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Si son los discípulos, se les cita expresamente (log. 6a, 12a, 13g, 18a,
20a, 24a, 37a, 43a, 51a, 52a, 53a, 99a, 113a) o en el contexto inmediato
(log. 22c, 60c.e). Son citados en particular Pedro (log. 13b, 114a), Mateo
(log. 13c), Tomás (log. 13d.h), María (log. 21a), Salomé (log. 61b), un
hombre (log. 72a), una mujer (log. 79a) y unos no especificados (log.
91a, 100b, 104a), presumiblemente fariseos (cf. log. 102). En contraste
con estos casos queda Ia peculiaridad del logion 1. Está vinculado
con Ia introducción mediante Ia misma fórmula que introduce el
dicho de Jesús en el log. 8a. Aquí el sujeto es sin duda el mismo
Jesús que habla en el log. 7. Sin embargo el log. 1 no remite a Jesús,
a pesar de su mención en el segundo miembro de Ia introducción.
En ésta el sujeto fundamental son las palabras: a) que Jesús ha
dicho, b) que Tomás ha trascrito. La sentencia sobre Ia interpreta-
ción tiene en perspectiva ese texto escrito. Gramaticalmente Ia fór-
mula que da inicio 'al log. 1 conecta con el sujeto mencionado en
segundo lugar. Es pues al Tomás gnóstico a quien hay que atribuir
Ia sentencia. El log. 1 no corresponde por Io tanto a Ia colección de
dichos de Jesús sino a las frases que Ie sirven de prólogo. Las ha
redactado un gnóstico. Un evangelio que se presenta en su forma
más temprana como colección de dichos ocultos, que hay que inter-
pretar, es en todo caso un escrito gnóstico esotérico7. Las palabras
que habla Jesús son frases ocultas y contienen un sentido oculto,
accesible sólo al lector de mentalidad gnóstica que busca ese sentido 8.
El camino de Ia salvación no queda en escuchar las palabras de Jesús,
ni en creer, ni en obedecer, sino en encontrar su interpretación9. Al
alcanzarla, el lector consigue conocimiento y por medio del conoci-
miento obtiene inmortalidad. El gnóstico que atribuye Ia recopilación
a Tomás pone en su boca Ia recomendación decisiva del texto escrito.
I.—EL ENCUENTRO
7 Cf. E. Haenchen, Die Botschaft des Thomas-Evangeliums (Berlin 1961) pp. 10-11.
8 Cf. R. M. Grant - D. N. Freedman, The Secret Sayings of Jesus according
to the Gospel of Thomas (London 1960) p. 105.
9 Cf. R. McL. Wilson, Studies in the Gospel of Thomas (London 1960) p. 26.
de qué manera existe y cómo llegará a ser59. El saber qué somos, qué
hemos llegado a ser, dónde estamos, adonde hemos venido a caer,
a qué aspiramos, dónde somos purificados, qué cosa es generación
y qué regeneración, es Ia gnosis liberadora60. Los gnósticos se saben
venidos de Ia Luz, sus hijos, los elegidos del Padre que vive61. Son
del Pléroma divino, aunque vivan en el lugar donde está Ia deficien-
cia62. Las variadas especulaciones mitológicas de los diversos siste-
mas tratan de ser respuestas a las cuestiones fundamentales que el
gnóstico se plantea reiteradamente: sobre Ia deficiencia y el Pléro-
ma, cómo estamos retenidos en esta habitación, cómo hemos llegado
a este lugar, de qué manera hemos de salir63. El hombre perfecto
recibe conocimiento inmediato, como para retornar de prisa a su
estado unitario, volver alegremente al lugar del que vino M . El cono-
cimiento expuesto es también un conocimiento de si mismo. Un reco-
nocimiento por el espiritual de su origen divino65. El fundamento de
toda gnosis es que parte de Ia realidad divina original ha caído en
el mundo material66. Así Ia gnosis permite reencontrarse tal como se
es en Ia realidad del propio ser original y permanente, ser pertene-
ciente al Beino, tomando conciencia de Ia propia naturaleza de hijo
de Dios67.
También el autor de nuestra recopilación desborda de añoranza
por los orígenes míticos. Es característico de nuestro texto que Ia
mitología no aparezca desarrollada sino sólo presupuesta o aludida.
Lo trasluce Ia misma concisión enigmática de una serie de dichos:
El que se mantenga en el comienzo, conocerá el fin y no gustará
Ia muerte dog. 18)M. El que reconozca los cinco árboles del paraíso69,
alusiones implican que Ia doctrina de redención del ET esta inspirada por ideas
judías sobre Adán, su caída y redención. Cf. Klijn, JBL 81 (1962) pp. 272-75.
