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PROCESO
William Herrera Áñez*
Hoy el proceso civil no tiene que ser el medio para solucionar los
conflictos típicos de una sociedad rural, sino el instrumento con el que se tiene
que hacer frente a los conflictos propios de una sociedad urbana y tiene que
convertirse en un fenómeno en el que estén implicados no sólo las capas
privilegiadas de la población, sino la mayoría de los ciudadanos en el que el
elemento fundamental del mismo sea su efectividad práctica. En efecto,
mientras la efectividad era algo ajeno al modelo procesal del siglo pasado,
ahora tiene que ser el eje central a tomar en cuenta en los Códigos procesales
civiles modernos.
La reforma del proceso civil se venía exigiendo hacía tiempo desde diferentes
frentes académicos y políticos. En 1995 por ejemplo el Ministerio de Justicia
organizó en la ciudad de La Paz el Seminario Internacional: “Las Experiencias
de Reforma Procesal en Latinoamérica y perspectivas para Bolivia”.[2]
La reforma del proceso civil pone el acento en la oralidad y reconoce que esta
característica fue impulsada por el Instituto Iberoamericano de Derecho
Procesal que desde la década del sesenta ha desarrollado una proficua labor
para dotar a los países del área de instrumentos procesales modernos y
adecuados, adelantándose a los procesos de integración regional. Este
Instituto y los profesores uruguayos Enrique Vescovi, Adolfo Gelsi y Luis
Torello elaboraron el Ante-proyecto de Código Procesal Civil Modelo para
Iberoamérica, el cual suministra bases para la uniformización de los sistemas
procesales y ha servido fundamentalmente como precedente para las reformas
procesales en Latinoamérica.
Los autores de este Código modelo, reconocen como ideas rectoras que el
proceso es el medio fundamental para la consolidación de los derechos
humanos, y su instrumentalidad al servicio de todo el Derecho sustantivo, no
implica diversidad de procesos, sino más bien su unificación; el proceso no
tiene preferencias por una u otra materia, ni a ésta corresponde señalar las
estructuras procesales, sino meramente sus necesidades. De la misma forma
reconocen que una de las mayores exigencias de nuestra época radica en la
abreviación de los trámites, y en la obtención de un resultado rápido, debiendo
implantarse la oralidad como un mecanismo para combatir la retardación de
justicia.
En cualquier caso, el Código General del Proceso del Uruguay de 1989, que
tuvo como fuente inmediata y directa al Código Procesal Civil Modelo para
Iberoamérica, fue uno de los primeros en Latinoamérica en diseñar el proceso
por audiencia, que ha adoptado la reforma procesal civil boliviana,
incorporándole tan solo algunos cambios para ajustarlo a la realidad nacional.
ii) Con todas las resoluciones dictadas en la audiencia, quedan noti-ficadas las
partes.
De la misma forma, establece que “ninguna persona puede ser condenada sin
haber sido oída y juzgada previamente en un debido proceso”; además, “las
partes en conflicto gozarán de igualdad de oportunidades para ejercer durante
el proceso las facultades y los derechos que les asistan. Entre estos
presupuestos que exige el debido proceso, la Constitución establece
igualmente que toda persona tiene derecho a ser oída por una autoridad
jurisdiccional competente, independiente e imparcial…” y a ser juzgada en su
idioma.
El proceso justo, que es una garantía básica para todo tipo de proceso, abarca
en realidad varios elementos como la necesidad de que el juicio concluya
dentro de un plazo razonable, la independencia e imparcialidad de los jueces,
el acceso directo a los tribunales, el derecho a ofrecer y producir pruebas, la
motivación de las resoluciones, etc.
La idea es que el demandado tenga la oportunidad (el juez debe velar porque
se den las condiciones necesarias) de expresar su posición frente al tribunal
acerca de las pretensiones en su contra y realizar de la manera más amplia
posible su derecho a la defensa. El derecho de audiencia en efecto consiste en
la facultad irrestricta que tiene toda persona de ser oída, impugnando las
pruebas de contrario, proponiendo y aportando las que estime convenientes,
con el fin de desvirtuar o enervar la pretensión o atenuar la responsabilidad
que se le atribuye.
