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Autoridad en la familia.

1. Hay buenas y malas autoridades

Hay muchas autoridades sobre nuestras cabezas (educativas, políticas,


religiosas, etc.). Hay autoridades despóticas, explotadoras, que empeoran
al hombre. Hay autoridades buenas, de servicio, que mejoran al hombre.

Toda autoridad supone:

a) Una capacidad de motivación, de estímulo, de ayuda para el logro de


unos objetivos, de un crecimiento.

b) Un poder de coordinación y decisión.

El peligro está en usar la autoridad solamente como poder de dirección y


toma de decisiones sin escuchar ni diálogar con las personas afectadas por
la decisión, lo cual se desliza hacia el autoritarismo.

2. Características de la autoridad positiva y negativa

A) Autoridad negativa es la despótico, autoritaria, explotadora, que utiliza


al súbdito. También es negativa la autoridad ineficaz, ignorante,
desorganizada. Hay autoridades que coordinan, deciden, y lo hacen
participativamente, pero no estimulan ni sirven. Hay autoridades que
consuelan, ayudan y sirven, pero no saben tomar decisiones.

B) Autoridad positiva. Comprende varias fuentes de influencia:

a) Comunicación, diálogo con libertad para expresar y razonar valores,


escuchar empáticamente (empatía es la escucha activa, desde el marco de
referencia perceptual del otro).

b) Eficacia en la toma de decisiones (ejercicio equilibrado y eficiente del


poder).

c) Satisfacción en las relaciones humanas (actuar con consideración


personal).

d) Servicio, mandar es servir. La autoridad positiva produce un ambiente


de seguridad y libertad.
e) Influencia personal o modelo de identificación de aquellos valores y
objetivos que promueve. La coherencia y el ejemplo. La capacidad de
transmitir valores por el modo de ser y actuar.

3. La familia y el Colegio somos las dos autoridades más significativas


para el niño.

Para los niños no tiene significado vital la autoridad del alcalde, del
presidente del gobierno, de las centrales sindicales, de la OTAN, de los
poderes fácticos... Para ellos el horizonte inmediato de la autoridad se llena
con los padres y educadores. Y en la escuela, con los tutores y profesores
más inmediatos. Es decir, quienes toman decisiones concretas y les pueden
ayudar día a día.

Estas dos autoridades estarían *condenadas+ a entenderse: por el bien del


niño, y porque son complementarias.

Se complementan porque la familia no puede dar el desarrollo intelectual y


social suficiente, ni desarrollar ciertos aspectos de la personalidad. El
Colegio difícilmente puede dar la intimidad, el afecto, la seguridad, los
valores básicos... Por lo tanto:

-No a la división de papeles educativos en el seno familiar (tú la


comprensión y yo el rigor). No es bueno acentuar la división de funciones;
por ejemplo que la madre haga de "buena" y el padre de "malo", o
viceversa. Puede existir una distinción de estilos; ambos, el padre y la
madre, ejercen funciones de comprensión y exigencia con estilos distintos,
según su temperamento y sexo.

-No al *entreguismo+ (le entrego a la madre exclusivamente el papel de


hacer un seguimiento del proceso educativo del niño en el colegio;
entregamos el niño al colegio para que le eduquen), y yo o nosotros nos
liberamos de esa responsabilidad.

4. El objetivo o finalidad de la autoridad

Toda autoridad es un poder para llevar a cabo una misión. Mira hacia un
objetivo; se pregunta para qué existe, como autoridad. Esta misión de
algún modo es una creación.

Efectivamente, autoridad viene de auctor (latín) y auctor viene del verbo


augere que significa dar crecimiento. No se tiene autoridad para detentar el
poder por sí mismo. Es algo sagrado: se trata de continuar la creación,
ayudar a crecer. El concepto de autoridad se identifica pues con el de
servicio.

En el caso de la autoridad familiar, la misión de crecimiento sería:


-dar el ser,
-proporcionar el crecimiento biológico, -proporcionar el crecimiento
humano, incluida la dimensión transcendente.

El crecimiento humano es complejo. Se pueden proporcionar tres niveles


de desarrollo:

a) Dar conocimientos, adiestramientos físicos, artísticos, intelectuales y


técnicos. Es el NIVEL DE PREPARACIÓN (que mi hijo tenga una buena
preparación). Para ello la familia acude a las instituciones educativas.

b) Fomentar la seguridad en sí mismo, sociabilidad, equilibrio.

