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MINISTERIO DE INSTRUCCION PUBLICA Y PREVISION SOCIAL

ENRIQUE CASARAVILLA LEMOS

PARTITURAS
SECRETAS

Prólogo de
Esther de Cáceres
PARTITURAS SECRETAS
BIBLIOTECA DE CULTURA URUGUAYA

ENRIQUE CASARAVILLA LEMOS

P A R T 1T U R A S
SECRETAS

Prólogo de
Esther de Cóceres

L.210.466
Biblioteca de Cultura Uruguaya
Creada por Resolución del Poder Ejecutivo del 23 de febrero de 1965
Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social
JUAN E. PIVEL DEVOTO
Ministro Secretario de Estado

VOLUMEN II
PROLOGO

Enrique Casaravilla Lemos ha entregado, para la Biblio­


teca de Cultura Uruguaya, sus poemas inéditos. De ellos
desglosamos los que integran el presente libro, primera etapa
de una más amplia publicación futura.
Súbitamente estos cantos nos llevan al recuerdo de nues­
tra emoción de siempre ante los poemas de Casaravilla:
ellos se identifican con una lección de soledad, de entrega
a la propia obra, de libre y pura actitud frente al mundo,
enemigo del alma y de la Poesía.
Esta fuerte lección ha sido posible por el singular des­
tino del poeta, por su ser entrañable y por las experiencias
que providencialmente hubo de atravesar y de las que ya
nos decía en sus primeros poemas. Así, en “ Las fuerzas
eternas” le conocimos el dramático ser profundo:

“ Yo estoy condenado a mi antiguo sufrir


como el ojo a mirar
cual la cima a romper la tormenta
como el fuego a abrasar.
¡Y la tierra me ríe, y el cielo me protege!
Yo estoy condenado a trabajos eternos.
¡Cuándo pasará esta demencia que me a lza .. . y me lanza!
¡Cuándo descansaré como la menos suave flor entre sus
[hojas!

Y sabemos ya, desde este poema, que estamos frente a


una poesía confesional, existencia!, ligada a lo más hondo
de un ser; poderosamente viva, como este mismo ser; sus­
tentada en una pación que se dirige a la tierra y al cielo.
Y sabemos que se cumple aquí la posibilidad de aplicar a
la valoración de la obra aquel criterio ajustado de Raíssa
Maritain: “ El valor de una obra está en razón del contacte
pungente del poeta con su destino” .
Y como aquí el lado trágico de su destino, en otros
cantos la maravilla y el deleite de su encuentro con la Natu­
raleza, el sueño de trascendentalizarla, la aguda tensión por
romper todo límite, en busca de algo que está más allá de
la naturaleza misma y que guarda su secreto. Desde los pri­
meros poemas de CasaravíUa se siente su pasión, su posibi­
lidad de amor, su intensa comunicación con las cosas y con
los seres que pueblan el mundo.
En. exaltados cantos, de ya firme estructura, de línea
opulenta o escuela, dice su asombro, su adoración, su vérti­
go. Y confiesa el dilema arduo:

“ Me llaman
a. su gracia pálida
las bodas del cielo
-—pero yo amo la Tierra.

Y ya sabe que las cosas adorables del mundo son efí­


meras; y ya quiere librarse de su magia; y ya nos dice
su nostalgia de lo lejano, desconocido y eterno.

“ ¡Señor, apártame de tus débiles tesoros!


Dame los fuertes, tuyos, tus tesoros!
los que no se abren con llave de o r o . . .
No éstos! tan pobres!
que como sombras en nuestras manos tiemblan,
y ofrecen una forma tan efímera
como el lloro y el gozo de los d ía s.. .
No Ios que miro, vanos, me concedas;
no los que envuelven en deleite vano;
¡sino los que no miro todavía
que resplandecen con belleza eterna
en tu amor solitario y soberano
de inextinguible Esfera;
¡los de tu dulce Océano lejano!

Por estos versos nacidos hace muchos años sabemos que


la poesía de Enrique Casaravilla Lemos no tiene que ver
con modas literarias. Sólo se vincula con la poesía verda­
dera de todos los tiempos. Con un equilibrio que tiene su
fuente lejana en la gran tradición, ella está en nuestro tiem­
po, libre de lo que en la poesía de nuestro tiempo es circuns­
tancial y pasajero. Se relaciona con elementos nobles del
Arte moderno, diferenciándose de algunos de sus ejemplos
más insignes por la voluntad de forma, por la inteligibilidad,
por la persistencia del elemento melódico que se ha perdido
en la poesía de hoy, y que recién comienza ■— felizmente—
a restaurarse.

La libertad de formas, patentizada- en una intrépida


sintaxis original, no excluye en Casaravilla el rigor cons­
ciente, no significa ruptura con la más noble tradición ni
extravagancia advenediza. Las invenciones irrumpen con
señorío, según sus apoyos profundos y seguros; se adelan­
tan al tiempo; se constituyen en elementos precursores de
la poesía nueva. (Puede encontrarse esta relación cuando se
hacen investigaciones estilísticas en los poetas que vinieron
después: sobre todo en aquellos que adquieren carácter
eminente, tal es el caso de ese héroe delicado e intenso de
la Poesía que es Juan Cunha).
Lejos están las fuentes de Casaravilla Lentos. Se em­
parentó con los clásicos latinos. Y se le oye decir en verso
digno de aquéllos: <
Miremos hacia los cipreses duros y los viñedos quietos

Pero estas correspondencias, estos paralelismos, no


amenguan la originalidad del poeta. Y pudo decir Alberto
Zum Felde a propósito de su ubicación en la historia lite­
raria, en magistral ensayo rico de sensibilidad y sabiduría:
“ Casi ninguna influencia literaria podría señalarse en esta
definitiva obra poética de Casaravilla, no siendo las gene­
rales y vagas, propias de la época. Su misticismo es de
fuente netamente cristiana y viene corriendo por los cauces
ocultos de su alma — desde su infancia religiosa o desde más
lejos todavía— como los ríos subterráneos entre las rocas.
Su dionisismo es también de raíz biológica, aunque tenga
relación literaria con Nietzche, a cuyo contacto ha cobrado
en gran parte esa conciencia de su imperio que él trajo y
que en los siglos pasados nunca tuvo.
“ Júbilo viviente” , canto de la embriaguez suprema de
la vida, alegría del eterno retorno, sería la más resplande­
ciente de las coronas para la nueva mañana de Zaratustra” .
Desde los primeros versos de Júbilo viviente asombra esta
luz nítida, este impulso vivo, este inaudito vuelo:

Haré temblar a mi ritmo la tierra


La haremos temblar, con los compañeros impetuosos.
Antes de alejarme en el abierto horizonte
dispersaré oros de júbilo, y pétalos y palmas de
regocijo;
¡correré ríos de alegría! ¡alegría! ¡m i alegría de
desbordadas alegrías!
Y derrocharé tumultos
de pricipitadas ondas. . .
Y levantaré, seguido uno del otro
subiendo al cielo curvo,
discos livianos de joviales rapideces,
— que me alcancen las manos de los niños—
y campanillas verdes más ligeras y vivas que el
brillo de las brisas
esparcidas en el aire, por mi paso
en descuidada carrera!

Hasta llegar en esta carrera loca, en que misteriosa­


mente se concierta el vértigo con la estricta medida y la
acristalada claridad, a la estrofa última donde el vuelo se
apacigua con emocionante voz:

Y más allá ■—un día—-


del abierto horizonte ya vivido
las sombras sin corazón ya desde muy
atrás rendidas
me verán cruzar la noche
de brazos generosos de oscuridad y silencio
— la encadenada noche de extendido sueño—
sobre rojos caballos
o sobre descubierto carro
lejano y vola d or...
de hierro y resplandor:
¡con mi rojo corazón de jugador Primaveral.

Y Zum Felde afirma: “ El pensamiento filosófico de


Casaravilla asume en general la forma de un patetismo poéti­
co al modo de Goethe, concillando así su instinto dionisíaco
con sus sentimientos religiosos,,.
Más allá, en la glosa, otra vez el recuerdo de Goethe,
refiriéndose a “ Las fuerzas eternas” : “ En este mismo libro,
dice Zum Felde, aparece su canto “ La luz sin límites” , tam­
bién nueva versión definitiva del que antes publicara en las
revistas con el título “ Dios” y en el cual destara tamo noto
dominante aquel otro modo de alianza entre los tlos ptin
eipios: el pensamiento metafísica de un ser ero s cspléndiiLi
misticismo” .
“ Celebración de la Primavera que >n <1 conjunto de
Las fuerzas ciernas ocupa el segundo lugar después tIr l.ii
luz sin límites está inspirado por el misino aliento <h i tm
cepción intuitiva panteista que el primero sédo rpir en él
se abandona la región de las grandes abslnu eionrs atine
lia mágica región de Las Madres, de Goethe pata tilín
los ojos encantados de una prístina luz juradísima a la
visión de la tierra en el séptimo día: y lo arre en él s, cric
lira es la moni¡estación de aquella universal vida divina, en
la /)/ofundtdad r la alegría gozosa de la Nalurnle:a''.
Pero asoman otros insignes oarenteseos, ollas conliales
Untas por las t/ue la piresia tic Enrique ( tisaravilla st sitúa
al nivel de la más alta poesía dt nuestro tiempo En una
hermosa composición tpte él llamó “ Irhol lírito” se tintan
esas presencias. Ifahla de llnudelnir r :

El es el mundo; ron otro mundo en el que


las tundentes almas
so llo za n ; gim en;
mientras jiasa. nave t apitona, su verso
buscando las ágiles novedades del más allá
Se ven también los que abrazan las antiguas
fnntusius tlrl petado
— espectáculo aburrido -
y su luto y sus jrenas roen, romo su alma
Flor de Infinito.

Habla de Verlainc; y entre i aria» siempre lio irlas e\


presiones surgen éstas:
Es él una rama mágica y sola en las brisas que ha
i a redado
y crucificado melancólicamente una ninfa
de cabello fugitivo y duro
entre el pálido rocío y el cielo!
Encuentra en Verlaine
“ la palabra que rueda apagada y
pliega su ala de oro”
Habla de Darío:
Su pasar. . . como una prora reluciente y doloroso
Una noche perdida. . . pero plateada por un ruiseñor
continuo
aún más que por la luna ancha y soberana
y terminada sobre rastros dolorosos, y desaparecida
bajo la mirada de sus Dioses.

