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Olmo Jesús Sierra Moreno

Sobre Ideas y Creencias de José Ortega y Gasset

El problema que presenta el autor se refiere al método utilizado para

entender la vida de un hombre, debido a que en la mayoría de ocasiones, se

cimienta en las ideas de dicho hombre y de la época en que vivió. Sin embargo,

la definición de idea tal como la conocemos, amplía la descripción de las

personas acudiendo a sus pensamientos, convicciones, creencias y demás

factores que reflejan ideas que surgieron de la persona o que esta misma

adopto de otros, dejando de lado a la persona como algo independiente que ya

existía antes de todas aquellas ideas.

Entender a una persona, según el autor, requiere que nos fijemos en

aquellas creencias básicas en las que yace su existencia misma,

independientemente de la influencia de ideas que surgen del proceso intelectual

de la persona o la convicción de la misma en ideas de otras personas. Cabe

resaltar que existe una diferencia entre “ideas” y “creencias”. Las primeras, se

refieren a ocurrencias producto del acto de pensar, sobre las cuales “podemos

decir que las producimos, las sostenemos, las discutimos, las propagamos,

combatimos en su pro y hasta somos capaces de morir por ellas” (Ortega &

Gasset, 1934. p2). Mientras tanto, las creencias “parecen estar ahí ya antes de
que nos ocupemos en pensar” (Ortega & Gasset, 1934. p2) y no son producto

de nuestra actividad intelectual, no las contenemos, sino que estamos en ellas.

Para comprender más a fondo dicha distinción tenemos que detenernos

a definir lo que el autor plantea por idea. La idea, en primer lugar, es el

resultado de nuestra actividad intelectual y se presenta en diversas formas,

incluso unas que creemos tan verdaderas como las teorías científicas que solo

existen mientras son pensadas, razón por la cual es necesario formularlas. El

carácter de verdad que se le atribuye a una idea, se encuentra relacionado con

la correspondencia de esta a nuestra idea de realidad, más no a la realidad

misma que es independiente de nuestro pensar. Por lo tanto, cada idea se

encuentra sumergida en un hecho o constructo teórico que demuestre su

validez o la niegue, lo que es válido en una cultura puede ser falaz en otra. Así

pues, la realidad que definimos por medio de nuestras ideas se refiere a una

construcción teórica que, según Ortega y Gasset, “se reduce a la solidez con la

que aguanta ser referida a todas las demás ideas” (1934, p6). Por lo anterior,

se puede decir que “entre nosotros y nuestras ideas hay, pues, siempre una

distancia infranqueable: la que va de lo real a lo imaginario” (Ortega & Gasset,

1934. p6).

Hasta este punto puede ser confusa la definición de creencia, ya que es

difícil pensar sobre una realidad que no esté mediada por nuestras ideas. Las

creencias son “ideas” básicas que no necesitan de nuestro pensar para su

existencia, están allí incluso antes del acto de pensar puesto que son la
ejecución del acto de la vida. Cabe aclarar que para Ortega la vida es

ejecutividad continua, es la realidad absoluta en sí misma y totalmente pre

teorética. Sobre lo anterior se puede decir; que la vida no es algo que

necesitemos percibir o pensar sino que simplemente estamos inmersos en ella.

Además mi existencia depende claramente en coexistir con el otro, con el

mundo, la vida depende de lo que sea el mundo. En dado caso que llegase a

pensarse en la vida, no sería sino por medio de “ideas” u “ocurrencias” que

corresponden a la concepción de la vida como objeto, no como ejecutividad.

Para comprender mejor la noción de vida y creencia de Ortega, recogeremos

uno de sus ejemplos más puntuales: cuando se nos presenta un dolor de

muelas, este se nos presenta ejecutivamente puesto que nos duele y posee una

clara existencia para nosotros. Puede existir el caso en el que recordemos,

estudiemos, midamos y pensemos aquel dolor, aun así, el hecho de recordarlo,

estudiarlo, medirlo y pensarlo simplemente nos da información acerca del dolor

como un objeto fuera de nosotros, no lo experimentamos ejecutivamente, no

nos duele, es decir, no lo vivimos (Ortega & Gasset, 1984. p5).

Después de la exposición anterior puede surgir la duda de porque

construcciones teóricas como las de la ciencia, producto de una metódica

reflexión y que poseen coherencia lógica se nos asemejan tanto a la realidad.

