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Tipos de contratos civiles según lo establecido

en el código civil
Publicado 08:07h en Abogados en Bilbao por ISD Abogados
Uno de los actos jurídicos más comunes es el contrato civil. ¿Quién no ha hecho un
contrato para alquilar su casa o plaza de garaje? Probablemente quien lo haya hecho
se haya encontrado ante la problemática de no saber exactamente qué poner o de
no atender a la letra pequeña o los detalles. Por eso hoy os vamos a desglosar
los tipos de contratos civiles que existen como primer punto de partida.
Lo primero de todo deberíamos aclarar qué es un contrato. Un contrato es el acto
jurídico por el cual una parte se compromete con la otra a cumplir una obligación.
Según lo establecido en el código civil existe una tipología que diferencia a estos
actos jurídicos. Dicha tipología es extensa y compleja como veremos a continuación.
Para definir dicha tipología se tienen en cuenta el consentimiento de los contratantes,
el objeto que es materia del contrato y la causa de la obligación que se establezca.

Tipos de contratos civiles según lo establecido


en el código civil
Contrato unilateral. Aquel en el que quien se obliga es una parte, mientras que la
otra no tiene obligación alguna. Por ejemplo el contrato de préstamo.
Contrato bilateral. En este tipo de contrato ambas partes se obligan. Por ejemplo,
en un contrato de compraventa, uno se obliga a entregar algo y el otro a pagarlo.
Contrato gratuito. Sólo se beneficia una de las partes. Por ejemplo, el contrato de
donación.
Contrato oneroso. Ambas partes obtienen un beneficio; tienen obligaciones y
ventajas económicas recíprocas.
Contrato principal. Un contrato es principal cuando no necesita de otro para existir,
como el contrato de arrendamiento.
Contrato accesorio. También llamados de garantía. En este caso si necesita de otro
para existir. Como por ejemplo aquel que requiere el pago de una fianza.
Contrato real. Contrato en el que, además del consentimiento de las partes, es
necesario la entrega de alguna cosa para perfeccionarlos. Como en los casos de
préstamo o depósito.
Contrato solemne. Cuando requiere que se cumplan ciertas formalidades
establecidas por la ley. Como por ejemplo el contrato de hipoteca.
Contrato consensual. Aquellos contratos que perfeccionan con el simple
consentimiento, como por ejemplo el contrato de trabajo por el cual puede
reconocerse una relación laboral sin necesidad de que haya un contrato. En el caso
de los contratos de trabajo, lo mejor es recurrir a abogados laboralistas.
Contrato conmutativo. Aquellos casos en los que una de las partes se obliga a
hacer algo equivalente a lo que la otra parte va a hacer.
Contrato aleatorio. En casos inciertos cuando depende el azar.
Hay que tener en cuenta que dentro de alguna de estas tipologías existe una sub-
tipología dentro de la cual podrían encontrarse otro tipo de contratos como de
arrendamiento de vivienda, garaje, vehículo, contrato de compraventa, de permuta,
cesión de licencia, de capitulaciones prematrimoniales y un largo etc.

Como es evidente, la lista de tipos de contratos civiles es muy amplia, por eso
cuando se va a realizar este tipo de acto jurídico lo mejor es acudir a un despacho
de abogados especializado en derecho civil.
En ISD Abogados, somos un despacho de abogados especializado en Derecho
civil en Bilbao y Getxo. Podemos ayudarle a redactar y determinar cuál de
estos tipos de contratos civiles es el que usted necesita.

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CONTRATOS CIVILES Y MERCANTILES


CONTRATOS CIVILES Y MERCANTILES
EL CONTRATO
UBICACIÓN:
El Código Civil dedica el Libro IV en relación a los contratos y establece genéricamente de
las obligaciones en general y de los contratos (Art. 1494 y ss. C.C.). Por ello las
obligaciones y los contratos son materias estrechamente relacionadas en nuestra
legislación.
Esta relación es de forma y de fondo. Formalmente se entiende que la materia
obligaciones es prerrequisito de la materia de contratos y desde el punto de vista de fondo
o contenido el contrato es fuente de obligaciones y estas fuentes son de acuerdo al Art.
1494 C.C. las siguientes: los contratos, los cuasicontratos, los delitos, los cuasidelitos y la
ley.
La anterior clasificación ha sido cuestionada por la doctrina. Para el profesor Valencia Zea
esta reglamentación es desordenada, incompleta y bastante anticuada. Muchas nociones
son notoriamente oscuras y bizantinas.
La doctrina a través de los tratadistas señalan otras fuentes como el enriquecimiento sin
causa y la responsabilidad civil extracontractual y esta última la podemos descomponer
así: responsabilidad por el hecho propio, responsabilidad por el hecho ajeno,
responsabilidad por el hecho de los animales y responsabilidad por el hecho de las cosas.
EL CONTRATO:
Podemos definir el contrato desde tres ópticas diferentes: el Código Civil, el Código de
Comercio y la Doctrina.
Definición del Código Civil: Señala que contrato o convención es un acto por el cual una
parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer una cosa. Cada parte puede ser de
una o de muchas personas (Art. 1495 C.C.). De la anterior definición se extraen las
siguientes conclusiones:
a) A primera vista podría pensarse que esta definición se refiere a los contratos que se
celebran entre dos partes que en principio serían los bilaterales cuando dice “una parte se
obliga para con otra”, pero en realidad lo que hace la norma es referirse a los contratos
unilaterales, pues estos son contratos celebrados entre dos partes pero solamente una de
ellas se obliga. Es evidente entonces que esta definición es incompleta al contemplar solo
al contrato unilateral, excluyendo las demás modalidades como el bilateral y los
plurilaterales.
b) Las obligaciones que nacen del contrato son prestaciones de dar, hacer o no hacer. La
obligación nace como consecuencia del contrato al ser una de sus fuentes.
c) Contrato no es lo mismo que convención. La convención es en género, el contrato en
especie. El contrato produce siempre obligaciones en el campo patrimonial, la convención
no.
La definición que da el Código Civil es criticada por la doctrina, pues ésta señala que el
contrato es el acuerdo de voluntades que origina obligaciones, que el Art. 1495 C.C. no es
exacto porque hace sinónimos sin serlo los términos contrato y convención y del contrato
sólo se refiere al unilateral en que una sola parte se obliga.
Definición del Código de Comercio: El Art. 864 C.Co. Dice que el contrato es una
acuerdo de dos o mas partes para constituir, regular o extinguir entre ellas una relación
jurídica patrimonial. De la anterior definición se extraen las diferentes conclusiones:
a) Desde el punto de vista de los sujetos esta definición es más completa, pues incluye
pluralidad de sujetos, se refiere implícitamente a los contratos bilaterales y plurilaterales o
“acuerdo de dos o más partes”.
b) Esta obligación tiene un efecto en el ámbito patrimonial al decir “constituir, regular o
extinguir una relación jurídica patrimonial”.
c) Esta definición del Código de Comercio es idéntica a la que hace el Código Civil Italiano.
El tratadista Luigi Ferri al comentar dicha obra lo refiere textualmente.
Definición de la doctrina: La doctrina trae muchas definiciones, la mayoría coincide en
afirmar que el contrato es un acuerdo de voluntades para crear, modificar o extinguir
obligaciones. El tratadista Hernán Salamanca define el contrato como un acto
jurídico generador de obligaciones.
EL ACTO JURÍDICO:
¿Es lo mismo que el contrato? Partiendo de la concepción generalizada podemos afirmar
que el acto jurídico es el acto humano voluntario que produce efectos jurídicos, es
intencionado, pues su ejecución persigue deliberadamente un efecto jurídico.
Ej.: El acto de suscribir un contrato.
En conclusión el acto jurídico es un acto humano que produce efectos jurídicos y si no
produce efectos jurídicos es simplemente un acto humano. Escribir una carta puede ser
un simple acto propio del ser humano, pero se convierte en jurídico cuando produce
efectos en el campo del Derecho.
Ej.: Escribir un documento para formalizar un contrato, contestar una demanda.
Por ello el acto humano lo hace el hombre en general como ser humano, en cambio el
acto jurídico también lo hace el hombre pero como sujeto de derecho.
El acto jurídico puede ser unilateral como el testamento, bilateral como la compraventa y
plurilateral como el contrato de sociedad. En conclusión los contratos son especies de
actos jurídicos.
ACTO JURÍDICO Y HECHO JURÍDICO:
En el acto jurídico interviene la voluntad del hombre, en el hecho jurídico no existe voluntad
pero produce también efectos jurídicos. Hecho jurídico es entonces todo hecho natural
que produce consecuencias de derecho y en el cual no interviene para nada la voluntad.
Ej.: El nacimiento, la muerte, la mayoría de edad, el parentesco, el caso fortuito.
En general el hecho jurídico es independiente de la voluntad del hombre.
No obstante algunos autores hablan de hecho jurídico voluntario e involuntario y lo
catalogan como intencionado y no intencionado. Intencionado cuando una persona busca
una consecuencia de derecho.
Ej.: Reconoce un hijo extramatrimonial.
No intencionado cuando el hecho se realiza de manera voluntaria pero sin que exista la
intención de producir consecuencias jurídicas. En este caso la consecuencia jurídica se
produce al margen de la voluntad.
Ej.: El delito culposo o la prescripción.
ACTO JURÍDICO Y CONTRATO.
El acto jurídico como tal es el género (lo general) y el contrato la especie o lo particular,
es decir el contrato es una especie de acto jurídico porque en él interviene la voluntad del
hombre para producir determinadas consecuencias o efectos jurídicos. En consecuencia
la definición de la doctrina es válida, contrato es un acto jurídico generador de
obligaciones. A su vez obligación se define como un vínculo jurídico que une a dos o más
personas o mejor a dos partes, un acreedor y un deudor, un vendedor y un comprador, un
arrendador y un arrendatario, etc. Vale decir entre las partes suscribientes de un contrato
nace la obligación. Finalmente nuestra legislación al definir contrato habla de partes y no
de personas y señala expresamente que cada parte puede estar conformada por una o
varias personas, ya sean naturales o jurídicas.
NEGOCIO JURÍDICO Y CONTRATO.
Para el profesor Valencia Zea el término negocio jurídico se emplea para designar tanto
las declaraciones unilaterales de voluntad como las plurilaterales y señala que la expresión
contrato es equivalente a la de negocio jurídico obligatorio. Otros doctrinantes definen el
negocio jurídico como la manifestación de voluntad directa, reflexivamente encaminada a
producir efectos jurídicos.

En conclusión el contrato aparece entonces como el acto o negocio jurídico que genera
obligaciones para las partes, obligaciones que tienen que ver con el campo de la economía
y particularmente con el ámbito patrimonial. Esas obligaciones interpartes están elevadas
a la categoría de ley para las partes, así textualmente lo señala el Art. 1602 C.C. cuando
dice “todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes.
CONTRATO Y CONVENCIÓN.
Dijimos recientemente que los términos contrato y convención de que habla el Código Civil
los presenta como sinónimos, sin embargo tienen diferencias. Al respecto el Art. 1495 C.C.
al definir contrato da estos términos igual significación, pero en realidad no son lo mismo,
veamos sus diferencias:
1. La convención es el género (lo general) y el contrato es la especie (lo particular)
2. El contrato siempre genera obligaciones, la convención en cambio no siempre las genera,
pues podemos convenir con otra persona en asistir el domingo a un partido de futbol, este
acto no es legalmente obligatorio.
3. El contrato como norma general está destinado a producir efectos en el campo
patrimonial, la convención no, aunque el contrato también puede producir efectos en el
campo moral.

Ej.: El contrato de matrimonio que produce consecuencias jurídicas y morales, el


matrimonio está consagrado como un contrato solemne, así lo señala el Art. 113 C.C. El
profesor Valencia Zea al respecto señala que el matrimonio no es un contrato aunque así
lo determine el Art. 113 C.C. como tampoco otros convenios que establezcan obligaciones
no patrimoniales. Para la Corte Suprema de Justicia existe el contrato desde que existe el
nacimiento de la obligación, pues dice que éste es el efecto propio del contrato. En
conclusión recordemos que el contrato es fuente de obligaciones, por ello es exacto
afirmar como la mayoría de los doctrinantes que la convención se convierte en contrato
cuando hace nacer entre las partes una obligación legal.
ELEMENTOS DE TODA OBLIGACIÓN.
Recordemos que la obligación tiene tres elementos esenciales:
1. Un elemento subjetivo, en este caso los sujetos o partes que intervienen, parte activa el
acreedor y parte pasiva el deudor.
2. Un elemento objetivo, que consiste en la prestación que nace de la obligación pactada y
esta puede ser de dar, hacer o no hacer.
3. Un elemento jurídico que es precisamente el vínculo contractual que una o ata a los
contratantes.
ELEMENTOS DEL CONTRATO.
En términos generales entendemos que el elemento es parte de un todo, en tal sentido el
contrato tiene dos clases de elementos, unos constitutivos y otros elementos de validez.
ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL CONTRATO:
Dice el Art. 1501 C.C. que se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia,
las que son de su naturaleza y las puramente accidentales. Son de su esencia aquellas
cosas sin las cuales no produce efecto alguno o degenera en otro contrato. Ej.: El aporte
en el contrato de sociedad es un elemento de la esencia del contrato, el pago del canon
de arrendamiento en el contrato de arrendamiento, el precio en la compraventa o la
entrega periódica en el contrato de suministro. Son de su naturaleza los que no siendo
esenciales del contrato se entienden pertenecerle sin necesidad de clausula
especial. Ej.: El saneamiento por evicción en la compraventa y las reuniones de la
asamblea general de accionistas en el contrato de sociedad. Finalmente tenemos los
accidentales que son aquellas cosas que no pertenecen al contrato ni esencial ni
naturalmente, pero que se pueden incluir por medio de una clausula especial, es el caso
de las condiciones suspensivas o resolutorias que las partes pueden voluntariamente
incluir en un contrato.

Ej.: Le dono mi casa a mi hijo si se gradúa como abogado, o también ciertos aspectos
especiales atinentes a la cosa como decir que el carro que se va a comprar su placa no
puede terminar en el número 5 o que debe ser de color azul y no gris.
ELEMENTOS DE VALIDEZ DEL CONTRATO:
Son los mismos requisitos para obligarse que señala el Art. 1502 C.C.: capacidad,
consentimiento, objeto y causa lícita. Debe precisarse que las expresiones elementos y
requisitos no son en realidad sinónimas. El elemento se define como algo que es parte de
un todo y requisito, en cambio se entiende como algo que hace relación al aspecto
puramente externo de una cosa, es algo exterior que se requiere para la validez de un
acto o contrato.
Ej.: En el contrato de sociedad son elementos del contrato el aporte del socio y la
pluralidad de socios, en cambio son requisitos la escritura pública y la inscripción en el
registro mercantil. En el contrato de compraventa de inmuebles son elementos el precio y
la cosa vendida y son requisitos de validez en cambio la escritura pública y la inscripción
de la misma en la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos.
La capacidad:
La norma general es la capacidad y la excepción es la incapacidad. La capacidad se
presume, pues todas las personas son capaces excepto aquellas que la ley las declara
incapaces. Existe capacidad de goce que la tienen todas las personas por el solo hecho
de hacerlo y capacidad de ejercicio que la tienen solo ciertas personas para ejercer ciertos
derechos o para adquirir ciertas obligaciones y es evidente que para suscribir un contrato
se requiere capacidad de ejercicio en los términos de ley.

Los incapaces por su parte son absolutos o relativos en los términos de la legislación civil
(Art. 1503 C.C.). En cambio el Código de Comercio por su parte habla de habilidad e
inhabilidad para ejercer el comercio y concluye que son hábiles los capaces e inhábiles
los incapaces.
El consentimiento:
Es el acuerdo de voluntades para la formación de un negocio jurídico, debe estar libre de
vicios y los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el dolo.
El objeto lícito:
Es el que está de acuerdo con la ley, las buenas costumbres y el orden público, lo contrario
es el objeto ilícito. El Art. 1519 C.C. señala: “Hay un objeto ilícito en todo lo que contraviene
al derecho público de la nación. Así, la promesa de someterse en la república a una
jurisdicción no reconocida por las leyes de ella, es nula por el vicio del objeto”.
En relación con la enajenación de bienes existe objeto ilícito en los siguientes casos:
1. En la enajenación de las cosas que no están en el comercio (Art. 1521 C.C.)
2. De los derechos o privilegios que no pueden transferirse a otra persona. Se tratan de
derechos personalísimos extrapatrimoniales, como el derecho a la vida o la honra.
3. De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez autorice o el acreedor
consiente en ello (Art. 1521 C.C.).
4. En todo contrato prohibido por las leyes (Art. 1523 C.C.).
Causa lícita:
Es la que está de acuerdo con la ley, con el orden público y las buenas costumbres. La
causa es el motivo o el móvil que impulsa a obrar, la causa siempre produce un efecto,
una consecuencia, no hay efecto sin causa. La causa en Derecho debe ser lícita y lo
contrario a ella es la causa ilícita, no exista causa lícita cuando se constituye una empresa
con dineros derivados del contrabando o del narcotráfico.

