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Derecho penal internacional

El derecho penal internacional comprende todas las normas de derecho que directamente
fundamentan, excluyen o de cualquier otro modo regulan una responsabilidad penal.1 En este
sentido, los crímenes contra el derecho internacional son todos los que importan responsabilidad
individual directa a partir del derecho internacional. Algunos autores utilizan la expresión
«derecho penal internacional» en un sentido más amplio, que incluye no solo los aspectos
penales del derecho internacional, particularmente relacionado a los crímenes contra el derecho
internacional, sino también los aspectos internacionales del derecho penal doméstico,
especialmente en lo relativo a reglas domésticas sobre la jurisdicción sobre crímenes con un
elemento extranjero. El derecho penal es la rama del derecho público que regula la potestad
punitiva
Se definen los crímenes internacionales (principalmente, genocidio, crimen de guerra, crímenes
contra la humanidad y crimen de agresión) y regula el funcionamiento de los tribunales
competentes para conocer de los casos en los que los individuos incurran en responsabilidad
penal internacional, imponiendo las sanciones que correspondan. El surgimiento de esta rama
supone una importante evolución respecto del Derecho internacional clásico, que era
esencialmente interestatal y no consideraba a la persona como sujeto de Derecho internacional.
Las normas de derecho penal internacional pueden ser aplicadas por tribunales domésticos e
internacionales. La responsabilidad individual es independiente de la responsabilidad
internacional del estado.
El principal órgano del Derecho Penal Internacional es la Corte Penal Internacional, el primer
tribunal de justicia penal internacional permanente, creado en 1998 a través del Estatuto de
Roma. La Corte tiene sede en La Haya.
Historia
Se encuentran algunos precedentes del derecho internacional penal antes de la Primera Guerra
Mundial. No obstante, es tras esta guerra cuando se plantea la creación de un auténtico tribunal
penal internacional que enjuiciaría a los responsables de crímenes cometidos durante el conflicto.
Así lo previó la Parte Séptima del Tratado de Versalles de 1919 para juzgar al Káiser Guillermo
II de Alemania; pero los Países Bajos ofrecieron asilo al emperador, lo que frustró la iniciativa.
Tras la Segunda Guerra Mundial, las potencias aliadas acordaron, en virtud de la Carta de
Londres, la constitución de un tribunal que juzgaría no sólo crímenes de guerra, sino también los
crímenes contra la humanidad cometidos bajo el régimen Nazi. Los conocidos como juicios de
Núremberg comenzaron el 20 de noviembre de 1945, y se dictó sentencia el 30 de septiembre y
el 1 de octubre de 1946. También se creó un tribunal similar para los crímenes de guerra
japoneses, el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente, que operó entre 1946 y
1948.
Los principios que inspiraron los juicios de Nuremberg tuvieron una relevancia fundamental en la
conformación del Derecho internacional penal. La resolución 95 (I) de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, de 11 de diciembre de 1946, reconoció los principios formulados en la Carta
de Londres y las sentencias del Tribunal de Nuremberg. Asimismo, solicitó al Comité de
codificación de Derecho Internacional que fijara como asunto prioritario la redacción de un
"Código Criminal Internacional" que concretara los delitos contra la paz y seguridad de la
humanidad de acuerdo con los principios aplicados en Nuremberg. Se planteó poco después la
creación de un tribunal permanente, pero los trabajos quedaron finalmente paralizados.
La idea del Derecho internacional penal se reactivó en la última década del siglo XX. En 1993,
como consecuencia de las violaciones de derechos durante las Guerras Yugoslavas, el Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas acordó la creación de un Tribunal Penal Internacional para
la ex Yugoslavia. En 1994, el genocidio de Ruanda provocó que se aprobara también la
constitución del Tribunal Penal Internacional para Ruanda.
La Comisión de Derecho internacional había iniciado en 1993 los trabajos preparatorios para el
establecimiento de una tribunal penal internacional de carácter permanente. En 1998 se firmó el
Estatuto de Roma, que crea la Corte Penal Internacional (CPI).
