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EL BESO DE DIOS: EL REGALO DE DIOS A LA HUMANIDAD

¿Quién no ha dado o a quién no le han dado un beso? El beso tierno de la madre a su


hijo recién nacido o el del hijo agradecido ante la caricia de su madre. El primer beso de
los enamorados que nunca se podrá olvidar, el beso de la despedida del hijo a su padre
que tal vez nunca más volverá a ver. El beso traidor de Judas a Jesús o el de la mujer
que enjugaba y besaba los pies del Maestro. Un beso hoy puede ser algo muy normal y
natural, nos saludamos, nos despedimos de beso en la mejilla, y sobre todo, el beso tiene
una función social humana determinante en el proceso de cortejo.

Se considera el beso como el acto de presionar los labios contra la superficie de un


objeto, contra los labios o la piel de otra persona, como expresión social de afecto, de
saludo, de respeto o de amor. En la estructura de muchos organismos animales, los
labios son un foco sensitivo y funcionan primordialmente como auxiliares en la
identificación del entorno y en la emisión de sonidos, también como herramientas de
succión. Ante todo, el beso es muestra de una plena identificación con la persona que se
ama, es una fuerza de absorción, de unión entre las personas que se besan. De ahí el
valor y la importancia de la figura que utiliza santa Teresa para expresar la manera
como Dios se dona al hombre y como Él quiere “absorbernos” por medio de la
Humanidad de Cristo para unirnos a Él.

El beso es el mejor símbolo para expresar la experiencia de una persona a quien Dios ha
enamorado, de manera que, como la esposa del Cantar de los Cantares, se atreve a pedir:
“béseme con los besos de su boca” (Cant 1,1). Santa Teresa habla sobre “el beso de
Dios” al comentar algunos pasajes del texto del Antiguo Testamento que lleva por
nombre “Conceptos del amor de Dios (Cp)” o “Meditaciones sobre los Cantares (MC)”.

El presente escrito se propone profundizar en las Meditaciones sobre el Cantar de los


Cantares en la que la santa expresa que “el beso es señal de paz y amistad entre dos
personas”1, entendiendo amistad como “amistad con Cristo”, no en su dimensión de la
vida religiosa, como trato con los otros. Y la paz se entiende como el don que el Señor
regala fruto de la resurrección: “la paz sea con vosotros” (Lc 24, 36), como efecto de

1
MC 1,10

1
Dios en el alma cuando se le concede a la esposa la petición del ósculo que pedía (7M 3,
13).

1. INCIDENCIA DEL “CANTAR DE LOS CANTARES” EN EL AMBIENTE DEL


SIGLO XVI

El Cantar de los Cantares es el libro bíblico por excelencia para simbolizar la unión
entre Dios y el alma como una relación esponsal. En el siglo XVI hay que tener en
cuenta la doble actitud frente a la lectura del Cantar, por un lado se encuentra, el
encanto y la fascinación que suscita, sin excepción, en los místicos; por otra parte, se
encuentra el falso pudor de la ancianos rabinos y la rivalidad y rigorismo de algunos
teólogos de prestigio en esta época que se oponían por completo a la lectura de la Biblia
y en especial por parte de la mujeres2.

Han sido muy conocidos los comentarios de Orígenes, de san Bernardo y de Fray Luis
de León, que en 1561 hizo la traducción del hebreo al castellano del Cantar de los
Cantares y posteriormente sus comentarios. La obra de fray Luis ha tenido gran
influencia en la espiritualidad del siglo XVI, obra que fue dedicada a la monja Isabel de
Osorio del monasterio del Sancti Spiritu de Salamanca y que, gracias a un fraile que
cuidaba su celda: fray Diego de León, sacó una copia y diez años más tarde se fue
multiplicando contra la voluntad de fray Luis. El 5 de marzo de 1572 escribe el mismo
Luis de León al inquisidor Diego González confesando la realidad de la multiplicación
de su obra en lengua vulgar y el propósito de enmienda y corrección de la obra si en
algo está en contra de la doctrina de la Iglesia3.

En todo el proceso contra fray Luis de León, los delatores son profesores dominicos de
la Universidad de Salamanca, muy cercanos a santa Teresa: fray Bartolomé de Medina,
quien pasó de no creer en las experiencias de la santa a ser su confesor y amigo, tal
como ella misma lo narra en la Cuenta de Conciencia 53,11; fray Domingo Bañez que la
confesó seis años y trataba con él por medio de cartas (CC 53,11). También aparece en

2
Álvarez, Tomás. De Poema a Poema. Santa Teresa ante el poema bíblico de “Los Cantares”. En:
Separata de la Revista “Monte Carmelo” 109. (Burgos: Monte Carmelo, 2001), 249-266.
3
Fray Luis De León, Cantar de los Cantares de Salomón. Edición de José Manuel Blecua. (Madrid:
Gredos, 1994), 12-13.

