las reformas que se puedan
implementar para solucionar esta problemática desde su posición de autoridad pública; sin
embargo, no se puede esperar llegar a comprender un tema tan dinámico y complejo como la
identificación con los grupos pandilleros sin hacer un estudio apropiado de sus causas. Con
ese fin, a continuación, se explicarán las causas sociales más relevantes dentro de la sociedad
limeña, para lo que se han separado las causas sociales en internas y externas tomando como
punto de referencia al sujeto.

En principio, se podría pensar que la integración de adolescentes a pandillas se debe


exclusivamente a los deseos de pertenencia; por el contrario, Vargas, en base a sus
interacciones con pandilleros de Barranco, explica que, más allá de la intencionalidad, estos
jóvenes son empujados a las pandillas por distintos factores sociales y entre ellos destaca la
frágil estructura familiar (2002: 17). Lo que más caracteriza a los jóvenes que buscan
integrarse a una pandilla son sus familias desestructuradas, las cuales no ofrecen las
posibilidades para un correcto desarrollo personal y obligan al adolescente a buscar una
construcción de vínculos con la calle antes que el hogar, puesto que este no encuentra
compresión ni una mejoría en el entorno familiar; lo que conlleva a que se encuentre con una
realidad que no es de su agrado; por ende, trata de escapar de ella.

Ahora que se tiene un panorama con respecto a la situación familiar de esos jóvenes es
fundamental definir qué significa la familia cuando se hace referencia a ella. Esta puede
definirse como la primera institución de socialización en la que se forma la identidad de las
personas (Valdivia 2013: 12). Sin embargo, gran parte de las familias de Lima no llega a
cumplir su principal función socializadora con el adolescente debido a problemas económicos
que dificultan su sostenibilidad. Estos jóvenes prefieren pasar más tiempo fuera de casa para
tratar de evitar lidiar con la pobreza, la cual, a su vez, origina otros problemas en el entorno
familiar que pueden ser los siguientes: conflictos entre los padres, escasa educación, mala

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alimentación y la falta de tiempo y atención de los padres por sus horas laborales. Por ello, es
entendible que la integración a los grupos pandilleros sea vista como una oportunidad de
conseguir dinero mediante acciones ilícitas como el robo (Llanos, 2004: 10); sin embargo, la
simple necesidad de conseguir dinero o recursos para la supervivencia no destina a los
adolescentes inevitablemente al deseo de pertenecer a una pandilla, aunque existen otros
factores familiares más profundos no necesariamente dependientes de la situación económica
que sí determinan la búsqueda de pertenencia a un grupo de esta índole.

Uno de esos factores es la relación entre los padres e hijos durante la formación del
adolescente como persona. El tipo de familias de estos muchachos puede dividirse en dos:
patriarcales o matriarcales. El primer tipo presenta al padre como la máxima autoridad dentro
del hogar y tiene el poder para castigar a su esposa e hijos; en el segundo tipo, se tiene como
máxima autoridad a la madre, ya que la figura paternal está ausente en la familia por la
separación o abandono del hogar. Además, en la medida de que la madre está fuera del hogar,
los hijos, especialmente los varones, adquieren mayor libertad para socializar en las calles
(Santos 2002: 94). El modelo de crianza predominante en el modelo familiar de los
pandilleros es estrictamente vertical, distante y violento. Este tipo de crianza se verá reflejada
más adelante en otros espacios fundamentales de socialización dentro de la sociedad peruana
en general. Por esta razón, se crea una barrera entre los padres y los hijos que genera una falta
de comunicación, lo que da pie a un sentimiento de abandono.

Este sentimiento en los adolescentes sirve de impulso para buscar a sus iguales, es decir, a
individuos que compartan su mismo sentir. Desde la perspectiva de Munar, Verhoeven y
Vernales, en base a las investigaciones del instituto EDUCA, “estos chicos a menudo se
quejan de que sus padres no los orientan y se sienten un poco abandonados […].Les gustaría
que ocupen más tiempo de ellos” (2003: 137). Este sentimiento ocasiona la ausencia de un
modelo de identidad, debido a que los padres no pasan el tiempo debido en casa o que estos
realicen acciones que los desacreditan antes sus hijos, los cuales no se identifican con ellos;
inclusive, buscan ser lo contrario a lo que ellos simbolizan. Como consecuencia, los jóvenes
desde pequeños buscan en las calles lo que no se les proporcionó en sus familias.