70 Según el Evangelio de Ia Verdad (NHC I 3, 38, 34-39) el Padre perfecto,
bueno, conoce sus plantas, porque él es quien las plantó en su paraíso. Ahora
su paraíso es su lugar de descanso. El Tratado Tripartito (NHC I 5, 96, 28-34)
enseña que el Logos embelleció el lugar de aquellos que había proferido en
gloria, que es llamado «paraíso» y también «el gozo», «la alegría llena de consis-
tencia» y «la alegría que preexiste»; y preserva Ia imagen de toda bondad que
existe en el Pléroma. Puede que en el ET log. 19 los cinco árboles sean los cinco
sentidos espirituales, expresión de Ia mente luminosa, que es el «yo» del hombre
capaz de tener conocimiento. Cf. H.-C. Puech, 'Doctrines ésotériques et thèmes
gnòstiques dans l'Évangile selon Thomas', AnCoIFr 62 (1962-63) 195-203, en pp. 199-201.
71 El trasfondo lejano de especulación judía no empece a que el ET marque
tajantemente sus distancias respecto al A.T. (log. 52 y 53). Cf. Grant (New York,
2 ed., 1968) p. 186.
72 Cf. J. M. Lafrance, 1Le sens de pid>oic dans l'Évangile de Verité', SMH 5
(1962) 57-82, en p. 82.
73 Cf. W. Schrage, 'Evangelienzitate in Oxyrphynchus-Logien und im kopti-
schen Thomas-Evangelium', en Apophoreta. Festschrift E. Haenchen (BZNW 30,
Berlin 1964) 251-68, en pp. 258-57.
74 Cf. Mc 9, 1 par; Heb 2, 9; 4 Esdr 6, 26; Corp. Herm. X 8.
75 Cf. Puech, AnCoIFr 82 (1962-83) pp. 195-98.
autor. Deben ser para el lector escalones para subir a nueva expli-
cación de los dichos conocidos de Jesús. De este modo «Tomás» intro-
duce una concepción gnóstica en las sentencias bien conocidas85. La
terminología del N.T. callaba sobre los misterios que se buscaba des-
cubrir en ella, pero para el hombre antiguo esto no era obstáculo
insuperable para encontrar Io que quería. Conforme a una metafísica
orientada platónicamente, el gnóstico veía en las formas terrenas de
manifestación sólo imágenes y símbolos de Ia verdad celestew. La
gnosis era capaz de utilizar el material sinóptico para dar expresión
a su propio mensaje salvifico. Esto sucedía mediante Ia explicación
alegórica de las palabras de Jesús. En el fondo no era algo dema-
siado nuevo. Ya en Mc Ia explicación alegórica de Ia parábola del
sembrador (Mc 4, 14-20) introduce en el texto (Mc 4, 3-9) un sentido
enteramente nuevo87. Cualquier lector antiguo estaba familiarizado
con Ia interpretación alegórica. Lo era también Ia de los eclesiásticos,
aunque siempre en consonancia con Ia regla de fe de Ia Iglesia. El
mismo san Ireneo se veía forzado a emplear un método subjetivo de
exégesis, como sus adversarios gnósticos; y en consecuencia estaba
compelido a apelar a Ia «viva voz» de Ia Iglesia como recurso para
echar abajo las cavilaciones heréticas, contraponiéndoles Ia solidari-
dad institucional88. Pensando quizás en el lector eclesiástico, el autor
de Ia introducción ha hablado de dichos secretos (hep). Unos Io eran
en efecto por resultar desconocidos para el lector encuadrado en Ia
gran Iglesia y que no tenia por qué estar al tanto de las reelabora-
ciones o nuevas configuraciones originadas en las escuelas gnósticas.
Otros, los dichos conocidos públicamente por los eclesiásticos, sólo
se pueden calificar como secretos en Ia medida en que se presuponga
que tienen un sentido oculto, muy distinto del enseñado en Ia inter-
pretación tradicional. Al lector se Ie reclama que Uegue a encontrar
esta clave de interpretación, que no es otra cosa que Ia doctrina
gnóstica. No se trata de un escrito para principiantes. Ni el Evange-
lio de Ia Verdad ni el ET son obras exotéricas como Io es Ia Carta a
IV.—REVELACION Y TRADICIÓN
123 No cabe pensar que los gnósticos, que han difundido especulaciones com-
plicadas, hayan pertenecido a las capas más ba|as de Ia población. Cf. P. Pokorny,
'Der soziale Hintergrund der Gnosis', en Gnosis und Neues Testament. Studien
aus Religionswissenschaft und Theologie. Hrsg. von K.-W. Tröger (Berlin 1973)
77-87, en p. 86. Como precisa A. Böhlig, 'Die griechische Schule und die Bibliothek
von Nag Hammadi', en Les Textes de Nag Hammadi (Leiden 1975) 41^4, quien
no hubiese asistido a Ia escuela griega en todos sus grados no podfa entender los
textos gnósticos. En ningún caso podía componer tales textos.
124 Apócrifo de Santiago: NHC I 2, 15, 23-31.
125 Apocalipsis de Pedro: NHC VII 3, 70, 21-25.
126 Tratado Tripartito: NHC I 5, 118, 28-119, 26: Aqul se describen también los
comportamientos distintos de Ia raza psíquica y de Ia raza material.
127 Evangelio de Felipe: NHC II 3, 67, 34-35.
128 Trimórfica Protennoia: NHC XIII 1, 37, 3-20.
V.^ONCLUSION