Así, el derecho a ser oído se constituye en el plexo sobre el que se articulan las
garantías judiciales mínimas relativas al debido proceso (art. 8.2 del Pacto de
San José), donde todos sus institutos de alguna manera se conectan y
convergen con el derecho a la defensa. Lo relevante es que a nadie se le
condene sin que haya tenido las posibilidades reales y efectivas de proponer y
practicar las pruebas que vea conveniente dentro de los límites que le permita
su derecho a la defensa.
En consecuencia el debido proceso, por una parte, y el juicio oral como una
herramienta eficaz para depurar la información que ingresa a él, por otra, son
los dos elementos centrales que deben prevalecer al momento de diseñar un
proceso judicial moderno. A estas alturas cabe la pregunta ¿el proceso por
audiencia que ha adoptado la reforma ha diseñado un juicio oral y público
capaz de depurar la prueba y tener una información de calidad como lo exige el
debido proceso?
Los proyectistas del Código Procesal Modelo ponían de relieve que la audiencia
preliminar, marcaba el punto principal y constituía la innovación más
representativa del nuevo régimen de los Códigos iberoamericanos. Esta
primera audiencia, presidida por el juez, tenía el fin primordial de evitar el
litigio, o limitar su objeto y depurar el procedimiento. Como fuente inmediata de
esta institución, se tienen la audiencia preliminar austriaca e inglesa y el
saneamiento portugués.
Otro precedente relevante viene a ser el Anteproyecto del Código del Proceso
Civil boliviano de 1997, elaborado por el Ministerio de Justicia del Gobierno de
entonces. Esta propuesta pretendía una transformación del tratamiento de los
conflictos civiles a través, en primer término, de la introducción del sistema
oral, que seguramente buscaba traducir las bondades de una justicia civil
fluida y garantizadora paritariamente de las pretensiones de los titulares del
proceso que ocurren a los estrados. En la exposición de motivos del
Anteproyecto sus autores advertían que el nuevo sistema buscaba la
prevalencia de la oralidad frente a la escrituración, que bien puede ser
calificada como la madre de los problemas hasta el presente en materia civil.
• Lograr la eficacia del proceso de modo que todo sujeto de derecho tenga
acceso a un proceso de duración razonable que resuelva sus pretensiones.
Así el legislador parece convencido de que el contacto físico del juez con las
partes de manera organizada evita distorsiones en la percepción de los hechos
y por el contrario coadyuva extraordinariamente en la búsqueda de la verdad
material, de ahí por qué ha dividido el proceso ordinario en dos etapas: la
audiencia preliminar y la audiencia complementaria:
A diferencia del viejo sistema procesal civil, a esta audiencia el juez debe llegar
lo suficientemente interiorizado de la demanda, contestación, reconvención y,
en su caso, contestaciones por cuanto aquí, frente a frente, los litigantes y sus
abogados, con la intervención activa del juez como director del proceso, se
buscará llegar prioritariamente a una conciliación total o parcial y, en su
de-fecto, se fijan los puntos en disputa de manera clara y concreta. La
consigna será entonces ―siempre que haya voluntad política para revolucionar
el proceso civil―, cambiar el viejo tribunal oscuro receptor de escritos para
formar gruesos expedientes, en el espacio perfecto para construir el proceso
―fundamentalmente mediante la audiencia oral― con la presencia física del
juez y las partes.
En general, el Código procesal (art. 365) prevé que el juez convocará a las
partes para la realización de la primera gran audiencia preliminar. Las partes
comparecerán en forma personal, excepto motivo fundado que justificare la
comparecencia por representante, al igual que las personas colectivas y los
incapaces. Si se suspendiere por inasistencia de una de las partes, atribuible a
razón de fuerza mayor insuperable, que deberá justificarse mediante prueba
documental, la audiencia podrá postergarse por una sola vez.