Es el NIVEL DEL CARÁCTER (que mi hijo tenga buen carácter).

e) Promover el sentido de la vida, la responsabilidad moral.

Es el NIVEL ÉTICO (que mi hijo sea buena persona).

Hoy día más que nunca aceptamos esta complejidad del desarrollo
personal, y buscamos la calidad total.

¿Cómo se produce este crecimiento humano?


El niño no es un objeto. No se le estira para que crezca. No se le dicta el
crecimiento; sería un autoritarismo excesivo y un fracaso. El que educa no
impone el crecimiento ni la madurez.

Al niño se le ayuda, se le anima, se le proporcionan las condiciones, el


medio ambiente; corno a la planta se le proporciona la tierra, el agua, el
abono... Tampoco se trata de dejar hacer, que sería el extremo contrario del
autoritarismo.

5. Cuáles son los diversos papeles de los padres para ayudar a ese
crecimiento complejo de la persona?

Los padres, como todo educador, intentan ser más o menos hábiles en una
serie de papeles o funciones que constituyen el ejercicio de su
responsabilidad, y que podrían ser las siguientes:
 Proporcionar cariño, convivencia, ilusión, aceptación. Es el aspecto
afectivo.
 Comunicarse a través del lenguaje del gesto, los consejos y sobre
todo, de escuchar con interés lo que dicen y cómo lo dicen (la
escucha activa o empatía). Esto supone saber estar relajadamente con
los hijos, hablando sin pretender tensamente convencerles de mis
criterios y puntos de vista. Viene a ser conversar sin pretender nada a
cambio.

 Tomar decisiones, que tiene relación con saber mandar. Mandar con
equilibrio entre blandura y exigencia. Mandar de acuerdo con la
psicología evolutiva de cada edad y mandar de mutuo acuerdo entre
padre y madre. (Hablaremos en otros temas de este asunto y sus
posibles técnicas).

 Ser modelo de identificación a través del equilibrio de


in( personalidad y de la coherencia entre lo que digo y lo que hago.
El predicar con el ejemplo. Tener valores auténticos (autoridad
moral) y saber justificarlos. Es el aspecto del testimonio.

 Proporcionar los elementos materiales para el crecimiento; lo cual


está relacionado con el trabajo de los padres y la economía:

a) elementos biológico-físicos (alimentos, vestido, casa ... )

b) elementos culturales (escuela, actividades extraescolares... ).

Quizá esto es lo que mejor hacen los padres hoy.

Una de las consecuencias prácticas de estas características de la autoridad


familiar podría formularse así: la excesiva satisfacción sin eficacia (familia
cariñosa y blanda) puede producir niños/adolescentes desorientados,
incapaces de esfuerzo. La excesiva rigidez de la autoridad tiende a
producir personalidades tímidas e inseguras. Un equilibrio difícil, pero
posible, para lo que la escuela de padres irá proporcionando criterios,
líneas de actuación

Veamos ahora la relación entre estos diversos papeles y el compromiso


personal que llevan consigo:

Enseñar hábitos: a peinarse, saludar, montar en bicicleta, manejar el


ordenador, enviarles con beca o sin ella al extranjero para aprender
idiomas, llevarles a un colegio adecuado..., todo eso es sin duda hacer de
padres, pero no nos compromete demasiado corno personas.

Dar cariño, aceptarles como son, realizar con los hijos una auténtica
comunicación, que es el don de la apertura a los demás, eso es un nivel
mayor de ser padre/madre. Eso nos compromete como personas, porque
exige amor auténtico, presencia, convivencia, atención a los problemas
efectivos.

Ayudarles a lograr un sentido de la vida, una madurez moral, es un nivel


más elevado de ser padre o madre. Nos compromete aún más como
personas porque nos exige ser coherentes entre lo que decimos y lo que
hacemos; nos impulsa a clarificar nuestras confusiones acerca de valores
humanos y cristianos; a saber lo que decimos y por qué lo decimos,
aprendiendo poco a poco a decirlo bien y oportunamente.