Dice el Art. 1524 C.C.: “No puede haber obligación sin una causa real y lícita; pero no es
necesario expresarla. La pura liberalidad o beneficencia es causa suficiente. Se entiende
por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por la ley,
o contraria a las buenas costumbres o al orden público”.

La promesa de dar algo en pago de una deuda que no existe carece de causa y la promesa
de dar algo en recompensa de un crimen o de un hecho inmoral tiene causa ilícita.
También se habla de la falsa causa que se presenta cuando las partes a sabiendas otorgan
un acto jurídico una fuente o causa diferente de la real, cuando los contratantes se ponen
de acuerdo para decir que una deuda que proviene de juego se originó en un contrato de
mutuo, la falsa causa invalida el contrato. Al respecto la doctrina ha señalado: “la causa
se presume en todos los contratos, quien pretenda desconocerla está obligado a la carga
de la prueba”.
LAS BUENAS COSTUMBRES:
En cuanto a la expresión buenas costumbres es evidente concluir que estas tienen relación
directa con los postulados de la moral. La costumbre es una de las fuentes formales del
Derecho, pero requiere para su validez cumplir con ciertos requisitos como no ser contraria
a la ley y estar constituida por hechos o actos públicos, uniformes y reiterados según lo
señala el Art. 3° C.Co. La doctrina ha definido a la costumbre como la repetición de un
hecho de manera constante y uniforme en un territorio determinado que la acepta como
regla obligatoria o aplicable. En conclusión la costumbre y los actos jurídicos en general
deben estar acorde con los preceptos morales, pues la ley y la moral son postulados que
rigen la conducta del hombre.

La ley es coercitiva y proviene del Estado, en tanto que la moral pertenece al fuero interno
de cada persona, se origina en un contexto religioso y su observancia no es obligatoria
como si lo es la ley. El Art. 13 de la Ley 153 de 1887 vigente a la fecha dice: “la costumbre
siendo general y conforme con la moral cristiana constituye Derecho a falta de legislación
positiva”. En conclusión las costumbres deben estar entonces a tono con la moral.
VICIOS DEL CONSENTIMIENTO.
Hemos dicho que los vicios del consentimiento son el error, la fuerza y el dolo.
EL ERROR:
Filosóficamente es el juicio en el cual el sujeto lo formula equivocadamente el objeto sin
intención y por ignorancia, pero ha de procurarse que error no es lo mismo que ignorancia,
el primero supone el conocimiento equivocado de algo, la ignorancia en cambio es la
ausencia de conocimiento, lo que se ignora o no se conoce.

Partiendo de la concepción del Código Civil sobre el erro encontramos que existe error de
derecho y error de hecho, el primero es un error sobre un objeto de derecho que no vicie
el consentimiento, así lo señala el Art. 1509 C.C.

Este error se refiere al desconocimiento que una persona pueda tener sobre una norma o
sobre los efectos jurídicos de la misma. Si en un contrato se ha tenido como causa un
error de derecho este contrato sería anulable, pues a pesar de que según el Código Civil
este error no vicia el consentimiento, en cambio este contrato al estar estructurado sobre
un error de carencia de causa real y sería anulable.
En conclusión, el error de derecho consiste en la ignorancia de la ley y así lo señala el Art.
9° C.C.: “la ignorancia de la ley no sirve de excusa”, pues las características generales de
la ley, además de ser general, abstracta e impersonal se presume conocida.

Igualmente el error de derecho constituye una presunción de mala fe, así lo señala el Art.
768 C.C. cuando dice: “el error en materia de derecho constituye una presunción de mala
fe que no admite prueba en contrario”.

Así mismo el Art 2315 C.C. en relación con el pago señala la repetición por error de
derecho en el pago cuando establece que se podrá repetir lo que se ha pagado por error
de derecho cuando el pago no tenía por fundamento ni aun una obligación puramente
natural.

Finalmente la doctrina sostiene que el error de derecho consiste en la ignorancia de la ley


o de la costumbre obligatoria.
ERROR DE HECHO:
Este error versa sobre una situación real y concreta y este error vicia el consentimiento
cuando cumple con los siguientes requisitos: debe ser determinante, ser comunicado y
excusable y la consecuencia del error de hecho es la nulidad relativa del acto o contrato.
Clases de error de hecho:
a) Según la doctrina:
1. El error obstáculo o error obstativo: Este a su vez es error in negotio, error in corpore
y error in causa.
El error obstáculo es aquel que impide la formación del consentimiento y por tanto produce
la inexistencia del contrato, pues al no existir consentimiento o acuerdo de voluntades, el
contrato no nace a la vida jurídica.
Ej.: Alberto quiere comprar un vehículo particular y Bernardo quiere venderle un vehículo
tipo taxi, pues cree que eso es lo que quiere Alberto.
2. Error nulidad o error dirimente: Vicia el consentimiento pero no impide su formación y
a su vez este error es intuito personae e in substantian, de los cuales se hablará más
adelante.
3. Error indiferente: Este error no vicia el consentimiento, recae sobre aspectos triviales o
poco significativos del contrato y no incide en el fondo del mismo de manera general.
Ej.: El vehículo que se compró resulto ser de color azul cielo y no azul peroleta como lo
pidió.
SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL:

Los Arts. 1510 y ss. C.C. trae diferentes modalidades de error de hecho:
1. Error in negotio: El error de hecho vicia el consentimiento cuando recae sobre la especie
del acto o contrato que se ejecuta o celebra, como si una parte entiende préstamo a interés
y la otra donación. Este error se ha denominado error en esencia o error in negotio.
2. Error in corpore: Vicia también el consentimiento y recae sobre la identidad de la cosa
específica de que se trata como si en el contrato de compraventa el vendedor entiende
vender fríjoles y el comprador entiende comprar arvejas.
3. Error in substantian: Lo señala el Art. 1511 C.C. cuando la calidad esencial del objeto
es diversa de lo que se cree, este error también vicia el consentimiento.

Ej.: Cuando una de las partes supone que el objeto es una barra de plata y realmente es
una masa de algún otro metal semejante, o cuando se cree que el anillo es de oro y
realmente es de cobre.
4. Error intuito personae: Lo señala el Art. 1512 C.C. que es el error acerca de la persona
con quien tiene la intención de contratar, este error por criterio general no vicia el
consentimiento, salvo que la consideración de esta persona sea la causa principal de este
contrato.
b) SEGÚN EL CÓDIGO DE COMERCIO:
1. Error esencial: En materia comercial existe el error esencial, es aquel que versa sobre
los móviles determinantes del acto o contrato comunes o conocidos por las partes según
el Art. 101 C.Co., este error afecta directamente el fondo que determina el nacimiento del
contrato de sociedad y ha de entenderse que los contratantes no habrían contratado, se
presume que hubieran presumido este error.

Esta clase de error es poco común y el ejemplo se caracteriza cuando se constituye una
sociedad para importar determinada maquinaria y para esos días el Estado prohíbe las
importaciones de esta clase de bienes. Es evidente que de advertir esa situación los socios
no hubieran celebrado el acto.

El contrato comercial también habla de otras especies de error como el error acerca de la
persona de uno de los socios en el contrato de sociedad y señala el Art. 107 C.Co. que
este error solo vicia el consentimiento se celebra en consideración a dicha persona.

También está el error sobre la especie de sociedad que vicia el consentimiento cuando la
sociedad que se constituye es distinta de la que el socio entendió contraer y como
consecuencia de ese error el socio tiene que asumir una responsabilidad mayor; todos
estos errores producen nulidades relativas.
2. Error común: Los antiguos decían que el error común hace derecho, este error no es un
vicio del consentimiento, por el contrario crea derecho. La doctrina dice al respecto que
existe error común como hacedor de derecho cuando a consecuencia de un error
invencible en una colectividad la apariencia toma forma de realidad creando una buena fe
colectiva y requiere de los siguientes requisitos para que exista error común:
i. Que sea general o colectivo, esto es que muchas personas hayan incurrido en él.
ii. Que sea invencible, quiere decir que hasta las personas más diligentes y estudiosas
hayan caído en dicho error.
iii. Que el acto motivado por error común se haya celebrado de buena fe.
LA FUERZA.
Como vicio del consentimiento está señalado en los Arts. 1508, 1513 y 1514 C.C. y
constituye fuerza todo acto que infunde a una persona un justo temor de verse expuesta
ella su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y
grave. La fuerza vicia el consentimiento solamente cuando es capaz de producir una
impresión fuerte en una persona de sano juicio tomando en cuenta su edad, sexo o
condición (Art. 1513 C.C.) y la fuerza que es considerada como sinónimo de violencia
puede ser de dos clases: física o material y moral o psíquica; entendida esta última como
la amenaza de un mal futuro dirigida contra la persona cuyo consentimiento se desea
obtener o contra un allegado suyo. En conclusión es una presión psicológica.
TEMOR REVERENCIAL:
Señala el Código Civil que éste no vicia el consentimiento y dice que el temor reverencial,
esto es el solo temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión y respeto
no basta para viciar el consentimiento.
Debe aclararse que la fuerza puede provenir de un tercero, no es necesario que provenga
solamente de la parte puede beneficiarse de ella que generalmente es el otro contratante,
puede la fuerza provenir de un tercero y la fuerza puede ser ejercida contra la persona
cuyo consentimiento se busca y también contra su cónyuge, ascendientes o
descendientes. Los actos o contratos ejecutados debido a la fuerza producen nulidad
relativa como lo producen todos los vicios del consentimiento y esta nulidad relativa debe
ser alegada por la parte interesada, prescribe en cuatro años y puede probarse por
cualquier medio probatorio.
LA FUERZA COMO EXIMENTE DE RESPONSABILIDAD.

Existe una especie de fuerza que no es considerada vicio del consentimiento sino una
circunstancia eximente de responsabilidad contractual, es el caso de la fuerza mayor y
dice el Art. 64 C.C. que se llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto a que no es
posible resistir, como un naufragio, un terremoto, etc. La fuerza mayor y el caso fortuito
son dos circunstancias eximentes de responsabilidad que la doctrina las ha diferenciado,
dándole a la primera un carácter más general, como cuando un terremoto impide firmar un
contrato, y la segunda el caso fortuito le da un aspecto más particular relacionado
únicamente con la persona que debía cumplir con la obligación, el automóvil en que
viajaba se estrello y esa persona no pudo firmar el contrato.
EL DOLO.
Se entiende como el engaño o el fraude en que incurre un contratante en perjuicio del otro.
El Código Civil lo define en su Art. 63 como la intención positiva de inferir injuria a la
persona o propiedad de otro. El Art. 1515 C.C. señala que el dolo solamente vicia el
consentimiento cuando es obra de las partes y cuando aparece claramente que sin él no
se hubiera contratado. Por ello en los contratos bilaterales el dolo no puede provenir de un
tercero como si ocurre con la fuerza, esto es vicia el consentimiento cuando proviene de
una de las partes y cuando es principal, en los demás casos según el Art. 1515 C.C. el
dolo da lugar solamente a la acción de perjuicios contra la(s) persona(s) que lo han
fraguado o que se han aprovechado de él, contra las primeras por el total del valor de los
perjuicios y contra las segundas hasta concurrencia del provecho que han reportado del
dolo.
CLASES DE DOLO:
1. DOLO PRINCIPAL: Es aquel que es causa determinante del acto, vicia el
consentimiento. Ej.: Cuando se compra un vehículo atraído por el engaño o dolo del
vendedor, de no haber existido dolo no se hubiese comprado el vehículo.
2. DOLO INCIDENTAL: Cuando no es suficiente para determinar el consentimiento pero
implica condiciones desfavorables para el contratante. Ej.:Comprar un vehículo que
cumple con las expectativas generales del comprador, pero no tiene todas las
características señaladas en el contrato, aquí existe dolo y este dolo no vicia el
consentimiento pero da lugar a la indemnización de perjuicios. Compro una camioneta que
es 4x4 pero es 2x2.
3. DOLO POSITIVO: Cuando proviene de la acción, cuando el que engaña se vale de
maniobras, palabras o actos para persuadir al otro. Ej.: El carro tiene los documentos al
día a sabiendas de que es robado. Este dolo vicia el consentimiento si es principal.
4. DOLO NEGATIVO: Cuando se oculta un hecho que de haber sido conocido por la otra
parte no se hubiera realizado el contrato. Ej.: El carro que se compró es volcado pero se
reparó completamente. Esta clase de dolo puede viciar el consentimiento si es principal.
Otra clasificación del dolo que viene del derecho romano nos habla del dolus bonus y del
dolus malus. El primero, dolo bueno, se presenta cuando la persona exagera las calidades
del producto que vende o negocia, cosa que ocurre con frecuencia sin que a la hora de la
verdad llegue a configurar un vicio del consentimiento, y el segundo, dolo malo, si tiene la
finalidad del engaño y el fraude, por tanto vicia el consentimiento.
En conclusión, para que en los contratos bilaterales el dolo vicie el consentimiento requiere
tres condiciones: que provenga de una de las partes, que sea principal y que haya tenido
efectos, esto es a quien se haya perjudicado como consecuencia del engaño sufra
perjuicios.
LA FUERZA OBLIGATORIA DE LOS CONTRATOS.
El contrato legalmente celebrado se convierte en ley para los contratantes, ello quiere decir
que las cláusulas voluntariamente pactadas por quienes suscriben un contrato son de
estricto cumplimiento para ellos.
Este concepto se analiza según el Código Civil Art. 1602 cuando señala que “todo contrato
legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por
su consentimiento mutuo o por causas legales”. Las causas legales se entienden como la
condición resolutoria tácita y la nulidad, a ello se refiere el artículo precedente, figuras que
se estudiarán más adelante.
Según el Código de Comercio en su Art 4° consagra que las estipulaciones de los
contratos válidamente celebrados preferirán a las normas legales supletivas y a las
costumbres mercantiles. Las normas legales supletivas a diferencia de las imperativas que
ordenan o prohíben y de las dispositivas que simplemente señalan o disponen son
aquellas que en términos generales suplen o llenan los vacíos que dejan las partes a nivel
contractual.
Ej.: Si en un contrato de compraventa no se dice quién debe pagar los gastos del registro
de la escritura, este vacío que presenta el contrato lo suple la norma general o en el caso
de la sociedad anónima si la reunión de asamblea general de accionistas no fuere
convocada, los socios se reunirán por derecho propio el primer día hábil del mes de abril
a las 10 A.M. en las oficinas del domicilio principal (Art. 422 C.Co.).
En conclusión podemos sostener que en el contrato la voluntad de las partes se convierte
en ley y prevalece sobre normas de tipo general o supletivas pues estas sólo se aplicarán
en caso de vacíos.
Finalmente tenemos el criterio jurisprudencial y la Corte ha dicho dentro de nuestro
régimen contractual que las partes conservan la libertad que le reconoce la ley civil para
reglamentar sus pactos y en el Derecho Positivo Colombiano impera el principio según el
cual las leyes que regulan los contratos son normas supletorias de la voluntad de los
contratantes.
LA BUENA FE.
El Art. 1603 c.c. estipula que “los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por
consiguiente obligan no solo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que
emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por ley pertenecen a ella”.
Es principio general que la buena fe se presume, la mala fe debe probarse. Buena fe es
la conciencia de estar obrando rectamente de acuerdo con la ley y la moral, pues estos
son dos postulados que norman la conducta del hombre. La ley nace del Estado y es
coercitiva, la moral obedece a un mandato religioso y pertenece al fuero interno de la
persona. El Art. 768 C.C. cuando habla de la posesión dice que“la buena fe es la
conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos exentos de
fraudes y de todo otro vicio”. También el Art. 83 C.N. se refiere a ello: “Las actuaciones de
los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a los postulados de la buena
fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquellos adelanten ante éstas”. En
conclusión, no se necesita en el contrato señalar que se actúa de buena fe, estos son
elementos constitutivos del contrato que se presumen.
En conclusión podemos señalar que la fuerza obligatoria de los contratos radica en tres
puntos fundamentales:
1. El contrato legalmente celebrado es una ley para las partes, esto es las cláusulas
pactadas son obligatorias para los contratantes.
2. Es la ley lejos de ser general, abstracta e impersonal, es sólo aplicable a las partes
contratantes aunque cobija y protege obviamente a terceros involucrados en la relación
contractual.
3. Los contratos deben ejecutarse de buena fe y ésta se presume.
LA RELATIVIDAD DE LOS CONTRATOS.
Se fundamenta en que la ley que nace del contrato sólo es aplicable a las partes sin
perjuicio naturalmente de terceros interesados, es que puede resultar que existan
personas a quienes un contrato que no han realizado puedan involucrarlos activa o
pasivamente, tal es el caso de los causa habientes o herederos de las partes. La ley
contractual no puede exceder el límite propio del contrato y sus consecuencias jurídicas o
patrimoniales y el principio de relatividad implica que el contrato debe estar enmarcado
dentro de los preceptos de la ley y la moral.
LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS.
Se analiza este tema desde el punto de vista de la doctrina y desde el Código Civil. Para
la doctrina existen dos métodos:
· Subjetivo: Se fundamenta en la intención de las partes.
· Objetivo: Se fundamenta en lo declarado por las partes.
Nuestro actual Código Civil acoge ambos métodos subjetivo y objetivo y en principio
parecería inclinarse por el método subjetivo cuando establece que conocida claramente la
intención de las partes debe estarse a ella más que a lo expresado, pero también acoge
el método objetivo cuando señala reglas en torno a lo declarado por las partes.
INTERPRETACIÓN SEGÚN LA INTENCIÓN DE LAS PARTES.
La señala el Art. 1618 C.C.: “Conocida claramente la intención de los contratantes, debe
estarse a ella más que a lo literal de las palabras”. En este caso prevalece la intención
sobre lo escrito, la voluntad real sobre la declarada. Al respecto la Corte Suprema de
Justicia ha señalado: “La interpretación de los contratos se hace de dos modos:
interpretación auténtica cuando entre las partes no hay discrepancia en el alcance y
sentido de las cláusulas que forman el contrato, y la interpretación judicial cuando en virtud
de distintas apreciaciones de las partes sobre el alcance y sentido de las cláusulas de un
contrato le dan a éste diferente interpretación”. En otras ocasiones señala la Corte
que “corresponde al juzgador determinar el alcance de las prestaciones debidas,
interpretar el contrato y el significado del negocio jurídico señalado”.
INTERPRETACIÓN LÓGICA.
La señala el Art. 1620 C.C. cuando señala que “El sentido en que una cláusula puede
producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de producir efecto
alguno”. Esto significa que una cláusula del contrato puede tener dos o más
interpretaciones, en ese caso debe preferirse la interpretación que produzca efectos, pues
recordemos que la finalidad del contrato es producir o crear obligaciones y en ese sentido
el contrato como fuente que es de obligaciones ha de producir efectos patrimoniales, se
debe buscar entonces el pensamiento principal, la idea general del contrato, no la
interpretación aislada.

