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SOCIALIZACIÓN ORGANIZACIONAL
Cada vez es más patente que el trabajo no es una mera actividad encapsulada en un
horario laboral, que las organizaciones no son únicamente la fachada externa de una
inevitable inserción en el mundo laboral, sino que el trabajador/a debe obtener su
desarrollo como persona y como ciudadano en este ámbito. El problema de la adaptación
progresiva del trabajador a su empresa u organización, la búsqueda del siempre difícil
ajuste persona-organización, no sólo en pos de la destreza y el dominio técnico, sino
también en la consecución de los valores, actitudes que conforman la identidad personal,
ha constituido un aspecto fundamental del complejo entramado de las organizaciones.
Desde este punto de vista, la socialización organizacional se ha contemplado como
un proceso interactivo en el que las personas aprenden los valores, las habilidades,
conocimientos, expectativas y conductas necesarias para asumir un determinado rol laboral
(Van Maanen y Shein, 1979).
Sin embargo, son muchos los interrogantes que se plantean respecto a la
socialización laboral ¿qué factores influyen en qué un individuo decida intentar ingresar en
una empresa? ¿qué hace la organización para atraerlo, seleccionarlo, y que se comporte de
la manera deseada? ¿qué factores personales y de la organización hacen que la integración
del individuo a la empresa y a su grupo de trabajo sea satisfactoria? etc. Así, analizar y
comprender el fenómeno de socialización laboral es una tarea espinosa en tanto que se trata
de un multidominio complejo en el que se integran diversas esferas de influencia:
temporales (continuidad), espaciales (ajuste al entorno) o de integración y éxito.
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origen a investigaciones con una visión más interactiva del proceso, acomodación-
asimilación utilizando el símil piagetiano, entre las demandas organizacionales y las
necesidades del recién llegado. En este sentido y ahondando en la complejidad social de la
organización, Jones (1983) y Louis (1980) afirman que el individuo no sólo esta sujeto a la
influencia de las tácticas planificadas o institucionales, sino que es sensible a procesos de
influencia informales. La manera por la cual el nuevo miembro llega a comprender la
realidad organizacional depende en gran medida de la cantidad de interacción, estructurada
o no, con los más veteranos.
Si bien podemos afirmar que una nueva orientación teórica se organiza a partir de la
década de los noventa. El estudio de las conductas proactivas de autoajuste, la búsqueda de
información por parte del nuevo empleado, el proceso de desarrollo de rol, los contenidos y
consecuencias de la socialización y la reconceptualización de la socialización como un
proceso continuo, se han convertido en las temáticas centrales de la investigación reciente.
A su vez, el paradigma sociocognitivo requiere desvelar las percepciones y creencias
compartidas y elaboradas por los agentes socializadores que actúan e interactúan en el
ambiente laboral formando una unidad social y cultural (Peiró, 1994).
En síntesis, el concepto de socialización transita desde la óptica de adaptación
pasiva a los requerimientos de la organización hacia una perspectiva de proceso continuo
en que la dinámica de desajuste-cambio-ajuste, asimilación-acomodación entre el
individuo y su ambiente laboral, ocupa un papel central. En este sentido, como han
señalado Staw y Sutton (1992), el ambiente laboral no puede ser considerado como una
realidad inalterable, sino como el resultado del comportamiento individual y colectivo en
las organizaciones.
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trabajo, o más específicamente al rol de trabajador, es considerado una de las más
relevantes transiciones a la vida adulta.
La socialización en el trabajo tiene lugar tras la incorporación al primer empleo. Se
centra en la adaptación a un entorno y a una actividad laboral específica mediante el
aprendizaje de las habilidades y roles esenciales que caracterizan un desempeño adecuado.
En este sentido, debe tenerse en cuenta que el proceso socializador puede darse en diversos
contextos laborales.
La actual estructura socioeconómica contempla distintas formas de trabajo además
de las estrictamente organizacionales: autoempleo, trabajo temporal, parcial, teletrabajo,
colaboración social, etc. No obstante, la incorporación como empleado/a a una
organización de tipo laboral sigue siendo la experiencia de trabajo más frecuente y es por
ello que la socialización en el trabajo se ha equiparado habitualmente con la denominada
“socialización organizacional”. Entendiendo por esta última la que tiene lugar dentro del
marco de una organización empleadora e incluyendo en la misma la adaptación al contexto
cultural y normativo específico.