6. El liderazgo educativo de los padres.

Estos niveles de compromiso son concreciones de la misión educativa con


la que ayudamos a la madurez. Y esto constituye un verdadero liderazgo
educativo de los padres.

A veces se entiende liderazgo como el carisma que tiene un dirigente o


político, porque tiene unas cualidades brillantes y seductoras al hablar en
público y en privado. No nos referimos a ese tipo de liderazgo. Nos
referimos más bien a que todos los que tenemos una responsabilidad
asumida podemos realizar un liderazgo de influencia bien entendida. El
padre y la madre respecto a los hijos, el profesor en relación con sus
alumnos, todo el que tiene responsabilidad sobre el bienestar y desarrollo
de alguien.

Líder en inglés (leader) significa conducir o llevar. Líder es quien lleva a


alguien de un sitio a otro o de una situación a otra. En el ámbito educativo
es quien lleva o ayuda a moverse hacia la madurez. Nuestra autoridad
familiar o educadora se nos concede para llevar a los hijos o alumnos por
el camino de la madurez humana; pero ayudando, no imponiendo la
madurez.

Analizando hoy día las características que debe tener un líder, se insiste en
que no debe limitarse a la gestión, sino al dinamismo transformacional. La
gestión no agota el liderazgo. Gestionar sería organizar la casa, el colegio,
los horarios, los recursos humanos y materiales, los presupuestos... La
gestión sin duda es la base, sin una mínima organización y estrategia no se
puede llevar a cabo nada interesante. Pero la gestión misma no garantiza la
mejora humana. Sólo eso no "produce" "calidad humana. Es necesario que
entre a funcionar el liderazgo humanizador.

Conocemos familias "muy bien organizadas" pero con una pobre


capacidad educativa, porque son pobres en capacidad de escucha, en
afecto, en inspiración o aliento motivador, en reconocimiento positivo, en
una equilibrada exigencia y firmeza, en el deseo de transmitir valores. Es
decir, en lo que se entiende como las buenas estrategias, directivas o no
directivas de la educación.

Hablaremos de estas estrategias, una a una y en detalle, en sucesivos temas


de la Escuela de Padres (E..P.). Pero lo que integra todas estas estrategias
del buen líder es el proyecto educativo: qué tipo de mitos o adolescentes
queremos educar, qué modelo de hombre o mujer tenemos en la mente
cuando educamos, es decir, qué significa para nosotros una persona
madura y responsable. Si hemos dicho que educar es ayudar a la madurez,
parece necesario reflexionar y clarificar el concepto de madurez. Este será
también un tema clave de la E. P.

7. El papel de la Escuela de Padres

Cuál es el servicio que la E.P. nos puede prestar en el proceso educativo


familiar?

La E. P. no pretende dar recetas ni soluciones concretas (educar no es una


técnica sino un arte). Pero la E.P. puede ayudar a lograr una serie de
objetivos muy interesantes:

11 Proporciona una serie de principios psicológicos y éticos, técnicas,


modelos, informaciones.

21 Aviva la inquietud educadora, que nos hace pensar, nos saca de la rutina
diaria.

31 Mejora la capacidad de observación de los hijos: se ven más cosas en


ellos, no sólo sus defectos; se profundiza en su conocimiento.

41 Ayuda a rectificar actitudes y normas educativas rígidas que a veces


tomamos y en las que nos hemos encasquillado.
51 Ya logrando lentamente que el padre y la madre actúen de común
acuerdo, objetivo difícil de conseguir pues tenemos puntos de vista y
metas distintas (a veces, secretas); vemos y esperarnos cosas distintas en
los mismos hijos. Cada cónyuge tiene su propia historia familiar, trae
consigo un bagaje diferente de valores, frustraciones, proyectos, ete.

