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RESPUESTA AL COMENTARIO DE JEAN HYPPOL!

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RESPUESTA AL COMENTARIO DE JEAN HYPPOLITE verdadero valor formador para el psicoanalista, avezándolo, co-
SOBRE LA VERNEINUNG DE FREUD mo debe serlo, es algo que enseñamos expresamente, en el ejer-
cicio de un registro fuera del cual su experiencia ya no es nada.
Pues no se trata de nada menos que de su adecuación al ni-
vel del hombre en que lo capta, piense de ello lo que piense; en
el cual está llamado a responderle, quiera lo que quiera, y del
que asume, tómelo como lo tome, la responsabilidad. Es decir
Espero que la gratitud que sentimos todos por la merced que que no es libre de escabullirse de ello recurriendo hipócrita-
el señor Jean Hyppolite nos ha concedido de su luminosa expo- mente a su calificación médica y refiriéndose de manera inde-
sición podrá justificar a los ojos de ustedes, no menos, así lo terminada a las bases de la clínica.
espero, que a los suyos, la insistencia que puse en rogarle que Pues el new deal psicoanalítico muestra más de un rostro, a
lo hiciera. decir verdad cambia de rostro según los interlocutores, de suerte
¿No vemos, una vez más, demostrado que de proponer al es- que desde hace algún tiempo tiene tantos que 17 sucede en oca-
píritu menos prevenido, si bien no es por cierto el menos ejer- siones verse atrapado en sus propias coartadas, creer en ellas
citado, el texto de Freud al que llamaré de interés más local él mismo, y aun encontrarse en ellas por error.
en apariencia, encontramos en él esa riqueza nunca agotada En cuanto a lo que acabamos de oír, quiero únicamente indi-
de significaciones que lo ofrece por destino a la disciplina del carles hoy las avenidas que abre a nuestras investigaciones más
comentario? No uno de esos textos de dos dimensiones, infini- concretas.
tamente planos, como dicen los matemáticos, que sólo tienen El señor Hyppolite, con su análisis, nos ha hecho franquear
un valor fiduciario en un discurso constituido, sino un texto la especie de co!lado, marcado por la diferencia de nivel en el
vehículo de una palabra, en cuanto que ésta constituye una sujeto, de la creación simbólica de la negación en relación con
emergencia nueva de la verdad. la Bejahung. Esta creación del símbolo, como él ha subrayado,
Si conviene aplicar a esta clase de texto todos los recursos de ha de concebirse como un momento mítico más que como un
nuestra exégesis, no es únicamente, tienen aquí el ejemplo de momento genético. Pues no puede ni siquiera referirse a la
ello, para interrogarlo sobre sus relaciones con aquel que es su constitución del objeto, puesto que incumbe a una relación del
autor, modo de crítica histórica o literaria cuyo valor de "resis- sujeto con el ser, y no del sujeto con el mundo.
tencia" debe saltar a los ojos de un psicoanalista formado, sino Así pues Freud, en este corto texto, corno en el conjunto de
ciertamente para hacerle responder a las preguntas que nos plan- su obra, se muestra muy adelante de su época y bien lejos de
tea a nosotros, tratarlo corno una·palabra verdadera, deberíamos estar en falta frente a los aspectos más recientes de la reflexión
decir, si conociéramos nuestros propios términos en su valor filosófica. No es que se adelante en nada al moderno desarrollo
<le transferencia. del pensamiento de la existencia. Pero dicho pensamiento no
Por supuesto, esto supone que se lo interprete. ¿Hay en efec- es más que la exhibición que descubre para unos, recubre para
to mejor método crítico que el que aplica a la comprensión de otros los contragolpes más o menos bien comprendidos de una
un mensaje los principios mismos de comprensión de los que meditación del ser, que va a impugnar toda la tradición de
éste se hace vehículo? Es el modo más racional de poner a prue- nuestro pensamiento como nacida de una confusión primordial
ba su autenticidad. del ser en el ente.
La palabra plena, en efecto, se define por su identidad con Ahora bien, no puede uno dejar de quedar impresionado por
aquello de que habla. Y este texto de Freud nos ofrece un lumi- lo que se transparenta constantemente en la obra de Freud de
noso ejemplo de esto al confirmar nuestra tesis del carácter trans- una proximidad de estos problemas, que deja pensar que las
psicológico del campo del psicoanálisis, corno el señor Jean Hyp- refer-encias repetidas a las doctrinas presocráticas no dan sim-
polite acaba de decirlo a ustedes en los propios términos. plemente testimonio de un uso discreto de notas de lectura (que
Por eso los textos de Freud resultan a fin de cuentas tener un sería por lo demás contrario a la reserva casi mistificante que
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Freud observa en la manifestación de su inmensa cultura) , sino Piedra de escándalo para una teoría del pensamiento que bus-
indudablemente de una aprensión propiamente metafísica de caba en la conciencia la garantía de su certidumbre, y como tal
problemas para él actualizados. que estaba en el origen de la hipótesis de esa contrahechura de
Lo que Freud designa aquí por lo afectivo no tiene pues, no la conciencia que algunos comprenden como pueden bajo el
hace falta volver sobre ello, nada que ver con el uso que hacen nombre de epifenómeno, es nuevamente y más que nunca a
de este término los partidarios del nuevo psicoanálisis, que lo título de fenómeno de la conciencia como la conciencia va a
utilizan como una r¡ualitas occulta psicológica para designar esa someter la alucinación a la reducción fenomenológica: en la
cosa vivida, cuyo oro sutil, si hemos de atenderlos, sólo se daría que se creerá ver su sentido entregarse a la trituración de las
a la decantación de una alta alquimia, pero cuya búsqueda, cuan- formas componentes de su intencionalidad.