Tribunales de Derecho internacional penal
Actualmente, el tribunal más importante en este ámbito es la Corte Penal Internacional, pero
existen además otros tribunales creados ad hoc. Algunos son de carácter exclusivamente
internacional, como el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia o el Tribunal Penal
Internacional para Ruanda. Otros son híbridos y están compuestos por jueces tanto nacionales
como internacionales. Es el caso de la Cámara Extraordinaria en las Cortes de Camboya, que
investiga los crímenes en Kampuchea Democrática, o el Tribunal Especial para Sierra Leona,
encargado de enjuiciar los crímenes cometidos durante la guerra civil.
Principales crímenes internacionales
La Corte Penal Internacional puede conocer de los siguientes crímenes internacionales:
Genocidio
El genocidio obtuvo existencia legal, por primera vez, en 1948 cuando las Organización de las
Naciones Unidas adoptaron la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de
Genocidio que describía dicho delito en su artículo II.15 El concepto fue acuñado por Raphael
Lemkin para tratar de definir los asesinatos masivos y sistemáticos del nacionalsocialismo
durante la Segunda Guerra Mundial, quien usó la raíz griega "genos" que significa "raza" o "tribu"
y el sufijo latino "cidio" que significa "asesinato".
Crimen de Lesa Humanidad
Los crímenes de lesa humanidad o crímenes contra la humanidad son definidos como:
“el asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y otros actos inhumanos cometidos en contra
de cualquier población civil durante la guerra, persecución política, racial o religiosa en ejecución
o relacionadas a cualquier crimen dentro de la jurisdicción del Tribunal (que son además:
“crímenes contra la paz” o “crímenes de guerra”), estén o no violando las leyes de derecho local
en el país donde son perpetrados.”
Muchos de los crímenes perpetuados durante la Segunda Guerra Mundial no estaban prohibidos
por las leyes internacionales. Las Leyes de Guerra sólo justificaban acciones cometidas en contra
de los enemigos. Durante este periodo, los alemanes también actuaron de forma inhumana
contra sus propios ciudadanos por razones políticas y raciales.
La persecución política y racial tampoco estaba prohibida aún cuando se realizara en territorios
ocupados. En octubre de 1943, los líderes de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética
firmaron la Declaración de Moscú donde acordaron que los responsables de los crímenes de
guerra se enviarían a sus respectivos países para ser juzgados de acuerdo a sus propias leyes.
Crimen de guerra
Los crímenes de guerra consisten en la violación del Derecho internacional humanitario,
especialmente de las Convenciones de Ginebra u otros convenios internacionales, así como del
derecho consuetudinario que exista al respecto.
El establecimiento de tribunales internacionales en 1993 y 1994 desencadenó la proliferación de
jurisdicciones criminales internacionales como precursor de la Corte Criminal Internacional. En
la década que siguió a su establecimiento muchos países emergían de guerras civiles de extrema
brutalidad, en donde el genocidio, crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra fueron
cometidos a gran escala.
Delito de agresión
El antecedente del delito de agresión fue la definición de los "Crímenes contra la paz" llevada a
cabo en 1945 en el Carta de Londres, en el que se describía tales delitos como "el planteamiento,
la preparación, la iniciación o la ejecución de una guerra en violación de tratados internacionales,
acuerdos y seguridades o la participación en un plan común o en una conspiración para ejecutar
cualquiera de los actos precedentes", lo que llevó a poder juzgar este tipo de actos durante los
juicios de Núremberg.
Si bien, en la primera redacción del Estatuto de Roma de 1998 (artículo 5.1.d), el delito de
agresión fue reconocido como uno de los crímenes dentro de la competencia de la Corte Penal
Internacional para juzgar, no obstante, su definición quedó pendiente y, con ello, también la
capacidad de la corte de ejercer su jurisdicción al respecto. No fue sino hasta el año 2010,
durante la Conferencia de Revisión del Estatuto de Roma en Kampala, Uganda, cuando dicha
definición se creó en donde se aprobó la resolución RC/Res.6 que incorporó un artículo 8 bis al
estatuto definiendo el delito de agresión.23 Sin embargo, uno de los acuerdos de la Conferencia
de Kampala fue que la Corte Penal Internacional no podría ejercer su jurisdicción sino hasta el 1
de enero de 2017.
