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“Y superando lo que esperábamos, se dieron primeramente ellos mismos
al Señor y a nosotros, por la voluntad de Dios” (8:5). ¿Por qué dieron ellos?
Porque se entregaron a Cristo, lo que incluiría la voluntad de usar todo lo que
tenían para avanzar su obra. A medida que se sometían a Cristo, deseaban
participar en esta ofrenda.
Pablo sin duda quería que los corintios siguieran este ejemplo. Los
macedonios demostraron que la madurez espiritual conduce a la generosidad
material. Los corintios tenían más dinero y debían ser aún más generosos.
Veamos lo que Pablo no enseñara respecto a la colecta generosa:
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testimonio en el vr.3 que estos hermanos dieron de dos formas: 1)
conforme a sus fuerzas, y 2) más allá de sus fuerzas. Esto es un muy
buen incentivo para nosotros. Que cuando demos, demos de acuerdo
a nuestras capacidades y aun mucho más allá de ellas. Ellos dieron no
porque Pablo les predico un sermón sobre la generosidad, sino que
estos dieron de manera libre y voluntaria. No se nos debe olvidar que
aquellos que hemos sido receptores de la gracia, la generosidad debe
ser una buena costumbre o habito, y por lo tanto no debería ser
necesario que se nos esté recordando de ello de vez en cuando. Seamos
generosos continuamente.
3. La tercera verdad acerca de la ofrenda es que esta es una forma de
tener comunión (v.4). Tan profunda era la gracia que habitaba en ellos
que rogaron para que se les permitiese dar. Para ellos esto eran un gran
privilegio, el poder ayudar a los santos de Judea que estaban
experimentando necesidad. También era una forma de servir. Hnos,
tener una buena disposición para ayudar a otros hermanos de la
iglesia, promueve la comunión y el amor mutuo. Cuando hay
mezquindad y tacañería en una congregación no se ve la comunión y
la armonía. Si queremos tener comunión y armonía dejemos hoy de
pensar tanto en nosotros y pensemos más en los demás. Ese es el
ejemplo de nuestro redentor (v.9). Él no pensó en él sino en nosotros.
Él pensó en nuestra necesidad. ¿piensa usted en su necesidad y no en
la de otros? Si usted piensa en la de otros y no en la suya, sus
contribuciones voluntarias y generosas ayudaran a promover el amor
y la comunión entre otros.
4. La cuarta verdad acerca de la ofrenda, es que esta debe ir precedida
de la dedicación o entrega de uno mismo (v.5). La generosidad de los
macedonios estaba basada en un buen fundamento. Este fundamento
era la entrega de ellos. Pablo dice que ellos se dieron libre y
voluntariamente al Señor, y luego a los siervos de Dios. Hermanos, es
importante que antes de dar contribuciones económicas, les suplico
que se entreguen al Señor para luego hacerlas, esto lo afirmo Pablo.
Es decir que la abundancia de riqueza de generosidad en los
macedonios, fue el efecto del compromiso que ellos tuvieron al
haberse rendido o entregado al Señor. Al parecer la iglesia de Corinto
nunca, al menos hasta el tiempo en que Pablo le escribe, le había
aportado ningún sostén financiero (Cf. 2 Cor 11:8-9; 12:13; 1 Cor
9:11-12). Al parecer los corintios necesitaban darse al Señor y luego
a los ministros. Esta era una iglesia inmadura (1 Cor 3:1). Una iglesia
inmadura, será siempre poco comprometida con el Señor y con sus
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hermanos. El Apóstol Pablo de los corintios tuvo poco apoyo
ministerial. Toda contribución que la gente hace en la iglesia, debe
estar dedicada al sostenimiento de los que predican y de los
necesitados (1 Tim 5:15; 5:3-9)
II. Los segundo que Pablo presenta los propósitos u objetivos de la ofrenda
(versos 7-9,14)
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versículos en esta magna carta. Contra un fondo de las mezquinas
circunstancias de la vida en Macedonia y Corinto, pinta un atractivo
retrato de la más generosa Persona que jamás haya existido.
La palabra gracia se emplea en una variedad de formas en el NT,
pero aquí el significado es, sin confusión posible, el de la generosidad.