Pues bien, una de las creencias básicas de las que hemos hablado en este

texto, se refiere a la creencia en nuestra razón e intelecto. Del intelecto, surgen

teorías que se adhieren profundamente en nuestra actividad y llegan a


asemejarse a las creencias, sin embargo, aunque tengamos gran convicción en

estas, siempre necesitamos pensarlas para que existan, refiriéndose a la

realidad como objeto de una actividad intelectual en vez de llegar a su estado

ejecutivo y es en este punto que difieren de las creencias y la realidad, puesto

que la existencia de estas es incondicional a nuestro pensamiento, existen

querámoslo o no, las vivimos. Y “exige siempre de nosotros algún especial

esfuerzo por comportarnos conforme a lo que pensamos. Es decir, tomarlo

completamente en serio, lo cual revela que no creemos en ello, que

presentimos como un riesgo esencial guiarnos de nuestras ideas” (Ortega &

Gasset, 1934. P7). De este modo, aunque existan ideas que parezcan

asemejarse a la realidad, la historia nos ha mostrado que aquellas teorías que

parecen ser verdaderas hoy, pueden ser falsas mañana. Pese a lo cual,

nuestra creencia en la razón permanece. En este punto, es necesario tomar

como referencia la noción de verdad de Ortega. Para él, la verdad es un estado

o situación mental estacionario que se refiere al hecho de llegar a un punto en

el que no surgen nuevas inquietudes. Con respecto a esto, argumenta que la

ciencia y el conocimiento representan la constante búsqueda de esta verdad,

aunque en ocasiones se limitan a encontrar verdades domésticas que suponen

la interrupción de la búsqueda de la verdad, ya sea por resignación ante las

constantes inquietudes que surgen de las construcciones teóricas, o bien por

una interrupción bien fundada en la cual, según ellos, “no tiene sentido seguir

buscando” (Ortega & Gasset, 1984. p6). La constante búsqueda de

conocimiento y ciencia tiene un resultado que solo afecta algo en particular,


este contenido se puede transformar en algo general, ya que puede cambiar el

modo de vivir y pensar de las personas, a la vez esto se transforma con el

pasar del tiempo.

Por otra parte, es necesario considerar como a pesar de nuestras

creencias, en ocasiones nos dejamos guiar por nuestras ideas. Vivimos

inmersos en grupos de creencias antagónicas en las cuales la duda, que es un

modo de la creencia, nos incita a la inestabilidad, y deja vacíos que llenamos

con ideas que modulan nuestra construcción de la realidad. El vacio es algo de

lo que no sabemos pero que queremos saber cueste lo que cueste. Esta duda

“nos arroja ante lo dudoso, ante una realidad tan real como la fundada en la

creencia, pero que ella es ambigua, bicéfala, inestable, frente a la cual no

sabemos a qué atenernos ni que hacer” (Ortega & Gasset, 1934. p 9). La duda

como modo de la creencia pre teorética, es la ejecutividad presente en mi vida

que me permite hacer ciencia o conocimiento, puesto que me impulsa a salir de

aquel estado artificial de verdad, entendido como un estado estacionario en el

que no existe inquietud, por tanto, da la posibilidad de enfrentar nuestras

construcciones teóricas con la realidad misma, al despertarnos y decirnos que

dichas ideas se refieren a una noción distanciada de sujeto a objeto y que no

tiene un carácter ejecutivo en nuestra vida. De este modo, la duda nos permite

superar aquellas construcciones lógicas que representan verdades domésticas

y que no se refieren a la vida como realidad ejecutiva, nos incita a buscar la

verdad más adecuada a nuestra realidad.


Para terminar, podemos decir que la forma correcta de entender a un

hombre es tener en cuenta que sus ideas y pensamientos son producto de su

don imaginativo que parte desde creencias básicas. La duda da las

herramientas necesarias para confrontar creencias antagónicas, crea vacíos

que la persona llena con ideas propias y prestadas que son influenciadas por el

contexto histórico y cultural en que se desarrolla, y funda una realidad objetiva,

más no ejecutiva, con base en una estructura de ideas relacionadas

coherentemente que se cimientan, aunque no pueda ser evidente fácilmente, en

la inquietud que surge de las creencias básicas, que son independientes de

cualquier actividad intelectual. La duda nos ayuda a ver la realidad con un

sentido crítico a la que podemos plantear una estructura de ideas coherentes

que puedan afectar nuestro modo de vivir y pensar.