Sí, Beaudelaire, Verlaine, Darío; y también los acen­


tos del alma de l'oe, precursor en quien encontramos el origen
de toda la poesía grande que viene después. Y pensando en
esta profunda relación con Poe, se nos aparece, en la obra
de Casaravilla, un singular concierto de lo clásico y lo ro­
mántico. Como en Poe se da aquí una calidad de alma, un
sentido de la forma, un sentido plástico, escultural; la su­
peración de la antinomia clásico-romántico, superación que
en nuestro tiempo se acentúa a través de insignes ejemplos,
en Poesía, Música y Artes Plásticas.
Aquel profundo y sutil crítico que fue Eduardo Dieste
aludió a las fuentes de Casaravilla Lemos en una admirable
glosa apenas difundida y que quiero dejar aquí. Dice el
autor de Buscón Poeta:
“ No sería fácil establecer un linaje a la poesía de Enri­
que Casaravilla Lemos aunque demos pronto con la moda­
lidad francesa que tanto influyó en América del Sur, más
que nada advertidos por la devoción que nuestro poeta siente
por Baudelaire y Verlaine. Pero la contextura de su genio
es tan inequivocadamente española que sorprende no encon-
trar en su verso los influjos de la escuela andaluza o gallega,
coetáneas y hoy directrices (Machado, Valle Inclán, Juan
Ramón Jiménez) que son de su propia raíz y esencia; y es
que esos mismos poetas de España se parecen y no se comu­
nican; salen del mismo tronco ignorándolo, o con una fuerza
tan divergente que desata los lazos familiares en el esplen­
dor de las individualidades; hecho que, en todos los órde­
nes, tanto caracteriza la expresión de la raza. Y en el fondo
de la más pura latinidad, Horacio es la clave de la poesía
y del habla en lo clásico antiguo y moderno, salvo el aire
dulce, aunque es mucha salvedad, de los cancioneros galaico
portugueses de la Edad Media; y aunque aquí encontramos
fácilmente el hilo romántico en los poetas ilel "M esleí de
Clerecía” , Juan Ruiz y Berceo.
Esta limpieza de aristas del verso lioraciano, este din o
rigor de la medida como condición y cansa tic un vuelo
lírico desmedido, generoso y lleno de sorpresa, en que la
serenidad y el barroquismo tienen sus fronteras, y un sabor
terreno y una grave razón, constituyen el espirita ./. lalini
dad de que toma linaje nuestro poeta.
Hemos dicho sorpresa; y en una melodía de ¡néspera
das cadencias viene a resolverse lodo canto de Casal avilla
Leíaos; hechos dicho grave razón; y es de arquitectura
romana, que atraviesa en arcos la campiña y el cielo de
Segovia, todo canto de Casaravilla Latios, liemos dicho gra
cia; y en flores y en estrellas de soledad se derrama por las
vertientes, dulces o violentas, de todos sus cantos.
Podríamos decir que jamás hemos leñólo la presencia
de un ser por invisible que sea, en la humildad o en la divi­
nidad, florecilla del campo o arcángel, como cuantío ha sitio
tocada por la vara ardiente del verso de Casaravilla I.eraos,
que nos lleva, con la palabra única, a la línea de su propio
horizonte alucinado. La doncella que perfuma ignoradamente
los caminos que el poeta transita; una estrella sola, cuida
como una gran lágrima en la noche de su destino; los mar
files carnales que doran el jardín de los Salmos; la cascada
de heliotropos que se alza en vuelo de palomas cuando atar­
dece; la desolación del alma desbordante de tesoros, porque
nuestro es todo lo que comprendemos, y no hay criatura de
Dios o maravilla de sus manos que tan extraordinario poeta
no haya recibido eucaríslicamente: clamores de Job, desma­
yos angélicos y primaverales, amor insaciable de lo divina­
mente natural y una gravitación a la fe en Dios y en la
perfección esencial de su voluntad mueve las órbitas musi­
cales de todos sus cantos” .

En la poesía de Enrique Casaravilla Lemos hay profun­


dos acentos románticos, delicados acentos que se apoyan en
su ser más íntimo; una inclinación a la tristeza que a veces
asoma en él con delicada gracia, con nostalgia ideal, y que
culmina en sus más grandes momentos con la superación de
esa tristeza, que ya llega a emparentarse con la que buscaba
León Bloy al decir: “ La única tristeza es la de no ser santos” .

Inclinación a la tristeza, revelación de la intimidad del


alma. Pero nunca, de los románticos, el descuido, el desor­
den, la obscuridad. Si alguna vez aparece lo vago de la
tendencia intimista, ello se compensa, como con un sentido
riguroso de la forma, con la aparición de elementos plás­
ticos, con valores lingüísticos firmes, con un extraño poder
por el que el poeta crea su sintaxis particularísima en la que
las palabras y las combinaciones musicales quedan apoyadas
por palabras y combinaciones de escultórica dureza.

Toda relación de esta poesía con las escuelas debe ser


entendida como una coincidencia con los tonos caracterís­
ticos de las mismas, y mejor que con las escuelas, con los
tonos y el alma, con las formas y estilo de los creadores más
significativos de esas escuelas.

Podríamos decir así que en cuanto a la claridad, el


orden, el dibujo, el poder de universalidad, tiene esta poesía
relación con los clásicos antiguos — se ha señalado sobre todo
su acento horadarlo - ; tan íntima es la relación que podría
servirnos de buen ejemplo para diferenciar lo clásico de lo
académico. Clásico auténtico — al nivel de los sentidos más
directos y graves del término— es Casaravilla Lemos. Y así
se ha defendido del academismo, del pseudo clasicismo, y
de otra ancha zona que oscurece a la poesía moderna: el
barroquismo. Se ha defendido gracias a su severa conciencia
de artista, a su progresión hacia una madurez auténtica; gra­
cias a su libertad; a su resistencia a las tentaciones, las
modas literarias, los halagos fáciles, las concesiones, al gusto
de los críticos o de los lectores.
Junto a los valores estilísticos de estirpe clásica, reina
en la obra de Casaravilla la inteligibilidad. Muchas veces
recuerdo, a propósito, lo que Eugenio D’Ors dijo de Beetho-
ven al glosarlo dentro de su severa crítica contra los ele­
mentos negativos del romanticismo: “ En Beethoven la Inte­
ligencia tiene un trono dignísimo que domina la obra entera
de Beethoven. La Inteligencia tiene un trono, y el trono se
llama Claridad” .

A pesar de tantos elementos inteligibles como en ella


se encuentran, la poesía de Casaravilla sigue siendo oseara
porque está en ella, como la sangre oculta y circulante, el
sentimiento; y ya se dijo esta verdad que lodos sabemos por
experiencia: “ oscuro como el sen tim ien to..."
Este sentimiento aparece siempre en los versos del poeta,
desde aquellos en que la realidad se da como en una escul­
tura rigurosa, aparentemente fría, hasta aquellos en tpie un
paisaje se muestra con deliciosa sensualidad; como en los
que de modo directo se nos dice el amor a la mujer, la ter­
nura por los seres doloridos, la compasión hacia los pobres,
la fraternidad delicada. Como si por grados imperceptibles
o violentos llegase a aquel sentimiento más ardiente, que ya
quema todo sentimiento, y del que Dante dijo:

“ el Amor — que mueve el Sol y las estrellas”


Es el mismo oscuro sentimiento, misterioso sentimiento,
bendito signo escondido y latente, el que está vivo bajo las
estructuras de mármol de aquellas columnas y de aquellos
“ caballos célebres” de inolvidables poemas; el que aparece
en el acento melodioso, íntimo, de estirpe romántica, cuando
nos dice:

En otoño se sienten como endebles llamas. ..


sensuales dedos a sublimes secretos unidos!
y hacia el fin:
mientras enrojece con amarillos tonos o hacia azules
mohosos en troncos anchos la arboleda antigua
bajo las brisas altas del otoño.

Es el mismo acento en el aparentemente sencillo canto


en que dice con acentuados medios la emoción ante una
niña que duerme: éste pertenece a una línea entrañable de
la obra de Casaravilla: es la de aquellos poemas aparente­
mente sencillos, en que nos encontramos con la “ claridad
difícil” , gran misterio de Arte, ligado a sabiduría, delica­
deza, renunciamiento.

Tiene toda la obra de este poeta una firme unidad.


Aquel Enrique Casaravilla Lemos que yo conocí en una
lejana primavera— en un aire de madreselvas y de luciér­
nagas— ; aquel Enrique Casaravilla, ya glorioso, en quien
junto al acento triunfal de Celebración de la Primavera se
percibía un acento de delicada nostalgia, una ternura melan­
cólica, una inclinación evidente hacia lo sobrenatural, y este
Enrique Casaravilla de hoy se dan como en un espejo fiel
en la obra bien custodiada, desde la entrega más absoluta,
más heroica, más ejemplar.
Tiene la misma soledad que le conocí súbitamente, pero
más acendrada en misteriosos crisoles; cada vez más seguro
el paso, más construido el verso; más dibujado, sin llegar
al esquema ni a la estilización; más honda la nostalgia, más
jirme la Fe.
Este Enrique Casaravilla, fiel a su destino, en quien
encanto y desencanto se orientan, como un solo girasol sa­
grado, a la luz única, dice su relación con las cosas, y la
de las cosas con las palabras, en las lúcidas y misteriosas
líneas:

Las cosas son


Las cosas son siempre. . .
Las cosas son
Y su causa, su genio, su foco
Es o está con ellas mismas
inseparable. . .
y luego:
El misterio de las
palabras es el de las cosas;
el de los actos, otro.
¿Cuál es más poderoso
o más lejos nos lleva?:
(mueven las aspas del acontecer)

Y esto lo sentimos y lo sabemos cuando Casaravilla dice


temas áridos en bello lenguaje poético, por proceso de
transustanciación que es su más difícil prueba: su descon­
fianza con respecto a las ciencias del mundo, su actitud ante
la civilización homicida; su actitud ante los pobres; su des­
lumbramiento ante la Verdad de Cristo; o cuando abor­
dando temas de alta poesía — como en El Angel de la
Quinta— nos da la impresión resplandeciente de una expe­
riencia conmovedora, en una relación de cosas, actos y ¡tata­
bras en que se funda lo ontológico de su lenguaje.

Dice Zum Feldc a propósito del logrado equilibrio de


estos poemas, muchos años después de aquel ensayo funda­
mental ya citado, en una breve y certera glosa:
“ Su poesía filosófica es, pues, en este•libro, una danza
de imágenes ardientes y ligeras, que tales son sus pensó-
mientos, desarrollándose como visiones y símbolos sobre el
fondo dionisíaco de la música.

Su sentido estético seguro cabalga el brioso equino de


la palabra, de finos cascos y de pecho fogoso, teniéndole a
dura rienda. Equilibrio magnifico y pocas veces logrado
entre la más impetuosa libertad y la brida más firm e: entre,
el pensamiento más profundo y la imagen más resplande­
ciente’ ’.