El derecho internacional de los derechos humanos
El movimiento internacional de los derechos humanos se fortaleció con la aprobación de la
Declaración Universal de Derechos Humanos por parte de la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 10 de diciembre de 1948. Redactada como “un ideal común por el que todos los
pueblos y naciones deben esforzarse”, en la Declaración, por primera vez en la historia de la
humanidad, se establecen claramente los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales básicos de los que todos los seres humanos deben gozar. A lo largo de los años lo
establecido en la Declaración ha sido ampliamente aceptado como las normas fundamentales
de derechos humanos que todos deben respetar y proteger. La Declaración Universal, junto con
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y sus dos protocolos facultativos, y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, forman la llamada “Carta
Internacional de Derechos Humanos”.
Una serie de tratados internacionales de derechos humanos y otros instrumentos adoptados
desde 1945 han conferido una base jurídica a los derechos humanos inherentes y han
desarrollado el conjunto de derechos humanos internacionales. En el plano regional se han
adoptado otros instrumentos que reflejan las preocupaciones específicas en materia de derechos
humanos de la respectiva región, y en los que se establecen determinados mecanismos de
protección. La mayoría de los Estados también ha adoptado constituciones y otras leyes que
protegen formalmente los derechos humanos fundamentales. Si bien los tratados internacionales
y el derecho consuetudinario forman la columna vertebral del derecho internacional de derechos
humanos, otros instrumentos, como declaraciones, directrices y principios adoptados en el plano
internacional contribuyen a su comprensión, aplicación y desarrollo. El respeto por los derechos
humanos requiere el establecimiento del estado de derecho en el plano nacional e internacional.
El derecho internacional de los derechos humanos establece las obligaciones que los Estados
deben respetar. Al pasar a ser partes en los tratados internacionales, los Estados asumen las
obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de respetar, proteger y realizar
los derechos humanos. La obligación de respetarlos significa que los Estados deben abstenerse
de interferir en el disfrute de los derechos humanos, o de limitarlos. L a obligación de protegerlos
exige que los Estados impidan los abusos de los derechos humanos contra individuos y grupos.
La obligación de realizarlos significa que los Estados deben adoptar medidas positivas para
facilitar el disfrute de los derechos humanos básicos.
A través de la ratificación de los tratados internacionales de derechos humanos, los gobiernos
se comprometen a adoptar medidas y leyes internas compatibles con las obligaciones y deberes
dimanantes de los tratados. En caso de que los procedimientos judiciales nacionales no aborden
los abusos contra los derechos humanos, existen mecanismos y procedimientos en el plano
regional e internacional para presentar denuncias o comunicaciones individuales, que ayudan a
garantizar que las normas internacionales de derechos humanos sean efectivamente respetadas,
aplicadas y acatadas en el plano local.
Características Derecho penal Internacional
Exclusividad del Derecho internacional como fuente formal. Una característica primigenia es que,
ante todo, el poder punitivo dimana, exclusivamente, ordenamiento internacional, vale decir, que
el derecho internacional es la fuente exclusiva de los delitos y sus penas, toda vez que es la
comunidad internacional la que determina qué conductas son reprochables al extremo de ser
catalogadas dentro de los tipos internacionales (tatbestand völkerstraf), estableciendo las
causales de exención de responsabilidad individual y, en caso contrario, ser sancionadas con las
penas que suelen importar una restricción de alguno de los derechos fundamentales, como la
libertad o la propiedad. Por lo tanto, por tal exclusividad, considero de mayor corrección que el
término denotativo de este orden jurídico sea “derecho internacional penal”.