Por otro lado, este sentimiento de abandono, así como los problemas familiares, generan que
los adolescentes reemplacen a su familia por la calle. Según Martín Santos, “los pandilleros
hicieron de las calles su hábitat natural, las que se convirtieron en un espacio central de su
socialización” (2002: 96). Hay que dejar en claro que solo una parte de los jóvenes que habita

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en las calles llega a ingresar a las pandillas, puesto que el resto de ellos dedican su tiempo a
otras actividades como el trabajo infantil o la drogadicción. Esto quiere decir que si un
adolescente emplea gran parte de su tiempo socializando en la calle, no necesariamente
implica su identificación con un grupo pandillero, aunque no está de más recalcar que la
influencia de las calles tiene gran repercusión en la visión adolescente sobre sociedad.

Sin embargo, un factor que sí es determinante y tiene relación directa con la fragilidad de la
estructura familiar es la formación de la identidad. El significado de la identidad “se puede
entender como ‘la concepción que el sujeto construye en determinadas fases de su
experiencia, sobretodo en aquel tipo de ocasiones (nuevas, diversas, de ruptura, de paso) que
imponen una estructuración de los esquemas cognitivos en relación a los nuevos
acontecimientos en curso’ (Amerio Ghiglione, 1986: 617)” (Costa, Pérez y Tropea, 1996: 74).
En otras palabras, el significado personal que el sujeto le da a la secuencia de las experiencias
de vida determinan la conducta, metas y sentimientos. Cuando un niño o adolescente se siente
identificado con el modelo de pandillero es porque él se ve a sí mismo como uno
implícitamente, debido a que le ha dado un significado personalizado a cada acontecimiento
de su vida, lo cual le hacen sentir una cercanía a los grupos pandilleros. Algo muy similar
ocurre con las barras bravas, pero en este caso los jóvenes barristas se identifican con una
agrupación más grande: los equipos de futbol.

Asimismo, tiene cabida el factor de los modelos de vida. Jorge Thieroldt Llanos, en las
conclusiones destacadas en un taller con barristas del Comando Sur (barra brava del equipo de
Alianza Lima), los cuales son casi equivalentes a los pandilleros, menciona a diversos
personajes que esos muchachos consideran como modelos y anti modelos de su vida. En este
caso, se pone a prueba la identificación del adolescente no con un pandillero como modelo de
identidad, sino con un personaje de reconocimiento nacional con una influencia mucho
mayor. Entre los modelos resaltaron tres: César Hildebrant, porque denuncia los abusos y
corrupciones; Augusto Ferrando, porque ayuda a los demás; y Federico Salazar por su
carisma. Mientras que en los anti modelos resaltan personas como Alberto Fujimori, Alan
García, Mario Vargas Llosa y Abimael Guzmán, debido a que estos personajes son
evidenciados como desleales, corruptos, mentirosos y alejados del pueblo, características que
van en contra del sentir entre los miembros de la pandilla (Thieroldt 1998: 154). Este factor es
importante porque tiene un carácter interno-externo, ya que muestra los personajes que la
sociedad presenta como modelos (factor exterior) y la forma en que los adolescentes faltos de
identidad tienen una concepción de ellos (factor interior).

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El diario Perú21 da una muestra de las causas interiores anteriormente mencionadas en el
siguiente testimonio:

Me metí en las pandillas a los 11 años buscando una identidad. Vivía con mis padres, pero mi papá
solo resaltaba mis errores y mi mamá era muy blanda. En la pandilla yo me sentía bien […], andaba
siempre con algún tipo de arma y hacía que los demás me respetaran: armaba pleito en la calle,
tiraba piedras y robaba celulares y carteras. A los 13 años abandoné el colegio. Quería ser como
mis amigos de la calle, tener una moto y plata fácil y, por eso, cada vez me fui metiendo más en la
delincuencia […].