INTERPRETACIÓN POR LA NATURALEZA DEL CONTRATO.


La señala el Art. 1621 C.C. y se da “en aquellos casos en que no apareciere voluntad
contraria, deberá estarse a la interpretación que mejor cuadre con la naturaleza del
contrato, pues las cláusulas de uso común se presumen aunque no se expresen”, y sobre
la naturaleza del contrato nos hablan también los Arts. 1603 y 1501 C.C. cuando se estudió
la buena fe.
INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA:
La señala el Art. 1622 C.C. “Las cláusulas de un contrato se interpretarán unas por otras,
dándole a cada una el sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad”. Es que
puede suceder que al interpretar un contrato aparezcan contradicciones entre una y otras
cláusulas. Ante ello el contrato debe mirarse como un conjunto, como un todo, como si se
tratara de un sistema. Debe vérselo desde una perspectiva holística que significa que debe
analizarse como un todo para llevarnos al sentido general del contrato. La Corte ha dicho
que la interpretación debe ser coordinada, armónica, relacionando todas las cláusulas del
contrato, pues éstas constituyen una unidad. Por ello sus cláusulas deben apreciarse en
forma coordinada y armónica. Igualmente dice el Art. 1622 C.C. “Podrán también
interpretarse por las de otro contrato entre las mismas partes y sobre la misma materia”.
Se refiere a que si las partes han celebrado contratos similares con anterioridad y lo
hicieron con acierto y legalidad pueden entonces tener en cuenta los criterios de esos
contratos para interpretar el actual, para ello se requiere que la interpretación sea hecha
entre las mismas partes y sobre la misma materia.
INTERPRETACIÓN EXTENSIVA:
La señala el Art. 1623 C.C. “Cuando en un contrato se ha expresado un caso para explicar
la obligación, no se entenderá por solo eso haberse querido restringir la convención a ese
caso, excluyendo los otros a que naturalmente se extienda”. Significa que cuando se
expresa un caso en un contrato para explicar la obligación contractual ello no quiere decir
que el contrato se refiera solo a ese caso en concreto sino que se extiende naturalmente
a todos los demás casos y aspectos pactados en el contrato.
INTERPRETACIÓN A FAVOR DEL DEUDOR:
La señala el Art. 1624 C.C.: “No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas precedentes de
interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor del deudor. Pero las
cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una de las partes, sea
acreedora o deudora, se interpretarán contra ella, siempre que la ambigüedad provenga
de la falta de una explicación que haya debido darse por ella”. Esta es la última forma de
interpretación del Código Civil, la que es criticada toda vez de que dice la norma que las
cláusulas ambiguas deben interpretarse en contra de quien la redacta, ello daría lugar a
interpretaciones injustas o sesgadas. La Corte a partir de la Sentencia de 23 de febrero de
1961 ha dicho que las normas de interpretación de los contratos son de observancia
obligatoria, antes de 1961 se decía que estas eran simples orientaciones dadas por los
jueces, hoy constituyen preceptos obligatorios.
PRINCIPIOS Y NORMAS APLICABLES A LOS CONTRATOS CIVILES Y
MERCANTILES.
Los contratos civiles y mercantiles hacen parte del Derecho Privado y en nuestra rama no
hay unificación del Derecho Privado, por tanto estos principios se aplican tanto en la
legislación civil y comercial:
1. PRINCIPIO DE IGUALDAD DE LAS PARTES: Es de la esencia del Derecho Privado la
igualdad de las relaciones contractuales, quiere decir que los contratantes tienen la misma
jerarquía frente al Derecho en sus relaciones interpartes. Al respecto el Derecho Privado
difiere sustancialmente del Derecho Público en donde las partes no se hallan en igualdad
de condiciones cuando contratan con el Estado, pues éste goza de privilegios y
prerrogativas ajenas a los particulares como las llamadas cláusulas excepcionales o
exorbitantes con las que el Estado puede finalizar unilateralmente un contrato aplicando
la caducidad u otras figuras de excepción.
2. PRINCIPIO DE AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD: Surge de los postulados de los Arts.
1602 C.C. y 4° C.Co. Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes
y las estipulaciones de los contratos válidamente celebrados preferirán a las normas
legales supletivas y a las costumbres mercantiles. Es decir la voluntad de las partes
prevalece y es ley para ellas mismas, de allí la fuerza obligatoria de los contratos,
autonomía que se halla supeditada a la ley, las buenas costumbres y el orden público, así
lo señala el Art. 871 C.Co., es que la autonomía de la voluntad para contratar nace de la
libertad contractual, las partes libremente ponen sus cláusulas, términos, y esta libertad
sólo está supeditada a la ley, al orden público y a las buenas costumbres.
3. PRINCIPIO DE LA RESPONSABILIDAD SOLIDARIA: Se aplica de manera diferente en
materia mercantil y civil. En materia mercantil la solidaridad se presume y constituye una
presunción de ley, en el campo civil en cambio, la responsabilidad solidaria no se presume,
debe pactarse de manera expresa. Por ello el Art 825 C.Co. señala que en los negocios
mercantiles cuando fueren varios los deudores se presumirá que sean obligados
solidariamente, presunción de orden legal que admite prueba en contrario y puede ser
desvirtuada, y esta responsabilidad solidaria faculta al acreedor para demandar
ejecutivamente a cualquiera de los deudores de un título valor, a todos o a quien él quiera.
En materia civil, en cambio, el principio de solidaridad opera subsidiariamente, pues para
que haya solidaridad en el campo civil debe expresarse taxativamente.
4. NORMAS COMUNES APLICABLES: Para las relaciones contractuales en materia civil
y comercial en cuanto a las partes debemos remitirnos a los Arts. 1°, 2° y 822 C.Co, los
cuales permiten la aplicación de normas civiles a los contratos comerciales aclarando que
las normas mercantiles se aplicarán preferencialmente y que a falta de estas se deciden
por analogía de estas y si el caso no se puede resolver conforme a la ley comercial se
aplican las disposiciones de la legislación civil respecto a los efectos del contrato,
interpretación, modo de extinguirse, rescindirse si es que la ley no establece otra cosa.
LA FORMACIÓN DE LOS CONTRATOS.
Para la formación de un contrato intervienen diferentes factores y circunstancias como la
necesidad de celebrarlo, las partes, la voluntad, el objeto, la causa, factores económicos
que determinan en un momento dado que dos o más personas se involucren en una
relación unilateral, bilateral o plurilateral concreta. Existen tres etapas preliminares que
van desde la intención hasta la formación del contrato propiamente dicho y estas son la
oferta, la promesa de contrato o precontrato y el contrato propiamente dicho.
LA OFERTA O LA POLICITACIÓN:
Es la primera etapa en la formación de un contrato, es la iniciación formal. En esta etapa
una de las partes ofrece a la otra el producto, la venta o en general la posibilidad de
celebrar el contrato. El Código de Comercio dice que la oferta es el proyecto de negocio
jurídico que una persona formula a otra, el término policitación es sinónimo de oferta y es
definido por el diccionario como la promesa aun no aceptada y para la doctrina esta
expresión se refiere a la oferta que se hace al público en general. El Código Civil sólo se
refiere a la oferta en su Art. 1658 subrogado por el Art. 13 de la Ley 95 de 1890 al señalar
los requisitos de validez que debe contener la oferta que precede al pago por
consignación.
EL PAGO POR CONSIGNACIÓN.
Lo señala el Art. 1656 C.C. y dice que “para que el pago sea válido no es menester que
se haga con el consentimiento del acreedor; el pago es válido aún contra la voluntad del
acreedor, mediante la consignación”. El pago por consignación es el depósito de la cosa
que se debe en una persona natural o jurídica y que generalmente se hace ante una
entidad bancaria realizado conforme a las formalidades de ley. El pago por consignación
es el típico pago que se realiza aun contra la voluntad del acreedor y este debe estar
precedido siempre de una oferta de pago.
VALIDEZ DE LA OFERTA:
Lo señala el Art. 1658 C.C. y para que sea válida se requiere:
1. Que sea hecha por una persona capaz de pagar.
2. Que sea hecha al acreedor siendo capaz de recibir el pago o a su legítimo representante
3. Que si la obligación es a plazo o con condición suspensiva halla expirado el plazo o se
haya cumplido la condición.
4. Que se ofrezca efectuar el pago en el lugar debido.
5. El deudor dirigirá al juez competente memorial manifestándole la oferta que le ha hecho
al acreedor y expresándole lo que él mismo debe incluido intereses, y si la oferta o
consignación fuere de una cosa debida una descripción individual de la misma.
6. Que de dicho memorial de oferta se corra traslado a la contraparte, y la Corte ha dicho
que la oferta debe estar precedida de varias formalidades legales como la oferta en sí,
traslado al acreedor, autorización del juez y nombramiento de depositario.
LA OFERTA SEGÚN EL CÓDIGO DE COMERCIO:
La define en su Art. 845 y dice que La oferta o propuesta, esto es, el proyecto de negocio
jurídico que una persona formule a otra, deberá contener los elementos esenciales del
negocio y ser comunicada al destinatario. La doctrina acoge los siguientes requisitos para
la validez de la oferta: Debe ser precisa (exacta), inequívoca, sin ambigüedades, completa,
que incluya los aspectos esenciales del contrato, objeto, precio, forma de pago y garantías
y que emane de la libre voluntad del oferente, esto es sin error, fuerza o dolo y que deba
ser comunicada al destinatario. Se exceptúan aquellas ofertas de tipo general a través de
publicidad masiva.
CLASES DE OFERTA:
Existen dos clases de oferta: la oferta con destinatario determinado que para la doctrina
es la oferta propiamente dicha, y la oferta general hecha al público llamada policitación.
La primera es irrevocable, así lo señala el Art. 846 C.Co. y dice que una vez comunicada
la oferta no podrá retractarse el proponente, so pena de indemnizar perjuicios que con su
retracto cause al destinatario. Esta propuesta conserva su fuerza legal aun cuando el
proponente muera o llegue a ser incapaz en el tiempo medio entre la oferta y su
aceptación. En cambio las ofertas de tipo general hechas al público no son obligatorias
para el oferente, así lo señala perentoriamente el Art. 847 C.Co. cuando dice que “Las
ofertas de mercaderías, con indicación del precio, dirigidas a personas no determinadas,
en circulares, prospectos o cualquiera otra especie similar de propaganda escrita, no serán
obligatorias para el que las haga”. En conclusión una oferta es obligatoria solamente
cuando se dirige por escrito a persona determinada. El profesor Valencia Zea señala que
la oferta a persona determinada se llama declaración recepticia de voluntad y la que se
dirige a destinatario incierto declaración no recepticia.
También existen oferta de mercancías que son las que se exhiben en vitrinas con
indicación de su precio, estas ofertas son obligatorias mientras tales mercancías estén
expuestas al público, y si la mercancía se agota, se entiende por finalizada la oferta de se
ofrecía, así lo señala el Art. 849 C.Co.
ACEPTACIÓN DE LA OFERTA.
a) En cuanto al Término: El Código de Comercio establecen las siguientes:
1. Oferta verbal o telefónica: Esta clase de ofertas deben ser aceptadas o rechazadas en
el acto de oírse (Art. 850 C.Co.)
2. Oferta por escrito: Si la propuesta se hace por escrito deberá ser aceptada o rechazada
dentro de los seis días hábiles siguientes a la fecha que tenga la propuesta si el
destinatario reside en el mismo lugar. Si reside en un lugar distinto, a dicho término se le
sumará el de la distancia. Al respecto el Art. 852 C.Co. dice que “El término de la distancia
se calculará según el medio de comunicación empleado por el proponente”.
b) En cuanto a la forma: La aceptación de la oferta puede ser expresa o tácita, esta última
cuando se efectúan actos que hacen presumir la aceptación. Los términos aceptación
pueden ceñirse a lo indicado en el Código de Comercio o pactarse de manera
convencional por las partes, pues es importante aclarar que los términos legales de la
oferta para su aceptación pueden ser modificados por las partes de manera convencional,
podrán fijar plazos distintos (Art. 853 C.Co.). finalmente el Art. 855 C.Co. establece que la
aceptación condicional o extemporánea de la oferta será considerada como nueva
propuesta y en los contratos consensuales una vez que se realiza la aceptación de la
oferta queda perfeccionado el contrato, este criterio no se aplica para los contratos
solemnes, ya que estos están sometidos a formalidades especiales.
LA PROMESA DE CONTRATO O PRECONTRATO.
La promesa de celebrar un contrato es diferente del contrato o negocio prometido. La
doctrina ha dicho que la promesa de un contrato es un acto preparatorio que descansa en
la necesidad de suscribir posteriormente otro contrato, por ello la promesa de contrato es
independiente del contrato a futuro celebrar que generan obligaciones propias.
Existen dos formas de promesa: la promesa unilateral u opción y la promesa bilateral.
PROMESA UNILATERAL: También llamada opción. Consiste en la obligación que un
contratante contrae de celebrar un contrato siempre y cuando la otra parte se decida a
ello.
Ej.: En la compraventa puede existir opción de venta y opción de compra. Opción de venta
cuando el comprador se obliga a comprarle al vendedor si éste resuelve vender (si usted
decide vender su carro antiguo yo me comprometo a comprárselo), y opción de compra
en viceversa cuando el vendedor se obliga a vender si el comprador resuelve comprar; en
todo caso la parte que se obliga debe cumplir el compromiso, para el otro en cambio es
algo apenas opcional si quiere o decide hacerlo. La opción impone al que concede la
obligación de cumplir su compromiso (Ley 51 de 1918 Art. 51) y toda opción debe estar
sometida a un término, plazo o condición y el plazo lo estipulan libremente las partes y el
plazo máximo para que la condición se entienda fallida es de un año (Art. 23 Ley 51 de
1918) aclarando que si esa opción recae sobre bienes inmuebles se requiere de escritura
pública y registro para perfeccionar el acto.
REQUISITOS DE LA PROMESA DE VENTA:
Partiendo de lo señalado por el Art. 1611 C.C. derogado por el Art. 89 de la Ley 153 de
1887 encontramos los siguientes requisitos para que la promesa produzca obligaciones:
1. Debe constar por escrito, no hay promesa verbal.
2. No debe contener vicios del consentimiento (error, fuerza y dolo).
3. La promesa debe contener un plazo o condición que fije la época en que ha de celebrarse
el contrato.
4. Que para perfeccionar el contrato futuro sólo falte la tradición de la cosa o las
formalidades legales.
Bajo criterios jurisprudenciales se tiene que la promesa ha de precisarse la notaría, hora
y fecha en que va a suscribirse la escritura de venta que protocolice la promesa de venta
celebrada, así lo ha señalado la Corte Suprema de Justicia a través de la Sala de Casación
Civil a partir del 19 de septiembre de 1979. Respecto a la hora se dice que debe señalarse
por razones prácticas, pero esa no es una exigencia de la Corte.
LA VOLUNTAD CONTRACTUAL.
Es el elemento esencial de todo contrato, de la voluntad nace el consentimiento. Los Arts.
1502 y 1503 C.C. señalan que para que una persona se obligue con otra por un acto o
declaración de voluntad se requiere que sea legalmente capaz, que consienta dicho acto,
que su consentimiento no adolezca de vicios y que el objeto recaiga sobre causa y objeto
lícito; son estos los elementos de validez de todo contrato, pues la voluntad contractual se
manifiesta a través de una declaración de voluntad y ésta es la exteriorización de un querer
interno capaz de provocar un efecto jurídico.
A su vez la declaración de voluntad debe tener unos requisitos y estos son:
1. Debe ser seria, que la persona se obligue
2. Debe ser recta, esto es acorde con la ley
3. Debe ser honesta, sin perjuicio de fraude
4. Debe estar sin vicios, libre de error, fuerza y dolo.
Se aclara y precisa que se habla de declaración de voluntad en los actos jurídicos
unilaterales como el testamento y la donación y se habla jurídicamente de consentimiento
cuando la voluntad contractual se expresa bilateral o plurilateralmente.
La manifestación de voluntad para celebrar un contrato puede ser expresa o tácita,
expresa cuando se declara de manera inequívoca verbal o por escrito, y tácita cuando el
contratante manifiesta su voluntad contractual por un hecho indudable que equivale a una
aceptación del contrato como por ejemplo paga los impuestos del automóvil que está
negociando. Finalmente hay contratos en que la declaración de voluntad debe someterse
a formalismos legales, es el caso de los contratos solemnes, venta de inmuebles o de
derechos reales que recaen sobre inmuebles, se requiere en estos casos para hacer
tradición escritura pública más inscripción en la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos, o el contrato de sociedad mercantil que requiere además de la escritura pública
la inscripción en el registro mercantil.
RETICENCIAS EN LA DECLARACIÓN DE VOLUNTAD.
El diccionario define esta palabra como la omisión voluntaria de lo que se debería decir.
La doctrina señala por reticencia la declaración o manifestación parcial de una cosa con
reserva o silencio de elementos fundamentales de la misma. Dentro de ese contexto
podemos concluir que reticencia es en general todo aquello que se opone a los requisitos
de una declaración de voluntad seria y honesta y se opone a los requisitos de una
declaración de voluntad seria y honesta: la reserva mental, la simulación, el fraude
pauliano, el fraude a la ley, los vicios del consentimiento (error, fuerza y dolo) y para
algunos tratadistas la lesión enorme.
LA RESERVA MENTAL:
Es la discrepancia entre lo declarado y lo realmente querido, es decir existe reserva
cuando lo que se dice es distinto de lo que se piensa. La reserva mental proviene de una
sola de las partes y es consiente, quiere decir ello que una de las partes la conoce y la
otra no, pues mediante esta figura una parte busca engañar a la otra. De acuerdo con la
doctrina la reserva mental carece de valor, pues la declaración de voluntad vale de
acuerdo a la forma en que se da a conocer. La reserva mental constituye dolo y va en
contra de la buena fe.
LA SIMULACIÓN:
A diferencia de la reserva mental la simulación opera en ambos contratantes. Aquí los dos
contratantes pretenden engañar a terceros. La simulación existe cuando se hacen
escrituras privadas para alterar lo pactado en escrituras públicas. La acción de simulación
no es viable ni posible ejercerla en los negocios unilaterales como el testamento, la
aceptación de herencia, la oferta comercial; aclarando que la simulación no produce
efectos contra terceros pues las escrituras privadas hechas por los contratantes para
alterar lo pactado en escrituras públicas no producirán efectos contra terceros (Art. 1766
C.C.).

