Sei sulla pagina 1di 6

LA MUERTE

Es un efecto terminal que resulta de la extinción del proceso homeostático en un ser


vivo; y con ello el fin de la vida, puede producirse por causas naturales como la vejes,
enfermedad, consecuencia de la cadena trófica, desastre natural o también puede ser
inducida como: el suicidio, homicidio, eutanasia, accidente, desastre medioambiental.

A veces referida por los eufemismos: deceso, defunción, fallecimiento, óbito,


expiración, perecimiento, fenecimiento, cesación.

El proceso de fallecimiento, si bien está totalmente definido en algunas de sus fases


desde un punto de vista neurofisiológico, bioquímico y médico, aún no es del todo
comprendido en su conjunto desde el punto de vista termodinámico y neurológico,
existen discrepancias científicas al respecto.

En el siglo XX la muerte se definía como el cese de la actividad cardíaca (ausencia


de pulso), ausencia de reflejos y de la respiración visible. No obstante, con base en
estas evidencias insuficientes muchas personas fueron inhumadas estando en estado
de vida latente o afectadas por periodos de catalepsia.

Posteriormente, gracias a los avances tecnológicos y al mejor conocimiento de la


actividad del cerebro, la muerte pasó a definirse como la ausencia de actividad
bioeléctrica en el cerebro, verificable con un electroencefalograma.

Más tarde aún esta evidencia demostró ser insuficiente, al demostrarse que el
fenómeno de ausencia de actividad bioeléctrica en algunos casos muy excepcionales
podía ser reversible, como en el caso de los ahogados y dados por fallecidos en aguas
al borde del punto de congelación.

El tipo de muerte más importante para el ser humano es sin duda la muerte humana,
sobre todo la muerte de seres queridos.

Existe la muerte psicológica, donde la persona es consciente que va a morir, en este


sentido, la persona es capaz de percibirlo, esta muerte psicológica causa con
frecuencia ansiedad y depresión en las personas, la muerte psicológica aceptada
permite que la persona pueda adaptarse, con los recursos que le quedan, a su
entorno.

Algunas personas, en momentos determinados de su vida, experimentan el


sentimiento autodestructivo de terminar su existencia, el acto para conseguirlo es lo
que llamamos suicidio.

Lo contrario es el deseo de vivir, el cual no contraría al instinto de supervivencia, ya


que este nos impulsa a esquivar la muerte. Por ejemplo, si un suicida que salta al
vacío intenta inconscientemente agarrarse a algo para no morir, es por el instinto de
supervivencia.

El miedo a la muerte se debe a dos hechos que ocurren dentro de nuestro


inconsciente.
En primer lugar, la muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos; es decir,
la causa de la muerte es externa, en este sentido, se le atribuye un carácter maligno;
la muerte es mala y se encuentra en el ambiente, no en nosotros mismos, siguiendo
esto, para nuestro inconsciente es inconcebible morir por alguna causa natural o
vejez.

En segundo lugar, la persona no es capaz de distinguir entre un deseo y la realización


de este; esto justifica la muerte sobre la base de la culpa donde el deseo y la realidad
generan un conflicto.

Así, la persona se considera responsable de la muerte del otro en el sentido de que


el deseo de matarlo y el hecho de la muerte genera culpabilidad. Asimismo, el proceso
del dolor siempre lleva consigo algo de ira. En este sentido, se depositan en la
persona muerta dos sentimientos diferenciados: el amor que se tiene y ha tenido por
esta a lo largo de su vida, y el odio generado por la sensación de abandono que
genera la pérdida de este ser querido.

El miedo a la muerte surge como una negación hacia la existencia de esta, la


concepción de la muerte como fin o como tránsito, su creencia en una vida después
de la muerte, en el juicio final, actúan como condicionantes para la actuación de los
individuos en un sentido u otro.

La idea de inmortalidad y la creencia en el más allá aparecen de una forma u otra en


prácticamente todas las sociedades y momentos históricos. Usualmente se deja al
arbitrio de los individuos, en el marco de los conceptos dados por su sociedad, la
decisión de creer o no creer y en qué creer exactamente.

La esperanza de vida en el entorno social determina la presencia en la vida de los


individuos de la muerte, y su relación con ella.

