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EL INDIVIDUO HIPERMODERNO

Según Castel, en la actualidad se pueden hacer dos comprobaciones:

1) En primer lugar, el perfil de individuo moderno que se acaba de presentar es todavía


mayoritario en nuestra sociedad, pero la dinámica que lo sustentaba parece quebrada,
o por lo menos detenida. La propiedad social, y con ella la ciudadanía social, está
amenazada y su porvenir es por lo menos incierto.
2) En segundo lugar, en la sociedad contemporánea ese perfil de individuo moderno ya no
es hegemónico, si alguna vez lo fue. El autor propone la hipótesis complementaria de la
emergencia y el desarrollo de otros dos perfiles de individuos modernos, o
hipermodernos, que se pueden calificar como individuos por exceso y de individuos por
defecto.

La emergencia de estos dos perfiles corresponde, a juicio del autor, a una bifurcación en la
trayectoria del individuo moderno.

 INDIVIDUO POR EXCESO

El autor toma en este punto la caracterización que hace Gauchet del individuo contemporáneo
o hipermoderno, en la cual postula que el individuo contemporáneo tendría la exclusividad de
ser el primer individuo en vivir ignorando que vive en sociedad, el primer individuo que puede
permitirse, por la evolución misma de la sociedad, ignorar que vive en sociedad.

En los años setenta, los sociólogos publican las primeras pinturas de este tipo de individuos
íntegramente sumergidos en su subjetividad al punto de desconectarse por completo de
cualquier otra implicación.

Uno de los presupuestos compartido por todos es que el individuo en sociedad funciona por
debajo de sus potencialidades, es decir que lo social aliena siempre al individuo. Por lo tanto,
hay que trabajar sobre sí mismo para mejorar y ampliar sus capacidades sensitivas, psíquicas y
comportamentales.

Esta suerte de aumento de subjetividad o de hiperindividualismo, se juega en grupo y no en la


relación interpersonal de tipo clínico entre un profesional y un paciente. Por lo que según el
autor se podría hablar tal vez de narcisismo grupal o incluso de una sociabilidad asocial: una
manera de hacer sociedad pero vaciándola de todos sus determinantes objetivos para no
conservar más que el punto de vista del individuo, dándose por modalidad única la de maximizar
su propio interés y de realizar totalmente sus propias aspiraciones.

Desde la perspectiva de Castel, hay entonces una nueva cultura psicológica a través de la cual el
individuo se toma a sí mismo por objeto y fin, siendo desconectado de la sociedad,
descomprometido, en el sentido fuerte de la palabra.

Por eso se puede hablar de “individuos por exceso”: hay un exceso de subjetividad que conduce
al narcisismo.

Muchos individuos contemporáneos están en una suerte de vacío social porque no están
encuadrados por regulaciones colectivas y no están conducidos por aspiraciones colectivas. Su
principal objetivo es realizarse a sí mismos en una especie de solipsismo. Esto, puede instalar al
individuo en la neurosis. Hay patologías de la evitación y el descompromiso, y la sensación de
no ser ya nada ni de ninguna parte, es el precio que hay que pagar por cierta manera de ejercer
la propiedad de sí.
El solipsismo puede llevar a la tragedia, dice Castel remitiéndose al mito de Narciso. El individuo
en busca exclusiva de sí mismo se ahoga en sí mismo porque no tiene ya ni referencias ni
referentes exteriores.

Ese perfil de individuo moderno, puede remitir, según el autor al perfil esbozado por Tocqueville
que presenta un individuo al cual la democracia moderna separa de sus contemporáneos y lo
conduce incesantemente hacia él solo y amenaza con encerrarlo en la soledad de su propio
corazón.

Al presentar ese individuo, Tocqueville bosqueja la razón o una de las razones que podrían dar
cuenta de sus condiciones de posibilidad. Es el hecho de que una democracia está cada vez más
compuesta de individuos que al no ser ya lo bastante ricos o poderosos para ejercer una gran
influencia sobre sus semejantes, sin embargo, adquirieron o conservaron las suficientes luces y
bienes para bastarse a ellos mismos.

De lo mencionado anteriormente se desprende que una de las características esenciales de la


sociedad en la que vivimos es el hecho de que un gran número de individuos que la componen
tienen la capacidad de ser autosuficientes: tienen en sí mismos o creen tener, los soportes
necesarios para garantizar su independencia social.

Estos soportes, no solo son bienes, recursos materiales, sino también luces, capitales sociales,
culturales, relacionales, simbólicos.

A diferencia de las sociedades anteriores en las cuales las relaciones de dominación que ejercen
los remite fuera de ellos, en una democracia, o más bien en ciertos sectores de una sociedad
democrática, se puede no necesitar o creer que no se necesita a nadie.

Surgimiento:

El individuo por exceso emerge en las democracias occidentales en América del Norte y en
Europa, en los años sesenta-setenta, al final de un período de crecimiento económico y de
desarrollo social intensos. Tampoco tocó a todas las clases sociales sino más bien a fracciones
de una clase media cultivada que tenía “bienes” y “luces” suficientes para garantizar su
independencia social.

