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Hermano, muchas veces nosotros nos damos cuenta que el diablo nos robó la
bendición inmediata y nos roba la bendición y la atrasa por muchos años,
porque nosotros permitimos esos enemigos.
Ellos empezaron a dar un reporte negativo del siglo XXVIII, mas el pueblo que
habita aquella tierra es fuerte, y la ciudad es muy grande, fortificada, del siglo
XXIX. Ameleb, que habita en el Heteb o en el Jubuseb o el Maurreb. Habita en
el monte y el Cananeo habita junto al mar y a la rivera del Jordán. Piensen lo
que estaban diciendo. Estaban dando un reporte negativo. Pero, se fijan ahí
hermanos, como Caaleb interviene. Caaleb hizo callar al pueblo delante de
Moisés y dijo “subamos luego, tomemos posesión de ella, porque más
podremos nosotros que ellos”. Ahora fijémonos un poco más detalladamente
en la historia. Hasta ahorita estaban dando un reporte positivo, un reporte real
de la situación, pero Caaleb, como anduvo con ellos 40 días había oído algo en
ellos, que cuando él vio que el camino que llevaban y el reporte que estaba
dando, inmediatamente Caaleb interviene y dice “¡ey! espérense, antes de que
estos hablen, les quiero decir que hemos de tomar posesión ya”. Pero nosotros
sabemos que no tomaron posesión, ¿por qué? Porque no tuvieron visión,
¿quién les había prometido la Tierra?, ¿quién había estado con ellos?, ¿quién
estaba con ellos? Dios. Pero, perdieron visión hermanos, porque los espías
cuando regresaron de la misión pusieron más énfasis a los gigantes, a la
grandeza de las ciudades y pasaron por alto la bendición que ahí había.
Porque vemos en el S. XXIII que el fruto era bendecido. Pero ellos no miraron
el fruto, miraron la grandeza del enemigo, miraron la pequeñez que ellos
tenían.
Qué triste que gente negativa y pesimista a veces tiene más influencia que el
mismo pastor dentro de la Iglesia. El pastor a veces cuando agarra ánimo y
quiere echarle ganas, la iglesia no lo deja. A veces hermanos encontramos a
alguien que tiene unos grandes planes, quiere hacer grandes cosas y en vez
de decirle “Amén hermano, échale ganas” decimos “hermano aquí no se
puede”. Como aquel misionero, antes decía su nombre, pero me dijeron que
no. Ellos dijeron, esa tierra se traga a sus moradores y todo el pueblo que
vimos en medio de ella son hombres grandes de estatura. Números 13:33:
“También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y
éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les
parecíamos a ellos. ”
Una cosa mi querido hermano, es que otros te menosprecian, y otra cosa que
tú te menosprecies a ti mismo. ¿Cómo no les iban a parecer como langostas si
ellos mimos se miraban como langostas? Ahora quiero que se ubiquen, ahí
había hombres de guerra, gigantes, unas grandes armaduras, grandes armas,
escudos, lanzas, espadas, bien alimentados, y ellos andaban sucios, flacos,
hambrientos, habían sido esclavos, no sabían pelear, no sabían defenderse.
Por supuesto, cuando vieron este gran ejército dijeron “¡mira que somos
nosotros! unos miserables insectos, unas langostas” y cuando aquellos los
vieron, cuando vieron su autoestima dijeron “sí son langostas”. Pero, ¿qué no
los había sacado Dios con manos poderosas de Egipto?, ¿qué no los había
guiado él durante su peregrinaje?, ¿qué no les había prometido él esa tierra?
Caaleb, también estaba ahí, también él andaba sucio, también él andaba
andrajoso, también él estaba flaco, también él había estado allá con ellos; pero
él dijo “no, vamos, sí podemos” El pesimismo es horrible, es feo y hermanos. A
veces nosotros los pastores somos demasiado pesimistas. Por eso es que
nuestro jóvenes no quieren entrar al ministerio, dicen “si entrar al ministerio es
ser como mi pastor, mejor me quedo así”. Si encontramos a un pastor que
tenga visión grande y es positivo y es optimista y está haciendo grandes cosas
para Dios, los jóvenes quieren ser pastores, los jóvenes quieren servir a Dios,
la Iglesia quiere avanzar.
Hermano, hay que agarrar ánimo, hay que creer en el Señor y en sus
promesas. A pesar de las dificultades, a pesar de la falta de recursos tengamos
fe de que Dios nos puede hacer algo grande y maravilloso. Se decían uno al
otro “designemos a un capitán”, volvámonos a Egipto.