do los vemos jadear ante sus formas más bobas, apenas evoca Ningún ejemplo más impresionante de semejante método que
otra cosa que un husmear de poca ley. las páginas consagradas por Maurice Merleau-Ponty a la aluci-
Lo afectivo en este texto de Freud se concibe como lo que nación en la Fenomenología de la percepción. Pero los límites
de una simbolización primordial conserva sus efectos hasta en a la autonomía de la conciencia que capta en ella tan admira-
la estructuración discursiva. Pues esta estructuración, llamada blemente en el fenómeno mismo son demasiado sutiles de ma-
también intelectual, está hecha para traducir bajo forma de des- nejar para cerrar el camino a la grosera simplificación de la
conocimiento lo que esa primera simbolización debe a la muerte. noesis alucinatoria en que los psicoanalistas caen corrientemen-
Nos vemos llevados así a una especie de intersección de lo te: utilizando torcidamente las nociones freudianas para moti-
simbólico y de lo real que podemos llamar inmediata, en la var con una erupción del principio de placer la conciencia
medida en que se opera sin intermediario imaginario, pero que alucinada.1
se mediatiza, aunque es precisamente bajo una forma que re- Sería sin embargo demasiado fácil objetar a eso que el noe-
niega de sí misma, por lo que quedó excluido en el tiempo pri- ma de la alucinación, lo que se llamaría vulgarmente su conte-
mero de la simbolización. nido, no muestra de hecho sino la relación más contingente con
Estas fórmulas les son accesibles, a pesar de su aridez, por una satisfacción cualquiera del sujeto. Entonces la preparación
todo lo que condensan del uso, en el que se sirven ustedes se- fenomenológica del problema deja entrever que no tiene ya
guirme, de las categorías de lo simbólico, de lo imaginario y aquí valor sino a condición de plantear los términos de una
de lo real. verdadera conversión de la cuestión: a saber, si la noesis del
Quiero darles una idea de los lugares fértiles cuya clave es fenómeno tiene alguna relación de necesidad con su noema.
lo que hacé un momento llamaba yo el collado que ellas Es aquí donde el artículo de Freud puesto al día toma su
definen. lugar por señalar a nuestra atención hasta qué punto el pensa-
Para hacerlo, extraeré de dos campos diferentes dos ejemplos miento de Freud es mucho más estructuralista de lo que se
como premisas, el primero, de lo que estas fórmulas pueden admite en las ideas aceptadas. Pues se falsea el sentido del prin-
iluminar de las estructuras psicopatológicas y hacer compren- cipio de placer si se desconoce que en la teoría nunca es plan-
der a la vez de la nosografía; el segundo, de 1o que hacen com- teado solo.
prender de la clínica psicoterápica y a la vez iluminan para Pues la puesta en forma estructural, en ese artículo, tal como
la teoría de la técnica. el señor Hyppolite acaba de explicitarlo ante ustedes, nos lleva
El primero interesa a la función de la alucinación. Sin duda de entrada, si sabemos entenderla, más allá de la conversión
no se podría sobreestimar la amplitud del desplazamiento que que evocanlos como necesaria. Y es en esa conversión en la que
se ha producido en el planteamiento de este problema por el voy a intentar acostumbrarles a analizar un ejemplo en el que
enfoque llamado fenomenológico de sus datos. quiero que sientan la promesa de una reconstrucción verdade-
Pero cualquiera que sea el progreso que se ha cumplido aquí, 'Como ejemplo de este simplismo se puede dar el informe de R. de
el problema de la alucinación sigue estando no menos centrado Saussure en el Congreso de Psiquiatría ele 1950 y el uso que en él hace para
sobre los atributos de la conciencia de lo que lo estaba antes. todo fin de esa noción verdaderamente nueva: ¡la emoción alucinada!
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ramente científica de los datos del problema, de la que tal vez
portamiento un acceso, y no sin audacia, a la realidad genital,
seremos juntos los artesanos por cuanto encontraremos en ello
ésta ha quedado como letra muerta para su inconsciente donde
los asideros que hasta ahora ·se han hurtado a la alternativa cru-
sigue reinando la "teoría sexual" de la fase anal.
cial de la experiencia.
No necesito ir más lejos para encontrar este ejemplo que De este fenómeno Freud discierne la razón en el hecho de que
volver a tomar el que se ofreció a nosotros 1a última vez, al inte- la posición femenina asumida por el sujeto en la captación ima-
ginaria del traumatismo primordial (a saber aquel cuya histo-
rrogar un momento significativo del análisis del "hombre de los
lobos". 2 ricidad da a la comunicación del caso su motivo principal), le
hace imposible aceptar la realidad genital sin la amenaza, desde
Pienso que está todavía presente en la memoria de ustedes
ese momento inevitable para él, de la castración.
la alucinación cuyo rastro recobra el sujeto con el recuerdo.