CLASES DE SIMULACIÓN:
Esta puede ser absoluta y relativa. Absoluta cuando las partes celebran un contrato pero
no quieren que dicho acto produzca efectos jurídicos, por ejemplo las ventas de confianza
que se hacen para engañar a terceros; y la relativa que a su vez es de dos clases:
a) Por la naturaleza del acto: Las partes si quieren celebrar el negocio pero no en la forma
contenida en el contrato.
Ej.: Celebran compraventa pero en realidad lo que hay es donación.
b) Por interposición de sujetos (testaferros): Es el negocio que se celebra por interpuesta
persona. Una tercera persona se hace pasar como parte contractual para ocultar al
verdadero obligado.
La simulación se puede probar por cualquier medio probatorio que señala el Código de
Procedimiento Civil, esto es declaración de testigos, documentos, prueba indiciaria como
el parentesco, la falta de capacidad económica, entre otros.
ACCIÓN DE SIMULACIÓN.
La parte perjudicada con el acto simulado puede interponer la acción de simulación
mediante la cual ataca los actos aparentes celebrados por el deudor en perjuicio del
acreedor. Esta acción judicial se parece a la de nulidad pero es diferente, pues mientras
la nulidad busca destruir el contrato a través de la rescisión por existir un vicio del
consentimiento (error, fuerza, dolo), la acción de simulación es en cambio todo lo contrario,
busca que se declare la existencia del contrato realmente celebrado sobre el simulado. Se
dice que la acción de simulación es una acción prevalente o de prevalencia porque lo que
busca como se dijo es que se declare la existencia (prevalencia) del contrato celebrado
sobre el simulado. Tienen legitimación en la causa por activa para ejercer esta acción las
partes contratantes, los terceros que justifiquen un interés legítimo (los acreedores) , los
esposos cuando mediante la simulación se enajenan bienes que tienen la calidad de
gananciales y los herederos frente a los negocios simulados del causante.
El objetivo general de la acción de simulación es descubrir el autentico querer de los
simulantes y reparar los perjuicios causados a las partes o a terceros y como objetivo
especial busca concretamente que se declare judicialmente la simulación, que se declare
la existencia del contrato realmente celebrado sobre el simulado (prevalencia), que se
ordenen las indemnizaciones a que haya lugar y que se obtenga la restitución de los
bienes.
Debe aclararse que si el bien ha pasado a manos de un tercero de buena fe, esta
adquisición deberá respetarse y sólo procederá la indemnización, así lo dice la doctrina.
En algunos casos la destrucción del negocio aparente no es posible y esto se da cuando
el bien está en manos de un tercero de buena fe, en este caso la acción se dirige para
obtener la indemnización de perjuicios.

NATURALEZA JURÍDICA:
La doctrina ha señalado que la acción de simulación es una acción de indemnización de
perjuicios. Concluyendo podemos afirmar entonces que la naturaleza jurídica de la acción
de simulación está enmarcada por dos aspectos concretos: acción de indemnización de
perjuicios y acción de prevalencia contractual.
La simulación la declara el juez a través de sentencia (Art. 306 C.P.C.). S i la simulación
es absoluta el contrato es inexistente, por lo tanto hay que restituir lo recibido y cancelar
escrituras, y si es relativa no tiene valor lo que se simula.
Ej.: Si Alberto le dona una casa a Bernardo y se simula una compraventa, vale la donación
porque la compraventa se invalidó.
La prescripción de la acción de simulación de acuerdo a la Ley 791 de 2002 de la acción
ejecutiva es de cinco años y de la ordinaria diez años (Art. 2536 C.C.) y la prescripción de
la acción de la nulidad absoluta es también de diez años y de la acción de nulidad relativa
es de cuatro años.
EL FRAUDE PAULIANO.
Existe fraude pauliano cuando un deudor se insolventa en perjuicio de sus acreedores, es
decir la persona se insolventa para no pagar las deudas, en este caso entonces los
acreedores perjudicados tienen a su favor el ejercicio de la acción pauliana o acción
revocatoria. La doctrina ha dicho que el fraude pauliano no es sino una de las múltiples
manifestaciones del abuso de los derechos, la voluntad de dañar se dirige no contra un
contratante sino contra los terceros acreedores, busca con este acto la persona
insolventarse para defraudar a terceros acreedores.
LA ACCIÓN PAULIANA O REVOCATORIA:
Ha sido definida como la acción que tienen los acreedores que han sido perjudicados por
los contratos celebrados con fraude pauliano con sus deudores. Es la acción que tiene el
acreedor contra el deudor que se ha insolventado para no pagarle, es la acción que la ley
concede a los acreedores para obtener la revocatoria de las enajenaciones que el deudor
hiciere maliciosamente en perjuicio de ellos y esta acción se llama así por haber sido
introducida en el Derecho Romano por el pretor Paulus, esta acción buscaba que se
revoquen los contratos que se realizaban por los deudores en fraude a sus acreedores.
La acción pauliana procede y puede invocarse respecto de cualquier acto o contrato,
cualquier acto jurídico y en general todos los actos patrimoniales pueden ser impugnados
por esta vía, actos onerosos, hipoteca, prenda, anticresis, actos gratuitos, donaciones,
incluso el arrendamiento.
REGULACIÓN SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL:
La regula en su Art. 2491 y que a la letra dice: “los acreedores tendrán derecho para que
se rescindan los contratos onerosos y las hipotecas, prendas y anticresis que el deudor
haya otorgado en perjuicio de ellos, siendo de mala fe el otorgante y el adquiriente, esto
es conociendo ambos conociendo el mal estado de los negocios del primero. Igualmente
dice la norma que los actos y contratos gratuitos serán rescindibles siendo de mala fe el
deudor.
En conclusión para los contratos onerosos se requiere mala fe del otorgante y del
adquiriente, y para los contratos gratuitos solamente mala fe del deudor. La acción
pauliana prescribe en un año contado desde la fecha del contrato (Art. 2491 inc. 3° C.C.).

DERECHO GENERAL DE PRENDA.


El Art. 2488 C.C. establece que toda obligación personal da al acreedor el derecho de
perseguir su ejecución sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor sean presentes
o futuros exceptuándose solamente los no embargables (Art. 1677 C.C.) y no son
embargables el salario mínimo legal, los derechos personales de uso y habitación, los
implementos para el ejercicio de una profesión, el lecho o cama, los bienes de uso básico,
los libros de una profesión, los uniformes, etc.
Quiere decir que los acreedores pueden con las excepciones legales pedir que se vendan
de manera forzada los bienes del deudor (remate) para que con su producto les sean
cancelados los créditos, así lo señala el Art. 2492 C.C. y esta es la razón y el fundamento
del proceso ejecutivo consagrado en el Art. 488 C.P.C. y dice que pueden demandarse
ejecutivamente las obligaciones claras, expresas y actualmente exigibles que consten en
documentos que provengan del deudor o de su causante y constituyan plena prueba
contra él. La acción pauliana busca entonces la revocación de estos actos si son
fraudulentos para resarcir al acreedor hasta la concurrencia de sus créditos.
Un contrato se puede rescindir, esto es declararlo nulo mediante la acción rescisoria
cuando ataca un vicio del consentimiento (error, fuerza o dolo). Existen figuras como la
rescisión de la venta por lesión enorme y la rescisión por vicios rehidibitorios u ocultos que
más adelante se estudiará. En general rescindir el contrato es dejarlo sin efectos o
declararlo nulo, bien porque el contrato es lesivo contra alguna de las partes o porque
existe fraude en perjuicio de un tercero como el caso del fraude pauliano.

EL FRAUDE A LA LEY.
Opera cuando las partes mediante contratos pretenden desconocer o violar la ley. Tiene
un elemento interno y otro externo. El primero se traduce en la intención de violar la ley y
el segundo son los medios de que se valen para hacerlo. Todo fraude implica mala fe y
por ello todo fraude debe ser sancionado y el efecto que genera el fraude a la ley es la
nulidad absoluta por objeto y causa ilícitos y si al propio tiempo se presenta simulación y
fraude a la ley en un acto el juez está obligado a declarar la nulidad.
LAS NULIDADES.
Esta figura está contemplada en todas las ramas del Derecho y esta palabra proviene del
latín Nullus, nos indica que un acto carece de valor y que no puede producir efectos
jurídicos. Esta sanción también deja sin valor a un acto o contrato. La aparición de la
nulidad como institución jurídica se remonta a la Edad Media tomada así del antiguo
Derecho Romano.
Nuestro Código Civil consagra la nulidad en el Título XX Arts. 1740 y ss. bajo el rótulo de
la nulidad y rescisión, y el Código de Comercio se refiere a ella en los Arts. 899 y ss.
LA NULIDAD SEGÚN EL CÓDIGO CIVIL.
El Art. 1740 C.C. dice que es nulo todo acto o contrato al que le falta alguno de los
requisitos que la ley exige para el valor del mismo acto o contrato según la especie o
calidad o estado de las partes y concluye diciendo que la nulidad puede ser absoluta o
relativa.
NULIDAD ABSOLUTA:
Las causales las consagra el Art. 1741 C.C.:
1. La nulidad producida por un objeto o causa ilícita.
2. La nulidad producida por la omisión de algún requisito o formalidad que las leyes
prescriben para el valor de ciertos actos o contratos en consideración a la naturaleza de
ellos, y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan o acuerdan
3. Hay así mismo nulidad absoluta en los actos y contratos de personas absolutamente
incapaces.

Ya hemos dicho que el objeto ilícito es el que no está de acuerdo con la ley, el orden
público o las buenas costumbres, igual cosa puede predicarse de la causa.

La segunda causal de nulidad absoluta señalada por la ley que es la producida por la
omisión de un requisito o formalidad hace referencia a los contratos solemnes.
Ej.: Cuando en una escritura pública de compraventa de un bien inmueble falta la firma de
un contratante, el acto es nulo en forma absoluta.
La nulidad absoluta está inspirada en motivos de orden público y seguridad general, lo que
no ocurre con la nulidad relativa.
La nulidad absoluta no debe confundirse con otras figuras como la inexistencia, la
inoponibilidad o la ineficacia de los actos jurídicos.
LA INEXISTENCIA:
Es inexistente el contrato que se celebra sin los requisitos legales que la ley exige para su
perfeccionamiento. El contrato inexistente no nace a la vida jurídica y por eso se diferencia
de la nulidad en que esta el contrato si nace a la vida jurídica pero adolece de un requisito
de formalidad.
LA INOPONIBILIDAD:
Se presenta cuando un contrato no tiene validez frente a terceros y la ley dice que un
negocio jurídico será inoponible a terceros cuando se celebra sin cumplir con los requisitos
de publicidad que la ley exige.
Ej.: Un contrato de sociedad comercial que no se inscribe en la Cámara de Comercio es
inoponible.
LA INEFICACIA:
Es aquel que no produce efectos jurídicos pero opera de pleno derecho sin necesidad de
declaración judicial a contrario de lo que ocurre con la nulidad, esta debe ser declarada
judicialmente, la ineficacia no (Art. 897 C.Co.).
Ej.: Estipular en un contrato de sociedad que alguno de los socios no tendrán derecho a
utilidades.

NULIDAD ABSOLUTA SEGÚN EL CÓDIGO DE COMERCIO.

La señala el Art. 899 C.Co. en tres casos: cuando el negocio jurídico contraría una norma
imperativa salvo que la ley disponga otra cosa, cuando el negocio jurídico tiene causa u
objeto ilícitos y cuando es celebrado por persona absolutamente incapaz.
NULIDAD RELATIVA:

La señala el Art 1766 C.C. que en su parte final señala: “Cualquier otra clase de vicio
produce nulidad relativa y da derecho a la rescisión del acto o contrato” y esas otras
especies de vicios son la incapacidad relativa y los vicios del consentimiento por error,
fuerza y dolo. La nulidad relativa no se inspira en motivos de orden público como la
absoluta, se fundamenta en la protección del interés personal y los actos cobijados por
esta clase de nulidad son aquellos que tienen un vicio no sustancial.