El trato directo del juez con las partes resulta mucho más eficaz y eficiente;
eficaz porque plantea mayores posibilidades de llegar a un acuerdo y eficiente
porque correctamente conducida la audiencia puede lograrse la conciliación
en un tiempo menor. Esta forma plantea una estructura flexible en la que el juez
va avanzando en diferentes frentes como consecuencia de tomar conocimiento
directo y advertir la mayor o menor disponibilidad de las partes por llegar a un
acuerdo, cuáles son sus verdaderos intereses, explicar las fortalezas y
debilidades del caso, verificar que los abogados hayan explicado estas
circunstancias a sus clientes, readecuarlos en caso de ser necesario y explorar
nuevas alternativas o modalidades de cumplimiento que resulten atractivas
para las partes.
Este inciso permite a las partes proponer y producir prueba para fundamentar
sus excepciones, especialmente las denominadas medios de defensa
materiales; por ejemplo, si se interpone una excepción de pago y se `pide la
consiguiente extinción de la obligación, tendrá que acompañarse el documento
donde conste precisamente el pago que motiva la excepción. Lo propio tendrá
que hacerse si se trata de una excepción de cosa juzgada, esto es, deberá
acompañarse la sentencia del proceso concluido donde conste que se trata de
un caso juzgado y todos los requisitos que exige la excepción de cosa juzgada,
etc.
Para Montero Aroca,[15] los hechos admitidos por las dos partes (los no
controvertidos), no sólo no precisan ser probados, sino que los mismos están
excluidos de la prueba. En el ordenamiento jurídico español, la delimitación de
los hechos controvertidos cumple, además otros dos objetivos. En primer
lugar, puede suceder que no existan estos hechos, por lo que la discrepancia
entre las partes ha quedado reducida a una cuestión exclusivamente jurídica,
no siendo necesaria la actividad probatoria. En este caso, finalizada la
audiencia el juez dictará sentencia; de la misma manera cuando la única
prueba admitida sea la de documentos, no impugnados, o la de dictámenes
periciales ya presentados, sobre la que no se solicite la presencia de los
peritos en el juicio, el juez podrá proceder a dictar sentencia, sin celebración
de juicio.
Así fijados los hechos controvertidos, la audiencia proseguirá con la
proposición y admisión de los medios de prueba; es decir, expresamente cada
parte deberá proponer los medios concretos de prueba de que intenta valerse
y el tribunal deberá admitir o denegar cada uno de los medios de prueba. El
artículo 366.II CPC recoge todos estos supuestos cuando establece que las
partes podrán proponer nuevos medios de prueba que, a juicio de la autoridad
judicial, se refieran a hechos nuevos o rectificaciones hechas en la propia
audiencia.
Aun cuando la dicción de la Ley sugiera una sola audiencia, el Código procesal
en realidad reconoce dos audiencias: la preliminar y la complementaria. En
palabras del legislador, la segunda audiencia, denominada complementaria,
está condicionada al hecho de que en la audiencia preliminar no se hubiera
agotado el diligenciamiento de la prueba, siendo justamente la función de
complementar la producción de la prueba.
Cabe aclarar que para efectos de este trabajo vamos a entender que un
sistema probatorio es más avanzado en la medida en que establezca
mecanismos más claros o más perfeccionados para permitir que las partes
puedan mostrar, analizar y valorar con mayor especificidad la información
ingresada al juicio. Aquí entendemos que el diseño de las normas sobre la
prueba es más avanzado cuando entrega herramientas eficaces para que el
tribunal sea capaz de discriminar de manera efectiva entre la información de
buena y de mala calidad presentada en el juicio.
Al estilo de que ocurre en materia penal, habrá juicios que duren una mañana,
otros un día completo y otros, en fin, varios días. Lo relevante para la
inmediación es que una vez que el tribunal comience a conocer del juicio, no
haga otra cosa dentro de su jornada laboral que no sea conocer de dicho juicio
desde que comienza hasta que termina, con las interrupciones estrictamente
necesarias para comer, dormir y descansar el fin de semana.