Es un derecho que evoluciona hacia lo convencional. En el apartado anterior aludíamos a que el
concepto “derecho internacional penal” descansa en el argumento positivo que el derecho
aplicable a la persecución y castigo del delito internacional se halla, naturalmente, en el ejercicio
de la potestad penal por la comunidad internacional. Sin embargo, no habíamos aludido a que
este derecho penal tiene la peculiaridad actual de no gozar de una reserva de fuente formal para
la creación del delito y la pena –como lo es la ley en los sistemas penales de los Estados–, sino
que existe un sistema múltiple de fuentes creadoras de delitos. Por lo anterior, es necesario
determinar cuáles son las fuentes de derecho internacional que son utilizadas por la comunidad
internacional al momento de tipificar un delicta iuris gentium; algo que no es un tema trivial si
tenemos presente que el ejercicio de la potestad penal por parte de la comunidad internacional
tiene un límite poderoso.
Es un derecho orientado a la codificación. Otra característica que se alegaba hasta hace muy
poco era que el derecho internacional penal se asemejaba más al concepto del derecho
anglosajón y menos al derecho de tradición codificadora, esto es, que el delito internacional debía
ser entendido como algo más cercano al enfoque probabilístico de la common law que al enfoque
conceptualista del derecho penal europeo-continental y latinoamericano. Este postulado fue
cierto hasta finales del siglo pasado; con todo, la emergencia del Estatuto de Roma, más la
práctica forense de varias jurisdicciones nacionales, han aceptado que el derecho internacional
penal abandonó el modelo anglosajón, inclinándose ahora por la dogmática penal de cuño
europeo-continental, puesto que no sólo se han adoptado y reconocido principios garantistas que
no habían sido asumidos por el primitivo derecho internacional penal, sino que toda la definición
y elementos de los Crímenes de son de competencia de la Corte Internacional Penal recogen el
esquema lógico-formal de la así llamada “Parte General” del derecho penal legalista y codificado.
En concreto, la estructura contenida en los Principios Generales de Derecho Penal contenidos
en Parte III del Estatuto de Roma, así como en algunas disposiciones contenidas en los
Instrumentos de los Elementos de los Crímenes y las Reglas de Procedimiento y Prueba,
demuestran que el estado actual del derecho internacional penal se asentó en la teoría
conceptualista del delito y la pena, que es la teoría penal seguida en los países de tradición
romano-codificadora.
Los delitos y las penas internacionales son imprescriptibles. El tema de la prescripción extintiva
de la acción penal y de la pena asignada a un crimen internacional es hoy algo indiscutido por la
comunidad internacional: al imputado no le favorece prescripción alguna. Si bien es efectivo que
en el prematuro derecho internacional penal existieron indicios hacia la prohibición de
prescripción de los crímenes de guerra, tales como las resoluciones de la Asamblea General de
las Naciones Unidas números 3 (I) de 13 de febrero de 1946, 95 (I) de 11 de diciembre de 1946
y 170 (II) de 31 de octubre de 1947, hubo jurisdicciones domésticas que adoptaron la posición
de complementar las reglas punitivas en sede internacional con las normas internas sobre la
extinción de la acción penal30, toda vez que las resoluciones no constituyen, per se, fuentes
formales directas de derecho internacional.
La penalidad internacional se encuentra en proceso de evolución. Otra característica interesante
es la creciente reforma del sistema punitivo internacional, tanto en su dimensión sustantiva como
en su dimensión adjetiva, es decir, que tanto la pena como la jurisdicción en sede internacional
están viviendo actualmente un cambio de paradigma.
En primer orden, recodemos que la pena internacional se ha caracterizado hasta el día de hoy
como un ejemplo de conminación indirecta, vale decir, la comunidad internacional sólo determina
qué conductas son delitos según el derecho de gentes y asimismo obliga a que tal conducta sea
punible, pero delega a los soberanos nacionales la imposición concreta de la sanción penal. En
propiedad, la historiografía jurídica internacional demuestra que la potestad punitiva de la
comunidad internacional ha sido ejercida, sin lugar a dudas, en la determinación de las
conductas delictivas, pero no ocurre lo mismo con la determinación de las penas aparejadas a
tales delitos, ya que las fuentes del derecho internacional han solido dejar cláusulas abiertas para
que los Estados sean los encargados de penalizar dentro de la esfera de sus competencias.