2
el proceso, el dominico Pedro Hernández (la santa escribe Fernández) Visitador
Apostólico de los Carmelitas de Castilla, “persona de muy santa vida y grandes letras y
entendimiento”4. La traducción del Cantar de los Cantares en versión castellana es la
causa principal de la cárcel que, durante casi cinco años, vive Fray Luis desde el 26 de
marzo de 1572 hasta el 11 de diciembre de 1576.

Con exactitud no se sabe si santa Teresa y san Juan de la Cruz conocieron la traducción
de fray Luis de León, pero siguiendo el estudio de Tomás Álvarez en la Revista Monte
Carmelo 109, se puede decir que los dos años de apasionamiento de santa Teresa por el
Cantar de los Cantares, coincide con el tiempo de difusión de la traducción que hizo
Fray Luis de León del Cantar de los Cantares y del suceso de su cárcel. Además,
durante los años de cárcel de Fray Luis, santa Teresa mantiene estrechas relaciones con
los delatores del fraile agustino durante su estadía en Salamanca, pero no pasó por
Valladolid, ciudad donde estuvo preso.

Lo más importante es que el Cantar de los Cantares ejerce fuerte influencia en los tres
grandes poetas en la década de los años 70 del siglo de oro español: Teresa de Jesús,
Juan de la Cruz y Luis de León. Esta influencia del poema bíblico, luego de la cárcel de
fray Luis, se ve reflejada concretamente en el “Cántico Espiritual” compuesto por fray
Juan de la Cruz mientras estaba éste en otra cárcel, en Toledo, el año de 1578. En santa
Teresa su influencia se manifiesta en la poesía que escribe “Mi Amado para mí y yo soy
para mi Amado”.5

Santa Teresa escribe estas Meditaciones como solía hacerlo con mucha prisa e
interrupciones (MC 7,10). Según los teresianistas6, se cree que la Santa escribió, al
menos, dos redacciones o en dos momentos redaccionales, cosa que se puede deducir de
los manuscritos que se conocen, sin que se encuentre algún autógrafo, pues fue echado
al fuego por la misma santa, obedeciendo a su confesor, Fray Diego de Yanguas de la
Orden de Predicadores. El periodo posible de escritura, según la deducción de la crítica
interna del documento, puede situarse hacia 1566 la primera redacción y entre 1572 y
1575 la segunda. En la actualidad se poseen cuatro copias del escrito teresiano: la que se

4
F 28,6.
5
Alvarez, De poema a poema, 266.
6
Daniel de Pablo Maroto. “Meditaciones sobre los Cantares”, en: Introducción a la lectura de Santa
Teresa, dirigido por A. Barrientos, 559-570. Madrid: Editorial de Espiritualidad, 2014.

3
encuentra en las Carmelitas Descalzas de Alba de Tormes, la de Baeza que inicialmente
pertenecía al colegio de san Basilio de los Carmelitas Descalzos y que posiblemente son
representativas de la primera redacción. Las otras dos son las copias de las Carmelitas
Descalzas de Consuegra y del Desierto de Nuestra Señora de las Nieves de los
Carmelitas Descalzos que se conserva hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid que
representan la segunda redacción.

Siguiendo a Tomás Álvarez, la importancia histórica de las Meditaciones radica, por un


lado, en la manera como Teresa afronta con gran atrevimiento para una mujer del siglo
XVI el hacer un comentario sobre algunos versos de los Cantares (MC 1,12; 7,9); por
otro lado, estas Meditaciones se enmarcan en la tensión existente, en la España de la
segunda mitad del siglo XVI, entre teólogos y espirituales7.

2. INCIDENCIA DEL “CANTAR DE LOS CANTARES” EN LA BIOGRAFÍA DE


SANTA TERESA

En sus Meditaciones sobre el Cantar de los Cantares, santa Teresa pretende mantener las
iluminaciones del Señor a su vida y quiere que otras personas también se beneficien de
ello, en especial sus monjas, sobre todo aquellas que están o han tenido altísimas
experiencias de encuentro con Dios (MC pról. 2 y 3), a pesar de que muchos teólogos se
oponían a la lectura de pasajes bíblicos por parte de las mujeres.

El Cantar de los Cantares es el único libro bíblico que comentó santa Teresa, su lectura
significó para ella refugio y consuelo en el período de su exaltación mística, fase que
Tomás Álvarez llama “período extático” de la santa8 (MC pról. 1.6). Ella se propone
escribir de acuerdo a lo que el texto bíblico le inspiraba y, sin obviar las interpretaciones
de los especialistas en la Biblia, opta por el simbolismo nupcial entre Dios y el hombre,
entre Cristo y el alma de su esposa.