Pero la socialización laboral no concluye con la integración en el primer empleo y
mucho menos en una situación como la que tenemos, con un mercado laboral cambiante
que presenta cada vez mayor flexibilidad y mayor movilidad interempresarial. A los
empleados se les exige cada vez más una formación polivalente y un mayor capacidad de
adaptación, y ello implica que van a tener que afrontar esta situación tomando diversas
iniciativas y ajustando sus expectativas y actitudes sobre el mercado laboral y el trabajo.
En este punto aparece el concepto de “desarrollo de carrera” que se entiende como la
secuencia de las principales posiciones ocupadas por la persona desde la etapa pre-
ocupacional hasta la culminación de su vida laboral. Puede incluir la experiencia en más de
un rol, puesto u organización y en ambiente laborales y no laborales, contiene un marcado
carácter evolutivo y va más allá del desarrollo profesional situándose en el contexto de
desarrollo global.
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ha sido utilizado por Super (1957) desde la década de los cincuenta, para establecer el
desarrollo individual continuo que discurre entre las primeras elecciones fantásticas de la
niñez hasta las decisiones sobre la jubilación. Para este autor, el desarrollo del individuo en
su aspecto vocacional, forma parte de su desarrollo general.
En coherencia con estos planteamientos, uno de los estudios que mayor difusión ha
tenido en psicología vocacional y que ha encontrado un apoyo importante en numerosos
trabajos empíricos, es la teoría de elección vocacional de Holland (1959, 1966, 1985). El
punto de partida de este modelo teórico plantea que la persona desarrolla gradualmente una
orientación predominante de personalidad, que ésta determina las decisiones educativas
que se adoptan y que, a su vez, repercuten en la elección de un campo ocupacional
específico. En síntesis la teoría de Holland formula que las personas escogen ocupaciones
en las que creen que van a sentirse satisfechas y competentes.
En este sentido, Holland (1966) elabora seis orientaciones diferentes en las
personas basadas en sus diferencias de personalidad (realista, intelectual, artística, social,
emprendedora y convencional) y seis tipos de ambiente que vienen a corresponder con los
arquetipos de personalidad mencionados. La congruencia en el ajuste destaca la similitud
entre las características de ambos. Desde esta noción, una elección efectiva también
incluye alguna evaluación crítica del mercado laboral. La persona se plantea, “dada mis
capacidades, ¿qué posibilidades existen de que me pueda incorporar en esta ocupación?, “
Si escojo esta ocupación, ¿tendré éxito?, “¿Servirá la elección para mis planes
personales?.
Obtener un ajuste adecuado entre la organización y el individuo es muy importante
para las dos partes. Una elección errónea puede provocar sentimientos de insatisfacción y
frustracción durante meses e incluso años. Desde el punto de vista de la organización,
errores en el reclutamiento pueden encarecer o retardar la incorporación innecesariamente,
y, asi mismo, un error de selección puede representar meses o años de fricción, así como
un desempeño menor al esperado. Aquí hay que advertir que la congruencia al inicio de la
carrera no tiene un carácter constante. De este modo, se critica a la teoria de Holland y a
otros modelos de conducta vocacional por tomar una cantidad insuficiente de
características de personalidad, no teniendo encuenta por ejemplo, los estilos cognitivos
que junto con los requerimientos del puesto y las expectativas pueden ser diferentes en
distintas fases de la carrera. Además algunos autores han señalado que la satisfacción
parece relacionarse más intensamente con la congruencia ambiental que con la
congruencia ocupacional.
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Uno de los más importantes estudios sobre el significado del trabajo es el llevado a
cabo por el equipo internacional de investitgación MOW (Meaning of work). Los
resultados obtenidos por este grupo apoyan empíricamente la existencia de tres
dimensiones principales contenidas en el concepto de signifido de trabajo: 1) centralidad
del trabajo como un rol de vida, 2) orientación normativa hacia el trabajo y 3) valores y
metas laborales.
