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PATOLOGÍA DE FRONTERAS

El sistema familiar enmarañado se caracteriza por la extrema susceptibilidad de respuesta


de sus miembros individuales, unos a otros y a su subsistema directo. La distancia interpersonal
suele ser escasa, considerable la confusión de las fronteras subsistémicas, e inadecuadamente
prontas y obligadas las respuestas a la actividad de miembros de la familia. “La conducta de uno
de los miembros afecta inmediatamente a otros, y la tensión de un miembro individual reverbera
con intensidad a través de las fronteras y velozmente produce ecos en otros subsistemas”
(Minuchin, 1974). En la familia desacoplada, hay excesiva distancia interpersonal; las fronteras
que separan a los subsistemas son rígidas, y es escaso el potencial de reverberación.

Subsistemas enmarañados Subsistemas desacoplados

Padres Hijos

Figura 2-1. Representación diagramáticas de patologías de frontera subsistémica.

Unidad familiar enmarañada Unidad familiar desacoplada.

Padre Madre
Padre Madre

Hijo
Hijo

Figura 2-2. Conducta perturbada, de alianzas, en los dos extremos de la patología de fronteras.

Fronteras perturbadoras son la expresión subsistémica de alianzas perturbadas entre


miembros de la familia. En la familia enmarañada padres e hijos tienden a estar sobreinvolucrados,
mientras que en la desacoplada tienen concernencia escasa. Estos dos tipos de familia se pueden
caracterizar además por referencia a la frontera de la unidad familiar, perspectiva que aclara
todavía más la posibilidad de perturbaciones en la conducta de alianza.

En la familia enmarañada, la frontera que la circunda suele ser rígida y cerrada, con
tendencia a dejar fuera el mundo externo y a aprisionar a sus miembros, manteniéndolos cautivos
en los entrampamientos de los subsistemas que, inversamente, tienen fronteras que por ser
difusas no promueven la autonomía individual. En los casos en que no existen fronteras
apropiadas y claras entre miembros de la familia, y en los que se desmiente la posibilidad de
contactos correctivos con el mundo externo, las alianzas entre los miembros de la familia son
demasiado estrechas. Esto proporciona un exagerado sentimiento de pertenencia al grupo
familiar, con mengua del sentimiento de autonomía, de ser uno mismo. Por otro lado, la frontera
que circunda a la familia desacoplada es muy difusa, y por eso no ofrece una regulación acorde
de las intrusiones de la sociedad ni del ir y venir de los miembros de la familia. La facilidad con
que se cruza esta frontera general se sitúa en marcado contraste con la rigidez de las fronteras
internas entre subsistemas, que impiden a sus miembros mantener entre sí contactos significativos
o predecibles. En este ordenamiento son escasas las señales referidas a la identidad y la
conducta, y esto propende a que sus miembros busquen definiciones en grupos ajenos.

PATOLOGÍA DE TRIÁNGULOS

Las coaliciones desviadoras e intergeneracionales son formas específicas de


triangulación. Cada ordenamiento tiende a enfrentar dos miembros de la familia con un tercero, si
bien otros miembros se pueden sumar a cualquiera de los bandos. Siguiendo a Caplow (1968),
los estructuralistas han sostenido que por su naturaleza los triángulos tienden a ser inestables, a
resolverse periódicamente en ordenamientos de dos contra uno. Si esos dos son los padres,
estamos frente a un caso de desviación. Si son un progenitor más un hijo, tendremos un caso de
alianza intergeneracional. Desde luego que se puede afirmar que también las diadas son por
naturaleza inestables, y que sólo se vuelven estables en un estado de triangulación, a saber, sólo
si su frontera de subunidad está definida claramente por la presencia de una tercera persona
excluida.

Triangulación. Coalición progenitor-hijo

Madre Padre Madre Padre

Hijo Hijo

Triada desviadora-atacadora Triada desviadora-asistidora

Madre Padre Madre Padre

Hijo Hijo

Figura 2-4. Cuatro triángulos patológicos que representan la manera en que de conflicto
familiar es desviado, ocultado o expresado por la vía de coaliciones intergeneracionales.
(Adaptado de Minuchin S., Roseman, B.L. y Baker L., Psychosomatic families: Anorexia nervosa
in context, Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1978.)