Apareció erráticamente en su quinto año, pero también con la Pero lo que dice de la naturaleza del fenómeno es mucho más
notable. No se trata, nos dice, de una represión (Verdriingung),
ilusión, cuya falsedad será demostrada, de haberla contado ya
pues la represión no puede distinguirse del retorno de lo repri-
a Freud. El examen de este fenómeno quedará aliviado para
mido por el cual aquello de lo que el sujeto np puede hablar,
nosotros de lo que ya sabemos de su contexto. Pues no es de lo grita por todos los poros de su ser.
hechos acumulados de donde puede surgir una luz, sino de un
Ese sujeto, nos dice Freud, de la castración no quería saber
hecho bien relatado con todas sus correlaciones, es decir con
nada en el sentido de la represión, er von ihr nichts wissen wollte .
las que, a falta de comprender el hecho, justamente se olvidan
im Sinne der Verdriingung. 4 Y para designar este proceso em-
-salvo intervención del genio que, no menos justamente, for-
p'ea el término erwerfung, para el cual propondremos consi-
mula ya el enigma como si conociese la o las soluciones.
derándolo todo el término "cercenamiento" ["retranchement"].
Ese contexto lo tienen ya ustedes pues en los obstáculos que
Su efecto es una abolición simbólica. Pues cuando Freud ha
ese caso presentó al análisis, y en los que Freud parece progresar
dicho "Erverwaft sie", "cercena la castración" ("und blieb auf
de sorpresa en sorpresa. Porque naturalmente no tenía la om-
dem Stamdpunkt des Verkehrs im After", "y permanece en el
nisciencia que permite a nuestros neopracticantes poner la pla-
statu quo del coito anal"),~ continúa: "con ello no puede decir-
nificación del caso al principio del análisis. E incluso es en esa
se que fuese propiamente formulado ningún juicio sobre su
observación donde afirma con mayor fuerza el principio contra-
existencia, pero fue exactamente como si nunca hubiese exis-
rio, a saber que preferiría renunciar al equilibrio entero de su tido".6
teoría antes que desconocer las más pequeñas particularidades
Algunas páginas más arriba, es decir justo después de haber
de un caso que la pusiera en tela de juicio. :Es decir que si la
determinado la situación histórica de ese proceso en la biogra-
suma de la experiencia analítica permite desprender algunas
fia de su sujeto, Freud concluyó distinguiéndolo expresamente
formas generales, un análisis no progresa sino de lo particular
de la represión en estos términos: "Eine Verdriingung ist etwas
a lo particular.
anderes als eine Verwerfun-g'. 1 Lo cual, en la traducción fran-
Los obstáculos del caso presente, como las sorpresas de Freud,
cesa, se nos presenta en estos términos: "Una represión es otra
si recuerdan ustedes mínimamente no sólo lo que de ello salió
cosa que un juicio que rechaza y escoge." Dejo a ustedes el jui-
a luz la última vez, sino el comentario que hice en el primer
cio de la especie de maleficio que hay que admitir en la suerte
año de mi seminario, 3 se sitúan de plano en nuestro asunto de
deparada a los textos de Freud en francés, si nos negamos a
hoy. A saber, la "intelectualización" del proceso analítico por
creer que Jos traductores se hayan pasado la consigna para ha-
una parte, el mantenimiento de la represión, a pesar de la toma
cerlos incomprensibles, y no hablo de lo que añade a este efecto
de conciencia de lo reprimido, por otra parte. la extinción completa de la vivacidad de su estilo.
Así es como Freud, en su inflexible inflexión a la experiencia,
comprueba que aunque el sujeto haya manifestado en su com· 'G. W., XII, p. 117; Cinq psychanalyses, p. 389 [A. XV!I, p. 78].
5
lbid .
• G. w., XII, PP· 103-121 [A. XVI!, PP· 67-81]. '!bid.
•O sea en 1951-1952. 7
G. W., XII, p. lJ !; Cinq psychanalyses, p. 385 [A. XVII, p. 74].
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1 El proceso de que se trata aquí bajo el nombre de Verwerfung
y que no ha sido, que yo sepa, objeto de una sola observación
cede con ello pueden ustedes verlo: lo que no ha llegado a la
luz de lo simbólico aparece en lo real.
un poco consistente en la literatura analítica, se sitúa muy pre- Pues así es como hay que comprender la Einbeziehung ins Ich,
cisamente en uno de los tiempos que el señor Hyppolite acaba la introducción en el sujeto, y la Ausstossung aus dem Ich, la
de desbrozar para ustedes en la dialéctica de la Verneinung: es expulsión fuera del sujeto. Es esta última la que constituye lo
exactamente lo que se opone a la Bejahung primaria y consti- real en cuanto que es el dominio de lo que subsiste fuera de la
1 tuye como tal lo que es expulsado. De lo cual van ustedes a ver simbolización. Y por eso la castración aquí cercenada por el
sujeto de los límites mismos de lo posible, pero igualmente por
f la prueba en un signo cuya evidencia les sorprenderá. Porque
es aquí donde volvemos a encontrarnos en el punto en que los ello sustraída a las posibilidades de la palabra, va a reaparecer

i dejé la última vez, y que va a sernos mucho más fácil de fran- en lo real, erráticamente, es decir en relaciones de resistencia
quear después de lo que acabamos de aprender gracias al dis- sin transferencia -diríamos, para volver a la metáfora que uti-
lizamos antes, como una puntuación sin texto.
curso del señor Hyppolite.