¿Cuán generoso era el Señor Jesús? Era tan generoso que dio todo lo
que poseía por nuestra causa, para que nosotros fuésemos eternamente
enriquecidos con su pobreza.
Él era rico en posesiones, poder, homenaje, comunión, felicidad.
Se hizo de pobre condición, en Sus circunstancias, en Sus relaciones
con los hombres. A nosotros se nos apremia dar algo de dinero,
vestido, alimento. Él se dio a Sí mismo.
Este versículo nos enseña la preexistencia de Cristo. ¿Cuándo fue
Él rico? ¡Desde luego no cuando vino al mundo como el Bebé de
Belén! Y desde luego no durante Sus treinta y tres años de
peregrinación como «extraño sin hogar en el mundo que Sus manos
habían hecho».
Él era rico en toda la eternidad pasada, morando con el Padre en
los atrios celestiales. Pero se hizo pobre. Se refiere no sólo a Belén,
sino también a Nazaret, Getsemaní y Gólgota. Todo eso fue por causa
nuestra, para que fuésemos enriquecidos con su pobreza.
Si esto es cierto, y desde luego que lo es, debería en tal caso ser
nuestro mayor gozo dar al Señor todo lo que somos y tenemos. Por
esta razón hermanos, imitemos a Cristo, la generosidad de él fue tan
grande que nos enriqueció cuando no éramos más que unos
miserables. Por eso sean generosos, solo de esta manera imitaremos a
Cristo.
III. Lo tercero que Pablo presenta son las promesas para los que ofrendan (2
Corintios 9:6-11)
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Es importante aclarar que existe un peligro y una buena
motivación para ofrendar que se puede corromper si se espera una
recompensa equivalente (dar y hacerse rico). Las recompensas en el
NT no contemplan una ganancia material. Sin embargo, hay riquezas
prácticas en la tierra en términos de amor, amistad y otros recursos,
pero la riqueza más importante es ser rico en nuestra relación con
Dios. Aunque los regalos monetarios no se multipliquen en beneficio
nuestro, muchas otras semillas sembradas sí regresan al sembrador
muchas veces multiplicadas.
2. La segunda promesa consiste en que Dios ama al que da con alegría
(v.7). aquí pablo da las directrices sobre la forma de ofrendar y la
recompensa que tendrá aquel que da con generosidad no porque le es
impuesta una carga. El apóstol dice, que se debe dar como ha decidido
hacer en su corazón. Dicho de otra forma cuando se dé se debe hacer
libre y voluntariamente, no porque me toca.
Cuando se da libre y voluntariamente, no sale a flote ni la tristeza,
ni la necesidad. Por esta razón Dios promete que aquel que da
libremente lo amara no porque dio, sino porque lo hizo sinceramente,
es decir con alegría. Dios quiere que cuando demos nuestras
contribuciones: 1) planeemos lo que vayamos a dar “como propuso
en su corazón” (1 Cor 16:2).
No podemos dar con propósito y voluntariamente si el domingo
cuando recogemos las ofrendas buscamos que dar. Por esta razón el
sábado en la noche apartemos la ofrenda con eso sabemos que
daremos el domingo. 2) que cuando demos lo demos con alegra “con
alegría”. Dios ama a los alegres ofrendantes.
3. La tercera promesa, es que Dios hará que abunde en nosotros toda
gracia (v.8). ¿Qué significa esto? MacArthur dice, que Dios hará que
abunde en nosotros dinero y bienes materiales (v.11). Cada vez que el
creyente da con generosidad de sus recursos materiales, Dios se
encarga de reabastecerlos para que siempre los tenga en abundancia y
nunca pase necesidad (2 Cor 9:10 Cf. 2 Cron 31:10). Es importante
entender que es Dios quien hace todo esto, a diferencia de la filosofía
griega que insistía que era el hombre quien suplía. ¡Que orgullo y
auto-suficiencia!
Dios hará esto con el propósito o fin de que tengamos siempre
todo lo suficiente, para que como creyentes abundemos en buenas
obras. Dios a los creyentes siempre les da, no para que satisfagan sus
deseos egoísta y no esenciales, sino para que pueda atender las
necesidades reales que otros tengan (Dt 15:10,11; Ef. 4:28).
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IV. Lo cuarto que Pablo presenta son los resultados al ofrendar (2 Corintios
9:12-15)