Esta testificación del 2015 corresponde a un ex pandillero del El Agustino conocido como
“Tribi” que en ese entonces tenía 21 años y, actualmente, es padre. Su historia funciona como
referencia general de la vida pandillera de muchos adolescentes, los cuales, según un estudio
de la PNP del 2011, se calculó que habían 24 000 jóvenes en más de 400 grupos de
pandilleros entre Lima y Callao. Este es un claro ejemplo de la importancia de la formación
de la identidad del adolescente y todos los acontecimientos que influyen para que una persona
se sienta cada vez más identificada con una pandilla.

Ahora, uno de los principales factores sociales externos es la escuela, la cual no cumple
totalmente su principal función. Para Villegas, “la función de la escuela es brindar las
condiciones para la formación intelectual, social y vocacional de niños y adolescentes”
(2005:79). A nivel nacional se evidencia una crisis del sistema educativo que se agudiza,
sobre todo, en las escuelas estatales. La visión del alumnado se trastorna y la escuela se
vuelve un lugar rechazado por la mayoría de los adolescentes debido a la poca atención y
valorización que se le da a cada uno de los escolares. Así, es como la segunda institución
fundamental de socialización no cumple con rol haciendo que los colegiales eludan la escuela
y falten constantemente a sus clases por buscar un espacio donde sienten mayor acogida: la
calle. Se vuelve a repetir el mismo error que en la familia, los adolescentes salen a las calles y
una parte de ellos se integra a las pandillas como una especie de válvula de escape. Según el
INEI, desde el 2005 hasta el 2014 el número de faltas ha disminuido; sin embargo, aún
persiste casi un 28% de adolescentes que evade la escuela.

Por otro lado, las consecuencias emocionales de no terminar la escuela es una causa más de la
integración de adolescentes a las pandillas. La escuela, según las ideas de Villegas, es “un
medio importante para la inserción del joven en la vida adulta a través de la
profesionalización educativa” (2005:79). Para muchas personas, especialmente para los

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sectores populares y con problemas económicos (factor social interno ya mencionado), la
educación adquiere gran importancia porque significa “ser considerado alguien dentro del
sistema” (Munar, Verhoven y Sernales 2004: 166). Lo anterior quiere decir que la educación
es interpretada como un medio para llegar a adquirir un papel importante en la vida que
implica ganar dinero, poder y un status más elevado. En ese contexto, “para los expulsados o
desertores escolares, el no haber terminado la secundaria significa un trauma […], el joven ve
truncadas sus expectativas de éxito” (Villegas 2005: 80). Esta frustración afecta a la
construcción de su identidad, lo cual puede llegar a ser determinante para la adopción de una
vida dentro de una pandilla.

En adición, existe un ambiente violento a nivel nacional a causa de los diversos medios de
comunicación que influyen en la identidad de los adolescentes. La televisión nacional es el
medio de comunicación más empleado por la sociedad limeña y, también, es el más violento,
debido a que en su mayoría tiene programas televisivos llenos de violencia de cualquier tipo
como insultos, ofensas, discriminación, burlas y agresiones físicas. También, está presente la
violencia periodística característica de los periódicos populares en los que los titulares y las
mismas noticias lo único que hacen es violentizar a la sociedad. Además, las redes sociales y
el internet se han convertido en un espacio propicio para la exposición de la vida personal,
que suponen nuevas formas de violencia. Todos estos medios predisponen la violentización
de la sociedad, hecho que afecta directamente a la identidad de los niños y jóvenes.

Por último, un destacado factor externo responsable de los problemas de identidad, que hacen
que el adolescente se integre a las pandillas, es el Gobierno, entendido como el conjunto de
los poderes del Estado, cuya función esencial es velar por la seguridad y bienestar de cada uno
de los ciudadanos. En los últimos veinte años ha habido distintos mandatarios que han tomado
distintas decisiones, las cuales son discutibles de calificarlas como apropiadas o inapropiadas,
pero lo que sí es indiscutible es que cada una de las decisiones tomadas a nivel nacional afectó
a la sociedad limeña transformando la mentalidad de los ciudadanos, en especial la de los
niños y adolescentes, ya que estos están en un proceso de formación en el que están tratando
de construir una imagen de sí mismos y del mundo que los rodea, mientras que los adultos
presentan un forma de pensar ya formada.

