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RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE CON CÁNCER

La comunicación médico-paciente es una parte esencial del afrontamiento del cáncer. Desde el
momento en que se produce el diagnóstico de un cáncer, el oncólogo informará al paciente de
todos los aspectos relacionados con el mismo y las opciones terapéuticas disponibles, así como
de los objetivos del tratamiento. El paciente, por su parte, debe plantearle hasta dónde quiere
llegar a saber y exponer todas sus dudas sobre el diagnóstico y el tratamiento, e incluso
implicarse en las decisiones que se han de tomar:

Qué tratamiento es el más idóneo.


Si se puede o no seguir trabajando.
Si se necesita apoyo psicológico para uno mismo o un familiar.
Qué hacer en el futuro si no hay respuesta al tratamiento.
Si entrar o no en un ensayo clínico.
Cómo afrontar el final, etc.
A lo largo del tratamiento serán numerosas las ocasiones de consultar al oncólogo todos los
acontecimientos clínicos, las hábitos que hay que cambiar, las medidas preventivas a adoptar,
cómo combatir los efectos adversos que van surgiendo con la quimioterapia o la radioterapia,
qué se puede hacer para mejorar la calidad de vida, etc.

Se ha comprobado que una buena comunicación entre el médico y el paciente con cáncer
mejora de forma significativa la actitud de este último ante la enfermedad e influye
positivamente en su relación con los familiares y el círculo social más próximo.

Logros que se quiere obtener con esta relación sugerente, en el ámbito psicológico:

La enfermedad oncológica está asociada a una experiencia de sufrimiento y vulnerabilidad, lo


que conlleva un alto nivel de estrés, pudiendo afectar no sólo a la calidad de vida sino también,
en algunos casos, a la supervivencia del paciente. Con el objetivo de aumentar la calidad de
vida y disminuir los efectos secundarios derivados del estrés, cada vez son más las voces que
provienen del mundo científico que defienden la necesidad de proporcionar apoyo psicológico
a los enfermos de cáncer y sus familiares que lo necesiten.
Los pacientes hace mucho tiempo que lo piden y no se les ha dado la respuesta que con todo
derecho detentan:

“Necesito que se comprenda mi sufrimiento y que me acompañen en este proceso para


poderlo llevar mejor. No es sólo dolor lo que siento. Necesito que se me crea y que no me
traten como si supieran lo que me conviene, pero lo más importante, quiero que veas en mi la
persona globalmente, no como una enfermedad, una tragedia o un cuerpo frágil"

Porque la esencia del ser humano va mucho más allá de la mera biología. Porque nos
encontramos en un nuevo paradigma en la manera de entender la atención sanitaria en el que
el paciente se sitúa como centro y protagonista del sistema, que orienta sus actuaciones a fin
de dar una respuesta integral a sus necesidades biopsicosociales. Porque no podemos seguir
obviando los efectos del estrés sobre el sistema inmunitario, ni los numerosos trabajos que
estudian y demuestran las relaciones entre variables psicológicas y respuesta inmune en
personas que padecen un cáncer. Porque se ha probado la eficacia de las intervenciones
psicológicas individuales y grupales para prevenir o paliar los efectos nocivos de un estrés
mantenido, de los estilos de afrontamiento desadaptativos, del escaso apoyo social y del
sufrimiento percibido, es fundamental que se escuche lo que la ciencia y humanidad de la
psicología puede aportar en el ámbito de la oncología. Y, además, resulta barato

La intervención que puede ofrecer la Psicología en el ámbito de la Oncología: la psico-


oncología es, en términos generales, el estudio de los factores psicológicos que afectan a la
morbi-mortalidad por cáncer y las respuestas emocionales de los enfermos, allegados y
profesionales. En términos más específicos, aquella capaz de promover educación, habilidades
de afrontamiento, apoyo emocional a los pacientes, sus familias y profesionales que los
cuidan, adhesión terapéutica, adaptación a la enfermedad, apoyo social, el control de síntomas
psíquicos y físicos – vómitos, dolor,etc., en definitiva, aquellas áreas que fomenten la calidad
de vida del paciente y sus allegados, en las distintas fases de la enfermedad, que disminuyan la
experiencia de sufrimiento y que faciliten las labores asistenciales del equipo sanitario. Por
todo ello, resulta actualmente inexcusable, tanto desde un punto de vista profesional como
ético, no integrar la intervención psicológica en el tratamiento del enfermo que padece un
cáncer.

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