MUERTE SEGÚN LA FILOSOFÍA


Platón: afirmó que la filosofía es una meditación de la muerte. Toda vida filosófica,
escribió después Cicerón, es una commentatio mortis. Veinte siglos después
Santayana dijo que «una buena manera de probar el calibre de una filosofía es
preguntar lo que piensa acerca de la muerte». Según estas opiniones, una historia de
las formas de la «meditación de la muerte» podría coincidir con una historia de la
filosofía. Ahora bien, tales opiniones pueden entenderse en dos sentidos. En primer
lugar, en el sentido de que la filosofía es o exclusiva o primariamente una reflexión
acerca de la muerte. En segundo término, en el sentido de que la piedra de toque de
numerosos sistemas filosóficos está constituida por el problema de la muerte. Sólo
este segundo sentido parece plausible.
Por otro lado, la muerte puede ser entendida de dos maneras. Ante todo, de un modo
ambiguo, luego, de una manera restringida. Ampliamente entendida, la muerte es la
designación de todo fenómeno en el que se produce una cesación. En sentido
restringido, en cambio, la muerte es considerada exclusivamente como la muerte
humana. Lo habitual ha sido atenerse a este último significado, a veces por una razón
puramente terminológica y a veces porque se ha considerado que sólo en la muerte
humana adquiere plena significación el hecho de morir. Esto es especialmente
evidente en las direcciones más «existencialistas» del pensamiento filosófico, no sólo
las actuales, sino también las pasadas. En cierto modo, podría decirse que el
significado de la muerte ha oscilado entre dos concepciones extremas: una que
concibe el morir por analogía con la desintegración de lo inorgánico y aplica esta
desintegración a la muerte del hombre, y otra, en cambio, que concibe inclusive toda
cesación por analogía con la muerte humana.
Una historia de las ideas acerca de la muerte supone, en nuestra opinión, un detallado
análisis de las diversas concepciones del mundo —y no sólo de las filosofías—
habidas en el curso del pensamiento humano. Además, supone un análisis de los
problemas relativos al sentido de la vida y a la concepción de la inmortalidad, ya sea
bajo la forma de su afirmación, o bien bajo el aspecto de su negación. En todos los
casos, en efecto, resulta de ello una determinada idea de la muerte. Nos limitaremos
aquí a señalar que una dilucidación suficientemente amplia del problema de la muerte
supone un examen de todas las formas posibles de cesación aun en el caso de que,
en último término, se considere como cesación en sentido auténtico solamente la
muerte humana. Hemos realizado en otro lugar este examen (cfr. El sentido de la
muerte, 1947, especialmente cap. I). De él resulta, por lo pronto, que hay una distinta
idea del fenómeno de la cesación de acuerdo con ciertas últimas concepciones acerca
de la naturaleza de la realidad. El atomismo materialista, el atomismo espiritualista, el
estructuralismo materialista y el estructuralismo espiritualista defienden, en efecto,
una diferente idea de la muerte. Ahora bien, ninguna de estas concepciones entiende
la muerte en un sentido suficientemente amplio, justamente porque, a nuestro
entender, la muerte se dice de muchas maneras (desde la cesación hasta la muerte
humana), de tal modo que puede haber inclusive una forma de muerte específica para
cada región de la realidad. La analogia mortis que con tal motivo se pone de relieve
puede explicar por qué —para citar casos extremos— la concepción atomista
materialista es capaz de entender el fenómeno de la cesación en lo inorgánico, pero
no el proceso de la muerte humana, mientras que la concepción estructuralista
espiritualista entiende bien el proceso de la muerte humana, pero no el fenómeno de
la cesación en lo inorgánico.
No se trata, pues, de adoptar una determinada idea del sentido de la cesación en una
determinada esfera de la realidad y aplicarla por extensión a todas las demás esferas
(por ejemplo, de concebir la muerte principalmente como cesación en la naturaleza
inorgánica y luego de aplicar este concepto a la realidad humana; o, a la inversa, de
partir de la muerte humana y luego concebir todas las demás formas de cesación
como especies, por acaso «inferiores», de la muerte humana). Se trata más bien de
ver de qué distintas maneras «cesan» varias formas de realidad y de intentar ver qué
grados de «cesabilidad» hay en el continuo de la Naturaleza. En El ser y la muerte
(1962), el autor de la presente obra ha formulado varias proposiciones relativas a la
propiedad «ser mortal», donde la expresión `ser mortal' resume cualquier modo de
dejar de ser: «1) Ser real es ser mortal; 2) Hay diversos grados de mortalidad, desde
la mortalidad mínima a la máxima; 3) La mortalidad mínima es la de la naturaleza
inorgánica; 4) La mortalidad máxima es la del ser humano; 5) Cada uno de los tipos,
de ser incluidos en `la realidad', es comprensible y analizable en virtud de su situación
ontológica dentro de un conjunto determinado por dos tendencias contrapuestas: una
que va de lo menos mortal a lo más mortal y otra que recorre la dirección inversa»
(op. cit., § 9). Lo que se llama «muerte» es entendido aquí como un fenómeno, o una
«propiedad», que permite «situar» tipos de entidades en el citado «continuo de la
Naturaleza».
Ha sido común estudiar filosóficamente el problema de la muerte como problema de
la muerte humana. En la actualidad abundan los estudios biológicos, psicológicos,
sociológicos, médicos, legales, etc., sobre la muerte, con atención a casos concretos,
a los modos como en distintas comunidades y en diferentes clases sociales se hace
frente al hecho de que los seres humanos mueren. Estos estudios son importantes,
porque ponen de manifiesto que la muerte humana es un fenómeno social, a la vez
que un fenómeno natural. Por eso se tienen en cuenta no solamente los
«moribundos» y los «fallecidos», sino también los sobrevivientes. La investigación
propia a que antes nos referimos no deja de lado los citados estudios, pero atiende a
la noción de «muerte» (o de «cesación») como noción general filosófica y no
solamente como un fenómeno humano. En lo que toca al último se han contrapuesto
dos tesis extremas: según una de ellas, la muerte es simple cesación; según la otra,
la muerte es «la propia muerte», irreductible e intransferible. Estimamos, por nuestro
lado, que la llamada «mera cesación» y la muerte «propiamente humana» funcionan
a modo de conceptos-límites. De la muerte humana se puede decir que es «más
propia» que otras formas de cesación, pero, a menos de cortar por completo la
persona humana de sus raíces naturales, debe admitirse que tal propiedad no es
nunca completa.
Junto a una investigación filosófica de la muerte, puede procederse a una descripción
y análisis de las diversas ideas que se han tenido acerca de la muerte en el curso de
la historia, y en particular en el curso de la historia de la filosofía. Puede entonces
examinarse la idea de la muerte en el naturalismo, en el estoicismo, en el platonismo,
en el cristianismo, etc. También pueden estudiarse las diversas ideas de la muerte en
diversos «círculos culturales» o en varios períodos históricos. En la mayor parte de
los casos este estudio va ligado a un examen de las diversas ideas acerca de la
supervivencia y la inmortalidad (VÉASE).

