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EL DUENDE DE SOMBRERO GRANDE

HABIA UNA VES UNA ROCA vieja, vieja, viejísima por donde cruzaba un rio de aguas
cristalinas, transparentes llamado MACCABI al bajar sus diáfanas corrientes se escucha
el sonido de un gran murmullo, según se decía que estas rocas de color argotomate así
como el ladrillo cuando está preparado y listo para la construcción existía un duendecito
que apenas media unos 60 centímetros, grueso de hombres su cara de color verde
ceniza. Ojos pequeños muy encendidos como las cocuyas de las noches obscura de
invierno y sus brazos cortos y retomó sus manos anchas parecidas a los enanitos de
circo grande, Su nariz termina en punta muy pequeño su boca ancha y sus dientes como
los de un anciano conejo, eso sí con un sombrero grandote y muy redondo que podría
cubrirle sus brazos extendidos. Su ropa era de color negro intenso que a lo lejos brillaba
en forma resplandeciente, casi todo el peso de su cuerpo descansaba en sus pies
gruesos y planos con unas uñas redonditas de un color blanco manchado.

Pero para que esta historia del duendecito, qué sucedió más después de muchos miles
de años escondido en esas rocas del rio MACCABI decidió salir una mañana soleada
de esas que muy pocas veces se ve en otras partes, para su sorpresa cuadras más
adentro se encontraba una lavandera en su oficio diario era la tuerta CARMELA, mujer
ágil astuta una de las más resignadas al sufrimiento conocida como la habladora del
pueblo cercano llamado El Corazón se pudiera decir que este rincón hospitalario tiene
algo de mágico por sus bellos paisajes ella vio al duende a pocos metros y se llevó un
susto inmenso se santiguo muchas veces replicando padre dios que es eso, que niño
más horrible que a la ves tan hermoso, que colores decía Carmela, apenas podía correr,
se olvidó del atado de ropa su boca estaba llena de espuma sus pies los sentía en el
aura y su cuerpo pesado como un saco de plomo al cruzar la primera plaza del pueblo
frente a la oficina municipal se encontró la pobre Carmela con el gato Juan el 7
leguas. El inventor de enredos el sabelotodo del pueblo.

Este se preguntó asombrado al observar la prisa que llevaba su amiga Carmela. Porque
corre tan demañana apurada y sin llevar el atado de ropa, dijo para si mismo el 7 lenguas
que le pasa se le nota muy pálida, Carmela entre frases mal pronunciadas y palabras
mal pronunciadas dijo; vi al duende era pequeñito y no pude mirar toda su cara porque
la tapaba un sombrerazo pero no me equivoco caminaba despacito, despacito, sentí
una cosa como electricidad, se lo juro don Juanito se lo juro, no te creo tu Carmela
inventas todo eres la más cuentera, la gente por aquí dijo el otro ya que había parido
una mula y que se va acercando el día del juicio final que pronto se acabara el mundo y
nada malo ha pasado todo sigue igual.

A la hora del almuerzo el pueblo se había enterado de la aparición del duendecito de


sombrero grande, unos le dibujaban de una forma otros le describían de acuerdo a su
imaginación, los más creyentes afirmaban que era el mismo diablo y que le gustaba
enamorar a las mujeres de bellos ojos cuando las veía solas, al atardecer se vio llegar
al pite ojo campesino que vivía un poco más allá en un verde trapiche de caña dulce
él dijo que cruzo el rio y no observó nada absolutamente nada. Al siguiente día niños
jóvenes y ancianos acudieron al sitio de la aparición a la famosa poza del río Maccabi
más no vieron nada apenas la ropa de la tuerta Carmela a medio lavar y llena de moscas
consultaron al padre Jacome el cura del lugar, muy recto, caritativo e inteligente, dijo
que estaba en duda y hay que averiguar.