Esta afirmación sigue siendo válida para la obra entera


de Casaravilla. 1‘ ues en todos sus poemas podemos ver -—-en
lo que él llama graciosamente “ Eilosofia silvestre, primor­
dial y salvaje” o en los poemas de tema cristiano— este
dominio y este equilibrio que trascienden al estila confi­
riéndole firmeza inconfundible.

En la intimidad del proceso de esta poesía podemos


asegurar que el descubrimiento creciente de Cristo y el amor
creciente por Cristo son fundamentos esenciales.

Los grandes poemas en que Casaravilla habla de ese


lema prueban tal afirmación.

A veces es evocada la figura de Cristo, su presenua


histórica, su presencia eterna, su fuego de Amor. A veces la
relación del Poeta con esa vida y ese Amor.

El encendimiento de sus tersos nunca llegó a tan acen­


drada vida. Pero hay una profunda relación entre el acento
de estos poemas y el acento de los poemas de tema pro­
fano, y aún de aquellos poemas paganos del autor. Y esta
relación, que es evidente a pesar de las variantes estilísticas
determinadas por la adecuación de los medios que en poeta
tan sabio y auténtico no podía faltar, es una relación im­
portantísima, que patentiza la unidad del .ser a través del
proceso de orientación a su fin último: el amor a Dios.
La relación vori Cristo se dice de modos diversos. A
veces es una mirada al ser histórico, y a la vida y alma de
los primeros cristianos, como en el poema titulado “ Circo” :

Yo hubiera querido ser


uno de aquellos mártires!
Y hubiera querido vivir y morir
lleno de amor a Cristo
como aquellos mártires
entre invisibles, celestiales Rosas
supliciado. Y bajo ellas perfumado

Admirable poema, por su tensión, su tono fuerte y nos­


tálgico a la vez, su armoniosa estructura fundada en medida,
en orden, en audacias de la construcción, su progresión a
través de evocaciones concretas y sintéticas en el trance
desde la arena del circo hasta la evocación de los “ van
raudos ángeles” y de sí mismo contemplándose en el verso
final:
Solo mártir en Cristo!
Otras veces es el profundo amor ya todo quemado en
el alto fuego. Entonces aparece uno de los fundamentales
signos, entre constantes personales del poeta: su sentido de
la Caridad. Ella se da en el alma y obra de Casaravilla con
un acento que viene de lejos. Son los ríos ardientes que
corren por las páginas de la Hiblia, la Epístola de Santiago
a los ricos, la Epístola de San Rabio a los Corintios,
Dice Casaravilla en una de sus composiciones en prosa:

“ Lo único seguro así en la tierra como en el cielo


es la Caridad” .

“ Lo único cierto en la infinita creación y de los mundos


todos, es la Caridad del Cristo y con Cristo y que, como
verdad pura retronaba en sus voces enormes: y el despren-
rlimiento compenetrado, voluntario — repetido de una ma­
nera inflexible—- pulverizando barreras reflexivas, hacia la
sed y el hambre del prójimo, que nos clama, o se nos ade­
lanta desprotegido, a la espera de socorro real y rápido” .
Por sentir y saber así la Caridad, Casaravilla se acerca
a los más hondos cristianos; a aquellos cuyo estilo de alma
radical, valiente y puro, se traducen en rasgos de expresión
que nos recuerdan los acentos de los profetas.
Muchas veces, leyéndolo, se evoca a aquel León Bloy:
como él escribe con sangre, con fuego. Y quedan los dos
juntos en el poema que Verlaine dedicó a Bloy. Allí aparece
la Caridad vinculada al Dogma y a la Ley . j . .

Le Dogme certes et la Loi


Mais Charité qui ne commence
Ni ne finit, énorme, inmense
Telle est la foi de León Bloy.
y luego:
Un Abel mais un saint Eloi
Enclume et marteau sans clémence
La raison jusq’á la démence
Telle est la foi de León Bloy.

Como el autor de “ La sangre del pobre” Casaravilla


siente lodo el misterio de la iniquidad que ensombrece la
tierra; el misterio de los pobres; el misterio del fariseísmo
que traba al proceso de la Redención. Y también como Bloy,
desde el punto de vista de la expresión, consigue darnos
constantemente, misteriosamente, el mundo real más con­
creto y el oscuro y resplandeciente mundo sobrenatural, tras­
cendente, — juntos y separados— , en una extraña unidad,
revelados como sin esfuerzo, desaparecida la huella del arduo
trabajo con que se elaboran los medios y resplandeciendo
en la claridad, la plenitud y el armonioso tiempo de las
composiciones victoriosas.
Y al pensar en su valor perenne viene otra vez a mí
el recuerdo de aquel acueducto de Segovia, que Eduardo
Diesle evocó para señalar la estructura y la gracia de los
poemas de Casaravilla. El acueducto atraviesa campo y
cielo; sus arcos firmes se levantan, cerca de la tumba de
San Juan de la Cruz, con la firmeza invencible que nada
turba: ni las nubes que van y vienen bajo sus arcos, ni ¡a
luz que se va amortiguando con los atardeceres; ni el ruido
y el desorden que en el suelo va y viene con el humano
andar y las humanas faenas. Y aunque este contraste de la
piedra firme y serena y el desordenado movimiento de la
calle tiene algo de angustiosa postrimería, el alma se so­
siega, confiada, contemplando la misteriosa y segura paz de
la piedra, tan sensible, tan firme, y tan tocada de lo Alto
cuando luz y nubes se posan sobre su color o sobre sus
imperceptibles tonos. Un aire de eternidad envuelve así, tal
como a esas piedras ya sagradas, el canto esencial de En­
rique Casaravilla ¡yernos.

ESTHER DE CACERES.
BIOGRAFIA

Enrique Casaravilla Lemos Nació en 1889 - Monte­


video.
Fueron sus padres el Dr. Carlos Casaravilla Ortiz y
Da. Felicinda Lemos.
Estudió en el Colegio y Liceo Elbio Fernández y en el
Seminario de los Padres Jesuítas.
Publica en 1913 su poema Celebración de Primavera.
En 1923, “ Las fuerzas eternas” , y en 1930 “ Las formas
desnudas” con un prólogo de Alberto Zum Felde.
A partir de la publicación de ese libro su obra se in­
tensifica y enriquece a través de largos años en que el poe­
ta, totalmente entregado a esa obra, desde la soledad y el
más vigilado rigor, ha creado una extensa colección de
poemas de la que se desglosan los que aparecen en este
volumen.
. V

' ■

1
BREVES NOTAS

Con Alberto Zum Felde


que bien sabe de esto

I. Es el típico pensador de problemas


(alguien dice de Vaz Ferreira)

II. El único problema de la humanidad


es el amor de Cristo, los fines de Cristo.

III. Este es el que he descubierto más y más


cada dia que he adelantado más y más.

IV. Cristo abre y cierra. Abre y cierra los


problemas. Es decir, el Unico problema:
el entero problema del hombre.
PALPITANTE HACIA LOS ARCANOS INSIGNES

Sí — corazón de sombra, Coraza entre las olas


y borrasca y fu lg o r...

Una Justicia

— una armonía invisible;


de pugnas que se temen, en no poco escondidas
tal vez y poderosas!-—-
el alto bien puro,
las guerras imprescindibles
del Mal que su posición
no abandona:

todo lo

que los hombres pudieron construir con imágenes


y signos (más allá
de ventiscas, osarios y tormentas)
es, ■—pues no
hubiéranlo sabido imaginar
sin tener su esencia.

— Neblinas
y bordes

oleaje ondeando en doble modo activo!


que nublan

la sangre. . .
Pero increíble existe

además
e inviolable,

lo que no han pensado


ni han imaginado¡,
más allá
de la menos inquieta
sustancia.. .
Tras la más
[remota y delicada
cortina de los cielos.
LA COSA QUE VEMOS

Lo que nos rodea.


donde estamos: donde todo o jo ábrese.

La
eosa venerable
— qué castillo encantado de fluctuantes
astros
sin
puente ni murallas desolado!—
que ignorando. . . siempre vemos
y que no sabemos qué

su máscara
de edad
sin cambio
podrá
disponer, siempre enigm ática...

¿Qué dispone viejo viento


ig u a l.. .
que pasa?
TEDIO

Sobre un sitio seguro


y temerario — genio agudo, amor oceánico—
sueño con un gran m a l..., muy lejos de los tontos,
tan alto mal que los olvide y los repudie!

Mi espíritu está así: Malo y peor que un águila


sobre la piedra desolada de otro mundo,
que hubiérase ya despoblado. . . como ese suelo
que feroces hormigas taladraron — a donde
ninguno podrá nunca llegar de los senderos.

Sueño un mal! más inhóspito que las bestias tontas


solo, lejos de la rósea fecundidad
que abre rutas a obtusos gerentes y carreros. . .
s i (; n o

Mi vida está en los hombros


como está lu de un Angel en las alas.

Y o llevo los hombros desnudos,


desnudez en la que alguna estrella
con punta de fuego
pueda herir libremente,
y el aire divino
sin obstáculos correr
como sobre duro campo c ie r v o ...
como el agua corre,
sobre la inclemencia potente
de desnudo mármol.
CARNE QUE ES PECADO, ENGAÑO
TORBELLINO.. .

Entrar en la existencia es el pecado


primero y repetido
que debió haber quedado
sin acción, sin intento en el arcano. . .

— Lo que hubiera podido


quizá, acaso, no haber acontecido.

Que el puño del viento no debió impedir


o que jamás de antiguo
sobre alargada sombra debió haber empezado

Pero — ah, duelo y desgracia— se diría


que hasta el árbol quisiera entrar en nuestra
existencia extrañísima,
rarísima.

El árbol
quisiera hacer algo; el árbol quisiera
moverse. . .

tal vez
bailar,
y a nuestra mascarada pobre unirse;
el árbol ¡ay! quisiera cometer
un crimen. . .
NOCTURNO DEL TRUENO

— Relámpagos me bañan. . . —

¡Los ojos miran, sierpes


transparentes y vagas!

El trueno habla,
espacios tiemblan; tono del Señor
tremendo que el león
desde el desierto imita. . . !

El trueno dice lo sobrenatural. . .


(¿tarde o tem prano... que acontecerá?)

Aprendemos de sus fauces


sagradas
el conocimiento de las estrellas
de sus dolencias o borrascas, vagas:
de los Cielos ■—-de Cólera primera—
y de los reinos bíblicos, analfabetos.
(para los que hecha ciencia hoy van labrándose
como una nueva torre de Babel)

II NOCHE

r
Veo el cielo — El relámpago!

¡carro oscuro de Dios


cuyas armas son los rayos!
EL PATIO EXTRAÑO

Yo tengo el patio solitario


de densa piedra no mirada. . .

Que en él desciendan los dem onios..

Ni una flor — vaga vejez; sin nada.