NULIDAD RELATIVA SEGÚN EL CÓDIGO DE COMERCIO:

La señala el Art. 900 C.Co. y se presenta en dos casos: cuando el negocio es celebrado
por persona relativamente incapaz y cuando el consentimiento está viciado de error, fuerza
y dolo. En estos casos el negocio jurídico será anulable y la acción sólo podrá impetrarla
el interesado o directamente afectado o por sus herederos y prescribe en dos años
contados a partir de la fecha del negocio jurídico respectivo.

DIFERENCIAS ENTRE NULIDAD ABSOLUTA Y NULIDAD RELATIVA.

NULIDAD ABSOLUTA NULIDAD RELATIVA

Se establece por motivos de orden público, Es una medida de protección del Estado
seguridad social y moral pública hacia los incapaces. Vicios de voluntad en
los actos jurídicos.

La norma violada es de interés general. La norma violada es de interés particular.

El vicio es sustancial, el juez puede El vicio no es sustancial del acto y el juez no


decretarla de oficio sin petición de parte puede decretarla de oficio.
cuando aparezca de manifiesto en el acto o
contrato.

Puede alegarla cualquier persona que La acción de nulidad relativa solo procede a
demuestre interés incluido el Ministerio instancia de parte interesada, no de oficio.
Público en interés de la moral y de la ley.
Opera de pleno derecho sin necesidad de No opera de pleno derecho, no puede
ejercer la acción de nulidad pues son nulos declararse de oficio ni puede pedirla el
absolutamente los actos a los cuales la ley Ministerio Público.
no reconoce efecto y la excepción lo es
salvo que exista controversia sobre la
existencia de la nulidad caso en el cual
requerirá acción judicial.

Prescripción de diez años. Prescripción de cuatros años en materia civil


y dos años en materia comercial.

Puede sanearse por la ratificación de las Puede sanearse por ratificación de las partes
parte y por prescripción extraordinaria de y por prescripción de cuatro años en materia
diez años. civil y de dos años en materia comercial.

EFECTOS DE LA NULIDAD.

Declarada judicialmente una nulidad esta se limita a dejar sin valor alguno el acto afectado
o vicio y a restituir las cosas al estado anterior. Al respecto el Art. 1746 C.C. señala que la
nulidad pronunciada en sentencia que tiene fuerza de cosa juzgada da a las partes el
derecho para ser restituidas al mismo estado en que se hallarían si no hubiese existido el
acto o contrato nulo a menos de que trate de objeto o causa ilícita.

En conclusión la declaración de nulidad absoluta o rescisión destruye retroactivamente el


acto jurídico, lo priva de todo efecto pasado o futuro, pues lo que es nulo sólo puede
producir efectos nulos, el acto anulado o rescindido dejará de producir efectos futuros y se
considera que no los produjo nunca, las partes quedan colocadas en el estado anterior al
contrato.

La retroactividad de los efectos de la declaración de nulidad se extiende a terceros según


el Art. 1748 C.C. La nulidad judicialmente pronunciada da acción reivindicatoria contra
terceros poseedores sin perjuicio de las excepciones legales.

La rescisión la regula los Arts. 1946 y ss. C.C. cuando expresa que el contrato de
compraventa podrá rescindirse por lesión enorme, entonces si en un contrato se configura
lesión enorme la parte perjudicada puede impetrar la acción de rescisión por lesión enorme
para pedir la rescisión del contrato. Jurisprudencialmente se ha dicho de manera reiterada
que la nulidad conlleva a la invalidez del acto o negocio jurídico (Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil Sentencia de 1° de Julio de 2008 M.P. William Name Vargas).

RATIFICACIÓN DE LA NULIDAD.

Según el diccionario esta palabra significa la aprobación o confirmación de una cosa.


Ratificar una nulidad es validarla o en otros términos sanearla. La ratificación es entonces
el saneamiento voluntario de la nulidad y la confirmación del acto viciado por ella. Hay dos
clases de ratificación, esta puede ser expresa o tácita, expresa es cuando deberá hacerse
con las solemnidades propias del contrato que se ratifica y tácita es la ejecución voluntaria
de la obligación contratada y como consecuencia de esta ratificación se valida el acto y ya
no puede buscarse nuevamente la nulidad del acto ratificado porque la ratificación produce
efectos retroactivos, quiere decir ello que el acto ratificado se considera válido desde su
origen. Se pueden invalidar las enajenaciones hechas por las partes a terceros
poseedores.

Pueden ratificar la nulidad de acuerdo al Art. 1755 C.C. únicamente las partes que tienen
derecho de alegar la nulidad y de acuerdo al Art. 1756 C.C. sólo puede ratificarlo el
que tiene capacidad para contratar.

NULIDAD PROCESAL:

La nulidad procesal es diferente de la nulidad sustantiva, la procesal es adjetiva o de


procedimiento y opera según las reglas del Código de Procedimiento Civil, Penal, Laboral,
etc. Las nulidades procesales están contenidas en forma taxativa en el Capítulo II C.P.C.
Art. 140 y conforme a lo anterior el proceso es nulo cuando corresponde a distinta
jurisdicción, cuando el juez carece de competencia, cuando el trámite procesal es
diferente, cuando se actúa contra cosa juzgada, cuando existe indebida representación de
las partes; nulidades procesales que podrán alegarse en cualquier instancia del proceso
antes de que se dicte sentencia.

El profesor López Blanco señala que las nociones de nulidad sustancial y nulidad procesal
tienen alcances distintos porque una cosa son las cosas de carácter sustantivo y otras las
de carácter adjetivo, en las primeras está el concepto de validez o nulidad del acto o
contrato en sí mismo considerados, y en las segundas únicamente se tiene en cuenta el
procedimiento invocado para ser efectivo el derecho sustancial.

Finalmente debe aclararse que la acción de nulidad y la acción reivindicatoria, volviendo


al estudio de la nulidad sustantiva, llegado el caso podrán interponerse simultáneamente
en una misma demanda.

LA PRESCRIPCIÓN.

La prescripción es un modo de adquirir el dominio y también por ella se extinguen acciones


o derechos ajenos, así lo señala el Art. 2512 C.C. como un modo de adquirir las cosas
ajenas o extinguir acciones o derechos por haberse poseído las cosas o por no haberse
ejercido el derecho y se prescribe una acción o derecho cuando se extingue por la
prescripción.
Para que opere la prescripción requiere ser alegada, el que quiere aprovecharse de ella
debe alegarla, el juez no puede declararla de oficio (Art. 2513 C.C.), y puede alegarse
como acción o como excepción y sobre el particular la Ley 791 de 2002 redujo los términos
de prescripción en materia civil y esta podrá ser alegada por el propio prescribiente, sus
acreedores y cualquier persona que tenga interés que sea declarada.
LA PRESCRIPCIÓN ES RENUNCIABLE.
Puede ser renunciada expresa o tácitamente pero solo después de cumplida (Art. 2514
C.C.), es decir puede renunciarse a la prescripción pero solamente después de que se
haya producido, vale decir después de que haya transcurrido el tiempo necesario para su
existencia y la renuncia es expresa cuando el interesado renuncia a ella en forma
inequívoca verbalmente o por escrito, y tácita cuando el que puede alegarla manifiesta
mediante un hecho o acción específica su intención de renunciar a ella o de no tenerla en
cuenta.
Ej.: Si tipificada la prescripción de una obligación cambiaria el deudor hace abonos a
capital o intereses, en este evento estaría renunciando en forma tácita a la prescripción.
La prescripción se cuenta desde que la obligación se haya hecho exigible, así lo señala el
Art. 2535 C.C.
INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN:
Puede ocurrir de dos formas:
a) Naturalmente: Cuando el deudor reconoce la obligación expresa o tácitamente, expresa
cuando lo manifiesta en forma inequívoca verbal o por escrito, y tácita cuando reconoce
intereses atrasados o solicita plazo.
b) Civilmente: Esta interrupción se presenta cuando existe demanda judicial.

La interrupción es diferente de la suspensión, es que la prescripción se suspende en favor


de los incapaces o a favor de quienes se encuentren bajo tutela o curaduría y entre
heredero beneficiario y la herencia y entre quienes administran patrimonios ajenos como
albaceas, representantes de personas jurídicas, tutores, curadores, etc. Esto lo señala el
Art. 3° de la Ley 791 de 2002.
BIENES INPRESCRIPTIBLES:
Los bienes de uso público no prescriben en ningún caso ni prescriben los bienes fiscales
(Art. 2519 C.C.), tampoco prescriben los derechos personalísimos ni algunos derechos
reales señalados por el legislador como las servidumbres discontinuas de distinta clase y
la continua inaparente (Art. 939 C.C.). Recordemos que los derechos personales son las
obligaciones y los derechos reales son aquellos que se tiene sobre una cosa sin respecto
de otra persona y los derechos reales son el dominio, la herencia, usufructo, uso o
habitación, servidumbres activas, prenda e hipoteca. La servidumbre se entiende como un
gravamen que sufre un predio en beneficio de otro y es un derecho real que tiene múltiples
clasificaciones, son imprescriptibles las servidumbres discontinuas como las de tránsito,
la continua inaparente como la de acueducto o alcantarillado.
El embargo no impide la prescripción, la Corte Suprema de Justicia ha dicho que el
embargo de un bien inmueble no impide que se consuma la prescripción adquisitiva sobre
el bien y agrega además que la posesión no se interrumpe con la presentación de la
demanda.
CLASES DE PRESCRIPCIÓN:
Puede ser adquisitiva de un derecho y extintiva de una acción. Recordemos que la
prescripción adquisitiva es un modo de adquirir el dominio y estos modos son la accesión,
la ocupación, la tradición, la sucesión por causa de muerte y la prescripción (Art. 673 C.C.)
y según la doctrina la ley también es un modo de adquirir el dominio y recordemos también
que por la prescripción se extinguen obligaciones y los modos de extinguir las obligaciones
son la convención extintiva, el pago, la novación, la transacción, la remisión, la
compensación, la confusión, la pérdida de la cosa que se debe, la declaración de nulidad,
la condición resolutoria y la prescripción (Art. 1625 C.C.). La prescripción extintiva es
liberatoria porque al extinguirse la obligación el deudor se libera de la deuda.
LA PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA:
Por ella se adquiere el dominio de las cosas ajenas. El Art. 2518 C.C. dice “Se gana por
prescripción el dominio de los bienes corporales, raíces o muebles, que están en
el comercio humano, y se han poseído con las condiciones legales. Se ganan de la misma
manera los otros derechos reales que no están especialmente exceptuados” y la
prescripción adquisitiva es de dos clases: ordinaria y extraordinaria, esta última llamada
por los romanos usucapión (Art. 2527 C.C.) y la prescripción adquisitiva ordinaria tiene dos
elementos: la posesión regular no interrumpida y el paso del tiempo, así lo señala el Art.
2528 C.C.
La posesión es la tenencia de una cosa con ánimo de señor y dueño, sea que el dueño o
el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo o por otra persona que la tenga en lugar y
a nombre de él, el poseedor se reputa dueño mientras otra persona no justifique serlo (Art.
762 C.C.). En cambio la posesión regular es la que proviene de justo título y ha sido
adquirida de buena fe (Art. 764 C.C.).
JUSTO TÍTULO:

Es el constitutivo o traslaticio de dominio, son títulos constitutivos la ocupación, la accesión


y la prescripción y son títulos traslaticios la venta, la permuta, la donación entre vivos,
también las sentencias de adjudicación en juicios divisorios y los actos legales de partición.
Para que haya posesión se requieren dos elementos: el animus o intención y corpus o el
bien que se posee. Cuando no existe animus y solo corpus nos encontramos frente a la
mera tenencia pues esta sólo exige el corpus. El Art 775 C.C. señala que la mera tenencia
es la que se ejerce sobre una cosa no como dueño sino en lugar de él y el segundo
elemento lo constituye el paso del tiempo y la Ley 791 de 2002 ha señalado en su Art. 4°
que la prescripción adquisitiva ordinaria para bienes muebles opere en tres años y para
inmuebles en cinco años.

PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA EXTRAORDINARIA (USUCAPION):

Tiene aparentemente los mismos elementos que la prescripción ordinaria, pero aquí la
posesión es irregular, entonces se configura con el paso del tiempo y posesión irregular,
esta última es la que no reúne los requisitos de la posesión regular, es decir carece de
justo título, de buena fe o de ambos y el tiempo para esta prescripción es de diez años
para todos los casos (Ley 791 de 2002 Art. 6°), es decir la prescripción adquisitiva
extraordinaria requiere posesión material irregular ininterrumpida por espacio de diez años
y se hace valer a través de proceso declarativo de pertenencia (Arts. 396 a 407 C.P.C.),
proceso que puede instaurar todo aquel que pretenda haber adquirido bienes por
prescripción y el efecto jurídico más importante es que convierte al poseedor en propietario
pues la sentencia judicial que declara la prescripción hace las veces de escritura pública,
la que deberá inscribirse en la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos.

PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA:

Se refiere exclusivamente a obligaciones porque el acreedor pierde el derecho de ejercitar


sus acciones contra el deudor al prescribir la acción. La prescripción extingue acciones y
derechos ajenos y se cuenta este tiempo desde que la obligación se hizo exigible. Operan
dos elementos en la prescripción extintiva: el paso del tiempo y la inactividad del sujeto y
los términos de prescripción extintiva son: la acción ejecutiva para títulos valores es de
tres años, para títulos ejecutivos es de cinco años, la acción ordinaria prescribe en diez
años.

La prescripción extintiva se puede interrumpir de dos formas: naturalmente cuando el


deudor reconoce la obligación y civilmente cuando opera demanda judicial y se habla de
prescripción liberatoria por cuanto mediante esta figura el deudor queda liberado de su
obligación toda vez que por el transcurso del tiempo y la inactividad del titular de la acción
la obligación se extingue y al prescribir la obligación prescriben también todos sus
elementos accesorios como intereses, plazos, fianzas, etc. Finalmente debe tenerse en
cuenta que las obligaciones civiles extinguidas por la prescripción se convierten en simples
obligaciones naturales (Art. 1527 núm. 2° C.C.).
El Art. 2537 C.C. señala la prescripción de las acciones accesorias como la acción
hipotecaria o la de prenda, estas prescriben junto con la obligación principal o a la que
acceden.
PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN CAMBIARIA:

 El cheque: La acción cambiaria vence en seis meses contados a partir de la fecha de su


vencimiento.

 La letra de cambio: La acción prescribe tres años si es directa, y si es por vía de regreso
en un año.

 El pagaré y las facturas cambiarias de compraventa: Se aplican en general lo


dispuesto para la letra de cambio.
Es que la prescripción de títulos valores es una sanción para el tenedor del título que no
inicie en tiempo las acciones pertinentes y la ley lo castiga de pre cambio de su derecho o
de acción.

LA CADUCIDAD:

Esta figura también extingue derechos por el paso del tiempo y es muy parecida a la
prescripción pero en su esencia es diferente. La doctrina dice que la caducidad es la
extinción ipso jure de la facultad de ejercer un derecho o celebrar un acto por no haberse
ejercido dentro de un plazo que la ley establece, parece confundirse esta figura con la
prescripción y sus similitudes son el transcurso del tiempo, inactividad de la parte para el
ejercicio del derecho y la extinción de la acción y sus diferencias principales son de que la
caducidad son de orden público y la prescripción no lo es, la prescripción es renunciable
expresa o tácitamente y la caducidad no, la caducidad no admite suspensión e
interrupción, la prescripción en cambio si admite, la caducidad no implica una obligación
previa porque nace de una norma legal objetiva, la prescripción por su parte supone la
preexistencia de una obligación pues sus términos comienzan a correr desde que la
obligación se hizo exigible.

CADUCIDAD Y PRESCRIPCIÓN DE LOS TÍTULOS VALORES.

La caducidad de los títulos valores está regida por los Arts. 718 C.Co. para el cheque y
673 para la letra de cambio y para ello ha de tenerse en cuenta las formas de vencimiento
de la letra de cambio que señala el artículo citado. Se entiende por caducidad la sanción
que se le impone al beneficiario de un cheque por no presentarlo para su pago dentro de
los quince días siguientes a la fecha prevista para el pago si es de la misma plaza, si es
de distinta plaza dentro del mes siguiente siempre y cuando el girador demuestre no haber
tenido la suficiente provisión de fondos y respecto de la prescripción dijimos que el cheque
prescribe en seis meses, la letra de cambio en tres años para el obligado directo, en un
año para el obligado en vía de regreso y para el pagaré y la factura cambiara de
compraventa se aplican las normas de la letra de cambio.

EL CONTRATO DE COMPRAVENTA.