Modo de proceder práctico del trabajo de los grupos

Detallamos con cierta minuciosidad el método aconsejado para el trabajo


de los grupos después de la charla:

a) Los padres se reúnen en el aula asignada. Hacen un corro con las


mesas/sillas de los alumnos o con los asientos disponibles.

b) El Conductor de Grupo pasa lista y señala con una cruz a los asistentes
en la hoja de Asistencias. Según nuestra organización, no se trata de un
control negativo, sino un medio para conocer el número de asistencias
mínimo que van a justificar la concesión del Diploma de Escuela de
Padres. Al mismo tiempo, el Coordinador o Director de la E. P. puede
interesarse por las personas ausentes. Si dicha ausencia se va a prolongar
mucho tiempo, y esto sucede con varios matrimonios del mismo grupo, los
otros miembros pueden desmotivarse. Es necesario un mínimo de personas
para que el grupo tenga cierta riqueza y ambiente de comunicación.
Cuando un grupo es pequeño (menos de 8 personas) es preferible fundirlo
con otro grupo también poco numeroso.

c) El Conductor de Grupo reparte la hoja o presenta el recurso que se ha


preparado para el trabajo en grupos:

11 Los padres leen individualmente y reflexionan en silencio sobre la


propuesta de trabajo y las cuestiones (5 a 7 minutos).

21 A continuación el Conductor invita a realizar unos breves diálogos


simultáneos en subgrupos muy pequeños (dos o tres personas),
organizados informalmente, sencillamente con la o las personas que cada
uno tiene a su lado. Es una primera reacción a las cuestiones o casos
planteados, con cierta espontaneidad, que permite que hablen y opinen
todos (5'- 7'). Hay personas que únicamente hablan con comodidad en el
pequeño grupo y apenas intervienen en el grupo general.

31 El Conductor, pasados estos minutos, invita a todos a un diálogo general


sobre el tema. (Como se sabe los Conductores de grupo se reúnen con el
Director de la E..P. aproximadamente una hora antes de la charla inicial
con objeto de preparar el trabajo en grupo).

En dicho diálogo general se puede proceder de la siguiente manera:

a) El Conductor invita a que un portavoz de cada mini-grupo exprese los


aspectos más importantes que se han comentado (el Conductor va tomando
nota de los aspectos más interesantes o polémicas).

b) El Conductor motiva al grupo a expresarse con cuestiones como éstas:

 Sobre lo que se ha dicho aquí cuáles son los aspectos que más les
preocupan o ven más difícil de lograr en la práctica?
 Están de acuerdo en todo con alguna de las cosas que se han dicho
aquí por los portavoces de los grupos? Había algún matiz que hacer?

 Pueden contar experiencias de problemas, que se relacionen con el


tema y cómo luego se fueron solucionando o no.

 Otra forma de motivar al grupo es hacer como de Aabogado,


presentando polémicamente algún dato, alguna postura educativa
discutible como modelo.

41 - Al final de la reunión, el Conductor ayudado por algún otro miembro


del grupo, escribe las tres o cuatro cosas más importantes, lo que desea que
el Director de la E. P. deba saber o clarificar en la próxima sesión. Como
se sabe, la sesión de E. P. termina con el trabajo de grupo y el resumen del
Conductor. Sería muy largo hacer una nueva reunión general. Habría que
evitar también el estilo de "pedir recetas" al que da la charla.
CUESTIONES PARA El TRABAJO EN GRUPOS SOBRE El TEMA
LA AUTORIDAD EDUCATIVA FAMILIAR

PRIMERA PARTE.- Reflexión individual

Se reparte una hoja con las preguntas que figuran a continuación para que
los participantes piensen y escriban brevemente algo que se les ocurra
sobre dichas cuestiones, durante unos 5 minutos:

11 Respecto al tema de la autoridad educativa familiar )cuál es la idea que


más te ha llamado la atención y sobre la que estás fundamentalmente de
acuerdo?

21. Qué ideas no te han quedado claras? )Hay algún aspecto en que no
estás de acuerdo?

31. Crees que tenemos autoridad como padres o hemos perdido la


autoridad? Por qué?

SEGUNDA PARTE: Reflexión en pequeños grupos:

Según están sentados o con la persona de al lado, se forman grupos de 2 ó


3 personas máximo para comentar lo que se ha reflexionado o escrito
individualmente, durante unos 5-7 minutos.

TERCERA PARTE. Diálogo general en el grupo.

El Conductor invita a todos a una reflexión grupal general. Para empezar


ruega a que una persona de cada mini-grupo exprese algo de lo que se ha
comentado en él. A continuación el Conductor procederá animando al
grupo, como se ha dicho anteriormente, según la técnica de la discusión
dirigida.
El reto de ser autoridad

¿Cómo lograr que los hijos obedezcan?


