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La transformación de estructura

y significado del
Centro de Lima.
Tres aproximaciones
Kathrin Golda-Pongratz
LA TRANSFORMACIÓN DE

ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO

DEL CENTRO DE LIMA. TRES APROXIMACIONES

Primera edición

Enero, 2012

Lima - Perú

© Kathrin Golda-Pongratz

PROYECTO LIBRO DIGITAL

PLD 0410

Editor: Víctor López Guzmán

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Lima - Perú
La transformación de estructura y significado del centro de Lima

Fig. n° 1. Aerofotografía del sector que rodea al convento de Santa Catalina y la calle curvada siguien-
do un canal de agua prehispánico. El cuartel de Santa Catalina cortado en medio por el trazado de la
avenida Nicolás de Piérola y la zona de Mesa Redonda, rodeada de vendedores informales. Fotografía:
Servicio Aerofotográfico Nacional, 1985.

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las zonas habitadas adyacentes. A fines del siglo XX, los proyectos de renovación tienden
a ceder al patrimonio cultural un trato meramente superficial.

El caso de Mesa Redonda

Mesa Redonda es un caso ejemplar de cómo se ha ignorado el patrimonio cultural y cómo,


a la vez, fracasaron las estrategias de desalojo, por no respetar las lógicas físicas y sociales
del respectivo contexto urbano. El lugar, cuya fisonomía es la de una mesa, resultado de
un cruce de caminos prehispánicos, se había transformado en un centro de fabricación de
productos y de negocios informales, y como consecuencia del programa de recuperación
del alcalde Alberto Andrade, fue desalojado a mediados de la década de 1990.
Mientras que en la superficie del espacio público la situación parecía haber cambiado, no
se había producido ningún cambio detrás de las fachadas. En un devastador incendio, el
29 de diciembre de 2001 murieron ahí más de quinientas personas. El almacenamiento
ilegal e inadecuado de artefactos pirotécnicos había causado una explosión, transformando
los edificios, que no cumplían con las normas constructivas ni de protección de incendios,
en trampas mortales.
El gran vacío causado por el incendio se tapó, posiblemente no sólo por razones políticas,
sino también por motivos morales, lo más antes posible. Para reducir la densidad del lugar
y para conmemorar a las víctimas, se transformó dentro de pocos meses en un espacio verde
denominado “parque”, alrededor del cual, las fachadas de los edificios destruidos por el fuego
fueron pintadas para disimular su desastroso estado. El canal del río Huatica, salido a la luz

Fig. n° 2. El canal de Huatica, desvelado tras el incendio de 2001. Fue


enrejado por el Instituto Nacional de Cultura. Fotografía: Kathrin Golda-
Pongratz, 2002.

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La transformación de estructura y significado del centro de Lima

tras el incendio, constituía todo un reto para las administraciones como resto arqueológico,
debió protegerse como monumento. En vez de ser integrado en el parque o en un concepto
de unas nuevas edificaciones, fue enrejado y segregado del contexto, finalmente sellado
con un letrero del Instituto Nacional de Cultura que lo denomina “Patrimonio Cultural
de la Nación” (Fig. n° 2).
Podría haberse tomado el reto de seguir las huellas prehispánicas y de diseñar en este lugar
históricamente significativo un espacio que pudiese mejorar la calidad de vida y de trabajo
en Mesa Redonda y, a la vez, acentuar la importancia de aquel cruce de caminos, que hasta
hoy en día sigue determinando la estructura urbana. Tanto la Lima municipal como la
pública deberían abrirse hacia otras formas de renovación urbana y preferir el trabajo en
cualidades urbanas y mejoramiento social a un populismo ad hoc.
Es imprescindible que futuras medidas de renovación urbana respeten las huellas prehispá-
nicas. No se trata de su revitalización por nostalgia, sino de la comprensión de la naturaleza
de las brechas urbanas y de su superación. Ahora corresponde preguntarse para qué sirven
los espacios precoloniales que pueden sentirse todavía en el contexto urbano contemporáneo
y qué valor pueden tener para el tejido urbano actual.
También se trata de desarrollar una sensibilidad hacia las continuidades que existen, pero
no son percibidas y mantenidas conscientemente. Una posible meta podría ser la recons-
trucción del tejido destruido, inicialmente como una manera de pensar, más adelante como
una realidad física.

2. Segunda aproximación. La herencia colonial y moderna a fines del siglo XX


– Coexistencia e identidad6
“El centro al constituir la memoria histórica de la ciudad es el elemento esencial
de su identidad. El problema de las “ciudades” superpuestas radica justamente
en la pérdida de ese nexo vital y posibilita la creación de nuevas estructuras que
se sienten únicamente condicionadas por su propio entorno inmediato […].”
Graziano Gasparini, 19867

Desde su fundación por los españoles, Lima es una ciudad que se orienta hacia más allá de
los límites de su territorio y está determinada por influencias exteriores. La sumisión física y
estructural es también de carácter espiritual. La historia de Lima es, también, la historia de
un conflicto permanente, que se hace visible en el encuentro de estructuras prehispánicas,
coloniales, modernas y posindustriales que no llegan a una armonía espacial. La moderni-
dad ha progresivamente eliminado, consciente o inconscientemente, las manifestaciones
de las culturas antiguas y ha cubierto las huellas prehispánicas con una segunda capa. La
ruptura con la tradición ha sido, pues, efectuada.
Cabe preguntar si la ciudad histórica perdió su escala, como se ha dicho y escrito en mu-
chas ocasiones, y si son justificados los reproches de Javier Sota, de que la influencia de Le
Corbusier rompió con la retícula de la ciudad antigua y que el método del zoning niega la
multimodalidad de la existencia humana (Sota, 1988: 16).8
Las intervenciones de la planificación urbanística moderna produjeron cambios arquitectó-
nicos y urbanos. El problema que hoy se plantea, es el de la coexistencia y de la identidad
del patrimonio arquitectónico, tanto colonial como moderno. En medio de una metrópoli
que se extendía, el centro de Lima tenía que cambiar su escala para poder hacer frente a
las nuevas exigencias. De la coexistencia física, no ha surgido, hasta el momento, ninguna
perspectiva de unificación. La ciudad del presente está ante el reto de construir una con-
tinuidad positiva en la ciudad histórica modernizada y de encontrar estructuras espaciales
y formas arquitectónicas nuevas.

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