A pocas semanas del suceso llego el inverno cubriendo todo con una sábana blanca
divina conocida como neblina oscureciendo todos los caseríos e inmensos campos, con
aguaceros fueres y espantosos, el decir de su amable y hospitalaria gente es que llueve
a cantaron destruyendo todas las carreteras para llegar a este pueblo encantado
descubridor del rico aguardiente, los camiones y buces esperaban el verano para poder
realizar su comercio, por lo tanto los mejores medios de transporte son las ariscas
mulas, los briosos caballos y los valientes y agraciados burritos todos son alimentados
en esas alfombras verdes de pastos gigantescos se podría decir que tener esos
animales era un lujo por los veneficios que prestaban a su habitantes y también muy
apreciados por los bandidos ladrones de esa graciosa población, parecería que con la
llegada del invierno todos los corazonenses se habían olvidado de la aparición del
duendecito de sobrero grande, pero no fue así; a la madrugada de un día sábado
apareció muerto el toro padrón el toro más bravo de la ganadería de don Juan Tenorio
del pueblo apodado don Jil, a la siguiente semana encontraron muerta a la vaca más
grande de doña Elina y así sucesivamente el ganado de todos poco a poco se iba
muriendo, la gente se encontraba alarmada, Asia preguntas sin saber por qué de tanta
muerte sin dejar huella. El comisario municipal el más generoso de cuantos existen, el
más pulcro en llevar sus vestidos diarios honrado como un santo católico conocido como
don Carlitos manifestó que hay muchos robos de mulas y caballos, que por las noches
nadie siente se podría decir que es un gran misterio, esto es cada invierno. Mónico el
facineroso del pueblo el más bandido el que hacia parir a las vacas de tres en tres y que
en un solo día tenía un corral lleno de animales, sacándose el sombrero de paja toquilla
blanca muy elegante directamente dijo que era el duende quien hacia estas maldades
a la ingenua gente del pueblo mamá Fabiana el fosforo del cantos por su gilatiqueria ya
que durante sus 80 años de existencia nunca dejó de hablar, vivía en el barrio la
gurupera al ser consultada no escatimo nada y gritando muy fuerte dijo esto es hechura
del famoso duende este diablo chiquito no solo eso puede hacer, ayer en la madrugada
desaparecieron mis mejores gallinas y es más, se lleva a las más ponedoras.