Iré pues más adelante, sin que los más picados de la idea de Pues lo real no espera, y concretamente no al sujeto, puesto
desarrollo, si es que los hay todavía aquí, puedan objetarme la que no espera nada de la palabra. Pero está ahí, idéntico a su
fecha tardía del fenómeno, puesto que el señor Hyppolite les existencia, ruido en el que puede oírse todo, y listo a sumergir
ha mostrado admirablemente que es míticamente como Freud con sus esquirlas lo que el "principio de realidad" construye
en él bajo el nombre de mundo exterior. Pues si el juicio de
lo describe en cuanto primordial.
La Verwerfung pues ha salido al paso a toda manifestación existencia funciona efectivamente como lo hemos entendido en
del orden simbólico, es decir a la Bejahung que Freud establece el mito freudiano, es sin duda a expensas de un mundo sobre
el cual la astucia de la razón ha tomado dos veces su parte.
como el proceso primario en que el juicio atri~utivo toma su
No hay otro valor que dar en efecto a Ia reiteración de la
raíz, y que no es otra cosa sino la condición primordial para
repartición del fuera y del dentro que articula la frase de Freud:
que de lo real venga algo a ofrecerse a la revelación del ser, o, "Es ist, wie man sieht, wieder eine Frage des Aussen und Innen".
para emplear el lenguaje de Heidegger, sea dejado-ser. Porque "Se trata, como se ve, nuevamente de una cuestión del fuera y
es sin duda hasta ese punto alejado adonde nos lleva Freud, del dentro." ¿En qué momento en efecto se presenta esta frase?
puesto que sólo ulteriormente una cosa cualquiera podrá en- - Ha habido primero la expulsión primaria, es decir lo real
contrarse allí como ente. como exterior al sujeto. Luego en el interior de la representa·
Tal es la afü;mación inaugural, que no puede ya renovarse ción (Vorstellung), constituida por la reproducción (imagina·
sino a través de las formas veladas de la palabra inconsciente, ria) de la percepción primera, la discriminación de la realidad
pues sólo por la negación de la negación permite el discurso como de aquello que del objeto de esa percepción primera no
humano regresar a eso. es solamente planteado como existente por el sujeto, sino que
Pero ¿qué sucede pues con lo que no es dejado ser en esa puede volver a encontrarse (wiedergefunden) en el lugar en
Bejahung? Freud nos lo ha dicho previamente, lo que el sujeto .el que puede apoderarse de ello. En eso es en lo único en que
ha cercenado (verworfen) así, decíamos, de la abertura al ser no la operación, por muy desencadenada que sea por el principio
volverá a encontrarse en su historia, si se designa con ese nom- de placer, escapa a su dominio. Pero en esa realidad que el
bre el lugar donde lo reprimido viene a reaparecer. Porque, les sujeto debe componer según la gama bien templada de sus
ruego observar cuán impresionante es la fórmula por carecer objetos, lo real, en cuanto cercenado de la simbolización primor.
de toda ambigüedad, el sujeto no querrá "saber nada de ello dial, está ya. Podríamos incluso decir que charla solo. Y el sujeto
en el sentido de la represión". Pues para que hubiese efectiva- - puede verlo emerger de allf bajo la forma de una cosa que está
mente de conocer algo de ello en ese sentido, sería necesario que lejos de ser un objeto que le satisfaga, y que no interesa sino
eso saliese de alguna manera a la luz de la simbolización pri- de la manera más incongruente a su intencionalidad presente:
mordial. Pero, una vez más, ¿qué sucede con ello? Lo que su- es aquí la alucinación en cuanto que se diferencia radicalmente
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del fenómeno interpretativo. De lo cual tenemos este testimonio
de la pluma de Freud transcrito bajo el dictado del sujeto. donde regresa sin haber podido contar las vueltas de su descenso
El sujeto le cuenta en efecto que "cuando tenía cinco años, y de su ascenso, y sin que su retorno a la superfice del tiempo
jugaba en el jardín al lado de su criada, y hada muescas en la común haya respondido para nada a su esfuerzo.
corteza de uno de esos nogales (cuyo papel en su sueño conoce- El rasgo de mutismo aterrado vuelve a encontrarse notable-
mos). De pronto notó con un terror imposible de expresar que mente en otro caso, casi calcado de éste, y transmitido por Freud
se había seccionado el dedo meñique de la mano (¿derecha o de un corresponsal ocasional. s
izquierda? No lo sabe) y que ese dedo sólo colgaba ya por la El rasgo del abismo temporal no va a dejar de mostrar corre-
piel. No sentía ningún dolor, sino una gran ansiedad. No se laciones significa ti vas.
animaba a decir nada a su criada que estaba a sólo unos pasos Vamos a encontrarlas efectivamente en las formas actuales en
de él; se dejó caer sobre un banco y permaneció así, incapaz de que se produc~ la rememoración. Ustedes saben que el sujeto,
lanzar una mirada más a su dado. Al fin se calmó, miró bien en el momento de emprender su relato, creyó primero que ya lo
su dedo, y -¡fíjese nomásl- estaba totalmente indemne". había contado, y que este aspecto del fenómeno pareció a Freud
Dejemos a Freud el cuidado de confirmarnos con su escrúpulo que merecía ser considerado aparte para ser\.ir de tema a uno
habitual, por todas las resonancias temáticas y las correlaciones de los escritos que constituyen este año nuestro programa. 9
biográficas que extrae del sujeto por la vía de la asociación, La manera misma en que Freud se pone a explicar esa ilu-
toda la riqueza simbólica del argumento alucinado. Pero no nos sión del recuerdo, a saber por el hecho de que el sujeto había
dejemos a nuestra vez fascinar por ella. contado varias veces el episodio de la compra hecha por un tío
Las correlaciones del fenómeno nos enseñarán más para lo a petición suya de una navaja, mientras que su hermana recibía
que nos interesa que el relato que lo somete a las condiciones un libro, sólo nos retendrá por lo que implica sobre la función
de transmisibilidad del discurso. Que su contenido se pliegue del recuerdo-pantalla.
