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Ciudades-Estado

Griegas

Originalmente, los griegos vivían dispersos en el


campo, después se fueron formando tribus y la
población se asentó en pequeñas aldeas. Posteriormente, debido a las continuas guerras, los reyes y
nobles construyeron plazas fortificadas, dentro de las que quedaron protegidos los artesanos y
comerciantes. Así surgieron las ciudades-estado, que funcionaban como estados autónomos, llamados
polis. Esparta y Atenas fueron las más importantes.

El desarrollo y crecimiento de las ciudades provocó cambios económicos y sociales. Al aumentar la


población, las tierras se hicieron escasas y hubo que buscar nuevas extensiones para el cultivo. El
desarrollo de la industria (tejido, alfarería y metalurgia) obligó a buscar nuevos mercados para
comercializar sus productos.

Hacia el 750 a.C. se inició la expansión que se prolongó durante dos siglos.

Se fundaron gran número de colonias en las costas del Mediterráneo y el mar Negro, que también se
constituyeron como ciudades-estado o polis.

En el sur de Italia había tantas colonias griegas, que la región recibió el nombre de Magna Grecia. Las
polis más ricas y prósperas fuera de Grecia fueron Bizancio (actual Estambul en Turquía), Siracusa en
la isla de Sicilia, Marsella en Francia, Sagunto y Málaga en España y Naucratis en Egipto.

La expansión griega

Impulsados por motivos económicos, sociales y políticos, los gobernantes griegos empezaron a enviar
grupos colonizadores a territorios de todo el Mediterráneo, donde fundaron ciudades y difundieron
su cultura. Comenzaron ocupando las costas del Asia Menor, dando origen a la cultura jónica, de la
cual surgieron varios sabios y filósofos, como Pitágoras, de Samos; Tales, de Mileto; Heráclito, de
Éfeso, y Demócrito; poetas como Hesíodo y Anacreonte, y el historiador Heródoto, de Halicarnaso.
También establecieron ciudades desde España hasta Rusia.

Con esta expansión, los griegos pasaron de una agricultura de subsistencia a disfrutar de un auge
comercial importante.

El experimento político ateniense

En Atenas se reflejaron de mejor forma los diversos ensayos políticos que vivió Grecia y de los cuales
Occidente es su heredero. La monarquía fue reemplazada por una oligarquía, la que luego de una
gestión brutal y ante la exigencia del pueblo por contar con leyes escritas que regularan la vida en
sociedad, dio paso a un legislador llamado Dracón, quien redactó los preceptos reclamados.

Sin embargo, esta normativa era muy estricta con el pueblo, pero permisiva con los oligarcas. Por
ejemplo, la pena de muerte se aplicaba a delitos casi sin importancia, como robarse un repollo. De ahí
surge el término draconiano para describir a una persona o legislación cruel e inhumana.

Distinto fue el caso de Solón, otro legislador, que abolió la esclavitud por deudas y creó tribunales
compuestos por ciudadanos de todos los grupos sociales, fundamentados en su capacidad económica
(timocracia). Sin embargo, esta reforma fue rechazada por la aristocracia ateniense, la que, liderada
por Pisístrato, respondió a este nuevo orden de cosas tomando el poder por la fuerza y convirtiendo a
Pisístrato en tirano en el año 561 a.C. Con todo, no se pudieron eliminar las reformas de Solón y quedó
abierto el camino para que las clases más pobres se involucraran en el poder, objetivo que lograron a
través de un noble llamado Clístenes.

Esparta

Esta ciudad, ubicada en el Peloponeso, tenía una enorme influencia debido a su gran poderío militar.
La constitución del Estado espartano se atribuye al legislador Licurgo. El Estado estaba a cargo de
dos reyes solo durante las guerras. En tiempos de paz, junto a 28 hombres mayores de 60 años, estos
reyes integraban el Consejo de los ancianos o Gerusía, que preparaba las leyes, que debían ser
aprobadas o rechazadas por la Asamblea Popular. Esta también decidía sobre la guerra, la paz, las
alianzas y elegía a los cinco éforos.

Estos funcionarios convocaban a la Asamblea Popular, manejaban el tesoro público y controlaban la


administración. Después se ampliaron sus facultades, podían destituir y condenar a muerte a los
reyes.

Choque de potencias

Debido a su propagación fuera de sus tierras, los griegos no tardaron en enfrentarse con otras
potencias: los medos y los persas, en un conflicto que se llamó Guerras Médicas.

Fue Darío, el rey de los persas, quien dio el primer paso al conquistar Tracia, arrastrando consigo a
varios territorios y ciudades griegas, en el año 512 a.C. Con la ayuda de Atenas, los jonios de Asia
Menor, bajo dominio persa, se rebelaron y expulsaron a los tiranos. Dos años después, Darío exigió
sumisión a las ciudades griegas. Atenas y Esparta no aceptaron y el 12 de septiembre de 490 a.C. el
ejército ateniense, a cargo de Milcíades el Joven, derrotó a los persas en la ciudad de Maratón,
salvando a toda Grecia.

En el año 480 a.C., Jerjes, hijo del ya fallecido Darío, atacó a los griegos. Estos idearon una
estrategia, ya que sabían que solo podrían derrotarlo en un lugar estrecho, y el paso de las
Termópilas, situado a 160 kilómetros de Atenas, cumplía con ese requisito.

Leónidas, rey de Esparta, al mando del ejército griego, podría haber triunfado si no hubiera sido por
la traición de un pastor, quien les enseñó a los persas un camino para llegar por las espaldas de los
griegos.

Aunque estaba perdido, Leónidas no se rindió y se mantuvo en el paso junto a 300 espartanos y 6.000
hoplitas, con quienes murió defendiendo a su patria. Después, los persas entraron en Atenas y la
quemaron completamente.

Sin embargo, una flota construida por Temístocles, general y político ateniense, combatió a los
barcos persas frente a la isla de Salamina. Como el lugar era muy angosto, los persas no pudieron
desplegar completamente su armada, lo que llevó a un triunfo indiscutible de los griegos, que terminó
con las Guerras Médicas.

Clases en las polis

Las polis albergaban diferentes tipos sociales: el rey y los nobles, que formaban parte del Consejo y
que controlaban la tierra y el ganado; el pueblo, integrado por comerciantes y campesinos y
artesanos, que era representado en la asamblea que ratificaba las decisiones del Consejo, y los
siervos y esclavos, que no podían tomar parte en la vida política.

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