Por otra parte, los mas parecidos y guapos de la comunidad formaban el grupo de la
AVIANCA o de la UVA unión de vagos asociados, trasnochadores poetas y bebedores,
enamorados de la luna y las estrellas serenistas inviables todos en una sola voz
culpaban al duende. Don Jaimito el de los grandes discursos el hombre más sabio del
pueblo que en alguna ocasiones fue presidente del concejo municipal siempre le
gustaba meditar pensar y averiguar los hechos y más cosas que sucedían en sus
linderos cantonales, airada mente opino (no señores de cuando acá culpan al ingenua
duendo a lo mejor ni siquiera existe entonces no puede responder a las calumnias estas
muertes y robos es viveza de muchos cuatreros bandidos, que descubriré y mandare a
la cárcel, aumentaré policías el destacamento rural será más fuerte en donde los
encerare a ver si se van a otro lugar con tantos cuentos). Esas inculpaciones y
calumnias baratas llegaron a oídos del duendecito de sombrero grande quien miraba
indignado estos atropellos a su honradez y a su pulcra y desconocida vida. El duende
se sentía mal y pensaba porque en este pueblo que es tan pequeño la gente se así daño
a si misma saldré con todos mis poderes y castigare a los malos y recompensare a los
buenos, pero solo tenía un problema no sabía hablar tenía que aprender a comunicarse
y se dijo será difícil pero no imposible. A los pocos días de los acontecimientos
anteriores en las madrugadas se sintió un viento frío, pero algo raro era fuerte con sonido
de huracán se decidió que todos los techos de las casas se movían como hamacas pero
que nada se destruia en los bosques las 1000 variedades de flores que existen en sus
campos fértiles desde las hortensias están los hilos blancos, así como todas las aves
estaban serenas tranquilas. Los quindes en las campanillas y los guantos jugaban más
alegres que nunca. El curita del pueblo en las 3 santas misas del domingo les comunicó
a los feligreses que estaba preocupado por esas brisas de aire raro en las últimas
madrugadas. A los 8 días un viernes en la noche se calmó ese viento misterioso al
amaneren habían ya llegado los comerciantes con sus mulares para llevar los atados
de dulce blanqueado tan apetecidas por todos los afuereños, las casas del pueblo casi
en su mayoría los sábados por las noches están hechas pensiones por la llegada de los
cargadores comerciantes que han pedido posada, las acémilas descansan en los
frondosos potreros o corrales de don Humberto alias don Chihuahua el más alegre y
cantarín sabedor de muchos versos carnavaleros por alabanza propia, eso misma noche
don Chihuahua cuidaba su potrero que más bien parecía un enorme corral por la
cantidad de animales que pasan hasta el domingo que es el día de feria, sintiendo
cansancio y sueño regreso a su casa, a las 2 de la mañana oyó un grito y una voz muy
fina pero algo melodiosa como esas voces de capilla de iglesia antigua mejor dicho a la
del viejo sacristán Don Manuel. La vos replicaba don Chihuahua, don Chihuahua, don
Chihuahua, se roban las mulas llame al perro roda montes ya se rompen las cercas
llame a todos los que están despiertos, a don Humberto le faltaron pies. llamo a los
vecinos alerto a los policías y llego en el instante preciso en que los ladrones estaban
amarrando a los mejores caballos, fueron apresados y enviados a la cárcel de
Latacunga, pero según informaciones judiciales a los 8 días ya estaban libres y de
regreso para continuar en sus andanzas. Sobre este hermoso prodigio la valentía de
chihuahua y la policía todo el pueblo comentaba en forma positiva vendrán mejores
días, estaban llenos de gran consuelo, don chihuahua conversaba a los 4 vientos que
fue avisado por alguien que tenía una dulce voz, pero ninguno le creía. Al poco tiempo
de esta hazaña llovió tres días seguidos, la gente se puso muy nerviosa. Comenzaron
a quemar ramos benditos junto a las rogativas a los santos, al amanecer de un día lunes
se calmaron las lluvias como por encanto. El abuelo tuerto sólo comenzó a dar sus rayos
de forma intensa los moradores se alegraron mucho, pero se encontraron con otra
sorpresa. En las entradas de los pequeños criaderos de ganado había montones de
arañas muertas de un color negro se hizo y junto a los vecinos árboles de tiumbil y
guarumos estaban unos letreros que decían no culpen al duendecito de sombrero
grande la muerte de las vacas fueron la arañas venenosas que llegaron con el fuerte
inverno el ganado se las comía y al poco tiempo morían, en verdad eran unas letras
bien formaditas como las de los amanuenses y escribanos más viejos, los dueños,
criadores y cuidadores de ganado llevaron los letreros al pueblo, pero no les creyeron
muchos aseguraban que fueron escritos por don Gonzalo, don Manuel el don Antuco
quienes eran profesores del lugar esa misma semana los amigos ice parables que
formaban la Avianca festejaban en la cantina de don Shile la compra de una rocola
nueva, quien siendo las 11 de la noche les envió a sus casas, mismos que ya picados
resolvieron ir a continuar en la cantina del famoso Neris que estaba en el barrio la
Gurupera el que tenía el famoso aguardiente que se produce los campos Panguenses,
el agraciado cantinero le entretenía a sus clientes con el radio cantarín que se acomoda
a todos de acuerdo a las instancias. Cuando estaban tristes cantaba pasillos, cuando
estaban alegres cantaba cuando y cuando alguno del grupo estaba enamorado
entonaba unos boleritos según su propio versión en esa misma reunión de búhos
juveniles decidieron engalanar sus paladares finos con un sabroso aguado de gallina,
donde podrían comprar a esa hora de la noche que hacer, pusieron a funcionar sus