Así, el individuo por exceso se arraigaría sobre un mantillo social confortable donde, al no
presentar ya problemas la vida social, en apariencia, uno puede volverse sobre sí mismo y
consagrarse a la exploración de su perímetro subjetivo.

Castel propone llamar entonces individuos por exceso a un perfil de individuos que llevan al
límite los efectos de características importantes de la coyuntura social actual: la
descolectivización, la desinstitucionalización, el ascenso de un individualismo ligado a un
alejamiento de las pertenencias y los valores colectivos.

El individuo por exceso cumple, para el autor, una forma de desafiliación por arriba, por la cual
el individuo es separado / se separa de sus afiliaciones colectivas porque éstas de algún modo
están saturadas.

 INDVIDUO POR DEFECTO

Los individuos por defecto son aquellos individuos atrapados en la contradicción de no poder
ser los individuos que aspiran a ser.
Nos encontramos en una sociedad donde la presión para ser un individuo es muy fuerte, y casi
nadie escapa a esto. Ser un individuo independiente, es un ideal muy ampliamente compartido
en todos los medios sociales.

No solo en la relación con el trabajo se expresa lo que podría llamarse el deseo generalizado de
ser un individuo. También habría que dejar constancia de los efectos de la
desinstitucionalización del orden familiar que se despliega desde mediados de los años sesenta,
en forma paralela a la crisis de las instituciones del trabajo.

La estructura de la familia cambió profundamente, ya no está inscrita en una relación tradicional


de autoridad que institucionaliza de una manera rígida la dependencia entre sus miembros. Se
ha convertido en una estructura relacional ampliamente privatizada que se supone que funciona
con el “consentimiento mutuo” y en cuyo seno cada uno de los miembros es reconocido en su
individualidad.

La cuestión es, en este caso, saber en qué medida tienen la capacidad de asumir ese margen de
libertad que ahora se les da. El autor llama individuos por defecto a aquellos que carecen de los
recursos necesarios para asumir positivamente su libertad de individuos.

Son individuos por defecto porque están en falta. Les falta el motor para poder realizarse
efectivamente como los individuos que querrían ser. Lo que se recalca aquí, no es tanto su
ausencia de deseo o de voluntad de ser individuos, sino la ausencia de recursos o soportes para
llegar a esa situación.

Así es como se pasa de la precariedad al precariado, y que el precariado instala a sus víctimas en
una impotencia para realizarse como individuos. En este sentido, hay que resaltar la
heterogeneidad del precariado: no tiene ninguna unidad actual, y sin duda ninguna unidad
posible.

Algunos de sus representantes trabajan de una manera relativamente regular, lo que no les
impide ser “trabajadores pobres”. Pero también están aquellos que tienen relaciones mucho
más temporarias con el trabajo, alternando los períodos de actividad y los de inactividad, y
aquellos que están totalmente en los márgenes del trabajo y dependen al mismo tiempo en gran
medida de la ayuda pública.

Realmente hay en nuestra sociedad individuos por defecto, así como hay individuos por exceso,
y no son epifenómenos.

Según el autor todo ocurre como si se hubiese producido una bifurcación en la trayectoria del
individuo moderno a partir de la cual comenzaron a instalarse en nuestra formación social
perfiles de individuos diferentes del que parecía imponerse como el prototipo en la modernidad:
el individuo a quien se le da la posibilidad de conducirse como un sujeto independiente y
responsable.

El individuo moderno caracterizado por la posibilidad de una independencia social fundada


sobre el soporte de la propiedad privada, luego de la propiedad social, permanece todavía en el
centro del dispositivo. Pero esta centralidad es erosionada, y por los dos extremos:

Por arriba es la promoción de Escapan a las coerciones y protecciones que constituían el


los individuos por exceso basamento de la independencia del individuo moderno.
Tienen la capacidad de evadirse de la sociedad porque, por la
abundancia de los soportes de que disponen, ésta deja de
pesar sobre ellos.
En la parte inferior está la Perdieron o no logran acceder al umbral de los soportes de la
multiplicación de los propiedad social, al mismo tiempo que no están protegidos
individuos por defecto por la propiedad privada.

Si el centro está caracterizado por la independencia del individuo, uno puede estar a mayor o
menor proximidad de ese centro. Del mismo modo uno puede ser más o menos un individuo
por exceso y más o menos un individuo por defecto.

El bosquejo que realiza Castel para intentar responder a la pregunta: ¿Cuáles son las condiciones
que hacen posible la existencia del individuo? Expresa dos proposiciones:

1) Que no hay individuos sin soportes, porque es una experiencia terrible ser solamente
un individuo. (ej. El vagabundo). Esto quiere decir que para ser positivamente un
individuo hay que estar afiliado o reafiliado, o sea, que el individuo debe disponer de
puntos de apoyo sobre cuya base pueda asegurar su independencia social.
2) No hay individuos sin Estado, porque el estado es el soporte de los soportes, ya sea
porque los garantiza y los defiende o porque es el ejecutor que presidió su constitución.
(derechos sociales).

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