Los dos últimos gobiernos peruanos del siglo XX tomaron decisiones políticas que desataron
diferentes reacciones en la sociedad, especialmente en los sectores más populares. En primer
lugar, la hiperinflación que se desató en el mandato de Alan García Pérez produjo una

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profunda crisis económica en 1988 lo que produjo un fuerte individualismo y cambió el
enfoque de la población hacia la supervivencia (Burt 2009:321). Este suceso es causante de
los problemas económicos de muchas familias y el descuido de los padres con hijos por la
necesidad de buscar recursos para la subsistencia familiar. En segundo lugar, el régimen del
presidente Alberto Fujimori que logró remediar la crisis económica anterior, difundió una
dinámica de violencia multidireccional en el que los ciudadanos se encontraban indefensos
entre dos frentes autoritarios: el Estado y Sendero Luminoso (Burt 2009: 322- 330).Se
produjo una violencia y un miedo generalizado que afectó a cada una de las personas, puesto
que les causó una severa frustración al sentirse desprotegidos e incomprendidos en su propia
tierra. Estos dos gobiernos ocasionaron un problema de identificación en el que muchos
adolescentes solo atinaron a integrarse con distintos grupos sociales como las barras bravas o
pandillas, las cuales representan una forma de desahogar toda esa frustración causada por
factores externos e independientes a los adolescentes.

En los años posteriores hasta el día de hoy, ningún gobierno se ha enfocado en este problema
social. En lugar de eso, se han enfocado en sus propios intereses, mientras que las exigencias
de la población en general y, en mayor grado, de los adolescentes no han sido atendidas. Así
como explica Alberto Vergara “si quieres que un político preste oídos a una propuesta […],
ella debe ser breve, simple, barata y popular. Si quieres que sea difícil que le entusiasme,
preséntale una larga, complicada, cara y controversial. (2013: 207); es decir, los políticos de
los últimos años no prestan la debida atención a las propuestas que, aunque sean más
complicadas de ejecutar, podrían realizar una mejora para la sociedad. Entonces, los
mandatarios del Gobierno no cumplen con velar por el bienestar y los intereses de todos los
ciudadanos. Esta institución incumple su principal labor, lo que desata una sensación de
insatisfacción y descontento poblacional que afecta principalmente al proceso de identidad del
adolescente.

En conclusión se puede entender que el pandillaje tomado como modelo de identidad para los
adolescentes dentro de Lima en los últimos veinte años es debido, por un lado, al fracaso de
las instituciones fundamentales en sus principales funciones dirigida a la correcta formación
del sujeto adolescente y, por otro lado, al ambiente violento que la realidad de su sociedad lo
sumerge. Muchas veces la familia fracasa como principal institución de socialización debido a
los problemas económicos e interpersonales, los cuales causan un sentimiento de abandono
que desorienta al adolescente en su inestable búsqueda de identidad y en la concepción que
tiene sobre los personajes que la sociedad le presenta. Asimismo, la escuela y su ineficiencia

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como organización formativa representa una institución de rechazo para el adolescente; por
ende, el joven no encuentra su inserción en la sociedad, hecho que lo empuja a buscar a
identificarse con un grupo que sí lo hace sentir acogido. Además, la propagación de la
violencia en la sociedad mediante los medios de comunicación y el Gobierno empujan al
adolescente a tratar de interiorizar esa violencia percibida, para que, más adelante, llegue a
manifestarla con otras personas que también buscan hacerlo. Es así como el grupo de
pandilleros logra ser un grupo considero como buena alternativa para las necesidades sociales
de los adolescentes. Si una sociedad empuja socialmente a los adolescentes, quienes son el
futuro del país, a identificarse con grupos violentos como las pandillas, no puede esperar un
desarrollo real, ya que los únicos que pueden acotar una mejoría para la sociedad en general
son los jóvenes; sin embargo, las personas que exigen una mejora son las mismas que
estancan a las futuras generaciones capaces de lograr esa mejoría. Lamentablemente, si los
ciudadanos limeños no toman conciencia de esta situación que involucra desde las
instituciones más básicas a las más generales, no se podrá solucionar esta problemática, aún
con todas las legislaciones que se puedan implementar.

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