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DIÁLOGO ENTRE LA TIERRA Y EL HOMBRE

¡Con toda justificación puedes presumir de tu inteligencia!, pero recuerda que yo existo desde hace cuatro mil seiscientos
millones de años, mientras tú, Hombre diminuto, tus primeros orígenes se remontan a seis millones de años, exclamó el
planeta Tierra.

Me parece increíble que te sigas comportando tan soberbia, después de que Copérnico hace casi quinientos años descubriera
tu lugar en el Cosmos, le contestó el Hombre. Siempre habías hecho creer a la humanidad que tú eras el centro del universo, y
que el sol giraba a tu alrededor. Ahora sabemos la verdad: ¡no eres el centro de nada, y tú eres la que das vuelta alrededor del
sol, y no como decías!

De sentirte centro del universo pasaste a ser un simple planeta, dentro de una galaxia que contiene cien mil millones de
estrellas. Nuestro universo conocido da albergue a cien mil millones de galaxias, y cada una de éstas, con cien mil millones de
estrellas. ¿Dónde quedaste en el universo? Quedaste como si fueras un granito de arena perdido en los océanos.

¡Quiero recordarte -le dijo la Tierra al Hombre-, que yo nunca me creí el centro del universo, sino que ustedes los hombres
hicieron pensar a todos, esa mentira! ¿Y sabes por qué mintieron? No para engrandecerme como su morada, como su madre
Tierra, sino para sentirse ustedes los reyes del universo. ¡Su soberbia los engañó!

Los hombres quedaron muy desconcertados ante los argumentos de la Tierra. Y el planeta siguió hablando: les voy a demostrar
que carezco de ese horrible vicio de la soberbia, del que ustedes sí padecen. Toda ingratitud tiene sus raíces en la soberbia. ¿No
es cierto -siguió hablando la Tierra-, que te albergué en mi hogar, ayudándote en todo lo que me fue posible, a fin de que
llegaras a ser lo que hoy eres, un Homo Sapiens? ¿Y no es cierto también, que jamás me hayas mostrado la menor gratitud?

¡Apenas inventaste el lenguaje y de inmediato le hiciste saber a todo el mundo que tú, Hombre, eras el único ser viviente (de
los millones de especies de animales) que ejercías el "dominio" sobre mí, sobre tu casa, la Tierra!

A pesar de que solamente eres una de las 193 especies de monos y primates que hoy en día existen, hiciste a un lado a las 192
restantes especies y a los millones de especies de animales, autoeligiéndote en el rey del universo. Matas miles de focas de la
manera más cruel, matas miles de ballenas para satisfacer tu paladar goloso y enfermo, has extinguido miles de especies de
peces, aves y mamíferos, pero eso sí, eres el rey del universo; el rey de su destrucción.

¡Te voy a decir dónde está la fuente de tu soberbia, exclamó la Tierra!: en que te crees excepcional, en que te abrogas el
derecho de matar, destruir, envenenar ríos, extinguir miles de especies de animales y de arboles, sin importar que cualquier
especie de la fauna o flora mueran por tus caprichos, necedades o gustos.

¡Eres tan soberbio y loco, te pareces a quien le hubieran regalado una amplia y bella casa dentro de unas praderas con muchos
árboles frutales, arroyos que bajan de la montaña y animales!; y que todos los días levantaras las maderas del suelo y de las
paredes de tu casa, a fin de calentarte el cuerpo. Que mataras a los animales por puro placer, contaminaras los arroyos con
basura y que destrozaras los pastos y árboles, cambiándolos por cemento.
¡Esto es lo que haces precisamente conmigo!: talas los árboles como si estuvieras ansioso por ver a tu planeta como un
inmenso desierto. Envenenas el aire, los mares, las lagunas y ríos, sin la menor responsabilidad. ¿Esto es lo que te ha enseñado
tu cerebro de mil quinientos gramos, por cierto, la maquinaria más compleja que conocemos de todo el universo?

¿Qué tu cerebro y tu alma inmortal, de la que tanto presumes, no te ha revelado que existe una moral privada y una moral
pública, y que tu alma debe estar conectada con toda la biodiversidad de la Naturaleza?

¡Criminal de la Tierra! ¿Este es el hogar que quieres heredar a tus hijos? ¿De qué te sirve tu inteligencia, bondad, compasión, si
día a día destruyes tu morada?

¡Y el colmo de los males!: gritas a los cuatro vientos, que estas creado "a la imagen y semejanza de Dios". ¿Crees, sinceramente,
que Dios le abriría la puerta al más horrendo criminal para que cometiera todo tipo de crímenes? ¿No crees que ofendes a Dios
al presumir que has sido creado a su imagen y semejanza, destruyendo todo tipo de vida?

Critilo quedó asombrado de este diálogo tan esclarecedor. ¡Qué cierto, que, gozando de tantas cualidades como seres
humanos, no seamos capaces de arreglar nuestra propia casa! Pero imposible de arreglarla si en vez de "dominadores de la
Tierra, no nos convertimos en la luz del planeta.

¿Cómo no convencernos de que somos injustos, de que el hombre se ha convertido en el lobo del hombre, si ya nuestro planeta
está a punto de colapsar, y si cada minuto en el mundo mueren diez niños y adolescentes de hambre?

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