Para que esta función de descubrimiento pueda ser cumplida debe existir un
estándar legal de descubrimiento que asegure cuánta información debe
proporcionar la parte que presenta la prueba, para que la otra pueda
razonablemente preparar su confrontación. Los referidos autores chilenos
consideran que este estándar debe fijarse en función de su objetivo
(preparación de la confrontación) y debe obligar entonces a entregar la
información suficiente y necesaria para ello. De esta manera, anunciar el medio
de prueba a través de su identificación meramente formal ayuda muy poco al
abogado que debe preparar su confrontación, más aún si se trata de un medio
de prueba desconocido para su representado, quien generalmente será su
principal fuente de información. Así ocurriría, por ejemplo, si se anunciara a un
testigo indicando solo su nombre, estado civil, profesión y domicilio o si se
anunciara un documento señalando solo que se trata de una escritura de
compraventa. Esta fórmula de anunciar la prueba, que podríamos denominar
del tipo “lista de testigos”, no constituye descubrimiento alguno porque no
entrega la información suficiente y necesaria para preparar la confrontación,
convirtiéndose en una mera formalidad o en un medio para lograr objetivos
institucionales del sistema, como el de tener un domicilio para saber adónde
enviar la citación a los testigos para que comparezcan.
Toda la prueba que pretendan usar las partes para convencer al tribunal
acerca de la veracidad de su versión debe haber sido presentada en el juicio;
es decir, sólo debe ser valorada en la sentencia la prueba que haya sido
presentada en la audiencia. De lo contrario, la parte a quien esa prueba
perjudica no habrá tenido la oportunidad de confrontarla relevando sus
falencias y, además, tampoco podrá haberlo realizado inmediatamente frente al
juez que determinará los hechos en definitiva. Esta exigencia también significa
que la prueba misma debe ser realmente presentada en el juicio y no una mera
representación de ella.
Este ejercicio fue percibido por el juez, quien vio como un testigo entró en
contradicción con lo que había dicho hace unos momentos o que, más allá de
sus palabras, se mostró dubitativo e inseguro, tomándose largo tiempo para
pensar en una respuesta antes de contestarla. Frente a una pregunta difícil de
la contraparte, vio cómo un perito buscaba la mirada del abogado que lo
presentó esperando una guía. Lo vio confrontado con un artículo escrito por él
mismo en una revista especializada en el que sostenía una tesis distinta a la
que sostiene ahora en el juicio y lo vio balbucear una explicación desarticulada.
La calidad y especificidad de esta percepción del juez sería borrada de un
plumazo con una norma de prueba legal con las partes en conflicto o porque
reunían ciertas particularidades innatas.
A partir de esto se podría concluir, a primera vista, que un sistema que incluya
la apelación es un sistema que protege muy intensamente las garantías ya que
no solo dispone el derecho a un juicio antes de resolver sobre los derechos de
las personas, sino que asegura la realización de dos juicios. Sin embargo, no es
este afán el que explica el recurso de apelación. Este sistema recursivo no está
asociado históricamente al desarrollo de la noción de debido proceso sino que
a los sistemas de control jerárquico dentro del propio Poder Judicial, ya que el
inferior jerárquico (juez de primera instancia) se entiende como un delegado
del tribunal superior, quien es en definitiva el único con el verdadero poder
jurisdiccional y que, por lo mismo, mantiene la última palabra respecto de todo
lo que el inferior realizó previamente.
La reforma procesal civil boliviana se inscribe en este primer modelo de
recurso, por cuanto se decantó por lo que se conoce también como apelación
plena. Esta apelación supone que el tribunal superior, al realizar el examen del
tema de fondo y al decidir sobre el mismo, cuenta con todos los materiales de
hecho y probatorios con que contó el juez o tribunal de primera instancia, más
aquellos otros materiales que las partes han aportado en el procedimiento de la
segunda.
El verdadero juicio oral siempre será de única instancia, por cuanto sólo debe
permitir la revisión del derecho de una manera amplia, y así compatibilizaría
con la garantía del debido proceso prevista en la Constitución boliviana y los
tratados internacionales.