a ellas tan holgadamente, que llegue hasta confundirse con los
Otro aspecto del movimiento de la rememoración nos parece
temas del mito o de la poesía, plantea por cierto una cuestión,
converger hacia la idea que vamos a emitir. Es que la correc-
que se formula de inmediato, pero que tal vez exige ser plan-
ción que el sujeto le áporta secundariamente, a saber que el
teada nuevamente en un tiempo segundo, aunque sólo sea
nogal de que se trata en el relato y que no nos es menos familiar
porque en el punto de partida sabemos que la solución simple
que a él cuando evoca su presencia en el sueño de angustia, que
no es aquí suficiente.
es en cierto modo la pieza maestra del material de este caso, es
Un hecho en efecto se desprende del relato del episodio que
no es en absoluto necesario para su comprensión, bien al con- aportada sin duda de otro sitio, a saber de otro recuerdo de alu-
trario, es la imposibilidad en que el sujeto se encontró de hablar cinación en el cual es del árbol mismo del que hace brotar
sangre.
de él en aquel momento. Hay aquí, observémoslo, una interver-
¿No nos indica este conjunto en un carácter en cierto modo
sión de la dificultad en relación con el caso de olvido del nom-
bre que hemos analizado antes. Allá, el sujeto ha perdido la
disposición del significante, aquí se detiene ante la extrañeza
extratemporal de la rememoración algo como el sello de origen
de lo que es rememorado? 1
1
del significado. Y esto hasta el punto de no poder comunicar ¿Y no encontramos en este carácter algo no idéntico, pero que '>1

el sentimiento que esto le produce, ni siquiera bajo la forma podríamos llamar complementario de lo que se produce en el
de una llamada, siendo así que tiene a su alcance a la persona famoso sentimiento de déja vu que, aunque ha llegado a consti-
más adecuada para escucharla: su bienamada N ania. tuir la cruz de los psicólogos, no por ello ha quedado esclarecido
Muy al contrario, si me permiten el término familiar por su
valor expresivo, no pestañea; lo que describe de su actitud su- • Cf. "über fausse reconnaissance ('déja raconté') wahrend der psycho-
analytischen Arbeit", en G. W., x, pp. 116-123, pasaje citado, p. 122. Trad.
giere la idea de que no es sólo en un estado de inmovilidad en
inglesa, Coll. Papers, II, pp. 334-341, p. 340 ["Acerca de! fausse reconnaissance
lo que se hunde, sino en una especie de embudo temporal de en el curso del trabajo psicoanalítico", A. xn, pp. 207-212].
•Es el artículo citado hace un momento.
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a pesar del número de explicaciones que ha recibido, y que no es la hiancia de un vado la que constituye el primer paso de
por azar ni por gusto de la erudición recuerda Freud en el ar- todo su movimiento dialéctico.
tículo del que hablamos por el momento? Es ciertamente lo que explica, al parecer, la insistencia que
Podría decirse que el sentimiento de déja vu sale al encuentro pone el esquizofrénico en reiterar ese paso. En vano, puesto
de la alucinación errática, que es el eco imaginario que surge que para él todo lo simbólico es real.
en respuesta a un punto de la realidad que- pertenece al límite Bien diferente en eso del paranoico del que hemos mostrado
donde ha sido cercenado de lo simbólico. en nuestra tesis las estructuras imaginarias prevalentes, es decir
r- Esto quiere decir que el sentimiento de irrealidad es exacta- la retroacción en un tiempo dclicó que hace tan difícil la anam-
mente el mismo fenómeno que el sentimiento de realidad, si se nesia de sus perturbaciones, de fenómenos elementales que son
designa con este término el "clic" que señala la resurgencia, di- solamente presignificantes y que no logran sino después de una
organización discursiva larga y penosa establecer, constituir.
1 fícil de obtener, de un recuerdo olvidado. Lo que hace que el
segundo sea sentido como tal es que se produce en el interior
del texto simbólico que constituye el registro de la rememora-
ese universo siempre parcial que llaman un delirio. 10
Me detengo en estas indicaciones, que habremos de volver
ción, mientras que el primero responde a las formas inmemoria- a tomar en un trabajo clínico, para dar un segundo ejemplo en
les que aparecen sobre el palimpsesto de lo imaginario, cuando el cual poner a prueba nuestras afirmaciones de hoy.
el texto interrumpiéndose deja al desnudo el soporte de la
reminiscencia.