Santa Teresa hace parte del grupo de místicos que se dejaron fascinar por el poema
bíblico y no hace caso a lo que piensen otros, ni mucho menos al falso rubor por el

7
Tomás Álvarez, Diccionario de Santa Teresa (Madrid: Monte Carmelo, 2006), 100-101.
8
Ibíd., 156.

4
erotismo de las imágenes de los personajes del Cantar y a la manera de relacionarse el
Esposo con la esposa, en lo referente al “beso”, pues no dudó en elegir esta figura para
iniciar su comentario: “Béseme el Señor con el beso de su boca”. Ella misma cuenta que
desde hace unos años acá el Señor le ha dado el regalo grande de oír o leer palabras de
los Cantares que la recogían y la movían más que otros libros devotos (MC pról. 1).
También es consciente que su manera de interpretarlo no excluye la lectura científica
del libro que hacen los especialistas y entendedores del hebreo, del griego y del latín
(MC 1,2. 8). Por tanto, es necesario tener en cuenta que su comentario no es algo
técnico, exegético, sino que es fruto de su experiencia espiritual, de su historia de amor
con Cristo.

Cuando Teresa escribe sus meditaciones sobre algunos versos del Cantar (1,1-2; 2, 3-5;
y citaciones de paso a 2,16; 4,7; 6,3; 6,9; 8,5) ya ha escrito dos libros: Vida y Camino
de Perfección, como ella misma lo cuenta en MC 4,1.3 al hablar sobre la oración de
quietud. Seguramente santa Teresa escuchó por medio de predicaciones, comentarios
del Cantar de los Cantares de san Bernardo, pues la manera como ella se expresa sobre
el “Beso de Dios” va en la misma línea: “Beso que es mucho más que la simple presión
de los labios: es la misma unión de Dios con el hombre. Con el contacto de los labios se
intenta expresar la mutua identificación de sentimientos. Pero con este otro beso, esa
unión de las dos naturalezas asocia lo humano con lo divino, estableciendo paz entre
cielo y tierra”.9 Además, dice san Bernardo: “su palabra viva y eficaz es para mí un beso
de su boca…es la efusión del gozo más íntimo que penetra hasta los secretos más
profundos. Pero sobre todo, es como una intercomunión maravillosa de identidad entre
la luz suprema y el espíritu iluminado por ella. Pues el que se allega al Señor se hace un
espíritu con él”.10

Una de las maneras como Teresa tenía acceso al texto bíblico era por las homilías que
escuchaba, pero pudo pedir a sus confesores o tal vez a sus más allegados alguna
traducción o comentario del Cantar según lo que se puede deducir de MC 1,8. También
pudo acceder a las citas del Cantar por medio de algún oficio de la Virgen en castellano
o por algún Libro de las Horas como ella misma lo reporta en MC 6,8: “Y así lo podéis

9
San Bernardo, Obras completas. Edición Bilingüe. Sermones sobre el Cantar de los Cantares. Edición
preparada por los Monjes Cistercienses de España (Madrid: BAC, 1987), 91.
10
Ibíd., 90-91. San Bernardo escribió tres sermones que hacen referencia al tema del “beso” como
imagen de la Encarnación y que Teresa también refiere en MC 1,10.

5
ver, hijas, en el oficio que rezamos de nuestra Señora cada semana, lo mucho que está
de ellos en antífonas y lecciones” o en el prólogo 1 de sus Meditaciones: “Habiéndome
a mí el Señor, de algunos días acá, dado un regalo grande cada vez que oigo o leo
algunas palabras de los Cantares de Salomón, en tanto extremo, que sin entender la
claridad del latín en romance, me recogía más y movía mi alma que los libros muy
devotos que entiendo”.

Siguiendo a José Manuel Sánchez Caro11, se puede decir que santa Teresa va en la línea
de la tradicional interpretación en la Iglesia sobre el Cantar de los Cantares: la
espiritual, incluso de una lectura espiritual psicológica de algunos versos del texto
bíblico según la propuesta de Orígenes y de san Bernardo. Además, son un pequeño
tratado de oración y contemplación que anticipan su obra cumbre: “Las Moradas”.

3. EL BESO DE DIOS

“Béseme con beso de su boca” (Cant 1,1) es el primer texto que comenta la santa en sus
Meditaciones sobre los Cantares y que contiene el tema del “beso de Dios”. Utiliza la
versión de la Vulgata: “¡Béseme el Señor con el beso de su boca! Son mejores que el
vino tus amores” y que es lema de los tres primeros capítulos de su Meditación. Ella es
consciente que hay muchas interpretaciones sobre este versículo bíblico: “…Yo lo
confieso, que tiene muchos entendimientos; mas el alma que está abrasada de amor que
la desatina, no quiere ninguno, sino decir estas palabras. Sí, que no se lo quita el
Señor…”12 y que ni los mismos doctores que han escrito muchas cosas sobre este
versículo se han puesto de acuerdo en su interpretación (MC 1, 8).

Teresa interpreta el “beso” en su simbología espiritual como beso de Dios al alma,


nunca a la inversa, pero es precisamente el alma quien hace esta petición: “¿Qué mejor
cosa podemos pedir que lo que yo os pido, Señor mío, que me deis esta paz con beso de
vuestra boca?” (MC 1, 12). Para ella, el simbolismo del beso, más que amor, “el beso es

11
Para una profundización en la propuesta de una interpretación espiritual de corte psicológico sobre el
Cantar de los Cantares, véase la explicación de José Manuel Sánchez Caro, en: Biblia y Experiencia de
Dios, 23-26. Ávila: CITeS, 2003.
12
MC 1,10.