La forma en que esta normativa se aplique determinará que estas reglas tengan
escasa significación o que en realidad sean determinantes en el
funcionamiento del sistema. Si el expediente constituye solo una forma de
registrar lo que va ocurriendo en el proceso con el objeto de mantener un
control y seguimiento administrativo de lo realizado, entonces su presencia no
debiera ser un obstáculo peligroso para el desarrollo de un verdadero sistema
por audiencias. En cambio si el expediente se transforma en una herramienta
legal para la toma de decisiones jurisdiccionales, entonces su existencia pone
en grave peligro la centralidad de la audiencia desplazándola hacia el
expediente.
[2] El Ministerio de Justicia debe jugar un rol más protagónico en este proceso
de reforma, por cuanto tiene el encargo legal, entre otras cosas, de coordinar
con el Órgano Judicial, Tribunal Constitucional Plurinacional, Tribunal
Agroambiental, Policía Boliviana, Ministerio Público, Procuraduría General del
Estado, Defensor del Pueblo, y las Comisiones de Constitución, Justicia y
Policía Judicial del Órgano Legislativo, para lograr el acceso a la justicia y
la protección de los derechos fundamentales, así como proponer y dirigir
las políticas y el desarrollo normativo del sector justicia, según el DS Nº
29894, de 7 de febrero de 2009.
[7] La autora aclara además que este derecho en primer lugar consiste en que
a las partes se les otorgue la oportunidad de expresarse en cuanto a la materia
del proceso (es decir, que puedan tomar posición frente a todos los escritos,
documentos, audiencias, y actas labradas) para poder tomar influencias sobre
el proceso, y que, por su parte, el tribunal tome como fundamento para sus
decisiones sólo estas cuestiones de hecho, sobre las cuales las partes se
pudieran manifestar. Es decir, el tribunal está obligado a tomar conocimiento
de todo lo aportado al proceso, a ponderarlo y trabajar sobre todas las
presentaciones relevantes para el fundamento de la sentencia. Vid. DE FALCO,
S. Revocatoria por violación al derecho de audiencia, en AAVV Código Procesal
Civil alemán, Traductores Álvaro J. Pérez Ragone y Juan Carlos Ortiz Pradillo,
Konrad Adenauer, Oficina Uruguay, Montevideo, 2006, p. 91.
[8] Los referidos autores aclaran, entre otras cosas, que el debido proceso
jamás puede ser considerado como un conjunto de reglas rígidas vinculadas a
las formas de los procedimientos, sino un conjunto de requerimientos
sustantivos para lograr la razonabilidad buscada por el sistema. Es decir, el
debido proceso no se traduce en mandatos binarios en los cuales sea posible
hacer juicios absolutos, sino más bien entrega márgenes de discreción
importante a los Estados para que puedan establecer reglas que cumplan con
los mínimos, cuestión que normalmente se revisará caso a caso ponderando
los valores que están en juego. Vid. DUCE, M., MARÍN, F. y RIEGO, C., Reforma
a los procesos civiles orales: Consideraciones desde el debido proceso y
calidad de la información, puede encontrarse en: CENTRO DE ESTUDIOS DE
JUSTICIA DE LAS AMÉRICAS, CEJA, Perspectivas para una reforma en
América Latina, Santiago de Chile, 2008, disponible en http:
//www.cejamercas.org/index.php/biblioteca/publicaciones-ceja (consultado 13
de enero de 2014).
[15] MONTERO AROCA, J. y otros Derecho Jurisdiccional II…Ob. Cit., pp. 243 y
ss.
[16] DUCE, M., MARÍN, F. y RIEGO, C., Reforma a los procesos civiles orales:
Consideraciones desde el debido proceso y calidad de la información, puede
encontrarse en: CENTRO DE ESTUDIOS DE JUSTICIA DE LAS AMÉRICAS,
CEJA, Perspectivas para una reforma en América Latina, Santiago de Chile,
2008, disponible en http:
//www.cejamercas.org/index.php/biblioteca/publicaciones-ceja (consultado 13
de enero de 2014).