Introducción
El Derecho internacional de los derechos humanos es una rama del Derecho internacional
desarrollada para promover y proteger los derechos humanos a nivel internacional, regional y
nacional. Como rama del Derecho internacional, se compone de una serie de instrumentos
internacionales obligatorios, en particular diversos tratados sobre derechos humanos, y de la
costumbre internacional. Existen otros instrumentos internacionales de derechos humanos que,
no siendo jurídicamente obligatorios, contribuyen a la aplicación, comprensión y desarrollo del
Derecho internacional de los derechos humanos.
Si la disciplina del derecho penal internacional generaba en la academia extranjera interés1, este
aumentó desde cuando la Organización de las Naciones Unidas2, en ejercicio de la potestad
punitiva internacional3, el 17 de julio de 1998, "adoptó"4 lo que se conoce como el Estatuto de
Roma o Estatuto de la Corte Penal Internacional5. En ese sentido son plenamente comprensibles
afirmaciones, dentro de dicha disciplina, como: "La entrada en vigor del Estatuto de Roma y la
institución de una Corte Penal Internacional (permanente) constituye, hasta la fecha, el último
hito en la evolución del derecho penal internacional.
Desde entonces se han venido elaborando, por parte de la doctrina mayoritaria, discursos
legitimantes del ya aludido Estatuto y con él del ejercicio del poder punitivo internacional, bien
desde la pena6 o desde los bienes jurídicos que supuestamente tutela.
Otro sector, minoritario y contrario al mayoritario, viene sosteniendo que el derecho penal
internacional es la manifestación de un "neopunitivimos", y en ese sentido va en contra de todos
los principios que se han elaborado desde el derecho penal.
CONCLUSIONES

Llegados a este punto, bien puede expresarse que si de lo que se trata con el derecho penal
internacional es propender por la vigencia de los derechos esenciales de las personas, ello
supone no otra cosa que la de limitar el poder punitivo internacional y tal tarea solo se logra
mediante la configuración de un saber penal internacional cuya funcionalidad, manifiesta y
latente, sea esa, o con otras palabras, es perfectamente viable el plantear al tantas veces referido
derecho penal internacional como un derecho de contención de ese dato fáctico denominado
poder internacional y de esta manera generar un espacio en el cual solo rijan los derechos
esenciales del ser humano; espacio aquel que gradualmente aumentará en la medida en que
efectivamente se limite el ejercicio del poder al que se viene haciendo referencia.
Lo anterior, como fuera en reglones precedentes desarrollado, implica en un primer momento
escindir las nociones de poder punitivo internacional, legislación penal internacional -ECPI entre
otros instrumentos internacionales- y derecho penal de igual naturaleza, a fin de sustraer de este
la violencia y selectividad que le es inherente al poder punitivo, o con otras palabras, lo llamado
a ser limitado por sus características es este poder y su limitador debe provenir del derecho, del
derecho penal internacional. Para cumplir con la finalidad antes señalada, se debe configurar al
interior del derecho penal internacional un sistema de comprensión activa de la legislación
internacional, del cual emerjan unos criterios de imputación, cuya funcionalidad vendrá dada por
la asignada a aquel sistema de comprensión activa, es decir, la limitación del poder punitivo a fin
de generar un espacio, antes zona de la violencia y selectividad del mencionado poder punitivo,
que podrá ser ocupado por la vigencia de los derechos esenciales de la persona -derechos
humanos-.
Sólo así, se reitera, se podrá pensar en un discurso jurídico penal internacional que, al limitar el
ejercicio del poder punitivo de idéntica naturaleza, brinde una vigencia real y plena a los derechos
humanos, es decir, un derecho penal internacional que, en palabras de la postura mayoritaria,
proteja los derechos humanos.

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