No se necesita para comprenderlo en la teoría freudiana más Este ejemplo incumbe a otro modo de interferencia entre· Jo
que escuchar a ésta hasta el fin, pues si toda representación no simbólico y lo real, esta vez no uno que sufra el sujeto, sino
vale en ella sino por lo que reproduce de la pew~pción primera, que el sujeto actúa. Es efectivamente este modo de reacción el
esta recurrencia no puede detenerse en ésta sino "a título mítico. que se designa en la técnica con el nombre <le acting out sin
Esta observación remitía ya a Platón a la idea eterna; preside que quede siempre bien delimitado su sentido; y vamos a ver
en nuestros días el renacimiento del arquetipo. En cuanto a que nuestras consideraciones de hoy son de naturaleza adecuada
para renovar su noción.
nosotros, nos contentaremos con observar que es únicamente
por las articulaciones simbólicas que lo enmarañan con todo El acting-out que vamos a examinar, siendo de tan poca con-
secuencia aparentemente para el sujeto como la alucinación que
un mundo como la percepción toma su carácter de realidad.
acaba de retener nuestra atención, puede ser no menos demos-
Pero el sujeto; no experimentará un sentimiento menos con-
trativo. Si no ha de permitirnos llegar tan lejos, es que el aútor
vincente al tropezar con el símbolo que en el origen cercenó de
del que lo tomamos no muestra el poder de investigación y la pe-
su Bejahung. Pues ese símbolo no encaja por ello en lo imagina- netración adivinatoria de Freud, y que para sacar de él más
rio. Constituye, nos dice Freud, lo que propiamente no existe; instrucción pronto nos faltará materia.
y es en cuanto tal como ek-siste, pues nada existe sino sobre un Es referido en efecto por Ernst Kris, autor que adquiere sin
fondo supuesto de ausencia. Nada existe sino en cuanto que embargo toda su importancia por formar parte del triunvirato
no existe. que se encargó de dar al new deal de la psicología del ego su
Es también esto lo que aparece en nuestro ejemplo. El con- estatuto en cierto modo oficial, e incluso por considerársele como
tenido, de la alucinación tan masivamente simbólica, debe en su cabeza pensante.
ella su aparición en lo real al hecho de que no existe para el No por ello nos da de él una fórmula más segura, y los pre-
sujeto. Todo indica en efecto que éste permanece fijado en su ceptos técnicos que este ejemplo se supone que ilustra en el
inconsciente en una posición femenina imaginaria que quita artículo "Ego psychology and interpretation in psychoanalytic
todo sentido a su mutilación alucinatoria. 10
En el orden simbólico, los vados son tan significantes como De la psychose paranoi"aque dans ses rapporls avec la personnalité, París,
Le Fran~i~. 1932. [De la psicosis paranoica en sus relaciones can la peno-
los llenos; parece efectivamente, escuchando a Freud hoy, que nalidad, México, Siglo XXI, 1976].
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therapy" 11 desembocan, en su equilibrio donde se distinguen Desde ese momento, nos dice Kris, la cuestión cambia de faz.
las nostalgias del analista de vieja cepa, en nociones entre azul Pronto se trasluce que el eminente colega se ha apoderado de
y buenas noches cuyo examen dejamos para más tarde, sin dejar manera reiterada de las ideas del sujeto, las ha arreglado a su
de esperar por lo demás la llegada del bendito que, calibrando gusto y simplemente las ha señalado sin hacer mención de ellas.
por fin en su ingenuidad esa infatuación del análisis normali- Y esto es lo que el sujeto temblaba de robarle, sin reconocer en
zante, le propinase, sin que nadie tenga por qué meter las na- ello su bien.
rices, el golpe definitivo. Se anuncia una era de comprensión nueva. Si dijese que el
Consideremos mientras tanto el caso que nos presenta para gran corazón de Kris abrió las puertas de ésta, sin duda no re-
arrojar luz sobre la elegancia con que, podríamos decir, lo ha cogería su asentimiento. Me diría, con la seriedad proverbial-
desbrozado, y esto en razón de los principios de los cuales su mente atribuida en francés al papa, que siguió el gran princi-
intervención decisiva muestra la aplicación magistral: entenda- pio de abordar los problemas por la superficie. ¿Y por qué no
mos con esto el llamado al yo del sujeto, el abordamiento "por diríamos también que los toma por fuera, e incluso que una
la superficie", la referencia a la realidad, y tutti quanti. brizna de quijotismo podría leerse sin que ;él lo sepa en la
He aquí pues un sujeto al que ha tomado en posición de se- manera en que viene a decidir tajantemente en materia tan
gundo analista. Este sujeto se encuentra gravemente trabado delicada como el hecho del plagio?
en su profesión, profesión intelectual que parece no estar muy El vuelco de intención cuya lección hemos ido a aprender hoy
alejada de la nuestra. Esto es lo que se traduce diciéndonos que, de nuevo en Freud lleva sin duda a algo, pero no está dicho que
aunque ocupa una posición académica respetada, no podría sea a la objetividad. En verdad, si podemos estar seguros de que
avanzar a un más alto rango, por falta de poder publicar sus no se sacará sin provecho a la bella alma de su rebeldía contra
investigaciones. La traba es la compulsión por la cual se siente el desorden d<tJ. mundo, poniéndola en guardia en cuan to a la
empujado a tomar las ideas de los otros. Obsesión pues del parte que le toca en él, lo inverso no es verdad, y no debe bas-
plagio, y aun del plagiarismo. En el punto en que se encuentra, tarnos que alguien se acuse de alguna mala intención para que
después de haber cosechado una mejoría pragmática de su pri- le aseguremos que no es culpable de ella.
mer análisis, su vida gravita en torno a un brillante scholar en Era sin el.llbargo una magnífica ocasión para poder percatarse
el tormento constantemente alimentado de evitar hurtarle sus de que, si hay por lo menos un prejuicio del que el psicoanalista
ideas. Sea como sea, un trabajo está listo para aparecer. debería desprenderse por medio del psicoanálisis, es el de la
Y un buen día, hete aquí que llega a la sesión con un aire propiedad intelectual. Esto habría hecho sin duda más fácil
de triunfo. Ya tiene la prueba: acaba de echar el guante a un para aquel que seguimos aquí orientarse en la manera en que
libro de la biblioteca que contiene todas las ideas del suyo. su paciente lo entendía por su parte.
