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tores -de los grandes escritores- de la Iglesia antigua que puede ser califi-
cado de "recuperado" para la liturgia como Padre.
En el sistema de lecturas anterior a la reforma del Vaticano II apa-
recía sólo un par de veces. Quizá eso tenga una explicación en la natu-
raleza misma de sus escritos, más polémicos que pastorales (incluso en
los de carácter más pastoral, como las cartas festivas, no podía dejar de
mezclar las preocupaciones de la controversia trinitaria y cristológica del
momento). Teólogo a la fuerza (pero gran pensador), la mayor parte de su
herencia literaria -importante- estuvo motivada por la polémica arriana.
Pero como sea que la Iglesia de hoy se muestra más interesada por
la teología antigua como fuente de espiritualidad, Atanasio se utiliza en la
actual Liturgia de las Horas más que Basilio y Gregorio Nacianceno, tanto
como Cirilo de Alejandría y Gregorio de Nisa. Y es natural que las lecturas se
saquen de sus obras apologético-teológicas, las más numerosas y considera-
bles, ya que Atanasio, mal predicador y mal escritor ascético (la famosa Vida
de san Antonio, sin embargo, es una mezcla del género biográfico con el ascé-
tico: leemos un fragmento el 17 de enero, día de san Antonio, tan querido
Nicea; el obispo alejandrino sabía que nadie como el santo solitario podía
influir en el pueblo cristiano. Nos equivocaríamos si leyésemos la Vida de
san Antonio escrita por Atanasio como un mero documento biográfico: es
algo más que eso. Fue una ocasión para Atanasio de expresar su manera
de pensar sobre el ascetismo cristiano. No es este el lugar para exponer la
gran influencia que tuvo, tanto en el mundo oriental como en el occidental,
la Vida de san Antonio, que sirvió de patrón y modelo para otras muchas
obras hagiográficas antiguas.-A. O.