(arde un planeta contra un pilar!)

Liso y abierto — sin sombrero -—-


que habituar sepa a los demonios
que surgen bajo el firmamento.
CAUTA MATUTINA

Despertando—
la vena vaciada hundida en la tristeza— ,
apunté:

Reina, flor ninguna la


nada. Ningún asunto que llegue a importar se
ve, porque ninguno hay.

Ni brillo del sol; la negrura de


la noche; la serpiente—• una nueva hoja, el
mundo:
apariencias.

¿Es algo rea lid ad ...

o ser?

Nada
es.
FATIGA TRISTE

Arboles, selvas, cielos, ¡no ser e s o ! . . .


¿Cómo puedo resignarme a no ser — yo— cielos?

¡Y a andar y caminar sobre dos huesos


largos y dos talones
acompañando a los corceles y a los simios!

¡Hasta cuando! ¡Hasta cuando! ser que


padece y llora.
DESESPERO NOCTURNO

Con un oscuro pulso


te veo, negro, alto aún: mi viejo
Armario! Testigo de una
carrera de atroces hielos:
de una existencia de infierno;
se oye apenas un suspiro. . .

¿Oyes mi suspiro tierno


por una dicha lejana?
(la n a d a ... gloria sin gloria
pena sin pena la nada)
¿N o ves la fría hora h u m a n a ...?

¿Por qué no soy como tú,


insensible, inexistente
dejando a la vida su
vana ola que la sustente?
MISERIA

Medio cerrados los


ojos, alrededor miro y encuentro
sólo, las piedras negras,
en que estoy;
yo aspiro a los parajes
que purifica tu visita veloz
ángel
con empeño
y delicia!;
qué ya soñar, de antes, qué amar
si todo me abandona alrededor?

Si demudado, sobre torpes piedras


el mundo me ha dejado solitario—
y para mí no tiene más la vieja tie rra ...
H A S T IO ... H O R R O R ...

¡Todo lo que nos trae la existencia!...............

Nacer: — el sol monótono e impúdico— crecer;

¡Tierra que te nos pegas


a las venas!

II

Tener
inexpresivos constructores, n o ria s ...

despóticos dentistas, cienos, sastres,


cloacas! •— gradas vanas descender
hacia mágicas ruinas.. .

¡Qué rejas de terreno


infierno, qué pretiles cruzamos — qué desastre!

Sueños, ficciones, lástima sin fin


y delirio
truncado.

Ah! más simple es la pura noche del no existir


MOMENTO DE LA NOCHE

Estoy más triste que una muía ciega.

Ah! convertirme en un
dejado animal mustio,
c ie g o ... No sentir nada, no saber
nada.

Dos pies clavados, en lo oscuro.

Nada más. No sentir


ni saber. Y m o r ir .. .
ATARDECER EN INVIERNO

Las Paredes de pereza


y cubiertas de óxidos secretos

labradas y grabadas al pasaje


de los Astros:

Hablaban

de inconcebibles épocas,
de antigüedades inauditas.

Y permitían llegar
como decrépitos lamentos
de oscurecidos siglos,
y agusanadas débiles memorias
de alegrías
de boras rem otas.. .

algo a la de las que eran


Nínive o Roma
parecidos:

Y cosas olvidadas
de la tierra.
MARTA DUERME

Dormida en su oro,
sin ningún asomo
de in q u ietu d ...: qué lejana, qué delic
de nieve
y qué enigma al que, tímido, me asomo!

Latir siento una flor dormida: y miro


cual sus pétalos tenue mueve,
y cómo
respira el pecho mínimo!

Sueño

miel

flor

enigma

aire dormido
PASA EL SOL

Pétalo nuevo y ciego


el amor al amor, a la belleza,
a la juventud, es
un deseo que viene
con la primavera!

Y el amor al Olvido
arenal, lengua desierta
de la esfinge, o al cielo
negro y perdido. . . es
un deseo que viene
con la sabiduría.
LAS MADRES

No lo olvidéis.
De ellas salen las manos
Y las miradas blancas de los niños!

El pan de Cristo les hace una almohada


Y las ornan nublados desaliños.

Carne y llantos, que logran la distancia


De los futuros siempre, en sus retoños
En el ocaso trenzan sus cabellos
Que lucirán su gloria sin otoños.
OSCURECER

Hoy
dudo; cielo que te apagas!
olí
encanto y destino míseros
si
todo de poder usar
silbo o labio expresara total inexistencia!
y
creyéramos que existimos
sólo por las necias pruebas
bunios apenas...
en los abismos.
LOS CRISTALES

Los vidrios pobres


de las ventanas
los supo hacer el hombre y los logró
para que ellos le recordaran
constantemente
los severos y diáfanos cristales
a través de los cuales
ve nuestros actos
Dios.
LO OCULTO

El universo vaso extraño, increíble


es
un mismo genio junto
con Dios, con Dios unido
es genio con Dios
de Dios genio divino.

Mas no es vasto e innúmero, Dios mismo


su estrellado viejo abismo
EL RICO DESPUES DE LA MUERTE
(De un tríptico)

Cuando falten los estribos


y no pueda subir al caballo alto y oscuro
(muy alto y muy oscuro)
que lo va a salvar
que conduciéndolo, lo llevará

¡Qué gemidos, entonces!

Cuando caído, caiga,


y pregunte a una sombra amarillenta
y sin entendimiento, que no puede moverse,
habitante de aquel mundo:

¿dónde están las monedas?

A h ! los Ricos entonces. . .


VERGONZOSA, MISERABLE A G O N IA ...

Sólo por Cristo


— luto
profundizado y visto—
se puede soportar
aparecer
para m o r ir .. . !

Todo dicho. Por Cristo


Quemantes garzas.

Lirios.

Y por la esencia,
no
vista, y desconocida. . .

indicada en el dedo Celeste, y ofrecida


-—más allá de un camino de sepulcros abierta—
a los ojos del llanto peregrino.

ir
ARCANO

Misterio se nos dice. Y misterio decimos


y a los muertos seguim os...

¡Estamos castigados
con la muerte. . . Y el cielo eso de nuestra
errabunda miseria no ha apartado!

— Ni el apiadado Hijo
con su amor lo ha tocado.

Misterio, se nos dice. Y misterio decimos.

Y, confusos,
los pies dolorosos seguimos.
EL 30 DE MAYO, — MI MADRE MUERTA—
Poema

Recato o discreción
mi madre
de augustos sentimientos!

Terminaron hoy
su devoción doméstica y su o f ic io ...

Temía los vientos,


y temía a los mares. . .

y se hizo perfume
y rocío, para no temerlos!

Le agradaban sol
y calma,
y miraba como es debido en to r n o ...

¡Muerta!

A la vida has pertenecido


¡y oculta ahora de la vida eres
de la eternidad inmensa!

Lirios
ofrendarte como al cielo!

Aún quedan, amor, y esperanza...


soltar palabras?

Si todas ya contigo se aleja ron ...

nada tenemos que decir!

II

Sentimiento extendido de mi madre


muerta hace apenas tres horas.

Madre, Madre.

Madre desaparecida!. . .

Envíame el cuidado
de tu bendición
desde el cielo que se extiende
(como si pareciérame ahora, cielo
de un sitio beato y extraño. . .)

como si su amplia señal alta


para mí fuera a empezar
y desde el suelo que se achica, ahora!
desde las estelares luces,
y desde la tierra
con sus ramos inmaculados e inusitados,
sus torrecillas
y sus techumbres,
y todo lo que en ella está
sereno. ..
Las angustias

Debían morir también al fin, tus ojos.

Mirar pequeño y suave el tuyo ¡madre!

El día mío y tuyo de la cosa más triste!


Ya no están más las perlas:
una angustia de acero. . .

Y nadie dice
el alma, a no ser sólo las tristezas.

IV

Madre Muerta

Pero retengo y llevo en las entrañas


la alegría. . .

de que te he de volver a hablar y he de mirarte


más allá de la tierra y después de la mar.

más allá de la muerte, más allá de la vida


— junto al trono de las serenidades
o en el umbral dormido
de las felicidades —
donde sólo se es joven calma pura
donde el tiempo no cruza
ni aparece su rastro.

En el Reino del Aire!


EN ONDA TRISTE

Ali, tristeza! Siento hoy una tristeza


y a un ángel se parece. . .

¿Qué es un ángel?

qué son esos sus secretos


sus abismos?

¡El Corazón de un ser


espiritual
y aéreo! . . .
BREVE POEMA

Los seres
angélicos
si son benignos
tienen el sosiego
de la tierra, de los prados.
Mi rostro necesita
agreste calma,
prado.. .

Para parecerse a ellos


algo!
BAJO TRISTE LUNA

¡A y! las quintas rom án ticas...!

Todos se van!

(. . . de sombras de rosales, mustias sombra

Todos uno tras otro se van, desaparecen


tragados en la fría profundidad del tiempo
cuya fina oscuridad todo lo disgrega!

Todos sin que uno solo


pueda escapar?

desaparecemos

empujados, tragados
en su profundidad seguida ansiosa.. . !

¡Qué tristeza desesperada!

Y ya no sé donde

descanse mi cabeza
bajo la luna triste en rama negra.

No ha de quedar pétalo romántico


ni nocturna h o j a . . . !
MISERIA DE LAS QUINTAS

Aquel pasado enhébrase a los huesos:


lo que era llama y rayos
ahora el ánima hiela.

¡Cuando éramos pequeños y corríamos


juntos con alboroto sin fin delicia loca,
entre las horas tiernas.. . !

cuando brillaban fuentes limpias llenas


y de rosales altos, hoy anémicos,
cálida flor en pétalos caía.

¡Dónde estarán ay! tantos camaradas


primeros, de estas quintas
que sólo ahora reflejan
recuerdos!

¡Los más de ellos no están, oh árboles!

¡Algo que habla hoy aún y algo suspira


hablando de sus juegos, de sus p ad res.. .!

Rumores, tristezas: rota


estatua mira en las quintas,
calma fría que apena. . .

Han desaparecido
como aquellas
sonoras
horas!

llv
POR EL PRADO

Quinta hermosa! Jacinto mi hermano ya no vive. -—Suspiros


de la Hélade te llegan, Tritón de fuentes quietas— .

Junto a su mesa hablábase alguna vez de Ciros


o de Cidrianos, mientras cruzábanse siluetas. . .

De la entrada a la diestra grande árbol hojas breves


o flores despedía, según el tiempo: olvidos
atraviesa el recuerdo. . . cuando llegaban fiestas
mi hermano mayor, nombres sonoros, conocidos
reunía amable ante altas, — ya borradas orquestas.

Viva está la memoria, que aún adorna una rosa


cuando piérdome entre estas
vetustas, verdes curvas, de lugares vividos,
ya macilentas calles. . .