¿Ganarse el respeto por temor o por convicción?
¿De qué modo construir valores en la infancia?
¿Qué hacer para inculcar una reflexión ética en los jóvenes?

Éstas son algunas de las preocupaciones actuales de los padres, quienes a


menudo por razones laborales delegan la educación de sus hijos a terceras
personas, y se ven afectados por pequeñas y grandes rebeldías en las
distintas etapas del desarrollo infante-juvenil.

Ante este panorama, el reto de convertirse en una autoridad eficiente en la


vida familiar y la creación de generaciones con valores.

La primera, denominada “Construcción de valores en la infancia y el


desarrollo de la inteligencia moral”, y la segunda, “El reto de ser
autoridad”.

Respecto a los valores en la niñez, Pavisic afirma que la familia es la


primera escuela de la moral, y ésta va vinculada al desarrollo psíquico de
cada ser.

“No se nace con una moral determinada, se requiere formarla desde muy
temprano” afirma, resaltando que la educación en valores no es otra cosa
que mostrar lo que a nuestro parecer es “bueno”, es “malo”, lo que “vale”
y lo que “no vale”.

En este sentido, se entiende por valor, una asignación de cualidad


(buena/mala/deseado/indeseado) con que ordenamos las cosas, los actos y
las situaciones a través de la “autoconciencia”, estrechamente ligada a la
naturaleza humana de ser “sujetos pensantes, poseer capacidad de juicio,
valorar, elegir y decidir sobre cualquier situación que la vida nos
presenta”, explica la psicoanalista.

Ser autoridad

Los tiempos actuales muestran que las relaciones de padres e hijos han
cambiado en relación a épocas pasadas, donde la autoridad y el respeto se
imponía en la familia de modo unilateral, a la cabeza generalmente del
llamado “jefe del hogar”. Entonces no existían muchas razones para que
los hijos discutan una orden; más bien acataban aunque sea a
regañadientes lo demandado.

Sobre todo en Latinoamérica, suceden hoy tres fenómenos interesantes, de


acuerdo a psicólogos y educadores: Por un lado hay un cambio de roles en
la familia debido a que no siempre el padre está presente como “jefe del
hogar” a consecuencia de las separaciones que afectan a las familias, ya
sea por el divorcio, o la creciente migración.

Por otro lado, es latente la falta de autoridad desde los estratos más básicos
en los núcleos familiares, afectando incluso a las mismas fuerzas del orden
social por la carencia de institucionalidad y credibilidad (policía y estado).
Finalmente se halla el relacionamiento entre padres e hijos, producto de la
democratización en los hogares con una madre trabajadora, un padre
menos machista y la toma de decisiones en grupo, que otorga a los hijos
derecho a voz y voto.

Como resultado de este conjunto de factores se presenta cierta confusión


en el concepto de autoridad, lo que hace crisis en todos los niveles.

“La importancia del tema de la autoridad es evidente para todos los


ámbitos de la vida y se observan dificultades en el ejercicio de la misma”,
comenta Jenny Pavisic, y explica que para algunos teóricos, la autoridad es
un caso especial de poder; en cambio para otros, ambas son nociones
opuestas, puesto que el poder radica en la fuerza mientras que la autoridad
se funda siempre en el reconocimiento voluntario consentido implícita o
explícitamente.
Frente a la inexistencia en la actualidad de un modelo familiar admitido de
un modo generalizado, a la hora de ejercer la función de padres, es
importante preguntar ¿en qué pretendemos basar la autoridad en la
familia?

“De la respuesta que demos a esta pregunta dependerán muchas de


nuestras acciones para con los hijos”, finaliza Pavisic.

“La autoridad paterna permite direccionar nuestra intención hacia el logro


de las metas que deseamos para nuestros hijos, es por eso que debemos
reflexionar seriamente sobre cómo ejercer una autoridad eficiente en la
vida familiar.”
Con frecuencia se suele hablar de crisis de la familia y, dentro de ésta, de
una crisis de la autoridad de los padres. Para analizar este problema
podemos reflexionar en las limitaciones personales, en el abandonismo, en
la autoridad arbitraria y en el paternalismo.