La dimensión centralidad se conceptualiza como “una creencia general sobre el valor
del trabajo en la vida de uno”, pretende determinar el grado en que una persona se
identifica con su trabajo o hasta que punto éste es central para su identidad. Esta
concepción de centralidad se relaciona con dos conceptos afines directamente
involucrados con el ajuste en la organización: implicación y compromiso.
La orientación normativa hacia el trabajo como obligación hace referencia a las
obligaciones o deberes del individuo hacia sus empleadores y hacia la sociedad. Supone
estar de acuerdo con afirmaciones tales como “ es deber de cada ciudadano capacitado
contribuir a la sociedad con su trabajo”. Por otra parte, la orientación normativa hacia el
trabajo como derecho,
Los valores laborales se conciben como un conjunto de resultados que la persona
busca al trabajar y su importancia relativa: sería la respuesta a la pregunta ¿Por qué
trabajas? Se refiere a los resultados del trabajo que una persona valora más y prefiere si
los compara con otros. Las metas laborales también se refieren a objetivos que las
personas esperan obtener en su trabajo, pero son más específicos que aquellos, y
responden a la pregunta ¿Qué prefieres encontrar en tu trabajo?. Cuando se tiene en
cuenta esta sutil diferenciación, se encuentra que la razón predominante para trabajar son
los ingresos (valores laborales) mientras que lo que se desearía obtener del trabajo (metas
laborales) es más bien intrínseco.
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Habitualmente se parte de una información muy parcial de los puestos y
organizaciones que puedieran ser adecuadas. A veces se atiende a un pequeño número de
factores e incidentres críticos. Además, los individuos cuando buscan trabajo suelen
experimentar estrés y sentimientos ambivalentes, y más en el caso de que se les presenten
simultaneamente varias posibilidades de empleo. Las decisiones se toman sobre la base de
una racionalidad limitada, intervienen experiencias, valores, y emociones, y se buscan
resultados satisfactorios en lugar de soluciones óptimas (Peiró, 1984).
Por su parte, la organización desarrolla conductas similares a las del individuo, trata
de atraer personas potencialmente calificadas mostrándose deseable en el mercado de
trabajo y selecciona a los individuos intentando predecir una conducta de ajuste exitosa.
Sin embargo, cuando existen dificultades para encontrar empleo debido a la
coyuntura del mercado laboral, los candidatos, normalmente se disponen para aceptar
empleos que no se ajustan a sus calificaciones y preferencias. Mientras que si se dan
situaciones de gran demanda de empleo, las organizaciones tienen que competir entre sí
para atraer los candidatos que considera más idóneos, y tienden a mostrarse atractivas ante
los aspirantes no suministrando toda la información necesaria o incluso proporcionando
información poco realista e incluso no correcta.
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3. LA INCORPORACIÓN AL EMPLEO: ENFOQUES Y ELEMENTOS DEL
PROCESO.
En general los enfoques que han estudiado el proceso de socialización se hacen eco
de la evolución conceptual que ha experimentado este constructo en los últimos años,
desde la óptica descriptiva de las características de cada secuencia o evento por las que los
individuos en la búsqueda de la estabilidad tratan de adaptarse a los requerimientos de su
rol (Van Manen y Shein, 1979) hasta la postura más actual que acentúa el papel
desempeñado por la persona en su propia socialización.
En los siguientes apartados trataremos de aunar las investigaciones más relevantes
teniendo en cuenta las perspectivas generales desde los que han sido abordadas.
Desde una posición tradicional, el análisis del ambiente en el que actúa la persona
y experimenta esa socialización, se ha centrado en el estudio de las etapas normativas por
el que el sujeto pasa de ser ajeno a la organización a convertirse en un miembro integrado
en la misma.
Weiss (1990) ha señalado que los estudios sobre socialización organizacional han
prestado un énfasis excesivo a la descripción y delimitación de las etapas de la
socialización y en muchos casos una insuficiente atención a la explicación de los procesos
psicológicos que ocurren durante las mismas. Sin embargo, es claro que pueden
establecerse momentos y transiciones que son vivenciadas por las personas con gran
intensidad. Pocas personas describirán la experiencia de incorporación a una empresa, -
esos primeros meses en el puesto de trabajo sembrados de dudas e inquietudes, de
descubrirse como un novato/a frente a los veteranos-, como un acontecimiento irrelevante.