Es el más importante de los contratos dentro del contexto del Derecho Privado, si bien no
es el más antiguo porque antes que éste existió la permuta o trueque hoy en día es el
contrato de mayor aplicación. El Art. 1849 C.C. lo define así: “La compraventa es un
contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero.
Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el comprador da por la cosa vendida
se llama precio”. A su vez el Art. 905 C.Co. lo define así: “La compraventa es un contrato
en que una de las partes se obliga a transmitir la propiedad de una cosa y la otra a pagarla
en dinero. El dinero que el comprador da por la cosa vendida se llama precio.”. Tanto el
régimen civil como el comercial lo llaman contrato y a las partes las llaman vendedor y
comprador y para ambas legislaciones existe objeto y precio. La diferencia principal
consiste en que el Código Civil utiliza la expresión “dar” y el Código de Comercio habla de
“transmitir” la propiedad. Resulta más apropiada la definición del Código de Comercio en
el sentido de que toda venta implica transmitir o transferir el dominio de la cosa vendida.
El diccionario hace sinónimas las palabras transferir y transmitir y la Corte Suprema de
Justicia ha dicho que la expresión dar contiene la obligación de entregar. En conclusión
dar es traditar o transferir el dominio. Respecto de otras diferencias el Código Civil
reglamenta la lesión enorme en la venta de inmuebles, el Código de Comercio guarda
silencio; el Código Civil establece el pacto de reserva de dominio para bienes inmuebles,
el Código de Comercio lo hace para bienes muebles e inmuebles. Finalmente el Art. 740
C.C. establece que “La tradición es un modo de adquirir el dominio de las cosas, y consiste
en la entrega que el dueño hace de ellas a otro, habiendo por una parte la facultad e
intención de transferir el dominio, y por otra la capacidad e intención de adquirirlo. Lo que
se dice del dominio se extiende a todos los otros derechos reales.”, habiendo por una parte
la facultad e intención de transferir el dominio y por la otra la capacidad e intención de
recibirlo. Recordemos que el tradente es el que transfiere el dominio y el adquiriente el
que lo recibe, y los modo de adquirir el dominio de acuerdo al Código Civil son la accesión,
la tradición, la prescripción, la ocupación y la sucesión por causa de muerte, a ellos debe
agregársele la ley.

TEORÍA DEL TÍTULO Y EL MODO.

El contrato de compraventa se rige por la teoría del título y el modo lo que implica la
realización de dos actos jurídicos distintos y sucesivos: el contrato título y la entrega o
tradición (modo), es decir el contrato que en la venta de inmuebles está contenido en la
escritura es el título y la tradición o entrega es el modo que tratándose de bienes inmuebles
se perfecciona con la inscripción en el registro.

Las características más importantes del contrato de compraventa es de que es bilateral,


las dos partes se obligan recíprocamente, bilateral, principal, contenido en la ley,
consensual o el que se perfecciona con el consentimiento de las parte sobre la cosa y el
precio y por excepción es solemne como la venta de inmuebles, derechos hereditarios o
servidumbres, en este caso se requiere la escritura pública más inscripción en el registro
para transferir el dominio, es oneroso porque genera utilidad y gravámenes recíprocos
entre las partes, es conmutativo porque existe equivalencia en las prestaciones, la cosa
vendida se mira como equivalente al precio que se paga por ella, en ocasiones es aleatorio
cuando la equivalencia es incierta, sometida al azar o suerte como cuando se compra un
billete de lotería o una cosecha; es un contrato de libre discusión por excelencia, las partes
de mutuo acuerdo convienen las cláusulas, en otros casos puede ser de adhesión como
los contratos bancarios, la compra de tiquetes aéreos, la compraventa de teléfonos
celulares, etc., y finalmente es de ejecución instantánea, se perfecciona con el acuerdo de
las partes sobre la cosa y sobre el precio en bienes muebles, en los inmuebles requiere
de la formalidad de escritura pública (título) y la entrega mediante la inscripción en el
registro (modo) pero esto no cambia su esencia porque este contrato se materializa en un
solo acto, nada incide que el precio se pague por cuotas.

REQUISITOS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA.

Los elementos de validez de todo contrato son la capacidad, el consentimiento, el objeto


y la causa lícita, y son hábiles para celebrar el contrato de venta todos aquellos que la ley
no declara inhábiles y hay incapacidades (inhabilidades) especiales y que se clasifican
así:

1. En razón del parentesco: Es nulo el contrato entre el padre y el hijo de familia (Art. 1852
C.C.) y se reserva al hijo sobre el cual se ejerce patria potestad y no sobre el hijo menor y
según la Corte Suprema de Justicia este contrato es válido cuando se celebra entre padres
e hijos mayores y también cuando se realiza con dineros propios del hijo.

La expresión “padre” también cobija a la madre y esta prohibición es para el hijo de familia.
El Art. 1852 C.C. también prohibía la venta entre cónyuges no divorciados, pero parte de
este artículo fue declarado inexequible por Sentencia C-068 de 10 de Febrero de 1999 de
la Corte Constitucional, lo cual quiere decir que actualmente es válido el contrato de
compraventa celebrado entre cónyuges no divorciados.
2. En razón del cargo que ocupa: El Art. 1853 C.C. prohíbe a los administradores se
establecimientos públicos vender los bienes que administra en todo o en parte, y el Art.
1854 C.C. amplía esta prohibición para los empleados públicos y para quienes ejercen
jurisdicción. Ellos no pueden comprar ni vender los bienes públicos o particulares que
estén bajo su ministerio como tampoco los bienes en cuyo litigio intervenido y que se
tengan en pública subasta, en caso de hacerlo habrá nulidad absoluta.

3. En razón del vínculo legal o convencional:

a. Los guardadores, tutores y curadores no pueden comprar los bienes de sus pupilos, si se
trata de bienes muebles podrán hacerlo con autorización del juez y de hacerlo sin
autorización generaría nulidad relativa pues este acto puede ser convalidado
posteriormente por el juez. Respecto de inmuebles la prohibición es total en todos los
casos.

b. Los albaceas o ejecutores testamentarios tampoco podrán comprar ni vender los bienes
que lleguen a sus manos por sugestión.

c. Los síndicos de la quiebra, hoy conocidos como liquidadores tampoco pueden comprar ni
vender los bienes que tengan que ver con su gestión.

El Código de Comercio también señala incapacidades en su Art. 906, pero al respecto


reproduce la normatividad del Código Civil.

EL CONSENTIMIENTO:

Es el acuerdo de las partes sobre la cosa y sobre el precio y mediante éste la venta se
reputa perfecta cuando se trata de bienes muebles, entratándose de bienes inmuebles
deben cumplirse solemnidades como escritura pública y registro y el consentimiento debe
estar exenta de vicios de error, fuerza y dolo.

OBJETO:

El objeto de la compraventa es la cosa vendida


CAUSA:

Es el motivo que impulsa a obrar y en la compraventa ésta debe ser lícita enmarcada en
la moral y el Derecho.

ELEMENTOS OBJETIVOS DE LA COMPRAVENTA.

Dos son los elementos esenciales de la compraventa: la cosa vendida y el precio.

DE LA COSA VENDIDA:

En la compraventa cosa es todo lo que sea susceptible de ser vendido y los requisitos de
ésta son que pueda ser vendida, que exista o se espera que exista. Las cosas que se
pueden vender las señala el Art. 1866 C.C. y son todas aquellas cosas corporales o
incorporales cuya enajenación no esté prohibida por la ley. Bajo este criterio preguntamos
qué es lo que no se puede vender y al respecto encontramos el siguiente listado:

 El derecho a pedir alimentos (Art. 424 C.C.)

 Los derechos de uso y habitación (Art. 878 C.C.)

 El derecho de suceder por causa de muerte (Art. 1520 C.C.)

 Los derechos que nacen del pacto de retroventa (Art. 1942 C.C.)

 Las cosas indeterminadas e indeterminables (Art. 1518 C.C.)

 Las que tienen objeto ilícito

 Una universalidad patrimonial en abstracto (Art. 1867 C.C.)

 Los bienes de uso público y los fiscales (Art. 674 C.C.)


 Los bienes comunes a todos por su naturaleza como la luz, el aire, el sol

 La compra de cosa propia (Art. 1872 C.C.)

 Las cosas embargadas pues están fuera del comercio, salvo que el acreedor o el juez lo
consientan.

QUE LA COSA EXISTA O SE ESPERE QUE EXISTA:

Si la cosa no existe al momento de celebrar el acto el contrato no existe pues se vende


una cosa que se creía que existía pero en realidad no existe al tiempo del contrato, este
acto no produce efecto alguno porque no hay objeto. Si solo lo sabía el vendedor
igualmente no hay contrato pero éste debe indemnizar al comprador de buena fe de los
perjuicios causados y si sólo lo sabía el comprador el contrato tampoco existe pero éste
tampoco puede pedir indemnización de perjuicios al igual que el vendedor pues éste debía
conocer sobre la existencia de la cosa y si ambas partes lo sabían con mayor razón, los
contratantes obraron de mala fe, pero si la cosa existe parcialmente debemos aplicar el
inc. 2° del Art. 1870 C.C. que señala que si la parte que falta es considerable el comprador
podrá a su arbitrio desistir del contrato o darlo por subsistente y en el último caso a una
justa casación o rebaja del precio y falta considerable sería aquella que impide que la cosa
comprada sea apta para los fines que busca el comprador.

El segundo caso hace referencia a que la cosa no exista pero se espera que llegue a
existir, cosa común en la vida de los negocios, sucede por ejemplo en las cosechas futuras,
obras de arte que se encuentren en proceso de creación, inmuebles sobre planos y de
acuerdo al Código Civil estos contratos quedan sometidos a la condición de existir la cosa
a menos que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte (Art. 1869
C.C.).

La compra de la suerte nos ubica en los contratos aleatorios que tienen


contingencia incierta de ganancia o pérdida (Art. 2282 C.C.), el juego, la apuesta y la renta
vitalicia. Cuando se compra la suerte el contrato es válido, quien compra un billete de
lotería compra la opción de comprar o vender y en general el juego y la apuesta no
producen acción ni excepción, una obligación nacida de una riña de gallos y amparada en
un contrato o título valor no puede hacerse exigible judicialmente aunque los juegos de
destreza o fuerza corporal como las carreras de a pie o a caballo si producen efectos
legales, así lo señala el Art. 2286 C.C. y finalmente el Art. 2287 C.C. nos dice que la
constitución de renta vitalicia es un contrato aleatorio, en que una persona se obliga a
título oneroso a pagar a otra una renta o pensión periódica durante la vida de cualquiera
de estas dos personas o de un tercero, este contrato debe constituirse por escritura
pública.
EL PRECIO.
Es el elemento esencial de la compraventa, si falta el precio no existe el contrato o
degenera en otro como la donación. La doctrina ha dicho que el precio debe ser
determinado en dinero o parte en dinero y parte en otra cosa y se requiere que el dinero
valga más que la otra cosa, caso contrario degeneraría en permuta, igualmente debe ser
determinado o fácilmente determinable.
Ej.: $500.000 o un salario mínimo mensual vigente que sea real no simulado que
corresponde a una situación contractual verídica, que sea serio, lo contrario es que sea
irrisorio cuando no guarda proporción con el valor real de la cosa vendida (Art. 920 inc. 2°
C.Co.).
El precio igualmente debe ser justo, debe haber un verdadero equilibrio entre los
contratantes.
LAS ARRAS.
Vienen desde el Derecho Romano, son cosas o sumas de dinero que un contratante
entrega a otro como garantía de la celebración y ejecución de un contrato y pueden darse
en todos los contratos y estas pueden ser:
Simples: Dan derecho a retractarse y no forman parte del precio (Art. 1859 C.C.).
Solemnes: Son partes del precio y plena prueba de la irrevocabilidad del contrato (Art.
1861 C.C.).

El profesor José Alejando Vonimento señala que las arras son penitenciales o de
retractación (Art. 1859 C.C.) y confirmatorias (Art. 1861 C.C.) las que son parte del precio.
ARRAS SIMPLES, PENITENCIALES O DE RETRACTACIÓN.
Estas arras dan el derecho de retractarse del negocio y no forman parte del precio y el
término para retractarse lo fijan las partes libremente en el contrato y si no lo hacen o
guardan silencio la ley señala el término de dos meses a partir de la fecha de la promesa.
ARRAS SOLEMNES O CONFIRMATORIAS.
Las partes no tienen el derecho de retractarse del contrato y si forman parte del precio
(Art. 1861 C.C.) y si se dan arras como parte del precio la venta se reputa perfecta y si
estas arras se incumplen el perjudicado puede demandar el cumplimiento del contrato o
la resolución del mismo en ambos casos con indemnización de perjuicios y si en el contrato
no se especifica qué tipo de arras se pactan se entenderán que son arras de retracto.
CLÁUSULA PENAL.
Se llama cláusula penal pecuniaria y tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una
obligación, la define el Art. 1592 C.C. y es aquella que se pacta para asegurar el
cumplimiento de un negocio y se sujeta a una pena que consiste en dar o hacer en caso
de no ejecutar o retardar la obligación principal y puede pactarse a favor de un tercero
distinto del acreedor, tiene un carácter accesorio y la nulidad de la obligación principal
acarrea la de la cláusula penal, lo accesorio accede a lo principal, por tanto sirve de
garantía y sólo puede exigirse a partir de la mora del deudor y una vez constituido en mora
el deudor puede el acreedor demandar simultáneamente la obligación principal y la
cláusula penal.

Esta cumple las siguientes funciones de acuerdo a la doctrina:

a) Sirve de apremio al deudor, constituye presión para que cumpla la obligación.

b) Sirve de garantía, hace las veces de caución para asegurar el cumplimiento de la


obligación principal.

Si se demanda la cláusula penal no podrá demandarse al propio tiempo la indemnización


de daños y perjuicios, estos dos pedimentos son incompatibles, así lo señala el Art. 1600
C.C. porque la cláusula penal implica la estimación anticipada de perjuicios.

LA VENTA DE COSA AJENA:

La venta de cosa ajena es válida sin perjuicio de los derechos del verdadero dueño
mientras no se extinga por el tiempo, pues si el vendedor no es dueño de la cosa vendida
evidente resulta que no puede transferir la propiedad pues nadie puede transferir lo que
no tiene y por tanto la validez de la venta está sujeta a que el verdadero dueño la ratifique.
Recordemos la teoría del título y el modo, dos elementos distintos el contrato o título y la
entrega o modo; el contrato así mismo no transmite propiedad, requiere de la entrega, en
la venta de cosa ajena vale el título pero no puede ejecutarse el modo, no puede
transmitirse la propiedad de la cosa pues el que vende cosa ajena no tiene la propiedad
de la cosa vendida a menos que lo ratifique el verdadero dueño. En conclusión el contrato
como tal es válido pero la tradición es nula pues si el verdadero dueño consiente la deuda
confiere al comprador la tradición, por tanto la venta de cosa ajena vale respecto al
contrato o título pero no respecto al modo o tradición.
ACCIÓN DE DOMINIO O REIVINDICATORIA:

La señala el Art. 946 C.C. Es la que tiene el dueño de una cosa singular de que no está
en posesión para que el poseedor de ella sea condenado a restituirla y pueden
reivindicarse las cosas corporales raíces inmuebles excepto las cosas muebles
compradas en feria, almacén o similar y puede reivindicar la propiedad el dueño, el que
tiene la propiedad plena o nuda, absoluta o fiduciaria de la cosa (Art. 950 C.C.) y esta
acción se dirige contra el poseedor actual y la Corte ha dicho que esta acción no se puede
ejercer contra el tenedor. Prescribe en diez años (Art. 1° Ley 791 de 2002).

LA ACCIÓN POSESORIA:

Tiene por objeto conservar o recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales
constituidos sobre ellos (Art. 972 C.C.), procede entonces sólo sobre bienes raíces que
pueden ganarse por prescripción y estas prescriben al cabo de un año completo contado
desde que el poseedor anterior la ha perdido (Art. 976 inc. 1° C.C.).

LA ACCIÓN PUBLICIANA:

La acción reivindicatoria se llama publiciana cuando se concede al que ha perdido la


posesión regular de la cosa y estaba a punto de ganarla por prescripción, no se requiere
probar dominio sino posesión, pero esta acción no vale contra el verdadero dueño ni contra
quien alega igual o mejor derecho. Finalmente la compra de cosa propia no vale (Art. 1872
C.C.), el comprador tendrá derecho a que se le restituya lo que hubiere dado por ella y en
este caso el contrato más que nulo es inexistente.

PACTOS ACCESORIOS DE LA COMPRAVENTA.

Son ciertos acuerdos o convenciones que las partes hacen por medio de cláusulas
especiales al celebrar el contrato de compraventa, los pactos accesorios son elementos
accidentales del contrato. El Código Civil enumera tres pactos accesorios a la
compraventa: el pacto comisorio (Art. 1935 C.C.), el pacto de retroventa (Art. 1939 C.C.)
y el pacto de retracto o pacto de mejor comprador (Art. 1944 C.C.).