6
señal de paz y amistad entre dos personas”13, pues el deseo de besar supone la
pretensión de entrar en el otro, entendiéndolo como inmersión total de Dios en el
hombre de manera que inunda y enardece.14

El beso de Dios genera en la persona verdadera paz y es el sello del estado de quietud y
calma de las séptimas Moradas: “Estos efectos, con todos los demás que hemos dicho
que sean buenos en los grados de oración que quedan dichos, da Dios cuando llega el
alma a sí con este ósculo que pedía la esposa, que yo entiendo aquí se le cumple esta
petición” (7M 3,13). Por tanto, la mejor manera de entender el beso de Dios a la persona
es por los efectos que produce en la persona: amistad y paz de Cristo.

Antes que Teresa manifieste el significado del beso como amistad y paz, se expresa
dando a entender otras posibles interpretaciones:
Yo lo confieso que tiene muchos entendimientos; mas el alma que está abrasada de amor que la
desatina, no quiere ninguno, sino decir estas palabras. Sí, que no se lo quita el Señor. ¡Válgame
Dios!, ¿qué os espanta? ¿No es de admirar más la obra? ¿No nos llegamos al Santísimo
Sacramento? Y aun pensaba yo que si pedía la esposa esta merced que Cristo después nos hizo.
También he pensado si pedía aquel ayuntamiento tan grande, como fue hacerse Dios hombre,
aquella amistad que hizo con el género humano… 15

Esas posibles interpretaciones son16: la esposa pide la cercanía de Dios en el Santísimo


Sacramento; la cercanía de la Encarnación17 y la amistad de la Encarnación que hizo
Dios con el género humano. Sin duda, la que sigue la santa es la que expresa al final de
MC 1,10 “amistad y paz” del Señor, porque en el capítulo siguiente expone las maneras
que ella considera de la falsa paz y de la santidad del estado religioso que conduce a la
paz verdadera.

4. LA “AMISTAD” DE DIOS

Para Teresa la amistad18 tiene una doble manifestación: amistad humana y amistad
espiritual, entendida como amor recíproco, desinteresado y correspondido entre dos
personas. Siguiendo a santo Tomás y alejándose de la filosofía clásica-aristotélica,

13
Álvarez, Diccionario, 554.
14
Secundino Castro Sánchez, El Fulgor de la Palabra. Nueva comprensión de Teresa de Jesús (Madrid:
Editorial de Espiritualidad, 2012), 226.
15
MC 1,10.
16
Sánchez Caro, Biblia, 32
17
Esta cercanía de Dios al hombre por medio de la Encarnación del Verbo es ampliamente explicada por
San Bernardo en los Sermones 2, 3 y 4 sobre el Cantar de los Cantares. Además, presenta varios tipos de
besos que da Dios al hombre: en los pies, en las manos y en la boca. Obras Completas, 89-111.
18
Álvarez, Diccionario, 42-43.

7
Teresa extiende el concepto de amistad a la relación de amor entre Dios y el hombre,
concretamente entre Jesucristo y ella, no sólo de manera metafórica ni sólo simbólica,
sino real, convirtiéndose en una de las piezas maestras de su espiritualidad, catalogando
a Jesucristo como el “buen amigo” (V 8,6), como el “amigo verdadero” (V 22,6), como
el “muy amigo de amigos” (CV 35,2).

Las relaciones de amistad con las personas que la rodeaban llevaron su vida por
caminos de aridez espiritual19. Necesitó de una gracia especial para liberarse y ser
llevada por el Señor al plano de la amistad teologal con Cristo: el primer arrobamiento
(V 24,5), como un beso de Dios a su ser.

Para santa Teresa, la afectividad se constituye en un problema espiritual y sólo pudo


liberarse y tener la fuerza necesaria para dejar las amistades que la alejaban de Dios
cuando entendió las palabras del Señor: “Ya no quiero que tengas conversaciones con
hombres, sino con ángeles” (V 24,5), de manera que, expresa la misma Teresa “nunca
más yo he podido asentar en amistad ni tener consolación ni amor particular sino a
personas que entiendo le tienen a Dios y le procuran servir; ni ha sido en mi mano, ni
me hace el caso ser deudos ni amigos” (V 24,6). A partir de esta experiencia mística,
centra en Cristo su intensa capacidad amorosa y concibe su relación con Él en términos
de amistad. Ante todo, Dios y Cristo tienen rostro de amigo (V 22, 6.10.17; 25,17;
27,9.10).

Además, para ella la oración y la acción salvífica de Dios son entendidas en términos de
“trato de amistad” (V 8,5-6), amistad en la que Dios siempre tiene la iniciativa, la va
desarrollando, manteniendo y llevándola a un punto máximo, al plano trascendente de la
fe y de la experiencia mística. Amistad de Dios con el hombre que lo libera de sus
apegos, de las amistades que lo alienan y coartan su libertad, para que sanando y
encauzando su afectividad pueda abrirse a nuevas amistades en Dios, a verdaderos
amigos en Cristo.20

“El Camino de Perfección” códice de Valladolid (CV), según Teresa tiene una función
pedagógica: formar a sus religiosas y a la vez a la comunidad contemplativa en la

19
Teresa habla de esas amistades en V 2,3; 3,2; 5,2; 24,5.
20
Álvarez, Diccionario, 43

8
oración. Se plantea la finalidad de la Reforma carmelitana (CV 1-3), que no es otra que
servir a la Iglesia por medio de la oración, por eso, este libro antes de hablar del tema de
la oración, presenta los condiciones necesarias para que tener verdadera oración:
desasimiento de todo, la caridad fraterna y la humildad (CV 4-15). Además, resuelve el
problema de la oración contemplativa, pues todas sus monjas y sus lectores hoy están
llamados a conseguir el “agua viva de la contemplación” por el camino extraordinario
de la experiencia mística de Dios. Como es una gracia que Dios regala a quien quiere,
Teresa prevé que en sus monasterios, desde el punto de vista de la modalidad orante,
puede haber activos y contemplativos (CV 16-18), la oración como tal (CV 19-26) y el
famoso comentario al Padrenuestro de los capítulo 27 al 42 del códice de Valladolid21.

La amistad en Camino de Perfección hace referencia a la fraternidad que se debe vivir


en sus comunidades: el amor mutuo evitando las amistades particulares: “Porque estas
amistades grandes pocas veces van ordenadas a ayudarse a amar más a Dios, antes creo
las hace comenzar el demonio para comenzar bandos en las religiones; que cuando es
para servir a Su Majestad, luego se parece, que no va la voluntad con pasión, sino
procurando ayuda para vencer otras pasiones” (CV 4,9). Por eso insiste en que exista en
sus monasterios el amor espiritual de unas con otras en donde no se mezcle con la
sensualidad, sino que se dé el auténtico amor: dar mucho más que de recibir (CV 4,7;
6,7), para que cada día se vaya imitando el amor de Jesús (CV 7,4).

Recomienda a sus monjas que no se traten con ternuras y que esas palabras se las
regalen a su Esposo:
Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se pueden decir, que éstas no se usan ni han
de usar en esta casa, tal como “mi vida”, “mi alma”, “mi bien”, y otras cosas semejantes, que a
las unas llaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para con su Esposo, pues
tanto han de estar con Él y tan a solas, que de todo se habrán menester aprovechar, pues Su
Majestad lo sufre, y muy usadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay para
qué.22

En la amistad, entendida como amistad de Dios, Teresa reconoce que a quienes Dios va
regalando su amistad por medio de la contemplación, “por su boca los alaba y tiene por
amigos” (CV 18,1) y les concede más trabajos (CV 18,1-2). Aconseja a los
contemplativos que mantengan levantada la bandera de la humildad para sufrir los

21
Daniel de Pablo Maroto, Introducción, 433-434.
22
CV 7,8.

9
golpes que les dieren los otros, sin ellos dar ninguno, pues su oficio es padecer como
Cristo (CV 18,5). Recomienda el camino de la oración y que el trato con los otros debe
ser fundamentado en el lenguaje de la oración, del amor: “Si queréis ser buen deudo,
ésta es la verdadera amistad. Si buena amiga, entended que no lo podéis ser sino por
este camino. Ande la verdad en vuestros corazones, como ha de andar por la
meditación, y veréis claro el amor que somos obligadas a tener a los prójimos” (CV
20,4).

En el camino de la oración es necesario perseverar, mantener una determinada


determinación por el Señor, pelear con más ánimo, pase lo que pase no volver atrás,
comenzando con la seguridad de que se ganará y se beberá de la fuente del agua viva,
pues esta es la manera que el Señor regala su amistad a los que van por este camino de
la oración (CV 23,5). Recomienda las imágenes del Señor para hablarle muchas veces y
mantener la comunicación, pues “deudo y amistad se pierde con la falta de
comunicación” (CV 26,9).

En el capítulo 32 del Camino de Perfección, al comentar las palabras del Padrenuestro:


“hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”, introduce el tema de los
arrobamientos como el comienzo de tanta amistad del Señor con el alma, como una
muestra del beso de Dios al hombre:
Porque no contento con tener hecha esta alma una cosa consigo por haberla ya unido a sí mismo,
comienza a regalarse con ella, a descubrirle secretos, a holgarse de que entienda lo que ha
ganado y que conozca algo de lo que la tiene por dar. Hácela ir perdiendo estos sentidos
exteriores, porque no se la ocupe nada. Esto es arrobamiento. Y comienza a tratar de tanta
amistad, que no sólo la torna a dejar su voluntad, mas dale la suya con ella; porque se huelga el
Señor, ya que trata de tanta amistad, que manden a veces -como dicen- y cumplir El lo que ella le
pide, como ella hace lo que El la manda, y mucho mejor, porque es poderoso y puede cuanto
quiere y no deja de querer.23

En el libro de Las Moradas habla de la “amistad” para referirse a la amistad que tenía
María, la hermana de Marta, con el Señor y ver el cambio que el encuentro con Él ha
producido en todo su ser. Cambio que se expresa, en especial, con el servicio
olvidándose de sí misma: “procuremos alcanzar, y no para gozar, sino para tener estas
fuerzas para servir: deseemos y nos ocupemos en la oración; no queramos ir por camino
no andado, que nos perderemos al mejor tiempo” (7M 4,12). Recomienda que el camino
a seguir es el del servicio, dando de comer al Señor cuando venga a hospedarse, como lo

23
CV 32,12

10
hizo cuando fue a casa de Marta (Lc 10,38-42), pues el manjar del Señor “es que de
todas las maneras que pudiéremos lleguemos almas para que se salven y siempre le
alaben” (7M 4,12). Estos rasgos con los que Teresa presenta a María en las séptimas
Moradas, son los mismos rasgos con los que presenta a la mujer Samaritana en el
capítulo final de sus Meditaciones sobre los Cantares (MC 7, 7-8).

El hecho que sólo aparezca esta referencia de la categoría “amistad” en el libro de las
Moradas, no quiere decir que la santa ignore el tema como tal, por el contrario, las
sextas y sétimas Moradas hacen referencia a todo lo que le acontece al alma en la unión
de Dios con ella, específicamente en los arrobamientos en donde acontece el desposorio
(6M 4,2) antes del matrimonio espiritual.

4. “AMISTAD Y PAZ” EN LAS MEDITACIONES SOBRE LOS CANTARES (MC)

Este es el texto que más referencias tiene sobre la amistad y paz de Dios con el hombre
como “beso de Dios”. Desde el inicio de sus Meditaciones, santa Teresa hace referencia
al “Beso de Dios” como señal de la amistad y paz de Cristo con el alma (Cf. MC 1, 10)
y suplica a sus monjas que pidan esa amistad del Señor constantemente, pues es una
altísima petición (MC 1, 12).

En el capítulo 2 de sus Meditaciones, Teresa habla de nueve maneras falsas de paz que
no reflejan la verdadera amistad del hombre con Cristo y que son criterio de
discernimiento para nosotros de qué tan amigos estamos siendo del Señor:

• Comienza hablando de aquellos que se encuentran en grandes pecados y están


tan sosegados en sus vicios, que en nada le remuerde la conciencia, y se encuentran en
falsa paz y en vez de ser amigos de Dios son amigos del demonio (MC 2,1).
• La religiosa que comienza a relajarse, que no cumple con sus compromisos y se
queda en falsa paz. Dice a sus monjas que sientan cuando cometan faltas y entiendan
que faltaron, porque puede el demonio ir haciendo insensible al alma de estas cosas
(MC 2,2).
• Luchar en las batallas de cada día, porque si no se lucha, sino que se está quieta
y sin ninguna guerra no se descubrirá fácilmente la realidad de su interior (MC 2,3-4).

11
• Temer cuando no duela alguna falta que se haga, aunque sea venial (MC 2,5).
• La falsa paz que ofrece el mundo producto de la riqueza, pues los ricos se gozan
en lo que tienen sin darse cuenta de las necesidades de los pobres (MC 2,8-10).
• La falsa paz que da el mundo en las honras o estimas y las alabanzas, que jamás
el mundo ensalza sino para abajar (MC 2,11-13.24.26).
• La falsa paz que puede hacer la misma carne, pues se tiende a ser amigos de
regalo, a vivir dando gusto a lo que la carne pide: “El cuerpo engorda, el alma
enflaquece” (MC 2, 14-15).
• Otra falsa paz la genera el no querer pecar, pero no se busca la manera para
alejarse de las ocasiones, ni se despierta el alma para andar con diligencia a contentar al
Señor y se niega a dejar los contentos de esta vida (MC 2, 22).
• El no querer negar la propia voluntad y no ejercitarse en la mortificación es algo
que falta para alcanzar la verdadera amistad y paz del Señor (MC 2,28).

Después de estas consideraciones sobre lo que no es verdadera amistad y paz de Cristo,


insiste en la necesidad de hacer todo lo que está al alcance de la persona para lograr la
paz de Cristo, sobre todo hay que “pedirla con lágrimas muy continuas y deseos” (MC
2,30). Posteriormente habla de los efectos que produce en la persona la unión de Dios
con ella, quedando el alma con seguridad y en paz, pues se junta la voluntad de la
persona con la de Dios, y no hay división alguna entre Dios y ella, sino que son una
misma voluntad, ya no sólo de palabras, ni de deseos, sino puesto por obra (MC 3,1).

Es el momento del “beso de Dios” deja efectos muy claros en la persona: un olvido de sí
mismo, menospreciando las cosas de la tierra, alegrándose sólo con los que aman al
Señor (MC 3,2); no tiene miedo, pues obra el amor y la fe, y no se quiere aprovechar de
lo que le enseña el entendimiento, pues la unión de Cristo en el alma le ha enseñado
otras grandes cosas que no alcanza el entendimiento a comprender (MC 3,3). Está la
persona señoreada sobre todos los trabajos y peligros del mundo y sirviendo al Señor en
todo lo que le mande (MC 3,4); con gran caridad para padecer por Cristo o por el
prójimo con la convicción “que nunca dejará el Señor a sus amadores cuando por solo él
se aventuran” (MC 3,7). Santa Teresa recomienda pedir, con la esposa del Cantar, que el
Esposo se junte con ella en tanta amistad (MC 3,9) y que si el Señor la junta para hacer
obras heroicas por Él, que no hagan caso de haber sido pecadoras, permitiendo que la fe
señoree la propia miseria (MC 3,10) y que se fortalezca el alma en humildad confiando

12
en la misericordia del Señor, ejercitando con obras los deseos y determinarse de morir al
mundo (MC 3,12).

Teresa hace la gran recomendación de acercarse al Sacramento de la Eucaristía con gran


fe y amor para que el alma quede rica (MC 3,13). Pues este es “el sacramento del
beso”24, ya no como beso de Dios que absorbe al hombre, sino como el hombre que
tiene la posibilidad de besar a Cristo, beso que absorbe al Amado, regalo que da el
Espíritu Santo a las almas en estos Cantares. Por eso, el alma enamorada no pide “otra
cosa en esta vida, sino que me beséis con beso de vuestra boca” (MC 3, 13-14).

La característica propia del beso de Dios, del beso que enamora al alma cuando por su
infinita misericordia le concede esta gracia, es una amistad que sólo las personas que la
experimenten la entienden (MC 4,1). Es un amor suavísimo de Dios que entra en el
alma con gran suavidad, la contenta y satisface sin entender cómo ni por dónde entra
aquel bien (MC 4,2), le comunica Dios grandes verdades, le hace ver la vanidad del
mundo aunque no ve al Maestro que la enseña, la fortalece en las virtudes y la deja en
alabanzas al Señor (MC 4,3). Es la primera fase de la amistad, que tiene ya visos de
enamoramiento25 y que ya lo había explicado ampliamente en Vida 14-15 y Camino de
Perfección 30-31 (Cf. MC 4,1.3) y que expresará años más tarde en las Cuartas Moradas
(4M 2-3) al hablar de la oración de quietud por el sosiego que hace en todas las
potencias (MC 4,2).

En las Meditaciones sobre los Cantares, Teresa avanza y comienza a tratar de la oración
de unión, cuando el Esposo quiere enriquecer y regalar más al alma, convirtiéndola
tanto en sí, que le parece se queda suspendida en los divinos brazos y arrimada a aquel
sagrado costado y a aquellos divinos pechos y va creciendo en el amor del Señor como
cuando un niño crece y no sabe cómo crece ni cómo se alimenta: “Vese criada y
mejorada sin saber cuándo lo mereció; enseñada en grandes verdades sin ver el Maestro
que la enseña; fortalecida en las virtudes, regalada de quien tan bien lo sabe y puede
hacer. No sabe a qué lo comparar, sino al regalo de la madre que ama mucho al hijo y le
cría y le regala” (MC 4,4).

24
Castro Sánchez, El fulgor de la Palabra, 230-231.
25
Ibíd., 232.

13
Teresa ha vinculado, la oración de unión en sus Meditaciones, con la Cena del Señor y
con la Cruz por la referencia que hace al pecho y costado de Cristo según el Evangelio
de Juan. Teresa no se queda ahí y avanza para ver cómo el Señor sigue alimentando al
alma con manjares más fuertes y lo que debe hacer la persona a quien el Señor conceda
la gracia de estar metida y abrasada en el mismo sol (MC 5,2), pues aquí todo es gustar
sin ningún trabajo de las potencias y le envía por medio del amor una notica de que está
junto a su Majestad (MC 5,4). Todo este crecer, este alimentar al alma con la dulzura de
su beso, es para habilitarla y para darle más, de manera que vaya entendiendo el alma
que todo esto es para que le sirva y padezca (Cf. MC 5,5).

Poco a poco el Señor va introduciendo al alma a la “Bodega del vino”, figura del Cantar
de los Cantares, que utiliza Teresa para simbolizar los bienes que Dios regala “de
manera que andan tan embebidos, que no sienten los trabajos grandes que aquí pasan”
(MC 6,3). Ante tal inmersión las potencias del alma quedan absortas, porque se le está
infundiendo el mismo Cristo, el Rey de la bodega, porque la bodega es Él mismo.26 La
persona, “si ama, no sabe cómo, ni entiende qué es lo que ama; el grandísimo amor que
la tiene el Rey que la ha traído a tan gran estado debe de haber juntado el amor de esta
alma a sí de manera que no lo merece entender el entendimiento, sino estos dos amores
se tornan uno” (MC 6,11). Teresa se refiere al momento más intenso y profundo de la
oración de unión, momento en que el amor entre Esposo y esposa se hacen uno; el amor
que tenía al mundo se le quita, el que tenía a sí misma se le vuelve desamor, el amor a
sus familiares queda de suerte que sólo los quiere por Dios. En fin, el amor se ha
apoderado de la persona (MC 6,13).

El amor por su misma naturaleza exige encuentro, por eso experimenta ansias fuertes de
encontrarse con el Amado y teme que en uno de esos encuentros pierda la vida:
“Sostenedme con flores y acompañadme de manzanas, porque desfallezco de mal de
amores” (Cant 2,5). Entiende santa Teresa que ese “sostener” no le parece pedir la
muerte, sino que el Señor le concede más vida para poder servirle (MC 7,1), sirviendo a
los hermanos, es el momento en que andan juntas Marta y María (Lc 10, 38-42). Es el
momento del apostolado, aunque muchas veces experimenta perder el deleite y contento

26
Ibíd., 238.

14
que el Señor le había regalado, pero no le importa, porque sabe que el amor a su Señor
se continúa en el amor al prójimo, pues en él también encuentra la presencia de Dios.
Desea imitar la vida trabajosa de Cristo, la vida de cruz a tal punto que “mientras más
adelante están en esta oración y regalos de nuestro Señor, más acuden a las necesidades
de los prójimos, en especial a las de las ánimas, que por sacar una de pecado mortal
parece darían muchas vidas” (MC 7,8).

5. CONCLUSIÓN

El Beso de Dios al hombre, entendido como amistad y paz de Cristo, hace parte “del
camino de oración, por donde el Señor lleva a estas hermanas de estos monasterios e
hijas mías” (MC pról. 3), proceso que santa Teresa describe en sus Meditaciones sobre
los Cantares. Es la etapa del proceso que busca el camino hacia la paz y la amistad
verdadera con Cristo como regalo de Él, es la entrada a la oración de quietud y de unión
que Dios da al alma que se decide por su amor. La consecuencia es la perfecta unión
con Dios, haciéndola otro Cristo para servirle sirviendo a los hermanos.

Así como el beso es muestra de la relación entre dos personas que han alcanzado cierto
grado de cercanía y de confianza, como absorción de uno al otro, el beso de Dios es la
gracia especial que Dios da al hombre para que pierda el miedo y vaya llegando a un
estado de verdadera paz y se deje configurar poco a poco con Cristo “amigo”. La
relación con Dios se concretiza en la relación con Cristo, con su Sacratísima Humanidad
(MC 1,10; 4,4; 7,5-8) por la referencia continua a un Dios encarnado (MC 1,10), a su
Pasión (MC 1,7; 4,4), a la Eucaristía (MC 1,10; 3,13). Y es precisamente, por medio del
sacramento de la Eucaristía, donde Dios se nos da como el gran beso para seguir dando
muestras de amor al hombre, para fortalecerlo en su camino de oración y de
configuración con Cristo y le ofrece la posibilidad de devolverle el beso, la posibilidad
que tiene el hombre de “absorber” a Dios, al comer y beber de su Cuerpo y de su
Sangre.

Aunque en los principales escritos teresianos la categoría “beso de Dios” es mínima o


casi que nula, la forma como Teresa la entiende: “paz y amistad grande entre dos
personas”, muestra su originalidad al presentarlo como amistad, pues el tema de la paz
ha sido ampliamente desarrollado por otros autores y de manera especial, ha sido tratado

15
por san Bernardo en sus sermones en los que comenta sobre la paz de Dios producida
por su beso. El hecho que Teresa presente la relación con Cristo en términos de amistad
le da un carácter de originalidad al “beso de Dios”, pues extiende el concepto de
amistad a la relación de amor entre Dios y el hombre, concretamente entre Jesucristo y
ella, no sólo de manera metafórica ni sólo simbólica, sino real, convirtiéndose en una de
las piezas maestras de su espiritualidad, catalogando a Jesucristo como el “buen amigo”
(V 8,6), como el “amigo verdadero” (V 22,6), como el “muy amigo de amigos” (CV
35,2).

Al revisar los grandes escritos teresianos, incluyendo los escritos menores y en especial
las Cuentas de Conciencia, es importante enfatizar que en la Meditaciones sobre los
Cantares santa Teresa expone la etapa mística del proceso de la interiorización, que
describe en su totalidad en Las Moradas y de manera parcial en Vida y Camino de
Perfección, sin referencia a las gracias místicas, sólo como un camino de fe y de amor
entre Dios y el hombre, camino que se constituye para nosotros en un legado que hace
de Teresa de Jesús patrimonio para la humanidad. Nos queda a nosotros dejarnos besar
por “los besos de Su boca” para que de esta manera experimentemos Su amistad y paz y
sirvamos desinteresadamente a los hermanos.

Jairo Gómez Díaz O.C.D


Provincia de Colombia

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