Inundan los canteros, los recuerdos que sueñan


de su melancolía entristecidos.
PROXIMIDAD DESCONOCIDA

Banco, negro de hiedra, solitario.


Su éñ ola... No la esperan
los s itio s ... Desesperan los vagos abedules.

Sin amor, fantásticamente luce


en la noche estrellada — noche escasa — ,
trasladándose apenas, borrándose entre tules,
y blanca con la mirada clara. . . Sus miembros
dulces y blandos. Casi la ocultan los cabellos
como una enredadera de lo etéreo
con dos flores azules
los altos ojos. Suéñola cerca: mis labios, buscan
sus labios solitarios — desde los abedules...
VERANO

La noche parece
Un cáliz de plata
A causa de la innumerable cantidad de estrellas
Cada estrella parece un espejo.

Cada una parece un espejo de mano.

Yo me he quedado solo y estoy solo. . .

Rodeado de tres palmeras


Que parecen tres leonas...

Y de los árboles, floridos


En lentitudes despiertas,
De magnolias.

Yo me duerm o.. .,
Como si me durmiera para siempre!
CANTOS DE CLARA

R a r o s ... dulces Poemas.


David cruza
Sión, ardorosa miel de los hastíos,
que se deshojará contra la muerte
— la carne temporal de los judíos— .
Vides que han de torcer agudas ruinas
más cerca sueñan Celestial estío. . . ;
sombras rojas y duras como largos
rugidos, quebrantando fosos fríos.
Señor que se vistió de primavera
y de tristeza en que aire perfumado
trae el perdido son de un Arpa rara. . .
¿Quién la oscura diadema de cenizas
de las épocas mueve y lo que espanta
encanta y canta, dulce encanto?
— Clara!
OH! SERES DE LOS PINOS

Altos antiguos pinos


¿qué seres andan entre vosotros,
alrededor de vuestras puntas quietas?

■—seres livianos. . . blancos. . .


Como visiones dulces—

Pues cuando hacia los pinos


súplicas alzo y mi atención detienen,
varios de ellos se mueven
sin que la vista pueda comprenderlos.

Los veo con el alma


(con lo que alma llamaban en Oriente)
y el Buda, el sosiego y la renuncia
y las palabras de Jesús, henchidas,
obran entonces místico relieve...

Y esos seres blancos, incorpóreos


indefinibles como la poesía
a la cual crean y de la cual nacen
— a ángeles parecidos, como espuma del aire—
de espíritu me encalman, acompañan la noche
que tiéneme desesperado y solo:
me iluminan de alma, de alma nueva,
o si la he ido perdiendo me la dan lentamente
en el silencio, con la ayuda triste
del fluir engolfado de la noche.

Entonces, todo se transforma, todo


otra apariencia toma, mueve el mundo
sensible y algo miro el Paraíso. . .
Porque esos seres Illancos,
que entre todos los pinos andan
o entre sus altas puntas vuelan
para que abreve el sentimiento, vierten
celeste agua de calma, o dan al pecho
del intocado arcano
o de un milagro, la ilusión balsámica
sin la cual todo en ruinas encogiérase.

Si el sufrimiento es grande los ansia;


creciendo más, descríbelos. . .

Y con las ansias y el silencio, vienen:


nada más puro e irreal, más cierto
y de más dicha y más desconsolado!

Oh seres de los pinos, seres puros


que aquí se ven y en las ciudades mueren

¿Por qué bórranse a llá ... y aquí reviven


en el campo in fe liz ? ... Enigma triste...

¡En este estar de pena, indescifrado,


en que el campo acompaña
(lejos, y solo, acaso para siempre)
se me aparecen, se me muestran otras
— ora de modo místico, ora lírico—
o mientras sóbenme secretas lágrimas.
VEO TEMBLAR
CASI AZULES HOJAS, MOHOSAS Y A . . .

En Otoño se sienten como endebles


llamas. . . Sensuales dedos, a sublimes secretos unidos

Indulgencias clementes y licencioso ensueño:

Se siente que se unen a nuestro distraído


corazón, que se acuerda, que olvida, que descuida
(de nuestra sangre lo más rojo y lacio)
más que nunca sensible
y pasional ahora,
el cielo y la
tierra menos rientes ya, disminuidos,
olorosos de alguna hoja que muere,
desarreglándose deliciosamente
oportunos entre esfumados velos,
para la más incierta
de esas aventuras inmortales y solitarias.. .
mientras enrojece
en amarillos tonos o hacia azules mohosos
en troncos anchos de arboleda antigua
bajo las brisas altas del O to ñ o ...
(que ya nos ha tocado con algún dedo triste)
recientes y como rizados de raro arcano,
a hechizos y suspiros
mezcladas, y a prodigio de lo desconocido,
y a un intenso secreto de mujer que ha p asad o.. .
a un perfume imperfecto.

Algo desconocido en cada


hoja, empujado por sensible c ie lo ... •
RUBIA. . . POR OTOÑO

Mientras mis pies rozaban hojas secas


hoy he visto, ya tarde, una mujer
como velada de estelar arcano,
que pocas veces vemos.

Su cabeza
parecía un castillo iluminado
de como la cargaba, en oro largo. . . !

y no diré nuevas palabras de ella,


pues con misterio a repetirlo inspira!
Parecía un castillo iluminado!
OTOÑO MELODICO

. . .Y ya las hojas caen por soplo triste

Las superficies una queja invade


e invade del salón también la alfombra
y no se siente cierto si se existe,

y la vida descuida sus tesoros,


y ya nada se marca, ni se nombra
— todo hacia a b a jo ...—

Y llega por la sombra


de recuerdo y pereza, lluvia de oro.

Sus galerías apagando el cielo


y alguna nube fría gris — sin vuelo. . . —

y sueño distraído en alto moño.

Y las ojeras de llorar resecas...

Y queda solo Amor — entre hojas secas—


cuando lloran los perros del Otoño.
LOCURA NOCTURNA

No esperaba alcanzar más los jazmines


en la noche sin fin . . . sin serafines.

Se apagaban llorando los.violines


y la luna, plateaba los jardines
y una lágrima hería sus confines.

Y en mi alma sentía los carmines


de un duelo liso: inmóviles delfines.
ANTE UN L E O N ... ASOMBRO

Es tímida y pequeña toda voz


como antorcha ante el Sol, como una hoja
frente al cielo — ante su fiereza entera
junta de rotación y de estertor!

Tras rejas, Real y rústico emociona:

Puebla sus crenchas máximas, la sorda


guerra que su mirar demente entabla
a t o d o !. . . Y en angustal ruido, que habla
de recorrida edad de ancho pavor
con lejano arenal,
reina veloz.
IDEALIDAD

De cuando en cuando
voy a ver los dragones de la tristeza
mohosos y llenos de años!

Viven dentro de una quinta maravillosa,


(cuya historia
sólo los libros de cuentos saben explicar).

Más allá de las verjas


casi circulares,
de una quinta oculta y secreta:
plateados y verdosos, invictos y pausados!

De cuando en cuando
voy a ver los Dragones de la tristeza,
que viven
en la quinta de los Misterios.
AMIGO HERMOSO

Brilla el caballo en fogocidad ultraterrena. . .

—parece el universo—
su línea simple suple
adelantada, el pensamiento hu m an o...

Sus ojos, son dos llaves del desenfreno; y su


correr volar veloz, ciñe a su imperio
la montaña y el llano.

Su fuerza es trono de encina en garantida calma,


como un astro irresistible y dócil como un gajo!

Y su sombra que vuela, y se posa. . .

[es un alma!
JARDINES

Ni un a lm a ... ¡Piso, derramados


y
corridos— sometidos al tumulto
de las lluvias— colores de racimos!

Oh vieja piedra
muda. . .

Ruidos en flautas húmedas,


se enhebran, de las h o ja s ...

Algún pájaro muerto


a causa de la lluvia.
HIEDRAS

Cabelleras amigas
de las hiedras
cuando voy por las quintas

¿no me daréis la paz, que tanto anhelo


y que desciende de olvidado m u r o ... el olvido?

Sentidme cuando por las quintas tristes


voy apagado, mustio.

De lo que podéis dar, os he pedido,


pensativas e inmóviles,
vetustas cabelleras
de las hiedras.


III
DAVIDICA UNA ESTRELLA COMENZANDO

Intranquila e imponente
todo unido. . .

Una cosa de Moisés. . . advierto en ella


sube hasta su cabeza, y la diadema
de los hebreos — ya dormido el día—
en ella brilla y resplandece, incierta.

Y el marfil de David, su pierna muestra. . .

del tobillo no mucho más arriba,


mientras que el áureo néctar la hora aumenta. . .
A ELENA

No te compare, tierna luz, con estrella oscura


de brillo muerto
y yerto.

Para algunos el mundo. . . , sus curvas


y sus horas borras
donde labios ligeros se han deshecho!

Mientras desmayo, y llovizna y llora en mi pecho,


para mí tú, la fruta de sueño aparecida
la nube triste. . . nube de los ángeles
la luz de tu garganta.

Para otros el tropiezo vil — para mí: tu vida,


— falda violada de la calma antigua— ,
clave oculta entre lúcido y etéreo
tul, de una cosa santa. . .
PASION. . .

Te miro como al mar,


Elena. . .

Amorosa isla
de espuma— , ¡entre las olas!

Te quiero como al mar


un navegante ardiente

— Yo que días y noches crucé mar sin piedad

Te miro como al mar


yo, nadador que abraza tu beldad
tornadiza, m isteriosa...

sin tu palpitación de espumas ebria


que a no retornar lleva
turbarme, ya!
LA SUPREMA BELLEZA QUE TIENE

(¡Ay,
Tristezas quemadas,
de un día. . ! ; cambios de hoy y gozos).
Beldad aparecida, reaparecidamente:

— cuando te veo, cuando te oigo,


cuando te abrazo!

glorioso, rojo
suspiro de Alegría,
preciosa rosaleda que se abre a breve lágrima,
preciosa alegría
de íiesta de quinta
entre ondas
perfumadas

II

Noche de luz!—

mi estrella

y mi secreta luna: lámpara


con las blancuras maravilladoras!

Copa — de la perla única—


inclinada entrañablemente hacia mis labios;
de néctares sombríos
y de pérdidas embriagadoras
y doradas!

y endulzada y ensoberbecida por la hermosura

¡A veces
enlazada
con la música
osada
sideral de mi lengua!

Elevada transparencia
en las oscuridades altas,
vivo velo de fuego! blando carbón sagrado..

Y cuando, al fin ¡ay! no es más


que como lo dormido suavemente
en el terciopelo del v ia je ...

sólo una pálida y nevada constelación?