Pero como quiera que fuere, esta estructura de alianzas, si perdura lo suficiente, resultará
muy gravosa para los dos bandos, y se producirá una conducta sintomática.
“Triangulación” describe una situación en que dos progenitores, en conflicto manifiesto o
encubierto, intentan ganar, contra el otro, la simpatía o el apoyo del hijo {este es un} triángulo que
tiene dos lados positivos, y que connota un intenso conflicto de lealtades. “Progenitor-hijo” es una
expresión más manifiesta de conflicto parental, aunque la familia demande terapia para un niño
problema. Uno de los progenitores se alía con el hijo contra el otro progenitor, y es a veces difícil
determinar si experimenta dificultades más serias el niño o el cónyuge excluido. La intensa
proximidad del hijo al progenitor preferido puede producir sintomatología, sobre todo cuando el
natural proceso de crecimiento introduce tensiones en la estasis progenitor-hijo. Las triadas
“desviadoras” son de dos tipos. “En una tríada desviadora-atacadora” lo común es que, en la
percepción del clínico, los padres tomen al hijo como chivo emisario. Este presenta una conducta
perturbada o “mala”, y los progenitores se asocian para gobernarlo, si bien es frecuente que uno
de ellos esté en desacuerdo con el otro acerca del modo de manejarlo, y es posible que los dos
se muestren inconsistentes en ese manejo. En esta categoría se incluyen la mayoría de las
perturbaciones de conducta en niños. En una tríada “desviadora-asistidora”, los progenitores
enmascaran sus diferencias tomando como foco a un hijo definido “enfermo”, y muestran
grandísima y sobreprotectora aflicción por él. Esto los une mucho, y es un rasgo frecuente en
familias en que la tensión se expresa en trastornos psicosomáticos. Todas estas tríadas (...) se
pueden observar en familias con hijos psicosomáticos, pero también caracterizan a familias en que
los niños tienen otros problemas”. (1981).

PATOLOGÍA DE ALIANZAS.

La perspectiva estructural pone de manifiesto la pauta de divisiones y alineamientos entre


miembros de la familia, y así nos orienta sobre las afiliaciones. La estructura de la familia consiste
en las alianzas y los antagonismos entre los miembros, y también en las fronteras productoras de
subsistemas duraderos. Hemos visto que se pueden producir patologías de frontera, y del mismo
modo existen patologías de alianzas. Estas son de dos tipos principales: desviación de conflictos
o designación de chivo emisario, y coaliciones intergeneracionales inadecuadas.

En las alianzas que consuman una desviación del conflicto observamos la pauta, común
en la clínica, de dos padres que manifiestan una total ausencia de conflicto entre ellos, pero están
sólidamente unidos contra un hijo individual o una subunidad de hijos. La desviación del conflicto
reduce la presión sobre el subsistema de los cónyuges, pero a todas luces impone tensión a los
hijos. Suele ser difícil para el clínico tratar este ordenamiento: tiende con demasiada facilidad a
simpatizar con el hijo chivo emisario y a menudo traba con este una alianza que no permite a la
propia familia organizar acciones de rescate, suceso que si se produce revelará valiosos datos
acerca de sus nexos estructurales.

Las pautas de desviación y del chivo emisario se descubren en general con más facilidad
que las coaliciones intergeneracionales. Encubiertas o manifiestas, es típico el caso en que estas
comienzan con una estrecha alianza antagónica de un progenitor y un hijo contra el otro progenitor.
Un ejemplo es una madre que fuerza a su hijo a sumarse a continuos, si encubiertos, reproches
dirigidos al padre. (Véase la figura siguiente).

Madre Hijo Padre

Ejemplo de coalición intergeneracional.


Estas coaliciones pueden incluir a más miembros y aun a todos los restantes. Nótese que
aquí un término crítico es intergeneracional. Cuando la coalición (ordenamiento que es desafiante
y combativo por su inevitable oposición a un tercero) incluye una alianza intergeneracional, el
resultado es por lo general patológico. Desde luego que nos referimos a coaliciones que llevan
una duración considerable y que recaen sobre una diversidad de temas familiares; las coaliciones
temporarias, formadas con objetivos limitados, están exentas de toda connotación patológica.

LA ORGANIZACIÓN DE LA FAMILIA Y LA PATOLOGÍA

En el esquema se pueden encontrar las relaciones que establecen los diferentes conceptos, sin
perder de vista que este enfoque alude a la patología, es decir, que no se trata de situaciones
aisladas sino mutuamente reforzadas y reciprocas.
Todos los elementos están en función de los otros. Por ejemplo, los cuatro tipos de patologías se
definen en relación con la rigidez o adaptabilidad con la cual funcionan y la etapa de ciclo vital por
la cual transita la familia o determinados miembros; esto también depende de que se satisfagan
las necesidades familiares. Asimismo, el contexto extrafamiliar, como la escuela, el trabajo, o los
grupos con los que conviva, aportan una dosis de preceptos o exigencias a cumplir, o al menos
indicaciones (no siempre claras ni explicitas) de su importancia para esa comunidad. Esto altera
de forma directa la capacidad de la familia y sus miembros para la adaptación.

De igual manera, una mala demarcación de fronteras supone deficiente manejo de las alianzas y
jerarquías.

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