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Como dijo Oscar Wilde: “No quiero estar a la merced de mis emociones. Quiero usarlos,
disfrutarlos y dominarlos ".
Algunas personas creen que, si liberamos todas nuestras emociones, la divulgación completa
nos traerá paz, estaremos bien. Otros piensan que suprimirlas es el camino a seguir. Si no les
dejamos espacio, las emociones no pueden conquistarnos.
Ese es el problema con las emociones: cuanto más tratamos de controlarlas, más fallamos
en manejarlas de manera efectiva.
Cuando tus emociones se salen de control, ¿te escapás de ellas? ¿O las enfrentás?
Las emociones son una señal. Evitarlas significa ignorar un mensaje significativo de nuestro
cerebro. Sin embargo, ser dueño de tus emociones no significa permitir que corran libres,
dejar salir un poco de presión, no va a impedir que explotes.
La supresión emocional, por otro lado, puede dañar nuestro bienestar mental y físico.
Se le pidió a un subgrupo “de boxeadores” que enmascararan sus emociones. En
comparación con aquellos que no lo hicieron, los que reprimieron sus emociones
experimentaron picos en la presión arterial y la distracción. Además, las personas sintieron
menos simpatía y menos positividad hacia aquellos que reprimieron sus emociones.
Este estudio es uno de los muchos que demuestran que al " enmascarar " nuestros
sentimientos internos, somos incapaces de reparar nuestros estados de ánimo
negativos. Suprimir nuestras emociones daña nuestra memoria y aumenta el estrés.
La regulación emocional no significa controlar cómo nos sentimos, significa no dejar que
nuestras emociones definan nuestro comportamiento.
Además, hay un gran malentendido o desconexión entre las consecuencias de suprimir las
emociones.
Por ejemplo, las madres estadounidenses quieren que sus hijos tengan éxito, mientras que
las madres chinas priorizan la disciplina.
Un experimento sobre el rendimiento de las pruebas entre los niños mostró que las madres
estadounidenses se enfocan en brindar retroalimentación positiva a sus hijos: “¡Son tan
inteligentes!”. Las madres chinas, por otro lado, brindan retroalimentación sobre los
aspectos cognitivos: “¿Comprendió las preguntas? ¿O adivinaste las respuestas?
Algunas culturas aumentan las emociones; otros bajan la regulación. Algunas ponen el
acento en el halago, otras en el lamento.
Muchas culturas asiáticas enfatizan la adaptación: las emociones que mostramos deben
promover una interdependencia armoniosa con otras.
Hay otro factor social por el que modificamos nuestras emociones: la economía.
Los temores económicos, modifican la manera en que los padres crian a sus hijos. A los
padres argentinos, les preocupa que sus hijos tengan menos oportunidades de éxito; hacen
cualquier cosa para ayudar a que sus hijos alcancen el éxito en una "sociedad injusta". Esto
fomenta el trabajo duro y el control, la no expresión, de las emociones. Los suecos, por otro
lado, tienden a estar más relajados y les dan a sus hijos más libertad emocional porque viven
en una sociedad más igualitaria.
Vé al bebé, entiende la situación de riesgo, lo relaciona con su tarea, piensa en cómo actuar.
Está enfocado en sus emociones y en su tarea.
Enfrentar nuestras emociones, y darles sentido, hace que sea más fácil entender qué
desencadena nuestra respuesta emocional y evitar reacciones sin sentido.
Lo que una vez fue un conductor ansioso e imprudente, se convierte en un tipo apurado que
intenta llegar a tiempo al trabajo.
También es una estrategia exitosa para hacer frente a las actividades cotidianas.
Cuando estás en medio de una actividad física intensa, la fatiga y el dolor pueden volverse
abrumadores. Un enfoque típico es pensar en otra cosa. Intentamos evitar nuestras
emociones. Sin embargo, la evitación, la supresión, solo puede durar un corto tiempo.
La reestructuración cognitiva es una respuesta psicológica más efectiva. En lugar de ignorar
las sensaciones que genera el ejercicio, deberíamos observarlas como si fueramos un
científico que estudia la carrera o un periodista que captura la experiencia. Observá las
emociones sin juzgarlas, observá tus sentimientos de manera desapasionada.
Tu turno
Imagina que acabas de fallar una entrevista de trabajo. Puedes reaccionar negativamente y
culparte a ti mismo o elegir reflexionar sobre lo que sucedió. Revisar tu respuesta emocional
te ayudará a entender la experiencia en lugar de quedarte atrapado en una emoción.
El proceso de reevaluación cognitiva implica dos pasos: