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A L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.

Valle de Mendoza, Octubre de 2018.- e.·. v.·.

R.·. Log.·. Aurora Andina Nº 5


V.·. M.·.
QQ.·. HH.·. MM.·.
QQ.·. HH.·. CC.·.
QQ.·. HH.·. AA.·.
QQ.·. HH.·. Todas:

De los ojos profanos a la Luz de la Iniciada: el rito del pasaje de la Venda.


Y llegó el día en que esa profana elegida traspuso las puertas de un lugar desconocido para
ella y una persona, también desconocida, le pidió que se despojara de sus objetos materiales
y que se cambiara de ropa por un atuendo blanco. Le pusieron una venda, que simboliza la
ceguera con la que ha vivido hasta ese momento (aunque también se le priva de la vista para
que lo experimentado tenga una forma no fijada por lo concreto de las cosas visibles y
también será la forma de transmitirle el deseo de la Luz que ahora sabe que no tiene).
Luego la condujeron hasta un recinto en semipenumbra, donde se enfrentó con el más
característico símbolo de la muerte: una calavera humana y un ataúd. Redactó y firmó un
testamento que le hizo sentir, con marcada intensidad, que era la primera actriz de un
ceremonial con la muerte.
De allí, a las tinieblas y a la soledad. Sintió la desfalleciente congoja de estar sola, desvalida,
con su mente confusa por pensamientos encontrados. Y en medio de ese abandono que
parecía eterno, tuvo que sufrir el duro enfrentamiento con su propia conciencia, el juez más
implacable de todos los conocidos. Este enfrentamiento, que ha sido único para cada una de
nosotras, representó el convencimiento de que estábamos muriendo a algo, que después que
todo terminara, ya no seríamos las mismas. En este momento la profana intuye que todo ese
ceremonial es por y para ella y, aunque no las percibe, invisibles campanas silenciosas tañen
por su muerte como profana.
Y después fue conducida a ciegas por un sendero desconocido hasta llegar a una puerta donde
golpeó desordenadamente. Escuchó voces desconocidas y frases dichas en diferentes tonos,
cuyo significado posiblemente no alcanzó a comprender en toda su magnitud, pero sí, sintió
hondamente en su espíritu, la solemnidad del acto.
El primer viaje se presentó lleno de dificultades y se cumple en medio de los más fuertes y
variados ruidos, símbolo de las falsas creencias, opiniones y corrientes contrarias del mundo
con las que hay que enfrentarse. Es la prueba del aire, es la primera porque recibimos el
aliento de vida necesario para iniciar el camino y la nueva vida a la cual nacemos. La
candidata parte de Occidente (el dominio de los hechos – la realidad objetiva – el mundo
sensible), se aventura a través de las tinieblas del Norte y llega a Oriente (dominio de la
abstracción – la realidad subjetiva – el mundo inteligible). Luego retorna a Occidente, por la
vía del Mediodía. La meta, al final, es llegar al punto de síntesis o armonía entre los opuestos,
esto se consigue a través de la integración de la personalidad.
El segundo viaje es por el agua. Se diferencia del primero por su mayor facilidad y se
desarrolla entre choques de espadas. Es una especie de bautismo filosófico, donde el agua
simboliza la naturaleza emocional del ser y esta etapa es caracterizada por las grandes luchas
internas representando la perseverancia en la obra de purificación del alma.
El tercer viaje es por el fuego, el cual simboliza la naturaleza mental. En esta etapa, la
candidata, tras consumirse en un fuego sagrado resucita a una nueva vida, espiritualizada y
liberada de sus limitaciones, habiendo escalado las tres gradas al trono del espíritu o ser
supremo entre nosotras, representada por la V.: M.: de la Logia.
De esta manera, el aire, el agua y el fuego le susurraron sus secretos. Luego le pidieron una
ofrenda que de antemano, sabían que no podría brindar, le hicieron beber el cáliz de la
amargura, que describe muy eficazmente las desilusiones que encuentra quien desciende de