Puede decirse que no conocía el libro, puesto que le echó una Y puesto que se salta la barrera de una prohibición, por lo
ojeada no hace mucho. No obstante, ahí lo tenemos, plagiario
a pesar suyo. El analista (la analista) que le hizo su primer
tratamieryto tenía bastante razón cuando le decía aproximada-
mente "quien ha robado robará", puesto que también en su
demás más imaginaria que real, para permitir al analista un
juicio sobre las pruebas, ¿por qué no darse cuenta de que es
quedarse en la abstracción no mirar el contenido propio de las
1
ideas aquí en litigio, pues no podría ser indiferente?
pubertad birlaba de buen talante libros y golosinas.
La incidencia vocacional, para decirlo de una vez, de la inhi-
Aquí es donde Ernst Kris, con su ciencia y con su audacia,
bición no es tal° vez de descuidarse enteramente, aun cuando
interviene, no sin conciencia de hacérnoslas· medir, sentimiento
sus efectos profesionales parecen evidentemente más importan-
en el que tal vez lo abandonaremos a medio camino. Pide ver
tes en la perspectiva culturalmente especificada del success.
ese libro. Lo lee. Descubre que nada justifica en él lo que el
sujeto cree leer allí. Es él solo quien atribuye al autor el haber Pues, si he podido notar alguna contención en la exposición
dicho todo lo que él quiere decir. de los principios de interpretación que implica un psicoanálisis
que ha regresado a la ego psychology, en cambio en el comen-
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Aparecido en The Psychoanalytic Quarterly, vol. xx, núm. 1, enero. tario del caso no nos perdonan nada.
RESPUESTA AL COMENTARIO DE JEAN HYPPOLITF. RESPUESTA AL CXlMENTARIO DE JEAN HYl'POL!n: 381
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1
. Reconfortándose de pasada con una coincidencia que le pa-
rece de fas más felices con las fórmulas del honorable señor Bi-
de las patterns de la conducta del sujeto, es propiamente inscri-
bir esa conducta en las pattems del analista.

l bring, el señor Kris nos expone su método: "Se trata de determi-


nar en un periodo preparatorio (sic) las pattems de compor-
No es que no se meneen allí otras cosas. Y vemos dibujarse con
el padre y el abuelo una situación triangular muy atractiva de

l
tamiento, presentes y pasadas, del sujeto (d. p. 24 del artículo). aspecto, tanto más cuanto que el primero parece haber fallado,
Se observarán ante todo aquí sus actitudes de crítica y de admi- como suele suceder, en mantenerse al nivel del segundo, sabio
ración para con las ideas de los otros; luego la relación de éstas distinguido en su campo. Aquí algunas astucias sobre el abuelo
con las ideas propias del paciente." Pido excusas por seguir (grand-pere) y el padre que no era grande, a las que tal vez
paso a paso el texto. Pues es preciso aquí que no nos deje duda hubiéramos preferido algunas indicaciones sobre el papel de la
alguna sobre el pensamiento de su autor. "Una vez llegados a muerte en todo este juego. Que los peces grandes y los chicos
. de las partidas de pesca con el padre simbolicen la clásica "com-

1
este punto, la comparación entre la productividad del propio
paciente y la de los otros debe proseguirse con el mayor detalle. paración" que en nuestro mundo mental ha tomado el lugar
Al final, la deformación de imputar a los otros sus propias ideas ocupado en otros siglos por otras más galantes, ¡no lo dudamos!
va a poder finalmente analizarse y el mecanismo 'debe y haber' Pero todo esto, si se me permite la expresión, no me parece
tomado por la punta debida.
volverse consciente."
Uno de los maestros añorados de nuestra juventud, del que No daré de ello más prueba que el cuerpo del delito prome-
sin embargo no podemos decir que lo hayamos seguido en los tido en mi ejemplo, es decir justamente lo que el señor Kris nos
últimos virajes de su pensamiento, había designado ya lo que produce como el trofeo de su victoria. Cree haber llegado a la
nos describen aquí con el nombre de "balancismo". Por supuesto, meta; se lo participa a su paciente. "Sólo las ideas de los otros
no es de desdeñarse hacer consciente un síntoma obsesivo, pero son interesantes, son las únicas que vale la pena tomar; apode-
sigue siendo algo diferente de fabricarlo de cabo a rabo. rarse de ellas es una cuestión de saber arreglárselas" -traduzco
Abstractamente planteado, este análisis, descriptivo, nos pre- así engineering porque pienso que hace eco al célebre how to
ósan, no me parece sin embargo muy diferenciado de lo que norteamericano, pongamos, si no es eso: cuestión de planifica-
se reporta del modo de abordamiento que habría seguido la ción.