EL PACTO COMISORIO:

Por este pacto se estipula expresamente en el contrato si el comprador se paga el precio


en el plazo convenido se resuelve el contrato de venta. Se parece a la condición resolutoria
tácita con la diferencia de que el pacto comisorio siempre se expresa en el contrato, por
eso también la llaman condición resolutoria expresa y se refiere solamente al
incumplimiento del comprador, no de las partes como ocurre en la condición resolutoria
tácita. En conclusión el pacto comisorio sólo se refiere al incumplimiento del comprador en
pagar el precio acordado y si ello sucede el vendedor tiene las siguientes acciones: exigir
el pago del precio o pedir la resolución del contrato en ambos casos con indemnización de
perjuicios y el Código señala dos clases de pactos comisorios: simple si aplica de acuerdo
a los términos del contrato y calificado si se le dan 24 horas al deudor a partir de la
notificación de la demanda para pagar la obligación y revivir el contrato (Arts. 1935 a 1937
C.C.) y prescribe en cuatro años a partir del contrato.

EL PACTO DE RETROVENTA.

En este caso el vendedor de la cosa se reserva el derecho de recobrar lo vendido


rembolsando al comprador su valor. La Corte Suprema de Justicia ha dicho que el pacto
de retroventa es una venta sometida a condición resolutoria, en este pacto el vendedor
tiene la acción de retroventa mediante la cual busca recobrar la cosa que vendió, prescribe
la acción en cuatro años y si se trata de bienes inmuebles debe comunicarse al comprador
con seis meses de antelación y si es de bienes muebles con quince días.

Ej.: Los contratos que utilizan las “prenderías”.

EL PACTO DE RETRACTO O DE MEJOR COMPRADOR.


Lo señala el Art. 1944 C.C. Se pacta que si dentro del año siguiente a la venta aparece
otra persona o un tercero que mejore el precio de la venta u otro mejor comprador se
resolverá el contrato a menos que el primer comprador iguale o mejore la oferta del
segundo. Este pacto puede aplicarse también a la permuta, al arrendamiento, al mutuo y
en el fondo este pacto ha sido considerado como un contrato de opción, prescribe en un
año a partir de la venta. El profesor Alejandro Vonimento señala que este pacto conlleva
una condición resolutoria del contrato y señala que hay que entender que si el comprador
se coloca en las mismas condiciones del tercero debe ser preferido.
Finalmente el Art. 1946 C.C. estipula que también podrán pactarse cualesquiera otros
pactos accesorios lícitos, no sólo los anteriormente estudiados y entre estos están el pacto
de reserva de dominio, el pacto de exclusividad, el pacto de cuota Litis y en el derecho
comercial se encuentra el pacto de preferencia contemplado en el Art. 862 C.Co., el cual
al no referirse concretamente al contrato de compraventa no será tema de estudio.

EL PACTO DE RESERVA DE DOMINIO.

Lo contemplan los Arts. 750 y 1931 C.C. y el 952 y ss. C.Co. El pacto de reserva de
dominio puede versar sobre bienes muebles en materia civil y muebles e inmuebles en
materia comercial, se basa en que el vendedor no transfiere la propiedad o dominio de la
cosa vendida sino hasta su pago total, es una limitación al dominio hasta el no pago total
de la cosa de gran utilización en las ventas al público particularmente en vehículos
automotores. El vendedor conserva la propiedad o dominio de la cosa ajena, por su parte
el comprador tiene la posesión, es decir el uso y el goce y una vez pagada la cosa en su
totalidad el dominio de la misma pasa al comprador. Respecto a efectos ante terceros la
reserva de dominio debe inscribirse pues en materia mercantil sólo produce efectos a partir
de su inscripción en el registro mercantil (Art. 953 C.Co.), si se trata de vehículos
automotores ante la respectiva autoridad de tránsito y los bienes muebles deben ser
singularizables (que constituyan una unidad) como un vehículo, un computador, y no cabe
sobre bienes fungibles que se destruyan con el uso. En caso de incumplimiento en el pago
por parte del comprador el vendedor podrá ejercer la acción de restitución en los términos
de los Arts. 948 y 966 C.Co.

PACTO DE EXCLUSIVIDAD:

Este pacto sólo afecta a una de las partes, al que vende y se obliga a suministrar bienes
o servicios a la otra con exclusión de cualquier otro consumidor o comprador y la otra
parte, la que compra se obliga a su vez a no adquirir a ningún otro proveedor el bien que
allí se pacta, puede obligara a ambas partes aunque puede suceder que este pacto se
suscriba dando exclusividad solamente a una de ellas. Este pacto que teóricamente sería
propio del contrato de suministro está considerado por la ley como una acto de
competencia desleal pues el Art. 19 de la Ley 256 de 1999 considera desleal pactar en los
contratos de suministro cláusulas de exclusividad pues debe advertirse que el suministro
es una venta periódica, es un contrato de tracto sucesivo a diferencia de la compraventa
que es de ejecución instantánea.

OBLIGACIONES DE LAS PARTES EN LA COMPRAVENTA.

La regla general es que el vendedor tiene la obligación de entregar la cosa y de sanearla


y el comprador a su vez tiene la obligación de pagar el precio y de recibir la cosa. El Art
1889 C.C. señala que la obligación del vendedor es la entrega o tradición y el saneamiento
de la cosa vendida y la obligación de entregar es transferir la propiedad y procurar la libre
posesión no solo civil sino física; esto es traditar en sentido jurídico, por ello el saneamiento
de la cosa vendida comprende dos aspectos: amparar al comprador en el dominio y
posesión pacífica de la cosa y responder por los vicios redhibitorios o defectos ocultos de
la cosa, por ello el saneamiento es de dos clases: saneamiento por evicción y saneamiento
de vicios redhibitorios.

SANEAMIENTO POR EVICCIÓN:

El Art. 1894 C.C. dice que hay evicción de la cosa comprada cuando el comprador es
privado del todo o de parte de ella por sentencia judicial; del todo cuando se compra cosa
ajena o un bien robado y de parte cuando el bien soporta gravamen o carga real (hipoteca,
prenda o servidumbre). La evicción implica entonces que al comprador se le despoje de la
posesión en virtud de sentencia judicial, para que haya evicción se requiere que un tercero
alegue mejor derecho sobre la cosa comprada y ese tercero haya iniciado acción judicial
que prive al actual comprador de su derecho de propiedad, es entonces cuando el
vendedor debe responder o sanear por evicción. En conclusión evicción es cuando el
comprador es privado del todo o parte de la cosa por sentencia judicial y saneamiento es
la obligación que surge de ello, es decir la obligación de sanear a cargo del vendedor, es
por ello que se habla de saneamiento por evicción, esta figura viene del Derecho Romano
y es propia de la compraventa, pero también se podría aplicar al arrendamiento, el
arrendador está obligado a librar al arrendatario de toda perturbación de la tenencia.

El vendedor está obligado a sanear al comprador todas las evicciones que tengan una
causa anterior a la venta salvo que se haya estipulado lo contrario en el contrato (Art. 1895
C.C.), pero si existe mala fe del vendedor probada esta estipulación en contrario será nula.
A su vez el Art. 1909 C.C. señala que la estipulación que exime al vendedor de la
obligación de sanear la evicción no lo exime de la obligación de restituir el precio recibido.
La acción de saneamiento la instaura el comprador perjudicado y puede intentarse
solidariamente contra los herederos del vendedor o contra cualquiera de ellos, lo mismo
sucede si son varios vendedores pero cada uno responderá a prorrata de su cuota
hereditaria lo cual rige también para el caso de que sean varios vendedores aclarando que
la acción de saneamiento es indivisible y solo en estos casos sería divisible. Finalmente la
acción de saneamiento por evicción comprende dos aspectos básicos: la acción de
defensa de la cosa o denuncia del pleito y la acción de restitución y reparación de
perjuicios. La denuncia del pleito por evicción se da cuando el comprador a quien se
demanda la cosa vendida por causa anterior a la venta deberá citar al vendedor para que
comparezca a defenderla (Art. 1899 C.C.), se trata de una denuncia de pleito que señalan
los Arts. 54 a 56 C.P.C., acto procesal que se hace dentro del término de contestación de
la demanda.

Finalmente el saneamiento por evicción comprende los siguientes aspectos. El vendedor


es obligado a:

1. La restitución del precio aunque la cosa al tiempo de la evicción valga menos.

2. Al pago de las costas del contrato o gastos notariales, de registro, impuestos que hubiese
pagado el comprador.

3. La del valor de los frutos que el comprador hubiere sido obligado a restituir al dueño.

4. Las costas que el comprador hubiere sufrido a consecuencia de la demanda.


5. El aumento del valor que la cosa edita haya tomado por causas legales o por transcurso
del tiempo (Art. 1904 y 1907 C.C.) y en general deberá reconocer al comprador las mejoras
que éste hubiere hecho.

En las ventas forzadas por remate el vendedor no es obligado a salir al saneamiento por
evicción (Art. 1908 C.C.). Esta acción prescribe en cuatro años desde la fecha de la
sentencia de evicción o si la sentencia no se ha pronunciado desde la restitución de la
cosa (Art. 1913 C.C.).

Finalmente en materia comercial la evicción se toca de manera más reducida en los Arts. 940
nums. 2 y 3 y 941 C.Co. y la diferencia esencialmente radica en que aquí la prescripción
es solo de dos años contados a partir del momento en que el comprador restituye la cosa,
pague el precio o purgue el gravamen.

DEL SANEAMIENTO POR VICIOS REDHIBITORIOS.

Son los defectos ocultos de la cosa vendida que el comprador no advirtió al comprar y en este
caso el vendedor debe garantizar que la cosa vendida esté libre de defectos ocultos
propios de la naturaleza misma del objeto del contrato y si ello es así debe responder ante
el comprador. Los vicios redhibitorios son siempre ocultos, no pueden ser manifiestos y
evidentes y es lógico que el comprador al conocerlos probablemente no hubiese
contratado o hubiese pedido rebaja del precio pues si el vicio es manifiesto y a sabiendas
se compra no existe engaño. Los requisitos de los vicios redhibitorios son:

1. Haber existido al tiempo de la venta


2. Ser tales que por ellos la cosa vendida no sirva para su uso natural o sirva
imperfectamente que de conocerlos el comprador no hubiese contratado o hubiese
ofrecido menor precio.
3. No haberlos manifestado el vendedor y ser tales que el comprador haya podido ignorarlos
sin negligencia grave de su parte.

Ante la presencia de los vicios redhibitorios u ocultos el comprador tiene las siguientes
acciones: pedir la rescisión de la venta o pedir la rebaja del precio (acción quantis minoris),
lo anterior conforme al Art. 1917 C.C. Los vicios redhibitorios dan derecho al comprador
para exigir o la rescisión de la venta o la rebaja del precio según mejor le pareciere y lo
hace a través de la acción redhibitoria consagrada en el Art. 1914 C.C., si el vendedor
conocía los vicios y los ocultó está obligado a pagar prejuicios además de la restitución
del bien o rebaja del precio.

De acuerdo al Art. 1923 C.C. la acción redhibitoria prescribe en seis meses para bienes
muebles y en un año para bienes inmuebles y el tiempo se contará desde la entrega real
pudiendo las partes en el contrato ampliar o restringir este plazo.

OBLIGACIONES DEL COMPRADOR EN LA COMPRAVENTA.

Se reducen a dos: pagar la cosa y recibirla. El Art. 1928 C.C. señala que la principal obligación
del comprador es pagar el precio convenido y este debe ser en dinero y en caso de
incumplimiento por parte del comprador el vendedor podrá ejercer la acción resolutoria,
podrá pedir que las cosas vuelvan a su estado anterior o que se cumpla tardíamente en
ambos casos con indemnización de perjuicios (Art. 1930 C.C.). Respecto de recibir la cosa
el Código Civil no lo señala de manera expresa pero si lo señala el Código de Comercio,
el comprador está obligado a recibir la cosa en el lugar y tiempo estipulado, caso contrario
está obligado a indemnizar. En el contrato de compraventa se presenta la lesión enorme
y existe cuando hay una desproporción en el justo precio de la cosa que se vende o se
compra, el Art. 1947 C.C. señala que el vendedor sufre lesión enorme cuando el precio
que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende y para el comprador
viceversa.

Ej.: La cosa vendida vale $1’000.000.oo y recibe como precio la suma de $450.000.oo.

Esta acción tiene un carácter objetivo pues solamente se mira la proporción del precio que
puede existir en el contrato que sea inferior o superior a la mitad de justo precio para que
se configure a favor de cualquiera de las partes, esta figura viene del Derecho Romano y
el precio se consideraba vil cuando era inferior a la mitad del precio.

Esta acción sólo cabe en bienes inmuebles que no se trate de ventas en subasta pública, que
el engaño sea enorme, que no se trate de contratos aleatorios y que no haya prescrito
pues la prescripción opera en cuatro años contados desde la fecha del contrato. El Art.
1946 C.C. señala que el contrato de compraventa podrá rescindirse por lesión enorme,
ello quiere decir que en la promesa de venta no existe lesión enorme pues la promesa no
produce una obligación de dar sino de hacer y cabe la lesión enorme en la hipoteca (Art.
2455 C.C.), en la permuta de inmuebles (Art. 1958 C.C.), en la cláusula penal (Art. 1601
C.C.), en el mutuo con interés (Art. 2231 C.C.), en la anticresis (Art. 2466 C.C.), en la
aceptación y partición de la herencia (Arts. 1291 y 1401 C.C.).
LA VENTA DE CUERPO CIERTO:

Si se vende como cuerpo cierto no se tiene en cuenta la extensión del predio y la obligación
del vendedor es entregar el predio como un todo (una casa, un apartamento) y no habrá
lugar para pedir rebaja o aumento del precio cualquiera que fuere la extensión del predio,
si se vende por linderos el vendedor está obligado a entregar todo lo comprendido en ellos
(Art. 1889 C.C.).

VENTA POR CABIDA:

El Art. 1887 C.C. dice: si se vende por cabida debe tenerse en cuenta la extensión del predio
y el vendedor debe responder por el número exacto de metros o hectáreas y esta figura
se da en la venta de predios rurales o fincas. Si la cabida real es mayor que la declarada
en el contrato el comprador debe aumentar proporcionalmente el precio salvo que el precio
de la cabida que sobre alcance en más de una décima parte del precio de la cabida real,
en este caso podrá el comprador a su arbitrio o aumentar proporcionalmente el precio o
desistir del contrato y si desiste deben resarcirse perjuicios a su favor (Art. 1888 C.C.) y si
la cabida real es menor que la declarada deberá el vendedor completarla y se aplicará en
viceversa el artículo anterior. Esta acción prescribe en un año contado desde la entrega y
se puede ejercer simultáneamente con el de la lesión enorme.
Nnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn

Cuáles son y cómo


realizar algunos contratos que
frecuentemente se tramitan
en Colombia
Siempre que se realiza algún tipo de negociación o intercambio de obligaciones,
debemos desarrollar un contrato a favor de preservar nuestros derechos y poder exigir
el cumplimiento de obligaciones a la otra parte. Debemos reconocer que existen
múltiples contratos desde compraventa, arrendamiento, préstamo de consumo,
comodato, anticresis hasta donación y mandato. ¿Existen tantos? ¿Cómo hago para
que sea válido?
Bueno, al ser tantos, usted debe acudir al Código Civil donde establecen los requisitos
para su valides. En su artículo 1495, define el contrato como:

“Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer
o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser de una o muchas personas”.

¿A qué nos referimos con lo anterior?


A que siempre se debe presentar una obligación entre las partes, bien sea por parte
de uno o de ambos. Adicionalmente este se debe desarrollar en relación con dos o
más personas, puesto que nunca será posible la constitución de un contrato con una
sola persona (un contrato de sí mismo para sí mismo).

