Sei sulla pagina 1di 4

“Estudio de Malaquías”

Ps Alex Donnelly

DIOS ES DESHONRADO EN EL CULTO

TEXTO Malaquías 1:6-9

Introducción

‘Malaquías’ comienza su ministerio profético, afirmando la realidad del amor de Dios para con
Su pueblo; un amor manifestado en Su elección de ellos (v.2-4). Al recordarles de esto, el deseo
de Dios es que ellos reconozcan la grandeza de Dios (v.5).

Aquí tenemos unos de los propósitos principales del pueblo de Dios: la adoración. Fue para
esto que Dios salvó a Israel de Egipto (Éx 5:1). De igual modo, la Iglesia es llamada a ser un
“real sacerdocio” (1 Ped 2:9); por ende, el deber de cada creyente es ofrecer a Dios “sacrificio
de alabanza” (Heb 13:15).

Trágicamente, en el Antiguo Testamento Israel falló en esta tarea. No solo no honró a Dios, sino
que fue tras otros dioses. Por eso el pueblo fue llevado al exilio. Si no iban a honrar a Dios,
mejor que ni estén en la Tierra Prometida.

Al volver a Babilonia, el pueblo tenía el propósito de honrar a Dios (Esdras 3:2-5, 10-13). Sin
embargo, con el pasar del tiempo, el fervor espiritual fue bajando, hasta que en los días de
‘Malaquías’ el culto a Dios era bastante lamentable.

1. LA QUEJA DE DIOS (v.6)

Dios comienza haciéndole a Su pueblo recordar el orden natural de las cosas:

- “El hijo honra al padre”


- “el siervo [honra] a su señor”

El verbo, ‘honrar’, en hebreo, proviene de una palabra que significa ‘tener peso’. Aunque esta
palabra a veces se usa en el sentido literal (p.e. Job 6:3), mayormente se utiliza en un sentido
metafórico (p.e. Gén 34:19, “el más distinguido”; Núm 22:15, “más honorables”)1. Cuando el
objeto del verbo es Dios, el sentido es ‘honrar’ o ‘glorificar’ (ver Lev 10:3; Sal 22:23).

Lamentablemente, aunque el pueblo concedía ‘honor’ al nivel natural (es decir, al “padre” y al
“señor” terrenal), no lo hacían al nivel espiritual; es decir, no honraban al ‘Padre’ y al ‘Señor’
celestial. Por eso Dios hace la pregunta: “Si yo soy padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy
señor, ¿dónde está mi temor2?”.

Es triste notar que la queja de Dios, años después del retorno del exilio, era ser muy parecida a
la queja que Dios hacía antes del exilio (ver Is 1:3). En otras palabras, a pesar de los años de

1
En este sentido, la expresión viene a ser parecida a la que usamos en español – ‘es un hombre de peso’
(es decir, un hombre importante – por su riqueza, o por su poder político, etc).
2
La palabra, “temor”, conlleva la idea de ‘terror’; algo que espanta (ver Deut 4:34, “hechos aterradores”;
26:8, “grande espanto”; 34:12, “hechos…terribles”).

8
disciplina, el pueblo casi no había cambiado en nada. Por eso, la situación en la cual
‘Malaquías’ habló al pueblo era una situación muy seria.

Vale la pena observar que la queja está dirigida principalmente a los sacerdotes, quienes
estaban menospreciando3 el nombre (= la totalidad del carácter o la persona) de Dios 4. La
acusación de Dios era muy seria, porque según la ley de Mosiés, toda persona que
menospreciaba la palabra de Dios debía morir (Núm 15:31; comparar Amos 2:4). Si
menospreciar la palabra o la ley de Dios merecía la pena de muerta, ¡cuánto más cuando si
menospreciaba la misma Persona de Dios! Este fue el peor aspecto del pecado de David, en
todo el asunto de Betsabé (2 Sam 12:9-10).

Lo triste, en el caso de los sacerdotes, es que ellos fueron llamados a servir a Dios, y a enaltecer
Su nombre ante el pueblo. Tuvieron el privilegio de servir a Dios en esta capacidad justamente
porque habían honrado a Dios en forma ejemplar, durante el éxodo (ver Mal 2:4-5; comparar
Núm 25:12). Lamentablemente, el celo que habían tenido para con Dios ya había desaparecido,
y ahora menospreciaban el nombre de Dios.

Peor todavía, cuando Dios reclama, los sacerdotes se mostraron sorprendidos, y dijeron: “¿En
qué hemos menospreciado tu nombre?” (v.6b). Aquí hay solo dos posibilidades; o estaban
fingiendo inocencia, o eran habían perdido toda sensibilidad espiritual.

2. LA SUSTENTACIÓN DE LA QUEJA (v.7-8)

Frente a la pregunta de los sacerdotes, quienes piden mayores explicaciones acerca de la manera
en que habían menospreciado a Dios, Dios procede a sustentar Su queja.

a. Ofrecían Pan Inmundo (v.7a)

La primera acusación es la siguiente: “ofrecéis sobre mi altar pan inmundo” (v.7a). La raíz del
verbo significa, ‘acercarse’ (Gén 18:23; Ex 19:22). De ahí, se deriva el sentido de ‘acercarse
para ofrecer algo en adoración’ (Ex 28:43; 30:20); es decir, ‘ofrecer’ (Ex 32:6, “presentaron”).

