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Papel del error en el campo de la didáctica. Históricamente se consideraba que una vez que
se ha identificado una dificultad, una carencia o un desacierto, es posible convertir esa
circunstancia en una posibilidad para el aprendizaje, siempre y cuando medie esa
condición: su reconocimiento. Esto da paso a la reflexión, a la busqued o comprensión de
una información.
Actualmente los alumnos están modelados por la electrónica, el movimiento y las imágenes.
Es lo que se llama “sociedad de la información”. Junto con un proceso económico que ha
determinado nuevas formas de interdependencia global, está sentando las bases para
promover una serie de reformas en la educación que se caracteriza por múltiples signos:
flexibilización, competencias, empleo de nuevas tecnologías. Lleva a impulsar proyectos
educativos que están centrados en la innovación, apresurada, que en ocasiones no alcanza
a situarse con plenitud en el salón de clases. Se privilegian la eficiencia y la eficacia en el
trabajo escolar.
Una pedagogía del error es una pedagogía de la reflexión. Implica adoptar en el acto
educativo una perspectiva en que asume la tarea docente como una actividad pausada,
como un trabajo de largo aliento, es decir, un trabajo detallado, minucioso, en el cual el
profesor puede analizar los pormenores del proceso de aprendizaje de cada estudiante,
para determinar dónde se hallan los obstáculos, y a partir de esto, construir estrategias
puntuales.
Bachelard (mediados del SXX) señalaba que el prejuicio puede constituirse en un obstáculo
epistemológico para el aprendizaje.
No se trata de reivindicar el error, sino de aceptar su existenci como una realidad humana y
educativa a partir de la cual se puede trabajar en el ámbito escolar. Requiere que se lo
analice como un tema complejo, esto es, desde diversas disciplinas.
Los viejos profesores de didáctica lo saben: No hay clase perfecta. En toda actividad
docente hay un margen de error, de desacierto. La reflexión como punto de partida para
reconocer los aciertos y las limitaciones de la práctica pedagógica. Para articular las
propuestas teóricas con la realidad del aula.