las regiones puramente ideales, del Oriente simbólico, para enfrentarse con la realidad.
Entonces fue el turno de la prueba de la sangre, el hecho de estar dispuesta a firmar con
sangre el juramento masónico, significa que una está dispuesta a adherirse con todo su ser y
de manera permanente a los Principios e Ideales de la Orden.
Luego, en medio de las tinieblas que la rodeaban, prestó su juramento de fidelidad,
arrodillada frente al Ara, con humildad.
La muerte de la mujer profana se ha producido… de sus cenizas renacerá la mujer iniciada.
El mallete hizo oír su voz y la venda cayó de sus ojos, la Luz que surgía de Oriente la envolvió
como un manto y esa mujer que renacía a la vida de iniciada, sintió en toda su plenitud la
grandiosidad del momento. Y parte de esa luz se refugió en el fondo de su corazón para
permanecer allí como una pequeña llama que le recordará siempre que es una iniciada y que
debe cuidar de ella por toda la eternidad.
Así pues, del seno de su Madre Logia, la que le dio la Luz, emergió esta nueva iniciada que
con perseverancia, buenos propósitos, tesón, deseo de perfeccionamiento, espíritu de
sacrificio, pero sobre todo con humildad, comenzó a pulir la piedra bruta de su personalidad.
Conclusiones
Nacer y morir. En estas dos palabras se encierra todo el maravilloso milagro de la naturaleza,
la síntesis biológica que enlaza la vida y la muerte y que nos señala nuestro origen como
fragmentos de este Universo en permanente evolución.
El ser humano se ha preguntado siempre de dónde viene, qué es y hacia dónde va. Nosotras,
como integrantes de una institución que busca la exaltación de los más altos valores del ser
humano, conocemos mucho mejor que otros la inquietud que plantea esta trilogía de
interrogantes y lo que es más, hemos sabido lo que es morir y lo que es nacer. Morir para
nacer, y nacer y conocer es lo mismo. Conocer es co-nacer. Pero si no se muere no se puede
nacer (si la semilla no muere, no puede surgir el árbol).
Así, sin pensarlo, un día llegó alguien que nos propuso ingresar a una institución que busca
el perfeccionamiento del ser humano, la Francmasonería, y ese instante constituyó para todas
nosotras, un hito trascendental en nuestras vidas. De una u otra manera, toda persona que
llega del mundo profano, viene llena de sí misma, por lo que debemos vaciarnos para poder
llenarnos con otras ideas acordes con nuestra verdadera naturaleza. Se llega con mucha
información, pero ningún conocimiento verdadero, por eso debemos aprender a
desprendernos de nuestra vana erudición, lo que recibimos a cambio es otro tipo de
enseñanza, es justamente, a ser una mujer nueva.
El día de nuestra iniciación, la Luz masónica nos mostró el comienzo del camino, el sendero
que debemos recorrer. Nadie sabe cuan largo es, solo sabemos que al final, resplandece la
Luz de la sabiduría. Desde aquel día, comenzamos a recorrerlo, con pasos vacilantes al
principio, pero lentamente nuestro andar se va haciendo más firme y ágil.
Quien ha tenido el privilegio de ver la Luz masónica debe ser capaz de luchar por su propio
perfeccionamiento a través de la solidaridad, la justicia, el amor y la paz. Difícil labor la que
tenemos por delante, pero es necesario realizarla. Tenemos un compromiso con nosotras
mismas, con las mujeres que nos eligieron, con la Orden que tiene fe en los destinos
superiores del ser humano.
Como humanos, tenemos el privilegio de estar dotados de esa chispa divina de la inteligencia,
tenemos el privilegio de ser capaces de evolucionar y llegar a ser mejores y tenemos el
privilegio de ser llamadas masonas y reconocidas como tales.

Es mi escrito.-
S.·. F.·. U.·.

Bibliografía
- Wirth, Oswald. El libro del Aprendiz.
- Lavagnini, Aldo. La Masonería Revelada. Manual del Aprendiz.
- https://cibeles.org
- https://hermetismoymasoneria.com
- https://www.diariomasonico.com

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