De hecho, este periodo es considerado fundamental para el desarrollo el rol laboral
entendiendo que los individuos experimentan en estas circunstancias fuertes cambios
tendentes al ajuste y la reubicación ambiental que van a incidir en su desempeño,
satisfacción y bienestar.
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demandas/recursos personales y organizacionales. Estos conflictos pueden generar
ansiedad e incertidumbre originada por la necesidad que tienen los empleados de
modificar parte de su vieja identidad e integrarse en una nueva categoría social.
Realismo Congruencia
SOCIALIZACIÓN
ANTICIPATORIA
CONTRATO PSICOLÓGICO
MAESTRIA EN LAS
CAMBIO Y
ESTRATEGIAS PARA ADQUISICIÓN
AFRONTAR LAS DEMANDAS
Adquisición y cambio. Durante esta fase se ha de lograr una mayor claridad de rol para
que el nuevo miembro se integre en la red social de la organización. En este momento,
es necesario la utilización de diversas respuestas de afrontamiento del estrés para que la
integración sea eficaz. En este sentido, se ha puesto de manifiesto la recurrencia al
apoyo social, el afrontamiento centrado en el problema, la búsqueda de información, y
la (re)evaluación de la situación como las estrategias de afrontamiento más
frecuentemente ensayadas.
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Desempeño
Deseos Clima
específicos Ajuste organizacional
sobre el puesto
Permanecer Nueva
organización
Satisfacción Seguir
laboral
Comparación del
puesto
presente con otros
Compromiso con
la organización Abandonar
. En la parte superior del diagrama se muestra el ajuste que debe producirse ente
las capacidades/potencial del individuo y los requisitos para un puesto de trabajo
determinado. Las organizaciones tratan de conseguirlo mediante la selección de personal.
En ocasiones la selección no es suficiente, y será mediante la formación como se logrará
que las habilidades de la persona se adapten a los requerimientos de sus puesto.
Por el contrario la parte inferior del esquema nos muestra un tipo diferente de
ajuste, el que se sitúa entre los deseos, necesidades, expectativas de las personas y la
capacidad del clima y la cultura de reforzar esas expectativas. En este caso, cuando se
produzca un desajuste el impacto afectará más a la satisfacción del individuo y el
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compromiso con la organización que al nivel de desempeño. Se subraya que el ajuste más
efectivo se produce entre esos deseos específicos del recién llegado y la capacidad de
distintos climas organizacionales para satisfacerlos.
Wanous (1992) señala que es necesario diferenciar por un lado, entre las
necesidades y lo que realmente la persona quiere de un puesto de trabajo y por el otro entre
la cultura de la organización y sus diferentes climas. En el ámbito laboral ha existido
mucha discusión sobre las necesidades humanas, fundamentalmente lo que interesa es
encontrar la correspondencia entre lo que la gente busca en su trabajo y sus necesidades.
En este sentido señala que el modelo de satisfacción de necesidades “ECR” (Existencia,
Relaciones y Crecimiento) de Alderfer permite clasificar la orientación de lo que la gente
busca en su trabajo. Así, las necesidades de existencia se corresponde con las necesidades
materiales (paga, seguridad, condiciones físicas de su trabajo). Las necesidades de relación
representan los deseos de tener buenas relaciones en el trabajo. Finalmente, las necesidades
de crecimiento representan los deseos de lograr autoestima y autorrealización personal en
el trabajo (deseos de que las tareas supongan un desafío, de realizar actividades en las que
se sienta independiente, implicarse personalmente en el trabajo, etc.).
A nivel general, los investigadores han encontrado que la congruencia de valores
entre la persona y la organización y la congruencia de metas afecta a la satisfacción, al
compromiso y al abandono y este es un aspecto que afecta fundamentalmente a la gestión
de la personas en la empresa.