El Código Civil desarrolla una explicación muy completa y exhaustiva sobre los tipos
de contratación desde su artículo 1496 hasta el 1500. También resaltó como requisitos
indispensables para que un contrato sea válido que las partes contratantes tengan la
capacidad legal para poder obligarse, y que se dé un consentimiento libre de vicio.
Con consentimiento libre de vicio hacemos referencia al error, fuerza (coaccionar al
otro para bajo temor haga algo) y dolo (engañar a la otra parte en busca de beneficio).
A su vez, el contrato debe recaer sobre un objeto lícito, es decir que no puede ser
ilegal o que quebrante la ley. Estos son algunos de los tipos de contratación del Código
Civil:

“Artículo 1496. Contrato unilateral y bilateral. El contrato es unilateral cuando una de las
partes se obliga para con otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las
partes contratantes se obligan recíprocamente.
Artículo 1497. Contrato gratuito y oneroso. El contrato es gratuito o de beneficencia
cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el
gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes,
gravándose cada uno a beneficio del otro.
Artículo 1498. Contrato conmutativo y aleatorio. El contrato oneroso es conmutativo,
cuando cada una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como
equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste
en una contingencia incierta de ganancia o pérdida, se llama aleatorio.
Artículo 1499. Contrato principal y accesorio. El contrato es principal cuando subsiste por
sí mismo sin necesidad de otra convención, y accesorio, cuando tiene por objeto
asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda
subsistir sin ella.
Artículo 1500. Contrato real, solemne y consensual. El contrato es real cuando, para que
sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; es solemne cuando
está sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin
ellas no produce ningún efecto civil; y es consensual cuando se perfecciona por el solo
consentimiento.”

Contrato de compraventa, indispensable en cualquier


transacción

Siempre que uno va adquirir un bien (sea un vehículo, una vivienda, etc) en
negociaciones con otra persona es importante estar seguro de la legalidad del trámite,
la ausencia de problemas legales previo a la transacción, o condiciones de riesgo
sobre el bien, e incluso, el carácter de fidelidad y confianza del sujeto con quien se
transa.
Por más que sea un familiar o amigo de confianza, es importante asegurarse de que todo
el trámite se realice de la manera legal, no solo por seguridad sino por cumplir lo exigido
por la ley.
Dentro de la normatividad nacional, en el Código Civil, se establece lo que un contrato
de compraventa es y las condiciones que debe cumplir.
En su artículo 1849, del Título XXIII nos especifica la definición del documento como:
“Un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en
dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el comprador da por la
cosa vendida se llama precio”.

Este contrato, puede ser habilitado entre las personas que la ley no haya inhabilitado.
Dando ciertas garantías a los participantes de la transacción, es decir, estipula las
reglas que deben cumplir ambos, y en caso de que alguno incumpla o las infrinja,
garantiza el desarrollo de determinadas consecuencias que protejan los intereses del
otro participante, y sancionen a quien incumplió.
Al momento de realizar el contrato de compraventa, tenga presente que no es el mismo
para todos los bienes, cada uno tiene particularidades según lo que se acuerde y lo que
se esté vendiendo o comprando.
Formalidades del Contrato

Este contrato no puede ser verbal, debe ser por escrito, autenticado en notaria, debe
incluir las condicionesque deben cumplir ambos participantes y las consecuencias de su
incumplimiento.
Además debe contar con la identificación de los participantes (cédula, dirección, datos
de contacto…), las condiciones del bien hasta la fecha de compra y su descripción,
soportada con todos los papeles en regla, elprecio y condiciones de pago, el valor de
los gastos notariales y las condiciones pertinentes.
Una vez usted esté seguro de la transacción, busque un abogado asesor que lo
acompañe en el proceso y diligenciamiento del contrato, a favor de no dejar escapar
ninguna condición o papeleo importante; porque si esto ocurre, solo será válido lo que
haya sido notariado, ningún otro tipo de queja o sanción podrá ser aceptada fuera del
marco de lo expuesto en el documento.
Además, es pertinente que le asesoren en la constitución del contrato, ya que no es el
mismo formato para la compra de una vivienda, o propiedad horizontal, que el de la
compraventa de un carro o un vehículo de transporte público. Cada transacción tiene
un modelo, unas condiciones, exigencias y consecuencias.
Si va a comprar no olvide su contrato de compraventa, no importa si el trámite tarda un
poco más de lo esperado, siempre es mejor ser prevenido y estar seguro que el bien se
encuentra en las mejores condiciones. La inversión del contrato lo salvaguardará de
muchos otros incidentes que su ausencia no podrá compensar.

Contrato de Arrendamiento, ¿Cómo se hace?

Es innegable que cada día haya más familias viviendo en arriendo que en una casa
propia. Es por esta razón que es importante conocer a fondo todos los detalles de un
contrato de arrendamiento.

La Ley 830 de 2003 fue creada para establecer límites y normas entre el arrendatario y
el arrendador, para que de esa forma no haya conflictos entre las dos partes.
Esta ley define este tipo de vínculo comercial de la siguiente forma:
“El contrato de arrendamiento de vivienda urbana es aquel por el cual dos partes se
obligan recíprocamente, la una a conceder el goce de un inmueble urbano destinado
a vivienda, total o parcialmente, y la otra a pagar por este goce un precio determinado.

a) Servicios, cosas o usos conexos. Se entienden como servicios, cosas o usos


conexos, los servicios públicos domiciliarios y todos los demás inherentes al goce del
inmueble y a la satisfacción de las necesidades propias de la habitación en el mismo.

b) Servicios, cosas o usos adicionales. Se entienden como servicios cosas o usos


adicionales los suministrados eventualmente por el arrendador no inherentes al goce
del inmueble. En el contrato de arrendamiento de vivienda urbana, las partes podrán
pactar la inclusión o no de servicios, cosas o usos adicionales. En ningún caso, el
precio del arrendamiento de servicios, cosas o usos adicionales podrá exceder de un
cincuenta por ciento (50%) del precio del arrendamiento del respectivo inmueble.”

Esta ley también establece en su artículo tercero la forma en la que se debe establecer
un contrato de arrendamiento entre las dos partes.

 Tal vez te pueda interesar esta información: Vivir en arriendo, ¿Una forma de ahorrar?
“El contrato de arrendamiento para vivienda urbana puede ser verbal o escrito. En uno
u otro caso, las partes deben ponerse de acuerdo al menos acerca de los siguientes
puntos:

a) Nombre e identificación de los contratantes.

b) Identificación del inmueble objeto del contrato.

c) Identificación de la parte del inmueble que se arrienda, cuando sea del caso, así
como de las zonas y los servicios compartidos con los demás ocupantes del inmueble.

d) Precio y forma de pago.

e) Relación de los servicios, cosas o usos conexos y adicionales.

f) Término de duración del contrato.

g) Designación de la parte contratante a cuyo cargo esté el pago de los servicios


públicos del inmueble objeto del contrato.
De acuerdo con lo anterior, un contrato de arrendamiento, sea escrito u oral, debe
contener las partes mencionadas en el artículo tercero de la Ley 830 de 2003.

Contrato de Fianza

Un contrato de fianza es un instrumento legal que se utiliza como soporte para avalar
la aprobación de un crédito, emitido por una entidad bancaria o comercial.
Básicamente, en este documento, una persona natural o jurídica se compromete junto
a su capital con la cancelación de los compromisos económicos adquiridos por un tercero.
Estos contratos tienen características básicas que se deben cumplir, estas son las
siguientes:

 Accesorio: Éste no existe por sí mismo, requiere ser solicitado por el ente que emite el
préstamo como soporte para otorgar el mismo.
 Unilateral: Sólo el fiador es el único responsable de cumplir los deberes plasmados en el
contrato, cuyo único fin es el de responder por la cancelación del crédito en caso de que el
responsable (deudor) no pueda, en cambio todos los derechos pertenecen al acreedor.
 Gratuito: Normalmente, el fiador no percibe ningún lucro o ganancia por prestarse para
tal fin, solamente adquiere las obligaciones inherentes al contrato que firma sin recibir
ningún beneficio monetario a cambio.
 Consensual: No se presume, la fianza debe ser clara, ya que es un compromiso adquirido
para avalar a un deudor, el fiador está obligado a cumplir lo establecido en el contrato.
 De garantía: Como básicamente funciona un contrato de fianza, la garantía establece un
compromiso de cancelación en caso que el deudor no pueda cumplir con sus pagos
respectivos.
 Regulado: Por los artículos del 2361 al 2408 del Código Civil.
Ahora bien, si la situación es aquella donde el fiador percibe alguna ganancia, lucro o
remuneración, este contrato de fianza cambiaría en los siguientes aspectos:
 Bilateral: Ya que el fiador, recibe un pago directo por parte del deudor, y este (fiador) a
su vez, se compromete a cumplir con los compromisos adquiridos por el deudor en caso
de este no poder hacerlo.
 Oneroso: Por el cobro de una ganancia por parte del fiador, proveniente del deudor que
entrega como pago por la fianza para el préstamo.
 Aleatorio o conmutativo: En este caso ambos (deudor y fiador) adquieren la obligación de
cancelar los compromisos adquiridos por el deudor, el fiador se convierte en el garante
de la cancelación total o parcial de la deuda en caso de imposibilidad por parte del deudor.
En fin, un contrato de fianza implica comprometer todo o parte de tu activo por otra
persona. Es por esta razón que, hoy día, hay que prestar mucha atención al servir de
fiador a los demás, ya que en el supuesto caso de que el deudor no cancele sus
compromisos, el ente financiero podrá exigir el fiel cumplimiento de este contrato y
podrá ejercer acciones legales en contra del fiador quien está obligado por ley a cumplir
con la cancelación del crédito o los créditos asignados.
En Colombia, por tradición, el compromiso adquirido por el deudor con su fiador, es
prácticamente un pacto sagrado, donde éste deberá responder por todos los medios
al cumplimiento de las obligaciones adquiridas como muestra de agradecimiento y
respecto hacia quien lo avala.

Contrato de Depósito

Un contrato de depósito, básicamente, es un acto legal amparado por las leyes


colombianas mediante el Código Civil, donde interactúan dos o más personas (naturales
o jurídicas), a una de las partes se le denomina depositante, que no es más que aquel
que confía un elemento físico (cosa corporal) a otra persona que se encarga de
resguardarla y de regresarla en especie; a esta última parte se le denomina depositario
y al objeto en resguardo se le da la denominación de depósito.
Existen dos clasificaciones básicas para los contratos de depósito, estas son:
 El depósito: Engloba lo anteriormente expuesto (relación depositante-deposito-
depositario), dicho en otras palabras el depositante entrega en resguardo un activo al
depositario y éste a su vez adquiere la obligación de resguardar, mantener y devolver el
bien en cuestión.
 El secuestro: Mediante el cual el depositario conserva la tenencia, resguardo y devolución
de algún activo de manera no voluntaria por parte del depositante.
Características principales

Para poder tener una visión más general y objetiva en lo que a este tipo de contratos se
refiere, es necesario estudiarlo un poco más a fondo, escudriñando sus bases y
características esenciales, es por esto que a continuación se describen las
características básicas que determinan un contrato de depósito, generando una breve
reseña de cada una de ellas, estas son:
1. El contrato de depósito tiene carácter real
Ya que se ejecuta en el momento que el depositante entrega el resguardo del depósito
al depositario. Éste se puede realizar bajo cualquier modalidad que implique la
transferencia de la tenencia del activo, asimismo existe la posibilidad de que el
depositante retenga como depósito aquel activo que tenga en su poder por otra razón.

2. También este contrato es unilateral


Ya que solo generará obligaciones a una sola de las partes, el depositario, quien es el
que lleva todos los compromisos (depósito, resguardo y devolución del activo). Sin
embargo, existe la posibilidad de que el depositante tenga que resarcir alguna
indemnización al depositario por concepto de agravios.

3. Es gratuito
Dada su esencia, este tipo de contrato es totalmente gratuito (ninguna de las partes
recibe lucro o ganancia por cumplir las obligaciones a las cuales se compromete).

Sin embargo, es de vital importancia mantener la gratuidad del contrato, ya que al


percibir ingresos provenientes de él, se podría fácilmente cambiar su objeto a un
contrato de alquiler o arrendamiento.

4. Es de carácter específicamente principal


Ya que existe por sí mismo o como consecuencia de otro contrato anterior, como un
alquiler o arrendamiento, incluso de un contrato de hospedaje.

5. El Código Civil lo avala


En sus artículos 2236 al 2272 tipifica y reglamenta los contratos de depósito.
Este acto legal, en nuestro país, es ampliamente utilizado en varios ámbitos jurídicos,
es amparado por el Código Civil, representando la más pura esencia de las relaciones
humanas, basado en la reciprocidad, la buena fe y la prestación de un intercambio
gratuito entre las partes.

¿Cómo hacer un contrato de Fiducia?


Un contrato de fiducia, básicamente, es enajenar o administrar los bienes fideicomitidos
para el cumplimiento de una finalidad encomendada, el cual se realiza entre dos
personas o entidades. Pueden ser personas naturales o personas jurídicas. Esta figura
se encuentra establecida en el Código de Comercio de Colombia.
El contrato se establece con el fin de que “los bienes que el fiduciante transfiere al
fiduciario, salen definitivamente del patrimonio de aquel y no forman parte del
patrimonio de éste, dando lugar a la constitución de un patrimonio autónomo afecto
únicamente al servicio de los fines del contrato”.

Este tipo de acciones solo las pueden realizar las entidades que están establecidas
bajo fiduciarias. La norma establecida en Colombia, solo le permite a este tipo de
entidades realizar este tipo de contratos.

 Sigue leyendo sobre: Es hora de formar su nuevo negocio


Las características principales que se tienen en cuenta en un contrato de fiducia están
establecidas por la Superintendencia Financiera, las cuales son:
 La confianza entre las dos partes, especialmente la que debe generar la fiducia. Es un
compromiso entre dos partes, las cuales confían el uno del otro. Sin embargo, es
importante que la entidad sea la que principalmente proyecte a sus clientes esta
confianza.
 Una finalidad a cumplir. Cuando se celebra un contrato de fiducia debe haber entre las
partes una finalidad y esta debe quedar establecida en el contrato de forma clara, así
como las obligaciones que tienen ambas partes.
 Separación absoluta de bienes. La fiduciaria debe establecer que dentro del contrato hay
una separación de bienes, es decir que no hay combinación entre lo que entrega una
parte y lo que esta tiene a su disposición.
 Patrimonio autónomo. Cada vez es más frecuente esta característica entre la figura de
fiduciaria mercantil, en el que una parte, sea persona natural o jurídica, entrega sus
patrimonios, pero estos son administrados como una especie de bolsa, sin que la
fiduciaria quede como dueña absoluta de estos bienes.
En el portal de la Superintendencia Financiera hay un documento de mayor alcance
temático. Se ha puesto allí para que todos puedan utilizarlo cuando vayan a celebrar
un contrato de fiducia. (Descárgalo Aquí)

Contrato de Mandato ¿En que consiste?


Cuando se desarrolla un contrato de mandato (Art. 2142.- El mandato es un contrato
en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo
de ellos por cuenta y riesgo de la primera), el Código Civil exige que el mandatario
debe obrar conforme está establecido en el contrato, con las excepciones que
establece la ley para desarrollar otro actuar el mandante. En este tipo de contrato se
le da un poder de acción a un mandatario sobre un inmueble, negocio o procesos.

Contrato de Mandato

Se debe resaltar que este tipo de contrato (mandato) solo brinda facultades
administrativas al mandatario, como el pago de deudas o cobro de créditos; un
seguimiento en juicio a deudores; realizar contrataciones de reparaciones para los
bienes que administra; interrumpir prescripciones e intentar accione posesorias;
y comprar los materiales necesarios para el cultivo o beneficio de los bienes que estén
encomendados a su cargo.

Cualquier otro acto que sobrepase estos límites requiere un poder especial, a
excepción que el mandante le haya dado la facultad de libre accionar al mandatario;
esto último es relativo, porque debe seguir sujeto al mandato.

En el artículo 2161 del Código Civil se encuentra expresa la responsabilidad del


mandatario en caso de que el delegado no fuera capaz o solvente para ejecutar lo
expreso en el mandato:

“Articulo 2161. Facultad de delegación del encargo. El mandatario podrá delegar el encargo
si no se le ha prohibido; pero no estando expresamente autorizado para hacerlo, responderá
de los hechos del delegado como de los suyos propios.
Esta responsabilidad tendrá lugar aún cuando se le haya conferido expresamente la facultad
de delegar, si el mandante no le ha designado la persona, y el delegado era notoriamente
incapaz o insolvente.”
¿Y si el mandatario excedió los límites de sus funciones?

En tal caso, el mandatario es responsable ante el mandante, a excepción de que no


haya tenido suficiente conocimiento de las facultades de su poder o cuando haya sido
obligado personalmente; si alguna de estas condiciones se presenta, el mandatario
tendrá que responder ante terceros.

¿Cuándo se da por terminado cumplido un contrato de mandato?

esto ocurre una vez el negocio encomendado haya sido realizado, y cuando por los
medios empleados que el mandante haya establecido para que fuera ejecutado. De
hecho, si en el contrato se ha expresado que el mandatario no puede delegar su
trabajo, este está prohibido a hacerlo; mas si el contrato no lo refiere de manera
expresa, ha de responder por las consecuencias de los actos del delegado.

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