https://www.bibleinfo.com/es/questions/%C2%BFqu%C3%A9-dice-la-biblia-sobre-la-muerte

http://history-peru.blogspot.com/2017/06/la-muerte-en-tiempo-de-los-incas.html

https://sobrehistoria.com/los-egipcios-y-la-muerte/

https://www.google.com/search?q=la+muerte+segun+los+griegos&rlz=1C1AVFC_enC
O826CO826&oq=la+muerte+seg%C3%BAn+los+gri&aqs=chrome.1.69i57j0l5.17073
j0j8&sourceid=chrome&ie=UTF-8

https://anael.org/es/misterios-muerte

http://ordenkabalistarosacruz.blogspot.com/2011/10/el-misterio-dela-muerte-
creemos.html
http://www.celticahispana.com/el-significado-de-la-muerte-en-el-mundo-celtiberico/

https://es.wikipedia.org/wiki/Druida

GLOSARIO

Arbitrio: Facultad humana de adoptar una resolución con preferencia a otra.

Eufemismos: Palabra o expresión más suave o decorosa con que se sustituye otra
considerada tabú, de mal gusto, grosera o demasiado franca, ejemplo "‘trasero’ es un
eufemismo de ‘culo’".

Homeostasis: La homeostasis es una propiedad de los organismos que consiste en


su capacidad de mantener una condición interna estable compensando los cambios
en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior.

Cadena trófica: describe el proceso de transferencia de sustancias nutritivas a través


de las diferentes especies de una comunidad biológica, en el que cada uno se
alimenta del precedente y es alimento del siguiente, es la corriente de energía y
nutrientes que se establece entre las distintas especies de un ecosistema en relación
con la nutrición.

BIBLIOGRAFÍA
Aries, P. (1982). La muerte en Occidente. Barcelona: Argo Vergara.
Arregui, Jorge V. (1992). El horror de morir: el valor de la muerte en la vida humana.
Tibidabo Edicions. ISBN 978-84-86421-89-2.
Becker, E. (2003). La negación de la muerte. Barcelona: Kairós.
Bowker, J. (1996). Los significados de la muerte. Cambridge University Press.
Cobo Medina, C. (2000). Los tópicos de la muerte. La gran negación. Madrid:
Ediciones Libertarias.
Critchley, Simon (2008). El libro de los filósofos muertos. Madrid, Taurus. ISBN 978-
84-306-0677-1.
García-Sabell, D. (1999). Paseo alrededor de la muerte. Madrid: Alianza Editorial.
Gregory, Richard (2002). Illusión: Making Sense of the Senses. Oxford University
Press.
Huisman-Perrin, E. (2003). La muerte explicada a mi hija. Barcelona: El Aleph.
Kübler-Ross, Elisabeth (8 de junio de 2017). Sobre la muerte y los moribundos: Alivio
del sufrimiento psicológico. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial
España. ISBN 9788466341868.
Ledoux, Joseph (2003). Synaptic Self, How Our Brains Become Who We Are.
Penguin.
León Azcárate, Juan Luis de (2007). La muerte y su imaginario en la historia de las
religiones. segunda edición. Bilbao: Universidad de Deusto. ISBN 978-84-9830-101-
4.
Llinás, Rodolfo (2003). El cerebro y el mito del yo, el papel de la neuronas en el
pensamiento y el comportamiento humano. Belacqua.
Lonetto, R. y Templer, D. I. (1992). La ansiedad ante la muerte. Barcelona: Ediciones
Temis.
Moody, R. A., Jr. (2006). Vida después de la vida. Barcelona: Círculo de lectores.
Josef Pieper (1982). Muerte e inmortalidad. Herder. ISBN 978-84-254-0530-3.
Jesús Poveda; Silvia Laforet (2009). El buen adiós. Espasa. ISBN 9788467030266.
Max Scheler (2001). Muerte y supervivencia. Encuentro Ediciones. ISBN 978-84-
7490-623-3.
Evelyn Waugh (2000). Los seres queridos. Círculo de lectores. ISBN 978-84-226-
7804-5.

Potrebbero piacerti anche