Cuanto ofrecer de cielo titilante o radiosa


su belleza. Suprema!

de inventada y tallados
de un Amor
en las fuentes, que ráfaga
enferma no lo turba
ni lo m archita.. .

III

... ¿Dónde

posarse ya, mis ojos, de su cara


del amoroso arcano, que su expresión anima?
PINTURA DE ELLA

Luz que reina. Llama


de sangre intranquila
— Instintivamente
misteriosa y mujer—

De sus suaves sonrisas. . . o secreta y dulcísima,


como un agua violeta, en un reino pausado

Cual mística perla


en un tumulto perdida
de sombras y derrumbes
Seda de los altares!
SUSPIRO

. . . En parte se te oculta, mas lo sientes

(Ay, amor que recuerdas las estatuas)

tengo
sed
de belleza, que sólo tú me calmas
deteniendo mi vida, suavizando
mi voz!

Elena
ay ¡amor! que recuerdas las estatuas
de los jardines, que miran el a g u a ...
DULZURA

Llena el pecho de mieles agradecidas, sueño


que estás.

Pero es que mírasme con dulzura realmente;


dejado atrás, del pecho antiguo el vano empeño
y que está cual si hincada me miraras tu frente.

Eras bella! y tu vida, era vida del dueño


del aire; y lo esperaba tan no esperadamente
lo esperado, que cuanto me doliste desdeño
y he recibido el cambio en mi carne paciente.

¡Si mis lirios, debías de ser— tecla movida


del Cielo— , flores tristes de lejanos espacios
y lágrima de pálidas lontananzas venida,

para en dichas bañarme, y para los palacios


alfombrar de la angustia.. . ! Dedos de gloria, vida,
para dejarme pálidos, decrépitos topacios.
ELENA
Letanías

Bella, más que las bellas:


con tu hablar
como sólo en los cultos celestes.

Para mí tú lo eres y siempre lo serás:

Ya para mí lo has sido!

Pura entre las mujeres


asciende tu belleza. Y sobre todas
pura por siempre sigues
la más secreta y libre en más radiante ritmo

Para mí tú lo eres!

Para mí ya lo has sid o. . . Y siempre lo serás.

Es que aún permanece, en ti algo de aquel Cisne


Y soñárate desde borrado tiempo atrás. . .

oh que del cielo llámante, la única!

(Algo fuiste del dios para mí, y lo s e r á s ...)

Oh t ú . . . la más lejana y coronada


entre las que tras velos, — y alternadas—
combinan el collar
de las estrellas! —

Para mí ya lo eras. . .
blanca y única
y siempre lo serás. . .
LUGAR ENAMORADO

Lugar enamorado. . .

Pájaro suave — inmóvil y dorado


Amor; arcano ramo.

Dulzura azul, relámpago


sobre jardín le ja n o ...

Mujer de cuento mágico,


iluminada en los
colores del relato.
ESTA AHI. . . ES ELLA

¿N o parece que hubiera descendido


hace poco— por mágico
acontecer— , del constelado “ Carro” ?

Con el cuerpo extendido, la cara horizontal,


así, de deslumbrar, ¿qué sombra la hizo?

De estelar néctar húmeda; secreta


marítima, irreal.

— Diadema de insólitos diamantes


sugiere seductora, lo que Milton
resaltara del ángel de inaudita
hermosura, al principio!—

Parece, así, estirada — como inerte—


un regalo sin nombre y prohibido
de los velados e inciertos mundos fúlgidos, a éste.

¿Superarla otra, sabe, beldad viva?—

En primores no alcánzanla y enigma,


náyades fabulosas y terrestres
(entre oculto y copioso boscaje, aún escondidas)
ENSUEÑO

Oh! antigua Leda, en lo alto


en la curva del sím b olo.. .


— arena. . . amanecer. . . plumas y muslo-

Distantes como el cielo,


azules como el mar, voces escucho
que de tu esencia me aproxima músicos!

¿diosa?

— varona débil, tantas veces—


secretos solitarios ya por siempre
lacia, custodias albos, ya vetustos.
PI ANO

Atardecer. . .

-—El piano con la amada!

Mayor pura delicia no he encontrado


de violetas sueltas y vagas
en este mundo de fastidios
de cuervos y fantasmas;

Atardecer fuera del mundo. . .:

Solos

en la llanura de la sala.
PRESENCIA RADIOSA

La cara augustamente
constelada!

De España
tiene; con una gracia de la patria;
y de la selva absurda
lánguida que entrelaza
fúlgido (de este lado del Océano)

Brasil que semi-ignoto


báñase aún en luna y soles nuevos.. .

Pero además: destello


impreciso de impolutos restos partícipes
de soberano pasaje imperecedero
(como en las gradas de una
memoria — gracia ciega
aún densa y radiosa)
de ese blancor que curva
el Itálico seno
que llega
desde estatuas lejanas y decrépitas.
AMADA

Mi mirada
es como la montaña.

Pero tu cara
olorosa como la tierra
y pacífica como la flor

Tu vientre firme incienso.

Cuando en tus brazos


muero
cual de una lanza
o de un vino de pétalos de plata.
T A R D E

Vamos. Vamos. Sufrimos del destierro del mundo,


del ocaso del mundo cerca ya.

Vamos, vamos, a m o r ...

Tenemos los jardines ahí no más


aún.

Se siente la brisa de lujuria apagada


y lejana del m a r ...

Lejos, de la mirada de Venus el color


azul vago se apaga.

Ya sin pulso, la voz


de las Gracias se empaña.
SONATA

La violeta, los lirios, la muerte con Elena!


¿Qué deseo, qué busco en el sueño del mundo?
Voy libremente entre cosas tristes, con la pena
de un destino sin vida; o lo aparto o me hundo.

Dulce como la flor, infinita azucena


en la tristeza de las tardes, errabundo,
grande como la luz, esperanza serena,
la busco en un suspiro solitario y profundo.

La abrazo en un suspiro solitario y piadoso,


la abrazo en un suspiro, sin que hacia mí la llame,
y en un altar la pongo, de la tierra, ruinoso,

mientras las hiedras negras me hablan de que la olvide,


y la primera estrella me dice que la ame
en un sumiso exceso, que el mundo no me impide.
CIELO

Peces groseros, ciegos


y lucientes;

¿le daré
de estos peces
a mi Amada,
de comer?

O los lanzo de nuevo,


a los bajos del cieno
del agua?

Unos le daré más listos


ligeros como suspiros,
porque la vuelvan más bella
y aún más pura?

Le daré algunos más pálidos


y tenues, que el cielo surcan. . .
ESQUELA O ROMANCE

Son tus pies brisas ligeras


Y secretos del agua tus cabellos
cabe tu cuello
dulce columna de la luna.

Tus muslos constelaciones,


tus ojos peces de oro.

Tu movimiento una cadencia invicta!


de inmejorables
cendales
por la insolencia crepuscular de tu pecho.

Tu oido perla del m a r ...

Veste floreada en rojo


sentimental, y blancas
ceremonias
y lejanas
tu suspiro y tus manos!
POESIA

Palacios mágicos
están primero en P alma
y lo están siempre; — en el Am or; sublime
mar! centellean.

Palacios de pasión
de tu honda voz
de vencida ave,
con ojos blandos
que el pecho nubla — casi hasta apagarlos!-—
NIEVE

Marfil
y porcelana. . .

y nieve.

Rosada aroma
Bajo el aire—- en el aire, sobre el aire celeste,
Flor y paloma.

Marfil
y porcelana
y nieve.

Nupcial am or. . .

Sobre el aire, en el aire— bajo el céfiro agreste!

Paloma y flor.

Nieve y cielo
Salen en rayo vivo de tu gloriosa veste,
de rocío.
¡NOCTURNA!

Es una hora más larga. . . !

abrázate a mis brazos flor nocturna.

Nada se ve como tu vida; nada


se ve como tu dicha; flor nocturna.

Ningún misterio iguálate, ninguna


carne como la tuya; flor nocturna

blanca y lacia: en tu intensa forma se unen


mujer y flor nocturna.
SEPARACION

El carro del amanecer en el horizonte


de las quintas aún no había aparecido,
y no estabas a mi lado!
Un pedazo de tu collar
había caído hacía muchas horas
sobre la incierta alfombra y todavía allí estaba.
Un último resto. . . con tu perfume
— tibio todavía—
pues sabía que de entre los días ebrios
se esfumaba la última locura. . .

tu deliquio postumo
en las delicias últimas de la palideces,
y que algo iba a separarte
de nuestros martirios juntos y solos
estrechamente casi ya celestes:
la ventura perdida. . .

después del último, ardiente miedo


sobre los infinitos del amor
y sobre las lagunas del alma
transparentes y secretas!

Y me quedé — toda la mañana—


como si la más amarga noche consumidora
para siempre empezara:
mirándote en tu collar!

para mirarte una vez, sola, más


en una memoria muda.
LETANIA DE TRISTE HERIDA Y PE C A D O ...

Oh! yo cómo me convertiría en tus manos!

O h. . . y cómo me convertiría en suspirar,


vuelto lento perfume de tus labios. . . !

Oh! yo cómo me convertiría en tus ojos


lágrimas incendiadas del amor!

Oh! yo cómo me convertiría en tus cejas,


únicos arcos venturosos
en las tardes;

Oh, yo cómo me convertiría en tus pestañas


Oh, yo cómo me convertiría en tus sienes
y tus cabellos, anchos,
y en tu alma!

Oh! yo cómo me convertiría en tu nuca


que doran y enloquecen
con llanta iluminada suaves sueños!

Oh! yo cómo me convertiría en tus hombros,


Oh! yo cómo me convertiría en tus brazos,
Oh! yo cómo me convertiría en tu cuello!

Oh! yo cómo me convertiría en tu cintura


y en tu corazón!

Oh! yo cómo en tu muslo me convertiría


intacta y oculta pedrería. . .

Oh! yo, cómo me convertiría en la mar


de plata y luna
de tus caderas líricas!
O h ... yo cómo me convertiría en tus pies!

Oh! yo cómo me convertiría en tus uñas


(que quizás en deslumbrados
maleficios
luciríanse)
y en las estrellas de tus pechos, juntas!
ARPEGIO DELIRADO

Con tu amor soy feliz


en los ja rd in es...

— en la oscura ciudad, miro en tu carne


y en tus ojos secretos los jardines—

Bella, más que las bellas con tu hablar


como sólo en los cultos Celestes!

Luna que se borra, en oro


tras nube celeste...

reflejo violeta
en luna
y V e lo .. .

Dicha, de oirte.

Copa secreta roja ardiente y pura.

Bebo mi sed contigo en los jardines.


SECRETO DE ATARDECER

Raro fondo de nube y terciopelo. . .

Estoy solo. El amor? . . . Perdido anhelo.

Una delicia muerta — lacio duelo


vago— las cosas tapa con un velo.

Los árboles adorno son del Cielo


Estas cosas, ¡ay! mira el desconsuelo...
OTRA VEZ, HIELOS

El gozo desparece, la tierra está ya lacia.

Y, al mirar la nada de las cosas hacia


el silencio y el polvo, nuestros ojos sin bríos
se inclinan invadidos por tristes pensamientos.

Al girar de los soles y de los vientos


su entrada ¡otra vez! hacen los grandes vientos fríos.
Cuánto (lágrimas).

tardan del c i e l o ...!

la última luz, su santa Primavera?


IV
MELODIA PESAROSA Y NO TARDIA

Ya en aquel tie m p o ... sólo rezábamos


como sombras sin movimiento
entre caras destrozadas, sin caridad!

Las columnas, estéticos deleites,


yacían desplomadas
ya humilladas. . .

estaba ya vaciándose el espacio:


y como mermando.

Los caballos célebres


estaban podridos.

Las palomas entristecidas


en frío indiferente.

Y sólo
caminaban algunos
junto a palmeras negras cabizbajos
hacia un suelo más abajo.

Y el luto entraba ya en el nacimiento


. . . estaba traspasado y perforando
casi ya la coraza de los orbes últimos
que continuaban duros.
ANTIGUO NOMBRE

Lucrecio
-—antiguo nombre—
con el poético sonido de las cosas
en fijos torbellinos, en regular compás.

Lucrecio, para quien la inmensa


voz
es norma, calma, vida, tierra ¡dioses inicuos!

Y en el hombre, el ánimo (fatal


peste sacude Atenas) el dolor
se le da de las cosas
cabizbajo de amor
y de piedad. . .
QUINTETOS Y TERCETOS SIMBOLICOS

Hombres nuevos creen y júntanse!

Forman trabajos libres!

•—22 bandidos
corazones negros,
se acercan con armas nuevas.. .

Reunidos y unidos dictan


curso blanco y pacífico
— 22 bandidos
corazones negros
se acercan con armas nuevas. . .

Labran con filtros, dulzuras...


esperas de dulzura.

— 22 bandidos
corazones negros,
se acercan con armas nuevas. . .

Elevan las torres altas


templos casi maduros. . .

—22 bandidos
corazones negros
se acercan con armas nuevas.. .

Delicados y nuevos pechos


guian ya, dulces tórtolas.
— 22 bandidos, negros, se acercan con armas nuevas. .
CUADRO EN 1400
R eim s

Miro a Juana de Arco!

Arnés guerrero
en presencia del Rey Carlos VII luce
— tras amplia ceremonia por el pecho
santo. . . de la doncella
magnífico en hachazos, con sagrado...

Hacia ella el rey dirígese


lis y armiños en manto de nieve
con un paso imponente
y pesado—-
del cinto
recta y larga una espada
y con algo que nada de este mundo detiene
y que a Juana, primero, pertenécele!

Rey y en Cristiana ta rd e.. .

— ¡sobre alfombras!— las cruces están altas


y gótica luz alzan melancólicas velas—
en las semipenumbras de la escena,
diríase
todavía con paso al modo antiguo
imperial.
VISION ANTIGUA

Las ruinas de la Casa de Oro, en el Palatino


Doloroso espectáculo. Huyó un emperador.

No volvió m á s.. . Lleváronle duelo y bajo pavor


Todo se lo lleva un solo, mismo destino!

— Soldados y vituallas, alfombras y vino:


Los cortinados eran de h u m o ... sin color.

Qué quedó, de los romanos, qué no pasó?

Hordas con otro jefe, nuevo jefe que v in o ...

Pasó este nuevo jefe! Soñolientas


pasaron las falanges con sus herramientas
ESTHER DE CACERES

La forma necesaria apareció una aurora:


Viene a decir a estirpes que la norma apartaron
de D io s ... cuánto camino a su patria restaron!
Doctrinal y poética su luz, teatros decora. . .

Anunciadora y fuerte de la Biblia no ignora


Esther en sus delirios cuanto orden malversaron
épocas menos lo c a s ... ¡Y amando lo que amaron
celosos arquitectos, su alma gótica llora!

Andará. . . hasta que todas penetren sus saetas


— mirra de Sión y música con santos y profetas—
a su Montevideo que a mi lado ama en Cristo! . . .

Ya oscurecen violetas su cuello, y castas perlas


del cielo intuye, mientras su cara que ha de verlas,
sueña dos carros ígneos y un monte nunca visto.
CIRCO

Y o hubiera querido ser


uno de aquellos mártires!

Y o hubiera querido vivir y morir


lleno de amor
a Cristo
como aquellos mártires
entre invisibles, celestiales Rosas
supliciado. Y bajo ellas p erfu m ado...

Y ser llevado a las catacumbas,


entre de glorias y de gozos lágrimas,
conducido en penumbra sin pecado
del espíritu puro total triunfo
■— nieve sin más contacto de la arena—-
y de los raudos ángeles
admiración ardiente. . . !

sólo mártir en Cristo.


LA GRANDEZA DE DIOS

Dios produce a la perfección


los santos dentro de la Iglesia.

Más del otro lado —


tal como nacen también
florecillas
hacia la otra ladera lejana y
propicia
de la montaña
produce otras maravillas
inesperadas:
los santos libres!
ENTRE - ESTIO

Por el Mundo abandonado


Me alejo y sien to... sollozo.

Pero una sonrisa fina


Dentro me dice divina:

Después de lo que has pasado


Liba ahora uvas de G ozo. . .
FE Y CANTAR
a 2. F.

Siempre,
cual mueve de ese olivo
la hoja, mueve las cosas
el hijo de David,
que así llamábanle. . .

La verdad almas nuevas!

olas, sucesos, de principio a fin.


VISION ANGELICA

Brilla, — con simple veste de la tierra.


Pero es un Angel que ha bajado para
decirme:
aún el infierno, con un ala alivié.

Me mira, mas mi cara


le oculto: lanzan soles sus ojos. Y después
— aunque de la ventura apenas clara
de su Visita nada más concluye —
que le muestro la faz que antes tapé. . . talo
malezas sin amor que hacen que me huya!

Cendal blanco le forma dulce pétalo. . .


CRISTO EL HOMBRE
Horas sacras

¡Sangre!

¡En los días míos


de tierra, ardor extremo y devoción
mi piedad es humana
y consiste en una sola
Palabra, Cristo! Dos
silabas,
y ver, en el polvo
espinas aún, mudo!

Días tristes, Enormes


y funerarios y roncos:

Mi Fe, en esos días


de mis entrañas y mi corazón
luto, acíbar y ardor,
no siente en lo impalpable a Cristo o sobre nube
lejano rey •—allá—
faz remota, estelar!

Hombre, hijo del hombre,


dolor, dolor: quizás
mi maestro. . . médico único del hombre;
su sangre preciosísima
al más brutal gemir
vuélvese ro c ío __ !
A LA VISTA DE LA INIQUIDAD

Yo aspiro a Ti:
con ciego delirio y violento frenesí
pozo de ciencia, vaso de paciencia,
Agnus Dei! Aunque fueras una
Ilusión y aunque no hubieras existido
lo mismo aspiraría a Ti!
ALTAR MIO

Ay! Jesús
Cristo Santo. . .

Víctima
de todos nosotros
y de los anteriores. . .

Quién sabe que llagas tienes dentro todav


Quién sabe si no sufres todavía,
en el íntimo centro de tu no ser Divino!

(no ser es m á s ... y más


expresión que ser
de lo Místico dicho y Sacratísimo!)

Oración. . . Oración
de lamentos y pena
Jesús
de lirios y fuego
Cristo, apenado f u e g o !...
EL PAN

Cielo, su Cielo dando a nuestro anhelo,


Está presente en la humildad del pan,
Está del pan tras el humilde velo. . .
MARIA

Un sol
deslumbrador
de Cristo es la cabeza.

Rutila
en ella actuando: abierto sobre san gre...

María,
no tiene el sol. He visto cómo bríllale quieta
Diadema
de estrellas.. .
BETANIA

Marta: Se preocupa
de recibirle como
es preciso. Lo sirve preparando
las cosas de la casa para El,
las manos extendidas con las cosas. María
queda echada a sus pies.

-—simple azucena
simple
sólo rosa.

Ah Betania!, B etania...

A y! piedras de la casa
Las dos ¡qué hermosas son!

Como nostálgico
de estampas y memorias
sagradas
no distingo más, ya .. .

cuál es más grande


MESIAS

Qué apacible— apacible así hubo algún Griego

cuando se acerca
a la Samaritana
y pide de beber y la ilumina
— majestuoso y con algo de temible—
con luz que no es la del E g e o ...

Luz

Arcana,—
de “ todos los países” a las almas
al mundo entero abriéndose.
JESUS, AMOR ARDIENTE

El no precisó estarse quieto, mucho


en los templos! ¡a n d a b a ...

y a la higuera sin frutos la m aldijo!;

Su corazón andaba ¡A m a b a ...! Es por incrédulos


por opuestos al más ardiente ritmo,
que impuros (numerosos)
burgueses corazones
precisan los santuarios en Remanso Impasible
que el paso les mantenga paralizado, para
la caridad completa y decisiva!

— tan por dedos hechos


y con piedras de hombres—

(Y que excúseme el cielo si así esto


— seco y desnudo— hoy tengo que decir!

(Y lo repiten luego, así los días)


OH.SEÑOR

Por aquel d ía ...


cuando sobre las aguas caminabas,
cómo pesabas
dn levemente!
; Altísimo! si no pesabas ya!
Como el cielo, que iba apareciendo
menos que la
espuma, que tus plantas no alcanzaba.
DE LOS PEQUEÑUELOS

¡La verdad de esencia pura y analfabeta


estaba entre los labios de Jesús!
Y lo d em á s... es desgraciada fábula
por bello que parezca
a los oídos de los canes, -—sucios—•;
Todo lo que no esté en esa verdad
que no es sino la vida única
celeste
y simple
es falsedad, duelo
mentira. . . !
¡Inmortal Misterio
de niños;
velo maravillosamente descorrido!
en el Amor con El
todo lo azul no conocido antes
de tocar orbes. El y corazones
¡sabido lo que vale ser sabido!
CERCA DE JESUS

El
que dejando de ser
niño
y no siéndolo ya (más unas nubes)
no sigue como un niño mirando los senderos
y las caras, no es hombre verdadero
n u n ca ...

En su terrible e inocente imperio


Jesús no es más que ésto
Dios y Hombre—
¡un niño inalterable y verdadero!

De mi adorar
deslumbrado
Señor, de toda la potencia y fuerza.

¡Tú eres la vida y no la hipocresía!

La libertad Tú eres, que no teme— .

—-¡Señor de toda fuerza y toda vida!


