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20 de Junio de 2009
OPORTUNIDADES PARA LA MISIÓN
Hechos capítulos 2‐5
Introducción: William George Ward, escritor y teólogo inglés, dijo en una ocasión,
“las oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado, se los pierde.”
Mi estimado y fiel lector, ¿podría hacer en estos segundos un recuento de algunas
oportunidades que pasaron por su vida sin haberlas aprovechado? Oportunidades
de un buen trabajo; de una educación superior; de un excelente negocio; de disfrutar
una buena relación. Para algunos incluso, aunque ya demasiado tarde, la
oportunidad de aceptar la salvación que ofrece Dios a través de Cristo. Pero, piense
también en esto, ¿cuántas veces hemos abandonado oportunidades de compartir el
evangelio con alguien? Si hay algo que llama la atención de los primeros creyentes
de la iglesia es la frecuencia con que aprovecharon las oportunidades para hablar de
Cristo a otros. Compare lo siguiente:
En el primer discurso de Pedro, en Hechos 2:14‐39, encontrará que, el preámbulo a
dicho sermón fue el asombro y también la burla de algunos ante la manifestación
visible del poder del Espíritu Santo equipando a los apóstoles con los idiomas
apropiados para poder testificar efectivamente a los presentes en Jerusalén en
aquella ocasión. Pedro, no procuró defenderse de las acusaciones, falsas por cierto,
que se le propinaban, sino que, por el contrario, utilizó la ocasión para presentar a
Cristo.
El segundo discurso en Hechos 3:11‐26, fue introducido por un milagro en beneficio
a un paralítico de nacimiento. Dicha restauración fue un medio que abrió la puerta a
la predicación sobre la necesidad de la salvación. Dicho sea de paso, hoy muy a
menudo los milagros de sanidad se convierten en el centro de los cultos como un fin
en sí mismos, en lugar de ser, si es que tales milagros pudieran realmente ser
corroborados, un medio por el cual se presente el evangelio. Tome nota que jamás
se mencionan campañas de sanidad en las escrituras, sino campañas de predicación.
La sanidad, en los casos que se mencionan, fueron oportunidades para captar la
atención hacia el mensaje acerca de Cristo.
El tercer discurso lo encontrará en el capítulo 4:8‐12, en ocasión cuando los
apóstoles fueron arrestados y presentados ante las autoridades religiosas de
entonces. Una vez más, no procuraron defenderse de los cargos que se les hacía, sino
que, otra vez, hablaron de Cristo a los que les pedían cuenta de su predicación a las
masas.
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Pastor: Edgardo Piesco
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Por último, en el capítulo 5:29‐32, se nos habla de la ocasión cuando, estando una
vez más, detenidos por la causa, fueron liberados de la prisión por la intervención
sobrenatural de un ángel que, luego de ser puestos en libertad, los envió a continuar
con la tarea de predicar a Cristo.
Entonces, en los primeros cinco capítulos del libro de Hechos, Lucas introduce
cuatro discursos de Pedro que manifiestan como estos hombres aprovecharon las
oportunidades para compartir la fe a otros. Pero, permítame un detalle más; no solo
usaron las oportunidades que se presentaban, sino que además oraban por nuevas
posibilidades. Note que Hechos 4:23, nos dice que fueron “puestos en libertad”; luego
en el v.24 agrega, “Y ellos… alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor,
tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;” más
adelante en el v.29 piden lo siguiente, “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede
a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra.” Vale decir entonces que, no
solo aprovecharon las oportunidades a mano, sino que oraron a Dios que envíe
nuevas ocasiones para continuar la tarea de testificación.
Nos asombramos muchas veces de los resultados de aquella primera ola de
convertidos al evangelio en los primeros años del cristianismo, pero, en realidad, no
hay nada de extraordinario en ello; estos fueron hombres y mujeres que
simplemente aprovecharon las oportunidades que el Señor les presentaba para
hablar de Cristo. ¡Qué ejemplo formidable de fidelidad a la causa!
Ahora, si un grupo de no más de 200 personas, pudieron producir semejante
impacto en el mundo, ¿cuánto más podrían hacer el ejército de creyentes en
nuestras Américas en este siglo si aprovecháramos las oportunidades a mano y, por
cierto, a diario, de hablar a alguien acerca de Cristo?
Conclusión: Piense un momento mi estimado lector, ¿Cuántas oportunidades ha
tenido la semana pasada de hablar con alguna persona acerca de Cristo? ¿Cuántas
oportunidades cree que le dará el Señor ésta semana, o la próxima? Imagine por un
instante si cada creyente en la ciudad donde usted habita aprovechara esas
oportunidades ¡cuántos oirían de Jesús! Y tal vez ¡cuántas almas agregaría el Señor,
cada día, al pueblo de los redimidos! Recuerde que “las oportunidades son como los
amaneceres, si se espera demasiado, se los pierde.” Considérelo.
Pastor Edgardo Piesco
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