primera analista. Pues no nos hacen un misterio del hecho de "En ese punto -nos dice Kris- de mi interpretación, espera-
que se trata de la señora Melitta Schmideberg, al citar una frase ba la reacción de mi paciente. El paciente se callaba, y la lon-
extraída de un. comentario que habría hecho aparecer de ese gitud misma de ese silencio, afirma, pues mide sus efectos, tiene
caso: "Un paciente que durante su pubertad robó de vez en una significación especial. Entonces como dominado por una
cuando. . . ha conservado más tarde cierta inclinación al pla- iluminación súbita, profiere estas palabras: 'Todos los días a
gio... Desde ese momento, puesto que para él la actividad esta- mediodía, cuando salgo de la sesión, antes del almuerzo, y antes
ba ligada con el robo, el esfuerzo científico con el plagiaris- de volver a mi oficina, voy a dar una vuelta por la calle tal
mo, etcétera." (una calle, nos explica el autor, bien conocida por sus restau-
No hemos podido verificar si esta frase agota la parte tomada
rantes pequeños, pero donde es uno bien atendido) y hago gui-
al análisis por el autor juzgado, ya que una parte de la litera-
12 ños a los menús detrás de las vidrieras de sus entradas. En uno
tura analítica se ha vuelto por desgracia muy difícil de acceso.
Pero comprendemos mejor el énfasis del autor de quien reci- de esos restaurantes es donde encuentro de costumbre mi plato
bimos el texto cuan<lo embona su conclusión: "Es posible ahora. preferido: sesos frescos'."
comparar los dos tipos de enfoque analítico." Es la palabra final de su observación. Pero el muy vivo in-
Pues, a medida que ha precisado concretamente en qué con• terés que siento por los casos de generación sugerida de los ra-
siste el suyo, vemos claramente lo que quiere decir ese análisis tones por las montañas, los detendrá a ustedes, así lo espero,
todavía un momento, si les ruego examinar conmigo ésta.
"Cf. si se puede: Melitta Schmideberg, "Intéllektuelle Hemmung und
Se trata de todo a todo de un .individuo .de la especie llamada
Es-Storung", Ztschr. f. psn. Piid., vm, 1934.
.382 RESPUESTA AL COMENTAll.IO DE JEAN HYPPOLITF.
RESPUESTA AL COMENTARIO DE JEAN HYPPOLITE $83
.acting out, sin duda de pequeño tamaño, pero muy bien cons-
defensas del sujeto, que al plantear a su mundo las preguntas a
tituido.
las que debería contestar él mismo, puede uno ganarse respues-
Sólo me asombra el placer que parece aportar a su partero.
tas bien incongruentes, y cuyo valor de realidad, en cuanto a
¿Piensa acaso que se trata de una salida válida de ese id,1 ª que
las pulsiones del sujeto, no es el que se da a reconocer en los
lo supremo de su arte ha logrado provocar?
síntomas. Esto es lo que nos permite comprender mejor el aná-
Que con seguridad la confesión de ello que hace el sujeto
lisis hecho por el señor Hyppolite de las tesis aportadas por
tenga todo su valor transferencial, es cosa fuera de duda, aun Freud en la Verneinung .
.cuando el autor haya tomado el partido, deliberado, él lo sub-
raya, de ahorrarnos todo detalle referente a la articulación, y
aquí subrayo yo mismo, entre las defensas (de las que acaba de
describirnos el proceso de desmontarlas) y la resistencia del pa-
ciente en el análisis.
Pero del acto mismo, ¿qué comprender? Salvo ver en él pro-
piamente una emergencia de una relación oral primordialmente
"cercenada", lo cual explica sin duda el relativo fracaso del
primer análisis.
Pero que aparezca aquí bajo la forma de un acto tota1mente
incomprendido por el sujeto no nos parece para éste nada bené-
fico, si bien nos muestra por otra parte adónde conduce un aná-
lisis de las resistencias que consiste en atacar el mundo (las
patterns) del sujeto para remodelarlo sobre el del analista, en
nombre del análisis de las defensas. No dudo de que el paciente
se encuentre, a fin de cuentas, muy bien sometiéndose aquí tam-
bién a un régimen de sesos frescos. Llenará así una pattern más,
la que un gran número de teóricos asignan propiamente al pro-
<:eso del análisis: a saber, la introyección del yo del analista. Hay
que esperar, en efecto, que aquí también es a la parte sana a la
que entienden referirse. Y en este punto las ideas del señor Kris
sobre la productividad intelectual nos parecen garantizadamen-
te de conformidad para Norteamérica.
Parece accesorio preguntar cómo va a arreglárselas con los
sesos frescos, los sesos reales, los que se rehogan con mantequilla
-y pimienta, para lo cual se recomienda mondarlos previamente
de la pía madre, cosa que exige mucho cuidado. No es ésta sin
embargo una pregunta vana, pues supónganse que hubiera sido
por los muchachitos por los que hubieran descubierto en sí el
mismo gusto, exigiendo no menores refinamientos, ¿no habría
en el fondo el mismo malentendido? Y ese acting out, como
.z¡uien dice, ¿no sería igualmente ajeno al sujeto?
Esto quiere decir que al abordar la resistencia del yo en las
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Término inglés aceptado por el Es freudiano.

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