DIVINA SEMANA

¡Finísimo y delicadísimo, maestro y rey!

habla el marfil por ti con voz quieta, en sosiego.

De los dedos infames el júbilo oscurece


tu presencia coronada! ¡Cimiento nuestro!
LOS NIÑOS Y JESUS
A Alfredo Cáceres

Es una delicada, y ya incorpórea,


escena.
¡Un pájaro del Cielo
anda por allí cerca!

. . . Mientras el otro está con ganas de argumentos


torpe, a cierta distancia,
El está con los niños
en plena poesía
del R eino. . .
LA MAS SANTA

María de Magdala
Perfumada
de luz
Sentimiento
— de rostro azul— que Ve
al Rey
azul.

Fuerte llama,
compuesta con la esencia
de las lágrimas.
OH! JESUS, OLIVOS Y DOLORES
A Saúl Dieste

Sigo fiel. . . !

¡Cuando me ve la ciudad distraído


— de mi refugio agrícola venido—
cruzando las
calles enormes
metódicas sierpes
babel y aula
el impasible día
contra toda la esperanza, contra toda
demostración
impía o fría
— aún cuando único hacia Ti quedara—
contra la noche
más fatua. . . y sabia, contra la razón!

Actual ciudad de máquinas y sierpes,


babel! mi faz nostálgica
de Ti, néctar de amor, ve su furiosa
aritmética ciega orientación.

Sigo fiel:

impertérrito
y humilde siempre (como si soñárate
otro David que danza)
dolido el corazón
en la mirada, a tus radiantes pasos;
Sigo fiel,
a la santa
dulzura inagotable — inaccesible:
al sangrante perfume de tus pies,
doble flor
de lo altísimo azul, por los que labran
asfixias del error martirizada!
EL ANGEL DE LA QUINTA

Aproxímase. Me sigue, me acompaña. . .

Llega hasta hacerme llorar


su belleza
— tan íntimamente me penetra!

Muéstrame el abismo, presente siempre e indefinido;


sordamente me hace detener
y, estando indeciso, me comunica un temblor paralizándome.

Rodéame de realidad para que sufra


y me traspasa de una realidad tremenda y extraña
— que los ojos no ven—-
mudamente indescriptible.

Que el Angel de la Quinta, criatura de esfera transparente,


no me deje ni olvide,
Yo veo su garganta,
henchida, rebosante de cántico y adoración bellísima!

Blancos delicados enigmas.

Perfecta e indeciblemente sereno, no lo asalta el aletazo de


[la materia
viene en la senda cuando debe acercarse; y dentro de mí
[mismo
es el único amor afectuoso, cándido, que me conduce y que
[me da alivio casi palpable
y a quien entrego — intermediario de lo alto—
quejas tremendas y palabras; para que me indique lo que
[le imploro
— rendido al sentimiento de no existir ya— ,
Y para que me sujete al fin, a la manera que me haga
[soportable
una existencia imposible de llevar.

... Angel mío criatura o forma— ; seas lo que se a s...

[estos días
(sábado y domingo)
has venido, y has tratado de aliviarme!

APARICION

Lo he vuelto a ver,
otra vez. . .
¡Un ángel, es!

Puro y simple;
ángel. . . que conduce
más que indica.

Como simple es fuerte


y por eso desciende
y se acerca!
en de hermosuras modo,
en la Aparición más oportuna y más íntima
y de bien verle:
— Atenuado y, potente!—
LA CELESTIAL Y TERRENAL VIRGEN, MARIA
A Maruja Blanco de Mendilaharsu

María.
Virgen antes, en el nacimiento y después del nacimiento
del Redentor.

La Virgen siempre ¡La siempre virginal!

En estas cosas belleza es verdad. (Cómo no serlo de esta


alcurnia y este orden).
Virginidad de destello increíble, ¡hija de luz p o p u la r !...
¡de las visiones de la candidez campesina y entrañable!
pero puesta a andar Gloria excelsa, en el mundo, cegado
de su propia, tenaz impureza, — sobre los cienos y en las
arenas atléticas del “ valle de lágrimas” — por la Apostólica
sabiduría en Cristo de finos nervios santos más alta y
florida. Que no desacierta ni erra (como no erraría un lírico
instrumento en los propios dedos de A polo).

Los ojos entreguemos e inclinemos a un éxtasis de nieve


aéreo y pálido; a la victoria siempre fresca. . . los labios
a la alabanza ¡Virginal rem ota ... virginidad celestial;
¡colmada aunque no en cercanía mas sí en lejanía, por
siempre allá, de la promisión venturosa de eterna v i d a !...
Sin agonía.
De daño exenta.
Libre de mancha.
Virgen María.
(Ave María purísima)
CANTICO ASOMBROSO

Pies enloquecedores de Jesús!


las uñas tienen tierno dibujo celeste.
Los dedos de los pies tienen potencia.
Se ve que pisaron la vida eterna!
Jesús la maravilla del tiempo
Jesús la maravilla de la eternidad
la maravilla de la creación y del hombre,
Jesús la maravilla del Cielo,
Jesús la maravilla de la vida.
Jesús, llena los débiles corazones
de raro consuelo y paz
y de fuego familiar
en medio de la desolación de la inteligencia.

¡Pies enloquecedores de Jesús!


Tienen
los dedos tiernos dibujo celeste!
Se ve que pisaron la vida eterna.
PA RU SIA.. .

¡Desde lado maravilloso, vino del


misterio •—que la fe
con ansia oscura en Dios
vislumbra — ese Ser deslumbrador sensacional. . . !

A ese lado volvió.

De ese lado:

¡Habrá absurdo!

¡Siglo inimaginable! faz grande, entre alas anchas


indescifrables ramos
y hosannas, los del Fin. ¡Puede volver!!

No histórico como antes,


a pie ni en asna ingenua el pie desnudo;

mas sí, fuego triunfal!

. . . Violento viento, luz, que ju z g a rá ...

— ola de llama, cuevas de robo a deshacer.

Pasmosa espada, abierto todo lo alto


en trueno obscuro! llegará recién
hasta la subterránea iniquidad.

Mas inimaginable siglo, en esa


hora final, será también de El
primaveral la última P ied a d ...
-------------------------------------
INDICE

Pag.
Prólogo ................................................................................... 7
Biografía .............................................................................. 23

Breves notas ........................................................................ 27


Palpitante hacia losarcanos insignes .............................. 28
La cosa que v e m o s ............................................................. 30
Tedio ..................................................................................... 31
Signo .................................................................................... 32
Carne que es pecado,engaño, torbellino ......................... 33
Nocturno del Trueno ....................................................... 34
El patio extraño .................................................................. 35
Carta m atutina...................................................................... 36
Fatiga triste .......................................................................... 37
Desespero nocturno .......................................................... 38
Miseria ............ 39
Hastío. . . Horror ............................................................... 40
Momento de la noche ....................................................... 41
Atardecer en invierno ....................................................... 42
Marta duerme .........- ................................ 43
Pasa el s o l ..................................... 44
Las madres .......................................................................... 45
Oscurecer .............................................................................. 46
Los cristales .......................................................................... 47
Lo oculto .............................................................................. 48
El rico después de la m u e rte .......................................... 49 ^
Vergonzosa, miserable agonía............................................. 50
Arcano ................................................................................... 51
El 30 de Mayo, mi madre m u e rta .................................. 52
En onda triste ...................................................................... 55
Breve poema ........................................................................ 56

II

Bajo triste luna .................................................................... 59


Miseria de las quintas ....................................................... 60
Por el Prado ........................................................................ 61
Proximidad desconocida ................................................... 62
Verano ................................................................................... 63
Cantos de C la r a .................................................................... 64
Oh! seres de los pinos ..................................................... 65
Veo temblar casi azules hojas, mohosas y a ................... 67
R u b ia ... por otoño ........................................................... 68
Otoño melódico ................................................................... 69
Locura nocturna .................................................................. 70
Ante un león. . . asombro ................................................. 71
Realidad ................................................................................ 72
Amigo hermoso .................................................................... 73
Jardines ................................................................................. 74
Hiedras ................................................................................... 75

III

Davídica una estrella comenzando .................................. 79


A E len a ................................................................................... 80
Pasión ..................................................................................... 81
La suprema belleza que t ie n e ........................................... 82
Pintura de Ella .................................................................... 84
Suspiro ..................................................................................... 85
D u lzu ra ................................................................................... 86
Elena ....................................................................................... 117
Lugar enamorado .................................................................. lili
Está a hí . . . es Ella .............................................................. 89
Ensueño ................................................................................... 90
Piano ....................................................................................... 91
Presencia radiosa ................................................................ 92
Amada ................................................................................... 93
Tarde ..................................................................................... 94
Sonata .................................................................................. 95
Cielo ....................................................................................... 96
Esquela o romance ............................................................. 97
Poesía ..................................................................................... 98
Nieve ..................................................................................... 99
Nocturna ................................................................................ 100
Separación .............................................................................. 101
Letanía de triste herida y pecado .................................... 102
Arpegio delirado ................................................................... 104
Secreto de atardecer............................................................. 105
Otra vez, hielos ................................................................... 106

IV

Melodía pesarosa y no ta r d ía ............................................ 109


Antiguo nombre .................................................................. 110
Quintetos y tercetos simbólicos ........................................ 111
Cuadro en 1400 ................................................................... 112
Visión antigua ....................................................................... 113
Esther de Cáceres ................................................................. 114
Circo ........................................................................................ 115
La grandeza de Dios ........................................................... 116
Entre — Estío ....................................................................... 117
Fe y cantar .......................................................................... 121
Visión angélica .................................................................... 122
Cristo el H om b re.................................................................. 123
A la vista de la iniquidad ............................................... 124
Altar mío .............................................................................. 125
El Pan .................................................................................. 126
María .................................................................................... 127
Betania .................................................................................. 12í>
M e s ía s ..................................................................................... 129
Jesús, amor ardiente ......................................................... 130
Oh! Señor ............................................................................ 131
De los pequeñuelos ............................................................. 132
Cerca de J e sú s...................................................................... 133
Divina semana .................................................................... 134
Los niños y Jesús ................................................................ 135
La más santa ........................................................................ 136
Oh! Jesús, olivos y d o lo r e s ............................................... 137
El Angel de la Quinta ....................................................... 139
Aparición ........................................................................ .. •• 140
La celestial y terrenal Virgen María ............................ 141
Cántico asombroso .............................................................. 142
Parusia..................................................................................... 143
Se terminó de imprimir
en febrero de 1967
en Impresora Uruguaya Colombino S. A.
Juncal 1511 - Montevideo.
T iraje: 1.000 ejemplares.
“ Comisión del Papel. Edición impresa al
amparo del Art. 79 de la Ley N° 13.349” .
%

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