Etimológicamente, la palabra autoridad se deriva de “auctor” y de


“augere” (aumentar, hacer crecer). Vendría a ser la fuerza para sostener y
acrecentar a los hijos y su desarrollo personal. La autoridad es una
influencia positiva que sostiene y acrecienta la libertad y responsabilidad
de cada hijo. A veces la autoridad implica tomar decisiones y en otras
ocasiones hay que sancionar. Pero a veces cuesta tomar decisiones y
aplicar premios y castigos en orden a la educación de los más pequeños.

Por su gracia de estado, los padres tienen la autoridad derivada de su


responsabilidad de ser los primeros educadores y necesitan saber que son
capaces de ejercerla y que deben hacerlo por amor a sus hijos.

Pero surgen dificultades de diverso tipo. A veces les falta energía, fortaleza
y constancia para tomar decisiones y sostenerlas posteriormente. Otras
veces les falta confianza en ser obedecidos, porque no se han preocupado
en enseñar a obedecer a sus hijos desde las edades tempranas, porque la
obediencia no es algo pueril, sino algo necesario en todas las edades.

Otra dificultad es la incongruencia o incoherencia entre lo que sabemos


que se debe hacer y lo que hacemos en realidad. La incoherencia es la
limitación personal que más afecta negativamente en la autoridad-prestigio
de los padres.

Otro aspecto a considerar es el autoritarismo o ejercicio arbitrario de la


autoridad. Es una autoridad que no se ejerce en función de las necesidades
de los otros, sino en los propios gustos, prejuicios y manías personales.
Dado el rechazo y rebeldía que origina el autoritarismo, se termina en el
abandono del ejercicio de la verdadera autoridad. Es el abandonismo.

El paternalismo se caracteriza en una protección del hijo y hacer lo que


tendría que hacer el chico en cuanto al pensamiento, a la decisión e incluso
a la acción, en lugar de orientarle y exigirle según sus posibilidades.

Ante estas dificultades, ¿qué se puede hacer? Pienso que es necesario


poner todos los medios humanos y sobrenaturales para adquirir la
fortaleza, la capacidad de decisión y la coherencia personal para recuperar
la autoridad familiar perdida.

Arturo Ramo García es Inspector de Educación en España.

FAMILIA COMUNIDAD DE AMOR En el marco de las celebraciones


que vivimos: día de la madre, día del padre, es conveniente que
reflexionemos sobre el sentido de la autoridad en la vida familiar;
autoridad que debe ser compartida por ambos cónyuges de común acuerdo
sobre los límites y las normas que deben regir la vida familiar, sin
desautorizarse el uno al otro, ya que esto lleva a que se pierda la autoridad
y los hijos se revelen contra los padres.
Referente a lo anterior es bueno diferenciar sobre lo que es el poder y la
autoridad, cuando las relaciones familiares se basan por el poder, se llega a
la imposición de la voluntad sobre el otro cónyuge o sobre los hijos ( aquí
mando yo y Uds. me tiene que obedecer) el poder lleva a la anarquía y el
que le toca obedecer lo hace por temor y no por amor; es muy diferente de
la autoridad, ya que esta no se impone sino que se capta, de aquí nace el
respeto y el deseo de acatar y obedecer las normas, de una autoridad bien
ejercida surgen valores como la obediencia, el respeto y la disciplina que
los hijos asimilan y que les servirán para ser personas de bien en la
sociedad.
La autoridad en la vida familiar la podemos considerar como una misión,
que busca el desarrollo y crecimiento personal de los hijos, que les va a
posibilitar que aprendan a obedecer para que luego sepan mandar, a ser
disciplinados y a respetar a sus semejantes, para que esto se logre es
necesario que la autoridad sea ejercida en el amor, buscando el bien del
otro y el bienestar de la comunidad familiar, una autoridad sin afecto se
vuelve autoritarismo, además esta, debe enseñarse con el ejemplo, si
enseñas a obedecer es porque tú también obedeces a otras instancias
supriores; de lo contrario el mensaje que se quiere comunicar no es
asimilado por el hijo, es necesario ser coherente con lo que se enseña; de
esta manera surge la admiración y el afecto que es la base para la
obediencia y el cumplimiento de la norma ya que esta es aceptada como
parte del aprendizaje para vivir armónicamente en el hogar.
GUSTAVO NARANJO C. Gustavonar1@hotmail.com

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