Dios había exigido lo mejor, en cuanto a ofrendas y sacrificios. Sin embargo, Israel estaba
ofreciendo lo que era “inmundo’. La palabra en hebreo conlleva la idea de ‘contaminado’ (ver
Dan 1:8). Algo que era considerado ‘inmundo’ debía desecharse (ver Esdras 2:62 y Neh 7:64,
donde leemos que los sacerdotes que no podían demostrar su línea genealógica fueron
“excluidos” del sacerdocio). Lamentablemente, los sacerdotes, lejos de desechar este “pan
inmundo”, lo ofrecían sobre el altar de Dios.

b. Despreciaban la Mesa de Jehová (v.7b)

Ante la primera sustentación de la queja de Dios, los sacerdotes reaccionan con sorpresa, y
preguntan, “¿En qué te hemos deshonrado?” La traducción de la RV no nos permite seguir el
pensamiento de ‘Malaquías’. Dios acaba de acusar a Su pueblo de ofrecer pan “inmundo”, y

3
El verbo es usado de Esaú, quien valoró tan poco su primogenitura, que la vendió por un plato de
lentejas (Gén 25:34). Esta fue la actitud de Goliat, cuando vio a David, como jovencito (1 Sam 17:42).
4
Dios tiene un nombre “glorioso y terrible” (Deut 28:58), y Él merece ser glorificado (Sal 22:23). La
promesa es que un día Su nombre será glorificado entre las naciones (Sal 86:9).

9
ahora los sacerdotes preguntan cómo habían deshonrado a Dios. Sin embargo, la RV esconde
un juego de palabras en el texto original en hebreo, donde el mismo verbo se repite. Es decir,
los sacerdotes estaban ofreciendo pan ‘contaminado’, y por ende estaban ‘contaminando’ a (la
santidad de) Dios. Aquí debemos notar el pasaje en Lev 21, donde Dios estipula un
comportamiento muy exigente de los sacerdotes. Dado a que ellos ofrecen “las ofrendas
encendidas para Jehová y el pan de su Dios” (v.6), tienen que ser personas totalmente santas; no
debían contaminarse con nada (v.1-5, 7-8), para que “no profanen el nombre de su Dios” (v.6).

Ante la interrogante de los sacerdotes, Dios les aclara cuál era el problema. Estaban
‘contaminando’ el nombre y el honor de Dios, “En que pensáis que la mesa del Jehová es
despreciable” (v.7c). La palabra, “mesa”, es la palabra que se usaba del mueble donde se
colocaba ‘el pan de la proposición’ (ver Éx 25:23-30; Lev 24:5-8). Esta mesa era hecha de
madera de acacia (aromática), y forrada con oro puro. Cada día de reposo, se colocaban doce
panes sobre esta mesa (que tenía que ser “limpia delante de Jehová”, Lev 24:6); y sobre los
doce panes se derramaba incienso puro (Lev 24:7). Solo los sacerdotes podían comer de este
pan, el cual Dios catalogó como “cosa muy santa para él” (Lev 24:9).

Lamentablemente, en los tiempos de ‘Malaquías’ los sacerdotes no estaban tomando esto en


cuenta. Hacían ofrendas inaceptables ante Dios, y por ende ‘contaminaban’ (‘deshonraban’,
“menospreciaban”) el nombre de Dios.

NOTA: Aunque ‘Malaquías’ habla específicamente de “pan”, en algunos pasajes del Antiguo
Testamento esta palabra se usa como sinónimo de ‘comida’ (ver Lev 22:25), por ende
podría tener referencia a los sacrificios de animales, y no tanto al pan de la proposición.

c. Ofrecían Animales Defectuosos (v.8)

A pesar de que Dios había estipulado que los sacrificios tenían que ser perfectos (ver Lev 22:17-
25), los sacerdotes estaban aceptando del pueblo animales imperfectos (“ciego”, “cojo”,
“enfermo”); comparar Mal 1:14. Dios reclama que ni los líderes del pueblo aceptarían tales
ofrendas, menos lo debe hacer Dios, quien es el Gran Rey, y Su nombre es temible entre las
naciones.

NOTA: La persona que ofrece sacrificios a Dios, verdaderos sacrificios, le honra (Sal 50:23);
pero el que ofrece sacrificios de ‘segunda’, le deshonra. Y a los que deshonran a Dios,
hallarán que Dios les deshonra a ellos.

3. LA EXHORTACIÓN DE DIOS (v.9)

¿Cómo remediar esta situación tan calamitosa? “Bueno”, dice Dios, “orad por el favor de Dios,
para que tenga piedad de nosotros”. La palabra, “favor”, tiene el sentido de ‘gracia’; es decir,
un regalo inmerecido. Por su comportamiento, los sacerdotes no merecen la ayuda de Dios. Sin
embargo, Dios les anima a clamarle a Él, reconociendo su condición de pecadores, y pidiendo
simplemente que Dios tenga misericordia de ellos.

Sin embargo, los sacerdotes (y todo el pueblo) deben tomar en cuenta que si siguen actuando
como lo vienen haciendo, no pueden agradar a Dios (v.9b); por ende, ¿cómo pueden esperar que
Dios responda a sus oraciones, y tenga piedad de ellos?
NOTA: La segunda parte del texto en hebreo es difícil de interpretar. Aunque la RV traduce,

10
“Pero, ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas?”, el sentido del texto original es,
‘Si hacen estas cosas, ¿cómo pueden esperar que Dios les considere?’

Conclusión

En la Iglesia, cada creyente es un sacerdote (1 Ped 2:9); por ende, todos somos llamados a
ofrecerle a Dios un sacrificio de alabanza (Heb 13:15). La pregunta es, ¿qué clase de adoración
y servicio estamos rindiendo a Dios? ¿Damos lo mejor que podemos y tenemos? ¿O damos las
‘sobras’?

Recordemos siempre que Dios será honrado a deshonrado por nuestro servicio, y lo que el
mundo piense de Él dependerá en gran medida de cómo le servimos.

11

Potrebbero piacerti anche