lucidas memorias lo más loable seria treparse al gallinero del vecino Tala donde criaba
buenas gallinas para la feria del domingo con las cuales doña Hortensia preparaban el
seco con yuca fresca, después de una discusión alargada eligieron a los tres más
audaces del grupo. Llegaron con la flaca escalera de caña guadua y la arrimaron al
gallinero, el silencio era una tumba extendían sus delicados brazos cuando de súbito
sopló un viento fuerte contra la pared, al mismo tiempo que le acompañaba una
melodiosa y dulce vocecita que decía, ladrones, ladrones, vecinos levántense, que
haces aquí coquito que vergüenza amigo Mogollon en toda esa pinta, cuidado flaco
Huelinton te puedes caer ya es la madrugada a dormir muchachos inquietos. Al oír todas
esas frases saltaron la escalera que parecían trapecista de circo de parroquia. El alcohol
en sus cabezas se desvaneció llegaron completamente sanos con la boca reseca y llena
de un sabor amargo, contaron lo que les había sucedido, pero fue inútil tampoco los
escucharon. El duende entre si se decía buen trabajó aprendí el idioma muy bien todos
me entienden debo ir acelerando mis intervenciones hasta moralizar a este rincón
hospitalario llamado por algo El Corazón. La señora lidia la del banco grande que
cruzaba todo el ancho del portal de su casa era así como el faro y el termómetro de los
enredos se distinguía de los demás del barrio porque a las 10 de la noche comenzaba
a preparar su merienda para servirse a las 11 o más como siempre se había acostado
bien tarde en las primeras horas de la madrugada tan pronto quiso conciliar el sueño
oyó el chillido de los que luchaban por no salir de la chanchera en esta acto
acompañaba una voz dulce y melodiosa con sonido de ángel que decía, se roban los
puerco, se roban los puercos son 3 los ladrones llamen a los policías es la última maldad
de estos facinerosos, con la rapidez de un atleta y la velocidad de un rayo doña Lidia
estuvo en el patio trasero junto a la chanchera no observó ningún ladrón todos se
fugaron al sentir los pasos de la dueña los chanchitos caminaba en el patio de un lado
a otro bajo los árboles de campanilla parecía ser todo, al instante bajo estos árboles
caminaba el duendecito para desaparecer más abajo entre las plantas de papa chinas
y guantos de la solterona Ernestina. Doña Lidia no exclamo ni una sola palabra. Esta
maravilla. La garganta era un nudo su rostro completamente pálido su boca sabor a yel
sus encrucijadas cabellos parecen estar parados. Llegaron al instante los policías
rurales y preguntaron no anunciaron. Señora que pasa donde están los ladrones hable,
hable por favor hable pásenle un poco de agua parece estar asustada algo le hicieron
estos malhechores. Al poco tiempo doña lidia recobró la voz para narrar con toda su
admiración y fantasía lo que había visto. Lo describió tal cual como lo hizo Carmela
incluso lo juraba por dios. El jefe del departamento rural sin pensar 2 veces soltó la
siguiente frase, ahora me voy convencido es el mismo que nos avisó lo del corral. Y es
así como la novedad del duendecito nuevamente volvía a correr de boca en boca en
todo el pueblo , la mayor parte de las personas ya creían en la existencia de un duende
bueno y no de un duende malo, desde la última aparición del duendecito volvió la paz y
la tranquilidad al pueblo, ya no se robaban mulas ni los caballos ya no se morían las
vacas, los chanchos y las gallinas dormían sin que nada les pase, los jóvenes y viejos
apenas apagaban las luces de la planta municipal a las 10 de la noche ya estaban
soñando los vientos fuertes desaparecieron como por encanto, en todas las mesas se
servía el rico sancocho, morocho con leche fresca la yuca con chicharon y los sabrosos
bocachicos, el domingo uvo nuevamente la pele de gallos finos, la feria estaba más
concurrida que antes se podría decir que reinaba la paz, la honradez, la dicha y la
felicidad, esta calma tan grande la debemos al duendecito se decían unos otros con
rostros de alegría manifestaban, alguien tuvo que poner orden y lo elogiaban para que
continuara cuidándolos. Después de este largo invierno se acercaba el verano y en los
primeros días de junio el abuelo sol eterno amigo comunista comenzó a calentar la plaza
del pueblo del calor de sus rayos salía una neblina espesa se vivía algo así como una
gracia donde los niños de este simpático poblado jugaban a la bomba con cristalinas y
resplandecientes bolas de cristal. Eran las 5 de la tarde de su empresa a una sola voz
gritaron, el duende, el duende, los nuños inocentemente replicaron sigámosle,
sigámosle. Y cada niño reflexionó así. Silencio parece que se dirige a la casa de don
Umberto, no parece que se va la casa de don Manuelito, esperemos a ver a donde se
va , camina raro el sombrero le pesa mucho, mira va a entrar en la iglesia, pero no puede
entrar está cerrado el portón, mira ya lo abrió pidamos ayuda, no sigámosle, mira va al
altar mayor si no alcanza ni las bancas, se va atrás del altar, sigámosle de ahí no puede
salir. Toda la pandilla de niños buscó en el altar mayor, el cuerpo del duende no
estaba. No lo encontraron. Las puertas posteriores de la iglesia estaban cerradas con
grandes candados. Al oír los pasos de niños bajo de la casa parroquial el curita que
tampoco observo al duendecito y con palabras amables y bien meditas intentó darles
consuelo. Escúchenme atiéndanme niños para qué queremos ver al duendecito del
sombrero grande. Nada sacamos con la presencia de su cuerpo si todas sus acciones
y obras buenas están a la vista de nosotros tengamos lo presente dentro de nuestros
corazones. Los duendes se van, pero se van si morirse.

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