Como ya se ha indicado, la organización trata de conseguir el ajuste con las
habilidades y deseos del individuo mediante la selección de personal. Sin embargo, la
selección es solamente una etapa en la consecución del ajuste persona-organización. Los
individuos pueden llegar a una mayor congruencia con la organización como resultado del
proceso de socialización organizacional. Pero también hay que tener en cuenta que las
necesidades de los individuos y de la organización están cambiando constantemente. Las
organizaciones son sistemas abiertos que necesitan adaptarse a las condiciones ambientales
cambiantes. De manera similar, los empleados cambian como resultado de su aprendizaje,
crecimiento, edad, etc. Por ello, el mantenimiento del ajuste requiere esfuerzos continuados
por ambas partes.
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Por su parte, las tácticas de socialización utilizadas por la organización pueden estar
influidas por ciertas características de la empresa y también por características del sujeto al
que van dirigidas. En relación con las características de la organización que pueden tener
alguna relación con las tácticas de socialización que la empresa adoptará. Algunos autores
sugieren que cuando la organización es relativamente pequeña en tamaño, con tareas que
exigen alta preparación técnica o profesional y cuando las conductas innovadora son
alentadas, entonces, es más probable que se adopte la estrategia unit (tácticas individuales,
informales, y variables). En cambio se adopta la estrategia batch (colectivas, formales, y
fijas), cuando las tareas van a ser muy rutinarias.
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Rendimiento eficaz y aprendizaje de las tareas que configuran el puesto de trabajo
concreto. En este sentido, la identificación de las necesidades de aprendizaje y el grado
de adquisición por el empleado de los conocimientos y habilidades necesarios para el
desempeño del puesto pueden ser directamente influidos por las características del
proceso de socialización organizacional. De todos modos, resulta conveniente tener en
cuenta que algunos de los procesos de aprendizaje han sido previos a la incorporación a
la organización o externos al contexto organizacional (p. Ej., programas de
entrenamiento, experiencia previa, sistema educativo, formación ocupacional, etc.).
Lenguaje y jergas organizacionales, dimensión que recoge la adquisición por parte del
nuevo miembro de los conocimientos lingüísticos, técnicos, profesionales, etc., así
como acrónimos, jergas, etc., más comúnmente utilizadas en la organización. El
manejo adecuado del lenguaje específico del grupo de trabajo y de la organización
permite una comunicación más eficaz con el resto de miembros organizacionales y la
adquisición rápida de información relevante para una socialización eficaz.
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Historia y cultura. Algunos autores han descrito cómo las tradiciones, costumbres
mitos, héroes, ritos y rituales de la organización son frecuentemente utilizados para
transmitir conocimientos acerca de la cultura organizacional y así perpetuarlas a través
de los miembros de la organización. De esta manera, pueden ayudar al nuevo miembro
a aprender que tipo de comportamiento son apropiados en interacción y circunstancias
específicas.
Una vez llegados a este punto, parece evidente que el propio proceso de
socialización laboral ha debido proporcionar al trabajador/a la asimilación y adquisición de
factores afectivos, actitudinales y conductuales que le permitan una capacidad de
orientación y afrontamiento de los retos de su integración laboral. Por otra parte, unos
resultados eficaces deben conducir a un cambio de la identidad personal, al desarrollo del
rol y de la carrera laboral de acuerdo con aspiraciones realistas y a la aceptación por parte
de los distintos agentes de socialización.
Desde este punto de vista las diferentes posturas respecto al éxito de la
socialización laboral pasan por la consideración de criterios separados en función de la
persona y en función de la organización y/o grupo de trabajo; el nivel de aprendizaje
alcanzado respecto a los contenidos de la socialización; la capacidad de afrontamiento de
conflictos y demandas y, finalmente, el cambio personal y el desarrollo del rol de
innovación. O dicho de otro modo, la eficacia del proceso se concreta básicamente en tres
tipos de resultados que es posible identificar a partir de las distintas aportaciones y
modelos considerados:
1). Estados afectivos y sus consecuentes respuestas de afrontamiento en los casos
que se muestra la transición como una fuente de estrés
2). Cambios en la identidad, en los que nuevos valores, destrezas y disposiciones
emergen como resultado de la búsqueda de nuevos significados personales
3). Resultados conductuales en términos de adaptación a nuevos contextos que
refuerzan o transforman elementos de la cultura organizacional.
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