Finalizado el análisis de la posición de Ortega y Gasset, nos han surgido

algunas dudas con respecto a su teoría. En primer lugar, Ortega argumenta que

las creencias, al igual que la vida son una ejecutividad continua, es decir, que

siempre están de forma activa, razón por la cual nos parece problemático el

hecho de decir que existen creencias antagónicas. De ser así, ¿cómo podría

ejecutivamente existir una creencia de dolor de muelas y a su vez una contraria

simultáneamente? Por otra parte, Ortega dice que la duda nos hace ir de una

creencia a otra, genera vacios que llenamos con nuestras ideas. Sin embargo,

si las creencias son continuas, ¿cómo pueden generar vacios?


Para responder estas cuestiones, es necesario comprender que las

creencias hacen parte de la vida, es decir son inseparables de esta y al igual,

son ejecutividades continuas que hacen parte de nuestra existencia. Para

comprender mejor, entendamos las creencias como una red de “ideas” básicas

que se interrelacionan de tal manera que dan lógica y sentido a nuestra

existencia. Estas, se organizan de manera opuesta, como si partieran de un

mismo punto dos vectores direccionalmente opuestos. De este modo, en la

continua interacción de nuestra existencia con el entorno, uno de dichos

vectores tomaría el valor de verdad, refiriéndonos como un estado transitorio en

el cual no cabe ninguna inquietud con respecto a nuestra creencia. Sin

embargo, como lo expusimos anteriormente, la duda está continuamente

incitándonos a abandonar dicha estabilidad transitoria en que nos encontramos,

ya que si no fuera así, estaríamos inmersos en una creencia invariable, como

por ejemplo, la creencia de un dolor de muelas continuo. Así pues, la duda

permite que ambos extremos opuestos de la creencia sigan existiendo

ejecutivamente, aun cuando uno de ellos tome transitoriamente un valor de

verdad en correspondencia con las interrelaciones de nuestra vida con el

entorno. Otro ejemplo que podríamos tomar para ilustrar mejor esto, es el de

una mosca que intenta atravesar una ventana. Al igual que la mosca, alguno de

nosotros podría tropezar con un vidrio debido a la creencia de que al poder ver

hacia el otro lado, se supondría que podemos caminar hacia allí. Aún así, la

duda simultáneamente aunque en menor grado, nos da información acerca de

que puede que aquello no sea tan verdadero como pensamos en un principio.
Cuando tropezamos con el vidrio, podemos atribuirle un estado de verdad a una

creencia antagónica a la creencia anterior, para no caer en un continuo intento

por caminar hacia el otro lado. De no ser así, seguiríamos al igual que la mosca

golpeándonos una y otra vez contra dicha ventana.

Por otra parte, surge el problema de cómo una creencia continua puede

generar vacios. Pues bien, según nosotros apreciamos, la continua variabilidad

en los valores de verdad de las creencias por medio de la duda, nos dejan en

cierta posición de incertidumbre que intentamos comprender por medio de la

razón. Y formulamos ciertas ideas que interrelacionadas tratan de dar cuenta

del por qué de dicha variabilidad. Así pues, los vacios se refieren a la continua

búsqueda de verdad que incita en nosotros la ejecutividad continua de la duda,

puesto que al encontrarnos frente a problemas e inquietudes de nuestras

creencias, recurrimos a nuestras ideas para rellenar dichos “vacios

conceptuales”, de modo que volvemos a un estado artificialmente transitorio de

certidumbre en el que interrumpimos la búsqueda de la verdad, como lo dijimos

anteriormente, ya sea por medio de la resignación o por la interrupción fundada.

Para concluir, queremos aclarar que la ciencia es un intento de acabar

con dicha incertidumbre que deja la continua variabilidad de las creencias por

medio de la duda, intentando generar verdades locales que se refieren a un

fragmento limitado de la realidad y que tienen validez en tanto puedan ser

referidos a otras ideas. De esta forma, las construcciones teóricas que intentan

comprender la realidad, desde el enfoque de Ortega, serían simplemente


productos de la imaginación que dan cuenta de una realidad distanciada de sí

mismo, al tomarla como un objeto y no como una ejecutividad en la que

estamos inmersos y de la que hacemos parte. Así pues, la descripción de la

vida de un hombre debería dar cuenta las creencias básicas sobre las que

reposa su existencia.

REFERENCIAS
Ortega & Gasset. (1934). Ideas y Creencias.

Ortega & Gasset. (1984). ¿Qué es conocimiento?

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